“Revelación”
11 de septiembre de 2025, 21:16
—Ijichi. —contestó la llamada con la mano libre que poseía—Sí, me encuentro con Akari. —Se llevó la mano que tenía entrelazada a la suya a sus labios. Frunció en entrecejo lo cual alarmó a su acompañante. —De acuerdo, vamos en camino.
Cortó. Sólo había pasado casi más de dos horas con ella y lo interrumpían, pero no había caso. Esto era importante.
—¿Qué sucedió? ¿Tenemos que irnos?
—Sí, al parecer ingresaron a tu departamento —la observó pálida— e intentaron llevarse algo.
Akari hizo una revisión de los posibles objetos que podrían ser de valor en su departamento y no encontró nada más que los electrodomésticos o cosas no relacionadas al mundo de la hechicería. ¿Qué podrían estar buscando?
—¿Tienes algo que podría ser importante?
Satoru hizo la misma pregunta que ella se estaba haciendo. ¿Qué podía ser? Los útiles importantes de hechicería eran sus propias invocaciones que guardaban con ellos sus artilugios. ¿Creían que podrían obtener algo de ella?
—Nada en físico.
¿A qué se refería con eso?
—¿Fotos mías guardadas bajo el colchón?
—Ya las tiré. Hoy pensaba renovarlas con nuestra cita.
—¡Ah! ¿Entonces es una cita?
—¿Quieres que lo sea?
Besó sus nudillos —No, preferiría una que terminara mejor. Vámonos.
Akari lanzó una mirada a Jasy que asintió y con un silbido las chicas alrededor quedaron estáticas y atontadas, desapareciendo en el proceso.
Satoru rodeó su cintura, se despidió del bartender y en segundos se encontraron frente al departamento con Ijichi conversando con la policía.
—¿Qué sucedió?
—Destrozaron la ventana y removieron todo el lugar. Todo indica que estaban buscando algo.
—¿Qué se llevaron?
—No se llevaron nada, pero sí dejaron una nota.
¿Una nota? Ambos lo miraron extrañados mientras le extendía el papel para que lo leyeran.
—Sólo tiene escrito esto.
Entréganos a Tau
Akari quedó petrificada.
—¿Tau? —preguntó Satoru.
Ichiji observó de nuevo el papel y los documentos en sus manos—Desconocemos a qué se refiere. No hay ningún registro de ese nombre como artilugio o maldición según nuestra base de datos.
¿Cómo sabían sobre eso? No le había mencionado a nadie sobre su relación con aquella maldición. Era imposible que alguien lo supiera.
Los únicos que manejaban más o menos su técnica era Satoru, Nanami, Mei Mei y la escuela.
¿No había registro? ¿La escuela no lo había procesado?
—¿Sucede algo Akari? —dijo Satoru al verla con los ojos clavados en la nada. Su semblante había cambiado por completo. Estaba completamente pálida.
—Satoru, debemos hablar.
—Hmm — se cruzó de brazos pensativo. —De acuerdo. Ijichi, vuelvo enseguida.
—Sí... está bien.
—En un lugar más privado por favor.
—De acuerdo — la sujetó del hombro y la acercó a su pecho trasladándose instantáneamente a su departamento —Bueno, aquí siéntete libre de soltarlo todo — dice y se apoya por el sofa con la atención fija en ella.
—Bueno, será mejor que nos sentemos.
Satoru, sin decir una palabra, lo hace y que no llevara lentes ni ocultara sus ojos con la venda, hacía que su mirada seria fuera más intensa.
—Tau es el padre de mis mitos.
—¿Qué?
—Sí.
—Espera un momento Akari — Satoru presionó el puentecillo de su nariz —¿A qué te refieres?
—Tau es conocido por ser un espíritu maligno, padre de las maldiciones. Tuvo relaciones con una humana que había secuestrado y tuvieron siete hijos los cuales están en mi poder y, bueno —carraspeó— Tau también.
—¿Tienes a Tau entre tus maldiciones?
Akari se removió nerviosa. Realmente no quería hablar sobre el tema y menos con Satoru.
—Algo así.
—¿Podrías ser más clara?
—Soy descendiente de la mujer, Kerana. Por lo que Tau... bueno, es mi prometido.
No iba a negar que le había dolido que no mostrara alguna emoción en su rostro.
—¿Qué quiere decir eso? ¿Vas a casarte con él por iglesia o por civil?
—Es en serio Satoru.
—¿De qué va esto? —podía ver que estaba irritado.
Suspiró cansada. No esperaba que la noche terminara de esta manera. Se llevó la mano a la frente tratando de ordenar sus pensamientos.
