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—No puedo. —Negó con rotundidad, mientras intentaba serenar su respiración totalmente descompuesta. —Pero mi rey… —¡No, Jimmy! No puedo… Lucas y Jimmy se miraron sin comprender qué era lo que le estaba pasando por la cabeza a Eren. Había llegado totalmente enfadado, destrozando todo lo que encontraba a su paso y maldiciendo mil y una cosas. La felicidad del inicio cuando se enteró del embarazo de Mikasa se había disuelto por completo y desde que su hermanastra apareció en escena, él había enloquecido por completo. Estaba roto, como si su ser se hubiera fragmentado y según el momento aparecía un Eren u otro. Y eso entorpecía muchísimo la investigación. —Eren. Hablemos como amigos y no como compañeros de misión. —Jimmy se acercó ahora al mencionado, sentándose a su lado mientras le observaba golpear con debilidad la mesa— ¿Qué ha ocurrido para este cambio? —La he perdido… —¿A Mikasa? —Eren asintió con rabia— ¿Por qué? —Es por culpa de Jean… Y de ese bebé que viene de camino. —¡Pues por eso, Eren! —Aquella exclamación consiguió que Eren le dirigiese la mirada a Jimmy por primera vez en todo el día— Necesitamos a ese bebé. Quitárselo para que Mikasa vuelva a ti. Y así ya no volverá a alejarse. Se deprimirá un tiempo, puede ser, pero para eso estarás tú a su lado en todo momento, Eren. —Se levantó de su asiento para agarrar el rostro ajeno, el cual golpeaba con debilidad. Expulsaba sus palabras con convicción ante la atenta y apagada mirada del contrario. —¿Y si no es así…? —¡Claro que va a ser! Cuando una persona está completamente hundida cualquier mano le viene bien. Y a ti te debe su vida, ¡cómo no va a aferrarse a ti si volvería a tenerte como única familia! Eren, no dejes que la mente se te nuble, por favor. Esto es muy importante y no podemos perder esta oportunidad. —Pero es que… —Eren. —Lucas cortó las dudas que iban a salir de los labios de su rey. Ahora era él el que se aproximaba con paso seguro— No le dará tiempo. Si lo hacemos tal cual nace, ¡no le dará tiempo! No sobrevivió y ya está. No tiene que saber la verdad, se quedará entre nosotros. Además, su caída al final de su misión nos viene de lujo para que ese desenlace sea real. Es como si el destino nos lo estuviera poniendo en bandeja. Las palabras de Jimmy y de Lucas martilleaban su cabeza sin cesar. Odiaba a ese bebé que Mikasa estaba gestando en su interior y también odiaba a Jean por haberse aprovechado de ella, aunque debiera estarle agradecido por influencia de sus compañeros, mas algo dentro de sí se retorcía ante la idea de arrebatarle el bebé a Mikasa, de ser un tío cruel que iba a utilizar a su futuro sobrino o sobrina en pos de la investigación. Esa parte se sentía horrible por no haber llevado las cosas de otra forma, por no haber escuchado de la boca de su hermana el anuncio de su futura maternidad, de no haber mantenido esa confianza entre ambos como para que ella le confesase todo. Quería volver atrás en el tiempo para impedir llegar a este punto, incluso impedir que su hermana y Jean yaciesen. Prefería poner a la venta la libertad y futuro de su propia hija antes que Mikasa se quedase embarazada. Y cuando lo pensaba se quedaba sin aire. ¿Cómo podía estar dudando por un ser que ni siquiera había nacido y encima era el resultado de un acto sin amor? ¿Quizá porque una mitad de esa futura criatura era de su hermana? Si la vendía, ¿estaría vendiendo a Mikasa? ¿De verdad existía esa garantía de que tras perder a esa criatura ella volvería a sus brazos? ¿Se acabaría el tormento para ambos? No se alejaría, ya no la apartaría de su lado si así sucedía. La necesitaba a su lado, siendo su pilar central. Sin ella a su lado se sentía totalmente perdido en la penumbra de su