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Mil motivos para odiarme

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planificada Maxi, escritos 188 páginas, 96.807 palabras, 22 capítulos
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CAPÍTULO 21

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Acariciaba aquella matita de pelo morena con el mayor del amor que le salía. Observaba a aquella criatura dormir sobre sus brazos, mientras se disponía a estudiar su respiración. La boquita se le había quedado levemente entreabierta, consiguiendo que su mami acariciase aquellos carnositos labios, cuyos reaccionaron a aquel contacto. Aquel índice travieso entonces se dispuso a acariciar aquel mofletito regordete que daba ganas de comerse a besos. Y así se pasaba las horas Mikasa Ackerman desde su ya real maternidad. Ocho meses de angustia por fin terminaron y ahora iniciaban otros en los que, por lo menos, podía moverse con libertad para proteger lo que más amaba en su vida: su hija. La amaba por encima de cualquier cosa y aunque mantenía aquel pensamiento irreal sobre su vida, ahora ya no era capaz de verse sin aquel pequeño ser que yacía sobre sus brazos. La puerta se abrió con cuidado, dejando ver tras ella la figura de Sandra, la cual le traía una bandeja con eldesayuno del día. Ambas se dedicaron una amplia sonrisa e hicieron un intercambio: Sandra dejó la bandeja sobre la mesita de noche para poder sostener a su nieta y así Mikasa recibía la comida en su lugar. Mikasa centró su mirada en la abuela, en cómo interactuaba con su nieta, la cual había reaccionado al cambio de brazos y su abuela le preguntaba si es que no la quería, pues no era necesario que llorase por estar en sus brazos. Mikasa entonces sonreía débilmente, ya que la pobre mujer sentía verdadero pesar ante el feo de aquella rebelde con horas de vida a su espaldita. —¿Te encuentras bien? —Mikasa asentía con debilidad, centrando su mirada en la comida— ¿Segura? Ante aquello no pudo evitar alzar su mirada para observarla con cierto ruego en ella— Quiero irme de aquí, Sandra… —Sandra tragó saliva totalmente impresionada por aquellas palabras de la morena— Eren es un peligro para Sasha y no puedo dejar que le haga nada… ¿Vendríais conmigo? No sé cómo planearlo, pero tengo la dirección de Jean, aunque me la sé de memoria… Sólo hay que encontrar la manera… —¿Estás segura, Mikasa? Acabas de parir, estás débil aunque no lo creas y es un viaje largo, me supongo. Por no hablar de que iríamos con una bebé de días… —La abuela dirigió la mirada a su nieta, aprovechando para taparla un poquito más entre sus brazos— Si tú consideras que podemos, yo sólo quiero que mi hijo pueda disfrutar de su hija… Ha sido muy triste estar en su lugar. Mikasa sólo pudo asentir de forma débil, dejando su mirada totalmente fijada de forma inerte en la nada— ¿Crees que Jean lo sabe? —¿Acaso no habría movido cielo y tierra para estar contigo? No le hace falta ser padre para dejarlo todo por ti. —Aquellas palabras dolían. Muchísimo. Ella nunca le había correspondido, nunca había tenido ojos para él y había caído en la ignorancia máxima, más allá de ser un simple compañero. Y Eren podía decir lo que quisiera sobre su embarazo, pero ahora sólo podía sentir agradecimiento por haber perdido el control de aquella forma y haber tenido el resultado que tuvo. Sí, sin alcohol, si Eren no la hubiera expulsado de su mundo, si sus amigos no hubieran hecho la fiesta para despedirse no habrían llegado a acostarse, pero ahora lo repetiría. Repetía aquella noche una y mil veces más y rezaría para que sus uno y mil embarazos sólo fueran un poco más tranquilos, pero los tendría. Porque aunque su primer embarazo había sido una completa odisea, el final fue maravilloso. Y ahora sólo quería irse con aquella perfecta creación de ambos para poder crear un mundo