Una razón/
12 de septiembre de 2025, 23:26
Marshall tenía frío. Sentía el plástico de la camilla en sus manos. La habitación era totalmente blanca, y él estaba vestido con una bata. Ya se encontraba en esta situación varias veces, y aún no lograba acostumbrarse. No era lo mismo estar desnudo como cachorro que estar desnudo como humano.
—Creo que sus emociones y recuerdos se relacionan con el meteorito —le dijo Sarah a Chase—. Marshall, necesito que te concentres en sentir la energía del meteorito.
La voz de Sarah resonaba a través de los altavoces conectados en la sala. Marshall cerró los ojos, intentando concentrarse. Fue en ese momento cuando la doctora activó la máquina con la radiación del meteorito. La máquina giraba a gran velocidad. Su mente se llenó de imágenes, y el dolor en su cabeza aumentó.
No supo si el tiempo se detuvo o si simplemente dejó de percibir su entorno. Primero lo invadieron sus propios recuerdos de cachorro.
Skye, Everest, Liberty, Rocky, Zuma, Rubble y Chase.
La imagen de todos ellos le causaba un dolor de cabeza que se intensificó al intentar concentrarse en Chase. El dolor se amplificó hasta que las imágenes de Chase humano lo inundaron, ofreciéndole una especie de alivio temporal, anestesiando su mente.
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Cuando llegó al cuartel general de los Paw Patrol, Marshall era solo un bebé cachorro, temeroso y perdido. Todo en el cuartel le parecía enorme. Era realmente tímido, y no había nadie que lo sacara de su casita. Cada vez que cometía algún error por su torpeza, se sentía aún más inseguro. Lo único que recordaba de su familia era cómo lo separaron de ellos cuando unos humanos malvados lo capturaron. Lo vendían a precios altos, pero si no conseguían el dinero, lo sacrificaban.
Recuerda tener muchos hermanos, tantos que no podía contar a todos. Su madre siempre estaba cansada por dar a luz, y se pasaba el tiempo acostada, mirando al vacío mientras sus cachorros se alimentaban de ella. Era un recuerdo doloroso. Nunca conoció a su padre directamente, pero una vez lo vió cuando su madre fue sacada de su jaula para llevársela con él.
Los humanos se ponían crueles cuando no se portaban bien.
Odiaba que le pincharan las orejas con pinzas. Al principio no dolía, pero luego se volvió insoportable puesto que habían agarrado sensibilidad al ir creciendo. Cuando sus ojitos se abrieron por fin para ver el mundo y fue capaz de alzarse en sus cuatro patas para correr, fue arrancado de su madre y sus hermanos, puesto en una caja, y llevado a un destino desconocido. En el viaje la caja se cayó y quedó tirada en la carretera.
Ryder lo encontró y lo llevó al cuartel general de los Paw Patrol.
Un día fue suficiente para que un cachorro pastor alemán lo notara y lo invitara a jugar con él. Al principio, Marshall no sabía si debía hacerlo, pero tras varios intentos, el cachorro logró convencerlo de salir de su casita. Ese cachorro se llamaba Chase, era amable y maravilloso.
Marshall jamás imaginó que llegarían a ser tan buenos amigos, que su cariño mutuo sería tan profundo que no se podría explicar con palabras.
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—¡Marshall! ¡Marshall! ¡DESPIERTA! —Chase lo llamaba con voz alarmada. Marshall parpadeó lentamente, deslumbrado por la luz blanca de la habitación. —Oh, dios mío. Pensé que... qué bueno que estás despierto... y bien —Chase lo sostenía por los brazos, acariciando su rostro con preocupación.
Marshall tenía recuerdos vagos, pero al ver el rostro de su amado sonrió suavemente, recordando la razón por la que había hecho todo. La idea de pensar en él había disipado todo el dolor.
—El meteorito... está cerca del agua. Hay... hay mucha agua... —Su mente daba vueltas. Sentía como si estuviera drogado. Soltó una risa, pero pronto se quedó quieto debido a un dolor de cabeza repentino.
