ID de la obra: 769

Alterno

Slash
G
Finalizada
0
autor
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160 páginas, 57.700 palabras, 28 capítulos
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Instinto

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Marshall parpadeó repetidamente, esperando que sus ojos se acostumbraran a la luz. Aquel resplandor lo había dejado casi ciego.No fue hasta que recuperó por completo la vista que se dio cuenta de un detalle. No sabía dónde estaba. Parecía estar dentro de un cráter en la tierra, justo como en el que cayó durante la misión con Sky y Chase. Pero ya no había ningún meteorito. No había nada a su alrededor. —¿Chase? ¿Sky? ¿Ryder? —Al no recibir respuesta, comenzó a asustarse. ¿Lo habían dejado solo? Eso no era posible.Cuando estuvo a punto de empezar a moverse, notó algo inusual en su propio cuerpo. Ya no había patas de cachorro donde solían estar. Su cuerpo ya no estaba cubierto por su suave pelaje. En cambio, había una piel clara en su lugar. Ahora tenía piernas. Sabía lo que eran, porque siempre había vivido rodeado de humanos, pero sencillamente no entendía cómo es que todo se había vuelto así. —Oh... No lo puedo creer... —Miró sus manos fijamente—. ¡Tengo dedos! ¡Sí! ¡Tengo dedos! —gritó con emoción—. ¡Ahora podré usar una taza! Su felicidad no duró tanto al darse cuenta de la verdadera situación en la que se encontraba. —Alto. Yo no tengo manos... yo tengo patas, ¿no? ¿Por qué tengo manos ahora? —Su rostro se veía nervioso—. ¿Qué sucedió? ¿Qué me pasó? Marshall trató de levantarse con sus nuevas piernas. Al principio casi cae, pero logró mantener el equilibrio en poco tiempo.El lugar en el que estaba era el mismo donde había caído siendo un cachorro, solo que todo se veía un poco más árido. No le fue difícil encontrar el camino hacia la carretera principal, pero sabía que estaba muy lejos de poder llegar al cuartel general de la Paw Patrol. Tras caminar varios kilómetros, sus nuevas piernas le dolían y no dejaba de quejarse por el dolor. Después de un rato más, por fin llegó a la zona residencial de Bahía Aventura. Suspiró aliviado al ver casas muy familiares, igual que los locales y tiendas que conocía a la perfección. Todo iba bien... hasta que comenzó a escuchar varios gritos de ayuda y miedo no muy lejos de donde estaba. No supo si fue por instinto o por costumbre, pero terminó corriendo en dirección a donde la gente necesitaba ayuda.Al llegar, vio que se trataba de un incendio en unos departamentos. Aún había personas saliendo para salvarse. Se quedó en shock unos segundos; no era algo que esperara tan pronto después de llegar. El grito de una niña en la ventana del segundo piso lo hizo reaccionar y mirar hacia arriba. No parecía tener más de ocho años. Las piernas de Marshall se movieron sin pensar, llevándolo directo al edificio sin importarle que el fuego estuviera muy alto en ese momento. Recordó todo su entrenamiento como Paw Patrol bombero. Rompió un pedazo de su camisa y buscó cualquier cosa que contuviera líquido. Encontró un jarrón con flores, que por suerte aún tenía agua. Empapó la tela y se la colocó en la nariz para evitar que el humo llegara tan directo a sus pulmones. Corrió hacia las escaleras, subiendo los escalones de dos en dos, hasta llegar a la puerta del departamento donde la niña estaba atrapada. Trató de abrirla, pero estaba cerrada. Forcejeó un poco más, y con un empujón fuerte logró abrirla. —¿Hola? —preguntó, algo inseguro—. Niña... ¿Dónde estás? ¡Vengo a ayudarte! Tras unos segundos de silencio, logró escuchar el llanto de la niña. —¡Espera! ¡Iré por ti! —gritó con urgencia. Una tos fuerte lo hizo preocuparse. Sabía que era ella, tosiendo por el humo. Al entrar a la última habitación, la vio recargada junto a la ventana, cubierta por una leve capa de hollín negro. Corrió hacia ella y la cargó en brazos. —Todo estará bien. Tú vas a estar bien —dijo, tratando de tranquilizarla. Se asomó por la ventana para ver si podía salir por ahí o si era mejor volver por donde había venido. Solo vio a varias personas reunidas abajo, preocupadas. Había autos de policía, pero aún no llegaban los bomberos. Corrió de nuevo por el mismo camino que había tomado antes. Tuvo cuidado con la madera que caía del techo y con las puertas a punto de derrumbarse. En varias ocasiones estuvo a punto de ser aplastado, pero logró esquivar todo. Y, antes de siquiera notarlo, tanto él como la niña salieron del fuego. La niña tenía quemaduras leves y estaba agonizante. Marshall, en cambio, sí había recibido quemaduras más graves. Algunas sangraban levemente y en otras se notaba la piel al rojo vivo. Nada de eso importaba mientras la niña estuviera bien. Se acercó por detrás de una patrulla policial, sin querer escuchando una conversación. —¡Mi hija! ¡Está ahí adentro! ¡Tiene que ayudarla, por favor! —Una mujer joven lloraba desconsolada, rogándole al policía que hiciera algo, mientras él trataba de tranquilizarla. Finalmente, los bomberos habían llegado. El oficial volteó al sentir una presencia detrás de él y se quedó helado al ver a Marshall. Su mirada pasó de confusión a sorpresa al notar el estado en el que se encontraba. Marshall ya no entendía todo lo que se decía. Su mente daba vueltas, y todo sonaba amortiguado. Caminó con pasos pesados hasta el hombre moreno y le extendió a la niña, quien fue recibida de inmediato entre los brazos del policía. Una vez que le quitaron el peso de la niña, su cuerpo colapsó.Escuchó varios gritos y vio a personas corriendo hacia él.Eran bomberos y paramédicos. Aunque no podía sacarse de la cabeza que aquel policía... se parecía muchísimo a su mejor amigo. 《¿Será... Chase...?》
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