“Amenaza”
11 de septiembre de 2025, 21:40
—Ace.
—¿Qué?
—Olvídalo.
—No. ¿Qué paso?
Lo veo cortando madera para el señor Airton. Se detiene a limpiarse la cara pasándose el brazo para mirarme y yo evito verlo embelesada. Empiezo a dar golpecitos al tronco de roble en la que estoy sentada.
—Iba a preguntarte si te gustaría ir conmigo a mi mundo pero me respondí sola. No te va a gustar.
—¿Por qué lo dices?
—Vas a desear morir. Es muy probable.
—¿Tan malo es? — dice y reanuda la tala.
¿Qué podría hacer allí? Tan corriente y atado de manos lo va a asfixiar.
—Aunque creo que te volvería loco la tecnología. ¿Sabes? Si algún día conozco a Vegapunk le diré que me haga unas cuantas cosas.
Se vuelve a detener. Me observa hastiado.
—No te lo tomes a mal pero ¿qué haces aquí?
—¿Te molesto?
—No, me distraes.
Bueno, no tenía que decirlo así. —Ya he terminado lo que me correspondía hoy y te estoy esperando.
—¿Tan rápido?
—No había mucho que hacer y me liberaron.
Levanta la ceja y vuelve a su trabajo. —Debo cortar todo esto y termino. — se detiene un momento y me presta atención. —¿Te gustaría salir conmigo al bar? No pudimos ir la vez pasada y quería ir contigo.
Asiento observándolo. Había logrado hasta el momento aguantar las ganas de lanzarme sobre él y Ace tampoco insistía mucho en mí. Sólo uno que otro toque peligroso que lo hacía tan sutilmente.
Sus manos sujetando el hacha y sus brazos, la remera moldeando su cuerpo... después de probar a Ace era muy difícil no pensar en lo exquisito que era tenerlo para mí. Se vuelve a limpiar el rostro y sus manos caen en sus caderas, observando lo cortado. Sus ojos caen en mi mientras recupera la respiración y sonríe complacido.
—¿Qué? — le cuestiono.
—No es nada. Sólo te estoy mirando. —suspira.— Creo que es suficiente. Lo continuaré mañana.
—¿El señor Airton no te dirá nada?
—No, hoy hice más de lo que debía. Vámonos. —dice tomando lo que cortó y acomodándolo a un lado de la casa. Cuando termina se acerca a mi. —Quiero tomarme rápido una ducha.
—¿No vas a despedirte?
—Nah, el señor Airton está descansando. Sabe que por estas horas ya suelo retirarme.
—Okay.
Conectamos las miradas y nadie la desvía. Ace era demasiado magnético, desprendía un aire que era difícil de ignorar y sin hablar de lo apuesto que era.
Se acerca a mi y se apoya con los dos brazos sobre el tronco, aprisionándome entre ellas. Sigo observándolo mientras su rostro se acercaba al mío. Sus ojos preciosos llenos de dulzura me escudriñan el rostro y las ganas de hacer contacto con él me ganan, así que le tomo de los hombros la remera.
—¿Puedo darte un beso?
—No sueles preguntar.
—No sé si te gustaría que lo haga aquí.
Trago ansiosa. Está esperando mi respuesta.
—Sí quiero.
Se baja lentamente, ya que es más alto que yo, a mis labios. Mi respiración se escapa de mí sin reparos sobre su rostro debido al dulce apretón que sufre mi corazón ante su cuidadoso toque. Se detiene a milimetros a observarme, luego vuelve a mí haciéndolo lentamente con un poco de mordidas entre ello.
Jalo de su remera deseando más de él pero se aleja esta vez. Me da unos besos cortos y luego me sonríe contento —Vámonos a nuestra cabaña.
Nuestra.
—Sí. — digo y él me extiende su mano para que la tome. Lo tomo con gusto y partimos a la cabaña.
.
.
.
Mientras que espero a que termine de bañarse, busco algo con qué entretenerme. Me distraigo con la mesa cerca de la cama y saco del cajón su distintivo sombrero. Está bastante gastado pero aún tenía muy buen aspecto. Me lo pongo.
Portgas D. Ace, el increíble pirata que fue comandante del famoso Barbablanca e hijo de Gol D. Roger, hermano del pirata más polémico Monkey D. Luffy y del jefe de personal del ejército revolucionario Sabo. Ace era eso y mucho más. Pensar que está retirado de toda esa odisea que viene a desestabilizar el mundo que conocemos y ahora se encontraba conmigo llevando una vida rutinaria.
