ID de la obra: 769

Alterno

Slash
G
Finalizada
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160 páginas, 57.700 palabras, 28 capítulos
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No todos lo harían/ Sospechoso

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Un olor nada familiar inundaba la habitación y molestaba su nariz pese a que esta ya no era tan sensible como antes.Olía a cloro y desinfectante. Cosa que le recordaba las idas al veterinario cada cierto tiempo. Abrió sus ojos pero la luz lo encandiló antes de parpadear un par de veces para acostumbrar su vista. Bostezo levemente al sentirse extrañamente agotado y adolorido en varias partes de su cuerpo. Al tratar de moverse un leve ardor se apoderó de su brazo izquierdo. Al voltear a ver de que se trataba se dio cuenta de una venda qué cubría lo que se sentía como una quemadura. Sizeo por el dolor e hizo una mueca. —No deberías moverte tanto aún. Tus heridas son sensibles. —Esa voz lo desconcertó y lo hizo girar con rapidez para ver a su lado. Ahí estaba el oficial de policía qué estaba conteniendo a la madre de la niña a la que ayudó en el incendio. El mismo que le daba aires de su mejor amigo. Tras no contestar a lo que el dijo, el continuó hablando. —Me sorprende que sigas vivo cuando el fuego era muy fuerte. Marshall se encogió de hombros y le sonrió de manera dulce al oficial. —No es nada que no haya hecho antes. Además, no eran tan fuertes. El oficial alzó una ceja sin comprender. —¿Eres bombero? —Lo soy. O bueno, es complicado porque no se si mi certificado perruno cuente aquí. —Se río con nerviosismo. —¿Certificado perruno? ¿Eso existe? ¿De donde eres? —Sacó unas notas de su bolsillo junto a uk bolígrafo para escribir. Marshall se dio cuenta que lo mejor era no contar lo que sucedía en verdad. —Era un chiste... Soy bombero y soy de... Ciudad aventura... —Al verlo asentir supo que no se había equivocado con dar esa respuesta. —¿Cual es tu motivo por estar aquí? —Bueno... —Marshall se comenzó a poner nervioso ante la gran seriedad del hombre. —Me mudé... a otro departamento de bomberos aquí... por cierto, no me ha dicho su nombre. Eso tomó desprevenido al oficial, quien carraspeo y luego asintió. —Disculpa mis modales. Soy el jefe de policía, Chase Wallas. Yo tampoco he preguntado su nombre, me sería de ayuda si me lo proporcionará. —Soy Marshall. —Marshall... ¿Apellido? —Eh... —Se puso nervioso por no saber que contestar. Obviamente los perros no tienen apellidos. —Marshall Byce. —Bien. Ahora, gracias a su heroico acto de salvar a una niña de un incendio, la alcaldesa se ofreció a pagar todas las cuentas del hospital. Solo tenia que registrar quien eres. —Entiendo Chase. —Se arrepintió al instante de llamar al oficial de forma tan informal. —Digo, discúlpeme. Oficial Chase. —No hay problema. Ahora que has despertado le informaré a la alcaldesa qué estas bien. No tardarás mucho en salir de aquí. —Chase comenzó a preparar sus pertenencias para irse del lugar. Marshall lo observaba pero su atención se fue a una pequeña placa colgada en el bolso del oficial. Era la misma placa policial qué usaba en su collar. —Me tengo que ir. Vendré de nuevo el día de su alta para escoltarlo. —Marshall asintió y lo miró caminar hacia la puerta. Chase se detuvo en el marco mientras giraba su rostro para verlo. —Por cierto... Lo que hiciste allá afuera... El rescatar a la niña fue algo muy amable de tu parte. Bien hecho. Marshall tomó entre sus manos la tela de la manta y la presionó levemente por la impresión. Luego le sonrió a Chase muy contento. —Es mi trabajo. Estoy feliz de que ella esté bien. Sin más observó a Chase marcharse por la puerta. Una enfermera no tardó mucho en entrar a la habitación con un carrito con varias cosas como vendas, algodón y utileria. —Discúlpeme. ¿Usted es el joven que salvó a la niña del incendio? Había un tono de emoción en su voz, hablando contenta y bastante amable mientras le sonreía a Marshall de una manera dulce. —Bueno... si salvé a una niña de un incendio pero no fue para tanto. Cualquiera habría hecho lo mismo ¿No? —Marshall se rió dulcemente y observó como la enfermera ensanchaba su sonrisa mientras tomaba lo necesario para cambiar las vendas en las heridas del dalmata. Ella se ecerco a la camilla para comenzar a quitarle las qué llevaba ya puestas. —Esa es la cosa... No todos harían algo tan arriesgado por otra persona. —Su voz sonó triste. —¿Qué? ¿En serio? Yo creía que si. —Es que usted es muy amable. —¡Me gusta ayudar a la gente! —Su felicidad contagió a la enfermera, quien se rió levemente. —Yo veo que a usted también le gusta ayudar a otros. ¿Cual es su nombre? —Mi nombre es Sasha. Ahora quedate quieto porque puede doler un poco. Marshall asintió y se quedo quieto. Observó como la enfermera se movía con seguridad y cuidado de no provocarle dolor innecesario. Ella no parecía ser muy mayor, aparentaba quizá unos veintitantos años. Su cabello era negro y estaba trenzado con trenzas africanas. Su piel oscura estaba muy bien cuidada. —Mi