ID de la obra: 757

Ace’s Path I — “Cambiaré tu destino” — Portgas D. Ace

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
181 páginas, 50.533 palabras, 25 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

“Confesión”

Ajustes de texto
—Mmm — me remuevo en mi lugar. Estaba siendo aplastada. Volteo para un lado y veo a Ace boca abajo durmiendo plácidamente con su brazo sobre mi. Me levanto a medias y su brazo se desliza más abajo de mis caderas. Ahora es él quien se remueve. —Buenos días Ace. Sus ojos deambularon unos segundos antes de enfocarse en mí. Veo que brillan y me achico de la vergüenza. —Hola. — se despereza estirando sus brazos. Me atrae a él ligeramente. —¿Quieres algo para desayunar? —Lo que sea está bien. —responde adormilado. —Creo que aún tenemos café. Iré a preparar. —Okay. Entusiasmada me levanto a la cocina y antes de cruzar las telas giro a verle. Tiene el mentón apoyado en la mano mientras me observa. —Tenemos que hablar de lo que haremos ahora, pero eso será luego del desayuno. La idea no parece agradarle—Está bien. Aún tiene que saber lo de su fruta. No tengo idea de cómo decírselo. Espero no reaccione mal. ¿Y si desea ir a buscar su fruta? No puede. Sabo será el que lo consuma. Ah, lo de Sabo. —¿Qué es esa cara? —¿Qué cara? —La que acabas de poner. —No puse ninguna cara. —Hiciste una cara así —arrugó horrible su rostro. —Claro que no. Sólo estaba pensando. —¿Y en qué pensabas? —Lo hablaremos después del desayuno. — escapo a la cocina. Escucho que se queja al levantarse de la cama. Me pregunto si aún no se ha recuperado del todo. —¿Aún te duele algo? —le pregunto al verlo arrastrar los pies hasta llegar a mi lado. —Nah, sólo estoy flojo. —Ya te he aplicado todas las flores por lo que deberías estar bien. —Estoy bien. Ahora — abrió la gaveta y sacó dos tazas —voy a ayudarte para que podamos tener esa conversación. Creo que será bastante interesante viendo cómo reaccionabas a tus pensamientos. —¿Se me nota en la cara? —Eres demasiado fácil de leer. —Bueno, no descubriste mucho de mi que digamos. —Algunas cosas que tú sabes escapan mi entendimiento. —Ajá ajá. Preparamos el desayuno juntos y nos sentamos a disfrutarlo. Ace me preguntaba sobre qué había hecho mientras estaba inconsciente. No voy a negar que me daba pequeño placer verlo tratar de mantener la compostura cuando le hablaba de Faber. Quería preguntarle sobre Impel Down y Marineford pero no quería arruinar el ambiente. Conociéndolo tampoco es que diría mucho. —Por cierto, te tengo una sorpresa. —crucé a la otra habitación para abrir los cajones de la mesa. Saqué los dos artículos y cruzando las telas, se lo enseñé. — ¡Ta da! —¡Mi collar y mi sombrero! —dice emocionado. Poniéndose de pie y acercándose a tomarlo. — Pensé que ya no los usaría. —En realidad es mejor que no. Pero no está mal tenerlos guardados para nosotros ¿verdad? —¿Qué no mi collar se había soltado? —Los muchachos de Shanks lo juntaron y me lo dieron. Mientras estabas inconsciente lo puse en condiciones. Tu sombrero lo tengo gracias a Marco. —No puedo creerlo. Gracias. —No lo uses afuera ¿de acuerdo? —Sí, sí — se puso el collar. No dejé que se pusiera el sombrero. —Me alegra haberle pedido ayuda a Shanks. Esta isla le debe mucho, así que estuvieron de acuerdo en ayudarte. El hospital de aquí es bastante completo. —volví a tomar asiento para continuar mi desayuno—Dijo que no habría problema de que nos quedáramos aquí pero que conociéndote no te estarías quieto así que nos dejó un pequeño barco. —me reí. —¿Te hiciste muy cercana a él tan rápido? —¿Qué puedo decir? Tengo cierto encanto. Ace me miró con notable disgusto. —Pasará un tiempo antes de que podamos embarcar. —dije terminando mi café. —¿Por qué? Ya me encuentro mejor. —Sí, pero no podemos los dos solos. Necesitamos ayuda para movilizarnos. —Claro que no. Me tienes a mí. Sí, bueno, ya no es tanto así. —¿Qué? —dice expectante. —¿Puedes acompañarme un momento afuera? —¿Por qué de repente? —Tengo que mostrarte algo. —Me observó confundido mientras me ponía de pie dejando la mesa. —Sígueme. Me sigue cauteloso