—Hace mucho tiempo, en los inicios, había una hermosa joven llamada Keraná. El espíritu maligno Tau quedó embelezado ante su belleza y decidió secuestrarla. Para evitar aquello el espíritu del bien Angatupyry combatió contra él durante varios días hasta que finalmente Tau fue el vencedor y se la llevó.
Debido a la tristeza del clan y el enojo de Angatupyry por todo aquello, maldijo a los hijos de la pareja.
—¿Estás diciendo que estamos tratando con espíritus?
No había oído jamás de que una maldición haya podido embarazar a una mujer humana.
—No lo sé, es la leyenda que cuentan en mi país. Siempre creí que era una mentira pero...
Recordó las palabras de su padre.
—"Con los mitos se intenta responder a una pregunta que afecta a la raíz de la vida humana: a la creación, caída de moral, sentido de la existencia."
Satoru la observaba detenidamente. Realmente Akari resultó ser un completo misterio.
—Es probable que estuvieran lidiando con maldiciones y hechiceros desde aquellas épocas. Quizás definían "espiritu del bien" a los hechiceros y "del mal" a las maldiciones.
—Es muy probable.
—¿Puedes invocar a Tau?
Se removió incómoda —Ese es el problema. No puedo hacerlo. Tuve que sellarlo dentro mío. A diferencia de Yuji, el mío se encuentra completamente aislado. Es imposible manifestarlo menos que... A menos que muera. Si muero con él en mi cuerpo, es muy probable que reviva como Keraná y ambos convivan en mi cuerpo. Eso llevará al inicio de la historia y podrían procrear hijos.
¿Cómo no le habían informado sobre esto?
—A eso te refieres con que es tu prometido.
—Sí, llámalo destino o como quieras pero es muy probable que la historia se repita. Mi linaje está maldito —soltó una risa nerviosa—, no lo puedo creer. Todo cambió drásticamente por una estupidez mía. Fue un accidente.
Satoru decidió que podía haber una solución a ese problema que Akari no estaba considerando: él. Quizás él podría exorcizar esa maldición, sólo era cuestión de cómo lograr sacarlo sin que muriera. Quizás ésta era la razón de que la reclutaron aquí.
—Si eres descendiente de Keraná, entonces tu familia puede ver las maldiciones.
—No, no pueden hacerlo. No estoy segura del porqué pero solo yo podía hacerlo desde pequeña. Nunca decía nada para que no me tomaran por loca.
—Algo no cuadra.
—¿A qué te refieres?
El celular de él sonó interrumpiendo la conversación sin embargo Satoru no dejaba de repasar una y otra vez lo que Akari le había dicho. Nadie sabía sobre su técnica ¿cómo pudieron enterarse? Nadie en Jujutsu sabía sobre su técnica antes de venir, sólo aquí los viejos empezaron a categorizarla y formarla como hechicera. Comúnmente por reclutamiento era que un hechicero de Jujutsu recomendara al hechicero o estudiante debido a sus capacidades. Además jamás se involucraba con otras personas en su país de origen y trabajaba sola. Se llevó la mano al rostro.
—¿Haz mencionado a alguien sobre Tau?
—A la escuela y a ti.
—¿La escuela está al tanto?
¿Qué no por eso la trajeron? —Pues sí. Fue por Tau que se comunicaron conmigo, para tenerlo bajo control en caso de lo peor.
—¿Eso te dijeron?
Asintió.
Mierda.
Si la escuela estaba al tanto, significa que los Altos Mandos ya lo sabían y hubieran acabado con ella apenas aterrizaba Japón. ¿Una maldición que puede tener hijos? Es igual de peligroso que Sukuna.
—Espera un momento —dijo levantándose. Se pasó la mano por sus cabellos—. Voy a llamar a Yaga.
¿Qué estaba pasando? Su comportamiento la estaba poniendo nerviosa. Empezó a arruinar su esmalte con sus uñas.
—Gojo. Me enteré lo de Akari ¿cómo está?
—Yaga. ¿Quién reclutó a Akari?
—¿Reclutar? Ella pidió su admisión a Jujutsu.
Cortó. Quedó inmóvil un momento.
Todo cobraba más sentido. Su llegada a Japón, el extenso proceso de categorización, la razón del accidente, el hombre espiándolos y el asalto a su departamento.
—¿Satoru?
—Espera un momento Akari. Demonios.
¿Cómo procedería con ésta situación? Era riesgoso que los viejos se enteren de esto. Lidiar con la persecución de Yuji en la escuela ya era complicado mientras trabajaba y ahora tenía a Akari en la ecuación. ¿Cuál era la mejor jugada? ¿Cómo avanzaría desde ahora?
—Satoru, tu celular está sonando.
Observó en la pantalla el nombre: Mei Mei.
