Caminaba por el largo pasillo del cuartel general bajo la mirada atenta de diferentes compañeros. Mikasa no era una cualquiera y su forma de luchar y de ser era reconocida por todos, tanto veteranos como noveles. Saludaba a quien se le arrimaba y preocupaba por ella, dando paso a respuestas vacías. Se acercó a la sala de reunión donde la esperaba el nuevo comandante. Era un hombre que estaría en los cuarenta y poco que provenía de una de las zonas del norte, la cual no sabría especificar porque en realidad le daba igual.
Le observó levantarse con ánimo al verla entrar por aquella puerta, colocándose bien las gafitas que protegían sus negros ojos. Tenía una cara algo arrugada para su edad y una nariz bastante llamativa por lo grande que era. Sin duda, mucha nariz para tan pocas gafas. Su cabello también era negro como sus ojos, aunque empezaban a asomarle ciertas canas entre tanta mata negra.
—Mikasa Ackerman, ¡qué placer! —Saludó con emoción, pues había escuchado tanto hablar de ella que tenía muchísimas ganas de conocerla— Me llamo Mateo Silva, un placer. —Se presentó emocionado mientras estiraba su brazo con su mano totalmente abierta— No te presentes, ya te conozco. Tu nombre te precede.
Aquello la incomodó un poco, pues tampoco es que le gustase mucho aquel tipo de trato. Aceptó el saludo de su comandante, quien estrechó su mano con cuidado.
—Espero que nos llevemos bien y avancemos en sintonía frente a esta guerra. —Añadió con seguridad, lo que la sorprendió por completo. Algo le hizo sentir cómoda, por lo que sólo fue capaz de asentir— Supongo que ya sabrás que muchos de tus compañeros de formación se han marchado de camino a las negociaciones, lo que hace que nos hayamos quedado con una remesa de jóvenes promesas para seguir avanzando en el control del terreno. —Sólo asentía tras cada palabra— Hay… Órdenes para ti. La principal es que la reina ha solicitado que formes parte de su escolta privada. —Notó la sorpresa de la contraria— Pero no a tiempo completo. La reina sabe perfectamente que sería una situación complicada debido a su relación y sólo te quiere cuando Eren no esté presente y tenga algún tipo de evento fuera de su zona principal.
—¿Por qué yo si no formo parte de la policía militar? —Fue lo único que se atrevió a preguntar.
Notó al comandante tragar con intranquilidad antes de proseguir— Supongo que porque se siente segura contigo. Eres la mejor soldado que tenemos, así que es casi un halago.
—No quiero halagos.
—Lo sé, pero no podemos rechazar o negarnos a la petición real. Seguirás dentro del cuerpo, pero la reina ha solicitado tenerte a su lado de forma expresa. Obviamente si te encuentras en alguna misión no la abandonarás para…
—Entonces tenme siempre fuera de los muros. —Solicitó de pronto.
Aquello le pilló totalmente de sorpresa, no pudiendo evitar soltar un largo suspiro— Ackerman… No puedo decir que te entienda, pero intentar mirar para otro lado o intentar estar lejos del problema no va a hacer que se solucione. No sé qué ocurre y lo poco que sé… —Suspiró de nuevo— Mira, no voy a ser un padre, pero si necesitas que alguien te deje su hombro ten claro que el mío va a estar ahí. No sé cómo de sola puedes sentirte, pero cuenta con mi apoyo, por favor.
Tragó saliva con debilidad, pues aquellas palabras la habían sentado como un tiro no letal, como si dentro de sí hubiera dejado un reguero de sinceridad y esperanza que muy pocas veces había sentido. No supo qué decir y verle reír con debilidad la despertó del nuevo estado introspectivo en el que se encontraba. Tenía una risa la mar de curiosa.
—Perdona si he molestado. Sé que peco de intenso, pero este cuerpo es tan terrorífico que de verdad quiero que os sintáis bien en todo momento. No puedo decir que debemos ser una familia porque si no cada vez que perdamos a alguien nos vamos a deprimir, pero sí quiero que tengamos confianza ciega. Y eso es lo que pretendo con todos.
—Entonces cuenta con mi hombro también. —Aquello le hizo carcajear con tanta fuerza que hizo que se le escaparan más de una lágrima. ¿Estaba aprovechando aquello para desahogarse? Le escuchó agradecerle de todo corazón, pues en todo el tiempo que llevaba en el cuerpo nadie se lo había dejado caer— Lo digo de en serio.
