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Mil motivos para odiarme

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planificada Maxi, escritos 188 páginas, 96.807 palabras, 22 capítulos
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CAPÍTULO 17

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Observaba con atención a los cinco niños que habían llegado nuevos a las instalaciones. Con su tablilla de madera equipada, iba apuntando los rasgos de cada uno. Les miraba con atención a través de los barrotes, no pudiendo evitar sentir como su corazón se retorcía por el mal que la hacía verles encerrados allí, llorando desconsolados por el terror y la pena que sentían ante su nueva situación. En esta ocasión fueron tres niños y dos niñas que rondaban desde los siete hasta los nueve años. Miraba los informes que tenía para corroborar las identidades, lo poco que se sabía de ellos e iba completando con lo que se iba percatando. Su paz se vio truncada cuando Jimmy entró como un elefante en una cacharrería, golpeando todo lo que encontraba a su paso y gritando improperios según iban avanzando hasta su escritorio. No le dedicó ni una mirada, limitándose a observar cómo los niños reaccionaban con más terror ante aquello, hecho que le hacía negar con debilidad mientras agarraba con tanta fuerza su lápiz que terminó por partirlo. Se giró con pausa antes de caminar hacia el despacho de quien había entrado de forma tan desconsiderada. —Me gustaría un poco de paz, sobre todo porque suficiente están sufriendo ya como para que los estreses aún más. —Sonó tajante, consiguiendo que Jimmy chasquease con molestia por aquellas palabras. Se sentó en su sillón sin añadir nada más. —Esta vez no ha sido una remesa muy buena. Se ve que en los bajos fondos sus mujeres se están adaptando. —Escuchó comentar a Lina, quien ya estaba esperándolo en uno de los sillones de aquel lugar. Sus azulados ojos le miraban con cierta lascivia, algo que le repugnaba. —Un embarazo les quita mínimo siete meses de pan, por lo que no me sorprende. —Suspiró con debilidad antes de sentarse en el sillón que quedaba libre frente a Jimmy. —¿Cómo has visto a Ackerman, Rivo? —Hace buen papel y si no hubiera sido por Lucas, cuya actuación fue deplorable, igual sí que se le habría podido sonsacar algo más. —Aquello le hizo chasquear con furia, pues estaba de acuerdo con él. —Las cosas no están saliendo como las esperamos. Sabe lo de las investigaciones y estoy seguro de que Virginia no murió en el parto y que su hijo o hija está vivo. —¿Entonces crees que uno de los niños es el hijo de Virginia y Hugo y que Mikasa lo está ocultando? —Cuestionó Lina con brillo en sus ojos— Es la pieza clave para que la investigación de ese paso que estamos buscando como locos, Jimmy… Tener a ese niño con nosotros nos abriría muchas puertas. Analizar su sangre y poder crear nuevos tipos de suero, perfeccionando aún más los que hemos creado… Imagina no perder a ningún niño más por el camino y poder empezar a tener a nuestro ejército en formación. —Lina empezó a fantasear y cuando eso pasaba, su voz se tornaba chillona seguida de muchas pausas ahogadas, pues la emoción no le permitía controlarse y hacer frases completas de forma seguida. Agarraba varios mechones de su pelo y empezaba a jugar con ellos, dejando que toda fantasía empezase a coger forma dentro de su mente. Ante aquello, Rivo se limitó a observar la conversación en silencio, esperando con impaciencia que el resto del equipo llegase para poder salir de allí. Detestaba a aquellas dos personas y si no fuera porque cargaba una culpa tan grande a sus espaldas, estaba seguro de que hacía mucho tiempo que habría huído de allí para haberse colgado de una de las vigas de su habitación. A sus espaldas llevaba una penitencia letal que iba a dejar que le fuera consumiendo hasta que no pudiera más. Así se lo había jurado.