mejor juntos. Ya le daba igual el lugar, sólo necesitaba que su hija y el padre de la misma estuvieran bien para tener el mundo que necesitaba. E iba a luchar por él— Aunque ahora vas a ser tú la que mueva el cielo y la tierra, ¿no? —Sandra rió débilmente antes de empezar a mecer a la pequeña, quien empezaba a soltar ligeros pucheros— Oye, no, lo tuyo son puros caprichos, eh… Observó a la pequeña volver a la calma ante el mecer su abuela, la cual ahora comenzaba a cantarle una nana. Pese a que su mirada estaba centrada en su hija, su mente estaba repitiendo una y otra vez las palabras de Sandra. ¿Lo haría? ¿Movería el cielo y la tierra por estar al lado de Jean? ¿Y cómo le sentaría el saberlo? La respuesta de la abuela aumentó aún más las esperanzas de la morena, pues si Jean no había recibido ninguna información, ¿acaso eso no significaba que no estaba enfadado con ella? Y eso calmaba su corazón, pues la simple idea de imaginar que Jean podría estar enfadado con ella la destrozaba, no podía hacerle frente y menos ahora con Sasha en común. Pero sí, iba a hacerlo. Necesitaba hacerlo. Era obligado salir de allí y dirigirse hacia la dirección que Armin le ofreció en aquel papel. A Eren no iba a gustarle la idea, pero menos le gustaba saber el peligro inminente al que su hija iba a estar sometida, así que ir a por el padre de la nena era la mejor opción de todas. Se levantó de la cama, sorprendiendo a Sandra, quien la regañó por aquello. Mikasa ignoró aquella regañina maternal para meterse en el baño y poder asearse, algo que necesitaba de forma desesperada. Cuando entró en aquella bañera de madera su cuerpo se relajó, notando como todo el cansancio caía sobre sí misma. Suspiró de forma tendida antes de dirigir la mirada hacia la puerta, pues Sandra, con una mueca de molestia, estaba allí vigilante. —Te ruego que lleves cuidado. Jean decía que valías por cien soldados, pero ahora eres una madre recién parida y ahí no hay soldados que valgan. Podrías haberte mareado y haber caído, dejando a mi nieta huérfana a las horas de nacer y sin que aún haya conocido a su padre. Por favor te lo estoy pidiendo. —La morena sólo pudo esconderse hasta la nariz bajo el agua, totalmente sonrojada por aquella regañina que acababa de recibir, pues era la primera vez que recibía un rapapolvo así y era aturdidor. Y eso que su relación era meramente formal por la pequeña Sasha, de tener algo más serio con su hijo de verdad no iba a poder prepararse para hacerle frente.

***

Aunque se mantenía avergonzada por aquella regañina de la señora Kirstein, era cierto que tampoco había servido de mucho. Sí, se había llevado más cuidado después de aquello, pero al final no había vuelto a la cama, tal y como le habían ordenado, por lo que bajó tras Sandra hacia el salón, siendo recibida con un clamor totalmente emotivo por parte de los niños, quienes se acercaron a ella para conocer a la nueva integrante del lugar. Los adultos pidieron que le dieran espacio y cuando consiguió sentarse en uno de los sofás del lugar, todos se acercaron a observar a aquella pequeña criatura. —¡Es como tú, Mikasa! —Gritaba un niño de la primera fila. Y luego se escuchan los cuchicheos hablando de su belleza, de lo divertido que iba a ser jugar con ella, así como los planes a futuro con ella, como el lugar que iba a ser su habitación. Y aquello apenó un poco a la morena, pues si supieran la verdad de sus propios planes, todo aquel castillo levantado por aquellos menores iba a verse totalmente desmoronado, mas intentó mantener la compostura, respondiendo las miles de preguntas que se le venían sin cesar. Algunos nenes tenían tales ocurrencias, que Mikasa no podía evitar carcajear con debilidad. Después de un rato de interrogatorio, más agotador que el de Quinta, le dieron el espacio necesario para poder dejar a la pequeña Sasha en el moisés que su