Apuesta
12 de septiembre de 2025, 8:50
Ging realmente debería dejar de permitir que Pariston ganara tan fácilmente, pero carajo, que la maldigan si no era jodidamente divertido.
Todo estaba tan tranquilo en una de las reuniones del zodiaco (una de las pocas a las que se dignó a asistir), Pariston estaba dando su habitual charla soporífera con una sonrisa plástica y sin verdadero interés en lo que decía, era bueno fingiendo la voz , podia darle eso.
De repente, se calló abruptamente y se dirigió a Cheadle- ¿tú qué opinas, querida?- La pobre solo pudo mirarlo a los ojos con rabia ardiendo y el rostro terriblemente rojo mientras murmuraba algo entre dientes. Finalmente, Ging decide salir en su ayuda.
-Corta la mierda, Pariston. Nadie estaba escuchando tu perorata- Gruñó. Algunos zodiacos la miraron como su salvadora, ella desvió la mirada.
-¡Oh!- Hizo una falsa expresión de sorpresa- ¡Lo siento mucho si os he aburrido!, no era mi intención en lo absoluto. Para compensaros, os propongo un juego-
-¡¿EH!?- La reacción de los zodiacos fue casi unánime. Si bien cosas espontáneas y estúpidas definitivamente eran típicas de Pariston, que pidiera tan claramente jugar… Los descolocó, típico del rubio.
-¡Sí, un juego!, más como una apuesta. El que gane puede obligar a los demás a hacer la actividad que prefiera- Su tono cambió al decir es la última frase, Ging supo que se refería a alguno de sus juegos de manipulación, pero los demás interpretaron otra cosa…
-¡Pariston eso es totalmente inapropiado!- Chilló la representante del perro, totalmente roja- ¡¿Crees que podemos simplemente…?!-
-¿He oído juego?- Nadie sabía cómo ni cuándo, pero el presidente Netero estaba en la sala casualmente apoyado en una de las esquinas. Comenzó a caminar hacia la mesa mientras Ging reprimía una risa, típico de él…
-¡Kaichou, bueno verle!, ¿ha escuchado mi propuesta?- Pariston, por supuesto, no dejo ver la sorpresa en sus rasgos, si acaso la sintió.
-Sí, me parece una gran forma de pasar una reunión que a todos os parece tan aburrida- Les hecho una mirada divertida pero significativa a los zodiacos, que bajaron la cabeza excepto Ging.
-No puede ser peor que la presentación de Pariston- Se estiró en su asiento y plantó las manos en la mesa, emocionada por el reto- ¿De qué trata?-
-Bueno- La sonrisa de Pariston se ensanchó más. Sacó unos trece vasos de dios sabe dónde y los puso sobre la mesa junto con unas botellas de alcohol- El juego es muy simple. Llenamos estos vasos hasta el límite y por parejas vamos introduciendo monedas en el vaso, quien lo desborde pierde- Contó mientras llenaba los vasos.
La mayoría de los presentes se quejaron, pero acabaron accediendo. El juego ocurrió de tener pulso, no fuerza, por los que algunos fueron descartados rápidamente, la ronda final se decidiría entre Pariston y Ging.
Se habían introducido ocho monedas en el licor y ninguno sabía que se podía sudar tanto con una tontería como esa, por supuesto que lo estaban disfrutando. Al introducir la novena moneda, Ging notó algo; una pequeña cosa blanca en la mano de Pariston (Posiblemente un algodón) exudaba líquido, estaba haciendo trampas.
Ahora bien, tenía la opción de denunciar la trampa y parar el juego (Ganando ella) o dejar al rubio vencer y ver a donde quería llegar con este asunto. Miró a los ojos de Pariston y rápidamente entendió de que él sabía que ella se había dado cuenta, su expresión no cambió ni un ápice, ¿era raro que pudiera leerse tan bien sin apenas expresión facial?, son demasiados años de conocerse.
Mostrando una sonrisa torcida, Ging agarró la décima moneda, viendo con satisfacción como el vodka se desbordaba y los ojos de la rata brillaban.
