ID de la obra: 757

Ace’s Path I — “Cambiaré tu destino” — Portgas D. Ace

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
181 páginas, 50.533 palabras, 25 capítulos
Descripción:
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“Fuego”

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Poco después de haber vuelto con el segundo barril medio lleno me di cuenta que Ace no estaba en la habitación. Decidí darle su espacio y fui a dormirme por mi cuenta. Habían sido sólo tres días los que había compartido con él pero de repente sentí cómo la soledad me abrazaba por detrás en vez de él. Fui una tonta. Arruiné la única amistad que tenía ahora mismo por mis sentimientos. Los ojos me empezaron a picar y decidí prestar atención a otra cosa. Cualquiera que sea. Mucho no había que pensar, pues a la única persona que pensaba dedicarme no podía lidiar conmigo en el momento. ¿Debí ir más lento con él?A Ace le costaría creer que alguien lo amara. Si eso le pasaba antes con Luffy, Sabo y los demás, ahora románticamente le parecerá imposible. Mi pobre Ace. No tienes la culpa de nada y sigues maldiciéndote. —No debí haberlo hecho. —me llevé las manos al rostro y, luego de probablemente una o dos horas, conseguí dormirme. . . . Decidí ir a otro restaurante por si acaso ese hombre seguía allí, así que ahora intentaba seguir las indicaciones de un lugareño para llegar. Ese hombre había demostrado estar atento a mi por la pequeña discusión que tuvimos. No creo que Ace quiera verme de todas maneras. Aún no había vuelto cuando desperté y tampoco estaba el barril que había llenado ayer. Probablemente se lo haya llevado al barco. Encontré el local e ingresé. Apenas entré divise la cabellera rubia en una de las mesas por lo que me apresuré a salir rápidamente. No diría nada si fuera Sanji... pero este ni a sus talones le llega. Suspiré cansada. Mejor buscaba otro lugar. —Será mejor que no lo hagas Baby 5. Me petrifiqué. —Cállate Buffalo, él me necesita. No dejaré que mate a mi nuevo novio. Disculpa... estás en el camino. Levanté el rostro y en efecto: frente a mi se encontraba el dúo dinámico. —¡Ah! Sí discúlpame. Me salí de su camino. —¿Baby 5? Escucho que se abre la puerta detrás de mí y esa voz, aunque la había escuchado sólo un momento, sabía de quién era. —¡Antonio! ¡Ya vine por ti! Volteo a medias y nuestros ojos conectan. No, mentiría. Me fijé en sus raíces que iban creciendo delatando que no era rubio natural. —¡Tú! Baby 5 sigue la dirección en la que apunta —¿Qué? ¿Quién es ella? —Ayer me hiciste quedar en ridículo. —No es así — dije mirando a Baby 5 que parecía sorprendida. —¿Ahora quieres meterte conmigo aquí? —No... —¿Te molestó Antonio? ¿Quieres que me encargue de ella? Mi garganta se cerró. —Lo siento. Me retiro — dije como podía y me alejé rápidamente. —¡No dejes que se escape! — oí y empecé a correr. Esto es inútil. Va a alcanzarme. Cuando sentí las manos de Baby 5 en mis hombros salté a la habitación. Puse las manos en frente al caer de rodillas. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. —¿Qué pasó? — dijo Ace preocupado. Tenía su sombrero puesto y la mochila en su espalda. Parecía que acabara de llegar. —Me perseguían. —¿Quién? —Antonio. —¿Y ese quién putas es? —Es el rubio de ayer. Al parecer es novio de Baby 5. —¿Y quién es Baby 5? Rugí y empecé a explicarle la situación con detalle. Sus cejas se elevaron de la impresión. —¿Así que una chica demente con problemas de afecto te está persiguiendo? —Y un mujeriego. —Y tú decías que yo sería el culpable de los problemas. Le miré mal. Se estaba paseando por todos lados con el sombrero puesto. Faltaba nomas que expusiera sus tatuajes. Al menos ya no estaba evitándome. —Sólo me quedaré en esta habitación. No volveré a salir. —dije sentándome sobre la cama. El ruido de mi estómago llenó el silencio. —Te traeré algo de comer — dijo evitando mirarme. —Gracias. ¡Espera! También te reconocerá. —No voy a quedarme encerrado. —¡Es parte de la familia de Doflamingo! Vas a llamar la atención. —¿Y quieres morirte de hambre? ¿Tienes que ir hoy con la princesa no? —Iré más tarde. Olvídalo. —No sabes ni defenderte. Iré yo. —No te preocupes por mí.

