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Miraba a través de la ventana que daba lugar al centro de aquella ciudad subterránea sin dejar de negar por todo lo que Mikasa les acababa de contar. No era posible que una simple misión de reconocimiento acabase de pasar a un descubrimiento terrorífico de investigaciones secretas con los titanes. Es que no había manera de que aquello pudiera ser cierto. Mateo se rascaba la cabeza con malestar como si aquello fuera a ayudar para hacer que todas las palabras escupidas por su capitana sonasen menos letales. —Pero… ¿En qué momento? —John estaba igual que Mateo, sin ser capaz de creerse ninguna de las palabras de Mikasa. Todo el mundo estaba metido en el ajo y aquello podría suponer un enorme problema porque el propio rey estaba en relación con las personas del lugar— Es que no pongo en duda lo que te han contado… Pero es que… Estamos hablando de que es algo que mínimo tiene siete años. —Mi teoría es que Jimmy estaba llevando a cabo una investigación paralela desde hacía muchos años y que desde que se descubrió que Eren podía transformarse se fijó en él. Y ha llegado lejos. ¿Con qué intención? Eso ya no lo sé. Mimi escuchaba hablar a Mikasa con atención, mientras se mantenía acurrucada sobre ella. ¿Cuándo consiguió la confianza para ello? Ni idea, el caso es que se apoyó sobre ella, abrazándola con debilidad y Mikasa no se quejó, así que no abortó su idea de sentirse protegida por su persona. —Tenemos al rey metido en esto, Mikasa… Esto no es una misión cualquiera… —Lo sé, Mateo. Estamos hasta arriba del problema y aún no sabemos nada. Cuando Hugo me ha dicho lo de Virginia es como que de pronto su mente se ha desconectado y ya no iba a dar más información. —Suspiró con intensidad mientras comenzaba a acariciar la cabeza de Mimi con cuidado, cogiendo mechones de su pelo y enredando sus dedos en ellos. —¿Qué vamos a hacer? —Susurró Mimi con calma. —Depende. —Los tres ahora esperaron con impaciencia las siguientes palabras de la capitana— Creo que estoy entendiendo qué papel tengo aquí y depende de lo que descubramos, será lo que digamos. Eso sí, estad tranquilos que no os pasará nada. Todo recaerá sobre mí. —¿Estás idiota? —Mikasa miró con molestia a Mateo por haberla faltado así— ¡No te vamos a dejar sola! Si es bueno entonces todos guay, pero si es malo… ¡Oh, no, Mikasa! Aquí estamos todos en esta mierda y vamos hasta el final. Hasta esa criatura hipotética. Aquello último hizo que Mikasa diera un leve repullo. En su interior nació una vergüenza difícil de explicar. Sentía esas mariposas de las que tanto había oído hablar y de las cuales siempre renegó porque eran chiquilladas. Aparecían con fuerza ante la simple idea de un posible embarazo, de tener algo propio y único con Jean. Y tal cual, un pinchazo letal se presentó en su cabeza. Cerró los ojos con fuerza intentando no mostrar ni un atisbo de dolor. No quería preocupar a nadie. —¡Ay, ahora tienes que estar embarazada, Mikasa! —¡E-ey! —Podía agradecerle aquel comentario sanador, pues había conseguido que el pinchazo se fuera de golpe, algo nunca antes vivido, pero no era tan atrevida como para mostrarse tan sincera ante aquello. —¡En serio! Estamos súper emocionados y ojalá… —Mimi se separó ahora haciendo un leve puchero de la emoción mientras que John y Mateo sonreían por lo bajo— Es que imagina que esto es un punto clave para la historia, ¡esta criatura ha estado desde sus inicios! Será la persona más joven en entrar en la cárcel si la liamos… ¡Es que mira la fantasía! —¡Cállate! —Le dio un golpe con su almohada, lo que sorprendió a la joven que no se esperaba algo así por parte de su compañera. La risa ahora se hizo más notable entre los cuatro. Si estaban hasta arriba de problemas, pues ya los irían solucionando poco a poco.***
