ID de la obra: 777

Mil motivos para odiarme

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planificada Maxi, escritos 188 páginas, 96.807 palabras, 22 capítulos
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CAPÍTULO 15

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Habían cogido la costumbre de terminar el día de trabajo en la taberna del centro del pueblo. Iban llegando poco a poco y según lo hacían, se sentaban en el primer sitio que encontraban libre y pedían. Se empezaban a preguntar por el día y si había alguna novedad en cuanto a las negociaciones. El último en llegar en esta ocasión fue Armin, quien aparecía con el correo y ante aquello, las sonrisas empezaron a dibujarse en el rostro de los presentes. —Ya está aquí, aunque… —Hizo una breve pausa mientras dejaba la correspondencia sobre la mesa del lugar, cortando con gran parte de aquellas sonrisas que habían nacido tras verle— Hay muy pocas en esta ocasión. —Anunció con cierto tono pesado, dirigiendo su mirada hacia Jean— En esta ocasión parece ser que ni tú ni yo hemos recibido nada. —¿Cómo es eso? —Preguntó más para sí que para el rubio, mientras se abalanzaba sobre las cartas y efectivamente, no había recibido ninguna. Ya había llegado a ese punto en el que no esperaba ninguna por parte de Mikasa, pero no recibir nada de sus padres le empezaba a escamar, pues desde la última respuesta habían pasado más de dos meses— No puede ser… —Es raro, ¿verdad? —Es que esta vez ni Eren me ha escrito… —Armin se sentó con algo de malestar, centrando su mirada sobre la única carta que quedaba sobre la mesa y cuyo receptor era general, estaba dedicada a todos los integrantes del grupo— Y ésta es de Historia. —Anunció abriéndola con rapidez para dedicarle una rápida lectura, dejándola sobre la mesa con pesadez. —¿Qué pasa? —Annie la cogió para empezar a leerla con la misma rapidez que su compañero— Historia y Eren se han casado y han sido padres de una niña. —Anunció con sorpresa, dejando a todos sus compañeros totalmente helados— Así que pide que tengáis paciencia porque todo irá un poco más lento y seguramente todo se alargue más de lo previsto. —¡Ah! ¿Tengo que pagar yo con mi tiempo el que Eren e Historia estén jugando a la familia feliz? —Gritó ahora Jean con molestia y dando un pequeño golpe sobre la mesa— Hace meses que no sé nada de mis padres y ahora tengo que esperar a qué, ¿a que ellos tengan un hueco de su baja para poder continuar con mi vida? —Chasqueó con molestia, mientras negaba con rapidez, totalmente molesto por cómo se había tornado todo— ¿Y no podemos volver por unos días? —No, Jean. No tenemos el permiso para poder ir y si lo hacemos las consecuencias pueden que sean horribles para las negociaciones. —Armin sonaba derrotado, no porque no se alegrarse por la paternidad de su compañero, sino por haberla ocultado desde el principio— Historia estaba embarazada cuando nos vinimos y Eren no fue capaz de decirnos nada… —Había rumores de que la reina estaba embarazada, Armin… —El mencionado asintió tras las palabras de Connie, pues los había escuchado, mas nunca habría imaginado que la futura reina fuera a ser la hija de su mejor amigo. —Pero algo está pasando con Mikasa. —Interrumpió Annie de pronto, recibiendo la mirada de todos sus compañeros— Le escribí a Hitch dos cartas. Una utilizando mi nombre real y mencionando a Mikasa y otra con un simple Ani y sin mencionarla, pues… —Alzó entre sus dedos las hojas de la carta que había recibido. —¿Has recibido respuesta de aquella en la que no mencionas a Mikasa? —Armin observó a Annie asentir con cierto pesar, pues la verdad es que no le hacía ninguna ilusión seguir alimentando el malestar del rubio con la situación de quien estaba a tantos kilómetros de distancia— Dios mío, ¿pero qué está pasando con ella? —Se cuestionó más para sí que para el resto de la mesa, quienes les observaban con el mismo pesar que él. —Por favor, Armin… El mencionado alzó su mirada hacia Jean, quien tenía su mirada totalmente fijada en la ventana, como si aquella fuera la única vía de escape que ahora tenía en aquel lugar— ¿Qué, Jean? ¿Me vas a decir otra vez que estoy exagerando? ¿Tú puedes estar tranquilo cuando, igual que yo, no has recibido ni una carta de Mikasa? ¡Y le estás escribiendo! —¡Ya lo sé, Armin! —Dejó su vaso ahora sobre la mesa con malestar— Y ya no sé si estás exagerando, pero podrías parar de estar diciéndolo una y otra vez. Resulta que si le