ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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1
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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5. Trece y catorce

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Capítulo 5 Trece y catorce Querido Harry:    ¡Feliz cumpleaños, cuatro ojos! Espero que estés bien. En verdad yo no tanto, me entristece un poco que ya no te dejen al cuidado de la abuela Figgy, en cambio a mí si me siguen mandando con ella. Ahora que lo pienso mejor, me parece algo ridículo, o hasta infantil. Creo que te tengo algo de envidia. Me refiero a que te consideren lo suficientemente grande como para ya no tropezar sobre tus propios pies, y eso que soy mayor que tú.    Y hablando de tropezar, ¡por fin dejé de usar las muletas! Después de semanas caminando por la calle como loca, finalmente puedo caminar con normalidad como toda persona normal, tantos meses sin moverme afectó bastante.    ¿Viste la foto del profeta de hace una semana? No sabía que Ron tuviera una familia tan numerosa, yo apenas reconozco tres de sus hermanos, y a los otros no tengo ni más mínima idea de quiénes sean, tal vez después me expliques (como siempre). Aún así espero que la esté pasando bien en Egipto.    Realmente me pareció extraño ver a Hedwig pasar por mi ventana, así que no dudé en enviarte de una vez tu regalo, espero que lo aprecies, ya que es algo (que me atrevería a decir)   importante . Así tal vez podrías entenderme un poco de más, o no lo sé, interpretalo y léelo cuando puedas.    Me gustaría marcarte por teléfono, pero no quiero meterte en problemas con tus tíos y eso, así que es mejor que lo hagas tú, cuando puedas y quieras, claro.    Nos vemos en Hogwarts, y no crezcas más, me gusta verte desde arriba. Besos, Nox. Vió a la lechuza marcharse con su carta y regalos amarrados a las patas. Aquél verano era tan agradable como el otoño. Nox había crecido bastante, pero su cabello seguía igual de oscuro que siempre. Los rizos de su cabello seguían muy de alborotados, pero ahora con un poco más de control, ya que ahora los sujetaba con dos pequeños broches a cada lado de su cabeza, dándole un poco más de libertad de  voltear sin riesgo a que todo el cabello se le fuese encima. Su padre estaba algo más ocupado de lo normal, ya que en el ministerio de magia estaban todos alborotados igual que los rizos de Nox por el escape del asesino Sirius Black. En las noticias tanto mágicas como muggles se decía que podría encontrarse en cualquier parte del país, así que mantenía a su madre e hija a ojo de alcón en todo momento. A Nox le importaba poco, realmente; el mundo era muy grande, y había una muy pequeña posibilidad de que Sirius Black estuviese en la esquina de su casa, asechando como un perro a su presa. A la mañana siguiente se levantó para bajar a desayunar con su padre,  esperando alguna nueva noticia. Había veces en las que Nox se ponía a pensar en detalles en los que otros no se fijan, como por ejemplo ese: pasaban los años y su pequeña familia seguía disfrutando de la misma rutina, su padre por la mañana y su madre por la tarde, y al finalizar el día, ambos. —Buenos días —saludó mientras encendía la televisión en la sala. A pesar de ser magos, no desperdiciaban de los gustos muggles. —Buenos días, cariño —le devolvió el saludo su padre. Brian era el padre de Nox, alto y cabello corto con una poderosa barba adornando su cara, cosa que su esposa adoraba. Su madre Rose trabajaba en el periódico el profeta, así que solía trabajar más de mañana, era algo baja y de grandes caderas que volvían loco a su esposo. «Tenemos que advertir a los telespectadores de que Black va armado y es muy peligroso. Se ha puesto a disposición del público un teléfono con línea directa para que cualquiera que lo vea pueda denunciarlo.» —anunciaban en la televisión. —Me parece increíble y extraño que también lo esté buscando la policía. —Deben de; es peligroso tanto para los muggles como para los magos —dijo su padre mientras bebía de su café. Más tarde ese mismo día, llegó Hedwig, la lechuza de Harry. Nox estaba alegre de alguna respuesta, pero su cara se alargó cuando leyó de qué se trataba; su tía Marge estaba de visita toda la semana, una mujer tan odiosa como sus mismos tíos, y adoraba a su primo Dudley, así