abuelo y Artur le habían creado también. Fue dejarla y rápidamente los autores de dicho objeto se acercaron para vigilar a la recién nacida. Jean padre quería sostener a su nieta, mas su mujer le había regañado alegando que llevaba toda la mañana en brazos y que eso la iba a malacostumbrar, haciendo que tuviera que reprimir sus ganas, por lo que, junto a su aliado, se mantenían asomados sobre el moisés para observarla dormir de forma plácida. —Qué curioso es cómo venimos y en lo que nos convertimos, ¿verdad? —Habló Artur con debilidad, pues no quería despertarla. —Artur… —Le llamó Mikasa con un pequeño hilo de voz— ¿De verdad que está bien…? El mencionado sólo pudo asentir con una amplia sonrisa antes de volver a la conversación con Jean padre. Ellos, igual que sus mujeres, habían conectado de forma especial y ahora se encontraban analizando a la pequeña, intentado buscarle rasgos de todos, hasta de su amiga, pues Artur decía que algo debía tener, seguro. Y así pasaron el rato ambos. —Está como si fuera su nieta. —Le susurró Lisa antes de abrazarla por los hombros. Mikasa la observó de forma interrogante, recibiendo un débil suspiro como respuesta— Que dejes de preocuparte. Además, ahora no se lo vas a cambiar, ¿o sí? —Mikasa negó— Por eso. Y volver a pronunciar Sasha ya no es tan doloroso, así que gracias. —Lisa le guiñó su ojo derecho antes de separarse para ir a preparar la mesa. El orfanato real estaba acogiendo a más gente de la esperada, pues el trío monstruoso también había dormido allí y se iban turnando para acompañar a aquellos abuelos en la observación de la pequeña. En cuanto Mimi terminó su turno, se dirigió hacia Mikasa para sentarse a su lado. Empezaron a hablar sobre cómo se encontraba, ya que la castaña estaba totalmente sorprendida por el estado de la contraria, pues después de unas cuantas horas y sin apenas descansar, era capaz de levantarse, hacer frente a un cuestionario durísimo y sólo ahora era cuando estaba teniendo un momento de descanso, sentada a la espera de la comida. Mikasa sólo alzó sus hombros sin saber qué responder. —Increíble… Ojalá me recupere como tú si alguna vez soy madre. Mikasa rió con debilidad antes de acercarse a ella— Seguro que alguna vez lo eres. Y serás igual de buena como médica eres. Aquello sonrojó a la castaña, quien negó con rapidez— Qué va. No creo, yo no le gusto a nadie. —¿Segura? —Mimi fue a preguntarle el motivo por el que preguntaba eso, consiguiendo que sus ojos se hubieran abierto de par en par, pero en ese instante llegaron con la comida para servirla. En cuanto la comida tocaba la mesa todo el ambiente cambiaba por completo y todos se dirigían hacia sus sitios, como si estuvieran programados para ello. Entre Lisa y Megumi iban sirviendo los platos de sopa, mientras la carne se enfriaba para que estuviera en su punto. Primero servían a los niños y luego tocaban a los adultos. Entonces comenzaba la maravilla de conversaciones cruzadas y aquello sucedía de forma familiar. Se sentían unidos por un futuro para el que ninguno estaba preparado, como si entre todos estuvieran tejiendo una telaraña de espacio seguro para protegerse en caso de peligro. Mikasa observó aquello y su mente volvió a colapsar. Miraba de forma atenta a todos aquellos adultos interactuar entre ellos. El tema de conversación más sacado era el que era, pero era una forma de unirse. Desde que Sandra y Jean entraron en el orfanato fue como jurar un pacto con aquel espacio seguro. Cada vez iban más y cada vez se adentraban más en el mundo que allí había, por lo que ya les era muy complicado desvincularse de todo aquello. Por eso, ¿era justo querer huir de todo aquello? Mikasa quería salir corriendo hasta el otro lado del mar para poner a salvo a su hija, ¿pero aquello iba a solucionar algo del problema que se estaba creando en su hogar? Suspiró de forma tendida, lo