***
Pasaron tres horas y el muro estaba intacto y ya iban por la mitad de la comprobación. Aquello le sonaba mucho y todo empezó a desmoronarse. ¿Dónde estaban los titanes y cómo era posible tener una zona perdida sin fisura en el muro? Su mente empezaba a colapsar ante el no ser capaz de encontrarle una respuesta a todo aquello. Si Armin hubiera estado allí seguramente ya habría encontrado alguna teoría que pudiera darle razón a todo, mas ahora mismo estaba siendo incapaz de verla. —¡Mikasa…! —Gritó en susurro John al ver a un grupo de dos titanes avanzar hacia ellos por la calle principal de la ciudad. —Yo me encargo. Vosotros seguid y me uno en seguida. —Ordenó cambiando su rumbo hacia los enemigos. No tuvo que esforzarse mucho y pronto terminó con ellos, pero fue tocar las tejas del tejado cuando notó un débil mareo hacerse con ella. Algo no estaba bien con ella y de pronto le vinieron las palabras de Mimi sobre su cuerpo. Negó con seguridad para recobrar su porte. Observó los cuerpos de los titanes deshacerse y su mirada se centró en la casa, la cual la tenía a escasos metros. Un leve temblor se hizo con su atención. Un titán escalaba hacia ella. Lo mató sin pestañear. Aprovechó el vuelo de su equipo para rodear el lugar y hacerse con una idea rápida de cómo era y no le defraudó: un desastre que no tenía sentido alguno. Se dejó caer sobre su caballo para salir corriendo del lugar y poder llegar con sus compañeros. Los titanes que allí se encontraban parecieron ignorarla por completo. —¡Eres increíble, Mikasa! —La felicitó emocionada Mimi, quien la observaba con los ojos vidriosos. —Céntrate, Mimi. —La cortó con seriedad sin apartar la mirada del flanco izquierdo. La contraria sólo pudo suspirar avergonzada. —¿Algo interesante? —Cuestionó Mateo sin apartar la mirada del frente. No hubo respuesta— El muro está intacto, Mikasa. Es raro, ¿no te parece? —En su interior empezaba a formarse un malestar indescriptible. Cuando la Muralla María cayó y los titanes entraron, muchos de los distritos quedaron expuestos, pero al recuperarla hubo un proceso de reconstrucción y de reconquista por los territorios caídos. Algunos de ellos ya estaban recuperados por completo y otros estaban en proceso, ¿pero qué pasaba con Quinta? Si los titanes no podían entrar porque la muralla estaba intacta, ¿cómo era posible que no se hubiera limpiado y reconstruido la zona ya? Y en el hipotético caso de que no le hubiera tocado el turno, ¿cómo esperaban a traer a unos veteranos para recuperar a un hipotético grupo de supervivientes? Todo aquello no tenía ningún sentido y sentía como si estuvieran jugando con ellos. ¿Por los cadetes? ¡Si los cuatro veteranos no llevaban nada de tiempo cuando ya salieron por primera vez de los muros! Chasqueó con molestia, pues odiaba sentirse como un ratoncillo atrapado. —¡Mateo, céntrate! —Mikasa le llamó la atención con seriedad, haciendo que el mencionado se despertase de sus pensamientos— No es el momento de frustrarse. Si la muralla está intacta nos iremos a resguardarnos y entonces hablabamos de lo que pensamos, pero ahora céntrate. Sólo pudo asentir sin poder obviar el pinchazo que se había hecho con su corazón. Igual Mikasa no sería la mejor capitana del mundo, según ella, pero a él le estaba ganando por completo y no le importaría seguirla hasta el fin del mundo si siempre iba a ser así.***