escribes no recibes respuesta, ¿es que se están perdiendo las cartas? No me jodas. No está respondiendo, por el motivo que sea, pero no porque esté en peligro. —Lo está, Jean. —Armin sonó tajante— Y tú lo sabes, pero prefieres mirar hacia otro lado, ¿no? ¿Así va a ser tu plan? —Chicos, por favor… —Connie intentó calmar ahora un poco los ánimos de sus compañeros, quienes empezaron a alzar la voz sin control. —Mi plan es no consumirme con teorías, ya que no puedo volver a mi casa para intentar aclarar nada. ¿Te gusta? Yo no soy el salvador de Mikasa, para eso está Eren y para eso ella sólo tiene ojos para él. —¿Te acabas de olvidar de qué hizo antes de despedirnos? ¿Y de este anuncio de Historia, también? ¿Te estás escuchando? —Dios mío, Armin, cállate. —No, no me callo, Jean. —Su voz empezó a temblar sin poder controlarla, no porque estuviera nervioso por la discusión, sino porque estaba enrabietado por aquella forma de actuar de su compañero, la cual nunca habría imaginado— No me callo porque no entiendo a qué estás jugando. —¡No juego a nada, Armin! ¿Qué os pasa a todos? ¿Por qué queréis ver algo malo? Os están diciendo que está de misión, que no responde por eso y ya está. Igual ahora estará deprimida porque Eren es un hombre felizmente casado y padre de una niña, ¿qué necesitáis? ¿Acaso vosotros no conocéis a Mikasa? Ella te escribiría si pasara algo, te lo prometió, Armin… —Su voz se empezó a romper ante lo último, pues una parte de sí sólo rogaba que nunca llegase una carta así y sabía perfectamente el motivo por el que la discusión se estaba volviendo tan tensa entre el rubio y él. —Es que no llegaría, Jean… —El mencionado fue a responder, mas su voz no logró salir de sus labios— Y puedes querer mirar para otro lado, pero Mikasa no está bien… Desde que Eren se juntó con aquel equipo él cambió… Y Mikasa no estaba a salvo… —Podríamos escribirle a Historia para que la acepte en la misión. —Añadió Reiner ahora con algo de inseguridad en sus palabras— Igual la pillamos con la guardia baja y acepta… —No lo harán. —Armin cogió la carta de su reina para volver a releerla y volver a sentirse con cierto pesar en su corazón. Desde luego que Eren era totalmente diferente al que conocía y nunca dudó de él, pero tras expulsar a Mikasa así de su vida, siendo capaz de atacarla, todo lo sintió cambiado. Mikasa le era fiel de una manera ciega, que podía ser asfixiante, sí, pero era su forma de demostrar el amor que siente, así como el terror por perder a alguien amado. Ya lo perdió todo en su día y volver a perder lo que la llenaba era como volver a matarla, por eso insistió en que fuera a la fiesta de despedida. Quería intentar convencerla, aunque no estuviera convocada. Sintió un miedo difícil de expresar y un extraño pálpito de que todo iba a ir mal una vez se marchase. Y tras aquella partida, todo fue a peor. Las menciones eran vagas y estaba en una misión constante, cosa que podía creerlo si de verdad se sintieran ciertas aquellas palabras, mas estaban vacías y sólo querían evitar a la mencionada. Además, Mikasa nunca habría estado tanto tiempo sin contactarle, era imposible— Tenía una pequeña teoría de que Mikasa no estaba recibiendo nada, pero después de la carta de Annie… Es que de verdad que no lo hace… Y no sé en qué punto se pierden. —¿Quieres que pregunte mañana en la casa de la correspondencia? —Preguntó Jean manteniendo el malestar que la discusión le había dejado, observando con atención al rubio— ¿Qué quieres que me digan para que te quedes tranquilo? —Olvídalo, Jean. No voy a entrar en esa discusión de nuevo. Tú quieres mirar hacia otro lado, quieres omitir que algo hay, vale, lo entiendo. Lo haces porque si gana esa teoría te sentirás horrible por no haber ayudado, sitio en el que yo me encuentro. —Terminó de beber el contenido de su vaso y acto seguido se levantó de su asiento para marcharse— Mañana tengo que madrugar. Nos vemos. —Se despidió sin dar paso a nada más, saliendo con rapidez de la taberna y dejando tras él un malestar creciente, sobre todo al castaño, quien se quedó con un huevo en la garganta bastante importante, de los que podían ahogar. Todos los presentes le observaron salir en silencio y, como era de esperar, el ánimo se había desvanecido por completo, por lo que la fiesta terminó poco después de la marcha del rubio. El silencio fue el protagonista del lugar, pues el ruido de los pensamientos se mantenía oculto dentro de cada uno de ellos.