que se mantendría «normal» hasta que llegara el día en que se tenga que ir, así que entre esas cosas era mantener lechuzas lejos, incluyendo a Hedwig. Le pedía de favor que la cuidara hasta que su tía se marchara. A Nox no le molestó en absoluto, total, serían solo unos días, pero de lo que si se preocupó y rogó es que se encontrara bien. A comparación de la familia de Harry, estaba la de Nox, o mejor dicho, solo la abuela Figgy, que adoraba a Nox, pero cuando esta iba de visita a su casa repleta de gatos, prefería que estuviera también Harry, ya que entre ellos dos podían pasar el tiempo sin molestar a nadie, pero con la abuela sola, era un caso imposible, ya que no sabía de qué hablar, más que de sus gatos, por su puesto. Nox en algún momento le mencionó que tenía muchas ganas de ver a Harry, ya que era el amigo que vivía más cerca, pero no podía por la horripilante visita de su tía Marge. Durante la semana visitaba a su abuela, o salía a la calle durante la noche a soltar a Hedwig a estirar las alas, y la llamaba de vuelta con un «click click», un chasquido extraño que hacía con la lengua, la lechuza ahora captaba ese peculiar sonido, haciendo sonreír a la pelinegra. Además de Harry, Nox también contaba los días para poder enviar a Hedwig de vuelta a su dueño y poder seguir comunicados, ya que el teléfono en ese momento era absolutamente una pésima opción, y ahora por lechuza menos. Seguía rogando que estuviera bien. Por la noche se encontraba acomodando unas cosas de su habitación en la casa de la abuela Figgy, ya que sus gustos habían cambiado ligeramente, así que empezó a sacar cosas viejas y desgastadas que no necesitaba. Seguía estando fascinada con las historias de terror, así que se encontraba acomodando sus libros por orden de autor, aquellos que su madre en algún momento llegó a cerrar con candado. Para tener una edad corta, Nox había leído bastante, tenía un librero en casa de su abuela y otro en la casa de sus padres, pero a pesar de leer cosas tan atroces y no aptas para su edad, seguía teniendo miedos y se asustaba como una persona normal, justo como en aquella noche. Estaba ahí ella, de lo más normal como otro día, jamás esperando aquello. Se miró en el reflejo del espejo del tocador, y ahí estaba de nuevo, su reflejo con aquella sombría mirada, con las trenzas cayendo de su rostro, tan sombrío como sus ojos que solía llevar siempre. Nox cerró con fuerza los ojos. «No es real. No eres real. No serás real», se repetía siempre hasta que desapareciera. No era la primera vez que pasaba, pero parecía ser que funcionaba, y cuando pasaba; evitaba recordarlo. —¡Nox, saca a pasear a esa lechuza que está haciendo demasiado ruido! —escuchó a su abuela gritar desde abajo. Nox se sobresaltó de nuevo, pero se alegró de que fuera la voz de su abuela. Bajó las escaleras con Hedwig al hombro, jugueteando con su cabello —. No olvides tu varita, ya sabes que yo no podré hacer nada. Nunca he convertido ni siquiera... —... Una bolsita de té, lo sé abuela, siempre la llevo conmigo —completó Nox, alzando la camisa y dejando su varita mágica a la vista, que estaba atorada en el cinturón de su pantalón de mezclilla —volveré pronto, ¿verdad, Hedwig? Al salir, inmediatamente la lechuza se despegó de su hombro y empezó su vuelo con gran velocidad. Todo parecía estar normal, hasta que vió que la lechuza se estaba alejando más de lo debido, alarmando ligeramente a Nox. —No puede ser... —un chasquido. No volvía —...Harry me va a matar. ◦•●◉✿◉●•◦ No, no la había matado, al contrario, le agradeció bastante, ya que se encontraba en el caldero chorreante, y pasaría el resto de las vacaciones ahí, así que se encontraba excelente. Nox estaba insistiendo demasiado en que fueran ahí por sus nuevos libros, pero ellos solo lo posponian, ya que no había un momento en que uno de los dos pudiesen. Cuando por fin llegó el día, faltaban solo dos días para volver a Hogwarts, así que las calles se encontrarían abarrotadas de gente, fastidiando a Nox cuando la pisaban una vez más. —Si quieren los espero en el caldero chorreante, y lleven el resto de cosas, iré por las que faltan —indicaba Nox y se marchó rápido, antes de que pudiesen decir algo sus padres, como siempre solía hacer. En realidad no le faltaba nada, solo era un pretexto de buscar una vez más a su amigo que no había