ser, del mundo. Se ahogaba en él y de nada iba a servir un mundo libre controlado por ellos si ella no estaba a su lado. Entonces sí, debía dejar de lado aquellos sentimientos por una criatura no nacida para centrarse en el futuro, en ese futuro con Mikasa a su lado, siguiéndole de forma ciega como siempre había hecho. Y entonces, con el mundo a sus pies y Mikasa a su lado, la libertad sería una realidad. Algo tangible. Asintió entonces con debilidad, consiguiendo que Jimmy y Lucas suspirasen con calma, pues por un momento ambos creían que la investigación y el futuro estaba perdido.CAPÍTULO 14
12 de septiembre de 2025, 5:21
Contó con el permiso de Historia para poder marcharse, aunque era cierto que la rubia hubiera deseado contar con su presencia durante más tiempo, se sinceró comentándole que entendía que ahora tuviera muchas cosas en mente y por hacer, por lo que no iba a retenerla tal y como tenía pensado Eren, cosa que era un tema que se quedaba pendiente para otra ocasión. Le estuvo completamente agradecida, aunque no iba a negar que lo de la retención de su hermano la dejó con la mosca detrás de la oreja. ¿Iba a ser capaz Eren de retenerla sin su consentimiento? Aunque era cierto que no le reconocía en muchas ocasiones, sí que esperaba que no fuera capaz de llegar a tal nivel.
El viaje en esta ocasión se le hizo largo, quizá porque estaba ansiosa por llegar a su destino y poder sentir, una vez más, su arrebatada libertad. Eren se la coartaba a unos niveles que daban pavor y nunca antes había sentido algo así a su lado. Su refugio, su zona segura, su paz, todo se desmoronaba cuando su hermano estaba a su lado. ¿Y de quién era la culpa? Ella pensaba que era por culpa de algo externo a Eren, de aquellas malas compañías que estaba teniendo, pero algunos de sus comentarios se estaban volviendo en su contra y le empezaba a ser complicado saber si realmente estaba en lo cierto y no era ella el problema. ¿Acaso su estado, su nuevo rumbo en la vida era lo que estaba llevando a Eren a la locura? ¿Era ella la causa de todos los males? Y si así era, ¿cómo se iba a poder solucionar? El carruaje paró y no se percató. Fue la puerta abrirse por el cochero, la cual la asustó, quien le hizo darse cuenta de que había llegado a su destino. Abrazada a su manta como estaba siendo costumbre desde que la tuvo, bajó con la ayuda del conductor. Le agradeció y esperó a que se marchase para empezar su camino hacia el orfanato.
Caminaba con paso lento, mas era porque sentía que apenas tenía fuerzas para avanzar a más velocidad. Estaba agotada y por primera vez, sentía hambre. Llevaba un día entero sin probar bocado y para más inri había vomitado, lo que empeoraba aún más su estado. A medida que se acercaba podía escuchar diferentes sonidos en el interior de aquella humilde mansión, intuyendo que debía ser el alboroto de los nuevos inquilinos que se encontraban allí. Su corazón se empezó a acelerar según se iba acercando, pues parecía que llevaba mil años lejos de allí y aunque todo había cambiado, un enorme nudo se le hacía en la garganta al pensar en el reencuentro con los padres de su difunta amiga.
Tenía la confianza suficiente como para no llamar a la puerta y abrirla directamente. Los sonidos, igual que en el parto de Historia, estallaron al abrirla. El lugar se había llenado de una vida amarga de pronto, pues aunque era cierto que algunos niños de Quinta estaban jugando, muchos se mantenían fingiendo estar bien. Nueve niños debían ser los nuevos integrantes de aquel lugar y después de todo lo que había descubierto, deseaba que así fuera. Cuando estuvo dentro por completo, escuchó el saludo de dos niños, quienes la saludaban con una amplia sonrisa. Parecía que la reconocían. Mikasa les saludó con simpatía.
