ID de la obra: 782

Fem Ging one-shots

Het
R
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planificada Mini, escritos 19 páginas, 6.525 palabras, 4 capítulos
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Desvanecer

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El sol estaba quemando su espalda esa mañana de verano. Ging Freecss, de 16 años, dormía a pata suelta en la copa del árbol más alto que pude encontrar. Hace apenas unos días, ellas y su organización sin fines de lucro (Ella insistió en llamarla “Ging y sus panas”, pero los demás desecharon la idea) habían completado la restauración de las ruinas de una antigua civilización que llevaba siglos abandonada. Les tomó más de un año, pero finalmente le devolvieron su antiguo esplendor a tan hermoso lugar, por fin podría hacerse llamar Cazadora arqueológica con todas las de la ley. Desafortunadamente, las noticias corren como la pólvora. En el día que había tardado en trasladarse del yacimiento al pueblo más cercano, todas las personas en kilómetros a la redonda se habían enterado de su hazaña y no había manera en la que pudiera pasar desapercibida; siendo asocial como ella, esto le supuso un verdadero martirio. Por eso se que así estaban. Dormida estirada cuánto era larga sobre una rama, desnuda (hacia demasiado calor), con un hilo de baba resbalándole de la boca y el pelo negro semilargo e irregular esparcido por todas partes en forma de pinchos. Lástima que su sueño no dura mucho. De repente, un sobre inusualmente pesado llevado por un ave calló sobre su cabeza, sacándola violentamente de su letargo. Estiró la mano en el momento justo para agarrar el sobre y que su contenido no se perdiera en el suelo, a merced de las bestias. Aún sin abrir los ojos y mascullando maldiciones impropias de un ser civilizado, se sentó en su rama y se estiró. Mientras bostezaba, se lanzó el pelo para atrás y abrió la carta, más para saber si podía matar al que la había despertado que por curiosidad del contenido en realidad. Estimada señorita Freecss: Me llena de orgullo y satisfacción informarla que la Asociación de Cazadores ha decidido entregarle el título de Cazadora de estrella única en recompensa por su logro de restaurar las ruinas de la tribu Akazoht. Gracias a sus esfuerzos y los de su equipo, conseguimos recuperar los conocimientos de los indígenas que serán muy útiles en el campo de la medicina. Para hacerle entrega de su nueva licencia Hunter, preséntese a la gala que se celebrará dentro de dos semanas en la sede de la asociación. Con mis mejores deseos Isaac Netero, Presidente de la Asociación Hunter. Post Data: Más te vale aparecer maldita mocosa. Esas reuniones son tan aburridas y si no encuentro algo divertido, juro… Suspiro ante el mensaje del presidente. -Parece que no tengo otra opción, al menos no han adjuntado ningún código de vestimenta. “Me llena de orgullo y satisfacción”, ¿qué es esto?, ¿el discurso de Navidad?- Refunfuñó. Dejó la carta sobre su mochila y vertió el resto del contenido del sobre en su mano. Solo le cayeron algunas monedas viejas en desuso, puestas ahí probablemente para hacer contrapeso- Ese maldito jiji, juró que está espiando a todo el mundo por aburrimiento- Ante ese pensamiento, Ging bajó la cabeza y les dirigió una mirada a sus morenos pechos desnudos. Luego, infló bien de aire sus pulmones - ¡KUSSO HENTAI JIJI!- Cuando terminó de gritar, les dio una mirada satisfecha a todos los animales que salieron huyendo por su chillido de cavernícola. “Solo por si acaso” pensado alegremente. -------------------------------------------------- -------------------------------------------------- ---------------------------------------- Dos semanas más tarde y habiendo tomado todos los desvíos posibles, llegó a la asociación Hunter. En momentos como ese, agradecía ser tan cuidadosa en todo lo que se refiere a documentación, y agradecía a su prima Mito por regalarle esa cartera para tarjetas cuando se fue de Isla Ballena. “Para cuando consigas tu licencia, así no la perderás” Recuerda que le dijo. Sabía lo que hacía, esa carterita se pegaba a ella hasta cuando no se daba cuenta, empezaba a plantearse que su prima supiera usar Nen. El caso es que gracias a la