-¡Bien bien bien!, supongo que eso significa que me toca elegir actividad. Seguidme- Pariston se levantó y dirigió hacía la puerta, seguido por unos quejumbrosos Zodiacos, un divertido Netero, y una emocionada Ging.
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Acabaron en el gimnasio que Netero solía usar con ellos cuando le apetecía entrenar. Encima de una mesa, había una ristra de cinturones blancos.
-Entonces... ¿qué haremos?- Cheadle se vio claramente desconfiada.
Pariston siguió sonriendo mucho- ¡Vamos a jugar!- Se acercó a la mesa y tomó un cinturón- Es un juego de pillar muy simple. Uno se la queda en la columna y tiene que ir a pata coja a pegarle a los demás. Si apoya la pierna, le pegamos; si se cae, le pegamos; si le da a otra persona, le pegamos al otro- Todo esto lo decía sonrientemente con el cinturón blanco en la mano.
Netero soltó una risa- Un gran entrenamiento. Se hacer habitualmente con niños pequeños, pero con adultos de tan grande nivel puede ser muy divertido- Un escalofrío les recorrió la espalda ante el tono que tenía al decir la última palabra.
Si objetar nada, ya sabiendo como era el presidente, se acercaron en silencio a coger un cinturón. Cuando cada uno hubo agarrado uno se dispersaron por el tatami, con los nervios a flor de piel porque el presidente se la quedó primero. Ging se acercó a Pariston y se colocó a su lado.
-¿Golpes con cinturones?, no sabía que te gustaban esas cosas- El rubio soltó una risa.
-Es realmente divertido, Ging-san, deberías probarlo alguna vez- La miró a los ojos y ella no supo decir en qué sentido lo decía.
El presidente Netero llegó a la columna y se dio la vuelta, quedando mirando hacia ellos, todos se pusieron en tensión.
El viejo cerro los ojos y se puso sobre una pierna. Flexionó su pierna de apoyo, Ging pudo ver como el sudor corría por el cuello el todos en la sala, incluida ella misma, culpa del puro nervio.
Antes de que nadie pudiera registrar lo que ocurría, Netero salió disparado de su posición en una velocidad inhumana, se colocó al lado de Piyon y le asestó un latigazo en la pierna derecha.
La chica conejo gritó de dolor, pero Ging no estaba dispuesta a tener piedad. Ella y los más espabilados se apresuraron a seguir pegándole hasta que llegó a la columna. Todos los atacantes saltaron hacia atrás a la vez.
La chica se levantó sobándose la espalda, pero con fuego en los ojos. Se colocó en la columna y se puso sobre su pierna derecha, avanzó en varios saltos rápidos que hicieron ellos, pero no era tan rápida como Netero.
Está vez, el juego apareció más. A pesar de no ser realmente combativa, Piyon hizo honor a su título del conejo, con saltos amplios y seguidos consiguió atrapar a Kanzai en una de las esquinas.
Siguieron jugando durante un rato más. Ninguno lo quería admitir, pero se los estaban pasando aceptablemente bien, parece que no lo ocultaron demasiado bien si había que juzgar por la mirada arrogante en la cara del presidente y de Pariston.
Hablando del rey de Roma, no se había separado de Ging en todo lo que llevaban de juego; tal vez por molestar, tal vez por querer que la atraparan, había conseguido estar razonablemente cerca de ella durante un periodo de tiempo mayor al que muchas personas podían presumir.
Y eso la molesta.
Le molestaba que esa idiota pudiera permanecer a su lado cuando ella no quería, algo que ni su propia familia había logrado. Por eso, decidimos tener su pequeña venganza.
En ese turno se quedara la Cheadle. Al no ser especialmente física se encontraba bastante cansada, llevaba casi 15 minutos intentando atrapar a alguien, pero no lo conseguía. No es que fuera débil, como Cazadora era mucho más fuerte y resistente que la persona promedio, pero seguía en los escalones más bajos del zodiaco en cuanto a fuerza se refiere. Viendo su estado cansado, Ging juzgó que era el momento propicio para aprovecharse de ella.