***

Mateo, Mimi y John fueron a visitarla a primera hora de la mañana al orfanato y lo hacían como si fueran unos herejes, totalmente camuflados para que la policía no les interceptasen y pudieran dar aviso de que se estaban saltando una recomendación real. Ya había pasado más de dos meses desde la última vez que se vieron y cuando Mateo padre le hizo saber que habían juzgado a Mikasa sin aviso previo, algo dentro de sí se molestó muchísimo y sólo pudo ir al resto del grupo para comentarles qué iba a hacer: visitar a su ex-capitana. Cuando les dieron paso al interior del lugar y vieron a Mikasa, ésta se dejó estrechar entre los brazos contrarios, quienes la recibieron con un amor difícil de explicar. Mimi fue la primera que se abalanzó sobre ella con cuidado en cuanto la vio y rápidamente se centró en su abultada barriga, la cual ya era totalmente imposible de ocultar. Qué cosa más redonda y bien formada. Mikasa se estaba dejando su pelo largo y si se le sumaba la carita con algo de redondez por su estado, estaba realmente preciosa. A Mateo se le dibujó una enorme sonrisa al verla y cuando vio el espacio libre dejado por su amiga, ni dudó un segundo en abrazarla, exclamando ante el contacto con aquella abultada barriga. Miró a Mimi, totalmente sorprendido por ver así a su compañera. John no se quedó atrás, copiando igual a sus dos compañeros. —Esto está casi hecho. —Exclamó Mateo entre risas, tocando de nuevo aquella barriga. —Bueno, quedan mínimo dos meses y medio… —Abrazó ahora su barriga con total orgullo. —¿Se mueve mucho? —Mikasa asintió a Mimi, abriendo sus ojos de par en par, totalmente sorprendida porque aquel ser fuera capaz de estar sin parar ni un segundo. Agarró su mano para posarla en su costado derecho y la sintió, sintió a aquella criatura moverse. Carcajeó animada, notando como Mateo y John también posaban sus manos para sentirla, qué paz interior iba a sentir cuando saliera de allí. —¿Lo llevas bien? —La pregunta de Mateo fue un poco cruda y el ambiente cambió, consiguiendo que todos los presentes se centraran en lo importante: el juicio y el propio estado de su ex-capitana. —Lo llevo como puedo. —No hemos venido antes no porque no quisiéramos, es que nos recomendaron no venir por precaución… —Comentó Mimi con pesadez. —¿Quién hizo eso? —Los tres se miraron con pesadez, pues había un nombre que se empezó a pronunciar de forma mental y ahí lo supo: Eren. Suspiró de forma tendida antes de dar una pequeña palmada en el hombro izquierdo de cada uno de sus compañeros— Me da igual, me gustaría que vinierais cuando os apetezca. Además. —Agarró las manos de su compañera con seguridad, mirándola con una débil sonrisa en su rostro— ¿Estarías conmigo en el momento del parto? —Mimi exclamó con sorpresa, pues en absoluto se esperaba algo así de Mikasa— Has sido una médica estupenda y la verdad es que me gustaría que estuvieras conmigo, si quieres, claro. Mimi observó con total emoción a sus compañeros. Empezó a mover sus manos con descontrol por la cantidad de sentimientos positivos que estaba sintiendo. Mikasa Ackerman, ¡la legendaria Mikasa Ackerman acababa de pedir su presencia en su parto! Aquello era todo un honor al que no iba a poder negarse en absoluto, pues no siempre se tenía aquella oportunidad y era como un sueño realidad, aunque justo se le acabase de formar. —¿Estás segura de que es buena idea, Mikasa? —Mikasa rió débilmente por la pregunta de Mateo, golpeándole débilmente en el antebrazo. La emoción de Mimi era totalmente contagiosa y desde que volvió a casa supo que la quería a su lado en un momento tan importante para ella. —Estoy segurísima. Además… —Hizo una pausa antes de continuar, pero no quiso seguir por ese camino, por lo que negó con rapidez— Da igual. Megumi me ha dicho que podemos utilizar esta sala para hablar. —Comentó con leve ánimo antes de caminar hacia el final del pasillo para abrir las puertas correderas de aquella alargada sala. Escuchó emocionada una exclamación conjunta— ¿Os gusta? —Pero… ¿Es seguro? —Cuestionó John con cierta intranquilidad— El orfanato es propiedad de la reina y no sé yo si es lo apropiado para llevar nuestras reuniones. —No lo es, pero las vamos a hacer. —Respondió Mikasa con un tono completamente nuevo para los tres, algo que gustó mucho sobre todo a Mimi y a Mateo. Mimi entró detrás de Mikasa, agarrándose a ella sin perder ni un poco de la emoción que había despertado en su interior por aquella petición de la morena. Observaba el lugar como si aquello fuera parte de una historia de tragedia, despechos, celos, secretos y mil géneros más dramáticos que, en realidad, le fascinaban a la castaña. Mateo fue el último en entrar, cerrando tras de sí, y tras estar un rato analizando la sala, imaginándose mil