Aunque conocía de su historia muchas veces él era un misterio para mí. Nunca sé que está pensando o planeando.
—¿Qué estás haciendo? —dice semidesnudo como siempre desde la puerta del baño.
—Me dieron ganas de ponérmelo. —Se recuesta por el marco. — No sabes lo icónico que es este sombrero. Siempre quise uno.
—Es tuyo.
—Nah. — riendo me lo quito. —Es algo característico tuyo.
—A este punto todo lo mío es tuyo Aloise.
Si lo usara la gente diría que soy fan del difunto Puño de Fuego, cosa que no está tan alejada de la realidad.
—Lo usaré cuando estemos navegando.
Sonríe. —Bien, será en poco tiempo entonces.
—¿Por qué dices eso?
—Hoy en la mañana hablé con Faber y Ellie, están dispuestos a partir cuando pongamos una fecha. — dice entrando en la habitación.
Al fin lo había hecho.
—¿Y el señor Julen y Delia?
—Supongo que hablarán con ellos pronto. —se sentó en la cama. La toalla se lo puso en su hombro.
Entonces sí nos iremos de aquí. Observo su sombrero en mis manos y percibo en mi cómo crece la ansiedad.
—¿Qué ocurre?
—Sólo estoy un poco preocupada.
Evito mirarle. ¿Qué pasa si nos cruzamos con alguien conocido? ¿Por donde deberíamos navegar? Luffy no hará ningún movimiento por ahora pero los demás si van adentrándose al Nuevo Mundo.
—Ven. — dice despertándome de mi trance. Me guía y hace que me siente en una de sus piernas. —No vamos a llamar la atención como crees. No haremos nada llamativo.
Quizás jugar con su mano me tranquilizaría un poco. Me deja hacerlo mientras me coloca su sombrero en la cabeza.
—El mar es inmenso. Si evitamos la trayectoria usual estaremos bien. Te lo prometo. ¿En qué habíamos quedado?
—¿Sobre qué?
—Sobre vivir el presente.
Ah, eso.
—Lo intento.
Me besa la cien mientras me abrazaba por la cintura. —No te preocupes. Estaremos bien.
Hay más de millones de islas, tiene razón pero ya veo cómo fácilmente podemos atraer problemas.
—Por cierto Ace... hay algo que debo decirte.
—¿Qué es? — dice acariciándome la cintura.
—¿Recuerdas que te dije que alguien más consumiría tu fruta?
—Sí.
¿Estaría bien decírselo ahora? Cada vez que pasa más el tiempo me hace sentir culpable.
—No es necesario que lo digas ahora. Puedes decírmelo después. —sus labios caen a mi hombro.
—Es necesario que lo sepas.
Me mira curioso sin despegar sus labios.Me giro hacia él y llevo mis manos a su nuca para peinar su cabello. Me observa atento, conteniéndose el impulso de besarme. Lo veo tragar.
—Ace, no hay una forma correcta de decirte esto pero no es una mala noticia.
—Entonces dímelo.
—Bueno... —paso la mano por su brazo donde debería estar el tatuaje de su nombre con la ese tachada. —Sabo... —siento un apretón momentáneo. — Sabo está vivo.
Arruga el entrecejo y pestañea varias veces. Sus ojos van de un lado a otro cortando nuestra conexión. Se pasa la mano por el cabello.
Escapa una risa seca, pero no hay arrugas en la comisura de sus ojos y su rostro está mortalmente serio.
—¿Sabo está vivo?
Asentí.
—No puede ser. Me estás— y se calla.
Él sabe que no estoy mintiendo. Sería incapaz de hacerle una broma tan cruel.
—¿Sabo está vivo?
—Sí. Está con el ejército revolucionario y él será quien consuma tu fruta.
—¿Cómo...?
—Destruyeron su barco cuando era niño pero sobrevivió. Monkey D. Dragon lo salvó y lo curó. —me soltó lentamente mientras me oía y me senté a su lado. —Sufrió de amnesia por mucho tiempo y tu fotografía impresa en el diario le ayudó a recordar.
Miraba al suelo ido. No sabía que estaba pasando por su cabeza pero daría todo lo que tengo para saberlo.
—Sabo está vivo. —sonrió ligeramente. Se llevó la mano al rostro para ocultarse.— Ya veo.
—Podrás reunirte con él y Luffy más adelante. —me arriesgué a decir. —Los tres hermanos juntos de vuelta.
—Iba a morir sin saber esto.
Mi corazón se contrajo por el rumbo de sus pensamientos. Me dejó muda.