***

Como si estuvieran destinados a lo mismo, ambos decidieron hacer lo mismo sin saber que estaban siguiendo una misma línea con la misma preocupación. Con miles de kilómetros de distancia y varios meses de ausencia en cuanto información del uno y del otro, Jean y Mikasa se dirigieron a las casetas encargadas de la correspondencia. Los dos tenían muchas cosas que hacer aquel día y ambos habían decidido iniciar su día con lo mismo: preguntar si había algún problema con las cartas. Las casetas eran totalmente diferentes entre ellas y al ser los primeros en llegar, no tuvieron que hacer mucha cola, pues rápidamente fueron atendidos. En ambos se encontraba una trabajadora, quien amablemente les cuestionó en qué podían ayudarles y ellos, igual de amables, preguntaban si la correspondencia estaba llegando bien. Jean anunciaba que hacía tiempo que no recibía nada de alguien importante para él y que las cartas de su madre habían dejado de llegar de pronto; Mikasa por su parte le comentaba a la chica que en seis meses no había recibido ni una carta de ninguno de sus amigos, que le era muy extraño. Obtuvieron la respuesta que no querían obtener: todo estaba llegando de forma habitual y seguían los procedimientos comunes. Si no recibían ninguna carta era porque no tenían ninguna carta que recibir. Y eso dolió. Mucho. Ambos tragaron saliva con pesar antes de despedirse de aquella amable trabajadora. Salieron con paso derrotado y destinados igual, pensaron en el uno y en el otro. Mikasa alzó su mirada al cielo antes de dirigir su paso hacia el portón que daba lugar al exterior. Se habían producido muchos avances en cuanto a aquellos titanes y tras descubrir el poder de Eren, lograron crear pasos seguros en el exterior, los cuales les habían empezado a facilitar el ir y venir con otras naciones, aunque ello no había impedido que aún estuvieran encerrados y el contacto con el mundo exterior siguiera siendo inhóspito y hostil en muchos casos. Tuvo el impulso de salir, de coger un caballo y cabalgar a toda velocidad hasta el puerto, mas sabía que era un acto suicida y pronto desechó la idea. Jean pareció corresponder a aquella mirada alzada al cielo, pues sintió esa necesidad de alzarla también para preguntarse cómo estarían yendo las cosas por allí, si su familia estaría bien y qué con Mikasa. Escondió sus manos en la chaqueta del uniforme antes de caminar hacia el puerto y deseó subirse en el primer barco rumbo a casa, mas si lo hacía sabía que las consecuencias iban a ser fatales, ya no sólo para él, sino para todos, pues desertar en una misión de alianza era el peor de los insultos que un cargo como él podía llevar a cabo. Se limitó a observar como un cobarde el ir y venir de aquellos navíos y de pronto sintió un pellizco en su interior al recordar las palabras de su compañero. No se equivocó en nada y prefería mirar hacia otro lado en vez de estar consumiéndose por el pensamiento de que Mikasa estaba en peligro. Si así era, si por un casual ella estaba mal, ¿cómo iba a solucionarlo? ¿Cómo de pronto o de tarde iba a llegar? Se imaginaba mil cosas y la respiración se le cortaba de golpe. Simplemente no podía ante la idea de tener una teoría tan horrible, pues no podía ponerle solución allí donde estaba y sin información contrastada. —¿Y bien? —La voz de Armin le asustó, no pudiendo evitar dar un pequeño repullo. Le observó con pesadez antes de negar, dirigiendo su mirada hacia el mar de nuevo— No hablaré más de ella, pero antes quiero preguntarte algo, Jean… —El castaño se limitó a hacer un leve sonido— Aquella noche… ¿Pasó algo entre vosotros? La pregunta hizo que se le atragantase la poca saliva que iba a tragar, rompiendo a toser con una mezcla de agonía y apuro, pues en ningún momento vio capaz a Armin de preguntarle algo así. Dirigió su mirada hacia él y todo se lo dijo. Era otra de sus teorías que acababa de confirmar y no sabía si preguntar el motivo. Una bomba de pesar explotó de pronto en su interior, no pudiendo evitar tapar su rostro con sus manos, recordando aquella noche una y otra vez— Yo… En ningún momento fui un aprovechado, Armin… —Entonces… —Carraspeó ahora con vergüenza ante la imagen mental que le vino de forma tan fugaz. La recordó rodeada por los brazos de su compañero, como si estuviera en paz y protegida, por lo que agradeció haberse quedado con aquella imagen de verla así, pero Jean estaba