Seis horas habían tardado en cubrir toda la muralla. No habían tenido muchos contratiempos, más allá de hacerse con varios grupos de titanes que entre Mikasa y Mateo se habían encargado. El sol estaba alto y después de haber cubierto la primera parte del plan, deshicieron sus últimos metros para adentrarse en el bosque ya que según John siempre había alguna casa oculta. Así fue. No era la más protegida del lugar, pero la protección de los árboles le venía genial para poder defenderse en caso de algún posible ataque titán. Mikasa bajó de su caballo y le cedió las riendas a Mimi, caminando hacia la puerta principal de la casa. Hizo una seña para que Mateo la siguiera y así asegurar realmente el lugar. Él sólo obedeció mientras los otros dos se apartaban para acomodar levemente los caballos. Abrió la puerta principal, cuya gritó de inicio a fin. Mikasa entró con cuidado sin perder ni un ápice de la alerta que desde que entró en la zona había adquirido. Limpio. Abrió la siguiente puerta que daba paso a una habitación. Limpia también. No era una casa grande, cosa que agradecía para no tener muchas esquinas que vigilar. Era de un solo piso y tres puertas que daban a tres estancias diferentes y todas ellas limpias, lo cual hizo que suspirase con alivio al revisar la seguridad del lugar. —Todo limpio. Mateo salió para dar la noticia y así sus compañeros pudieron empezar a desmontarse de los caballos. John se encargó de traer el equipaje de cada uno, mientras que Mimi se encargaba de los caballos. Mikasa cerró las ventanas con las persianas de madera para impedir que los titanes se percatasen de su presencia. La oscuridad iba haciéndose poco a poco más inmensa, pero Mateo estuvo rápido y al ver el proceder de la morena buscó una de las lámparas para poder iluminar un poco el lugar. John no tardó en volver a entrar con las últimas cosas con la compañía de Mimi, quien se encargó de cerrar la puerta tras de sí. —Ya lo tenemos todo aquí. —Anunció John dejando la última bolsa en la esquina de la sala— No ha ido mal, ¿verdad? —No, pero estamos de acuerdo en que esto es muy raro, ¿verdad? —Aportó Mateo con frustración— No tiene sentido nada de esta misión. —La verdad es que no. ¿Qué hacen los titanes aquí encerrados? —Ya no es que estén encerrados. Al recuperar la Muralla María se iba a dar paso a la reconquista y reconstrucción de los distritos caídos, por lo que tuvieron que entrar por la puerta principal y de ser así… —Mikasa cogió aire con intensidad— ¿Por qué tenerlos aquí sin más? No es que vayan a entrar y la vigilancia desde lo más alto debería ser efectiva. —Se sentó en una de las sillas de la sala para intentar meditar todo lo que se le estaba pasando por la mente. —Si no hay apertura en el muro se supone que hace años que esta zona debería estar limpia y por muy cadete que seas no dejas pasar la seguridad de unos supervivientes así porque así… —Añadió Mimi con pesar. —Eso es lo que me mosquea. ¿Y acaso es para una misión de tres meses? Pensaba que era asegurar el terreno e informar del nivel de peligro del mismo, ¡pero esto lo deberían tener controlado hace tiempo! —Mateo se encendía tras cada idea que perforaba su mente— No pueden ser tan inútiles. —O hay algo que no quieren hacer… —Aquella aportación de la capitana silenció al grupo— El capitán Luto tiene unos ventanales increíbles que le da una panorámica del lugar, ¿cómo se te escapan siempre los supervivientes? Tienen que tener un patrón. La casa está abandonada y si están ahí, viven en su sótano, por lo que harán grupos y saldrán tras ciertos días para abastecerse de todo lo necesario para aguantar otros tantos bajo tierra. Alguien que observa el lugar todos los días debería tener una idea del patrón de cuando los titanes se ponen nerviosos. —Entonces… ¿No han querido hacer nada para que nosotros nos encargásemos de todo? ¿Qué sentido tiene? —Mikasa negó a John a modo de respuesta— ¿Tan grave es lo que hay como para tenernos tres meses? —O igual sí son conscientes de que hay un patrón y quieren que nos hagamos a él para acercarnos a los supervivientes. —Mikasa pensó en aquello mientras tocaba sus labios con su mano derecha, pensando en todo momento qué era lo que estaba pasando por la cabeza de los altos mandos— Cuestión de confianza, quizá. —¿Qué? —Mateo no entendió para nada aquello último. —Unos cadetes igual no saben relacionarse con unos supervivientes que después de siete años han tenido que adaptarse