“Salvaré a Ace”
11 de septiembre de 2025, 21:26
—Voy a buscarlo hasta encontrarlo.
—Suficiente Ace, olvídalo. No hay buena espina en esto.
—¡Rompió nuestra regla de hierro! Es mi responsabilidad como comandante y tiene que pagar por eso.
Había pasado dos semanas de que me había aparecido en el barco y era la primera vez que veía a Barbablanca en la popa. Era realmente intimidante. Fui detrás de Ace en silencio ayudándolo a recoger sus cosas para trasladarlo a su barco.
—¿Quién es la nueva joven que apareció hace unos días?
Sentí como mi alma abandonaba mi cuerpo —¡Yo señor!
—Acércate un momento.
De reojo miré a Ace que sólo me asintió en respuesta. Cada vez se hacía más grande ante mí y evité con todas mis fuerzas hacer alguna tontería.
—¿Hm? Tú... ¿has comido una fruta del diablo?
¿Qué estaba diciendo? —No, señor. No lo he hecho.
Se me quedó observando un momento y no pude evitar tragar nerviosa bajo su mirada. Yo no tenía el carisma de Luffy como para que todos me quisieran a la primera.
—Me dijeron que ayudarás a Ace en su viaje. Te encargo al muchacho. —menciona en voz baja.
—Sí señor.
—Marco me habló bastante bien de ti.
Busqué a Marco con la mirada y lo vi sonriéndome. Había compartido mucho tiempo con él en estos días, mucho más que con Ace. Gracias a él había aprendido las cosas básicas para sobrevivir. Le devolví la sonrisa.
Barbablanca me escudriñaba con la mirada mientras me inclinaba para disculparme y continuar con el traslado.
—Recuerda que no es necesario que lo mates, puedes volver en cualquier momento. —aclaró a Ace poco después.
Él no respondió nada mientras me ayudaba a subirme a su bote —Gracias.
—Entonces nos vamos. Adiós a todos, adiós viejo.
Ace se coloca detrás de mí y, con el poder de su fruta, aumentó la velocidad del bote alejándonos del Moby Dick.
Alejándonos un poco más me animo a preguntar —¿Qué sucedió de tu Striker?
—Tuve que preparar otro barco. No íbamos a entrar dos allí.
Tiene razón. Era verdad que él viajaba siempre solo.
—Vamos a llegar en unos días si todo sigue como está.
—De acuerdo.
Poco después se sienta a mi lado y, luego de estirar sus brazos, cae dormido al instante.
Ahí está... su narcolepsia.
Suspiré al verlo tan tranquilo. Ace realmente era muy atractivo. Cuando lo había visto aparecer por primera vez me había llamado la atención lo tranquilo y serio que era. Durante el arco de Marineford pude comprenderlo mejor y, aunque ya había sabido que moriría por spoilers, deseé que no lo hiciera. Su muerte fue razón del crecimiento de Luffy y el desencadenante del cambio en la era pirata junto a la muerte de Barbablanca.
Era un chico increíble; buen hermano mayor y un buen amigo. Quisiera que algún día me considere parte de él.
Escuché un ruido al costado del bote y me acerco a revisar. Veo una larga cola de un monstruo descender y golpear la superficie del agua.
—Ace, Ace —digo mientras le sacudo varias veces.
—¿Eh? ¿Qué? —despierta somnoliento.
—Mira —digo apuntando hacia allí.
—Sí, hay muchos de esos por aquí —volviendo a posicionarse para dormir.
—¡Ace! — ¡maldita sea era una criatura enorme!
—¿Qué? No te hará nada mientras yo esté aquí. Relájate.
—¿Me lo juras?
—Sí, sí. Deja de lloriquear.
Olvidé que estoy en la Gran Ruta Marítima. Me acerco más a Ace.
Es más me olvidé el hecho que nunca navegué y estoy en manos de alguien temerario. Sólo debo recordar lo que me enseñó Marco y estaré bien.
Tengo un mal presentimiento.
—Ace.
La bestia se elevó frente a nosotros unos cuantos metros y no escatimé en demostrar lo horrorizada que me sentía. Se levantó y disparó balas de fuego de sus dedos, haciéndolo retroceder y sumergirse de vuelta.