que alertó a Mateo, quien no dudó en preguntarle si se encontraba bien. Guardó silencio para meditar sus palabras, lo cual fue alertando al resto de personas. —Esta mañana he hablado con Sandra sobre mi idea de querer irme de aquí… —Su voz sonaba pesada, como si al verbalizarlo con el resto de integrantes fuera una traición. Todo había adquirido un color y un sentimiento especial desde que Sasha llegó al mundo y ahora ella quería arrebatarlo, quería llevársela bien lejos sin pensar en el resto de la gente que ahora la estaba amando con locura. —¿Del orfanato? —Cuestionó Megumi con cierto dolor. —De Paradis. —Y la pena se formó en aquel instante, haciendo que Mikasa cerrase sus ojos con fuerza— Sasha no está a salvo aquí con Eren… Y si me la llevo lejos de él puede que la pueda salvar. —El silencio se hizo en la sala, consiguiendo que Mikasa volviera a suspirar de forma tendida— Además, creo que a la larga seré un problema para todos… Eren no está bien y está haciendo cosas horribles con los titanes, por lo que… Si es cierto que Jean no sabe nada, él es el único capaz de hacer algo así… Quería que tuviera a Sasha en el palacio para quitármela y experimentar con ella… —Apretó con fuerza la tela de su vestido, no pudiendo evitar derramar un par de lágrimas por la rabia que ahora le suponía todo lo que había descubierto y lo idiota que se sentía por casi caer en aquella trampa— Si es capaz de hacer algo así con un bebé recién nacido, ¿qué no hará con personas que pueda considerar de menor importancia? —Lo primero es la nena, Mikasa… —Lisa fue la encargada de romper el silencio opresivo que se había formado en el lugar. Dibujó una amarga sonrisa en su rostro, pues era cierto que no le apasionaba la idea de tener a esa niña lejos de sí, pues la quería como nieta propia, pero la prefería así que en el mismo lugar que su propia hija. —No puedo asegurar que os pueda proteger, pero sí estoy segura de que Eren será capaz de lo peor si así lo considera… Y no quiero que por mi culpa… —Ya, déjalo, Mikasa. Somos adultos, nos defenderemos como mejor podamos. —Artur recibió un débil asentir del resto de compañeros. —¿Y te quieres ir sola? —Cuestionó ahora Mimi. La morena alzó su mirada para dedicarle un rápido vistazo a todos los presentes— A los padres de Jean me los quería llevar de forma obligatoria, pero no me importa si os queréis unir el resto. —Recibió la negativa de Lisa y Artur, así como la de Megumi. Sus tres compañeros de Quinta también negaron con debilidad y el pesar apareció de nuevo, pues Mikasa se los habría llevado a todos con ella, mas era capaz de aceptar que las obligaciones y deberes de los contrarios eran muy diferentes a los de ella. —Cuanto antes, mejor. —Habló Mateo con seguridad— Si Eren aún no está enterado, será más fácil poder meteros en cualquier navío. —Mikasa asentía con rapidez, pues había pensado justo lo mismo— John y yo iremos al puerto para conseguiros cualquier pase en uno de ellos, así que os esperamos de madrugada, que será también la forma más fácil de llegar. Lo que parecía ser una comida familiar, con cientos de conversaciones intercambiables entre ellos, había pasado a ser un momento triste por lo que iba a sucederse en unas horas. Los corazones empezaron a latir de forma triste y destruida, así como la creación de un nudo en aquellos estómagos. Un nudo de pánico porque todo iba a poder pasar de aquí a que llegasen de forma sana y salva hasta el otro lado del mar. Lisa y Megumi empezaron a recoger la mesa en silencio, mientras que Jean padre y Artur volvían al moisés, sobre todo para que Artur, ya con lágrimas en sus ojos, se empezase a despedir de aquella bebé que había conseguido que, por primera vez en años, el pronunciar su nombre no rompiera su corazón en mil pedazos. Mimi y Sandra se fueron con Mikasa para empezar a preparar lo necesario para el viaje.

