3. Si regresa, siempre fue tuyo
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 3
Si regresa, siempre fue tuyo
—¿En verdad es él? ¿El de lentes? —preguntaba Terry Boot de camino al aula de pociones —¡Es fascinante!
A Nox le mareaba demasiado escuchar tantos murmullos por todo el colegio sobre Harry, ya qué aparentemente tanto él, como a ella, les parecía de lo más molesto. Cuando estos se incrementaban con cada paso que daba, a Nox se le revolvía el estómago, sabiendo que se estaba acercando por los pasillos. Ella evitaba a toda costa tener que encontrarselo, ¿qué le iba a decir?
«¡Hola, Harry! ¡Vaya día encantador para dejarme plantada el día de tu cumpleaños!». Sabía claramente que eso absolutamente no era para nada su culpa, pero tal vez sería una forma de empezar la conversación de muy mala manera.
No podría evitarlo toda la eternidad, esconderse cada vez que escuchara su voz como si de una presa se tratase, ya que se acercaba la clase de Defensa, que se compartía con los alumnos de Gryffindor, y entre ellos se encontraba Harry, evidentemente. Se dirigía al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras junto a Terry Boot de su misma casa, ya que por el momento era la única persona de su curso al que le había hablado (ignorando un poco el miedo), y sin querer ya se dirigían juntos a las clases.
—¿Por qué es fascinante? Digo... Es solo un... Chico —intentó sonar neutral y desinteresada.
—¡Quiero saber cómo es en clases! —respondió sin quitar el entusiasmo de su rostro, era como si fuese a ver a su más grande ídolo de la vida. A Nox se le volvieron a enredar las tripas —. Además, no solo es un chico, ¡estamos hablando de el Niño que vivió!
La pecosa no quiso decir nada más, ya que no quería que los escucharán hablar de eso al entrar al aula. Afortunadamente Terry logró guardar silencio y guardarse sus comentarios de fanatico, tal vez fue más por el hecho de que oliera demasiado a ajo, asqueando a la pelinegra. Tomó un lugar lo más cerca del profesor, como hacía en todas las clases que había tomado en el día. Y así como en las clases muggles que llegó a tener en la vida y sacaba provecho al máximo, haría lo mismo en Hogwarts.
Se giró con bastante disimulo hacia los lugares que había a su lado derecho y resto del aula, logró distinguir una cabellera pelirroja, justo la que ahora paseaba junto a Harry ese día, Nox soltó el aire con alivio. Alguien tomó el lugar de su izquierda, sabía que se trataba de Terry, ya que aparentemente era ahora su compañero de clases.
—Vaya, parece que tu ídolo se sentó con aquel chico pelirrojo —dijo Nox aun mirando hacia atrás —, solo me tengo que esconder el resto de la clase…
—¿Quién?
A Nox se le fue la sangre a los pies y abrió demasiado los ojos. Se giró bruscamente hacia quien había hablado.
—¡Ah! —exclamó de pronto —. Esto... ¡Hola! ¡Vaya día tan lindo para dejar plantada a alguien en tu cumpleaños! ¿No crees?
Quería estrellar su cabeza contra el pupitre.
—Primero, hola. Segundo; ¿Por qué me has estado evitando? Y tercero; tengo muchas preguntas. Y cuarto; ¿Qué?
—¿No deberías estar en Stonewall? —preguntó sin pensar Nox.
—¿No deberías estar TÚ en Stonewall? —replicó Harry, Nox no sabía qué responder, así que solo sonrió con culpa.
Los alumnos guardaron silencio al ver entrar al profesor Quirrell, un hombre tan temeroso que había llenado todo el aula e incluso su turbante con ajos, ya que se decía que temía que un vampiro con el que había tenido algún inconveniente viniese a reclamarle. Nox y Harry no hablaron durante la clase. La pelinegra ponía toda su atención en el profesor, anotaba todo lo que podía, pero parecía ser algo decepcionante tener aquél hombre como profesor de una materia tan importante como esa, ya que se asustaba y saltaba cada que Nox aguantaba un estornudo y su cabello al juntar estática, tronaba y soltaba diminutas chispas.
A ambos les surgió la gran necesidad de hablar, pero al estar hasta el frente de la clase, se evitaban la molestia de ser regañados por el profesor. Cuando por fin terminó la clase, era la hora del almuerzo, así que Nox tomó sus cosas y las guardó en su mochila mientras se dirigía a la salida
—¡Nox! —la llamaron. Nox cerró los ojos, esperando lo peor. Se giró para quedar frente a su amigo.
—¿Por qué no me dijiste que eras un mago? —soltó primero al quedar frente a él, por un instante se quedó observandolo de pies a cabeza con una ceja alzada —¿Soy yo, o te ves más bajito?
—¡Eso mismo debería preguntar! —se quejó, ignorando su última pregunta.