a una vida cruel y peligrosa. No tienen ni idea del terror que dan los titanes y puede que no sepan entender el estado de esa gente. —¿Quieres decir que nos han elegido porque sabemos la mierda que hay fuera de los muros? —Mikasa alzó sus hombros sin más— Tampoco es que nosotros hayamos estado fuera mucho. Mimi siempre ha estado en la retaguardia y John a camino asegurado, ¿qué vamos a hacer nosotros? De todos tú eres la que más experiencia tienes. —Entonces es por eso que Eren la eligió. De todos los veteranos que dispone la corona, la que más experiencia ha tenido fuera de los muros es Mikasa. —Aquella aportación de Mimi pareció darle algo de sentido a aquella situación, pero aún así era pronto como para estar tranquilo. Nadie terminaba de comprender qué era lo que había pasado por la cabeza de Eren y su equipo cuando les eligieron y mucho menos para enviarles a una zona de sobra vigilada, pero alguna respuesta tenía que haber y aunque los tres amigos eran veteranos, era cierto que ni de lejos tenían el bagaje de Mikasa en el campo de batalla. ¿Qué era lo grave como para no querer salvar una zona que hacía tiempo que se podía haber salvado? Nuevas preguntas se producían en aquellas mentes y si seguían así, incluso la teoría con más peso iba a dejar de tenerlo por lo que Mimi anunció que iba a preparar algo de comer ya que llevaban todo el día sin haber probado bocado. Aquel anunció descompuso el cuerpo de Mikasa, quien de pronto sintió una leve punzada en su estómago para tener que salir deprisa y corriendo al exterior. Llegó como pudo al final de la parcela para soltar el poco alimento que tuviera en su interior. Sintió morir en aquel instante. Ella no era de vomitar y las pocas veces que tuvo que hacerlo era como si muriese en el intento. Lo odiaba. No tardó en notar a Mimi tras ella, acariciando su espalda con cuidado. —¿Te encuentras mal, Mikasa? —Su voz sonaba preocupada mientras acariciaba su pelo con cuidado y pronto notó como su frente se había llenado de sudor— Sé sincera conmigo, por favor. —Estoy bien… De verdad. Me ha venido de pronto. —¿Te has mareado o algo? —Antes sí, pero se me ha pasado rápido. —A ver si es que estás incubando algo, Mikasa. —Plantó su mano en la frente contraria y no le notó nada de fiebre, pero no había duda de que algo estaba peleando en su interior. Ya se lo notó en el baño y ahora con un mareo y el vómito, ¡sin duda algo había! Pero sin fiebre y sin más síntomas no se atrevía a medicarla a ciegas— Hagamos una cosa, ¿vale? —Estoy bien, Mimi. —No, no. —Negó con seguridad— Algo hay, pero no me atrevo a darte un tratamiento, pero ayer el dolor de cabeza, tu cuerpo llevando su energía hacia otro punto importante para luchar en su contra y ahora el mareo y vómito… ¡Sin duda estás teniendo algo! Así que te ruego que cualquier cosa que sientas extraña me lo comuniques. No podemos dejar que empeore. —Hablaba con su tono médico mientras la ayudaba a levantarse con cuidado. —Vale, vale, pero no ha sido nada, no te preocupes. —¿Todo bien? —Mateo se acercó corriendo para aportar la ayuda necesaria. —Está incubando algo, pero no me atrevo a tratarla a ciegas. —Entonces es mejor que no te sobreesfuerces, Mikasa. —Por favor… —Aquello la incomodó de pronto. Se sentía débil simplemente por haber vomitado y lo peor de todo es que ahora se estaban preocupando por ella simplemente por ello. Chasqueó de mala gana por toda la atención recibida, lo cual fue ignorado por sus compañeros quienes hablaban sobre cómo debían proceder.***