cosas en ella, observó a la morena, quien charlaba con su compañera con ánimo. Y no pudo evitar sonreír con debilidad al ver cómo Mimi era incapaz de contener su ilusión interna. —Me gusta muchísimo, así que quiero inaugurarla preguntando qué pasó ayer en el juicio. —Cortó de pronto al resto de sus compañeros, quienes ahora se centraron en él. Mateo no atascaba y si tenía algo rondándole la mente iba a por ello a la primera de cambio, por lo que se dispuso a responderle, mas cuando fue a hacerlo las puertas se abrieron con timidez, mostrando a una Megumi totalmente apurada por interrumpir. —Mikasa… —La llamó con debilidad a la vez que movía su mano derecha con rapidez. La mencionada se disculpó con los tres para caminar hacia ella, dejando que sus compañeros aprovechasen para buscar sus asientos favoritos en aquella sala— La madre de Jean ha venido. —Le anunció cuando cerró las puertas tras sí. Aquello la sonrojó de pronto, pues no esperaba aquella visita, pero después de lo de la noche anterior podría ser que la hubiera hecho para ver cómo se encontraba. Siguió a Megumi hasta la cocina, entrando tras ella antes de saludar con cierto nerviosismo a Sandra, quien se levantaba de su sitio para saludarla con ánimo, abrazándola con cuidado. —Pido perdón por no haber avisado. —Se disculpó al separarse de la morena— He ido a tu casa, que he ido al mercado y he visto que había unas pocas verduras a buen precio, así que he pensado que te vendrían bien, pero no estabas y aunque Jean me dijo que todo fue bien, no me iba a quedar del todo tranquila si no te veía. —Sandra sacó un par de calabacines de su cestito de mimbre, cuyo había dejado sobre la mesa— Entonces he recordado que aquí pasabas mucho tiempo y he venido para dejarlas. No quiero molestar. —¡En absoluto! Ya le hemos dicho que es todo un gusto. Mikasa nos ha hablado de usted y la verdad es que teníamos muchas ganas de conocerla. —Habló Lisa animada mientras se acercaba a ella limpiándose las manos con un trapo de la cocina, pues se había mantenido al margen pelando unas patatas para la comida. —Por favor, trátenme de tú. —Lo mismo para ti. —Le comentó Lisa observando las verduras de aquel cestito— Qué buena apariencia tienen. Las dos mujeres estuvieron un rato hablando sobre la calidad de las verduras que Sandra había comprado, comparando con las que Lisa compraba y las cuales ahora no la dejaban satisfecha, por lo que aseguró que su próxima compra iba a hacerla en el puesto que frecuentaba la señora Kirstein. Mikasa aprovechó el momento comparativa verduril para observar a Megumi, quien se aguantaba la risa y evitaba devolverle la mirada. —¿Cómo estás, Mikasa? —Le preguntó Sandra después de aquella conversación mientras acariciaba sus brazos con suavidad. —Bien, la verdad. Estoy un poco aburrida porque no me dejan hacer nada, pero bien. —Ya desearás tener este aburrimiento en el futuro. —Anunció ahora Lisa, quien se sentaba en la silla que había frente a la morena, observando cómo ésta también se sentaba; al lado de ella se sentó Sandra, quien la miraba con una cariñosa sonrisa. A Megumi le tocó estar al lado de Lisa. —Cuando vino el señor Blouse nos asustamos un montón. No entendemos de esos temas de juicios y mira que Jean nos hablaba de ellos, pero es que cuando una no se dedica a eso… —Por dios, no hay quien entienda de eso… Sasha también lo intentó muchas veces, pero no había manera… Sandra asintió totalmente agradecida por encontrar a alguien que la entendiese tan a la perfección como lo estaba haciendo aquella mujer, con la cual no se había presentado, pero con la que había congeniado bastante bien. —No os preocupéis, sólo querían comprobar que no se había ocultado ninguna información sobre Quinta, así que todo bien. —No sé si en tu estado era lo más necesario, ¿no podían esperar a después de que hubiera nacido? —Megumi sonó molesta, consiguiendo la aprobación de las otras dos mujeres, quienes asintieron con fuerza. —Bueno… Son cosas burocráticas, no es que puedan esperar mucho. —Las tres mujeres volvían a estar en sintonía, con la misma queja al no ser capaces de comprender que la hubieran sometido a aquella situación de estrés, ¡de un juicio! Ella debía estar tranquila, sin altibajos. El médico comentaba que dentro de su estado de riesgo la cosa estaba bien, pero que no había que confiarse, y la llevaban a algo así. Mikasa se hizo pequeña, pues estaba en desventaja en una guerra de tres contra una. ¿Había manera de poder hacer frente a la fuerza titánica de aquellas tres poderosas mujeres?