lejos de ella, él lo estaba y se había quedado completamente sola. Sabía del odio de Lucas hacia Mikasa y había escuchado en alguna ocasión que de conseguir el poder él se encargaría de ella, cosa que le habría hecho gracia si no fuera porque Eren estaba totalmente encandilado con él, como lo estuvo con el capitán Levi en su inicio, guardándole el máximo respeto. Por eso, cuando fue capaz de atacar a Mikasa para echarla de su vida, todo se volvió oscuro y el pánico se apoderó de él, por eso aquella preocupación excesiva que no podía dejar de verbalizar siempre que llegaban las cartas y su amiga era ignorada o pasada de largo— Por favor, Jean… No mires hacia otro lado… Aquel ruego hizo que el pesar del castaño se viera cortado de golpe. Destapó su rostro para mirarle con interrogante, pues la verdad es que esperaba recibir algún golpe o algo por parte de Armin tras descubrir que había estado con su amiga— ¿Me has escuchado? —Cuando la tenga delante podré juzgarte. —Alzó sus hombros con rapidez— Pero estamos hablando de Mikasa, alguien de quien nunca te aprovecharías porque, en el súper hipotético caso de que así fuera, estarías fuera de este mundo por tus propias manos. —Entonces… ¿Puedo confesarte que me puede la agonía porque no soporto que no me haya respondido? —Suspiró entonces de forma tendida, como si aquella confesión fuera un enorme peso que se hubiera quitado de encima— Dejamos claro que fue un error y que no volvería a producirse. —No sé si quiero los detalles, pues Mikasa es mi mejor amiga. Si fuera otra persona, bueno, pero ella es demasiado cercana como para saberlos. —Se rascó la nuca con algo de vergüenza ante la idea— El caso es que te lo he preguntado porque creo que Eren lo sabe. No sé cómo, pero así lo siento y creo que en realidad busca separaros. ¿Le has preguntado por ella a tus padres? —Le observó asentir con debilidad como respuesta— Entonces por eso creo que tampoco estás recibiendo nada de ellos. Ya me era raro que fuera de pronto, pero si él lo sabe… Eren puede llegar a ser muy posesivo cuando se le quita algo que considera propio. No es lo mismo tirar algo que el que te lo quiten. Sí, Eren expulsó a Mikasa de su vida, pero si descubrió que estuvisteis juntos y que, no sé, Mikasa pidió venir con nosotros, pues seguramente decidiese romper las relaciones y así se quitaba el problema. —¿Estás insinuando que Eren me ha aislado de todo por celos? —Le vio asentir con debilidad y no pudo contener la risa nerviosa que le entró ante aquella teoría del rubio. ¿Eren celoso por un encuentro casual? Aquello era el mundo al revés, pues si bien era cierto que lo que ocurrió aquella noche ni él se lo esperó, no era motivo como para sentir que lo había perdido todo y ahí, el rey Eren estaba siendo un poco exagerado de más. Mikasa tenía sólo ojos para él y por su parte seguramente se quedaría en algo anecdótico, en un error de borrachos sin más. Y eso dolía, pues ojalá no tuviera que aceptar aquello y ojalá poder disfrutar de más momentos así con ella, pero sabía que era algo improbable al cien por cien. —Es la única teoría que me deja tranquilo. No es tan dramática y tampoco te va tan mal, ¿no? —Me gustaría que no lo predicases, por favor. Ella no recordaba nada y yo al inicio tampoco, pero después todo me vino de golpe, así que… —Sólo se lo he comentado a Annie. —Ah vale, gracias. —No mencionaré las otras teorías que tengo, pero quiero decirte que ella se veía bien arropada por tus brazos. —Aquellas palabras sonrojaron al castaño, quien se sintió totalmente perdido por aquella actitud de su amigo. ¿Es que se la estaba vendiendo o qué le estaba pasando por la cabeza? Se había pasado meses con los nervios y el ser totalmente destrozados porque le aterraba el cómo iban a recibir si se enteraban de que se habían acostado borrachos, por si le tomaban por un aprovechado y, lejos de ello, Armin parecía que estaba dándole la bendición. Todo estaba siendo surrealista— Y ahora que Eren es un hombre felizmente casado y padre de una niña, pues… No terminó de hablar cuando inició su camino hacia el lugar de la reunión que tenía programada. Aquello molestó a Jean, quien empezó a caminar tras él sin dejar de preguntarle qué es lo que iba a decir, pero era ignorado por el rubio, quien le dijo que ya no iba a tratar más teorías de la morena. Y aquello le reventó, en el buen sentido de la amistad que tenía con él.

