“Nostalgia”
11 de septiembre de 2025, 21:40
Los días acabaron pasando y Ace no volvió a mencionar ni el barco ni la idea de viajar. A veces me animaba a preguntar pero no decía nada concluyente. Es mejor no insistir, de todas maneras quedarnos en esta isla por ahora era lo mejor. Estábamos a salvo en el territorio de Shanks. Creo que sigue pensando en la fruta de la caja fuerte, siendo una gran indirecta de Shanks para él.
Le había pedido que hablara con él sobre vivir inadvertido por el mundo pero no estoy tan segura de cómo fue la conversación. Ace parece incómodo cuando traigo su nombre a colación.
—¡Aloise! ¿Te gusta? ¡Lo hice para ti!
—¡Está precioso Marie! Me encanta. ¿Me lo puedo llevar?
La niña frente a mi asiente. Es uno de esos días en que me toca ser niñera.
—Haré uno para Alec. ¿Crees que le gustará?
—Estoy segura que sí. Aunque no lo creas le gusta dibujar.
—¿De verdad? Entonces le dibujaré algo. —dice entusiasmada tomando sus colores.
Veo al niño mucho más pequeño sentado junto a mi con la hoja en blanco pensando. Veo que dejó su caballo en la otra hoja a medio terminar. —¿Qué sucede Noah?
—Yo también quiero dibujarle a Alec.
—Pues hazlo. Estará contento de recibir sus dibujos.
Asintió. —Pero no sé qué dibujarle.
—Dibújale un barquito. Seguro le gustará.
—Okay. — dice y se concentra en su hoja.
Eran niños muy tranquilos así que no había mucho problema. Sus padres debían llegar en cualquier momento.
—Ten. —dice Noah, tendiéndome una hoja. — Dibuja tú también para Alec.
—De acuerdo pero ustedes me ayudarán.
Pasamos el tiempo dibujando y coloreando cuando escuchamos que llegan sus padres. Ellos se levantan entusiasmados a recibirlos.
—¡Veo que se divirtieron! — dice el señor Julen.
—Gracias por lo de hoy. Perdona por pedírtelo a último momento.
—No se preocupe señora. Me divierto mucho con ellos.
—¡Hicimos dibujos para Alec! — comenta Noah.
—¡Están preciosos!
—¿Podemos ir a dárselo?
—Eh... — ambos me miraron dudando y sonreí asintiendo. — Pueden —saltaron de alegría— pero no se separen de Aloise ¿está bien?
—¡Sí!
—Vamos a la carpintería. —digo y les tiendo la manos que las toman con emoción.
Llegando al lugar lo vemos sentado conversando con el dueño mientras bebe agua. Los niños me abandonan y corren a tirarse sobre él.
—¡Mira! ¡Para ti! —dice Noah y se lo da.
—¡Woah! No sabía que dibujaras tan bien. ¿Es mi barquito?
—¡Sí! ¿Te gusta?
—Me fascina. —sonríe y le hace cosquillas haciendo que Noah riera alegre.
—Esto también es para ti. — dice Marie enseñándole la hoja. —Te dibujé a ti. No está tan bien hecho pero pienso mejorar.
—Vaya, creo que está bastante bien. Veo el parecido.
Marie se ríe —Estás mintiendo.
—Tienes razón. El dibujo me deja muy apuesto.
Marie pone los ojos en blanco mientras se lo pone en la mano. Ace se ríe de su expresión.
—¡Aloise también te dibujó algo! — Noah se me acerca y toma mi hoja. Se lo enseña a Ace.
Lo observa unos segundos y luego levanta la vista hacia mi —¿Es un pato?
—No, una gaviota.
Me miró estupefacto. Y no fue el único.
—¿Eso es una gaviota? —dice Noah no muy convencido buscando una manera de verlo mejor. —No es una gaviota. — confirma poco después.
