7. Un secreto publico
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 7
Un secreto público
Nox seguía evitando ver a Harry a los ojos, y aparentemente este también, pero poco a poco empezaba a olvidarlo con mayor facilidad, ya que al tener tantas asignaturas, apenas podía pensar en los demás.
Corría lo más rápido que podía para alcanzar a Hermione a la hora que habían acordado hace días, porque desafortunadamente no podía compartir las mismas clases, y eso complicaba demasiado las cosas. Ese día le tocaba a ella portar el giratiempo, y a pesar de no llevarse muy bien entre ellas, aprendían a compartir y no discutir. Llegó al principio de las escaleras que llevaban al gran comedor y a las mazmorras y vió a Hermione, que la buscaba con la mirada desesperadamente.
—Perdón, perdón, mi mochila se rasgó un poco —decia Nox, respirando agitadamente mientras se escondían y se colocaban el giratiempo, retrocediendo dos horas.
Al volver a tocar el suelo, se lo quitó y ambas se separaron para correr a sus respectivas tareas. Era muy atareado y cansado el hacer aquello, sobretodo Hermione, que se había tomado el tiempo aún de investigar sobre hipogrifos y lo peligrosos que no pueden llegar a ser, ya que en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, uno atacó al estúpido de Malfoy que no sabe seguir indicaciones.
En esos momentos, Nox tenía la cabeza llena de información, debía de ver a Hermione de nuevo para completar la traducción de runas antiguas que decidieron hacer juntas, para hacer las cosas mucho más sencillas. Tenía que hacer una redacción sobre una poción para encoger, del profesor Snape, investigar para qué servían exactamente los aviones, interpretar y convertir números para la profesora Vector, practicar encantamientos levitatorios del profesor Flitwick e intentar convertir un vaso de agua en una maceta para plantas, todo eso en una tarde.
Había terminado antes de limpiar las espinas de un rosal enfermo, así que pudo salir antes del invernadero, ya que ahora también tomaban las horas del almuerzo para adelantar tareas que no lograban terminar a tiempo, haciendo a Nox correr lo más rápido que pudiese para encontrarse a Hermione para retroceder una vez más y estar a tiempo para la hora del almuerzo, ya que ella estaría en la biblioteca y se volverían a ver al pie de la escalera donde se había visto.
—Estúpidas rosas, no puedo creer que las usen enfermas para hacer perfumes... —decia Nox mientras sacaba el giratiempo y se lo enredaba a Hermione.
—Pido tener el giratiempo conmigo mañana —interrumpió de pronto Hermione, después le dió las respectivas vueltas y volvieron a tocar tierra, fue cuando Nox frunció las cejas.
—Pero habíamos quedado en que me tocaría jueves, viernes y sábados y parte del miércoles —reprochó Nox mientras le quitaba el giratiempo.
—Si, pero eres muy impuntual, Nox —culpó Hermione.
—¡Mentira! Tú eres la que no sabe cómo hacer un buen hechizo para que no pese tu mochila. ¡Siempre se te rompe y te atrasas! —saltó Nox.
—¿Eso qué tiene que ver? —respondió Hermione con notable enfado— ¡Y mira quién lo dice! La que anda con los libros en la mano —señaló Hermione.
—¡Es porque aún no me sale! —reprochó mientras subían a toda velocidad las escaleras, las tripas le gruñian tan fuerte que podía hacer una competencia con las de Hermione —Y no soy impuntual, tú llegas muy temprano...
—¿Cómo lo hacen? —escuchó preguntar a Ron. Nox no sabía que les había tocado la clase de pociones, ya que venían subiendo de las mazmorras. Con prisa se guardó el giratiempo bajo la túnica.
—¿El qué? —preguntaron Hermione y Nox al unísono, fingiendo demencia, reuniéndose con ellos.
—Hace un minuto venías detrás de nosotros —se dirigió a Hermione— y un instante después estabas al pie de las escaleras, y con Nox aquí, discutiendo, cuando ella debería estar en... Quién sabe dónde.
—¿Qué? —Hermione fingía estar un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar por una cosa! Ella vino porque... ¡Oh, no…!
En la mochila de Hermione se había abierto una costura. Nox soltó una carcajada mientras veía los libros caer.
—Hablando de... —comentó Nox.
—¿Por qué llevas encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
—Porque no sabe hacer un buen encantamiento —soltó de nuevo Nox indirectamente, llevándose una mirada de odio por parte de Hermione.
—Ya sabes cuántas asignaturas estudiamos —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar éstos?