—Y yo también, Ackerman. Y yo también. —Ante aquello asintió sonriente mientras aprovechaba para sacar de una pequeña carpeta unas pocas hojas— No voy a tenerte siempre fuera de los muros, pero sí que en un mes te voy a sacar unos tres meses, ¿te parece bien? —Cuestionó mientras leía los papeles.
—¿Un mes aún?
El comandante cogió aire antes de responder— Es que la reina tiene un evento la semana que viene que durará dos y con los preparativos de la siguiente, pues un mes. —La vio dejar caer sus hombros débilmente— Es sólo ella. —Puntualizó.
Es que le daba igual que sólo fuera Historia pues lo que no quería era tener ningún tipo de relación con ella ni con nada con Eren y ya el simple anuncio de que la quería a su lado hizo que algo dentro de sí se removiera. No iba a comportarse como una niñata inmadura, pero es cierto que no podía negar el hecho de que no le gustaba nada el tener que compartir tiempo con su ex-compañera, pues sentía que estar a su lado era como estar al lado de Eren. Y eso ahora mismo dolía a morir.
—Y después iréis a una zona inexplorada más allá del Distrito Quinta. Será sencillo: recopilar información y limpiar un poco la zona. —Anunció aprovechando para estirar su brazo una vez más, mas ahora para acercarle los papeles de su futura misión— Irás con tres veteranos que también son del norte. Mis mejores chicos, si me permites añadir. Mimi Devi, médica, John Müller, cartógrafo, y Mateo Silva, que estará en tu misma posición.
El último nombre la sorprendió, haciendo que el comandante volviese a reír con fuerza y asintió al ver su sorpresa— ¡Sí, sí, es mi hijo! Es mi orgullo y te prometo que no será una carga para ti. Ni él ni los otros dos, de verdad. —Añadió entonces mientras se levantaba de su asiento de nuevo para caminar hacia la puerta. La abrió con una amplia y sonrisa e hizo pasar a tres personas, las cuales supuso que eran las que habían sido presentadas— Ellos son. Los cuatro formaréis equipo, espero que esta sea la primera de muchas.
Los tres invitados tendrían su misma edad y la saludaron con una energía que hasta la hicieron ruborizarse.
—¡Me llamo Mimi Devi, todo un placer! —Hizo una enorme reverencia tras su presentación. Tenía una sonrisa que no le cabía en la cara, mostrando unos dientes perfectos. Tenía su pelo castaño recogido en dos moñitos, una cara pecosa bien balanceada, destacando sus labios carnosos y unos ojos almendra que destilaban pasión por lo que estaba haciendo— Soy la médica, así que no me ocultes nada que seguro que podremos curarlo.
Mikasa respondió con una leve reverencia.
—¡Yo soy John Müller, un placer también! —También hizo una reverencia tras su presentación. Él le recordó a Armin con su pelo rubio y ojos azules, pero su cara era más tosca y alargada— Cojeo bastante en la lucha, pero me puedo defender. No obstante, no seré una carga, ¡lo juro!
Volvió a responder con una leve reverencia, lo cual empezaba a incomodarla de más ya que aquellas presentaciones sabía qué estaban significando: era la capitana del equipo. Y eso no le gustaba demasiado.
—Y yo soy Mateo Silva, ¡un placer! —Copió entonces a sus compañeros. El nombre daba pistas, aunque su padre no se pudo contener mucho y rápidamente afirmó qué parentesco tenían, pero de no haberlo hecho tan sólo con el nombre y la apariencia ya se podría confirmar que tenían parte de la misma sangre corriendo por sus venas— Me encargaré de la defensa como tú, así que espero que podamos trabajar bien en equipo, Mikasa Ackerman.
—Un placer, chicos. —Sólo pudo añadir tras aquellas presentaciones— Pero… Sé qué significa esto y me gustaría que no me vierais con esos ojos. No me gusta la idea de ser la capitana, así que os ruego que nos comportemos por igual. Confiando plenamente en nosotros y eligiendo por igual para que la misión sea lo más favorable posible.
Se hizo el silencio y las caras de los presentes la sonrojaron de nuevo. Mimi la observaba con una devoción aturdidora pues sus ojos estaban brillantes por la emoción. Y John y Mateo se quedaron embobados mirándola.
—¿He dicho algo malo…?
Aquello hizo que los presentes rompieran a reír, dejando con una interrogante enorme a la pobre Mikasa, quien los miraba con una vergüenza creciente.