carterita era prácticamente imposible que perdiera su licencia Hunter, y de no haberla llevado encima, probablemente no la hayan dejado pasar. Realmente se vio más como una vagabunda que como una Cazadora arqueológica a la que estaban a punto de darle su primera estrella, pero le daba igual, su turbante y ella eran casi uno solo. Siguiendo las indicaciones del recepcionista, tomó el ascensor del final del pasillo y pulsó el botón del piso 56 (por lo que ella podía ver, había hasta 120 pisos). Se apoyó en la pared de la derecha y cerró los ojos, descansando su mente por unos momentos. De repente, el ascensor se detuvo y Ging abrió los ojos abruptamente. “No podemos haber llegado ya, no sentí que el ascensor subía tan rápido” Pensó ligeramente tensa. Cuando las puertas se abrieron, todo cobró sentido. Un tipo rubio con un traje amarillo a rayas ligeramente atroz a la vista estaba entrando en el ascensor. Por supuesto, alguien más llamó al aparato. Esto no hizo que Ging se relajara, había visto los ojos de hombre (le calculó la misma edad que ella), tan vacíos y desprovistos de emoción que por fuerza tenían que estar ocultando algo, su sonrisa plástica solo acentuaba ese hecho. -¡Buenos días!, que agradable tarde para una gala como la de hoy, ¿no lo cree… señorita?- Su voz aguda estaba tan llena de falsedad que parece que ni intentara pasarla por real. Ging ni se molestó por la obvia confusión sobre su sexo, solo asintió con la cabeza. El extraño ser, presentado como Pariston Hill, siguió hablando de incongruencias y estupideces por todo lo que duro el trayecto, para cuando las puertas se abrieron, ella estaba haciendo esfuerzos reales por no lanzarlo por la ventana más cercana. En la sala en la que tienen lugar la gala había otros pocos cazadores dispersos, hablando en pequeños corrillos o simplemente sentados. -Ging-san, Pariston-san, me alegra que pudieran venir- Mirando un poco hacia abajo pueden ver un ser pequeño y verde ataviado con un pequeño traje a la medida. -¡Beans, que alegría verte!- La falsa exclamación de Pariston no cambió la expresión de Beans ni por un segundo, por lo que asumió que debía estar acostumbrado. -Oye- Se limitó a decir. Pariston la miró con fingido asombro. -¡Así que puedes hablar!, hubiera apostado a que eras muda, ¿o mudo?- Ging no se molestó en responder al intento de provocación, ese tipo era lo suficientemente listo como para deducir que era una chica por su tono de voz. Oteó la amplia sala y se dirigió a un asiento apartado en la esquina lejos de todo el mundo y dispuesto a no tener más interacción humana, desafortunadamente… -Ging entonces, ¿no?. Siempre es una alegría conocer a nuevos posibles compañeros de trabajo- La maldita rata rubia había decidido que su misión del día era fastidia a Ging, genial. Pariston era el tipo de persona que vivía para que los demás lo odiaran, ¿tal vez porque se sintió poderoso al ver que las demás personas lo pensaron capaz de cualquier cosa?. De cualquier manera, no iba a darle el gusto tan rápido. Respirando hondo, relajó sus rasgos lo más que pudo y le dirigió a Pariston una sonrisa brillante, totalmente desprovista de ese odio que tanto ansiaba. El rubio siguió hablando como si nada, pero ella consiguió distinguir un pequeño brillo en sus ojos, molestia y algo de emoción. Reprimió un suspiro, había captado su atención. Antes de que pudiera darse cuenta, otras personas se sentaron alrededor de Pariston y, por consiguiente, de ella. Hizo resbalar su turbante sobre sus ojos, calmó su respiración y empezó a entrar en algo que ella había apodado Iluminación. La Iluminación era un estado de calma en el que te sientes más invisible incluso que en el Zetsu. Lo desarrollado cuando sus amigos más cercanos notaron su técnica de entrar en Zetsu cuando alguien no conocido se acercaba, por lo capturadon de acentuarla lo más posible, esta necesidad de nuevas técnicas para pasar desapercibida junto con su hábito de muy quedar quieto cuando estaba concentrado o en la naturaleza la hicieron desarrollar lo que suponía era un nuevo estado del Nen. Mientras estaba agradablemente cómoda fundiéndose con la nada, alguien notó lo que estaba haciendo. Un fuerte golpe en el estomago la saco de su estado meditativo y la puso a toser. Se incorporó, enfadada, y vio a quien le había pegado un golpe semejante. Tenía el aspecto de una niña pequeña, pero Ging sabía que no podía ser solo eso, tenía el pelo rubio en dos coletas con rizos (¡¿Qué carajos les pasaba a los rubios con ella?!) y los ojos grandes color almendra, llevaba un vestido rosa con una falda demasiado ancha. -¡Ging-san!, ¿estás bien?