— Pero ha sido algo rutinario, no pasa nada. —Por cierto, señora Kirstein, no sé si Mikasa te lo ha hecho llegar, pero aquí nosotras dos también vamos a ser abuelas de esa criatura, ¿te parece bien? —Mikasa se perdió por completo con Lisa, pues ahora pasaban de la indignación por el juicio a la confesión de trío abuelil de aquella criatura por venir. —Me llamo Sandra. —Ante su presentación siguió la de las otras dos mujeres, quienes rieron de forma animada— Y me parece maravilloso, pues también me gustaría preguntar si estaría bien el hecho de aparecer más por aquí y ayudar en lo necesario. —Aquello disparó la emoción y Mikasa dejó de entender qué era lo que estaba haciendo allí, pues quitando cuando le preguntaron qué tal el juicio, el resto de la conversación la dejaba totalmente apartada y no entendía el por qué se habían esperado a que llegara para empezar a hablar de la calidad de las verduras y de si Sandra se podría unir al equipo oficial del orfanato, así que se limitó a tomarse el té que le habían servido hacía no mucho en silencio, escuchando a aquellas tres mujeres repartirse las faenas, incluso una llamada Mikasa Ackerman. Tras un rato de intercambio, Sandra la miró ahora con un tono algo más serio— Sobre Jean… No he vuelto a saber nada de él. He enviado tu correspondencia junto a la mía, pero por mi parte no he recibido nada, ¿y tú? Mikasa negó con debilidad— No he recibido nada él e incluso le pedí a Historia que intentase hacer que volviese cuanto antes, pero me ha dicho que no será posible. —Y ahí estaba de nuevo: el pesar y la decepción por aquella realidad que se negaba a aceptar y que, una vez confirmada, le cayó como un jarro de agua fría. Sandra posó sus manos sobre el muslo contrario, dedicándole una maternal sonrisa a la cual no fue capaz de corresponder— Sé que Lisa me avisó, pero creí que algo bueno iba a pasar después de todo… —Rió con amargura— ¿Crees que está enfadado conmigo? —¿Jean? —Sandra no pudo evitar escupir el nombre de su hijo con sorpresa— Eso es imposible. Una madre sabe cosas que su hijo nunca le cuenta y estoy segura de que nunca se enfadaría por esto. —Tocó la redonda barriga, sorprendiéndose por los movimientos de aquel ser. No pudo evitar carcajear con emoción, dirigiendo su mirada hacia Lisa y Megumi, quienes asintieron con complicidad, pues ya habían sentido a aquella criatura revolverse ahí dentro— Pero la verdad, espero que no tarde mucho, pues sí que es cierto que se pondrá muy triste si se pierde muchas cosas de su bebé. —Bueno… ¿Te quedarás a cenar, Sandra? —Preguntó de golpe, ansiosa por querer romper con la agonía que le supuso el comentario final de la abuela de su criatura, más después de lo que le habían dicho en el juicio. No quería volver a caer en aquella angustia y su mejor opción era salir de allí. La mencionada dudó, pero la insistencia de las dos otras mujeres la animaron a quedarse— Genial, porque entonces me gustaría estar un poco con los chicos, si no os importa. Y así habláis de cómo gestionar el triple abuelerío y todo eso. Dejó a las tres mujeres en silencio, el cual no duró mucho al comenzar a poner cosas en común tal y como salió de la cocina. Suspiró de forma tendida, haciendo que Mateo no pudiera evitar carcajear desde la esquina de la barandilla. Mikasa le observó con sorpresa. —¿Tu suegra te agota? —No es mi suegra. —Corrigió con vergüenza. —Ah, perdona. —Carraspeó con sorna— ¿La madre del compañero que te tiras cuando te tomas una copa de vino y que te deja embarazada te agota? —La mirada fulminante que le lanzó la contraria no le hizo sino más gracia, carcajeando con algo más de intensidad— Hemos elegido nuestros asientos, pero en mitad de aquello hemos sufrido un ataque y nos hemos tenido que refugiar en tu habitación. No sé qué tiene, pero todos se van allí y se lo pasan pipa. —Ya, yo tampoco lo sé. Emma no quiso buscarse otra habitación y se ha quedado en la mía, conmigo. —Comentó con algo más de ánimo mientras empezaba a subir al lado de su compañero— Por cierto, ya que subimos hay algo que quiero enseñaros. —¿El qué? No respondió hasta que llegaron a su habitación la cual, tal y como le había sido anunciado, estaba repleta de niños. Mimi y John se habían tumbado en su cama, acompañados de Emma, quien jugaba con un peluche que iba dando saltitos por la cara de Mimi con cuidado. Los hermanos que salvó Mikasa estaban montando un castillo con figuras de madera y otros tantos niños jugaban con diferentes muñecos que se guardaban en un pequeño baúl de la habitación. A cualquier otra persona aquello podía agotarla, pero a Mikasa no le disgustaba sentir aquella compañía. El orfanato pertenecía a la corona y desde que Historia fue coronada siempre tuvo mucho cuidado con él. Supuso que la ayuda que ofrecieron al principio fue suficiente como para que cuando solicitó el estar allí, Historia no le pusiera ninguna pega. Antes de la llegada de los niños de Quinta, el lugar contaba con seis niños más, los cuales