—¡Cuenta con nosotros! Esto también es raro para nosotros, pues siempre hemos estado siguiendo órdenes, así que veremos cómo sale todo. —Fue cuando habló Mateo animado— Pero me gusta esto de que seamos iguales, seguro que todo irá bien.
—¡Sin duda! —Añadieron los otros dos con emoción. Aquello les gustó y no iban a negar que se les hacía algo raro tener que crear equipo con una leyenda como Mikasa. ¿Cómo tratarla después de todo lo que se decía de ella? Los tres compañeros se conocían desde que entraron y habían visto a muchos compañeros morir en batalla, igual que Mikasa, pero ellos se mantenían y tenían los unos a los otros, pero ahora tenían que vérselas con una desconocida la cual, lejos de ser lo que pensaban, pareciera que los había comprendido a la perfección.
—Entonces… ¿Nos vemos en un mes? —Ordenó sin fuerza. ¡Qué barbaridad, si ella no estaba hecha para esas cosas! Fuera de cuando estaba centrada en cuidar y proteger a Eren, sólo había servido para seguir órdenes y desobedecerlas cuando su hermanastro estaba en peligro, nada más. Y ahora se veía sola y teniendo que liderar o no liderar un equipo de tres personas que no conocía de nada.
—¡Nos vemos en un mes, capitana Ackerman! —Bromeó entonces Mimi antes de salir con su ya simbólica sonrisa. La puerta se cerró tras ellos.
—No me esperaba esto. Ellos estaban nerviosos porque se habla tanto de ti que no sabían qué esperar.
—No pretendo que seamos una familia, pero sí que tengamos confianza ciega en nosotros. —Añadió con seguridad, la cual era la primera vez que la sentía desde hacía un mes. Cogió aire con sorpresa incluso consigo misma para dirigirse hacia la puerta— Si no hay nada más, tengo que irme.
El comandante Silva carcajeó una vez más mientras hacía espasmos con sus manos, como si la estuviera echando entre broma. Cuando la vio salir y cerrar tras sí la carcajada se terminó y todo se ensombreció en él— ¿Qué queréis hacer con ella…? —Susurró entonces mientras se acercaba a la ventana y observaba a los cadetes entrenar. Algo se estaba cociendo y no era bueno.
***
El corazón se le iba haciendo cada vez más pequeño según se iba acercando a la tumba de su amiga. Había comprado un pequeño ramo de flores de camino y ahora sólo podía recordarla en todos aquellos momentos que habían vivido. No tardó mucho en verla aparecer por el horizonte y sólo pudo coger aire de forma intensa para soltarlo con una pena terrible.
Llegó entonces y dejó el ramo encima de la tumba. Estaba limpia y había otro ramo ahí también, seguramente el de Connie la mañana de su marcha. Se arrodilló y sólo se pudo quedar observando el retrato a mano y su nombre en ella. La echaba de menos, igual que estaba echando de menos a todo el mundo.
—Sasha… —La llamó e hizo una pausa, esperando la respuesta de la aludida— Me siento fatal… —Al terminar de decir aquello no pudo evitar romper a llorar con fuerza. Quizá era una tontería, pero sentía que no podía hablar con nadie de lo que sentía y que allí era capaz de desahogarse y de mostrarse tal y como se sentía. Se apoyó en la tumba y rompió a llorar— No qué pasa, pero te juro que todo está mal. Y me siento mal porque no he venido a verte en ningún momento y ahora lo hago para contarte todas mis penas… Soy de lo peor, Sasha… —Las lágrimas le caían sin ningún tipo de control— No sé si alguna vez fuiste consciente o qué, pero te juro que has sido mi mejor amiga y ahora es como si me viniera todo de golpe. Me he quedado sola y no ha sido hasta entonces cuando me he dado cuenta de todo ello, de todo lo que he tenido y he perdido… Y mira que me lo habíais intentado decir por activa y por pasiva… —Intentó relajarse acomodándose de nuevo sobre sus piernas— Y voy de cagada en cagada. Me acosté con Jean anoche… —Decir aquello le pinzó el corazón e hizo que un calambre la recorriera de arriba abajo, lo cual no supo cómo definir. Suspiró de forma tendida— Supongo que ahora la patata se te habrá atragantado, pero sí, ocurrió y no sé cómo debo sentirme, ¿sabes? Y no sé si es bueno que se haya ido y no tener que verle, pero cuando no estoy haciendo nada, cuando mi mente se queda sin trabajo, me viene a la mente. Y no lo entiendo. Le pienso una y otra vez y me siento estúpida. —Volvió a suspirar de forma tendida antes de dirigir su mirada al sol, el cual empezaba a ponerse tras el muro— He venido con poco tiempo, pero lo haré más a menudo, créeme. Historia ahora quiere que forme parte de su escolta personal y en un mes saldré de los muros, pero te iré contando todo para que tengas cosas que decir por ahí arriba, ¡pero lo de Jean es un secreto, eh! —Rió débilmente, qué absurda se estaba sintiendo. Se levantó para acariciar por última vez la tumba— Nos vemos pronto, Sasha.