hasta afuera. Cerca de la cabaña, que ya está bastante apartada de la ciudad ya que era una cabaña que Shanks utilizaba cuando visitaba, había un barranco. Decidí que la mejor manera que podía demostrárselo era de esta manera. —¿A dónde vamos? —Vamos a bajar. Encuentro un sendero no tan utilizado pero por donde podríamos bajar sin problemas. —Espera yo iré primero. — se adelanta y empieza a bajar. Comprobando el suelo con los pies mientras me pasa la mano. Bajamos despacio hasta llegar a la playa. Me quito los zapatos y me detengo frente al mar. La brisa agita mi cabello e inhalo profundo llevándome el sentimiento de libertad en el alma. Ace se acerca lo suficiente al mar como yo, sin tocar el agua, como está acostumbrado. Me observa con las manos en los bolsillos con su sonrisa ladina. Me acerco a él pensando cómo empezar. ¿Debería tomarle de la mano y acercarlo al agua o debería decírselo directamente? ¿Cuál sería la mejor opción? Se sentiría dolido por no poseer su fruta, ¿verdad? —¿Qué estás pensando? —me dice sereno, contemplándome. —Hay algo que no te he dicho aún. Se pasa la mano por el cabello nervioso. —Lo suponía. —Como te había dicho tuve que reanimarte por lo que falleciste por unos segundos. —rebusqué en mis vaqueros el vivre card — Ésta es de Luffy. La tomé en Marineford. Había desaparecido pero ahora aquí está. —se lo puse en la mano. Lo observó taciturno por unos momentos. —Mantenlo tú. —me lo volvió a dar— Eres la nueva dueña de él. —dijo evitando mirarme. Acaricié el papel y lo volví a guardar. Miré las olas que casi rozaban mis pies y los suyos. Yo no podría entrar. —Fueron unos segundos Ace, pero moriste. Estuve aterrada. No sabía qué hacer. Creo que jamás olvidaré la desesperación que sentí en ese momento. —Aloise— —Fue bastante duro llegar hasta aquí. Ahora estamos ambos disfrutando de esta oportunidad ¿no? Sus ojos estaban puestos en mí pero no parecían reconocerme en este momento. —Sí. —¿Te arrepientes de estar vivo? —No, claro que no. — me evitó de vuelta. —Siento mucho que no puedas volver a ser pirata. Pensé mucho esta decisión. Sabía que te estaría quitando la libertad que tanto anhelas por sólo mantenerte vivo. —me agaché y toqué el agua con los dedos. Dibujé con mis dedos en la arena.— Supongo que fui egoísta y no consideré tus sentimientos. Ahora estás atrapado en una vida aburrida. —Yo no he dicho nada. De vuelta estás sacando conclusiones. —Pero es así ¿no? Tu vida de libertad, de pirata está comprometida. No puedes mentirme en esto Ace, sé que por mi intercesión tu futuro como pirata se perdió. Pude haber hecho algo como si no antes y seguirías siendo pirata sin embargo este es el camino que tomé. —me puse de pie. Las olas arrasaron la corona que había dibujado.— Este es el sacrificio que decidí tomar por ti para que Luffy sea el rey de los piratas. —¿Qué? —volteó atónito. — ¿Qué acabas de decir? —No logré conocer ese futuro pero estoy segura de que será así y tú estarás vivo para verlo. ¿Recuerdas lo que me habías dicho? ¿Que no te enojarías si creyera que esto es lo mejor? Pues creo que tomé el mejor camino. —¿Luffy será el rey de los piratas? —Va en camino a serlo. Tu muerte lo hará más fuerte; entrenará para enfrentarse al Nuevo Mundo y a los Emperadores y se hará su nombre en la era pirata. Es por esta razón que esperé hasta Marineford para actuar, Luffy debía creer que estabas muerto. Se pone pálido, su mano cubre su boca mientras procesa la información. —Te digo todo esto ahora porque estamos fuera de la historia que está escrita. No la he modificado. Sé que Marco y Shanks cumplirán sus palabras y no dirán nada. —¿Historia? —Esta es la historia de Monkey D. Luffy y su paso por la era pirata. Aún no está terminada. —¿A qué te refieres? ¿No es el futuro? —No. —espero esto no lo perturbe demasiado.— Es una historia. Estaba leyéndola antes de caer aquí. Explicar mangas y animes no tendría sentido para él. El viento nos azota con fuerza y me sujeto el cabello para que no me lastimen los ojos. Ace se queda rígido en su lugar sin apartar la vista a las olas frente a él.