***

Había conseguido que le acomodasen un poco en aquella incómoda cama de hospital. Armin y Connie no se habían separado de su lado desde que despertó, siendo el rubio quien dio el aviso de lo mismo a las diferentes enfermeras del lugar. Le hicieron algunas curas, pero le confirmaron que todo estaba yendo bien, cosa que alegró al protagonista de aquel tiro fortuito. Carraspeó de forma pesada antes de volver a acariciarse con malestar la herida— He soñado con Sasha… —Connie exclamó totalmente sorprendido por aquella aportación sin más— Me decía que tenía que hacerle frente a mis marrones, que intentásemos volver cuanto antes, que no dejase a Mikasa sola y que iba a ser su ángel de la guardia, pero Mikasa no necesita nada de eso, ¿verdad? —¿El tiro fue en el riñón o en la cabeza? —Le preguntó Connie a Armin, ignorando por completo a Jean, como si no estuviera presente allí. —Igual se golpeó tras el disparo… —Respondió entonces el rubio. —Vale, gracias, lo he captado. Estoy loco. Connie rió con debilidad ante el enfado de su amigo— Has sonado tal cual, pero nunca he estado en tu situación, por lo que no sé qué decirte… Igual estabas en un plano entre la vida y la muerte y por eso te encontraste con Sasha… Y te dijo algo de tu subconsciente, no sé. Armin te ha calentado mucho la cabeza con sus teorías. —¿Me estás echando las culpas ahora? —Da igual… Se sentía muy real y quizá sea eso… Algún pensamiento de mi mente que se ha formado así. Armin alzó sus hombros con calma antes de acomodarse en aquella silla— ¿Qué fue lo que pasó? —No lo sé, no conocía a ese chico para nada. Sólo sé que temblaba mucho, como si hubiera sido obligado. El rubio quiso empezar a formar una teoría que pudiera dar alguna respuesta, pero antes de aquello la puerta de la habitación se abrió, dando paso a un joven que rondaría la misma edad que los presentes. Iba bien vestido, bien galante, así como su pelo moreno peinado hacia atrás. Era un joven hermoso con una mirada profunda y sincera coloreada de azul. Observó a los presentes, quienes le estudiaban con interés, sobre todo tras aquella interrupción tan pomposa. El silencio se mantuvo hasta que terminaron de estudiarse mutuamente. —Soy Igor Gelar, heredero de la corona de Paraka, y vengo a hablar con Jean Kirstein, que supongo, por el historial, que es quien está encamado. —La realeza sois una cosa… —Habló Jean por lo bajo, haciendo alusión a lo básico que estaba siendo aquel heredero con sus deducciones. —¿Algo que objetar? —Jean negó con debilidad— Porque me gustaría saber qué era lo que teníais planeado para Paraka, ¿acaso producir un conflicto interno para debilitarnos a favor de vuestra corona? Los tres exclamaron con sorpresa ante aquella acusación tan grave, pues lo que acababa de soltar por la boca aquel príncipe era totalmente insultante. Armin y Connie negaban con rapidez, totalmente ofendidos. Jean, por la impresión, se había forzado un poco la herida, posando su mano sobre ella, por lo que gimió con molestia, pero más con enfado, pues no iba a dejar que un principito como él, por el que se había jugado la vida, fuera a acusarle de algo así. —¡No me jodas, Igor Gelar! No me juego la vida en el campo de batalla para que me vengas con algo así. —¿Entonces por qué quien te disparó formaba parte de las filas de vuestro rey? —Aquello no tenía ningún sentido y ninguno de los tres presentes sabía qué responder, pues ninguno había investigado aún nada sobre el autor del tiro a Jean— Quien calla otorga, ¿no? —No… En este caso no… Eren me envió expresamente porque confiaba en mí. Justo les he dicho a mis amigos que no sabía quién era ese chico, sólo que temblaba muchísimo. Mi misión era apoyaros en la batalla contra Marley para poder afianzar los tratados de paz en el futuro con nuestra corona… ¿Qué sentido tendría autoboicotearse así? —Según el juicio, ese chico tenía órdenes expresas de matarte, Jean Kirstein. ¿Quién te quiere eliminar? Porque después ya no decía nada más, pero el suero de la verdad permite desvelar muchos secretos y nos ha contado que pertenece a la corona de Paradis, que las órdenes venían de allí. Por eso, y lo pregunto por última vez, ¿cuál era vuestro plan verdadero? —¡Ya lo he dicho! El mío era pelear para poder ayudar en los tratados de paz venideros. ¡Quería terminar la maldita misión porque quiero volver a mi casa! Estoy cansado de estar aquí… Llevamos ocho