sirvieron para conseguir que los nuevos integrantes se adaptaran de forma más sencilla y ya, con el embarazo de Mikasa, todos se volcaron en querer cuidarla, lo que hizo que aquel interés común uniera a todos los niños. Antes de dirigirse hacia su cama, caminó hacia la cómoda que había enfrente, mas antes de llegar tuvo que hacer una pausa para atender la atención de una de las niñas, Gabriela, que quería enseñarle el dibujo que había hecho, dibujando una enorme sonrisa cuando Mikasa la felicitó por lo bonito que era aquello que fuera que hiciera. Abrió el primer cajón para coger algo que había envuelto en un papel y cuando lo obtuvo, se sentó a los pies de su cama, justo delante de Mimi. —¿Qué es eso? —Cuestionó la castaña, quien observaba aquel papel envolviendo algo en la mano de su amiga, la cual había estirado su brazo para mostrárselo. —Unas pastillas. —¿Y qué hacemos con ellas? —Cuestionó Mateo levantando una de sus cejas. —Me las pusieron en el desayuno cuando Historia tuvo a su hija. Como terminó pasada la medianoche, Eren me hizo quedarme en el palacio y a la mañana siguiente, en el desayuno, me las sirvieron con fruta, leche, pan y algo más. —Menos mal que no te las tomaste. —Comentó Mimi con intranquilidad— No sabemos qué es y es mejor ser precavida. —Lo sé. ¿Tú puedes saber qué son? Expulsó aire de forma tendida mientras las cogía con cuidado y les echaba un primer vistazo, todo bajo la atenta mirada de sus compañeros— Puedo intentar descubrirlo, pero no será rápido. No quiero levantar sospechas. —Cuando puedas y si ves que va a ser un problema, déjalo. —Mikasa quiso asegurarse de que Mimi le prometía que lo haría para poder quedarse tranquila. —¿Nos vas a hablar del juicio en este parque infantil? —Cuestionó Mateo, consiguiendo que John no pudiera evitar carcajear con debilidad. —Oye… —Recibió un débil golpe de la morena, consiguiendo que riese con debilidad— Tampoco es tan malo. Informal, pero no malo. De todas formas, no voy a entrar en detalles, pero sí quiero comentaros que me topé con un hombre llamado Rivo y que sabía de… —Su voz se apagó y finalizó su frase señalando a Emma, la cual se mantenía jugando con aquel peluche totalmente ajena a la conversación. —¿Qué dices? —Mateo no pudo alzar la voz ante aquello, llamando la atención de unos cuantos niños, consiguiendo que ahora el silencio aumentase y ante aquello, todos llegaron a la conclusión de que hablar allí no era buena idea. —Me reuní con tu padre, supongo que ya lo sabrás, así que me dijo que si descubría algo me lo haría saber, pero… No sé si es buena idea ir y venir tanto al cuartel. —Observó a sus compañeros con complicidad— He pensado que en cuanto sepa algo, vengáis a verme y poner así las teorías en común. Los tres restantes del grupo asintieron con debilidad ante aquella petición, pues era lo mejor que podían hacer hasta el momento y ante aquello, Mateo y John decidieron también empezar a investigar de forma discreta, mientras que Mimi iba a centrarse en el contenido de aquella pequeña pastilla.

***

Aunque era cierto que aquel tipo de reuniones le encantaban, el número en el que debía estar presente era más del que habría esperado en un inicio, pero el haberse casado con la reina trajo aquello como una de sus consecuencias. La cantidad de información que podía ir recibiendo del mundo exterior le venía estupendamente para poder ir planeando nuevos planes de conquista. Si ahora alguno de sus amigos le preguntaban por lo que ansiaba y respondía de forma sincera, seguramente se quedarían helados ante su respuesta. Había ido pasando por diferentes fases y en cada una de ellas sentía que iba encontrando una parte desconocida de sí mismo, mas esta última hacía que su ser vibrase de una manera desconocida hasta el momento. El mundo a sus pies, un mundo propio por el que poder moverse sin ningún tipo de atadura, iniciándolo de nuevo y purgándolo con los avances de aquel mal necesario que le vendieron. Todos viviendo bajo el mismo orden. Al principio fue algo que le causó mucha gracia y seguramente Armin le habría dicho que era algo irreal e imposible para quitarle la emoción, pero empezaron a enseñarle las pruebas y los avances, los cuales, unidos a la hostilidad que existía al otro lado de sus fronteras, hizo que aquel castillo en el aire empezase a bajar para tocar suelo. El problema es que Mikasa empezó a ser la nota discordante de todo. Hablaba sin saber, sólo guiándose por cómo se comportaba, por lo que empezó a ser molesta. Si ella fuera capaz de comprender la importancia de todo lo que se podría conseguir, de la realidad palpable que ellos tenían, seguramente lo habría visto de otra manera, pero no lo hizo. Y por eso siguió el consejo de Lucas y tuvo que expulsarla de su vida de