visto por ninguna parte, tal vez no se encontraba despierto aún a las nueve de la mañana. Al ser un poco más tarde, paseaba y prestaba más atención a los escaparates, hasta que lo vió ahí de pie, viendo el prototipo de una escoba; la nueva saeta de fuego. Nox sonrió y se acercó con cautela, pretendiendo ver también la escoba como alguien más. —Uhmm... No me parece tan sorprendente, la verdad —decía Nox lo suficientemente alto como para que Harry escuchara —. Mi barredora 7 corre con más estabilidad que esa basura extremadamente cara, y la he modificado para que vaya a esa misma velocidad, no entiendo cómo la gente presta atención en eso. Vió como su amigo se tensó ligeramente y no dudó en abrir la boca —: Yo pienso que es una escoba estupenda, tal vez la mejor que ha salido al mercado... ¡Oh, Nox! ¡No sabía que eras tú! Y vaya, ya puedes caminar. Le dió un muy cálido abrazo, habían pasado demasiado tiempo, tanto sin verse como sin hablar. —Te dije que no crecieras más, ahora estamos de la misma estatura, cuatro ojos —le dijo Nox mientras le revolvía el cabello. Y exactamente, ahora se encontraban de la misma estatura. Nox siempre solía ser la más alta, pero parecía ser que las cosas ahora cambiarían. Seguía con el mismo desordenado cabello y unos ojos tan verdes que podrían hipnotizar a cualquiera. —¿Envidia? —se burló Harry —Bastante —empezaron a avanzar sin rumbo por el callejón mientras platicaban. Nox notó bastante como Harry se ponía algo nervioso al hablar, y de verdad que no entendía el por qué —. ¿Ya tienes todo lo nuevo para el curso? —Si, lo he comprado todo la semana pasada —contestó. —¿Y qué haces acá? Por fin te tomaste unas vacaciones de los Dursley, me parece. —Inflé a mi tía —soltó de repente. Definitivamente no dejaba de sorprender a Nox, así que se decidió a explicarle —. En el último día que se quedaría, no pude aguantarlo y exploté. —Oh, debió ser genial —dijo entre risas —. Apuesto que se miraba como un globo aerostático en pleno vuelo. —Mejor imagen no pudiste decir —tomaron asiento en una heladería del callejón—. He estado leyendo lo que me regalaste, «Misery», un regalo bastante egocéntrico, si me permites. —Tal vez un poco... —puso cara pensativa—... Mucho en realidad, pero sé un poco más respetuoso, es mi libro favorito, y te regalé un ejemplar originalmente leído por mi, incluso puse mi firma en él. —Si, me sirve muy bien cómo soporte para mí mesita de noche. —Oh, cállate. Posiblemente no eran tan unidos como antes, pero cuando se encontraban a solas, era como volver en el tiempo. Nox se alegraba mucho de tener a su amigo cerca y poder hablar con él de muchas cosas, pero quizás no todas, la confianza que de tenían se había desvanecido ligeramente, como el polvo en un mueble. Aún así, se esforzaba por volver a encender aquél click que en su momento llegaron a tener. Le pareció gracioso regalarle a Harry un libro con su propio nombre: «Misery». Fue su primer ejemplar, así que le parecía a la vez algo especial como él. Platicaban mientras tomaban el helado, riendo entre recuerdos que alguna vez llegaron a compartir durante su época de colegio muggle, preguntándose qué sería de ellos si hubiesen ido a Stonewall. Harry mencionó que en aquel entonces su primo Dudley hacía chistes crueles sobre ello, y en una ocasión le avisó que en esa escuela metían a los chicos les metían la cabeza en el escusado, Nox arqueó las cejas. Ella confesó que había insistido en ir ahí solo porque él estaría ahí, porque no soportaba la idea de tener que hacer amigos de nuevo, además de que era muy difícil para ella, ya que siempre les daba miedo su mirada. Harry se sonrojó hasta las orejas al oír eso, y se justificó diciendo que el sol estaba muy fuerte. Harry no tardó en mantenerla al tanto que no pudo contarle con totalidad lo que había pasado durante todo el tiempo que estuvo petrificada el curso anterior. Mencionó que había recibido cartas de sus padres, preocupados y rogándole que los manteniera al tanto de cualquier novedad con Nox. Sus padres confiaban en él director de Hogwarts, pero sabían que no les diría cosas que Harry sería capaz de decirles. Para Nox fue como quedarse dormida, y despertar con el recuerdo de un sueño muy borroso, del cual solo recuerda aquél reflejo que la atormentaba de vez en cuando en el verano. Obviamente no le contaría a Harry