***

Después de su visita a la casa de la correspondencia caminó hacia el cementerio, pues era la primera vez que quedaba con Historia fuera de palacio y sabía que no lo hacían en el lugar más apropiado para ello, pero la rubia le había pedido ir, pues le comentó que desde el entierro no había ido a visitar a su amiga. Llegó con tiempo de sobra, acompañada de un ramo de flores, tal y como habituaba siempre que iba a visitar a Sasha. Se acercó a su tumba, ya que prefería esperar allí a la reina y ya se dispuso a dejar el ramo. Observó la tumba y sin saber muy bien el motivo, esta vez el pellizco fue algo menor. Seguía doliendo, mas era como si poco a poco se fuera acostumbrando a la ausencia de su amiga después de tanto tiempo, algo que empezó a sentir también con Jean. Desde la última vez no había hablado con Historia y no sabía qué iba a pasar, pero estaba empezando a aceptar que él no iba a estar a su lado, ya no sólo en el parto, sino en su vida, pues todas sus cartas habían sido ignoradas y eso la estaba consumiendo también interiormente, pues seguramente él ya estuviera al tanto de todo, sino por ella, por Historia en su petición, por lo que el no saber nada de él era simplemente una manera de hacerla saber que no quería saber nada de su estado. No le podía culpar por ello. Fue un desliz, un acto sin ningún control que justamente se salió de él, mas no iba a negar que le era una sorpresa totalmente amarga aquella forma de actuar de su amigo. Suspiró con algo de intensidad, pues ya había pasado tiempo desde la última vez que fue a visitarla. Quiso haberlo hecho antes, sobre todo porque no le había dado la noticia aún, pero es que las tres abuelas de su criatura le habían recomendado que no fuera, que igual iba a afectarla más de lo necesario y ante aquello, le era imposible negarse. Mas en esa ocasión se lo pudo permitir gracias a su reina, quien insistió en verse allí. Aquella barriga ya no había forma de ocultarla, por lo que simplemente posó sus manos sobre ella antes de dirigir su mirada de nuevo hacia aquella tumba. —¡Sorpresa! —Hizo ademán de gritar, mas apenas le salió la voz. Rió con debilidad antes de tragar saliva con intensidad, pues de pronto sintió que se había quedado sin fuerzas, que aquella sensación inicial se había perdido de golpe y que, una vez más, deseaba con todas sus fuerzas que su amiga estuviera presente de verdad y no estar hablándole a una piedra como una loca. Suspiró con intensidad una vez más— Le voy a poner tu nombre si es niña. Al principio sentí que era una idea genial, pero al hablar con tus padres me sentí terrible porque si lo piensas es algo cruel, pero me dijeron que no era algo exclusivo de ellos y que hiciera lo que desease. Y quiero que se llame como tú. No fui la mejor amiga del mundo y te pido perdón por ello… Y qué rabia que tengas que faltar para ser sincera contigo. No sé si Jean estará de acuerdo, pero quiero honrarte y darte las gracias así. Sé que te echaré muchísimo de menos, como ahora, pero creo que así no dolerá tanto recordarte y podré hacerle frente a la ausencia de nuevos recuerdos a tu lado. Así que… Por favor, ya que estás ahí arriba, ¿puedes mover hilos para que sea una niña? Tu madre siempre está diciendo que me estoy ilusionando demasiado, pero es que ojalá sea una nena. Todas las noches me da por rezar y estoy con el por favor, por favor, una nena… —Volvió a reír con debilidad— Si estuvieras viva estoy segura de que serías una tía genial y te la confiaría con los ojos cerrados. No me daría miedo Eren y estoy segura de que no tendría este nudo en la garganta, así que espero que seas como su ángel guardián y no dejes que le pase nada, ¿vale? —Esperó unos segundos en silencio, como si estuviera esperando la respuesta por parte de la contraria— Echo de menos tu voz porque en verdad me gustaba mucho. Esos gallos que te salían cuando te ponías nerviosa, ya fuera para bien o para mal, me encantaban. Además, tengo muchos recuerdos favoritos a tu lado, pero me los guardaba para mí porque así los sentía más especiales, cosa que me hace pensar en lo que me dijo tu madre sobre lo bien que viviste, sobre cómo calaste en nosotros y has conseguido permanecer viva pese a no estar, cosa que comparto y que sentí la primera vez que creí que Eren había muerto. —Acarició la tumba de su amiga con suavidad— ¿Tú crees que yo estoy viviendo