aquella manera. Si la alejaba de todo aquello, por mucho que le doliera, podría asegurarse de que todo avanzaría según lo planeado. Se sentía agobiado con ella a su lado, no sabía cómo corresponder a aquella pasión que mostraba hacia él, otro de los motivos por lo que quiso alejarla de su lado, pues sentía que todo perdía su rumbo cuando estaba cerca. Quería hacerlo bien, quería creer bien en el plan de Jimmy y Lucas para poder crear y darles un mundo libre en el que todos pudieran ser felices, sin ataduras. ¿Que los medios y las formas no eran las mejores? No había resultado sin sacrificio, sin pruebas y sin ponerlo todo en juego. No obstante, era él el que tenía que avanzar en aquel plan, era él el que tenía que cambiarlo todo para que lo propuesto saliera adelante: casarse con Historia y tener un heredero para poder empezar a crear una rama pura de aquellos nuevos titanes de Jimmy. Cumplió sin rechistar y seguro de que en un futuro todas aquellas acciones serían comprendidas por sus más allegados, sobre todo por Mikasa. Mas el embarazo de su hermana le descolocó por completo todos sus planes. Pensaba que ella iba a estar por y para él, que le esperaría y que cuando fueran libres podrían serlo en todos los aspectos, pero una fiesta, alcohol y una horrible pena hizo que ella se saliera de su punto del plan, teniendo unas consecuencias que cada vez que pensaba en ellas sentía como su estómago se retorcía a unos niveles mortales y su cordura se veía totalmente corrompida. Ya no era capaz de pensar con claridad y cuando cerraba sus ojos se imaginaba a Mikasa de mil formas con Jean, ¡incluso en un futuro juntos! No, él no estaba luchando por aquel nuevo mundo para que ella estuviera con él. Ese futuro, ese nuevo mundo, iba a ser creado para que tanto él como ella pudieran vivir sin ninguna atadura. Y por eso iba a hacerlo todo arder si así conseguía recuperar a Mikasa, aquella persona que sólo necesitaba para poder encontrar la felicidad en aquel mundo oscuro. —Entonces… ¿Deberíamos unir fuerzas con Paraka? —Cuestionó uno de los generales que presidían la reunión. El silencio se hizo con todos ellos, no por incomodidad, sino porque cada uno empezó a sopesar qué era lo mejor para elegir. —Pues claro. —Respondió Eren con seguridad, atrayendo todas las miradas hacia él— No somos hostiles si no son hostiles con nosotros, pero eso no quita que debamos ayudar a aquellas naciones que puedan ser nuestras aliadas. —Sí, estamos de acuerdo con ello, pero estamos hablando de quienes estamos hablando, que parece que no sean sólo nuestros enemigos, sino del mundo. —¿Cuál es la preocupación? —Tenemos al grupo encargado de las negociaciones por las alianzas y la paz, mi rey, quienes están haciendo un gran esfuerzo, pero al no ir con intenciones bélicas, no les tenemos preparados para iniciar incursión alguna. O al menos con una alta tasa de victoria por nuestra parte. —¿Y no pueden prestar el material Paraka? Nosotros les dejamos a nuestros mejores hombres, pero que ellos pongan el material. —El equipo de gestión se quedó en silencio una vez más, pues en la cabeza de Eren todos los impedimentos que estaban viendo no los concebía— Para las negociaciones necesitamos a Armin, que es quien más preparado está para ello. El resto es acompañamiento, ¿no es así? —Todos aportan, Eren. —Historia fue la encargada de responder ahora, pues empezaba a sospechar qué era lo que estaba empezando a pasar por la mente de su marido. —Sí, Historia, lo sé, pero no al mismo nivel que Armin. Lo sabes tú, yo y todos los presentes. —Abría sus brazos con ímpetu tras cada palabra, observando como el resto de integrantes no se atrevían a rebatir a su rey— Jean es bueno comandando. Ahí estaba lo que Historia no quería escuchar. Ahí estaba aquel plan que sabía que se le había pasado por la mente una vez pensó en proteger a su amigo. Eren iba a por todas para intentar recuperar a su hermana y no estaba teniendo ningún tipo de filtro en ello. Quería quitarse de enmedio a Jean y temía qué era lo que tenía pensado para el bebé que estaba por nacer, todo para seguramente meterla en una cúpula de agonía que la hiciera quedarse totalmente derrotada y así poder controlarla. No tenía ningún tipo de duda de que Eren estaba planeando algo a gran escala, pero su mente ahora sólo estaba peleando por ver cómo recuperar a aquella Mikasa que había perdido por completo. ¿Cómo podía ella ayudarla? ¿Cómo podía protegerla? ¿Acaso Mikasa ya era consciente de algo y por eso dijo de querer marcharse? ¿Sabía algo que ella no? Su ser se removía hasta ponerla mala por la complicidad que tenía con su marido. —No, Eren. —Cortó de pronto, observándole con máxima atención y, a la vez, rogándole que olvidase aquella idea que le estaba rondando