—No puedo evitarlo. —refunfuñó sacándose el sombrero. Silencio. —Lo siento. — murmuré. Pude ver en su rostro que se arrepentía de lo que dijo. Me puso el sombrero sobre mi cabeza —Cuídalo por mí. —Bien. Tomando una camisa colgada sobre la silla salió de la habitación.Sí, ya sé que soy una molestia. Igual no soy de este mundo ¿cómo podría hacer algo tan fantástico como ellos? Mi habilidad tan solo era transportarme. Saltar de un lado a otro. En mi mundo no hay peleas más que de gente ebria o sin educación. ¡No puedes pedirme tanto! ¿Por qué se enojaba conmigo? Me caí de costado a la cama y el movimiento habrá consumido cierta energía pues mi estómago volvió a rugir. —Maldita sea la necesidad de comer para vivir. Habrían pasado como media hora cuando Ace volvió con alitas de pollo. Iba a quejarme de que lo había comido hace dos días pero Ace seguía sin estar de humor. —¿Los viste? —No. —Okay. Me llevé una alita a la boca tratando de convencerme que el silencio se debía a eso. A que estuviera comiendo. Nada más. No que él comenzara a sentirse incómodo conmigo. Veo que se mueve inquieto y evito mirarle mucho.Por favor Ace, no me rompas el corazón. Mejor me concentro en las voces que se escuchan en el pasillo. Aloise. —¿Sí? Dime. Se rascó la cabeza.Aquí viene.¿Me está diciendo que es aquí? —oímos una voz amortiguada al otro lado de la puerta. —Sí señorita. Se están quedando en mi posada. Ace me observa atento a la conversación. —Suerte que reconocí a ese idiota entrar desde lejos. Fue buena idea rondar por el lugar. Es Antonio y Baby 5. Toma el barril y vetepuedo leer en sus gestos que quiere decirme. —No me voy a ir sin ti — le susurro y él me manda callar. Me señala de vuelta el barril con enojo y apunta otro lado. Le niego. —¿No puedes hacerme caso al menos una vez? — refunfuña por segunda vez en el día. Escuchamos como sacuden el picaporte y yo le tomo de la muñeca. Visualizo la calle frente a nosotros y salto. Sola. Veo que Ace no está a mi lado y maldigo. ¿Seré capaz realmente de transportar a alguien? La gente retrocede al verme aparecer y pocos segundos después oí el vidrio quebrarse. Diviso a Ace saltando por la ventana. ¡Ace! ¡Vete! —grita sin mirar atrás. Baby 5 empieza a dispararle mientras lo persigue. Voltea hacia mí y corro al callejón al verla apuntarme. De pura suerte evito las balas antes de lanzarme al suelo. Maldición. ¡Hey! Es a mí a quién buscas. Saco la cabeza levemente y Baby 5 ya no me observaba a mí sino a él. ¡No lo hagas! Cuando giró para apuntarme Ace envuelve su puño en llamas y la lanza a varios metros de nosotros. ¡No! ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Estamos siendo atacados?! —¿Quién se atrevería a armar un alboroto en el país de Doflamingo? ¡Está loco! Es mi culpa. Salté a la habitación. Antonio, que se encontraba observando por la ventana, fruncía el ceño furioso. Siento un tirón en el estómago. El barril. Me lanzo sobre él y me transporto al muelle donde está el Striker. Los cinco segundos parecían pasar más lento esta vez. Escucho explosiones y disparos a lo lejos. Tenemos que salir de aquí. Abracé el barril. Sólo tengo uno y medio. ¿Con esto bastará para salvarlo? ¿Puede bastar? Demonios. ¿Cuántas veces salté? Una cuando huía, dos para la calle, tres a la habitación, cuatro aquí. Sólo me quedan tres. ¿Qué hago? Son suficientes para llenar el segundo barril. Creo que voy a vomitar, no me detuve a recuperarme entre los saltos. Veo a lo lejos a la gente corriendo y gritando. Apartándose de la pelea. —¡Es el pirata Portgas D. Ace! ¡Corran! —logro entender de alguien a lo lejos. —¿Un pirata de Barbablanca aquí? —dice un marinero confundido a mi lado. Veo a Ace a lo lejos enseñando su espalda orgulloso. Bueno, su fruta mera mera no podría pasar desapercibida. Juzgando el desmadre aproximándose, debía esperarlo aquí. Más allá de la lucha veo algo elevándose y acortando la distancia viniendo para acá. Es rosa. ¡Ace! ¡Doflamingo...! Justo en el rostro, Ace es despedido colisionando por una de los barcos del lugar. Donquixote desciende despacio sobre el tejado sonriendo para sí. La piel se me eriza por completo y me siento palidecer. Tomo el barril y me escondo detrás de un montón de cajas acumuladas. —¿Qué tienes ahí? —lo escucho decir. Me asomo levemente para verlo completamente atento a mi. No siento el barco a lo lejos.