- La preocupación de Pariston no era genuina, pero el brillo en sus ojos sí. -Estabas desapareciendo, eso no era Zetsu- Observó la niña rubia, sin disculparse por el golpe- ¿Qué era eso? Ging se acomodó en su asiento, obviamente molesta- Solo meditaba…- -¡Si hombre, cuando meditas no te desvaneces!- Otro tipo con gafas de sol estúpidamente pequeñas para su gran cuerpo y una pipa de fumar ENORME la interrumpió. -¡Bueno, no tengo que daros cuenta!- Cruzó las manos duramente sobre su pecho, estaban colmando su paciencia. Desafortunadamente para ella, los rubios encontraron otra cosa en la enfoquese. Pudo ver como los ojos de ambos se dirigía hacia abajo y Pariston sonreía. -Tenía razón- Sonaba victorioso, como si hubiera ganado alguna apuesta. La niña se vio sorprendida. -Hubiera jurado que era un hombre, ¡no sabía que una mujer se dejaría ver en público con esas pintas!- Dirigió una mirada hacia donde los otros los tenía los ojos clavados y, en efecto, era lo que sospechaba. Al cruzar los brazos, sus pechos se habían sacudido y consiguieron lo que Ging más odia, llamar la atención. Ahora todos a su alrededor estaban enfocados en sus pechos. La niña (Había descubierto que se llamaba Biscuit Krueger y no tenía nada de niña) había comenzado una discusión con Pariston sobre el tamaño de sus pechos y como no entendía como Ging prefería esconderlos debajo de esa ropa mohosa y el rubio había estado más que contento de seguirle la corriente haciendo de abogado del diablo (Ella). Simplemente se había encogido en su asiento y había pretendido descansar, mientras que solo llevaba de esconder su inevitable rostro rojo. -------------------------------------------------- -------------------------------------------------- ---------------------------------------- Horas después por fin pudo salir de ese edificio con su nueva licencia en su carterita. Después de un tiempo, Pariston y Biscuit se cansaron de discutir sobre su cuerpo y ella pudo dejar de fingir estar dormida. El presidente Netero, por supuesto, tuvo que poner su ansiedad social al límite, llamándola al estrado y haciendo una presentación excesivamente larga de sus logros antes de darle su licencia. Por lo menos tuvo el sentido común de no tratar de abrazarla como con otros Cazadores. Se había esfumado en cuanto el Kaichou dio la señal de que se podía ir. La mayoría se quedó a charlar con sus compañeros, pero ella escapó en cuanto vio a Pariston acercarse a felicitarla. Corrió como alma que lleva el diablo hasta el vestíbulo donde se ayudó para tomar aire y caminar como una humana normal. El lugar estaba desierto a excepción de dos personas. Un tipo alto con la cabeza medio rapada estaba discutiendo con una mujer bajita de vestido verde que le grababa a un perro. El plan de Ging era pasar a su lado sin llamar la atención y correr al que era su refugio temporal, pero no pudo evitar escuchar su conversación, estaban hablando de su descubrimiento en las ruinas Akazoht, el tipo lo estaba insultando. Sin importar lo mala que fuera socializando, era una jodida fiera cuando se metían con algo que amaba, como su trabajo. No hace falta que lo destruyó verbalmente, físicamente no porque la otra mujer no la dejó. Cuando el tipo se fue arrastrando su lamentable trasero, Ging sintió su trabajo hecho y se giró para irse, pero la mujer de verde le estaba agradeciendo por ayudarla. Ella solo se encogió de hombros- Soy Cazadora arqueológica, es mi trabajo del que estaba hablando- Se fue corriendo de ahí en el momento en el que vio a Pariston asomar por el pasillo y rezó para que no la siguiera, también pidió a los cielos que la mujer verde no recordara este incidente. Si hubiera sabido que años más tarde acabaría trabajando con ambos, tal vez se hubiera pegado un tiro ahí mismo.
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