“Permiso Concedido”
11 de septiembre de 2025, 21:28
—Eres muy mala en esto —se rió. Tenía la mejilla apoyada sobre su palma con el codo en la mesa.
—Cállate.
Estaba muy aburrida por lo que había tomado una hoja y me había puesto a dibujar. El comandante parecía tener bastante tiempo pues ya hace varios minutos que se encontraba mirando lo que hacía.
—¿Se supone que es una gaviota?
—Es un pato.
—Ya veo el parecido.
Moví mi hoja lejos de él y le di la espalda.
—Estoy bromeando. No te enojes.
—¿No deberías estar en cubierta?
—¿Para qué? Los chicos saben cómo llegar.
—Sólo quieres molestarme.
—No es así. Me gusta pasar el tiempo contigo.
Eso era lo extraño últimamente. Desde nuestra charla sobre Dressrosa Ace estaba mucho más pendiente de mí, buscaba conversar más conmigo y me buscaba para acompañarlo en sus turnos.
Ahora se encontraba sentado conmigo al lado en el suelo frente a una mesa bajita.
—¿Cuántos años tienes Aloise?
—Tengo veintidós.
Se hizo para atrás de la sorpresa —Eres mayor que yo por dos años.
—Igual creo que has vivido más experiencias que yo como para que mi edad signifique algo.
Se rió —¿Te gustaba lo que estudiabas?
Al parecer ya no iba a poder continuar dibujando, por lo que dejé mis utiles y la hoja para encararlo.
—Sí, me iba bastante bien.
Silbó —Genial.
—No tanto, ya que no terminaré la carrera.
—Podrías seguirlo aquí. Quizás sea un poco diferente.
—Quizás.
—Aunque será una pena no tenerte más entre nosotros.
Tragué nerviosa. Este chico no sabe lo que me causan sus palabras.
Si Ace me parecía atractivo en el anime, tenerlo frente a mí era peligroso para mi cordura. Verlo tan seguro de sí, semidesnudo, sonriendo a cualquiera que se cruce frente a él y bromeando... bueno, mi corazón no lo soportaba.
—Comandante — ingresa un hombre de avanzada edad.— oh, veo que está ocupado. Disculpe señorita Aloise.
—No hay problema, prosiga.
—Quería informarle que divisamos dos barcos a lo lejos—
—Ignórenlos a menos que se aproximen. —Dijo poniéndose su sombrero.
—De acuerdo. —se nos queda observando. Sonríe como si recordara el pasado— Qué bonita es la juventud y el amor.
—¿Qué? — dice Ace desconcertado.
—¡No es así señor!
—Sí, sí. Me retiro. — Y cierra la puerta.
Veo de reojo que se lleva su mano a su boca —Que no te incomode Aloise.
¡Tú pareces el más incómodo! Mi ojo capta el tatuaje en su brazo. La S tachada con una cruz.
—¿Extrañas a Sabo?
—¿Eh? —se fija en su tatuaje — Ah, sí. Sabo. ¿Sabías que es por él esta ese?
—Sí, te lo hiciste así por él.
—¿Qué más sabes de mí?
Pregunta tramposa.Uno de sus intentos de sacarme información. No me sorprende que ande tras de mí.
—Creo que no mucho en realidad. Me sigues sorprendiendo cada día. Me gusta tu sombrero.
Se lo saca y mira un momento orgulloso, y luego hace algo que no me lo esperaba: me lo coloca en la cabeza. —Te lo presto.
¿Acaso está consciente de lo que hace o sólo está en él ser un galán?
Sonrío tímidamente —Gracias.
Me sonríe divertido mientras se cruza de brazos sobre la mesa observándome. Era un chico realmente amable.
—Ace.
—Dime.
—¿Realmente te gustaría saber el futuro? Si lo supieras como yo, ¿estarías dispuesto a cambiar algunas cosas aunque modifiques por completo la vida de los demás? ¿Tomarías esa responsabilidad?
Pude ver que estaba analizando mis palabras —Mmm, creo que eso depende. Si cambiar es necesario para salvar a alguien que quiero, supongo que lo haría. ¿Es lo que estás haciendo tú no? Si supiera que le sucede algo a Luffy en el futuro yo... lo haría sin dudarlo.
—Supongo que tienes razón.
—¿Estás planeando cambiar el futuro?
—Sí.