¿Qué debía hacer? Abracé el barril. Enarcó una ceja. Deja de sonreírme lunático. Un círculo en llamas capta su atención de vuelta. Su risa hace que me arañe los brazos. —Ah, ¿Qué hace un comandante de la tripulación de Barbablanca aquí? —Son asuntos personales —dice Ace envuelto en llamas. —¿Personales dices? ¿Tiene que ver con la mocosa escondida allí y que estés atacando a mi país? —No creo que te deba explicaciones. ¡Qué ganas hablándole así! Vuelve a reír divertido —¿Tiene acaso que ver con el que ha cometido traición hace poco? Oh, —la reacción de Ace le pareció hilarante— es eso ¿no? —¡N-No teníamos intención de que esto suceda! —me clavé las uñas en las palmas para calmar mi temblor.— Todo fue un malentendido. —¿Tú también estarás contra mí? — exclama Baby 5 a Doflamingo. —¿Es esto a causa tuya? —Molestaron a mi amorcito. No te metas Doffy. Antonio venía corriendo por la calle principal hacia nosotros. —¡Baby 5! —¡Cariño! Los dedos de Doflamingo se movieron y, poco después, Antonio agonizó para luego caer muerto. Antes que su cabeza se separe de su cuerpo, volteé tapándome la boca y cerrando los ojos. Era la primera vez que veía a alguien morir. —¡No! —lloró Baby 5. —¡Aloise! —¿Hm? — jadeo ante el sonido frente a mi. Doflamingo me escudriñó despacio, complacido ante mi terror. —Nada mal Portgas D. Ace. —Di un brinco ante la presión de los hilos jalándome. —¿Qué tienes en el barril? ¿Qué te estás llevando? —Nada que un rey farsante le interese —susurré. —¿Qué me dijiste? —¡Salta! Estiré lo que pude mis dedos hasta percibir el barril.Esto será todo. Aparecí a su lado y tuve que darles la espalda a ambos para devolver todo lo que había comido. —¿Oh? —lo escucho decir a lo lejos. La sonrisa que tenía se cae a pedazos —Tú... —¿Estás bien? —Me siento un poco mareada. Ace me estira a él y me toma de la cintura antes de saltar al Striker, evadiendo a Doflamingo que había aparecido frente nosotros. Siento la conciencia irse por un momento ante el movimiento. —El barril se me resbala. Lo tomó con un brazo y a mí me colgó en sus hombros, sujetándome por la espalda. Ace enciende el Striker y se propulsa fuera del puerto. Levanto la vista para ver a ese demonio observándonos mientras evitaba los ataques de Baby 5 furiosa. Parecía estar deliberando qué hacer. —No llené el barril. —Deberías estar preocupándote por vivir que por un estúpido barril. —En eso nos parecemos ¿no crees? No dijo nada. Parpadeé para despejar la vista y el rosa se había ido. —¡Desapareció! —Demonios. Aceleró aumentando la intensidad de sus llamas y en un momento nos agachamos evitando caer en las garras de Doflamingo. Con un pie en el Striker, lo golpeó con fuerza pero no lo suficiente como para alejarlo. Él lo detuvo en el aire. —¡Salta en cuanto puedas! Cerré los ojos y negué con la cabeza. —¡Aún no estamos cerca! Doflamingo incrustó sus dedos en mis brazos jalándome a él. Grité al horror de separarme del cuello de Ace. Encendiendo su puño e incrementando su tamaño, con la suficiente potencia logra que la lanza de fuego impacte contra él y así al fin distanciarnos. Acomodándome en su pecho y abrazándome, Acese impulsó con todo lo que tenía. Doflamingo nos seguía a pocos metros, cuando por fin pude sentir el barco. —¡Ya puedo saltar! —¡Vete y avisa a los demás! Dudé un momento y luego asentí. Salté al barco sorprendiendo a todos por mi aparición repentina. —¡Retirada! ¡Doflamingo nos