—Soy Julio y él es mi hermano Remo. —Se presentó el mayor de ambos— Gracias por salvarnos. —Mikasa fue a hablar, pero su mente reaccionó antes y recordó que fueron los dos niños que Oriel le ordenó que salvase antes de morir. Y su corazón se hizo pequeño. Otra vez.
—¡Oh, Mikasa! —La saludó Lisa con una amplia sonrisa dibujada en su rostro al verla— Qué alegría, por favor. —Corrió a su lado para abrazarla con fuerza— ¿Cómo estás? Vinieron tus compañeros de misión con los niños.
—Menos mal. ¿Cuántos vinieron?
—Nueve, ¿por qué?
Negó con debilidad— Quería asegurarme. Todo fue muy rápido.
Sintió un leve beso en su mejilla. Un beso maternal y sanador— No me puedo ni imaginar cómo lo habéis tenido que pasar. Nos dijeron que te tuvieron que ingresar por tu estado y quisimos saber de ti, pero no obtuvimos respuesta. Artur fue a varios hospìtales y nada.
Aquello la sorprendió porque no esperaba que su estado ya se hubiera dado a conocer con tanta rapidez, pero aún más el hecho de que Eren no hubiera sido capaz de calmar a sus compañeros y a la gente que la estaba rodeando. Un punto más de crueldad para él.
—Os pido perdón por la preocupación.
—¡Oh, por favor! —Lisa la abrazó por los hombros para llevarla a la cocina— ¿Cómo lo llevas? —Le susurró ahora con preocupación.
—Lisa… —La madre de Sasha la observó contagiándose de la pena que la contraria estaba empezando a verbalizar— Yo… Todo está mal…
—Oh, tranquila, mi niña. —La abrazó con fuerza, mientras empezaba a susurrarle una melodía que desconocía para relajarla. El cuerpo de la mujer se mecía con suavidad y Mikasa daba gracias a lo que fuera por haber tenido el contacto de dos mujeres maravillosas para sentirse arropada en un momento tan difícil para ella. ¿En eso te convertía ser madre? ¿En una mujer fuerte que es capaz de tranquilizar hasta a la fiera más desbocada? ¿Esa habilidad se desarrollaba con ello? Mikasa se dejó hacer. No sentía que tuviera ganas de llorar, pero sí un gran nudo sobre su persona, pues cómo iba a sentarle a los padres de Sasha el saber que quería ponerle el nombre de su difunta hija a su futura criatura si era una niña.
—Lisa…
—¡Mikasa! —Artur entró con emoción a la cocina. Acababa de llegar de su labor en la caballeriza y los niños ya le habían anunciado la visita de la joven. Se dirigió a la cocina sin dudarlo y la abrazó en cuanto vio que Lisa dejó espacio para ello— Qué alegría verte. Fui a buscarte en varios hospitales, pero no di contigo. ¿Estás bien?
Mikasa asintió con seguridad— Bueno, me caí al entrar en el muro y por eso me tuvieron una semana ingresada, pero bien.
—¿El bebé bien?
—Sí, aunque no puedo hacer nada… —Alzó sus hombros con pena y desilusión— Pero espero que me des alguna faena por aquí porque sino me volveré loca, Lisa.
—Bueno, eso ya lo veremos. —Lisa se giró para empezar a preparar la comida— ¿Quieres comer algo especial?
—Lo que sea está bien. Tengo hambre.
—Los embarazos dan mucha hambre. Lisa comía mucho y mira que era como un periquito, pero es que Sasha… Eso venía de serie con ella. —Artur rió con ánimo al recordarlo.
—Sobre eso… —Tragó saliva para prepararse ante sus propias palabras— ¿Está bien si le pongo Sasha si es niña…? —Y no pudo contener sus lágrimas tras anunciar su idea, como si el nudo se hubiera deshecho de pronto y con ello hubiera dejado escapar todos los sentimientos que estaba intentando contener en todo momento.
—Sasha no es un nombre exclusivo nuestro, Mikasa… —Habló Lisa con cierta emoción en sus palabras.