Me sentí vulnerable ante el silencio que se instaló entre nosotros. Había confesado mi plan central.
—Estoy tratando de cambiar lo mínimo posible pero... no sé si llegue a funcionar en el momento crucial.
—¿No puedes ver cómo va cambiando el futuro?
—No. Sólo me sé uno.
—Mmm, pues es una cuestión de fe ahora. Cree que lo lograrás y esfuérzate.
Es más facil decirlo que hacerlo, pero agradecía su consuelo. No había nadie con quién hablar por lo que estaba a punto de hacer y si estaba bien. No tenía a nadie de mi lado.
—Siéndote honesto, no te creía hasta que me confesaste lo que sabías el primer día en que partimos. Aún creo que es una locura. Pero que me lo hayas confesado y que estés confiando en mí aquí y ahora, me di cuenta que significa mucho y quiero que estés segura de que no has fallado en confiar en mí.
Endurecí mis labios. —Eres la única persona en quien puedo confiar ahora Ace. Sólo te tengo a ti —confesé y la soledad que había estado sintiendo humedecieron mis ojos —luego estoy sola.
—Hey, no llores. Tienes a toda Barbablanca de tu lado. No estás para nada sola.
—Pero nadie sabe que no soy de aquí ni que sé el futuro, sólo tú.
—Estaré para ti siempre Aloise, puedes contar conmigo.
Sentí su mano sobre mi hombro y la calidez de su tacto sólo lo hizo peor, no quiero que desaparezcaesta sensación. No quería que él desaparezca. Era el único en quien confiaba.
—¿Te enojarías si cambio tu futuro? —le pregunto con los ojos clavados en los suyos.
Por favor Ace, dime que puedo hacerlo. Di que sí.
Sus vista recorre todo mi rostro antes de darme una respuesta —Si crees que es lo mejor, no lo haría. No creo que me desees mal. —su sonrisa me perfora el corazón —Ya que eres buena persona.
Mi pecho se siente más ligero al ver que quizás, la idea que estoy proyectando para él, no sea tan mala.
Le sonrío de vuelta —Puedo ver en qué te pareces a Luffy.
Su sonrisa se ensancha. Se pone de pie —Iré a ver cómo va todo afuera. Puedes seguir dibujando ya no voy a molestarte. Me alegra que hayamos hablado. ¿Ya no te sientes tan mal verdad?
—¿Me veía mal?
—Has estado muy nerviosa así que estaba buscando que hablaras conmigo. Me alegra haberlo hecho. Nos vemos al rato —dice y sale del camerino.
Ugh. Sentía cálida mis mejillas así que las enfrié con mis manos. Tu amabilidad es un arma letal para las mujeres Ace.
.
.
.
Habían pasado los días y Ace y yo nos hicimos más cercanos. Él me contaba sobre algunas de sus aventuras y de la manera que este mundo funcionaba. A pesar de haber sabido sobre su infancia, dejé que Ace me contara con sus propias palabras lo cual aprecié un montón, pues eso significaba que confiaba tanto en mí como yo en él.
—Gol D. Ace —dije mientras cenábamos en la proa. —Definitivamente no te queda.
—¿Verdad? Portgas me gusta más —dice animado mientras le da un mordisco a su carne puesta en un palillo. —Tú también tienes la de en tu apellido. Por Donnell.
—Ah, es una coincidencia.
—Esa es la excusa —bromea.
Es sólo una coincidencia. Le doy un mordisco al mío también.
—Estamos por llegar a Dressrosa, ¿tienes algún plan para llegar a esa princesa enana?
—Pues... creo que puedo encontrarla. El problema es que no sé si estará alguien custodiando.
—Entonces—
—Tú te quedarás aquí. Yo iré sola.
—No. Claro que no. Yo entraré contigo.
—Ace—
—Estás demente si piensas que dejaré que entres sola a la guarida de Doflamingo.
—Te preocupas demasiado por mi.
—Lo hago ¿y? — mi corazón dio un vuelco — Que seas de otro mundo no te hace invencible.
Cierto, pero puedo saltar en caso de peligro.
—Bueno, llegó el momento de que te explique algo.
—¿Qué?
Le expliqué lo que había descubierto sobre mí y cómo podía usarlo. Su rostro no cambió mucho, tampoco su opinión.
—¡Por lo que podré saltar a la habitación directamente!
—¿Esperas que ahora te deje ir sola?
—No soy tan débil.