Ace se ríe a carcajadas abrazando a Noah. Lo levanta y lo hace sentar en sus hombros. —Pero está bonito ¿verdad? Aloise lo hizo con mucho cariño.
—¡Sí! — se sujeta de su cabeza.
—Siento molestarlo de repente. —digo al dueño y él me niega.
—Alec y yo ya habíamos terminado. —responde.
—Llevémoslos de vuelta a su casa. ¡Nos vemos señor Airton! —se despide Ace. Marie me toma de la mano.
Sus padres nos observan desde la puerta al llegar. Ace baja a Noah que entra corriendo dentro de la casa y Marie se despide de nosotros.
—Gracias a ambos. De verdad que los niños los quieren mucho. No hay un día que no me hablen de ustedes.
Ace sonríe —Son muy simpáticos.
—¿Quieren quedarse a cenar? Julen preparará algo delicioso para nosotros hoy.
—Ah, nos gustaría pero debemos pasar. — responde él. Veo a Noah cruzar el pasillo corriendo. — Aloise y yo tenemos una cita hoy.
Mi corazón se me detiene. ¿Qué acaba de decir?
—¿Cita? — al igual que yo, lo mira sin entender. —¿No son hermanos?
¡No, no, no! —No, no lo somos. Aloise es mi novia.
—Oh, bueno, Faber me dijo que eran hermanos. Al final quedé confundida.—giró hacia mí sorprendida.
—Eh, es que...
—Es que solía ser un pirata, estaba protegiéndome. — dice Ace riendo y yo lo asesino con la mirada. ¿Se volvió loco? ¿Quiere morir?
—Cariño, eso no es necesario. —la dueña de casa se llevó la mano al mentón pensativa. —Ahora tiene sentido. Me pareció extraño pues cuando el señor Shanks los anunció dijo que eran una pareja.
—¿Nos anunció? —miré a Ace. Él parecía enterado de esto.
La señora Delia nos sonríe.—El señor Shanks anunció al pueblo sobre su llegada para que estemos tranquilos y los ayudáramos. Todos aquí lo apreciamos por todo lo que ha hecho por nosotros. Aquí están a salvo.
—Todos aquí tuvimos nuestro pasado —declaró su esposo. —pero esta es una isla de nuevas oportunidades. Todos sólo deseamos lo mejor para el pueblo y ustedes son buenos jóvenes que nos están ayudando un montón. No hay nada que temer. Además, yo también fui un pirata.
Noah viene corriendo y levanta sus manos frente a Ace.
—¡Levántame! — dice Noah con juguete en mano. Ace obedece y lo sostiene sentándolo en su cadera.
—Será mejor cambiar de tema. — dice sonriendo. —Noah, deja a Alec. Ya deben irse.
—Si no le molesta — digo con un poco más de confianza. Necesitaba asegurarme de que no identifiquen a Ace.— podríamos aceptar su invitación.
A ambos se le ilumina el rostro — Claro. ¡No habrá problema! — giran a buscar aprobación de Ace.
—También estoy de acuerdo.
Los padres se retiran para la cocina alegres llevándose a Noah y Ace se apoya por la puerta. —¿Ves? No había problema.
—Casi vi nuestra vida pasar frente a mis ojos.
—Sé que estás preocupada pero creo que al menos en esto podemos decir la verdad. Que seas mi novia no hará que se revele mi identidad.
—Les dijiste que eras un pirata. Con sólo verte dos veces van a reconocerte.
—Hay que tener un poco de fe, ¿no crees? Y además tienen lealtad a Shanks, todo estará bien.
Me acerqué a él incrustando mi dedo en su remera—Portgas D. Ace es sensación en el mundo pirata por su muerte junto a Barbablanca. Fueron los causantes de la guerra más reciente. No habrá nadie en este mundo que no haya visto tu rostro u oído de ti. Deja de ser tan descuidado o volverás a estar muerto y no dejaré que nuestra relación cause tu muerte ¿entendiste?