meses de tratados y pactos de paz que son lentísimos… ¿Y ahora me dices que desde mi reino quieren matarme? —Jean rió de forma amarga, pues nada de aquello tenía ningún sentido. —¿Y si mi teoría no era de ser burro, Jean…? —El mencionado alzó la mirada hacia el rubio, totalmente conmocionado. Sólo pudo limitarse a negar con rapidez. —¿Qué teoría es esa, rubio? —Me llamo Armin Arlert, príncipe Gelar. —Armin centró su mirada en Connie antes de dirigirla hacia Jean, quien seguía negando sin parar— La noche antes de venir a Jalier, y con ello, iniciar nuestra misión, Jean tuvo un encuentro íntimo con Mikasa… —Intentó explicarlo de la manera menos explícita que pudo, pues de verdad que le incomodaba el simple hecho de ser consciente de que entre ellos se había producido algo tan personal. —¿Y quién es Mikasa ahora? —Mikasa Ackerman es mi mejor amiga y la hermana adoptiva del rey, Eren Jaeger. Igor carcajeó con fuerza ante la presentación de esta última, abrazándose por la barriga por el dolor que le estaba empezando a nacer debido a la risa intensa. Sin embargo, sólo a él le estaba haciendo gracia, pues al resto de presentes no le estaba haciendo ninguna. —Entonces, el señorito Kirstein apunta alto, hacia la realeza, y tiene el polvo más caro de la historia, ¿no? Uno que está por costarte la vida. —Eres muy irrespetuoso, ¿sabes? —El castaño bajó la mirada con pesar, pues de verdad que se estaba sintiendo insultado y ser testigo de ver cómo se reían así de él y de aquel acto con Mikasa, no hacía sino molestarle aún más. —¿Entonces queréis justificar que la orden de matar a Jean desde vuestro reino es por una intriga de celos, sexo y amor? —Pues tomarlo como quieras, pero desde luego no como un acto de conspiración en contra de vuestro reino. Sigo afirmando que esa era mi misión, tengo la carta que así lo justifica, y puedo jurar que con aquella intención de ayudar iba… Quiero que Paradis se libere de los titanes y de la amenaza de Marley. Mis padres están allí y no sé si cuando vuelvan estarán vivos, pero si lo están quiero que por lo menos puedan disfrutar algo de un futuro libre de todo eso. —Príncipe Gelar, ¿podemos volver a Paradis? —Preguntó Armin casi en ruego— Quizá así podamos descubrir qué ha pasado. Además, no sé nada de Mikasa desde que estamos aquí y la verdad es que me gustaría volver para ver si está bien… —No soy vuestro rey, yo no puedo daros ninguna orden. Sólo sé que en unos meses sí que partiré hacia Paradis con la intención de descubrir el motivo por el que lo hizo, pero eso no significa que vayáis a tener el permiso para poder salir de aquí. Eso lo tenéis que pedir a vuestros reyes. La conversación con el heredero al trono de Paraka no duró mucho más y al final hasta terminó rebajando el tono con los tres amigos. El silencio se hizo con todos y ante la imposibilidad de sacar algo más, aquel príncipe se marchó no sin dejar antes el aviso de que se volverían a ver de cara a futuro, pues aún merecía muchas explicaciones. Cuando los tres se quedaron solos, sólo Armin y Connie se atrevieron a mirarse, dejando a Jean totalmente colapsado por toda la información y acusaciones que acababa de recibir. —No tiene sentido, chicos… —Se atrevió a susurrar de forma carrasposa— Aunque Eren lo supiera… ¿Para tanto es? ¿Tanto le supone que aquello ocurriese? Armin negó con debilidad, pues hasta él le parecía exagerada la reacción de su mejor amigo. Es cierto que desde un inició notó demasiado interés en que Jean fuera al campo de batalla, pero al hacerle sentir éste último como un idiota prefirió que así fuera, no obstante, cuando recibió la noticia de la caída del mismo, la teoría volvió a surgirle como un resorte. No sabía el motivo, simplemente algo dentro de sí se lo hacía saber y quizá porque tanto el nombre de Eren como el de Jean estaban muy ligados al de Mikasa, la pieza de la cual no sabía absolutamente nada desde hacía ocho meses. Y eso le carcomía cada vez más, ya que, aunque Eren la estuviera protegiendo, ¿de qué? ¿Qué sentido tendría hacerle algo así a un amigo? Y más cuando desde hacía no mucho ambos habían comenzado a saber llevarse. Mikasa, otra vez ella, era la única que tenía la respuesta a todo. Era la única pieza clave de todo aquello. Y la pieza desaparecida. Una vez más el silencio reinaba en el lugar. ¿Cómo calmar al herido cuando ahora ya su herida física no era lo que le perturbaba?

