ID de la obra: 777

Mil motivos para odiarme

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planificada Maxi, escritos 188 páginas, 96.807 palabras, 22 capítulos
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CAPÍTULO 19

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CAPÍTULO 19

Tocaba la jornada de reunión en la que iban a poner en común diferentes puntos sobre cómo mejorar aún más el estado de la investigación, pues de la última remesa de niños, las dos niñas habían fallecido nada más ponerles el suero, por lo que había sido un completo desastre. Jimmy se desesperaba ante aquello, ya que de nada estaba sirviendo el ir modificando el suero si nada más inyectarlo terminaba con la vida de las niñas y, para más colmo, Mikasa acababa de entrar en la recta final de su embarazo, por lo que necesitaba que aquel suero fuera efectivo con el recién nacido y no fracasar, pues de hacerlo sabía que todo se iba a ir al garete y que no habría salvación para él. Estaba tenso, todo el mundo lo notaba, pues sólo daba vueltas sin parar por la sala bajo la atenta mirada de su equipo. Nadie hablaba, sólo se limitaban a mirarse entre ellos a la espera de que Jimmy iniciase la reunión, con la idea que fuera. Así, Lina carraspeó para llamar la atención de su líder, quien paró su ir y venir de pronto, cogiendo aire con intensidad. —Mikasa está en la recta final del embarazo y el suero sigue sin funcionar… —¿De verdad crees que es necesario someter a un recién nacido a algo así, Jimmy? Y más sabiendo que no va a funcionar… —El poco contacto que tuvo con Ackerman no era suficiente como para desarrollar ningún tipo de amistad, pero por algún motivo en su mente no dejó de repetirse la frase de Mimi borracha, con aquella pena que podría suponer si se perdía aquel bebé. Ella sabía algo sobre Quinta seguro y quería quedar con ella para hablar sobre Hugo, Virginia y la pequeña Emma, pero no había podido y todo porque Jimmy les había estado agobiando con el avance de la investigación. Estaba con la soga al cuello porque incluso ahora él se había dado cuenta de lo peligroso que era meter en la ecuación al futuro sobrino del rey. —Yo confío, pues no debéis olvidar que pertenece al linaje Ackerman y eso suma mucho. —Es la mitad, Jimmy. —Aportó ahora Lina totalmente asombrada— Eso no asegura nada, puesto que el padre es un Kirstein. —Le observó mover sus manos de forma interrogante— Justo eso. Es un recién nacido cuyos genes no sabes cuáles van a ser predominantes. ¡Estás condenándonos a todos! Se hizo el silencio en el lugar, con Jimmy empezando a dar vueltas sin parar— Podemos pedirle tiempo a Eren una vez haya nacido. —¡Oh, claro! ¿Vamos a Mikasa y le decimos: perdona, cielo, nos das a tu bebé? Es para la investigación, que hemos visto que ahora este suero sí puede que no lo mate. —¡Deja la sorna, Lina! Ya sabéis cuál es el plan, así que deja las tonterías para otro momento. —No, no puedo… —Rivo se levantó ahora de su asiento tembloroso y sin poder evitar rascarse la cabeza con enfado. Jimmy le miró con odio, como si estuviera firmando su sentencia de muerte— Puedo aceptar ser el asesino de niños que pertenecen al bajo mundo, pero no arrebatarle el hijo a una madre que sí lo desea… No somos eso. —Somos investigadores, Rivo. Y hacemos cosas que no debemos en pos del avance. —Su voz sonó ahora oscura y apagada y por primera vez, se acercaba a su asiento para sentarse en él. Observó con distancia al resto de su equipo y sabía perfectamente qué era lo que pasaba por sus cabezas, pues tenía el conocimiento necesario como para saberlo— No es una opción y estoy seguro de que ese bebé será crucial para nosotros. —Es muy pronto… —¡He dicho que entonces le pediremos tiempo al rey! Pero ese bebé tiene que estar con nosotros, ¿ha quedado claro? —Empezó a alzar su voz, la cual empezó a penetrar en el equipo como si fuera una cuchilla que se iba clavando en ellos con rabia— Si el suero no es seguro, lo haremos seguro… Porque los niños han tenido una buena reacción, ¿verdad? —Tienen nueve años, Jimmy… —No he preguntado eso, Rivo. —Apretó