—¡Yo no lo sabía! Fui a tu casa en tu cumpleaños, pero no estabas, quería despedirme de ti como se debía —empezó Nox con una voz bastante dolida —. Verás, yo tampoco me esperaba que terminara aquí, y mucho menos que tú también.
—Pero, tus padres son... ¿Muggles? —preguntó, intentando encajar las piezas en su cabeza.
—Eh... Esto...—balbuceó.
Lo había prometido...
—¿Entonces cómo no ibas a saber que tú también eras una bruja?
Nox quería contarle todo, y si podía, desde que nació, pero desafortunadamente de eso no tenía ninguna pizca de memoria guardada. Ella creyó que él sería quién terminaría atacando con tanta pregunta, pero terminó siendo ella de alguna manera, justo como lo hacían con las miradas en el gran comedor. No sabía si era un buen lugar para tener aquella conversación, y más tratándose del segundo día de clases, cuando todo el mundo estaba interesado en estar encima de Harry.
—Mira, desde el último día que nos vimos con la abuela Figgy, justo cuando se rompió la pierna, no tenía idea de que era una bruja, mucho menos mis padres, porque yo... —miró hacia ambas direcciones, lo tomó por el hombro y lo arrinconó junto a una armadura y una pared—. Yo soy adoptada, Harry. Mis padres creían que habían adoptado a una muggle, por eso vivía siempre como una. Querían que creciera como una, pero sin desconocer de… pues, todo esto.
Su amigo abrió los labios, cayendo la noticia de sorpresa sobre él. Nox no sabía cómo interpretar su reacción, ¿Era buena? No, tal vez una muy mala, pero de ser así, ¿Por qué? No tenía nada de malo. Harry parpadeó varias veces, regresando de su viaje a la realidad, como si con esas sencillas palabras le dieran las respuestas a todo, y pareció ser así:
—Vaya... Esto explica todo...
—Si, y creo que también por eso no me contaron que eras «famoso» —dijo Nox—. Me contaron tu historia, pero no con tu nombre en ella, tal vez de ser así, ellos sabrían que te contaría todo. Ya sabes como soy.
—Si, sigo muy enojado con mis tíos, mintieron sobre mis padres —dijo Harry, mientras fruncía las cejas; —Me habían dicho que murieron en un accidente, y pues claramente no fue así. Me hubiese gustado que tu me contaras todo, como debe ser.
—Al menos tú sabes algo de ti, yo solo me quedé con su genial nombre —comentó Nox con un tono algo burlón, intentando relajar las aguas.
—¿No era que no te gustaba? Siempre te enojabas cuando te llamaba por tu primer nombre —la miró con algo de sorpresa.
—Ahora me parece genial; resulta que hace unos años un escritor que me gusta bastante, escribió un libro con el nombre de Misery, y créeme, ahora es mi libro favorito.
—Dejame adivinar, es de terror —ella asintió—. ¿Y Nox? —preguntó de nuevo, Harry.
—Observa —sacó de su túnica su varita, larga, con el mango grueso y la punta tan delgada que le daba la apariencia de una aguja gigante—. ¡Lumos! —de la punta empezó a brillar una tenue luz blanca, Nox sonrió satisfecha —. ¡Nox! —la luz que iluminó ligeramente sus rostros se apagó de inmediato.
Era la primera vez que intentaba aquel encantamiento, y sintió demasiada satisfacción a la vez que funcionó, y mejor aún, ¡ella llevaba el nombre de uno de ellos! Eso no lo tenía cualquiera. Volvió a ver a su amigo, que aún mantenía un brillo en sus ojos, con un toque hipnotizado, extrañando a Nox.
—¿Estás bien? —preguntó Nox, agitando la mano frente a él, después de guardar su varita.
—Eh, claro. No estoy acostumbrado a ver, ya sabes, magia.
Nox asintió.
—Yo también, al menos viniendo de mí. Intenté ponerme al corriente con todo lo que pude —suspiró—. Lamento haberte ignorado —se sinceró Nox—. Desde el día del banquete, me sentía algo enojada y triste, supongo que tú también —Harry asintió—. Pero... Supongo que todo está bien, ¿No?
—Si… —comenzaron a caminar, pero de repente, Harry le dió un codazo en las costillas a Nox—, ¡pero no soy más bajo! ¡Tú has crecido!
◦•●◉✿◉●•◦
Misery Nox había vuelto a respirar en esos días. Las cosas habían vuelto a ser como antes, a excepción de la magia, claro. Ya no se escondía de Harry, y a pesar de ser dos casas distintas, seguían viéndose de vez en cuando como antes, pero a Nox le parecía que este había cambiado su actitud con ella, de una manera... ¿extraña? No era buena ni mala, era algo y punto, pero ella solo intentaba ignorar, tal vez el aire diferente de Hogwarts les estaba afectando.