—Ya… Pero… Al fin y al cabo es por una persona que…
Sus palabras se cortaron al sentir los brazos de Artur abrazarla con fuerza. No dijo nada, sólo sentía como sus manos acariciaban su cuerpo, una su espalda y otra su cabeza. Lo hacía con una actitud paternal que hasta dolía y no podía parar, pero aún lo que más la dejaba totalmente perdida es el no ser capaz de superar algo que ya tenía su tiempo. Sus padres eran capaces de recordarla sin desmoronarse, pero ella, por algún motivo, sentía que no podía avanzar, que la soledad se acrecentaba a día superado y que vivía constantemente en un pasado difícil de superar. Y quizá aquel estaba siendo su problema, que no estaba sabiendo superar aquel pasado y que empezaba a desear volver atrás para poder revivir el gusto de aquellos días añejos y que ahora le eran tan agridulce. ¿Pero en qué momento se tornó así? Ni ella misma era capaz de reconocerse y más cuando nunca había sentido esa necesidad de mirar hacia atrás para encontrar la paz, su refugio seguro. Además, ahora se sentía mal por lo que acababa de hacer. Toda la seguridad del inicio se vio truncada tras aquel contacto que en ningún momento fue negativo.
—Mejor pensaré en otro…
—No tienes que pensar en otro. —Lisa se acercó a ellos y también aprovechó para abrazarla, esta vez por su lado derecho— Para mí será un gusto sentir que mi hija sigue viva. Es un regalo sentir que vivió tan bien que logró calar en otras personas.
—Al final esto es la vida, Mikasa. Os dedicáis a esto y es algo que va intrínseco. Le tocó a mi hija y ya está. No va a volver por mucho que lo deseemos. —Habló ahora Artur. Mantenía su sonrisa, aunque ésta se había tornado algo más amarga que la que había mostrado al inicio.
—No sé… Simplemente no puedo… Se me viene todo el rato a la mente. —Artur le limpió las lágrimas con cuidado— Perdón…
—No vamos a verla de nuevo. —Y el nudo se le hizo ahora a aquel hombre, quien aún luchaba por mantenerse fuerte; Lisa volvió a su faena de preparar la comida, intentando no deprimirse ante aquella idea— Pero nos dio muchísimos momentos para mantenerla viva. La echo una barbaridad de menos. Y tú también. Estamos en nuestro derecho de llorarla y de honrarla como mejor consideremos. Y me gusta que lo hagas así. Ella te estaría muy agradecida. —Artur la volvió a abrazar, ahora con más fuerza que antes— Nunca llegué a imaginar que ibas a ser tan llorona. —Rió ahora que se apartaba de ella.
—Son los cambios por el embarazo. Es todo una aventura, así que no te preocupes porque lo normal es eso, no el no sentir nada. —Añadió Lisa risueña— ¿Y esa manta?
Mikasa la alzó orgullosa— Fui a ver a los padres de Jean y me la prestaron.
—¿Jean?
—Kirstein. ¿Os habló Sasha alguna vez de él? —Ambos asintieron antes de mirarse con conexión, hecho del que se percató la morena— ¿Qué?
—¿Es el padre? —Mikasa asintió con algo de vergüenza y apuro, haciendo que Artur no pudiera evitar reír con debilidad— Nos habló diciendo que era uno de sus mejores amigos. Y que estaba enamorado de ti. ¿Tenéis algo?
—¡Oh, no, no! Fue… Es que hicieron una fiesta y bebimos…
—¡Mikasa, por favor! —La voz de Lisa sonó como una regañina. La observó mirarla con total sorpresa y quizá entendía a qué se debía, pues a ojos ajenos era imposible que Mikasa Ackerman se dejara llevar por el alcohol e hiciera una locura como acostarse con uno de sus compañeros y, posiblemente, mejor amigo, para luego quedarse embarazada— ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿No se supone que os dieron clases sobre aquello?
—¡Sí, pero…!
—De mi hija me lo podría haber esperado.