—No va a causar mi muerte. Jamás. —Tomó mi muñeca mortalmente serio. — Nunca lo vuelvas a decir.
—Entonces deja de complicar las cosas.
—¿Qué puede complicar una aclaración?
—¿Por qué te importa tanto si total nos iremos de la isla?
—¡No se peleen! —nos fijamos que Noah había vuelto. Pidió de vuelta que Ace lo subiera y lo hizo.
—No nos estamos peleando. —dice Ace sonriéndole. —Aloise sólo es paranoica.
¿Paranoica? ¿Paranoica yo?
—Quisiera saber qué pasaría de ti sin esta paranoica a tu lado. — dije adentrándome a la casa. Veo que amaga agarrarme y yo lo esquivo huyendo de él a la cocina.
—¡Señora Delia! ¿En qué puedo ayudarla? —digo colocándome a su lado. —No soy muy buena en la cocina, se lo advierto. — ella ríe ante mi comentario.
Ace aparece en la puerta observándome molesto con Noah aún en brazos. Una de las cosas que me gustan de él como también una de las cosas más molestas es que él es de esas personas que buscan solucionar el problema al momento, ya sea hablando... o peleando. Lo segundo no se aplica a mí obviamente.Me alegra que sea así, que busque la solución conversando, porque yo también soy así.
Así que estoy segura que querrá tener esta conversación ahora mismo.
—¡Señor Julen! ¡Alec puede ayudarlo! —el señor voltea hacia Ace emocionado de tener un compañero de cocina. —Es realmente bueno cocinando.
—¿Es así Alec? ¡Vaya! — dice empujándolo hacia la mesada donde se encontraba cocinando él. Ace baja a Noah despacio.— Me encantaría que me ayudaras.
Ace indeciso me observa, no parece querer soltar el tema mientras el señor Julen lo presiona por el hombro a seguirlo. Le sonrío y él cede finalmente.
Empecé a cortar las verduras con la señora Delia —Hay veces que no puedo con él. —digo para mí en voz alta.
—Alec es un niño maravilloso. Estamos muy agradecidos de tener un joven tan polifacético como él. Nos ha ayudado bastante.
—Ah, sí. —digo ignorando el temor bajo mis latidos.
—Se que estás preocupada por él cariño pero puedo asegurarte que aquí puedes estar tranquila. Habrás notado que somos muy pocos en la isla.
—Sí, me he percatado de eso. Dedican su tiempo a la granja que cada uno posee o a su tienda.
—Así es. Este pueblo está constituido por quienes fueron rescatados por Shanks o por algunos familiares de su tripulación. Creo que hace como diez años que estamos aquí ya.
—¿Es eso así?
—Shanks lo mantiene oculto por nuestra seguridad. —dice y le da los últimos detalles a nuestra ensalada. — Es muy difícil encontrar esta isla pues está bastante lejos de la trayectoria normal de los piratas en el Nuevo Mundo.
—Sólo quería evitar que Alec se pusiera en peligro. Es un poco imprudente a veces.
—Yo lo veo bastante tranquilo. Quizás sí sea un poco inquieto.
—¡Amor! ¿Terminaste la ensalada?
—¡Está lista! —responde ella. — Vayamos a la mesa.
Salimos de la cocina y pasamos a la sala. El señor Julen había puesto los platos y Ace se encargaba de ubicar los cubiertos. La nostalgia me golpea duro en el estómago y, como si tuviera su propio peso, siento como la gravedad lo jala para abajo junto con mi cuerpo. Marie aparece a mi lado y me roza, inconscientemente me cruzo de brazos poco después.
—Adelante, pueden sentarse. Están en su casa. —dice él dejando la bandeja de carne asada condimentada sobre la mesa.
—¡Yo a lado de Alec y Aloise! — dice Noah insistente a Marie que con mala gana se muda de lugar.
No me estaba sintiendo bien. Estaba volviéndose complicado manejar mis expresiones.