Llevó sus manos a sus caderas y volteó a verme —Bien, por como van las cosas parece ser que te ayudo más yo que tú a mí.
Al parecer le dio risa mi molestia.
—Ya verás que seré útil más adelante.
—Ansío verlo.
¿Por qué le gustaba tanto molestarme? En el anime era más cortés y amable. Me estafaron.
Me crucé de brazos mientras se estiraba al sentarse a mi lado —Sólo estoy bromeando.
—Ya sé.
Lleva sus manos para atrás y se apoya en ellos —Eres un poco gruñona, ¿no crees?
—Jamás he visto una cosa así, disculpa que tema por mi vida.
Me sonríe de lado y me obligo a mirar otro lado. Maldita sea, este chico no ayuda estando semidesnudo.
—¿Entonces no vienes de este mundo?
—Así es. Nunca había visto un Rey del Mar ni navegado un barco.
—¿Cómo es que sabes mucho de aquí?
—Digamos que vengo con algunos conocimientos al caer aquí.
—Ah —dice no convencido — ¿Y entonces cómo es tu mundo?
Mi mundo...
—Es muy diferente. La era de los piratas fue hace tiempo pero nunca hubo un Rey de los piratas. No hay estas cosas como frutas del diablo o haki...
Ni hombres pez, sirenas, animales parlantes porque...
Es ficción.
—¿A qué te dedicabas antes?
—Era estudiante.
—No tenías mucha emoción en tu vida diaria ¿verdad? —dice revolviendo una de las cajas que trajimos.
¿Qué esperas que haga en un sistema capitalista y sociedad opresiva?
—Olvídalo. No sé ni para qué te lo menciono — digo evitando verlo.
—¿Cómo era tu familia?
Mi familia...Han de estar devastados.
—Si no quieres hablar de eso no te insistiré —dice incorporándose.
—Sólo sé que estarán destruidos porque me fui.
Aprecié que no dijera nada más y me ofreciera una manzana —Ayúdame en la cabina un momento, luego te enseñaré a navegar.
.
.
.
Después de varios días viajando juntos llegamos a Alabasta. Pude destacar que seguíamos el ritmo de la historia al preguntar a un lugareño que estábamos en Nanohana. Yuba era la ciudad a la que Ace quería llegar ya que se le había visto allí a Barbanegra.
—Bien, iré a comer algo. ¿Quieres ir conmigo?
Aquí vamos.
—Estoy bien. Quiero recorrer un poco la ciudad así que ve primero. Cualquier cosa que suceda nos volvemos a encontrar aquí.
Me mira poco convencido —De acuerdo... Disculpe —detiene a un señor que iba pasando—¿un lugar para comer?
—Si sigue por aquí derecho y luego dobla a la izquierda al final de la calle encontrará el restaurante Spice Bean.
—Genial, gracias.
El señor asintió y se despidió. Me reí.
—¿De qué te ríes?
—Nada, sólo no hagas mucho desastre.
—¿Por quién me estás tomando? — dice y se acomoda la mochila —Bueno, nos vemos luego.
—Espera Ace.
—¿Sí?
—¿Podemos comprarnos un Den Den Mushi primero para ambos?
—¿Por qué? Sólo iré a comer y buscaré a Luffy.
Justamente por eso, luego nos separaremos. Iría a Yuba junto con los Sombreros de Paja y pasaría bastante tiempo con ellos. No recuerdo cuánto.
—Sólo por cualquier cosa.
Luego de comprarnos un Den Den Mushi y con vergüenza pidiera un poco de dinero, ambos seguimos nuestros caminos.
Decidí ir de compras para pasar el tiempo y de paso conseguir suministros. Ace ya se había devorado más de la mitad de nuestro sustento para el viaje.
Poco después escucho un estruendo a lo lejos, ese habrá sido Luffy llevándose por delante a Smoker y a Ace. Aunque me gustaría estar allí y formar parte, no quiero variar mucho el camino de Luffy. Es un momento de Ace y él, pues después ya se volverían a encontrar en el suceso de Marineford.
—Eso me gustaría consumirlo aquí —digo antes que guarde el sándwich junto a las demás cosas.