Le observaba en silencio comer con un desapego total hacia ella. Había vuelto después de casi cinco meses y medio y su aparición no hizo sino dejarla totalmente desubicada. La saludó, claro estaba, mas sabía que lo había hecho para seguir con su papel de rey delante de todo el mundo, pues después de aquel leve beso en la frente se encerró en su habitación y no había salido hasta la hora de la cena. —Eren. —Se atrevió a llamarle. Le observó jugar con su lengua para recoger los trozos de comida que quedaban por sus encías. —¿Lo sabes? —Historia sólo pudo ladear su rostro interrogante— Mikasa está embarazada. Aquello le paró el corazón y sólo pudo dejarse caer sobre el respaldo de su silla. Se quedó boquiabierta y no supo qué decir. ¿Por qué Mikasa no le dijo nada? Pensaba que se habían convertido en buenas amigas y que le ocultase aquello la hizo sentir una decepción total sobre la amistad que habían construido. —Dicen que cuando vuelva de la misión estará de unos cuatro meses y seguramente estará a punto de saberlo. ¿Te ha contado algo de sus relaciones? —Cogió su copa de vino, con la que señaló al preguntar a su mujer, y se bebió el contenido de un trago— Os habéis hecho muy amigas, ¿no? —No me contó nada… —Apoyó su mentón en su mano izquierda sin dejar de observarle. Notó algo de calma tras la afirmación de que Mikasa no lo sabía, disipando así gran parte de la decepción inicial. —¿Nada? ¿No te dijo con quién se acostó ni nada? —Su voz empezó a alzarse sin ser consciente de ello, volviendo a llenar la copa para terminarla una vez más de un trago— ¡Vamos, Historia! —¡Eren, nada! —Gritó con molestia— ¿Para eso has venido? ¿Para hablar hablar de con quién se acuesta Mikasa? ¡Vienes después de más de medio embarazo y sólo te preocupa eso! ¡Gracias, Eren! Nosotros aquí estamos estupendamente. —Bueno, es mi sobrino o sobrina y obviamente me preocupa. —¿Más que tu futuro hijo o hija? Suspiró con hastío por la actitud de Historia, la cual le estaba empezando a molestar demasiado. Llenó la copa de nuevo para vaciar su contenido de golpe. Miró a su mujer con profundidad, la cual sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo de arriba abajo. —Da gracias de que se haya quedado embarazada porque así nuestro futuro hijo… O hija se ha librado de un futuro horrible. —¿Qué hablas, Eren? —Déjalo. —¡No! —Se levantó de golpe para acercarse a él. Le agarró del cuello de su camisa con rabia sin poder contener las lágrimas— ¡Ni se te ocurra, Eren! No estamos en esa vía. ¡Deja de escucharles! La apartó de un manotazo, consiguiendo que su persona se hiciera terriblemente pequeña ante la terrorífica figura que se alzaba frente a ella. Eren se había convertido en un monstruo. Le dio todo lo que pidió creyendo que realmente estaba pensando en un bien común, pero su forma de ver las cosas estaban lejos de ser tal y como las veía ella. ¿Cómo pararle los pies a alguien que ahora tenía todo el poder en su mano? Volvió a su asiento en silencio. —Es importante que se quede aquí con nosotros, igual que saber quién es el padre. Mikasa tiene que estar en un lugar seguro y qué menos que aquí con su familia. —¿Y no intuyes ni un poco quién puede ser el padre? ¿Nada por tu parte? Se levantó de su asiento con pausa y se marchó con la botella de vino bien agarrada pese a no contener mucho en su interior. La pregunta de su esposa fue como una bomba interna y supo perfectamente quién era el nombre que estaba rondando por la mente de la rubia. De entre todas las personas él no podía ser el padre del hijo de Mikasa. Se negaba por completo. —¡¿Y crees que él te dejará que se quede aquí, Eren?! ¡¿Qué no protegerá a su familia?! —Le gritó por última vez antes de que el portazo hiciera vibrar hasta lo más profundo de su ser. El lugar se quedó totalmente desolado e Historia sólo pudo empezar a temblar de forma descontrolada. Eren era un monstruo.***