—Ese es mi gran misterio. Quería que lo supieras ya que estaremos juntos desde ahora. Ya que no formas parte de la historia que tengas conocimiento de las cosas no alterará la linea de tiempo. Sin embargo, cuando sea el momento... —me puse frente a él despertándolo de su trance. —Yo te haré volver. Parpadeó confundido. —¿Me harás volver? —¡Claro! ¡Podrás reunirte con Luffy! Será un off screen sacado del orto pero ¿qué importa? Lo importante es que estarás vivo y en compañía de Luffy y...— Sabo. Cerré la boca. Decirle que Sabo estaba vivo creo sería mucho para él. Aunque si menciono lo de su fruta tendré que decírselo. —Pues tendrás que decírselo a Shanks si piensas hacer eso. Él no parece estar muy al tanto de tus planes. —¿Qué? ¿Por qué? Él no tiene nada que ver. —Dios, esto es demasiado. No entiendo nada. Estoy muy confundido. —dijo dejándose caer en la arena.

—Puedes hacerme las preguntas que quieras. Puedo contestarte todas. —Ni siquiera sé por dónde empezar. —se sacudió el cabello mientras suspiró sonoramente. — ¿Para esto me trajiste a la playa? Maldición Ace, eres muy perceptivo. —Fue por algo más. No sé si sea buena idea decírtelo ya que te he bombardeado con mucha información. Rió sin ganas —Mejor que me lo digas. Tragué nerviosa —Bueno... verás... Moriste. —Sí, ya lo sé. —Entonces tu fruta... es decir, ya no tienes la habilidad de la fruta Mera Mera. —¡¿Qué?! — dice y se mira las manos estupefacto. —¡¿Ya no tengo la fruta?! —No puedo creer que te escandalices más por esto que lo anterior. Se puso de pie y caminó en círculos. Estaba frustrado y muymuyfurioso.

—¡Maldita seas Akainu! ¡Algún día te mataré! —Ya, ya. No lo harás. —volteó a mi furioso. —Vamos a ir a buscarla. —¿Qué? —A la fruta Mera Mera. —No podemos. —me observa expectante. — No podemos porque... aún no sabemos dónde se encuentra. Es arriesgado ir por todos lados así como así. —Ahora entiendo por qué Shanks estaba tan preocupado. No importa. Aún sin la fruta puedo defendernos bastante bien. Me reí —Gracias por preocuparte por mí. ¿No quieres entrar? —¿A dónde? —Al agua. El mar ya no te dará la espalda. No sabía si me entendió pues se quedó perplejo un rato. —¿Sabes nadar verdad? —Pues claro que sí ¿qué crees? Me río de él mientras camina hacia el agua. Sus pies se hunden en la arena mojada cuanto más se va acercando. Dudando todavía se queda a milímetros de las olas que colisionan tentadas a llegar a sus pies. Da un paso sumergiéndolos y se adentra cada vez más. Sus shorts quedan mojados por el choque de las olas contra él mientras se adentra. Me siento en la orilla sintiéndome un poco triste por no poder acompañarlo. Se sumerge dentro del agua antes de la caída de una ola y luego aparece más allá flotando. Podría asegurar que lo está disfrutando. Voltea a mirarme al fin y lo veo contento. Lo saludo con la mano enternecida. Flota su cuerpo sobre la superficie tranquilo. ¿Cuánto tiempo estuvo sin nadar? A los diecisiete se había lanzado al mar ¿no? Pues serían dos años considerando que tiene veinte ahora. Aparenta como si hubieran sido más de diez años. Veo que nada de regreso y me pongo de pie. Cuando va acercándose me quedo embelesada ante su rostro. Se detiene sin salir por completo, embistiéndole el agua a sus rodillas. Entendía lo que quería decirme, no hacía falta que lo dijera.

Le sonrío de vuelta cautivada. El brillo del sol junto a su sonrisa eran muy brillantes haciéndome sentir que el futuro que se venía sería igual y ambos juntos lo disfrutaríamos.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)