sus manos con enfado, pues pese a Rivo era uno de sus mejores hombres, su cabeza iba a la deriva como la de Eren. ¿Acaso eso era parte de aquellas mentes brillantes? El volverse locas por no saber asimilar la fuerza de sus actos. Si él no tuviera aquellos miedos estaba seguro de que sería un científico mil veces mejor que él, pero sus traumas le estaban frenando. Y eso le apenaba. Le observó asentir— Pues ahí está el paso, chicos. Después de no sé cuántos niños cremados, tenemos a los dos primeros que han sido capaces de asimilar el suero y no morir en… Tres horas. —Carcajeó como un loco, totalmente ido por la alegría que le suponía aquel gran paso, pues lo era. Por primera vez dos niños no habían muerto por la inyección, por lo que era un gran paso para la creación de su ejército— Vamos a celebrarlo, chicos. Así despejamos la mente y digerís el malestar por lo del bebé de Ackerman, que parece que vaya a ser vuestro. Se levantó entonces emocionado, acercándose a Rivo para agarrarlo por los hombros con fuerza. No le dijo nada y con aquella acción se lo dijo todo: no tenía escapatoria. Y eso le había empezado a consumir desde el momento en el que verbalizó aquel horrible plan, por lo que igual había llegado el momento de llevar a cabo su acción suicida y finalizar así su penitencia.

***

Recibió una petición de Eren para quedar en su casa. Le pedía que necesitaba hablar con ella con urgencia para aclarar diferentes cosas, algo que hizo que en su interior naciera una nerviosismo difícil de controlar. Se había instalado casi por completo en el orfanato, por lo que su hogar se había quedado totalmente abandonado y aprovechando que era el lugar de reunión, quiso llegar horas antes para limpiarlo levemente, al menos para que no pareciera una pocilga. No gustó mucho la idea de que se fuera a limpiar y a pasar el día allí, no obstante, tampoco podían retenerla como si fuera una niña pequeña. Estuvo bastante entretenida y apenas tuvo rato para parar quieta, pues cuando se dispuso a relajarse Eren llamó a la puerta. La abrió con calma, observando el rostro calmado de su hermano. Estaba bien, por lo que se atrevió a abrir sus brazos con cierta timidez, pues tampoco es que estuviera segura de que Eren fuera a corresponder, mas lo hizo. Se lanzó a ella para abrazarla. Lo hizo con fuerza, como si fuera algo que él necesitase como el beber. —¿Todo bien? —Sólo obtuvo un leve asentir— Genial, me alegro. —¿Y tú? —Preguntó ahora él mientras se alejaba de la contraria. Mikasa asintió con seguridad a la vez que se dedicaba a cerrar la puerta— Eso es lo importante. ¿El bebé bien? No hemos hablado desde aquel juicio. Quise hacerlo porque me enteré de lo que hizo Lucas y… Pido perdón. Mikasa negó con rapidez, ya que recordar aquel momento seguía siendo horrible y su piel se erizaba por completo ante el recuerdo— Sí, todo bien. Estoy algo cansada, pero supongo que es normal. —¿Cansada? Mikasa asintió con debilidad mientras se sentaba en una de las sillas que había en la sala— Es que es pesado, ¿sabes? Además, estoy con la constante preocupación por no fallar… Y es un poco duro, pero bueno, ya estoy en la recta final. Eren copió los movimientos contrarios y se sentó en la silla que había justo enfrente. Miró a su hermana, quien se disponía a servir el té que había preparado minutos antes de la hora de la quedada. No pudo evitar rascarse la nuca con cierto nerviosismo— Mikasa. —La mencionada sólo emitió un débil sonido, pues estaba concentrada en que el té no se le derramase— ¿Podemos hacer un punto y aparte en todo esto? ¿Y empezar de nuevo? Aquello sorprendió a Mikasa por completo, pues en absoluto se esperaba aquellas preguntas de su hermano. Le dejó la taza con cuidado, dejándose caer ahora sobre el respaldo de su silla. Le observó con atención, intentando averiguar si es que tenía alguna idea escondida por su cabeza— ¿Y sin mentiras? Eren asintió con rapidez— Sin mentiras, sin enfados y sin alterarnos. —Si lo conseguimos, seré muy feliz. Aquellas palabras hicieron que el corazón contrario empezase a latir con una fuerza bestial y