El ambiente calmado de la posible noche era bastante relajante. Mikasa se entretenía viendo el tintineo de las pocas luces del lugar. Mateo y John volvían a dormir a pierna suelta y Mimi parecía que también, aunque la duda la despejó cuando se levantó para mirarla con preocupación. —Estoy bien. Sólo me cuesta dormir. —¿De verdad? —Mikasa asintió débilmente— ¿Y te sientes bien de ánimo? —Bueno… Es que no sé cómo me siento. Llevo unos meses en los que todo cambia mucho y ni siquiera sé cómo debo sentirme o cómo lo haría la verdadera Mikasa. —¿Cómo lo haría la verdadera Mikasa? Pues como lo estás haciendo ahora. Es normal que no sepas y más después de todo lo que llevas encima, que es una mochila muy pesada. Cogió aire con profundidad mientras se observaba la muñeca— ¿Tardará mucho en curarse? —Seguro que antes de que terminemos la misión estará perfecta. —La contraria sólo asintió. No era la respuesta que buscaba— Si… Estás embarazada, ¿tienes algún nombre pensado? Negó con pausa. Ni aún queriendo haberse quedado embarazada habría tenido ningún nombre, pues más allá de vivir una vida en calma nunca se había propuesto algo así como ser madre. ¿Acaso le pegaba la simple idea? Le había llegado comentarios en los que Jean había estado fantaseando con formar una familia con ella, mas siempre lo vio como algo idiota de su compañero y al final esa idiotez podría cobrar forma y ser real. Volvió a recordar su rostro y no pudo evitar cuestionarse dónde estaría ahora, qué estaría haciendo y, quizá lo peor, si había encontrado a alguien para sustituirla. —Bueno, aún tienes tiempo. —Aunque… —Mimi la observó con atención— Si fuera niña… Me gustaría llamarla Sasha, como mi difunta amiga. —Una pena la golpeó de lleno al recordarla. No supo en qué momento quiso aquello, pero le vino a la mente y fue un forma de agradecimiento por todo lo que vivieron juntas. Su corazón le debía mucho y aunque a veces era cierto que la hacía desesperarse, le gustaba tenerla a su lado. —Pues ojalá sea una nena. Y así también será la niña de los ojos de su papá, que dicen que se vuelven súper protectores con ellas. No pudo evitar reír débilmente ante aquello a la par que sentía que su corazón vibraba de una manera diferente a la habitual. Y volvió. Jean volvió a su mente. Aquella noche volvió a su mente para ahora seguir ampliando aquel difuso recuerdo, al cual le añadió sus besos cariñosos por su cuello y su mano agarrando su muslo mientras sentía como su respiración entrecortada chocaba con su rostro. Posó sus manos sobre su vientre plano en un acto reflejo para cuestionarse el motivo por el que ahora no estaba sintiendo el terror del inicio ante la idea de un posible embarazo y entonces recordó las palabras de Hugo, aquella confirmación de que aquello fue su mejor error. —Pues es verdad… —Mimi sólo pudo dejar escapar un leve sonido de sorpresa. La miró con atención antes de sonreírle con pena— Qué pena si no lo estoy. Mimi se acercó a ella para intentar hacerle algunas cosquillas, pero Mikasa valía por cien soldados y aunque era una actuación algo infantil para la última, empezó a agradecer la compañía que Mimi le estaba aportando y el apoyo que le estaba dando. —Gracias, Mimi… —Le susurró totalmente agradecida cuando la vio totalmente dormida a su lado.