por la mente. —No puedo llevarle la contraria a la reina, pero creo que es un error. —Se acomodó sobre su asiento sin dejar de mirar a su esposa— Paraka necesita ayuda, como puede que la necesitemos nosotros en un futuro. —En eso… El rey tiene toda la razón, mi reina. —Aportó ahora uno de los generales que presidían la mesa, consiguiendo algún que otro asentimiento a favor. —¿Qué te pesa? ¿Jean? —Pronunció su nombre con desprecio, haciendo que Historia cerrase los ojos con fuerza antes de coger aire con intensidad— No me malinterpretes, Historia. Sé que será capaz de hacerlo bien y no caer en el campo de batalla. —Claro, Eren… Estás pensando en el bien de todos a largo plazo, ¿verdad? —Por supuesto. —Dirigió su mirada ahora hacia los papeles que tenía delante suya, como si intentase retener alguna que otra información de pronto— Paraka es una nación avanzada y con mucho poder militar también, así que no es de extrañar que quieran ir a por ella. Pero si ayudamos y nos aliamos, ese poder se nos podrá compartir. Además, nuestros enviados están en su frontera, en Jalier, con quienes ya hemos firmado una paz y alianza inicial, ¿acaso no ves los beneficios que eso aporta? —La alianza con Jalier ha sido crucial, tal y como Armin ya planeó, puesto que, como bien dice el rey, Paraka es vecina y la ayuda sería crucial para avanzar a pasos agigantados el siguiente tratado. —Jean no va a ir con los brazos desnudos, Historia. —Rió con debilidad, como si se estuviera burlando de la rubia— Podemos unir las fuerzas con Jalier también, así tendremos más apoyo y asentará aún más todo. Historia acababa de ser acorralada. Una vez más. Después de descubrir al gran enemigo que se alzaba tras el mar, la corona y su ejército empezó un plan tanto de limpieza como de búsqueda de alianzas, así como de reforzarse frente a aquel mal. Pasaron por un momento crítico hacía tres años, cuando volvieron derrotados y totalmente superados por aquella amenaza, motivo por el que empezaron a llevar a cabo diferentes planes de alianza, así como el inicio de la mejora armamentística de sí mismos, mas vivían encerrados entre muros y sus forma de sobrevivir era muy diferente a la que habían tenido que experimentar tras el primer contacto exterior. Empezaron a perfeccionar sus técnicas y a considerar otras formas de actuación. Por eso, la última que se estaba llevando a cabo era la actual, en la cual sus amigos, los más cercanos y casi los más preparados por todo lo vivido, estaban volcando todos sus esfuerzos. La idea era afianzar diferentes alianzas, estrechar lazos e iniciar rutas de comercio, pero no estaba siendo nada fácil, pues tratar con unos seres tan terroríficos como los titanes era algo para lo que no estaban preparadas muchas fronteras, por eso todo había adquirido un tinte mucho más lento y desesperante que el esperado. Necesitaban aumentar su fuerza en todos los aspectos y una vez abierta la veda, su tecnología y forma de vida era totalmente infructuosa, motivo por el que necesitaban aliados. Y aprender de ellos para poder iniciar un nuevo avance en la vida y poder ver algo de luz entre tanta oscuridad. La reina asintió con debilidad. No le gustaba la idea de llevar a parte de sus hombres a territorio hostil por aquel enemigo común, pero sabía los beneficios que aquello iba a aportar si todo salía bien. Eren se había vuelto a salir con la suya y sólo le quedaba esperar buenas noticias una vez la batalla hubiera llegado a su fin.

***

Leía y releía la carta una y otra vez, sin saber muy bien cómo debía sentirse al respecto. Sabía que podían producirse cambios durante las negociaciones, era algo que ya llevaban tiempo viviendo, pero ir al campo de batalla cuando apenas estaban preparados para ello era demasiado. No era nuevo, sabía valerse y lo iba a hacer bien, mas no podía evitar sentirse extraño por aquella petición. Eren era el que le pedía con ánimo y confianza que se encargase de comandar bien a las tropas propias, que él había dado su nombre porque estaba completamente seguro de que iba a hacerlo bien. ¿Desde cuándo tanta confianza en su persona? Sentía cierta abrumación, así como un cosquilleo raro en su interior, pero más porque pensar en tener que batallar le hacía sentir extraño, con ese miedo innato de no saber cómo va a acabar todo. Se hizo a los titanes, supo afrontar y aceptar aquel malestar que le suponía matar a alguien como él, pero la incertidumbre de los campos de batalla era algo terrorífico a nivel interno. Y más después de todas las vidas que se quedaron en el camino. Se rascó la frente con ímpetu, todo bajo la atenta mirada de Connie y Armin, quienes también se quedaron un poco fríos por aquella petición real. —Esto no me gusta, Jean… —Se atrevió a comentar Armin antes de