bien, Sasha? Siempre he estado obsesionada con Eren, con protegerle y estar por y para él, cosa de la que no fui consciente hasta que estuve en Quinta y me enteré del embarazo; él siempre se ha alejado de nosotros y si lo pienso, no he vivido como has vivido tú ni he calado en los demás como tú, que no pasa nada, pero sé que nadie le pondría mi nombre a su hija y que Eren, si me pasase algo, tal y como está, dudo que me honrase así… Y la verdad es que si lo piensas, pues el corazón se te hace pequeño. —Hizo una leve mueca de pesar sin dejar de mantener fija su mirada en la tumba de su compañera, leyendo su nombre una y otra vez— No voy a deprimirme, no te preocupes, pero sí es algo que he estado pensando y que no sé si estaré a tiempo de cambiar o al menos, sí que me gustaría empezar a ser más sincera con lo que siento y cuidar mejor a la gente que me rodea. Así que te pido perdón, Sasha… Perdóname por no haberte dicho esto cuando tocaba… Un gemido extraño hizo que cortase su diálogo y dirigiera su vista hacia su izquierda, topándose con Historia y la pequeña Ymir. Dibujó una agradecida sonrisa en su rostro, apoyándose sobre la tumba de su amiga. —Ey, ¿cómo estáis? —Preguntó la morena mientras se acercaba a las dos rubias. Ymir tenía unos ojos enormes del mismo color que su padre y ya empezaba a dar muestra de la belleza que iba a tener, muy al nivel del de su madre. Acercó sus manos hacia la pequeña para agarrar una de las contrarias y recibió una pequeña risotada, a la cual Mikasa respondió. —Estamos genial, así que tómala un poco mientras saludo a Sasha. —Comentó la reina dejando a la bebé sobre los brazos de su tía. Mikasa la observó con atención, pero no le prestó más atención de la necesaria, pues enseguida se dispuso a hablar y a juguetear con la pequeña, quien se emocionaba de más tras cada palabra y gesto de la morena. Mikasa, sin saber que estaba dotada de aquello, tenía una débil carcajada preciosa, cuya hacía que la nena reaccionase de forma positiva para así entrar en un bucle de risotadas bobas y cómplices, cosa que le agradaba en exceso y hacía que su mente pronto viajase al futuro, pues rápidamente pensaba en si su criatura iba a ser igual, si la experiencia iba a ser igual de agradable y nerviosa, pues aunque le gustaba estar en contacto con su sobrina, no podía negar que en su vientre se formaba un cúmulo de extraños nervios, como si el futuro cercano no fuera propio de ella y su situación fuera un error del destino. Ya no dudaba sobre si estaba preparada o no, ya solamente en algunos casos sentía que todo aún le era muy ajeno a su propia persona e imaginarse con un bebé propio era una experiencia que la aterraba y emocionaba a partes iguales. Después de un rato de juegos y pensamientos internos, Mikasa volvió a fijarse en Historia, quien miraba la tumba con un pesar demoledor, ¿acaso ella también sufrió mucho por la muerte de Sasha? Se sentó a su lado con cuidado y la vio mirarla agridulce— ¿Todo bien, Historia? —Es… Una sensación muy extraña… —Mikasa sólo asintió, mientras seguía jugando y moviendo con extremo cuidado los bracitos de la nena, la cual había sentado levemente en su muslo izquierdo— Ahora entiendo muchas cosas. Lo siento, Mikasa… —Aquella disculpa apenas pudo salir de sus labios, alertando a la morena por completo, quien se acercó a ella con preocupación— No he podido cumplir mi palabra… No vendrá… Jean… Los hombros de Mikasa cayeron con total derrota y en su rostro se dibujó una pena horrible. Forzó su sonrisa para la pequeña, mas Ymir se había percatado de que aquella ya no era una sonrisa feliz y una leve mueca de puchero se dibujó en ella. —Lo estaba asimilando, no te preocupes. —Historia entonces la miró con sorpresa— No me ha respondido a ninguna carta… Así que supongo que no quiere saber nada. No le culpo. Y un jarro de agua fría cayó sobre la rubia, quien se quedó sin aire ante aquellas palabras. ¿Mikasa no estaba recibiendo ninguna carta por parte de ninguno de sus amigos? Ella sí las estaba recibiendo, igual que Eren, quien recibía una cantidad ingente de ellas. Sin embargo, tras esa última imagen de su marido recibiendo tal cantidad de epístolas hizo que la teoría más horrible se le apareciese por su mente como un rayo. ¿No todas las cartas eran suyas? ¿Acaso Eren estaba confiscando las cartas que iban hacia Mikasa? Tras cada cosa que iba descubriendo