Continúa analizando las cosas y yo no tengo idea de qué decir o hacer. ¿Debo distraerlo? ¿Debería preguntarle en qué está pensando? ¿En cómo se siente? ¿Debería hacerlo verbalizar?
—Ace.
—Me alegra saber que está vivo. —dice sonriéndome pero no me convence. La sonrisa es débil y triste. —Gracias por decírmelo.
Me lancé a abrazarlo. Sus manos poco después se deslizaron sobre mí y me correspondieron. Me besa al costado mientras me mece en sus brazos suavemente.
—Entonces él se comerá mi fruta. — dice pasándose la mano rápidamente por el rostro antes de separarse de mí. —Bien, eso puedo tolerarlo aunque mucho desee obtenerlo de vuelta.
—¿Y la fruta del barc—
—Esa no la pienso comer. No lo haré. —dice tajante. Okay, no haré preguntas al respecto. —Quiero otra fruta tipo logia. Veremos con qué nos encontramos.
—Está bien.
—Sabo está vivo. — suspira. — Espero poder verlo alguna vez.
—Lo harás. Me encargaré de que suceda. —Me observa detenidamente.— ¿Qué?
—No sé qué se te ocurrirá pero espero no deba esperar mucho. También ya he cedido lo suficiente.
¿A qué se refiere? —¿Ceder?
—Todo esto puedo cambiarlo ¿no? Estoy cediendo mucho más de lo que quisiera.
—Pero Ace tenemos que hacerlo por Luffy.
—Lo entiendo Aloise y por él en parte lo hago pero no olvides. Soy un pirata. —se pone de pie sonriente y me saca el sombrero para ponérselo. —Busco y consigo lo que quiero y no me detengo hasta lograrlo.
Eso me suena a una amenaza.
—¿Qué me estás queriendo decir? —digo molesta.
—Que todo tiene un límite y hay cosas que no dejaré de hacer.
—Vamos a navegar tal y como querías. ¿Qué quieres ahora? ¿Quieres una tripulación? —da unos pasos y se detiene al escucharme indignada.—¿Vas a volver a la Era Pirata? ¿Qué estás pensando hacer? Será mejor que me ilumines.
Se me queda observado con el ceño fruncido y yo no pienso desviar la mirada. Que me diga de una maldita vez qué demonios es lo que quiere hacer.
—Si te digo que quiero volver a la Era, ¿qué harás?
No hay caso. No logro conectar con él.
—¿Es esto un juego para ti? ¿Estás probándome? ¿Quieres saber si soy capaz de dejarte por esto?
—No es eso.
—No voy a verte morir Ace y si tu quieres dar tu maldita vida en bandeja de plata, hazlo. Pero no me vas a arrastrar a verlo.
—Aloise, compréndeme ¿de verdad tengo que quedarme en alguna isla o navegar con cautela toda mi vida? No puedo vivir así, ¿crees que aceptaré sin chistar esto?
—Es sólo por ahora Ace. Ya te dije que volveremos a la historia en algún momento. ¿Quién sabe cómo terminará la Marina o el Gobierno Mundial después de toda la insanidad que se viene para acá? El mundo se desequilibrará y, quizás en algún momento, el tiempo para que nosotros emerjamos sea mejor. Sólo te pido paciencia.
—¿Puedes prometerme eso?
—Te lo prometo. — pondré mi fe en Luffy. — Llegará el día en que navegarás como desees.
—Sabo está vivo, puedo encontrar mi fruta... hasta podría reivindicar a Barbablanca. Hay tanto que podría hacer sin embargo estoy en un pueblucho escondido con un nombre de mierda como si fuera un cobarde.
—Lamento no poder darte una vida de lujos. —digo ofendida.
Ah, ya no lo soporto. No quiero tenerlo cerca.
Me pongo de pie y él se queda inmóvil. Busco un poco de dinero en el cajón y lo tomo.
—¿Qué estás haciendo?
—Iré al pueblucho a tratar de calmarme. No me sigas.
—Escucha—
—Puedes dormir solo. Quizás así te acostumbres para cuando me largue de tu vida por las tonterías que quieres hacer. No eres un niño Ace, no es que no puedas controlarte o algo así. Aprende a discernir qué es lo importante de una vez. Sólo te pido que seas racional.
—No es necesario que te vayas.
—No te soporto ahora mismo así que dame un respiro. Nos vemos mañana.
Y con las ganas de azotar la puerta, me abstengo saliendo tranquilamente. Poco después oigo que él la vuelve a abrir y sé que me está viendo marchar.