Se colocó de espaldas a Cheadle y de frente a Pariston. Esto no le resultó extraño al rubio, de vez en cuando tenían sus pequeñas pullas infantiles del tipo “quién-aguanta-más-la-mirada”, por lo que él simplemente le clavó los ojos muertos en un desafío mutuo. Gracias a su Nen, supo que Cheadle ya se dirigió hacia ellos, creyendo que podría atraparla; su plan iba a pedir de boca.
Su corazón se empezó a inundar de emoción por adelantado, una sonrisa tembló en sus labios y dejó que sus ojos empezaran a brillar, ese brillo que solo sucedía cuando hacía un nuevo descubrimiento, cuando se excitaba, cuando sus planes iban bien, o cuando se le ocurría una nueva locura, ese brillo que sabía que a Pariston le encantaba.
Tal como predijo, él no apartó su mirada en ningún momento, concentrado en sus ojos. Con satisfacción, sintió como Cheadle se acercaba a toda velocidad a una pierna y saltaba para alcanzarla. Una sonrisa zorruna inundó su rostro, dio un paso al lado y se giró elegantemente para apartarse, regodeándose en la confusión de Pariston y el posterior dolor dulce cuando la representante del perro lo golpeó.
La mujer le dio un cintazo en el muslo izquierdo. Ging pudo casi con placer como la figura relajada de Pariston se estremecía y se ponía recta a la vez que soltaba una especie de gemido.
Hubo un segundo de silencio, antes de que Ging girara elegantemente sobre su pierna y le asestara un fuerte golpe en la nalga, el latigazo resonó por toda la sala.
Volviendo a este mundo, Pariston salió veloz hacía la columna mientras todos los zodiacos aprovechaban su oportunidad de pegarle. Desde su posición en la columna, sus ojos tomarán un brillo casi animal, no humano, pero si vivo; y Ging supo con certeza de que iría a por ella.
La idea simple le encantó.
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Una vez más, esa mujer morena de aspecto descuidado lo había sobrepasado en su propio juego y había dejado un Pariston con la miel en los labios.
Se sintió como si fuera un niño, que jugaba con un adulto a un juego para infantes, y al ganar descubrir que dicho adulto había estado todo el tiempo jugando a un juego mayor y había vencido.
Siempre se sintió tan desnudo ante esa mujer.
Pasaron la siguiente media hora persiguiendo por todo el tatami. No le importó como los otros zodiacos o el mismísimo Netero se puso en su camino, solo tenía ojos para ella.
Porque era un cazador y estaba cazando su presa.
Ella lo miró a los ojos, para después escapar de él en unas acrobacias elegantes y hermosas, estirando su cuerpo de maneras impresionantes. Hasta que en un punto lo miró y él supo que había llegado el momento.
Dio un golpe con la mano derecha, como tantos había dado en ese tiempo, pero en esta ocasión ella quedó quieta y flácida como una muñeca de tela.
Otra vez, él había ganado y no se sintió como un ganador. Simplemente se sintió como una idiota, ella lo había dejado ganar tres veces en un día solo para lograr sus objetivos. Con las otras personas con las que habían jugado solo se trataron de ganar, con Ging se trataron de ganar de verdad; no ganar el juego, ganar lo que quieres.
Con el juego del vaso; Pariston ganó y Ging consiguió por la tarde, gana ella. Con el concurso de miradas; Pariston ganó y Ging previó que lo atraparan, gana ella. Ahora, con el juego del cinturón; Pariston ganó y Ging consiguió (¿Qué ganaba ella?, ¿Placer?; podría ser, a juzgar por sus mejillas rojas) algo, no sabía el qué, pero ella solo sonreía así cuando ganaba.
Aun sabiendo que perdió, la vista de Ging sonrojándose cuando el cinturón lamió su cadera y se estrelló en su culo, estuvo a punto de mandar a Pariston al cielo.