de su marido, más crueldad le añadía. ¿Siempre fue así de crudo Eren? ¿Dónde estaba aquel chico que, si bien era cierto que estaba agobiado por la protección de Mikasa, se preocupaba porque todos estuvieran bien, por salvarlos? Se había corrompido por completo e iba a destruirlo todo, incluso a su hermana, para recuperar lo perdido. —No creo que sea eso, mujer… —¿Entonces qué es? Nadie me escribe y de Jean me duele por las consecuencias que ha tenido, pero de Armin… Ha pasado de querer que me fuera con ellos a no existir siquiera. ¿Qué debía decir? Armin no dejaba de preguntar por ella en cada una de las cartas, de manera súper insistente, lo que hacía que Eren se volviera loco de la rabia, cosa que Mikasa desconocía por completo. ¿Qué sensación debería estar sintiendo ahora su amiga? No podía ponerse en su piel de imaginar no ser nada para sus amigos, quienes ya estaban dentro del medio año de misión, cuando era todo lo contrario: la tenían completamente presente y cada vez se podía percibir la tensión y angustia por no tener una respuesta clara. —Yo lo poco que recibo es por los informes. Sé que están bien, algo agobiados porque todo está yendo muy lento y con alguna complicación, pero no he profundizado en nada. —¿Podría irme con ellos después de tener el bebé? —La rubia no pudo evitar exclamar con sorpresa por aquella pregunta, ¿qué se le estaba pasando por la cabeza? Mikasa rió con nerviosismo de golpe, algo totalmente antinatural en ella— Es broma, Historia. Son cosas que se me vienen de pronto y no las filtro. —Pero no era del todo broma, ¿verdad? —Le parecía una completa locura aquello que acababa de soltar la morena, mas después de lo que acababa de escuchar, tampoco la podía culpar. Sus amigos estaban fuera, estaba embarazada de uno de ellos, su mejor amiga la tenía enterrada justo enfrente y su hermano estaba cada vez más intratable, ¿quién no iba a querer marcharse de allí? Mikasa suspiró con cierta derrota, bajando su mirada hacia la pequeña Ymir, quien aún tenía entre sus manitas un par de sus dedos atrapados, durmiendo entre sus brazos. Vista así se veía como un ser angelical y sólo pudo sonreír de forma cariñosa— Mikasa… Sé que Eren está insoportable y la idea de que Jean sea el padre lo tiene tocado, pero…No os haría daño, ni a ti ni al bebé. Somos familia y estoy segura de que nos vamos a proteger por encima de todo, aunque a veces no lo parezca. La miró con cierto pesar, pues, aunque entendía qué era lo que intentaba hacerle saber, Historia en verdad no sabía nada de lo que había descubierto en Quinta y tampoco es que considerase que estuviera bien hacérselo saber, ya que aunque la consideraba amiga, era cierto que las acusaciones iban hacia el círculo de su marido y era muy arriesgado contar algo tan cruel sin saber de verdad de qué parte estaba. —Mikasa… Escuchó su nombre salir a través de un hilo tenue de voz, dirigiendo su mirada hacia la contraria para calmarla con una débil negación— No te preocupes, Historia. Es algo que llevan diciéndome hace tiempo, pero que me negaba a creer. Estoy siendo muy estúpida y siento que no voy a poder sostener mi mundo si no es al lado de Jean, ¿te lo crees? —Rió de forma amarga antes de observar la tumba de su amiga— Hoy le he dado la noticia del embarazo porque me habían recomendado no venir sola, que igual me afectaba demasiado. —Y ahora sus ojos se empezaron a humedecer con rapidez— Pero toca seguir adelante, ¿verdad? No puedo seguir esperándole cuando él no quiere saber nada. He sido muy estúpida y aunque le voy a estar eternamente agradecida, creo que es entrar en una agonía constante y que fue muy egoísta pedirte aquello. Historia tragó saliva con malestar por lo último— No lo es, Mikasa. Estoy segura de que estará buscando las mejores palabras. —Historia, por favor… —Rió débilmente sin poder contener aquel par de lágrimas que salieron sin ningún tipo de autoridad— Casi que hubiera preferido una carta en la que pusiese punto y final, pero no recibir nada… Una parte de mí está todo el rato diciendo que no es normal y que algo está pasando, pero es porque no quiero aceptarlo. Y no es sano, ¿sabes? Es una herida abierta y me he dado cuenta de que tengo tantas… Que en cualquier momento me desangro. La reina fijó su mirada sobre la tumba de su compañera y sintió su corazón retorcerse por la pena de lo que estaba escuchando. Ella