—Pero… —Ron daba vueltas a los libros que Hermione le había pasado y miraba las tapas—. Hoy no tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Ya —dijo Hermione, pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre —añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
—Pero ni creas que te voy a ayudar con ese problema —concluyó Nox, mientras se dirigía al gran comedor —. Tengo muchos deberes que hacer...
...
Algo que adoraba Nox, era comer huevo duro con tomates asados, pero le gustaba hacerlo mientras estaba desocupada, no haciendo una redacción de pociones. Escuchaba platicar a Cedric y Cho, sobre como este primero estaba preparándose para sus TIMOS. Solían comentar bastante sobre como Nox se esforzaba bastante, como si ella misma también fuese a presentar un examen nivel TIMO. Cho dudaba sobre cómo lograría llevar a cabo todas las materias cuando lleguen esos exámenes, pero Nox no escuchaba.
—Sigo sin entender cómo es que asistes a tantas clases... —comentaba Cho.
—Ya les dije, ya platiqué con la profesora McGonagall sobre ello... —Nox no levantaba la mirada.
—Si, pero tengo miedo que un día vayas a explotar —agregó Cedric.
—Eso no va a pasar. Tengo que aprovechar al máximo todas las materias que haya en este colegio.
Cedric y Cho no conocían a nadie más terco que el ego de Nox, diciendo que podía con ello y más, pero el desayunar mientras que escribía una redacción, o comer mientras leía un resumen, le delataba bastante.
Estaba tan concentrada en sus tareas que no había prestado atención que Cedric y Cho le estaban llamando:
—¡NOX! —le llamaron al unísono.
—¡¿QUÉ?! —alzó la mirada con bastante enfado. Ambos señalaron con la barbilla hacia su espalda, esta se giró con enfado, pero tan solo era Terry Boot —. Oh, perdona, Terry, estaba haciendo unos deberes.
—Si lo noté —dijo hechando una mirada rápida a los pergaminos sobre los tomates asados —. Solo quería decirte que pronto sonará la campana, y tenemos que ir a clase de defensa contra las artes oscuras.
Que rápido había pasado el tiempo, y no creía prudente usar el giratiempo para seguir avanzando sus deberes, y más sin Hermione. Nox asintió mientras tomaba sus cosas y las guardaba en la mochila.
—Tienes razón, tal vez si llego antes, logre a avanzar, gracias Terry —se volvió a sus amigos—. Los veo después, locos.
—Claro... ¡Pero que sea antes de que nos reemplaces con un libro! —soltó con gracia, Cedric.
Se puso de pie con dirección a la salida, intentando ir a paso veloz con Terry a lado, pero al pasar por la mesa de Gryffindor, Harry la detuvo de pronto, tomándola de la muñeca.
—Oye, Nox, ¿podríamos hablar un poco? —preguntó mientras se ponía de pie, pero Nox no tenía tiempo, ni mucho menos ganas de hablar.
—Perdón, cuatro ojos, pero debo irme —decia mientras seguía avanzando y se soltaba suavemente de su agarré —. Pero hablamos después, ¿vale?
Le sonrió cálidamente y salió del comedor sin esperar respuesta.
Algo que le causó curiosidad por unos instantes, era que Terry no decía nada, solo estaba ahí, esperando a que Nox dijera o reaccionara, pero de no ser necesario, no se movía, solo estaba ahí, expectante, algo que comenzaba a agradar de él. Durante todos los años, habían sido compañeros de curso, mientras Nox no se sentara junto a Harry, estaba Terry para rellenar su lugar, algo bastante extraño, a decir verdad, pero al menos su presencia era bastante agradable.
Al llegar al aula, Nox se puso a terminar de redactar el ensayo de pociones, tal vez ya por la noche se pondría a practicar los encantamientos pendientes.
Poco a poco el aula se iba llenando con alumnos de ambas casas, mientras que Terry a su lado, empezaba a sacar su libro de la materia. Poco después salió el profesor Lupin, indicando que no era necesario sacar los libros o las plumas, que tan solo su varita era suficiente.
A todos los tomó por sorpresa, así que hicieron lo indicado y se pusieron en marcha para seguirlo. Nox logró terminar su tarea, así que guardó todo con demasiada velocidad, metiendo muy mal los libros en la mochila. Lo siguieron hasta la sala de profesores, extrañando a más de uno. El profesor Lupin comenzó a ceder el paso a todos los alumnos hacia el interior, donde se encontraba el profesor Snape, que no tardó en sacar algún comentario cuando cerraron la puerta:
—Déjela abierta, Lupin. Prefiero no ser testigo de esto. —Se puso de pie y pasó entre los alumnos. Su túnica negra ondeaba a su espalda. Ya en la puerta, giró sobre sus talones y dijo—: Posiblemente no le haya avisado nadie, Lupin, pero Neville Longbottom está aquí. Yo le aconsejaría no confiarle nada difícil. A menos que la señorita Granger le esté susurrando las instrucciones al oído.