Tras la despedida empezó el camino a casa, viendo como en su avance los farolillos empezaban a ser encendidos. Un día más en su vida.
***
Con pose rígida y haciendo el saludo formal, esperó a que el carruaje real se parase frente a ella. Una semana había pasado en un pestañeo y ahora daba inicio dos semanas en las que tenía que convivir con su ex-compañera Historia Reiss, reina de las murallas.
La puerta fue abierta con cuidado por uno de los escoltas reales, dejando ver el interior del carruaje. Y el corazón se le congeló de golpe al verla salir. Ella preciosa como siempre, radiante incluso, con una sonrisa en su rostro, la cual se ensanchó aún más al ver a su compañera. Bajó del carruaje con la ayuda de dos de sus damas.
—¡Mikasa! —Exclamó emocionada mientras perdía los modales y se tiraba hacia ella para abrazarla con una fuerza nada propia de ella— ¿Cómo has estado?
No pudo responder, pues su corazón seguía totalmente congelado por la imagen que acababa de ver. Se había estado esforzando con todas sus fuerzas para tragar los sentimientos que pudiera sentir, pero no estaba nada preparada para verla en aquel estado. En absoluto.
—Oh, entiendo… —Añadió entonces al percatarse de la sorpresa de su amiga— Estoy de cinco meses y con todo el lío apenas he podido hacer el anuncio oficial antes. Por eso esta misión, pues quiero anunciarlo en el centro de cada muro y sólo contigo a mi lado puedo sentirme segura.
La cabeza empezó a rabiar de dolor debido a la tensión de todo lo que estaba intentando asimilar.
—No es… Arriesgado… Quiero decir, un comunicado habría sido…
—Quiero ser cercana con mi gente, Mikasa. No una reina que se esconde entre sus paredes de cristal y vive alejada de todo. Si veo cómo reaccionan, podré seguir avanzando en crear un territorio unido y fuerte. —Respondió con contundencia, pues se notaba que había estudiado cada posibilidad y había elegido la mejor tanto para ella como para el resto de su pueblo.
Sólo pudo asentir con debilidad, sin perder ni un poco su saludo de respeto hacia la reina.
—Por favor, no te quiero así, lejos de mí. —Agarró la mano de su compañera para romper con su formación— Y créeme que sé lo duro que tiene que estar siendo para ti, por eso quiero dejarte claro que en ningún momento he querido hacerte daño.
—Lo sé.
—No, no lo sabes. Sé que tu relación con Eren ahora está muy mal, pero me esforzaré para que…
—No, mi reina. —La cortó sin pensarlo— No necesito que medie nada, pero se lo agradezco. —De pronto la distancia entre ambas se hizo enorme. Historia sintió una pena terrible, mas lo que la desconcertó es que ella parecía haber asimilado aquella situación, como si hubiera algo que la hubiera salvado de la perdición.
—Mil disculpas. Espero que esto no afecte a nuestra relación.
—En absoluto.
Mikasa era un témpano de hielo y descifrarla estaba al alcance de unos pocos. No es que pretendiese ser su mejor amiga, mas era cierto que después de todo lo vivido ella empezó a sentir también la soledad emerger de su interior. Eren fue un punto de luz entre tanta oscuridad, pero pronto empezó a apagarse y tras el anuncio de su embarazo empezó a alejarse de todo el mundo, como si aquello fuera algo tan esperado como inesperado. Y entonces recordó a Mikasa y sólo la quiso a su lado, pues era lo único que le quedaba de sus mejores tiempos en la formación, no obstante, se había casado y quedado embarazada de su hermanastro, a quien le dedicaba total devoción, lo cual sin duda alguna había creado una fisura irreparable entre ambas.
—Mikasa… No me odies. —Rogó antes de iniciar su paso hasta el interior de la fortaleza. El corazón de la mencionada volvió a volcarse, como estaba siendo habitualmente.