—Gracias. —respondo y sonrío a Noah, que me mira expectante y emocionado.
Ace me observa de reojo mientras se sienta y no parece percatarse de mi estado de ánimo, lo bueno es que ya abandonó el tema.
—Hace mucho tiempo no tenemos visitas ¿verdad cariño?
—Uf! Todos prefieren relajarse en sus casas y pasar tiempo con ellos mismos. ¿Te sirvo un poco Aloise? —pregunta el señor Julen.
—Sí, por favor. Se lo agradecería.
Me sirve un buen pedazo y yo me acerco la ensalada. Veo que Marie le acerca su plato y también le sirve.
—Gracias papá.
Papá.
Me llevo un bocado a la boca concentrándome en comer. Observé la mesa y escuché la conversación de esposos que iba sobre lo hecho en el día, Noah no le dejaba comer tranquilo a Ace de lo charlatán que era y observé a Marie comer tranquila frente a mi.
Hubo un tiempo en que yo vivía lo mismo. Tenía a mis padres y mis hermanos y bromeábamos en el almuerzo. Era fácil discutir y a veces terminaba mal, pero mi padre lo permitía para que aprendiéramos a conversar y debatir.
Solía ponerse de mi lado para molestar a mis hermanos que reaccionaban por nuestras bromas lo cual nos parecía gracioso a ambos.
—¿Todo bien Aloise?
La señora Delia me observaba preocupada. Mastiqué rapidamente y tragué. —Sí, todo está bien.
—Como dije antes — continuó el señor Julen — no tienes que preocuparte. Al pueblo le tiene sin cuidado si fueron piratas o no mientras se comporten y respeten a todos.
—¿Son piratas? — pregunta Marie levantando las cejas.
—Éramos. — respondo al instante. —Ya no más.
—Tampoco somos hermanos. —aclara Ace por segunda vez y resoplo ante eso.
—Ya sabía que había algo raro. —dice Marie concentrándose en su plato. —Había un ambiente raro entre ustedes.
Qué avergonzada me siento.
—Yo ya lo sabía. —dice Noah. — Era un secreto entre Alec y yo.
¿Se lo dijiste a un niño? Ace me sonríe sin penas.
—También se lo dije al señor Airton. Fue ahí que me di cuenta que ya se sabía.
—Tienes que hablar conmigo antes de hacer estas cosas Alec. No es algo que puedes decidir solo.
—No discutan en la mesa. — interviene el señor Julen. — Aloise tiene razón Alec. Tienes que tener estas conversaciones con tu pareja antes de hacerlas.
—Bien. — dice él sin dar más comentarios devorándose su plato.
Mi corazón se entibia ante ese pequeño detalle del dueño de esta casa.
—¿Me sirves más papá?
—Claro hija.
Miro a la señora Delia sonreír a Marie y llevarse contenta un trozo de carne a la boca. Mi madre había caído en depresión por mi padre los primeros meses y amigos de la familia tuvieron que intervenir. Yo no estaba en las mejores condiciones como para hacer algo por ella ni mis hermanos.
¿Qué estará pasando ahora con ellos? ¿Cómo se estarán sintiendo? Ahora perdieron a una hermana y mi madre a su hija. Siempre fui muy consentida, no sólo por mi padre sino por toda la familia aún siendo la mayor.
Si la casa ya se sentía vacía sin él, ¿cómo se sentirá ahora sin mí? ¿Qué estará pasando con los restos de una familia tan unida como la nuestra?
—¿Aloise?
—¿Sí?
—¿Te encuentras bien hija? — me dice el señor Julen.
—Sí.
—¿Y por qué lloras?
¿Estoy llorando? Me toco las mejillas y las siento húmedas. Ah, volvió a pasar.
Siempre había creído que era imposible no percibir que estés llorando pero luego de sentir lo que es la pérdida, la muerte y el vacío descubrí que sí es posible. La cara se duerme, la mente abruma y los ojos no mienten. Los párpados parecen hacerse tan finos que no sostienen ningún tipo de emoción pasajera... o eterna.