casi podía notar como estaba perforando su interior. Sonrió de forma amplia, como si Mikasa hubiera conseguido lanzarle un dardo pacificador. Su corazón y su ser ya no peleaban entre sí, entre las diferentes formas que había en su interior, sino que, por primera vez en mucho tiempo, empezaban a estar en la misma sintonía. —Hay mucho, por lo que no sé por dónde empezar… —Añadió antes de dar el primer sorbo al té servido por su hermana— Lo primero que quiero decirte es que confío muchísimo en Jean y por eso dije su nombre. —Aquello hizo que Mikasa ladease su rostro con interrogación, no entendiendo qué era lo que quería decir— Marley ha empezado a atacar territorios que estaban empezando a querer aliarse con nosotros y el último es Paraka. Nuestros amigos no han ido preparados para la guerra, pero si les ayudamos de cara a futuro habremos adelantado mucho. —Vale, sé por dónde quieres ir. —Eren observó como su hermana asentía con debilidad mientras intentaba mantener la serenidad, pero él supo ver que su cuerpo reaccionó a sus palabras— Jean va a capitanear nuestra gente en esa guerra. —Hace un par de meses que empezó la misión… Aquello hizo que el corazón de la morena empezase a latir con rapidez, pues acababa de enterarse de aquello que ya llevaba un par de meses en activo— ¿Y cómo…? —De él no sé nada de forma directa, pero según los informes iba todo según lo planeado. —Mikasa tragó saliva con fuerza, intentando mantener en todo momento la compostura, aunque no era capaz de controlar la angustia que de pronto empezó a emerger de su interior. Y de pronto volvió a resonar la voz de Lucas en su mente, con aquella desagradable amenaza. —Sé que él es muy importante para ti, pero no quiero que pienses como Historia, que cree que lo he hecho como para quitarlo de enmedio y después de lo de Lucas… —No, claro que no, Eren. Nos dedicamos a esto. Ya hemos pasado por muchos problemas a los que no sabíamos cómo hacerles frente, así que lo entiendo. —Tardé en responder, ya que intentaba mantenerse totalmente serena, pues no quería mostrar el miedo que se había instalado en su interior después de aquella noticia por parte de su hermano. —No me encontraba bien porque yo propuse su nombre, ¿sabes? —El problema habría sido si me envías a mí, que ya lo hiciste y fue un desastre. —Intentó hacer un amago de broma. Había escuchado mucho eso de que a veces bromear sobre algo malo te hacía sobrellevarlo mejor, pero en su caso era tan raro, que se sintió totalmente aturdida después de hacerlo. —No te preocupes por eso. Tú nombre está en la hoja invisible de candidatos. —Mikasa rió con debilidad, casi sin fuerza— ¿Estás enamorada de él? Se le cortó la risa de pronto, yendo rápidamente a por su taza de té y poder mojarse la boca, la cual se le había quedado totalmente seca. Iba a ser sincera, pues era lo que Eren le había pedido y tal y como estaba yendo la conversación, consideraba que debía serlo e intentar así que el muro entre ambos empezase a agrietarse— ¿Sinceramente? No lo sé. Desde que me enteré del embarazo no he dejado de pensar en él, y es cierto que he estado sintiendo que sin él todo se me hacía cuesta arriba, pero… —Hizo una leve pausa antes de tragar saliva con intensidad— No me ha escrito ni una sola vez, ni aún cuando yo le he escrito y se lo he anunciado, así que entiendo que no quiere saber nada. No le culpo, ¿sabes? Le pedí a Historia que lo trajese antes de que naciese, pero luego me he sentido egoísta… ¿Quién soy yo para obligarle a formar parte de algo que no quiere? —Rió de nuevo forma débil y amarga, como si fuera una manera de poder hacer frente a esa realidad que estaba viviendo, aún cuando tenía algo de esperanza naciendo en su interior tras las palabras que Mateo padre le había dedicado tras aquel juicio. El mencionado la escuchaba con atención, totalmente centrado en cada una de las palabras y siendo consciente de que el responsable de que ella se sintiera así era él. Él tenía las cartas de ambos, él sabía qué era lo que Mikasa le había escrito y todo lo que Jean se había estado preocupando por ella, así