—¿Sí?
—Será mejor que la ocultes por el momento. La comunidad Jujutsu está investigando sobre Tau y han llegado con la leyenda de su país.
¡Mierda! ¡No le estaban dando tiempo para pensar! Ijichi ya debió haber informado el incidente. Debió haberle dicho que espere.
—Es muy probable que la citen después de esto.
—¿Puedes hacer algo al respecto?
—No mucho, pero lo intentaré. Cuídala.
—¿Por quién me tomas? Te lo encargo.
Escuchó a Mei Mei cortar y sujetó con fuerza su celular.
—¿Qué sucede?
—Yaga dice que solicitaste la admisión a Jujutsu.
Abrió los ojos sorprendida y negó con la cabeza—No es posible. Ni siquiera sabía que existía Jujutsu.
—Explícame cómo es que estás aquí.
A pesar de que no estuviera molesto con ella exactamente, la ponía muy nerviosa. De repente se sintió una intrusa.
—Pues se comunicaron por correo y llamadas. Me indicaron qué pasos hacer y qué documentos enviar, después de eso ya estaba comunicándome con Yaga.
—¿Le mencionaste a Tau a Yaga?
—No, el hombre que me llamó ya sabía sobre Tau y me invitó para Japón para formarme además de ofrecerme protección en nombre de Jujutsu por lo que no volví a mencionárselo a nadie. ¿Puedes decirme qué sucede Satoru? Me estoy por volver loca.
—Al parecer te trajeron aquí para hacerse con Tau. Nadie de la escuela sabía sobre él hasta ahora. Es muy probable que si lo hubieran sabido te hubieran matado cuanto antes.
—¿Qué?
—¿Me dijiste que si mueres Keraná revive? Tu muerte debe cumplir condiciones o es tan sólo morir.
—No estoy segura. Cuando liberé a Tau por accidente él había confesado eso, no especificó nada más luego de que evitara que...
Akari observó su regazo incapaz de continuar. Tau había intentado violarla. Si no fuera por la energía maldita que poseía no hubiera salido viva.
—¿Y salías a pesar de eso a matar maldiciones todas las noches tú sola? De verdad... — se mordió la lengua.
—No moriría tan facilmente, sé recuperarme.
—¿Tecnica de maldición inversa?
—¿Sí? ¿Eso?
Aún así él no estaba convencido. —¿Hay algo más que tengas que decirme? — preguntó posando sus manos en su cintura.
—No sé si estoy olvidándome de algo.
—¿Hay otra cosa que deba saber sobre tus maldiciones?
—Puedo utilizar sus artilugios, no debo invocar a todos a la vez, hay dos demonios que poseo que no son su hijos y creo que es todo.
—¿Cuándo fue que sellaste a Tau?
—Hace cinco años. Tau fue la primera maldición que capturé, los demás a consecuencia de su presencia fueron apareciendo y los obtuve.
¿Era hechicera desde hace sólo cinco años? ¿Qué clase de broma era esta? Sus habilidades de combate y destreza eran de las de un chamán experimentado. ¿Cuánto tuvo que lidiar en ese corto lapso de tiempo?
—Asegúrate de mantenerme informado de lo que sea. Vas a quedarte aquí.
—¿Cómo? ¿En tu departamento?
—¡Enhorabuena, nuestra relación ha ascendido a concubinato! — a Akari le molestó que volviera a su actitud usual.
—¿Estás bromeando Satoru? — debía de habérsele zafado un tornillo.
—No puedes salir de aquí, no hasta que solucione las cosas con Mei Mei.
—Pero—
—No te preocupes, volveré enseguida. Sólo... déjame evitar que hagan la idiotez de matarte y empeorarnos la situación.
—De acuerdo... Lo siento.
—No lo sientas, todo se solucionará —la sujetó de sus hombros y la acercó a su pecho, encerrándole en un abrazo—Voy a deshacerme de ese infeliz que quiere hacerte su esposa. Tendrá que vérselas conmigo.
—Gracias Satoru, terminé siendo una carga para ti que era justo lo que no quería —resopló.
—Cariño, desde un principio sabía que traías problemas. No estoy sorprendido.
Rió ante su comentario y le correspondió a su abrazo. —Así que fue tu intuición lo que te pegó a mí.
—No por nada soy el mejor hechicero del mundo —besó su frente— Quédate aquí mientras vuelvo.
El suave apretón que le brindó antes de separarse la hizo sentir solitaria. Observó cómo caminaba hacia la puerta y, como si se despidiera de un capitán, se llevó extendida la mano a la frente y los llevó para adelante.
—Me voy.
—Que te vaya bien.
Y luego de sonreírla, desapareció dejándola ya completamente sola.