No era necesario tener un contexto para entender a qué se refería el profesor Snape.
—Tenía la intención de que Neville me ayudara en la primera fase de laoperación, y estoy seguro de que lo hará muy bien —respondió el profesor Lupin.
Snape torció el gesto, pero salió de la sala dando un portazo.
—Ahora —dijo el profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un viejo armario en el que los profesores guardaban las túnicas de repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared, Nox se sobresaltó y dió un paso atrás —. No hay por qué preocuparse. Hay un boggart ahí dentro.
«Que alivio», pensó con sarcasmo, Nox.
Nox sabía exactamente qué era aquello; lo había visto en alguna página de sus libros, pero de lo que no estaba segura y podría jurar que intentaba abrir el pomo de la puerta del armario.
—A los boggarts les gustan los lugares oscuros y cerrados —prosiguió el profesor Lupin—: los roperos, los huecos debajo de las camas, el armario de debajo del fregadero… En una ocasión vi a uno que se había metido en un reloj de pared. Se vino aquí ayer por la tarde, y le pregunté al director si se le podía dejar donde estaba, para utilizarlo hoy en una clase de prácticas. La primera pregunta que debemoscontestar es: ¿qué es un boggart?
Hermione levantó la mano. Que novedad.
—Es un ser que cambia de forma —dijo—. Puede tomar la forma de aquello que más miedo nos da.
—Yo no lo podría haber explicado mejor —admitió el profesor Lupin, yHermione se puso radiante de felicidad—. El boggart que está ahí dentro, sumido en la oscuridad, aún no ha adoptado una forma. Todavía no sabe qué es lo que más miedo le da a la persona del otro lado. Nadie sabe qué forma tiene un boggart cuando está solo, pero cuando lo dejemos salir, se convertirá de inmediato en lo que mástemamos. Esto significa —prosiguió el profesor Lupin, optando por no hacer caso a los balbuceos de terror de Neville— que ya antes de empezar tenemos una enorme ventaja sobre el boggart. ¿Sabes por qué, Harry?
—¿Porque somos muchos y no sabe por qué forma decidirse? —respondió.
—Exacto —dijo el profesor Lupin. Y Hermione bajó la mano algo decepcionada—. Siempre es mejor estar acompañado cuando uno se enfrenta a un boggart, porque se despista. ¿En qué se debería convertir, en un cadáver decapitado o en una babosa carnívora? En cierta ocasión vi que un boggart cometía el error de querer asustar ados personas a la vez y el muy imbécil se convirtió en media babosa. No daba ni gota de miedo. ¿Me podrías decir qué es lo contrario del miedo, señorita...?
Se había dirigido a Nox, que se había quedado paralizada. Ella jamás participaba en clase, y por eso mismo, no le hacía preguntas a los profesores o alzaba la mano como siempre hacia Hermione. Intentó mantenerse para responder.
—Nox. Lo contrario del miedo es la risa —iba a dejar su respuesta hasta ahí, pero decidió seguir con ella, como Hermione solía hacer—. Por eso el hechizo para vencer a uno se necesita de bastante fuerza mental, ya que al convertirse en algo que tememos, nos puede volver débiles y vulnerables.
—Exacto, gracias Nox —ella sonrió ligeramente, pero intentó actuar como si no fuera nada del otro mundo, pero Terry la delató ligeramente, dándole un amistoso codazo. Nox sonrió más, y alcanzó a escuchar un bufido—. El hechizo para vencer a un boggart es sencillo. Como mencionó su compañera Nox; lo que sirve para vencer a un boggart es la risa. Lo que tienen que hacer es obligarle a que adopte una forma que ustedes encuentren cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repitan conmigo ¡Riddíkulo!
—¡Riddíkulo! —dijeron todos a la vez.
—Bien —dijo el profesor Lupin—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como verán, la palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.
El chico temblaba tanto que podría jurar que tenía un ataque de hipotermia o algo parecido, se sacudía casi a la par que el armario.
—Bien, Neville —prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más te asusta en el mundo? —Neville movió los labios, pero no dijo nada—. Perdona, Neville, pero no he entendido lo que has dicho —dijo el profesor Lupin, sin enfadarse.