como las mil veces que le pedía perdón en sus cartas, mas no se sentía mal por aquello. Era necesario, necesitaba justamente que Mikasa empezase a sentir eso y la verdad es que, por primera vez, sentía que todo estaba yendo como quería. —No lo eres. —Cortó con pausa, posando su rostro sobre su mano izquierda, observándola con atención— Es normal que te sientas así, sobre todo cuando tus amigos se han marchado y tu hermano no está muy estable mentalmente, ¿no? —Rió con cierta amargura— Perdóname, Mikasa. —Mikasa negó con debilidad antes de limpiarse los ojos con rapidez, pues no quería que las lágrimas empezasen a derramarse por su rostro— Estás llorona, ¿eh? —¡Muchísimo, Eren! Me siento terrible porque es lo único que parece que sé hacer. —Siguió limpiándose los ojos sin parar, pero de pronto notó como las manos de Eren se las agarraba para separarlas. Le vio sonreírle con cariño mientras aprovechaba para secar aquellas que se habían pegado en sus manos. —Pues está bien. Hemos dicho que haremos un punto y aparte, así que vamos a desahogarnos también, ¿vale? —Besó las manos contrarias con el mismo cariño con el que le había sonreído— ¿Has pensado algún nombre ya? —Sólo si es niña… —¿En serio? ¿Y si es niño? —No pudo evitar reír por aquella respuesta, pues jugársela al cincuenta por ciento le parecía una locura, pero una locura de las que Mikasa era capaz de llevar a cabo. La observó negar a la vez que subía sus hombros con rapidez— Bueno, pues piénsalo por si acaso. ¿Y de niña, entonces? —Sasha. También lo sabía, pero tenía claro que si actuaba sabiendo todo lo que sabía, aquella reunión con ella no iba a tener ningún sentido y de verdad que quería arreglar su relación, pues no podía vivir con el pesar de perderla, de no tenerla a su lado, y después de meditar y de hablar con Jimmy y Lucas, había entendido qué era lo que había hecho mal. Mikasa empezó a hablar de diferentes cosas sobre el embarazo y él sólo pudo escucharla con atención. Acababa de descubrir que le encantaba verla así, moviendo sus brazos con pausa mientras le explicaba lo que había creado para su bebé y la emoción con la que se lo contaba. Volvió a apoyar su rostro sobre su mano y sólo podía percibirla como una especie de diosa que lo iluminaba todo. Sus ojos brillaban con ilusión y él empezó a notar como se estaba contagiando de aquello, pues rápidamente empezó a sentir que quería compartir la experiencia de aquella criatura a su lado y así, entre ambos, podían llevar y alzar a Mikasa un nivel por encima del que estaba. Se había enfadado tanto con todo cuando se enteró de la verdad de su embarazo, que no se había dado tiempo a valorar lo que aquello podía significar para los dos. No obstante, la idea se corrompió con rapidez cuando le vino a la mente las palabras de Lucas. Y su corazón se retorció de pronto. —Pero no te quiero aburrir más. Negó con rapidez al escucharla— Si me encanta escucharte, Mikasa. ¿Sabes? Me molestó a rabiar cuando me enteré de tu embarazo, sobre todo de cómo llegaste a él. —¿Quién te lo dijo? —Cortó de pronto, pues que Eren supiera que fue una noche de alcohol era porque Historia se lo habría contado. —Historia. Siento si te molesta que me lo haya contado. —Respondió con cierto nerviosismo, pues aquello se le escapó sin poder controlarlo. La observó negar con rapidez, como si aquella respuesta fuera la que esperaba— Pues eso, que no puedo evitar pensar en que Jean se aprovechó de ti y eso me cabrea muchísimo, por eso he actuado como he actuado. —Lo entiendo, Eren. Yo me sentiría igual, pero… No se aprovechó de mí. —Aquella afirmación hizo que el fuero interno del contrario no supiera cómo debía actuar, pues una parte de sí sintió como una explosión que le destruyó por completo, pero por otra parte, era como que no quería sentir nada en absoluto, como si todo lo que acababa de escuchar fuera mentira y una irrealidad. No pudo hablar, se quedó totalmente en blanco— No quiero que sigas sintiéndote mal por eso. Sí, hubo alcohol y sé que si no hubiera estado en aquel estado no habría pasado nada, pero no me arrepiento de