coger la carta contraria para leerla. —Parece ser que Paraka se encargará de la mayoría de equipamiento y equipo, por lo que vamos a ser un acompañamiento. No obstante, hay que tener cuidado. No sé qué noticias habrán recibido por allí, pero la situación en Paraka está muy complicada y me da la sensación de que Eren piensa que es más fácil de lo que en verdad va a ser. —Intentaba sonar sereno, pues la realidad es que se había iniciado un plan de conquista bastante bruto gracias a su tecnología y querían evitar por todos los medios que aquello llegase a Paradis. —Es que… —Armin se pausó a sí mismo, pues parecía que fue verbalizar aquella teoría al castaño para que todo se torciese. ¿Y si Eren quería quitarse de enmedio a Jean? No, estaba siendo un poco paranoico de más. Que tanto él como su amiga hubieran tenido un encuentro tampoco era tan grave como para querer hacer algo tan cruento, por lo que Eren lo había hecho confiando plenamente en su compañero, pues sabía que él no estaba hecho para combatir como tal. —No seas burro, Armin. La voz de Jean, con ese descalificativo le molestó, pues tampoco era necesaria la faltada— La estoy meditando, ¿vale? —¿El qué pasa? —Connie cuestionó totalmente perdido, ya que sus dos compañeros parecían saber algo que a él se le escapaba. Y Jean no pudo evitar sonrojarse ante aquello— Eh, ¿qué está pasando entre vosotros? ¿Os guardáis secretos ahora? —No pasa nada. Olvídalo, es Armin con sus teorías. —¿Y por qué tan rojo ahora? ¡Armin! ¿Qué está pasando? —Connie se arrimó más al rubio, quien empezó a sentirse agobiado por la presión. —¡Qué no pasa nada, Connie! Que lo olvides. —Qué no voy a olvidar nada. ¿Qué ha significado ese la estoy meditando? ¿Qué estás meditando? —¡Una teoría, sin más! —Armin estaba muy nervioso ya y si seguía apretando de aquella manera se le iba a escapar, ¡y no quería faltar a la petición de Jean! —¿Con Eren? ¿Con Mikasa? —¡¿Puedes parar por favor?! No te importa si hicimos o dejamos de hacer y sus teorías ¿vale? Son bobadas suyas que no tienen más sentido Armin es así no puede dejar que su cabeza esté dando vueltas sin parar a cosas que están lejos y que no podemos solucionar porque no hay manera de que nos dejen ir y encima a mí me mandan al campo de batalla así que para. —Jean no había hecho una sola pausa desde que comenzó con aquel diálogo interno expulsado y lleno de nerviosismo, el cual sumado a la repetición de algunas sílabas, agobió al resto de sus compañeros ante la falta de aire. Connie le habría gritado que cogiera aire, pero es que se quedó en lo primero que se le escapó y sólo pudo observar a Armin sonreírle con cierto apuro, mientras se rascaba su cabeza con nerviosismo. El castaño empezó a recoger sus papeles para marcharse y recoger sus cosas, pues no iba a aguantar ni un segundo más aquellas boberías. —Jean. —La voz de Connie sonó impactada, haciendo que su amigo le mirase sin poder evitar soltar un suspiro profundo a la par que sus hombros caían con cierta pesadez. Esperó a que su amigo le dijese lo que le tuviese que decir— Guau. —Guau, qué. ¿Eres un perrito ahora? —Estoy asimilando que te hayas acostado con Mikasa. No es fácil, ¿vale? Sonó una bomba caer en aquella sala. El silencio se hizo con los tres compañeros. Armin sólo podía mirar con un apuro mayor al castaño, el cual estaba totalmente colorado por el agobio de haberse descubierto así. Nunca había visto tan rojo a Jean y por eso no pudo evitar que su risa no se escapase, consiguiendo que el afectado se cabrease aún más con ellos, por lo que salió con prisa y enfado de allí, dejando a Connie y a Armin mirándose en silencio. —Esto no me lo vi venir, eh… —Susurró Connie a Armin, quien sólo asintió con debilidad— ¿De qué va tu teoría? —Creo que Eren lo sabe… —¿Y qué? No quiso saber nada de ella, ya lo sabes. —No sé hasta qué punto Eren de verdad no quiere a Mikasa a su lado… Como le dije a Jean: es diferente que tú expulses algo a que te lo quiten… —¿Quieres decir que…? —Connie se quedó sin palabras, consiguiendo que Armin asintiese con debilidad una vez más— ¿Que lo ha hecho adrede? —Ante aquella pregunta Armin sólo pudo suspirar— ¡No seas tan dramático, Armin! Lo ha hecho porque sabe que es un buen líder y que sabe cuidar del equipo. —Eso quiero creer, Connie… Eso quiero creer… —Y de verdad que era algo que quería creer, pero o es que el destino estaba siendo muy caprichoso y se estaba riendo de ellos por cómo todo se estaba sucediendo o es que en el fondo había algo más que se le estaba escapando. Y de mientras, seguía sin saber absolutamente nada de su amiga, quien estaba seguro de que era la pieza clave para entender todos los movimientos de su amigo frente a su otro amigo.
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