encontró! Pálidos ante mi noticia se pusieron en marcha para huir de aquella isla. Me acerqué al borde del barco tratando de distinguir a Ace pero considerando el radio amplio en que puedo saltar él estaría aún a varios kilómetros de aquí. —¡Demonios! No lo veo. —Estamos listos señorita Aloise. ¿Esperamos a Ace para irnos? —No, nos vamos. Asintió a mi orden, comenzando la huida. Por favor, regresa al barco. . . . Boca arriba en la cama despierta golpean mi puerta con insistencia. —¡Señorita Aloise! ¡Ace ha regresado! Me puse de pie y corrí para su encuentro. No había podido pegar un ojo en toda la tarde por estar esperándolo. De pie tambaleante estaba él en medio del barco, mallugado y ensangrentado. Tomé aire abruptamente ante el deplorable estado en el que se encontraba. Sin mover más que sus ojos hacia mí se mantiene erguido ante todos. No puedo evitarlo. Se fruncen mis labios y veo que evita mi vista al ver mis ojos humedecerse. —Acondicionen el Striker ahora mismo. —¡Sí! —respondieron los demás y fueron tras su bote. Ace se acerca a mi decidido —Aloise, necesito hablar contigo. —Tráiganme un botiquín por favor. — un hombre asiente a mi lado y se retira. —Vamos a mi habitación. Iba a tomarlo del brazo, pero me aparta. —No. Te mancharás de sangre. —No importa —lo intento de nuevo y ahora se aleja a una corta distancia mía. El vacío en mi pecho incrementa su tamaño. Me muerdo el labio inferior apaciguándolo. Tomo un taburete y lo hago sentar en él dentro de mi pieza. El botiquín llega a mis manos y empiezo con limpiarle el rostro. No dice nada a la vez que trata de evitar hacer contacto visual. —¿Qué sucedió con Doflamingo? —Ya no parecía tan interesado en mí después que te fuiste así que se fue. ¿Qué le dijiste? Ups.No fue intencional. Sudé frío sabiendo que ahora se dedicaría a cazarme. Al menos no sabía mucho sobre mis poderes o nos hubiera seguido y matado. Nada muy importante. —me reí nerviosa —A mi me parece bastante interesado para que te haya dejado así. —Pues él tampoco salió ileso. —Me imagino —reí un poco. Finalmente se atreve a mirarme. me concentro en limpiar la ceja que tenía cortada para no dar paso a su incomodidad. Mis labios terminan siendo su objetivo un momento. —¿De qué querías hablarme? De vuelta tiene ese rostro sereno que me estruja lo más interno de mi ser. Acaricio su cabello mientras guardamos en detalle la imagen del otro frente a nosotros. Su mano asciende a mi muñeca y la acaricia, antes de alejarme de él. —Aloise, es momento de separarnos. —¿Qué? —Ya no puedes seguir viajando conmigo. —¿Por qué? Dejé el Moby Dick para viajar contigo. —Es demasiado peligroso para ti. ¿Ya viste lo que pasamos hoy? No puedo asegurarte que puedo protegerte en todo momento. Teach tampoco será facil de lidiar. No, no lo será. Por eso vas directo a tu tumba. —¿No puedes venir conmigo? —Ya hablamos de esto. —molesto me suelta. —Ace, deja a Teach en paz. —ya no me importa si esto afectará la historia. Al menos debo intentarlo— Vuelve conmigo. Es demasiado para ti. —Ya te dije que tengo que hacerlo. —¿Y por qué tienes que hacerlo? El propio capitán te dijo que no hacía falta y tú eres el que sigue insistiendo. Ya te lo dijeron: no lo hagas. —¡No me importa lo que digan ellos! Teach tiene que pagar y yo haré que se arrepienta de haberse metido con nuestra familia. No me importa si tengo que buscarlo por todo el mundo hasta encontrarlo. Lo voy a matar. Ese hombre morirá en mis manos. —¡Eres tú quién morirá en sus manos! ¡¿Qué no lo entiendes?! Ambos agitados por la discusión nos desafiamos a decir algo más. —¿Crees que no puedo con él? —No es eso idiota. Me escudriña con la mirada y puedo percibir cuando al fin comprende la situación. Duda en hacer la pregunta. —No lo hagas. Quédate conmigo. Por favor. —Si tiene que ser así que así sea. Es la decisión que he tomado. —¡¿Por qué eres tan...?! ¡Ugh! ¿Quieres