nada. —Pues… Eso es genial, Mikasa. —Fue lo único que pudo decir antes de lanzarse a llenarse la taza con un poco más de té. Necesitaba distraer la atención por aquellas palabras y no caer en la desesperación y locura en la que lo podían sumir— Entonces me quedo tranquilo. Te juro que me ponía loco de rabia ante la idea. —Pues te pido perdón, aunque no es que hayamos tenido tiempo de poner las cosas en claro, ¿verdad? —Vio como su hermano se empezó a rascar la nuca con cierto nerviosismo, acto que le hizo cierta gracia. No es que lo fuera, pero en ese aspecto ella se sentía tan volátil en cuanto a cómo se sentía que a ratos se veía insoportable a sí misma. Agarró su taza para dar un nuevo sorbo a su té— Eren… —Le llamó con un hilo de voz, pues ahora el nerviosismo se hacía con ella— ¿Tú sabes algo de Quinta? El silencio se hizo con el lugar tras la pregunta, haciendo que el contrario suspirase de forma tendida tras ella. Se acomodó ahora en la silla antes de estirarse con parsimonia— Sin mentiras, ¿verdad, Mikasa? —Sólo la vio asentir con suavidad— Todo. Lo sé todo. Y aquello fue una bomba mortal para la morena, quien no pudo evitar que su respiración se acelerase sin ningún tipo de control. Notó como en su interior todo se descompuso y empezó a funcionar de forma irracional. Su cuerpo empezó a temblar de forma interior y cuando empezó a notar que se extendía hacia el exterior, se abrazó a sí misma para evitar hacerlo visible. El hecho de que Eren lo confirmase le dolía mucho, pues a eso iba ligado muchas muertes que se podrían haber evitado— Ha muerto mucha gente… —Es lo único que pudo susurrar. —Lo sé, pero era algo inevitable. Jimmy contactó conmigo hace un par de años y me contó que estaba trabajando en una investigación sobre titanes. Al principio me reí y le tomé por loco, pero me enseñó sus avances y me habló de sus sujetos. —Hizo una leve pausa para beber un poco de té— Y fuimos a Quinta una noche. ¿Te crees que los pudo controlar? —Mikasa no podía estar creyendo todo aquello que Eren le estaba confirmando y sentía como su cuerpo se había erizado de arriba abajo— Y caí rendido a su petición, Mikasa… Sé que os parecerá una locura, pero si lo hacemos bien, te juro que seremos libres. —¿Qué petición, Eren? —Trabajar con él, a su lado. Apoyar su investigación y dominar el mundo con ellos. —¿Y en qué nos vamos a diferenciar de nuestros enemigos? Suspiró de forma tendida, pues ahí estaba aquello que no quería vivir con Mikasa: sus dudas. Ella no entendía la diferencia que había con sus enemigos, pues ellos no buscaban acabar con nadie, sino extender un poder que hiciera que todo el mundo fuera igual. ¿Acaso no era eso una libertad mayor? Se acabarían los problemas, los muros y los conflictos entre todos. Un nuevo orden para todos, mas entendía que fuera algo difícil de entender para quienes aún no habían sido capaces de ver el potencial de los titanes de Jimmy— Sabía que no lo ibas a entender, que te iba a parecer una locura… —Totalmente, Eren. Es una locura. —Se acomodó en su silla, apoyándose ahora sobre la mesa con sus antebrazos— No sé cómo funcionan sus titanes, ¿pero son como tú? —Obtuvo un asentimiento débil— Pero no los podemos eliminar como los titanes a los que estamos acostumbrados, así que… ¿Dónde están esas personas? —Eso aún lo desconocemos. Los titanes de Jimmy no pueden volver a su forma humana, por así decirlo. Quinta es su campo de investigación y sí, ha llevado a cabo actos inhumanos, pero sé que lo está haciendo por perfeccionar su trabajo. —Eren, ¿te estás escuchando? ¿A cuánta gente ha utilizado? —No sé el número, Mikasa, pero es lo malo de las investigaciones. De todas maneras, olvida Quinta, por favor. —¿Cómo que olvide Quinta, Eren? ¿Y para qué fue el juicio? —Jimmy me dijo que habías ocultado información y que había que corroborarlo. —Terminó de beber el contenido de su taza, disfrutando de aquel último trago, pues hacía tiempo que no bebía otra cosa que no fuera alcohol y aquel té, preparado con tanto mimo por su hermana, era reconfortante— ¿Descubriste algo? Asintió con debilidad— Hemos