Neville miró a su alrededor, con ojos despavoridos, como implorando ayuda. Luego dijo en un susurro:
—El profesor Snape.
Casi todos se rieron. Incluso Neville se sonrió a modo de disculpa. El profesor Lupin, sin embargo, parecía pensativo. El plan era más sencillo de lo que se pensaba, tanto que hizo a Neville sentirse ligeramente más seguro de sí mismo, ya que la idea que que el boggart-profesor Snape saliera del armario, pero que Neville mantuviera la imagen de su abuela, vestida con aquel bolso rojo, sombrero con un buitre disecado, y aquella bufanda de piel de zorro, algo horriblemente ridículo.
—Cuando el boggart salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma del profesor Snape —dijo Lupin—. Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela. Si todo va bien, el boggart-profesor Snape tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el bolso grande y rojo.
Aquello era algo muy gracioso y que definitivamente no tendría ganas de perderse. El armario volvió a temblar, pero Neville ya no tanto.
—Si a Neville le sale bien —añadió el profesor Lupin—, es probable que el boggart vuelva su atención hacia cada uno de nosotros, por turno. Quiero que ahora todos se dediquen un momento a pensar en lo que más miedo les da y en cómo podrían convertirlo en algo cómico…
Nox cerró los ojos, buscando en qué era, pero inmediatamente su mente viajó aquel día en el orfanato, cuando una vez siguió a una abeja, pensando qué sería amable con ella, pero lo único que consiguió fue que le callera un panal de abejas a los pies, haciéndola correr sin parar, las abejas se aferraban en seguirla, y tan solo pensar en su zumbido le ponía los pelos de punta.
Ahora tendría que pensar en qué hacer para volverla graciosa; tal vez convertirla en un tazón de palomitas, y que cada abeja tronara y se convirtiera en una. Posiblemente no era algo muy gracioso, pero era lo mejor que se le ocurría.
—¿Todos preparados? —preguntó el profesor Lupin. Nox abrió los ojos y asintió —. Nos vamos a echar todos hacia atrás, Neville —dijo el profesor Lupin—, para dejarte el campo despejado. ¿De acuerdo Después de ti llamaré al siguiente, para que pase hacia delante… Ahora todos hacia atrás, así Neville podrá tener sitio para enfrentarse a él.
Todos se retiraron, arrimándose a las paredes, y dejaron a Neville solo, frente al armario. Estaba pálido y asustado, pero se había remangado la túnica y tenía la varita preparada.
—¿Crees que lo logre? —le preguntó Terry en un susurro.
—Espero que sí, tengo que ver a Snape vestido como su abuela —respondió, Nox.
—A la de tres, Neville —dijo el profesor Lupin, que apuntaba con la varita al pomo de la puerta del armario—. A la una… a las dos… a las tres… ¡ya!
Un haz de chispas salió de la varita del profesor Lupin y dio en el pomo de la puerta. El armario se abrió de golpe y el profesor Snape salió de él, con su nariz ganchuda y gesto amenazador. Tan idéntico como el original, fulminado a Neville como siempre solía hacer, haciendolo retroceder levemente. Este empezó a flaquear, pero cuando menos uno se lo esperó...
—¡Ri… Riddíkulo! —dijo Neville. Se oyó un chasquido como de látigo.
Snape tropezó: llevaba un vestido largo ribeteado de encaje, el sombrero y en su mano pendía un enorme bolso rojo. Nox soltó una fuerte carcajada junto a Terry y resto de clase, era algo que cualquiera pagaría por ver, y ellos lo hacían gratis. El boggart se detuvo, confuso, y el profesor Lupin gritó:
—¡Parvati! ¡Adelante!
Parvati avanzó, con el rostro tenso. Snape se volvió hacia ella. Se oyó otro chasquido y apareció una momia cubierta de vendas y con manchas de sangre; comenzó a caminar hacia ella, muy despacio, arrastrando los pies y alzando sus brazos rígidos…
—¡Riddíkulo! —gritó Parvati.
Se soltó una de las vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.
—¡Terry! —gritó el profesor Lupin.
Terry que estaba a su lado, pasó junto a Parvati como una flecha. Parecían estar muy emocionados por ver a sus mayores miedos convertirse en algo gracioso.
¡Crack!
Un enorme y gordo payaso se hizo presente, extendiendo unos globos de distintos colores hacia Terry. Este por un instante tembló, pero apuntó su varita con decisión:
—¡Riddíkulo! —gritó muy claro.