—¿En serio? —Artur ahí sí se sorprendió, pues igual confiaba un poco más en el saber estar de su hija. Estaba loquita, pero no era de las que se iban a dejar engatusar por el primero que pasara.
—Le das un menú completo con alcohol y te trae la sorpresa. —Artur y Mikasa se observaron en silencio. No había duda de que ambos confiaban más en ella que su propia madre— Pero volviendo a lo importante, ¿él lo sabe?
—Están de misión y no sé cuándo volverán, pero le he escrito una carta contándoselo todo. Además, Historia me ha dicho que hará lo posible para que vuelvan cuanto antes. —Ante lo último los ojos de la dueña de aquellas palabras se iluminaron con una inocencia que sólo consiguieron que Lisa sintiese un dulzor amargo. No porque dudase de las palabras de la reina, sino porque visto lo visto, su confianza en la corona se había visto debilitada y realmente se preguntaba si iban a hacerle el favor de traer al padre de su criatura con presteza.
—Eso sería genial, pero es un hacer lo posible, Mikasa. No lo olvides. —Y la ilusión de la contraria se deshizo levemente. Aquellos ojos iluminados dejaron de estarlo cuando se toparon con los de Lisa, quien le hizo un gesto con la cara a modo de precaución— No quiero ser una bruja malvada, pero no quiero que te ilusiones de más.
—No, claro…
—Lo estabas, Mikasa.
Y sólo pudo asentir con debilidad. Era cierto, se había ilusionado por completo ante las palabras de Historia y una posibilidad ella la había convertido en realidad, cuando aún faltaba mucho y seguramente no fuera a ser del todo fácil conseguirlo. Y aquello pesaba y dolía a rabiar, pues no había cosa que desease más ahora que la noticia de que sus amigos volvían a casa. No quería seguir estando y sintiéndose sola. Ahora los quería a su lado para que toda la amargura que iba soportando a sus espaldas fuera más llevadera. Y eso le hizo pensar en si no estaba cambiando demasiado. Normalmente no hubiera necesitado a sus amigos para seguir adelante, mas ahora sentía que sin ellos se estaba ahogando, que no podía manejar a Eren y que lo descubierto en Quinta era tan terrible que también era algo que se le estaba yendo de las manos. Y era la peor sensación del mundo.
—Tienes razón… Pero es que no sé qué me pasa que siento que sin ellos, sin mis amigos, no estoy siendo capaz de hacerle frente a nada. Eren está terrible y en Quinta… —Hizo una pausa para meditar si debía hablar o era mejor guardar silencio— Da igual. Voy a dejar la manta en mi habitación. ¿Puedo quedarme unos días aquí?
—¿Lo estás preguntando en serio? —Lisa sonó humillante, como si lo que acabase de preguntar fuera lo más estúpido del mundo y Mikasa sólo pudo asentir, mientras señalaba hacia las escaleras que daban paso al piso de arriba donde estaban todas las habitaciones.
Dejó a los padres de Sasha en la cocina mientras se disponía a subir hacia su habitación, no sin antes observar con atención a los niños que se encontraban en la sala de estar. Una amplia sala que se encontraba a mano izquierda nada más entrar en la casa y cuya estaba repleta ahora de niños interactuando entre sí. Qué fácil era todo cuando los observabas. ¿Cuándo se perdía esa inocencia y forma fácil de arreglar las cosas? Suspiró débilmente al llegar al piso superior y al final del pasillo izquierdo estaba su habitación, la puerta que daba fin al mismo. Abrió con suavidad y le invadió la misma sensación de paz y tranquilidad que cuando estuvo sola por fin en su casa. Dejó la manta con cuidado dentro de su cómoda, cerrando con suavidad y un leve crujir en el suelo hizo que dirigiese su mirada hacia la puerta. Y allí estaba ella con su mirada agachada.
—Emma…
—Hola, Mikasa.