estado peleando contra ellos y ahora me dices que estáis creando unos nuevos para conquistar el mundo. —Su voz salía rota, ya que no estaba siendo capaz de asimilar aquellas palabras tan orgullosas por parte de Eren. —¡No, Mikasa! —Alzó la voz sin querer, mas pronto empezó a disculparse por aquello pues de verdad que no era algo intencionado— No queremos conquistar nada. Es crear un nuevo orden, que es diferente. Entiendo que no lo entiendas, no te culpo, pero sé que lo harás. Cuando lo entiendas, cuando veas lo efectivo que es, lo harás. Así que no me preocupa que me tomes por loco, tirano, conquistador… Como quieras, lo acepto. —Mikasa empezó a rascarse la frente con cierta desesperación, pues la cabeza empezó a sufrir aquel martilleo matador que muchas veces le venía cuando algo la superaba— Ahora estás con la idea tradicional de los titanes, pero estos son diferentes, te lo aseguro. —Será eso… —Susurró más para ella que para él. Sentía que había llegado a un callejón sin salida, que aquella idea la tenía totalmente aterrorizada, pero que ahora mismo no podía hacer nada para cambiar su pensamiento y que, aunque lo intentase, no se sentía con el poder necesario como para intentarlo. Se sentía totalmente en desventaja ante la fijación y pasión que tenía su hermano en aquel plan, pues estaba totalmente cegado y encandilado por aquella idea y ahora mismo el grueso del poder estaba entre Jimmy y Lucas, así que ella estaba en total desventaja, mas se juraba en aquel instante que le salvaría, que ayudaría a su hermano a deshacerse de aquella idea para que el horror de su plan e investigación dejasen de existir. —No quiero seguir hablando ni de Quinta ni de nada relacionado, Mikasa… Le observó intentando mantener la máxima calma posible, dedicándole una débil sonrisa— Yo tampoco… No puedo negarte que no estoy en tu misma línea, Eren, pero… Alguna vez lo estaremos. Su hermano rió con debilidad antes de volver a agarrarla de sus manos con fuerza— Te lo agradezco, de verdad. Entonces… ¿Estamos bien? —Mikasa asintió con debilidad una vez más— ¿Confías en mí? Sé que igual no plenamente, pero ¿lo haces? —Volvió a asentir con pausa— Y entonces, ¿me harías caso y vendrías al palacio para tener al bebé? Sé que no es lo que quieres en absoluto, pero es donde me sentiría tranquilo. No voy a agobiarte, pero me da miedo que algo os pase y sé que hay médicos geniales fuera de palacio, pero confío plenamente en nuestro equipo, pues el parto de Historia fue genial y te juro que no es por puro capricho, sino porque de verdad deseo que estéis bien y todo salga bien. Me da pánico que algo salga mal y sé que eso quedará en mí para siempre. Suspiró de forma tendida ante lo que Eren le empezó a pedir. No quería ir a palacio para tener su bebé, pues no se consideraba apta para estar allí, pues estar allí la hacía sentir totalmente encerrada y fuera de su zona de confort. Siempre que había ido a palacio, por muy grande que fuera y por mucho servicio que tuviera, estar allí la ahogaba y sentía como perdía el control por completo de su libertad, motivo por el que quería decidir dónde quería tener a su bebé, además de que ya le había pedido a Mimi que estuviera con ella y había encontrado paz y seguridad para el día tan importante. —No me gusta el palacio, Eren… Y ya preparaste la habitación sin preguntarme siquiera. —Aquel recuerdo hizo que un escalofrío la recorriese de arriba abajo— Y no me gustó aquello. —Perdóname. Ya te digo que lo hice por la rabia, pues deseaba tanto querer cuidarte y protegerte después de aquella noche tuya, que hice cosas por mi cuenta. De verdad que lo siento. —Alzó sus hombros con cierta pesadez, con su mirada agachada por el apuro que se suponía que estaba sintiendo en aquel momento. Se dejó llevar por el terror de haber perdido a su hermana y por eso quiso encerrarla, dándole los motivos necesarios en el palacio para que no tuviera que echar en falta nada de fuera— No es que quisiera controlar tu vida, tal y como me diste a entender en el hospital porque no podría, pero supongo que me dejé llevar demasiado. —Si