matarte? ¿Es eso? ¿Necesitas probarle a alguien que mereces vivir? —su rostro se crispó ante mis palabras— ¿Aún necesitas más pruebas de que le importas a mucha gente? Dime, ¿qué quieres que haga para que detengas esta tremenda idiotez que no tiene justificación alguna? —A ti qué te importa qué haga con mi vida. —¡Claro que me importa Ace! Porque yo —maldita sea— porque yo te quiero. Su determinación flaquea un instante. En el aire puedo sentir que al fin estoy llegándole, pero todo se extingue cuando zapatea furioso. —Volverás al Moby Dick. No te queda de otra. —Ace, por favor. —¡Tienes a Doflamingo detrás de ti! Ya no puedo— interrumpió su exasperación. Se mandó al silencio. —¿No puedes qué? Dilo. —Olvídalo. —Dímelo Ace. ¿No puedes qué? —No puedo dejarte en una isla. —¿Qué? —Mientras estés con los piratas Barbablanca, Doflamingo ni nadie te pondrán un dedo encima. —¿Cómo que dejarme en una isla? Suspiró —El plan era sacarte del Moby Dick y que hicieras tu vida en algún lugar tranquilo. —¿Ibas a abandonarme en algún lugar? —No estás hecha para ser un pirata Aloise. ¿Te has fijado en cómo me recibiste luego de mi pelea con Doflamingo? ¿Cómo reaccionaste a la decapitación del hijo de puta? —me senté en la cama mientras escuchaba sus argumentos— Esto no es para ti. Deberías estar haciendo tu vida en un lugar tranquilo. —¿Y me ibas a dejar sola en alguna isla? Se puso las manos en las caderas. Inquieto, volvió a sentarse en el taburete. —¿Esto siempre fue tu plan? ¿Por eso accediste a llevarme contigo desde el principio? —Marco también pensó que era lo mejor. Sólo estaba preocupado por ti. —¿Tú no? —...— Selló sus labios. —Por eso habías traído contigo el Striker. Para continuar tu viaje solo. —No te conocía. Luego de lo que hablamos sobre Dressrosa pude entenderte mejor. —Esperé a que dijera algo más. Carraspeó —Me agradas Aloise, de verdad. Es por eso que quiero que estés segura y regreses con los demás. Si le explicas la situación accederán a protegerte— —Dijiste que siempre estarías conmigo. ¿Era mentira? —No es mentira. Volveré. ¡No volverás imbécil!Me llevé las manos al rostro ocultándome de él. Sabía que en algún punto iba a separarme para que continuara su travesía. Sabía que tenía que dejarlo ir para que se enfrentara a Barbanegra y se desarrollen los hechos. Lo sabía. Aun así... mis esperanzas, mis sueños, mis sentimientos... en estos días... Me siento traicionada. —Hablaré con los muchachos para que se dirijan a casa. Es aquí donde nos separamos. Me pongo de pie y él se sobresalta. Me acerco hasta detenerme en frente suyo y veo como se achica ante mi presencia. Baja su rostro, ocultándose esta vez él de mí. Quiero abofetearlo. Quiero que entre en razón ante esta locura que está a punto de cometer. Quiero besarlo. Quiero sentirlo una vez más antes de que este futuro incierto se lo lleve y me arrepienta. Me inclino y lo abrazo por el cuello, aturdiéndolo. Percibo que se debate si corresponderme o no y al parecer gana el hacerlo ya que sus manos me presionan a él en mi espalda baja. —No me dejes sola. —me presionó con más fuerza. —Lo siento. —dijo y me apartó. Antes de cruzar la puerta se queda observandome un momento —Gracias por hacer de estos días especiales. No lo olvidaré. —Ace. —¿Ya está el Striker? —alza la voz. —¡Espera! — digo siguiendole alarmada, veo que corre hacia la barandilla y salta aterrizando en su bote. En su bote hecho tan sólo para él. ¿Así nos despedimos? ¿Así será nuestro último momento? Me mira una vez más y me sonríe. Poco después se propulsa y veo su espalda, el tatuaje de la persona por quién perdería los estribos, donde más adelante quedaría perforado por un almirante y la comparo con la mía, que aún siente la calidez y la presión de sus dedos que me decían lo que él era incapaz de expresar. La última vez que lo veo libre.
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