No pudo contenerse, abalanzándose sobre la nena para abrazarla con fuerza. ¿Cómo debería estar sintiéndose ahora mismo tras ver a su padre ser devorado delante suya? La nena no tardó en reaccionar, abrazándose con fuerza y rompiendo a llorar con una angustia que sólo conseguía que el corazón contrario desapareciera por completo.
—Lo siento… —Emma no le respondió. No podía por el llanto que aún llevaba con ella y entonces fue cuando Mikasa se dio cuenta de que ahora estaba en la posición de Sandra y de Lisa, pues ahora era ella ese apoyo que la niña necesitaba. La abrazó con un poco más de fuerza contra su cuerpo, acariciando su cabecita con cariño mientras empezaba a mecerse con calma. Era un mecer suave, cariñoso y que fue consiguiendo que el llanto se fuera calmando. El amarre de Emma se tornó más débil con el paso de los minutos hasta que al final acabó por silenciarse. Mikasa no dejó de acariciarla y cuando notó que los bracitos ajenos cayeron por su propio peso, la cogió para llevarla hasta su propia cama. La acomodó, le quitó sus zapatos y la observó dormir, viendo como su respiración a veces daba algún respingo por la intensidad del llanto, pero poco a poco se iba relajando.
—Es la primera vez que es capaz de dormirse. —La voz de aquella mujer hizo que dirigiese su mirada hacia la puerta una vez más, levantándose con rapidez para abrazarla con cariño— Megumi…
—No vuelvas a hacer eso, eh. Los señores Blouse ya me han puesto al corriente de tu estado, así que haz el favor de grabarlo en tu cabecita hueca, ¿vale? —La regañó con debilidad mientras la alejaba de ella con cuidado, mas no tardó en estrecharla ahora entre sus brazos— Qué alegría más grande me has dado. No sabes lo preocupada que estábamos sin saber de ti.
—Lo siento… Me ha sorprendido saber que Eren no os hizo saber nada.
—Bueno, da igual. No es el momento de preocuparse por eso, sino de que tú y el bebé estéis bien y de que los niños se adapten lo mejor posible. —Megumi empezó a acariciar la mejilla contraria con cariño— ¿De cuánto estás?
—Cuatro meses iniciados. —Megumi la acompañó hasta el borde de la cama, como si la estuviera devolviendo a su sitio, pero con el añadido de que ella se sentó a su lado— Pero me caí y se ha complicado un poco.
—Emma es una de las pocas cosas que nos ha contado. Que Mateo no pudo con ambas y todos os fuisteis al suelo y que te llevaste un buen golpe por protegerla.
Asintió con cierta amargura en su rostro, pues creyó de verdad que iba a ser capaz de salvar a todo el mundo— De más de setenta personas, las cuales llevaban siete años allí, sólo sobrevivieron nueve niños. Es deprimente.
—Es algo que ya deberías tener más que asumido, Mikasa.
—Ya, lo sé, pero… Soy la responsable. Creyeron en mí y en que de verdad iban a saborear la libertad para luego…
—Murieron con esa esperanza, Mikasa. O al menos durante un corto tiempo vivieron con esa ilusión.
—Esa esperanza se desvanece cuando ves a los titanes correr hacia ti. Había más niños y familias… —Suspiró de forma tendida— Era la primera vez que estaba al cargo de una misión así… No sé cómo lo pueden soportar los altos rangos…
—Pues te tienes que acostumbrar, Mikasa. —Alzó la mirada hacia Megumi, quien alzaba sus cejas antes de hacer un leve gesto hacia aquella barriga que empezaba a tomar forma— En esta misión propia no hay más capitana que tú y el padre de la criatura. Todo lo que decidas es un todo o nada y esa es una misión que te va a seguir hasta que esa criatura vuele y tome las riendas de la suya propia.
Mikasa posó entonces sus manos sobre su barriga a la vez que dirigía su mirada hacia la misma. Notó las manos de Megumi apoyarse en sus hombros, lo cual agradeció, pues aunque era cierto que empezaron con mal pie, poco a poco fue cogiéndole un cariño difícil de explicar y ayudarla en el orfanato la hizo valorar cada orden y acción que llevaba a cabo. Su misión también era muy complicada y nunca la había visto perder el tipo, algo que era la primera vez que tenía en cuenta y empezaba a valorar.