Cayó la noche y Mikasa fue la que decidió vigilar la primera el lugar. En un inicio se quedó dentro de la casa, observando a través de la ventana, pero necesitaba algo de aire fresco y decidió salir para pasear por el límite de la zona. Una leve brisa se hacía notar entre los árboles del bosque, haciendo que cerrase sus ojos para dejarse llevar por aquella agradable sensación. —Y así conectas con la naturaleza. Le vino de pronto la voz de Sasha. Justo le vino aquel recuerdo de la guardia juntas. Se encontraban en una zona parecida y ella la animó a dejarse llevar por la magia de la brisa. La observó cerrar sus ojos y abrir sus brazos para notar el bienestar que le aportaba aquella conexión natural con todo aquello. La miraba con atención y sintió algo de envidia pues parecía que con poca cosa se conformaba. —Esto limpia. —Añadió sonriente mientras se acercaba a ella y le quitaba el arma de sus manos— ¡Va, anda! —Accedió a regañadientes y no sintió nada— Qué idiota, sé que lo has hecho para que me calle, pero si alguna vez consigues conectar, dame las gracias. Un pinchazo se hizo notar en su corazón. Se abrazó a sí misma— No llores, tonta, no llores… —Se repetía una y otra vez mientras iba avanzando en su guardia. ¿Por qué ahora no era capaz de recordar nada sin sentir que su mundo se desmoronaba? No estaba siendo ella y desde que se despidió de Historia ya lo notó, como si algo dentro de sí estuviera cambiando a pasos agigantados. Estaba pasando por malos meses, no obstante era algo interno, como si su estado natural ahora se hubiera dado un vuelco por completo. —Esto limpia. —Le vino una vez más la voz de su amiga a la mente. Sólo paró y volvió a dejarse llevar por la calma de la noche, por el abrazo de la brisa, por la compañía de la luna y de pronto todo desapareció. Sintió una calma total, una calma como nunca antes la había sentido que vino acompañada de paz. Cogió aire con profundidad antes de abrir sus ojos con lentitud y fue cuando observó la luz de la antorcha frente a ella. Dejó caer sus brazos antes de empezar a caminar con rapidez hacia el foco de aquella luz y pudo percibir la figura de una joven demacrada. Se quedó helada. —¿Hola…? —Fue todo lo que pudo decir, siendo suficiente como para que la joven empezara a correr hacia el interior del bosque. No la siguió y no supo el motivo. No esperaba encontrar a ningún superviviente si debía ser sincera, por lo que tener el contacto con una de ellos ya la hizo quedarse totalmente en blanco. Miró a su alrededor y de pronto se percató de que había más focos de luz entre el bosque. Sólo pudo alzar sus manos como muestra de que no era una enemiga— Hemos venido a buscaros, pues hace tiempo se percataron de un comportamiento extraño en los titanes. No somos enemigos, de verdad que queremos llevaros de vuelta y despejar la zona. Los focos de las antorchas se fueron apagando uno a uno y su voz despertó a sus compañeros, quienes salieron alertados del interior de la casa. —¿Mikasa? —Mateo corrió hacia ella con cierto pavor. —Es cierto, Mateo… Hay supervivientes y nos han seguido. —Aquello sorprendió al resto del equipo, quienes se miraron con total incredulidad— La confianza… —Susurró entonces bajando los brazos con lentitud— No se trata de sólo traerles de vuelta, sino de hacerse a ellos y que quieran volver. —Entonces creyó entender de qué se trataba aquella misión, pues iba a ser imposible llevarlos de vuelta tras siete años encerrados en aquel infierno. Serían un grupo cerrado y hermético que no iba a dejar que su realidad ahora se viera alterada— Tenemos que planear cómo hacerlo. Fue tajante. Su mente ahora no podía eliminar el rostro demacrado de aquella joven, por lo que caminó hacia el interior de la casa para agarrar una de las carpetas con los datos de todas la víctimas y desaparecidos que se habían reportado del distrito Quinta. Ella debía estar ahí y debía conocerla para poder acercarse en su próximo encuentro. Sus compañeros entendieron qué era lo que estaba haciendo y mientras John se fue a preparar una buena jarra de café, el resto cogió una carpeta cada uno. Mikasa alzó la vista y Mateo, alzando las cejas y ladeando su rostro hacia las carpetas, le cuestionaba cómo era quien estaba buscando. Iba a ser la primera de las muchas noches largas que les esperaba.