—Lo siento, no quería incomodarlos. — observo de reojo a Ace que está alarmado. —Es reconfortante volver a compartir con una familia tan bella. — Los esposos se miran entre si preocupados y yo me siento horrible de arruinar el ambiente. — ¿Me sirve un poco del jugo señora Delia?
El vaso tirita delatándome por lo que me maldigo internamente. Poso el vaso en la mesa y la acerco más para que pueda verterlo. Ella lo hace y, por ese acto servicial tan estúpido, ese estúpido acto de mierda de servirme el vaso me hace gimotear. Me muerdo el labio.
—Aloise. — me llama Ace preocupado.
No me atrevo a mirar a Marie ni a Noah. Ni a nadie. Sólo el plato frente a mi mientras me recompongo.
Luego de comer un buen rato en silencio y finalmente haber logrado llorar lo que debía, me siento mejor. La sonrisa me llega fácil ahora y veo a Noah, que comía en silencio y atento a su comida por mi culpa. Siente mi mirada y levanta el rostro. Le sonrío.
—¿Ya te sientes mejor?
—Sí. Ahora me siento mejor.
Como si fuera a quebrarme bajo su tacto, me acaricia cuidadosamente el brazo un momento. —Todo ya está bien.
Le sonrío y se me caen unas lágrimas traicioneras, pero no iba a volver a llorar. — Gracias Noah.
—Sí. — dice y alegre vuelve a su plato ya terminándolo.
—Ha sido delicioso. Me alegra haber compartido con ustedes. Me sana el corazón ver a una familia unida.
—Estás invitada a venir cuando quieras Aloise. Puedes contar con Julen o conmigo, no dudes de eso.
—No sé qué te aqueja hija — dice el señor Julen llevándose la servilleta a la boca limpiándose.— sin embargo puedo decirte que está bien llorar si quieres hacerlo. Si necesitas hablar, hazlo.
Asiento tomándome el vaso de jugo.
—¿Perdiste a alguien recientemente?
Veo que Ace se endurece en el trayecto de servirse su vaso y lo vuelve a dejar en la mesa sonoramente. Se peina el cabello incómodo.
—Perdí a mi padre hace dos años.
—Oh, lo siento mucho. Mis más sentidos pésames.
Y he perdido a lo que restaba de mi familia.
—¿Puedo darte un abrazo Aloise? — me llega la voz de Marie y giro a verla, está afectada por mis palabras.
—Claro que sí.
Rodea la mesa y me da un abrazo. Noah también se inclina a abrazarme y no puedo evitar suspirar por el dolor en mi pecho.Cuánto dolor trae amar.
—¿Saben a quién también le vendría bien un abrazo? A Alec.
—No hace falta. Mejor —
Marie y Noah se le acercan y lo abrazan. Ace siempre fue muy afectivo con ellos sin embargo esta vez percibo que le está costando serlo.
—Abrázanos también. — le reclama Marie al ver que Ace no los correspondía del todo. Ace entonces los envuelve en sus brazos. Sus ojos llegan a mi sonriéndome conmovido a lo que le correspondo de la misma manera.
—¿También has perdido a alguien Alec?
—Eh, pues, sí. — podía ver que no estaba seguro de qué decir. — Recientemente.
—Ya veo. — dice el señor Julen ante esto. — Mis pésames para ti también Alec.
—Gracias. — responde él con una voz que desconocía de él.
La señora Delia desvía la conversación en algo más alegre para después recoger todos juntos la mesa. Noah no quería que nos fuéramos pero ya era el momento.
Nos despedimos de ellos y nos encaminamos hacia la cabaña en silencio. No quería discutir ni hablar sobre nada en concreto, no estaba emocionalmente allí como para sacar el tema de hoy ahora.