***

El sol se puso casi a la misma hora de siempre y no había ningún plan practicado. Con tres mochilas cargadas de lo más esencial, Mikasa, acompañada de su hija y de los abuelos de la misma, se disponía a salir de aquel lugar que había sido su hogar desde hacía más tiempo del que habría esperado. La sala estaba ocupada por todos los miembros del orfanato y las lágrimas caían en muchísimos rostros. Se podía notar el miedo y el pesar, cosa que mataba por dentro a la morena, quien ahora sólo quería salir de allí cuanto antes, pues ya no podía con la agonía de la pena que le estaba causando a tanta gente. Empezaron a despedirse, recibiendo abrazos, los mejores deseos y besos húmedos por las lágrimas. ¿Por qué las despedidas siempre eran tan horribles? Y aquella no era la peor, pues Mikasa confiaba en volver a verles cuanto antes, pero sentía una pena terrible en su interior. Artur le rompía el corazón al verle despedirse de la pequeña Sasha, pues había sido una sanación total pese a llevar con ella unas poquitas horas. Mikasa nunca iba a poder imaginar el dolor que se sentía de perder a una hija para siempre y rezaba por no tener que sentirlo nunca. Salieron tras finalizar todas aquellas despedidas, aunque había una persona que no había querido estar presente y se mantenía fuera de allí. Jean y Sandra subieron los primeros al carruaje que había preparado y Mikasa le cedió a la nena a su abuelo para acercarse a Emma, quien se escondía tras una viga del porche. La morena no pudo evitar llorar con intensidad. —Emma… —Suspiró de forma intensa— No sé si serás capaz de entenderlo, pero… Estar a mi lado es un peligro… —A tu lado todo está bien… —La nena habló totalmente rota, escondiendo su rostro entre sus piernas— Estaba a tu lado cuando papá se fue… Aquella afirmación fue una bomba para Mikasa, quien no sabía cómo tranquilizar a la pobre nena, pues había estado a su lado todo el tiempo posible desde su salida del hospital— Volveré a por ti, Emma… Cuando vuelva a tu lado te juro que no te separaré de mi… —Mentira… Acarició su pelito con cariño, sabiendo que no podía entretenerse mucho más— No es mentira. Cuando te vuelva a ver, te juro que no te separaré de mí. —Se acercó a la pequeña para abrazarla con fuerza y depositar varios besos en su nuca. —Llévame contigo, Mikasa… Dijiste que podía ser una hermana mayor para Sasha… —No puedo, Emma… —La abrazó con más fuerza contra sí misma— No puedo llevarte así como así… Porque tampoco sé si llegaré hasta el final del viaje, así que sé que aquí es donde mejor estarás… Pero te juro que cuando vuelva no te volveré a separar de mi lado. Emma empezó a llorar de forma desconsolada, intentando ser tranquilizada por Lisa una vez Mikasa se separó de ella. La morena no pudo evitar llorar de forma desconsolada al escuchar el llanto de la pequeña Emma. Mimi cerró la puerta una vez Mikasa entró y el camino hacia el puerto dio comienzo. Mimi intentaba calmar a Mikasa de la mejor manera posible, pero le era totalmente imposible. Mikasa se sentía totalmente destrozada por haber roto tanta felicidad en un momento y no fue hasta entonces cuando se percató de lo egoísta que estaba siendo. ¿Merecía la pena dejar tanto rastro de pena para salvar a una única persona? Su mundo siempre se reducía a una persona, siendo ahora su hija la pieza fundamental, pero nunca había sido consciente del daño que era capaz de crear por aquel egoísmo. Si le preguntaban, sí, estaba segura de que aquello era lo que quería hacer: poner a su hija a salvo, lo más lejos de Eren, ¿pero las formas estaban siendo las correctas? Era la única que tenía y no parecía haber más opciones que fueran a evitar