nombre es Marshall. Por cierto Sasha... sabes... creo que me veo muy mal en estos momentos, ¿Tendrás un espejo? Quisiera verme... Si no es problema, claro. Ella lo miró por unos segundos y le sonrió asintiendo. —Claro. Tengo uno en mi bolso, dejame lo saco. Al tomar el espejo, Marshall se vio en el. Se sorprendió al ver un cabello rizado totalmente blanco con algunas manchas negras. Justo como era su pelaje como dalmata. Sus ojos eran azules casi grises, tan claros qué hasta a el le sorprendió. Sabia que su apariencia no era común entre los humanos, de hecho; el jamás vio un humano con su singular apariencia. —Vaya... —No pudo evitar sorprenderse. —Muy bien. Mi trabajo esta hecho. —Eso fue rápido. Eres muy buena en lo que haces. —observó como Sasha se ponía tímida por su halago. —Has de llevar mucho haciendo esto ¿No? —No, no, no... Soy nueva, acabo de llegar hace varios meses. —¿En serio? No lo parece. Creí que llevabas más. —Eres muy amable Marshall. Ahora tengo que irme pero vendré a checar como estas en unas horas. —Si. Gracias. Vio como la enfermera se fue y cuando ya no estuvo, finalmente entró en pánico. ¿Qué hacia él ahí? ¿Por qué tenia manos? O peor aún. ¿Donde viviria? No estaba seguro de si habría una base de pow patrol para humanos o algo así. ¿Qué rayos sucedió? ¿Fue el meteorito? Esa y mil preguntas comenzaron a inundar su cabeza.   ____________________________   Marshall se removió inquieto en la cama del hospital. No podía ponerse de costado por las quemaduras qué tenia. Habían pasado tres días en los que había sido atendido por las amables enfermeras y habían querido entrevistarlo varios periodistas a lo largo de los días. Aunque el siempre se negó alegando qué no era algo que fuese necesario que lo entrevistasen. Aunque lo cierto era qué las cámaras lo ponían muy nervioso. Marshall se fijó en el papel que le habían dado, donde estaba el registro de su estadía y especificaba su fecha de cuando estaba de alta. El cual, era ese mismo día. El doctor le dijo que estaba en perfectas condiciones (exceptuando sus quemaduras) y que el peligro por el humo ya había pasado. Ahora se encontraba esperando porque le dijeron que la alcaldesa iría a verlo. Estaba emocionado por verla, la alcaldesa era una mujer muy amable y divertida. La puerta no tardó mucho en ser tocada y de la cual entró Chase junto a la mujer. Marshall se sintió aliviado de ver a la mujer que conocía, tan alegre como la recordaba. —Oh vaya. Si es justo como lo mencionaste Chase. —Marshall no supo a que se refería específicamente pero no le tomo importancia. —Mucho gusto, tu debes ser Marchall Byce. Soy la alcaldesa Goodway. —Le extendió la mano, la cual Marshall aceptó con una sonrisa. —Mucho gusto alcaldesa, me alegra verla. —Se separo y vió a Chase. —Buenos días oficial Wallas. —Buenos días Marshall. —Alcaldesa. ¿Qué la trae por aquí? Si es que puedo preguntar, claro. Ella sonreía y asintió. —Hemos venido el Jefe de policía y yo para llevarte a la fiesta que se hará en tu honor, por tu heroico acto. —¿Eh? ¿Fiesta? No es necesario que se haga una fiesta por eso. De verdad. —Tonterías. Vamos. —El quiquiriqueo de una gallina se escuchó en el bolso de la alcaldesa. —Gallileta tiene hambre~ es hora de irnos. ¡Habrá un gran banquete! Puedo imaginar a todos los ciudadanos celebrando. —En algún punto la alcaldesa comenzó a hablar para si misma mientras salía de la habitación dejando al oficial con Marshall. —¿Estas listo? —Si. Traté de dormir un poco antes de que vinieran pero no pude. Las camas no son tan cómodas. —Se río y luego se levantó de la cama, aunque al hacerlo tropieza levemente con sus propios pies, generando qué casi cayera. Chase casi por reflejo se acerca a el. —Ups. Estoy bien. Digamos que soy alguien muy torpe. —Entiendo. No hay problema. —Marshall se sintió un poco intimidado por lo serio que era Chase. No era tan parecido al chase qué el conocía y recordaba. —Aún queda tiempo antes de la fiesta. ¿Quieres ir a casa a alistarte? —¿A casa...? Bueno... es que... no... —Sería muy extraño qué dijera que no tenia una casa o que si la tenia, no la recordaba. —Estaba viendo algunos departamentos para mudarme aquí en bahía aventura, por lo que no tengo casa aún. —¿De verdad? Ese es un problema. Te ayudare con eso entonces. Si ese es el caso supongo que aun no has entregado tu papel de transferencia de ciudad aventura a bahía aventura ¿Cierto? —Ajum. Aún no. Creo que lo mejor sería no ir a la fiesta para hacer todo eso... —Marshall le sonrió. Todo sonaba perfecto para el. —¿Qué? Eso ni hablar... hay... bueno... es importante que vayas. Especialmente porque... bueno... no puedo decirte. Pero es importante. Yo me haré cargo de todo. Así que tu solo diviértete ¿Si? —Oh... bueno. Muchas gracias oficial. Ambos salieron de la habitación y se fueron del hospital. Chase teniendo una espina sobre qué algo extraño sucedía con Marshall, mientras qué este salía de manera alegre tropezando con ciertas cosas que habían en el camino.
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