—Bien... creo que es suficiente por hoy, lindo. ¿Sí? Vámonos —dijo Chase, sonando culpable. Marshall intentó enfocarlo con la vista. Chase acariciaba su cabello y le limpiaba la frente, que estaba sudorosa. Sabía que Marshall se encontraba débil, por lo que en lugar de hacerlo caminar, decidió cargarlo en sus brazos. Marshall recargó la cabeza en su hombro.
—Estará bien, Chase —le dijo Sarah—. Espero. Solo no lo fuerces demasiado.
—Entiendo.
Marshall volvió a cerrar los ojos, agotado. Nuevos recuerdos llegaron a su mente, pero esta vez no eran suyos. Se veía a sí mismo en una cama, enfermo, pero no en una habitación pequeña, sino en un cuarto enorme con varias camas y literas a su alrededor. Era un orfanato. Escuchaba la conversación de las hermanas, que intentaban ser silenciosas, pero no lo lograban.
<<—¿Crees que sobreviva?
—No lo sé, pero espero que lo saquen pronto de aquí. Es demasiado enfermizo. Siempre estamos limpiando extra cada vez que se enferma.
—Pero es solo un niño...
—Sí. Uno que se enferma tanto que termina contagiando a todos los demás. Lo mejor sería que nos deshiciéramos de él pronto.>>
Marshall cerró los ojos, esperando dormir.
Al abrirlos de nuevo, volvió a ser él mismo, en el presente. Miró a su alrededor y notó que no estaba en su casa. No reconocía el lugar.
—¿Chase? ¿¡Chase!? —se asustó. Se quitó las cobijas que lo cubrían y gateó un poco por la cama. Al tratar de bajar de la cama, se enredó en las sábanas y cayó al suelo, formando un nudo con ellas. —¡Chase!
Los pasos apresurados se escucharon subiendo las escaleras con impaciencia.
—¿Marshall? ¿¡Marshall!? ¿¡Qué sucedió!? ¿¡Estás bien!? —Chase apareció y se acercó a él rápidamente, ayudándolo a levantarse y quitándole las sábanas enredadas.
—¿Dónde estoy...? —preguntó Marshall, confundido.
—Estás en mi habitación. Te traje porque estaba más cerca que tu casa... lo siento.
—No, está bien. Solo me sorprendió.
—Vamos, te ayudo a levantarte. ¿Te sientes mejor?
—Aún siento mucho mareo. Si me levanto, voy a caer.
Chase lo tomó de la cintura con suavidad y lo ayudó a sentarse nuevamente en la cama.
—¿Cómo fue? —preguntó Marshall, refiriéndose a la investigación.
—Pues ayudó mucho a reducir las áreas de búsqueda. Se hizo más pequeña la zona. Es un avance... aunque no tanto si consideramos que Bahía Aventura está, bueno... en la bahía.
Marshall asintió. Su estómago rugió después de unos segundos.
—Creo que toda esta situación me dio hambre.
—Qué suerte, justo terminé la comida.
—¿Cocinas?
—Sí, algo sencillo. Un guisado. —Chase fue a la cocina y regresó con el plato para Marshall, dejándolo en la mesa de noche. —Marshall... siento mucho todo esto.
—¿Qué exactamente?
—El... obligarte a entrar en todo este proceso. No debí haberte convencido. Solo pensaba que era lo mejor... pero cuando te vi sufriendo ahí... supe que cometí un error. Perdóname.
Marshall observó el rostro arrepentido de Chase y negó con la cabeza. Por más que Chase lo hubiera convencido, fue su decisión el aceptar.
—Está bien. Estás buscando al responsable de muchas vidas destruidas. Es normal que creas que algunas cosas requieren un enfoque... —pensó un momento—. extremo. —Hizo una pausa. —Ven —dijo, extendiendo los brazos para que Chase se acercara.
Chase lo hizo, y pronto ambos se abrazaron en la cama. Marshall acarició su cabello mientras sentía las suaves caricias que Chase dejaba en su cintura. Esa cercanía tranquilizó a ambos.
No pasó mucho tiempo antes de que ambos terminaran cenando juntos.