Las clases eran completamente diferentes a las de su colegio muggle, encantamientos, pociones, plantas extrañas y objetos voladores era lo que veía todos los días, pero ella no se inmutaba en aprender todo lo que pudiese, sentándose hasta enfrente para prestar mejor atención, eso sí, no le gustaba participar, ya que le avergonzaba bastante el equivocarse y que toda la clase fuera testigo.
—¿Has escuchado lo que han dicho sobre Harry Potter? —llegó un día Cho corriendo hacia ella. A pesar de ser de distinto grado, ella había sido una gran guía y amiga desde el día que pisó el tren, al igual que Cedric. Ya no temblaba tanto cuando la veía.
—¿Qué pasa con Harry? —preguntó Nox, algo preocupada.
—¡Es el nuevo buscador del equipo de quidditch de Gryffindor! —saltó impresionada.
Sabía que los de primer año no pueden entrar al equipo de Gryffindor, pero parecía ser que esta vez sería la excepción.
Nox abrió los ojos, sin creerlo. ¿Él? ¿En serio? ¿Estaban hablando del mismo Harry? Sabía que él era lo suficientemente inteligente como para no tropezarse sobre sus propias piernas, pero era una noticia que no se esperaba.
—¡Vaya! Definitivamente Hogwarts le está sentando muy bien —se sorprendió, Nox.
La hora de la cena llegó, y Nox no dudó en ir a felicitarlo, así que caminó con prisa y emocionada de ver al nuevo buscador del equipo, que, por cierto; también era su amigo. Al acercarse, se encontraba sentado junto a su nuevo amigo pelirrojo, aparentemente contándole la nueva noticia, pero muy discretamente.
—¡Pero si es el nuevo buscador de Gryffindor! —exclamó Nox llegando y sentándose a su lado —. ¡Felicidades, cuatro ojos! —Harry le hizo una seña para que guardara silencio, Nox rodó sus ojos —. Por favor, todo el mundo lo sabe, tal vez un fantasma por ahí te escuchó y lo divulgó por todo el colegio, pero a mí me lo dijo Cho.
En eso iban entrando al comedor unos gemelos idénticos, altos y pelirrojos. Tenía una idea de quiénes eran, ya que eran muy conocidos por hacer bromas, tanto buenas como malas. Se acercaron también a la mesa y escucharon hablar a Nox, así que no tardaron en hacerlo también.
—Bien hecho —dijo uno de ellos en voz baja, fingiendo discreción—. Wood nos lo contó. Nosotros también estamos en el equipo. Somos golpeadores.
—Te lo aseguro, vamos a ganar la copa de quidditch este curso —dijo el otro—. No la ganamos desde que Charlie se fue, pero el equipo de este año será muy bueno. Tienes que hacerlo bien, Harry. Wood casi saltaba cuando nos lo contó.
—Bueno, tenemos que irnos. Lee Jordan cree que ha descubierto un nuevo pasadizo secreto, fuera del colegio.
—Seguro que es el que hay detrás de la estatua de Gregory Smarmy, que nosotros encontramos en nuestra primera semana —dijo un pelirrojo más pequeño, supuso que era el menor de los hermanos.
No escucharon porque ya se habían marchado, siguiendo su propio camino. Nox se volvió a Harry, quemándolo con su oscura mirada, llena de alegría y curiosidad.
—Oh, no los había presentado. Ron, ella es Nox —señaló Harry a la pelinegra, esta alzó las cejas en modo de saludo —. Ella es mi mejor amiga, nos conocemos desde el colegio muggle. Él es Ron, lo conocí en el tren de camino acá.
Nox se había quedado en «mejor amiga». ¡Lo había dicho! ¡Dijo que era su mejor amiga! ¡Era oficial! Su mirada destelló milagrosamente, se hizo presente en aquél color gris tan oscuro que tenía en sus ojos. Intentó mantener la calma, hizo un esfuerzo por seguir la conversación, como si hubiese escuchado un comentario que tan acostumbrada la tenía.
—Entonces, ¿Cómo te sientes?
—Nervioso —dijo, pero no parecía ser que era por el quidditch.
—Oh vamos, lo harás bien. ¡Que tu pequeña estatura te ayude! —se burló levemente mientras le daba un empujón con el hombro.
Harry estaba por responder, pero la presencia de alguien más lo interrumpió: un chico tan blanco y rubio con unos ojos plateados llegó queriendo imponer con dos gorilas detrás. Nox arqueó las cejas sin entender aquella postura tan ridícula.
—¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo coges el tren para volver con los muggles? —dijo cuando ya estaba más cerca. Nox agudizó el oído.
—Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme y tienes a tus «amiguitos» —dijo fríamente Harry. Nox lo miró sin entender el por qué de aquellas reacciones y comentarios, los grandulones no podían hacer más que crujir los nudillos y mirarlo con el ceño fruncido. Querían problemas.
—Nos veremos cuando quieras —dijo el chico—. Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?
—Por supuesto que sí —dijo Ron, interviniendo—. Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?
El platinado miró a los otros dos valorándolos.
—Crabbe —respondió—. A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.
—No sean estúpidos —soltó Nox de pronto. El chico la miró como si apenas se hubiese dado cuenta de su presencia —. No habrá ningún duelo, ni peleas, ni nada estúpido, niño.
—Vaya, no sabía que aquella chica tan estresante tuviese una hermana —soltó el rubio al ver a Nox, esta torció la cara, sin entender a qué se refería —. Puedes ir a ver si quieres, tu amigo Potter necesitará muchísimo apoyo.
Se dió la vuelta y se marchó con sus otros dos grandulones por detrás, los tres se miraron.
—¿Qué es un duelo de magos? —preguntó Harry—. ¿Y qué quiere decir que seas mi segundo?
—Bueno, un segundo es el que se hace cargo, si te matan —dijo Ron sin darle importancia.
—¿Si-te-qué? —saltó Nox con los ojos muy abiertos.
Ron al ver la reacción de ambos amigos agregó rápidamente:—La gente sólo muere en los duelos reales, ya sabes, con magos de verdad. Lo máximo que pueden hacer Malfoy y tú es lanzar chispas uno al otro. Ninguno sabe suficiente magia para hacer verdadero daño. De todos modos, seguro que él esperaba que te negaras.
—Eso debiste hacer —regañó Nox—. No vas a andar por ahí a media noche por el colegio, peleando con niñito estúpido solo porque te retó.
—¿Y si levanto mi varita y no sucede nada? —no la escuchó.
—La tiras y le das un puñetazo en la nariz —le sugirió Ron.
—Disculpen.
Los tres miraron, era la chica que había visto en el tren y le había caído mal.
—¿No se puede comer en paz en este lugar? —dijo Ron.
No le hizo caso y se dirigió a Harry. Le parecía muy familiar.
—No pude dejar de oír lo que tú y Malfoy estaban diciendo...
—No esperaba otra cosa —murmuró Ron.
—... y no debes andar por el colegio de noche. Piensa en los puntos que perderás para Gryffindor si te atrapan, y lo harán. La verdad es que es muy egoísta de tu parte.
—Tiene razón, Harry —agregó Nox.
—Y la verdad es que no es asunto tuyo —respondió Harry.
—Adiós —añadió Ron.
—¿Es en serio, chicos? —los miró sin entender la postura que estaban teniendo—. De acuerdo, entonces me voy al carajo yo también —se puso de pie Nox —. Pero no quiero que después llegues llorando porque te quitaron tu lugar en el equipo de quidditch.
◦•●◉✿◉●•◦
La mañana de Halloween en encantamientos, tocaba la clase junto a Gryffindor, así que Nox se alegró de ver de nuevo a su amigo, más al ver qué le dijo que se sentara junto a ella, y aún mucho más cuando la clase sería en parejas. El profesor y jefe de su casa aprobaron que trabajarían juntos. Desde aquella cena en la que habían tenido la discusión sobre el reto que le había puesto aquél chico Malfoy, Nox no volvió a preguntar sobre ello, y menos al ver que las cosas siguen tal cual estaban, así que no tenía la necesidad de hacerlo, ya que daba por hecho que no había ido tras él.
—Y ahora no se olviden de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de costumbre—. Agitar y golpear; recuerden, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no se olviden nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.
Parecía algo muy sencillo para Nox, que quiso intentarlo primero, pero para mala suerte, la pluma se incendió como si de un acto de magia muggle se tratara. Le sopló pero fue peor, ya que salió volando aún envuelta en llamas y dió al montón de libros que estaban debajo de los pies del profesor, y estos empezaron a incendiarse. El profesor soltó un pequeño ruido de terror y la apagó con su propia varita. Nox quería esconderse debajo del pupitre.
Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo mucha más suerte.
—¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.
—Lo estás diciendo mal. —Nox escuchó como la sabelotodo de Hermione Granger lo regañaba—. Es Win-gar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.
—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.
Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas. Nox volteó a ver a otro lado, fingiendo poca importancia. Sabía que ella era hija de muggles, ¿Cómo era posible que ella viniera de una familia que se cree los trucos de magia baratos de los muggles, logrará un encantamiento a la primera? Eso la hervía de envidia.
—¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Miren, Hermione Granger lo ha conseguido!
Al terminar la clase, Nox salió soltando chispas de frustración, ya que en todos sus intentos lo máximo que había logrado era que la pluma se elevará unos centímetros. Debía estudiar más si quería ser la mejor del curso.