no era una amiga para Mikasa, pero para la rubia ella sí lo era y era muy triste ser consciente de aquello. Ella también había pasado por la pérdida de un pilar importante para su vida y entendía perfectamente cómo se sentía. Ambas ahora correrían como locas para abrazar y llorar sobre los hombros de aquellas dos féminas que tanto les aportaron. Ymir la ayudó a elegir su camino y Sasha fue la primera amiga de Mikasa fuera de Eren y Armin y no sabía cómo se verían Ymir y ella, pero ver a Sasha y a Mikasa interactuar era lo más divertido del mundo, pues eran completamente opuestas y el humor tosco de la morena era terrible para la castaña. No pudo contenerse y rompió a llorar, haciendo que su compañera ahora se sorprendiese por aquello, acercándose a ella para abrazarla con el brazo que le quedaba libre. —Historia… —Ojalá, Mikasa… Que en nuestra próxima vida no tengamos que perder a quienes queremos… —Sintió la cabeza contraria sobre su hombro y supo que podía desahogarse allí mismo, sin temer a que nadie la juzgase o se sorprendiera por verla en aquel estado. —Su madre dice que está orgullosa de la marca que ha dejado en nosotros, que eso significa que vivió bien. ¿Tú estás viviendo bien, Historia? Aquella pregunta fue una bomba para ella. ¿Por qué Mikasa saltaba de pronto con aquello? Debía ser un capricho del destino que se estaba riendo de ella, qué si no. Había mentido, pues ni siquiera le dio la opción a sus amigos de volver. Sólo anunció su matrimonio y maternidad y ya, de Mikasa no hubo mención. ¿Eso era vivir bien? No estaba haciendo nada de lo que sentirse orgullosa, al contrario, y aquello era desolador. En un principio fue capaz de ello, pero llegó un punto en el que se sintió flaquear, se sintió encerrada en una jaula y tomó la peor decisión de todas: estar junto a alguien que sentía igual que ella; no obstante, los caminos que estaban tomando, las decisiones que estaban llevando a cabo, estaban teniendo unas consecuencias diferentes en ambos. En ella estaban siendo letales por lo que después de ver que la primera opción no sirvió, sintió que Mikasa iba a ser un muy buen bote salvavidas, pero se quedó embarazada y ya no podía más. No podía seguir siendo cómplice de aquel dolor y traición que aún no se había manifestado. —No del todo. —Respondió de forma seca— Pero he decidido que voy a hacerlo por mi hija. Voy a vivir para darle la mejor vida y así creo que podré estar satisfecha conmigo misma. ¿Y tú? —Igual que tú. —Le dedicó una sonrisa cómplice antes de notar cómo la pequeña empezaba a removerse entre sus brazos— Creo que ya necesita su dosis de mami. —Anunció mientras se la dejaba con cuidado. —Mikasa… —Susurró agarrando a su pequeña con un cuidado maternal que enamoraba a quien la mirase— Vivamos entonces por y para nuestras criaturitas. Y si hay que destruir el mundo, lo destruimos. Eso ya lo tenía decidido, por eso pudo asentir con una seguridad envidiable. No sabía qué tipo de madre iba a ser, pero tenía muy claro que iba a proteger a su criatura de cualquier cosa que pudiera afectarla de forma negativa. A veces sentía que le faltaban las fuerzas y que era una inútil si no contaba con algo de apoyo, pero era porque necesitaba un apoyo en concreto que ya no iba a estar con ella, que ya tenía la confirmación de que iban a estar mucho más tiempo lejos de lo que hubiera deseado, mas no iba a dejarse caer por ello. Iba a seguir adelante, iba a avanzar con seguridad y estaba segura de que al final todo iba a llegar, ya fuera de un modo u otro, por lo que no podía dudar ni dejarse caer. Debía ser fuerte, pues apoyo tenía y sin saber cómo, a su alrededor se había creado una red de amor incondicional, algo que nunca había sentido hasta entonces. Así que aunque sentía que su corazón vibraba extraño cuando pensaba en el padre del ser que llevaba en su interior, sabía que era porque le guardaba un profundo agradecimiento por todo lo que le estaba dando pese a que él no quisiera estar presente. No podía odiarlo, pues al final todo el conjunto estaba siendo más positivo que negativo y su futuro hijo era el mejor regalo que la vida le podría haber dado. Así que sólo se limitó a asentir una vez más tras las últimas palabras de la rubia, sabiendo que las mismas habían sido el punto final para aquella reunión tan deprimente para ambas.
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