Los globos estallaron, y de estos salieron miles de canicas muy pequeñas, haciendo caer al payaso de una forma muy graciosa. Nox se carcajeó y aplaudió para Terry. Una banshee, una mano amputada, serpientes, ojos ensangrentados, y todo tipo de cosas comenzaron a aparecer.
Cuando llegó el turno de Ron, todos soltaron un grito, incluso Nox, al ver una gran araña gigante y peluda, que se acercó a Ron mientras chasqueaba las pinzas amenazadoramente. Por un instante pareció dudar, pero entonces fue que sacó su varita...
—¡Riddíkulo! —gritó Ron.
Las patas de la araña desaparecieron y el cuerpo empezó a rodar. Padma esquivó con asco la araña, que salió rodando como una pelota de hule gigante y con pelos, para después detenerse a los pies de Nox, ella alzó la varita, con la imagen en su mente.
¡
Crack!
La araña se desintegró en forma de millones de abejas, zumbando fuertemente, que no dudaron en empezar a atacar a Nox. Ella intentó no gritar y empezó a ahuyentarlas con los brazos, pero de pronto...
¡
Crack!
Las abejas desaparecieron. Frente a ella se encontraba aquél chico en silla de ruedas, con la mirada tan vacía, pero ahora mirando fijamente a Nox a los ojos. Nox se quedó congelada, jamás imaginó que su miedo cambiaría, la había tomado totalmente desprevenida, y ahora no podía alzar la varita.
El chico se puso de pie, y las memorias empezaron a invadir su mente, ella ya no se encontraba en la sala de profesores, sino que ahora es estaba atrapada en aquella habitación, viendo como el chico avanzaba hacia ella. Nox empezó a retroceder lentamente, hasta que...
—¡DEVUÉLVEMELA, POR FAVOR! —gritó de repente, rompiendo el silencio que había. Nox tropezó con sus propios pies, cayendo de culo al suelo, intentó retroceder, pero solo logró tropezarse con su propia túnica —. ¡REGRESAME LO QUE ES MÍO! ¡NO QUIERO SEGUIR VIVIENDO ASÍ! ¡ES MÍA! ¡ESTOY ASÍ POR TU CULPA!
Nox había comenzado a llorar, cubriendo sus oídos y por fin logrando retroceder hasta chocar su espalda con la pared.
—¡No, no, no, no es real, no es real! —se repetía, mientras el chico avanzaba, sin dejar de gritar.
—¡DEVUÉLVEMELA! ¡POR TU CULPA! ¡TE LO SUPLICO! —gritaba ahora en su cara, pero Nox ya había cerrado los ojos, resignada a que aquello era real, pero aún así; se había olvidado por completo que era un boggart.
¡Crack!
—¡Riddíkulo! —escuchó gritar a Neville, pero ahora con una voz muy valiente y decidida, después Neville emitió una sonora carcajada y el boggart estalló en mil volutas de humo y desapareciera.
Escuchó aplausos y palabras de felicitación por parte del profesor Lupin. Nox seguía en el suelo, arrinconada con lágrimas secas en el rostro, ahora muy avergonzada.
—¿Estás bien, Nox? —le preguntó Terry, agachándose a su altura, Nox asintió con bastante pena, así que su compañero le ayudó a ponerse de pie.
—Veamos… cinco puntos para Gryffindor por cada uno de los que se han enfrentado al boggart… Diez por Neville, porque lo hizo dos veces. Y cinco por Hermione y otros cinco por Harry, y otros cinco a Nox.
—N-no... —dijo Nox, aún su voz seguía rota. Carraspeó en un intento de recuperarla —. No logré enfrentarme al boggart...
—Pero respondiste a mi pregunta —le contestó, después se puso un poco más serio —. ¿Estás bien Nox? Veo que no te esperabas aquello, Neville fue muy valiente en intervenir, y no te preocupes, esto es mucho más común de lo que crees.
Nox no tenía muchas ganas de hablar, ya que aún no podía quitarse la imagen de aquellos ojos vacíos de la mente, tan solo se limitó a asentir con la cabeza.
—Yo me encargo de ella, profesor, pero muchas gracias —decía Terry mientras la abrazaba por los hombros y salían de la sala.
Caminaban por el pasillo, de regreso al aula de defensa, con una Nox bastante asustada, con la mirada pérdida, repitiendo el mismo suceso en su mente, una y otra vez.
Quería recordar, para entrenar respuestas, pero a la vez quería olvidar para no sentir más culpa.