—Megumi… He ido a ver a los padres de Jean…
—¿Jean?
Claro, apenas le había hablado de sus compañeros y de pronto le saltaba con el nombre de Jean, que era algo que apreciaba muchísimo, como si fuera de conocimiento popular. Se mordió débilmente el labio inferior antes de hablarle de él, del padre de su criatura y de cómo se llegó a esa situación. Le pidió que no la regañara, que Lisa ya lo había hecho, pero hizo lo mismo y exclamó con total sorpresa. ¿Qué imagen tenían de ella que todo el mundo se sorprendía ante aquel desliz? ¿Tan raro era? Aprovechó todo el rato que Emma estaba durmiendo para contarle todo, su visita a la casa de los padres de Jean, las cartas, la actitud de Eren, el parto de Historia y su intención de ponerle el nombre de la hija de los señores Blouse. Megumi la escuchaba con atención, dándole consejos siempre que lo consideraba sin entorpecer en ningún momento el diálogo de la joven.
Pasó un buen rato, el tiempo suficiente como para que Mikasa pusiera al corriente a Megumi, hasta que todo se alineó y empezaron los avisos. Lisa avisaba de que la comida ya estaba para ser servida y Emma se despertó con dulzura. Ante aquello, Megumi salió de la habitación para ayudar a Lisa, mientras que Mikasa se quedó observando a la pequeña despertarse.
—¿Has dormido bien?
Emma asintió mientras frotaba sus ojos con suavidad— Tu cama es muy cómoda.
—¿Más que la tuya? ¿Qué habitación has elegido? —Emma negó con debilidad— ¿No has elegido ninguna aún? Pues puedes quedarte aquí si quieres.
—¿Contigo? —Mikasa asintió con debilidad— Pero… Tú no vives aquí.
—¿Y quieres? —Emma ahora asintió con algo de emoción— Pero por mi trabajo no siempre podré estar aquí, así que te dejo el cuidado de la habitación en mi ausencia.
—¿Y cuando nazca el bebé?
—Pues juntas, aunque ya sabes que lloran mucho y despiertan en mitad de la noche… Igual para eso te merece buscar una segunda residencia aquí.
Emma rió con algo de ánimo, siendo correspondida por la morena— Podré soportarlo.
—Ah, pues entonces genial.
—¿Y cuando venga el padre de tu bebé?
Ahí ya tuvo que coger algo de aire, pues qué iba a hacer si Jean aparecía. ¿Estaba empezando a ser cruel con Emma diciéndole todo lo que quería escuchar? Le prometió a Hugo cuidar de ella, cosa que iba a cumplir, mas no quería construirle castillos en el aire de forma gratuita— Pues… ¿Una cama más grande y los cuatro?
—¡Yo no le conozco!
—¡Pues te lo presento! Diré: Jean, esta es Emma y Emma, este es Jean. Y ya os conoceréis.
—¿Se llama Jean? —Mikasa asintió— ¿Es tu novio? —Negó ahora— ¿Lo seréis? —Y alzó sus hombros sin saber qué responder ahora y con algo de apuro en su interior, pues cada pregunta era más complicada que la anterior para responder— Ya se verá. —Mikasa ahora ladeó su rostro con curiosidad— Era algo que Matilda siempre decía. Cuando hablaban de cosas que no sabían cómo solucionar.
—Pues tenía toda la razón. Ya se verá. —Sonrió con debilidad— Y como ya se verá, ahora toca ir a comer, que yo no sé tú, pero yo estoy muerta de hambre.
Emma abrazó a Mikasa por sorpresa y aunque tardó un poco en reaccionar, se lo devolvió. Envolvió entre sus brazos a la pequeña, intentando ser todo el apoyo necesario que necesitaba ahora, igual que lo habían sido para ella no hacía mucho.