Las calles estaban inquietas. Hombres de aquí para allá y marinos corriendo por toda la ciudad. Será mejor dirigirme a Elumalu, le diré a Ace que nos encontraremos ahí. Creo ser capaz de acercar el barco.
Navengando para allá ocurre la llamada que esperaba.
—Siento haberte dejado así Aloise. Volveré pronto.
—No te preocupes Ace. Espero disfrutes la compañía de Luffy.
—¿Sabías que iría a Yuba?
—Por supuesto. Te esperaré en Elumalu.
—Gracias por comprenderlo. Entonces nos vemos —cortó.
En Elumalu decido quedarme en el puerto. Camino en el pasillo con la mochila cargada de cosas hasta la habitación cansada por el día. Quizás duerma un poco.
Dejo rápidamente caer del hombro la mochila en la mesa de la habitación agitando mi mano ante un mosquito. ¿Y ahora qué iba a hacer mientras lo espero? Me senté en la cama y suspiré. Según recuerdo, creo que él volvería al segundo día.
Me tiré para atrás. ¿Cómo estará mi familia? Ace había estado intentando animarme manteniéndome ocupada ya que aún no estaba lista para hablar.
Golpeo mi rostro tratando de matar al mosquito insoportable que me ronda encima. Podría empezar a escribir un diario o dibujar, algo que logre desestresarme.
Debería pensar en cómo salvar a Ace.
¿Debería salvarlo durante su pelea en aquella isla o lo salvo en Marineford? Pero si lo salvo durante su pelea con Barba Negra cambiaría radicalmente la historia y en Marineford... ¿cómo llegaría a Marineford? Luffy había caído del cielo y apenas había logrado llegar gracias a Bon chan.
¿Puedo curar siquiera la herida del pecho de Ace? Imposible. Sus órganos estaban derretidos a ese punto. ¿Será imposible para mi evitar cambiar la historia?
¿Law podría? ¿Es al menos posible? No.
Debe haber alguna condición rara en este mundo que habilite salvarlo. ¿Alguna medicina divina? ¿Algún sacrificio que pueda hacer?
¿Realmente debo cambiar la historia?
¡Oh Dios Mío! Sentí detenerse el tiempo.
La fruta Chiyu Chiyu. Lo había olvidado.
¿Debo ir a Dressrosa? Mi interior se estrujó de la inpresión. No me animo a ir sola... ¿Cómo voy a hacerlo? La misión de Ace es buscar a Barbanegra y no va a acceder a acompañarme. La imagen de Doflamingo y su familia logra que se me erice la piel.Qué fácil era gritarles por la pantalla.
Agité mis manos ante el mosquito. Es mi única opción. Podría preguntar a la princesa si ese tipo de herida mortal el cuerpo se podría recuperar.
Veo al maldito mosquito pasar frente a mi rostro y trató de matarlo con mis palm—
Veo a Ace, Luffy y todos los demás frente a mi paralizados en la escena del desierto.Tick.
Un momento ¿cómo llegué aquí? Pero si estaba en el bote.
Tick.
¿El tiempo se detuvo?
Tick.
Volví a aplaudir y me teletransporté a mi habitación de vuelta.
Sentía un poco de cansancio y apetito, aunque eso no era importante ahora mismo. ¿Me acababa de teletransportar?
Miré mis manos atónita. ¿Tengo el poder de una fruta?
Probemos nuevamente. Pensaré en Nanohana antes de aplaudir y... me atreví. Volví a sentir el vértigo que había sentido cuando había visitado por primera vez a Luffy antes de aparecer en un callejón de Nanohana. Todo era gris.
Pude ver a una niña detenida en pleno salto al final del callejón y de vuelta me llega a mis oídos aquel sonido.
Tick.
Aún no se mueven.
Tick.
Tick.
Ya entiendo.
Tick.
Tick.
La ciudad se reanudaba; volvía a estar tranquila y colorida, podía ver a la gente caminar al final del callejón ya prosiguiendo con su rutina. La niña caía al suelo y seguía jugando.
Son cinco segundos.
Me senté un momento en mi lugar, lidiando con el mareo.
Esto era una oportunidad.
Con esto podía salvar a Ace.