o algún otro amigo suyo sobre ello, era muy extraño y loco, algo de lo que ella no podía asegurar si era real o no. ◦•●◉✿◉●•◦ El expreso escolar de Hogwarts era tan concurrido un año como el otro, y cada vez que subía, pensaba que ese año había más gente que el anterior, y eso pensó también al año anterior. No tardó mucho encontrar a sus dos mejores amigos; Cedric y Cho. Cedric estaba tan alto que tenía miedo de chocar con el techo del tren, mientras que Cho tenía su cabello cada vez más largo, lacio y oscuro. No tardaron en encontrar un lugar en el tren cuando comenzó a avanzar. Y como era costumbre, siempre se ponían al tanto de lo que habían hecho durante las vacaciones, ya que muchas de las veces un pergamino no era suficiente para contar. Cuando menos se dieron cuenta, el tren se detuvo, entre los tres se miraron sin entender, y de pronto, las luces del tren se apagaron, dejándolos ciegos. —¿Se habrá ido la electricidad? —dijo Nox en voz baja. —Tal vez —contestó igual Cedric. Pasaron largos minutos, pero nadie se atrevía a revisar que pasaba afuera. Por los pasillos se escuchaba movimiento, y altas siluetas se alcanzaban a distinguir del vidrio. Poco después se escuchó como si bajaran del tren, y se puso en marcha de nuevo. Al llegar a la estación de Hogsmade, subieron a los carruajes que avanzaban solos. No tardaron mucho en llegar al castillo, así que bajaron y caminaron hasta las enormes puertas de roble, pero una voz conocida la hizo detenerse. —¡Figg! —le llamó el bajito maestro de encantamientos, y también jefe de su casa —. La profesora McGonagall la está esperando adentro, en su despacho. Nox se despidió de sus amigos y abrió paso hasta el vestíbulo y caminó por los pasillos hasta llegar a la puerta del despacho de la profesora. Estaba a punto de tocar, pero se abrió y de esta salió Harry, un poco pálido, pero supuso que era por el posible regaño que le habrán dado, así que le preguntaría después. —H-hola Nox —saludó. —Hola Harry —le saludó de vuelta. Nox esperó a qué siguiera con lo que quería decir, pero solo se quedó ahí parado, solo mirándola —... Esto... Voy con la profesora McGonagall, al parecer me quería para algo. —Oh, sí —despertó de su trance—, t-te veo después. De acuerdo, aquello había sido muy extraño, jamás se había comportado de aquella manera, tal vez algo muy malo había hecho y por eso actuaba así, y se sorprendió de ver a su amiga, así que evitaba cualquier forma de que le hiciera preguntas, y lo consiguió, pero no se libraría de eso. Al entrar al despacho, la profesora no se encontraba sola, estaba también ahí Hermione Granger. Nox soltó un cansado suspiro, ya que entre ellas no se caían bien, ya que tenían una silenciosa competencia que pocos lograban prestar atención. —Granger —saludó mientras se cruzaba de brazos —. Me dijeron que me llamaba, profesora. —Claro, a ambas de hecho —dirigió su vista también a Hermione —. Las quería aquí a ambas para hablar sobre sus clases. Fue todo un desafío, ya que ambas al ser de diferentes casas, tendría que buscar la forma de que ambas asistieran a las mismas clases... —Espere —interrumpió Nox —, ¿A qué se refiere con «ambas»? —Pues a esto —abrió una diminuta caja de madera que se encontraba sobre su escritorio, de esta, sacó una larga y fina cadena de oro, que le colgaba un reloj de arena —. Ese es un giratiempo, les ayudará a asistir a todas sus clases extras. —¿Tú también elegiste todas? —Hermione se giró a Nox, con cierto enfado en su rostro, Nox asintió —. ¿No es mejor que cada una lleve uno, profesora? —Claro que no, el ministerio no me autorizó dos, solo uno. Además, lo necesitarán para las mismas materias, mismo lugar, mismo todo —Hermione bufó exactamente igual que Nox —. Eso sí, nada de decirle a Potter ni a Weasley, Granger —ella asintió —. Y nada de decirle a Chang o a Diggory, Figg —Nox asintió —. Bien, usarlo es muy fácil, solo tienen que girarlo, cada vuelta es una hora. No deben verse a sí mismas, o que alguien más las mire. ¿Entendido? —ambas asintieron —. Perfecto, ya podemos volver al comedor. Salieron por detrás de la profesora, Harry había esperado en el pasillo, pero antes de que este se incorporara, Nox dijo: —Nada de Potter y Weasley, Granger. —Nada de Diggory o Chang, Figg. —No será tan difícil, entonces.
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