Ace se acerca pasando su brazo sobre mis hombros. Me jala a él besándome la cabeza. — Lo siento.
—No lo vuelvas a hacer. — digo cansina.
—No lo haré. La próxima vez consideraré tu opinión.
Si dice que lo hará, confiaré en él.
—¿Puedo hacerte una pregunta ahora?
Lo miro recelosa. Lo tomó como un sí.
—Si pudieras volver a tu mundo, ¿lo harías?
Ace no. Esa pregunta no.
—No lo sé. Sinceramente no lo sé.
Ace asintió unas cuantas veces digiriendo mi respuesta.
—¿Y me dejarías por ir junto a Shanks?
—¿Qué? — ¿qué tenía que ver Shanks? —¿Qué dices?
—Te pregunto esto por la nota.
Así que por eso. —No lo haré Ace. Aunque si en algún momento me quedo sola—
—No te quedarás sola.
—No puedes prometérmelo Ace. —digo observándolo fijamente. —No puedes asegurarlo.
Nos detuvo de caminar y me coloca frente a él. Su frente desciende sobre la mía abrazándome por la cintura. —Mientras esté vivo haré todo lo posible para que permanezcamos juntos. ¿La podría joder? Sí pero espero no lo suficiente como para que sea irreparable. Lo que sí quiero es que permanezcas conmigo aquí en el presente, no en el futuro Aloise. Éste es nuestro ahora, nuestro momento. No te dejes arrastrar por el pasado ni ser condicionada por el futuro porque el presente que tienes en frente es único.
Le tomé la remera débilmente. —Tengo miedo Ace.
—Lo sé y es normal. Sin embargo ten en cuenta de que no estás sola como crees. Será un mundo al que quizás no pertenecías pero ahora lo haces. Perteneces a mi vida y a la de las personas que conociste aquí.
Trago nerviosa analizándolo.
—Aún me cuesta comprender acerca de que esto es una historia como dices pero, si es así, mi historia está siendo escrita contigo ahora y no podría estar más feliz de tener una compañera como tú.
Me aparto para verlo. —¿De verdad?
Se inclina a besarme tiernamente. —Mmhmm. Así que disfruta el momento aquí conmigo. No quiero ser el único haciéndolo. — dice sonriéndome.
—Okay. —logro decir ante su atención y él ríe. Me besa cortamente unas cuantas veces antes de reanudar nuestro paso.
Ace tiene razón. Debo de dejar de dormirme en mi misma y apreciar lo que tengo en frente. Jamás hubiera pensado que esto podría suceder pero aquí estoy.
—Además si ese idiota piensa que es muy fácil para ti dejarme por él está muy equivocado.
Me reí. —No le digas idiota, le debemos mucho.
—Indudablemente. Lo que digo es que no vas a dejarme por él.
—Si sigues siendo imprudente pues es probable.
Hace una mueca rara. —Eso otra vez.
—Entonces no lo hagas y la siguiente vez discutamos qué haremos.
—Está bien.
Llegamos a la cabaña y él abre la puerta. No ingresa, se detiene en frente.
—¿Qué pasa?
—No recuperaré la fruta Mera Mera, ¿verdad?
¿Por qué traía esto ahora?
—¿Por qué lo dices?
—Tengo esa sensación. Luego de ver aquella fruta del barco me deja en claro que no puedo seguir siendo "Puño de Fuego Ace".
—Lo mejor sería que no. — es momento de ir hablándole sobre esto. — Ya que alguien más tendrá tu fruta.
Me mira curioso —¿Entonces alguien comerá mi fruta? Quisiera saber quién es el afortunado. —dice riendo falsamente.
Yo no me río.
—¿Mmm? ¿Qué pasa?
—Te lo diré después. Por hoy estoy cansada.
—Ya tengo curiosidad. —dice expectante.
Lo siento Ace pero esta conversación la postergaremos por hoy.
Me besa la cabeza. —Vayamos a descansar.
—Sí.