voy… ¿Me prometes que Jimmy no va a estar y que Mimi me acompañará? —¿Mimi? —Mi compañera de misión en Quinta. Es una médica excelente y si no está ella, no lo tendré allí. Eren cogió aire con intensidad antes de tragar saliva, pues aquello torcía los planes por completo, pero necesitaba que Mikasa tuviera a su criatura en el palacio y si para ello debía ceder en algunos casos, así lo haría. No entendía de partos, pero en el de Historia observó que después de salir se llevaban a la bebé, por lo que igual ahí podrían hacer algo. De todas formas, no era algo que le interesase, pues Jimmy y Lucas debían ser quienes creasen una nueva línea de plan. Se levantó con rapidez, lo que asustó a la morena, para sentarse a su lado. La abrazó con fuerza antes de llorar con emoción, pues por primera vez dejaba salir sus lágrimas, mas no estuvo mucho tiempo abrazándola y pronto se separó para empezar a acariciar las mejillas contrarias, las cuales se encontraban ciertamente sonrojadas— Te lo juro… —Le susurró con pausa, lo que hizo que Mikasa notase como su cuerpo se volvía a erizar por completo. Ahora fue ella quien se lanzó a abrazarle con fuerza— En un momento así no puedo elegir por ti. Y después del de Historia, sé lo importante que es saber elegir quién debe estar a tu lado. Mikasa ahora fue la que rompió a llorar, pues había estado ansiando que a su lado estuviera el padre de su criatura que, como le había dicho hacía un rato a su hermano, era un pilar importante para ella y había comenzado a sentir que si no estaba a su lado, nada iba a salir bien. No obstante, la ausencia de respuesta la hizo empezar a valorar su fuerza en solitario y, estándole completamente agradecida por el regalo de vida que le iba a dar, decidió comenzar su andadura sin el miedo a la soledad. Era fuerte, era una mujer que se había visto en cosas peores y que sabía que tenía aquel poder de avanzar sin nadie a su lado, sólo deseando que su criatura creciese feliz y fuerte, pues un nuevo deseo se había instalado en su interior: el de ver crecer a su hija y poder ofrecerle el mejor mundo para ella. —Entonces… ¿Tú estarás conmigo…? —Preguntó con un débil hilo de voz, aferrándose aún más a él. —Siempre… Igual que lo has estado siempre tú.—Abrazó con algo más de fuerza a la morena, notando como ahora su corazón había comenzado a latir con una fuerza bestial, igual que antes. Estaba emocionado, no lo iba a negar, pues de verdad que una gran parte de su ser deseaba estar ahí con ella y poder darle la bienvenida a aquel bebé que estaba a nada de nacer. —Y siempre estaré, Eren… Sé que a veces me he… —Eh, eh, eh… —La cortó de golpe para agarrar su cabeza con cuidado y poder observarla con atención. Estaba increíble con aquella carita redondita por su embarazo y no pudo contenerse. Se quiso abalanzar sobre aquellos labios, pero ella se movió lo suficiente como para que su beso aterrizase sobre su mejilla derecha, la cual empezó a besar con cariño. Se había dejado llevar demasiado por el momento, algo que tenía claro que hasta ella habría notado— Lo hemos conseguido… —Susurró entre débiles risas. —¿Conseguido? —Sin mentiras, sin enfados y sin alterarnos. —Repitió sus palabras del inicio sin poder contener aquella risita que se había instalado en él— ¿Estás feliz? Mikasa le correspondió a la risa, mientras aprovechaba para alejarse levemente— Sí, mucho. —Déjame que me disculpe una vez más por todo. Obré mal y de verdad que tengo mucha culpa en mi interior. —Pues deja de sentirla, ¿vale? Punto y aparte. Eso sí, hay cosas con las que te daré guerra, pero todo a su debido tiempo. Eren alzó sus manos como si estuviera fingiendo estar desarmado. Y rió de nuevo con debilidad antes de levantarse para recoger la mesa— Es tarde, ¿te acerco al orfanato? Mikasa negó con debilidad— Me voy a quedar aquí, así mañana por la mañana podré adelantar algunas cosas. —¿Estarás bien sola? —La observó asentir con pausa— Entonces… ¿Cuándo irás a palacio? —Estoy en el octavo mes y el médico me ha dicho que en cualquier momento puede suceder, así que… Dame un par de