aquel dolor, mas no era capaz de poder calmar aquel pesar que se había instalado en su interior, algo a lo que ya debía estar acostumbrada, pero que siempre la golpeaba de tal forma que no podía hacerle frente al aturdimiento emocional y mental que le dejaba. El silencio era roto por su llanto y algún que otro gemido de la pequeña, quien dormía de forma plácida en los brazos de su abuelo, lo que provocaba cierta envidia en su abuela, pues con ella siempre tenía alguna queja. La morena, intentando recobrar el ritmo de su respiración, miraba a través de la ventana y observaba fuera de aquellos barrotes cristalizados que protegían el camino al puerto, a los pocos titanes que eran capaces de mantenerse despiertos a aquellas horas. Sólo ella era capaz de observarles, pues el resto de presentes estaban en pánico al ser, para algunos de ellos, la primera vez que salían de las murallas, mientras que para la otra, al ser médica, intentaba estar lo más lejos posible de la línea enemiga. Pasaron tres horas hasta que llegaron al puerto, el cual estaba en completa calma debido a las horas de la noche. Mikasa salió en guardia, intentando no llamar la atención, pues demasiado bien había ido todo, sorteando a las diferente patrullas de la mejor manera posible y las cuales, para sorpresa de Mikasa, fueron demasiado fáciles de convencer. Fue la primera en bajar, ayudando a Sandra y luego recibiendo a su hija para que el abuelo fuera capaz de bajar sin riesgo a caer por tener las manos ocupadas. Mateo y John se acercaron a ellos con cierta tranquilidad al ver que habían logrado llegar sanos y salvos. —Hemos conseguido que un capitán acceda a llevaros a Jalier. —Anunció Mateo, pues aunque no hablaron nada, las conversaciones que tuvo con Mikasa durante los ratos que estuvieron en contacto fueron suficientes como para saber hacia dónde debían ir— Es aquel de allí, así que actuad con normalidad. —Puntualizó antes de iniciar camino hacia el mencionado. El barco no parecía ser grande, mucho mejor para llevar a cabo una incursión ilegal como la que iban a llevar a cabo, pues para salir de allí y para entrar se había de recibir varios permisos que, en su caso, se podían saltar a cambio de unos fajos de más. Mateo comandaba al resto y de forma natural, anunció que aquí estaba la familia que había reclamado de sus servicios. No se entretuvieron demasiado en detalles, pues el tiempo apremiaba. —Gracias, Mateo… —Susurró totalmente agradecida Mikasa. Mateo negó con debilidad antes de acariciar a la recién nacida con una débil sonrisa— John… Mimi… —Y volvió a romperse— Gracias por todo, de verdad… Mimi abrazó con fuerza a Mikasa, susurrándole gracias a ella y rogándole que se llevara muchísimo cuidado, que su estado no era el habitual y estaba muy débil. John la abrazó una vez Mimi terminó, pues aunque era parte del equipo, la verdad es que era con quien menos trato había tenido, pero había recibido el suficiente como para haberle cogido cariño a él también. Dio la orden de empezar a subir y sin saber en qué momento, el ambiente cambió por completo. Lo sintió, sintió que algo, que ese algo que podía salir mal, había llegado. Los padres de Jean iba a comenzar a subir por la tabla cuando el aire se tornó más frío de lo esperado y se intensificó. Mikasa lo sintió, sabía que estaba allí, más cerca de lo esperado. Estaba tras ella, lo sintió, sintió como su aura estaba totalmente endemoniada y rabiosa sin necesidad de mediar palabra alguna. —Mikasa… ¿Es que te vas sin despedirte…? Y su respiración se cortó de golpe, así como todo pasó a congelarse en cuestión de segundos.
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