—¿Tan siquiera peleaste alguna vez en tu vida con alguien?
—¿Cuenta mi infancia?
Me mira irritado. —Esto está fuera de discusión.
Le puse los ojos en blanco —Esto es lo que haremos. Tú me esperarás afuera y yo saltaré a la habitación por la noche. ¿Está bien? — la mueca que hizo decía que no estaba de acuerdo— Bien, entonces estás de acuerdo.
—¿Y si necesitas ayuda?
—Te teletransportaré alguna cosa de la habitación justo en la mano. ¡No habrá nadie por la noche! No están esperando a alguien como yo. Por favor Ace.
Realmente no estaba convencido —Ten —dice y me entrega su daga.
Lo tomo no muy convencida y eso hace que se enoje más —Okay, lo llevo conmigo. ¿No lo necesitarás?
—Casi ni lo uso. —Me miró en silencio un momento —¿Tienes siete saltos no? Entonces será de esta manera: con tu segundo salto me informarás que estás bien. Si dejas la daga frente a mí lo tomaré que no hay nadie en la habitación, si la daga cae en mi mano iré directo a por ti. ¿De acuerdo?
Asentí. Si me descubrían sólo saltaría para volver junto a él, no pienso dejar que vaya.
Suspiró cansado, podía ver que estaba debatiendo si decirme algo o no. Se llevó la mano a la nuca.
—Ya sólo dilo.
—¿Realmente es ésta la única manera? ¿No puedes decirme y armamos un mejor plan?
Sus ojos parecían suplicarme que razonara y me quedara con él aquí, lastimosamente no había otra manera. No sabría qué otra maravilla podría salvarle la vida.
—No puedo Ace. Lo siento. Sabes que si pudiera te lo diría.
—¿No es mejor que vaya yo solo encubierto? No hace falta que te pongas en peligro.
—Si lo que supongo es verdad, tendré que transportar varios barriles y es más fácil que lo haga yo que tú.
—Si tienes que enviar algo, lo harás dos veces después. Y para tu quinta, debes estar frente a mí.
Volví a asentir. —¿Ya estás más tranquilo?
—No, pero algo ayudó.
Sonreí divertida —Gracias por preocuparte por mí.
Me sonrió sin ganas — Lo que tú digas. Sólo evito que te mates.
—Cuando volvamos con la tripulación, me enlistaré en tu división — bromeé. Ojalá y pudiera, pero eso jamás sucedería.
—De acuerdo, me arriesgaría a aceptar a alguien como tú.
—¿Alguien valiente?
—Más bien alguien esquizofrénico.
Fruncí el ceño. Ace se fue para atrás a carcajadas.
—Tú eres el esquizofrénico. No mides tu realidad para nada — Siempre estás poniéndote en peligro por no abandonar un duelo.
—Sí, sí. Claro que sí — dice y vuelve a dar un mordisco a su comida.
—Es en serio Ace. Tienes que cuidar más tu vida.
Con la boca llena de comida me observa analizando si seguimos bromeando o no. Me mantengo seria para que sepa que hablo en serio.
—Cuido de mi vida.
Mentiroso.
—No, no lo haces. Eres un temerario.
—¿Por qué de repente te estás enojando?
¿Por qué le costaba tanto ver que había tanta gente que lo quería? Y él se iba a buscar su muerte con cosas como la venganza. No se cuidaba para nada.
Me llevé un pedazo de carne a la boca y callé.Él esperaba que continuara sin apartar sus ojos de mí pero ya no tenía nada que decirle.
—¿Realmente estás enojada? ¿Qué hice?
—No hiciste nada. Sólo soy yo preocupándome por una causa perdida.
Su rostro se arrugó en confusión y no pensaba iluminarle en absoluto.
—A veces no te entiendo Aloise — dice retomando su concentración a su comida — pero no te enojes conmigo por ser pirata.
Me detuve en seco. Tenía razón.
Ace era un pirata y de por sí los piratas son temerarios.
—¿Crees que yo podría ser pirata?
Masticó durante un buen tiempo que me pareció eterno antes de decir —No lo sé. Creo que tienes el corazón muy grande para andar por este camino.
—¿Entonces nos separaremos alguna vez?
Volteó a verme y no me atreví a mirarlo.
—Dije que podía cuidar de una esquizofrénica ¿no?
Sonreí y como él, me abstuve de hablar para seguir comiendo.