semanas, ¿vale? —Mikasa, eso… —Le observó dejar caer sus brazos al escucharle— Vale, vale… No insisto. Si crees que aguantarás un par de semanas, nada que aportar. Supongo que ahí tendrás más control tú que yo. —Empezó a lavar las tazas y la tetera. —Deja eso, anda. Ve a casa, que aún te queda paseo. Y no te preocupes, que cualquier cosa te aviso. No le hizo caso y hasta que no terminó de fregar no se dispuso a prepararse para salir. Estuvieron hablando un poco más, mas no tardó en marcharse y la sensación de calidez que había empezado a fraguarse durante aquella tarde se mantuvo, lo que hizo que Mikasa se sintiera feliz de estar allí. Sentía que se había quitado un peso de encima tras haber hecho las paces con Eren, pues aunque no quisiera prestarle atención, el hecho de estar en conflicto con él había sido un lastre para su embarazo. No lo podía controlar y sentía cómo se ahogaba, pero haber tenido aquella conversación con él la había sanado muchísimo, cosa que hizo que el miedo de tenerle cerca se hubiera disuelto por completo y ahora hasta incluso le quisiera tener cerca. Fue a cerrar la puerta tras vez el carruaje real desaparecer, mas de pronto alguien lo impidió. Se asustó de tal manera que se puso en guardia. Fue todo muy rápido y en cuestión de segundos entraron en su casa Mateo, Mimi, John y Rivo, éste último cerrando tras de sí. —¡Mikasa, no puedes ir al palacio! ¡Es una trampa! —Gritó Mimi con desesperación mientras se abrazaba a ella.

***

Era la última incursión antes de poder firmar una tregua. Las cosas estaban saliendo mal para los dos bandos y sin esperarlo estaban perdiendo más de lo esperado. Como era de esperar, él se encargaba junto a su equipo de los titanes, quienes aparecían por montones sin parar. Llevaba un par de meses en una guerra que no le tocaba, pero confiaban en él, era parte del trato para seguir asentando alianzas que les pudieran servir para vivir una vida en paz, en un mundo feliz en el que poder formar una familia y poder vivir, por primera vez, tranquilos. Intentaba estar siempre lo más centrado posible, intentando que todas las bajas producidas en aquel tiempo no le afectasen, pero ya no podía más. Llevaba años peleando sin parar, años luchando por ese mundo que nunca llegaba y que no sabía si iba a llegar. Quería formar una familia, quería ver a sus padres de nuevo y poder aclarar las cosas con Mikasa, quien no dejaba de aparecer en su mente cuando podía tener un segundo para recuperar el aire. Su corazón le latía a una velocidad brutal, algo que ya era habitual en él, mas no lograba acostumbrarse al dolor que le causaba. Estaban en la frontera que separaba los bandos de aquella guerra. El final de aquella batalla se debía decidir hoy y volvía a cuestionarse para qué servía todo aquello, para qué seguir derramando sangre sin parar. ¿Acaso no podían parar? ¿De qué servía conquistar nada si el reguero de dolor que dejaba tras de sí no hacía más que aumentar? Tragó saliva antes de observar a sus compañeros, quienes esperaban su orden y no tardó en hacerla llegar. Volvieron a avanzar para poner el punto final. Jean tenía todo su cuerpo agarrotado, totalmente tenso por todos aquellos días de dolor, pesar, horror y crueldad, así como por la falta de descanso. Quería marcharse de allí cuanto antes y rezaba para que el final de aquella batalla fuera el final de aquella misión. —Quiero volver a casa… —Susurró a la vez que se preparaba para dar el tiro final, pero le llegó a él. Vino por la espalda y sintió aquella explosión desgarrarle por completo. Su acto reflejo fue soltar aquel fusil para posar su mano en la recién creada herida para girarse y observar al dueño de aquel acto: un joven de su edad que temblaba sin parar tras su acción. Dejó su arma tal y como empezaron a reclamarle. No pudo ver mucho más, pues pronto su visión empezó a emborronarse por completo y no tardó en perder el control de todo su cuerpo. Quizá… Si no llevase tanto tiempo en la batalla y estuviera tan cansado… Sólo quizá… Habría sido capaz de aguantar un poco más…
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