ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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1
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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8. Palabras incompletas

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Capítulo 8 Palabras incompletas Las clases en Hogwarts solían ser algo aburridas, pero a ojos de Nox, era como descubrir el fuego; eran herramientas que no estaban de más saber, y que uno nunca sabría cuando necesitaría. La clase de defensa contra las artes oscuras se había vuelto la favorita de todos, pero cuidado de criaturas mágicas había declinado bastante, ya que el profesor Hagrid había perdido el encanto y confianza de enseñar sobre animales más interesantes, o salvajes. Ahora solo se dedicaban a cuidar y alimentar animales que ni él mismo sabía que eran, solo se aseguraba que fueran «seguros». Nox seguía de clase en clase, retrocediendo varias veces por día junto a Hermione. Estaba agradecida de que no le hiciera preguntas sobre lo que había pasado en la última clase de que tuvieron de defensa, ya que ni siquiera la propia Nox sabía por qué pasó aquello. Pero no había durado mucho su ilusión, ya que en un momento que no estaban tan apresuradas, Hermione decidió hablar: —Esto... Nox —llamó Hermione, Nox gruñó —. Yo... Solo quería saber si estás bien. —Pues lo estoy, aquí, caminando —respondió Nox con bastante sarcasmo. A pesar del tiempo juntas, no le terminaba de agradar en su totalidad la Gryffindor. —No me refiero a eso, sino a lo que pasó en la clase de defensa... —Mira, Jean —se detuvo en seco —. Esos no son asuntos que te incumben. Fue algo personal que desafortunadamente ahora todos saben, hasta los profesores, así que por favor: no hagas preguntas que posiblemente no te importan, al igual que el resto. —No lo hago solo por mí, también por Harry —Nox se congeló —. Me preguntó si tenía alguna idea de lo que había pasado. Está muy preocupado, pero tú no le has dado la oportunidad de hablar. Se quedó con los pies enterrados en el suelo. Tenía la sensación de que si se movía, tendría que responder algo, y ella no quería, al menos por el momento, y mucho menos a Hermione Granger. —He estado muy ocupada, y tú también, es algo que deberías saberlo —Nox soltó un suspiro—. Hablaré con él, lo prometo, pero este no es el momento, tengo otras cosas por hacer. Pareció ser suficiente para Hermione, ya que solo asintió y siguieron avanzando hacia su siguiente clase. La escuela la tenía tan consumida que ni siquiera se tomaba el tiempo de voltear a ver a las personas a su alrededor, incluyendo a Cedric y Cho. Tampoco se había preocupado por enviarles una carta a sus padres, así que entre clases, decidió escribirles. Queridos mamá y papá:    Primero que nada: les debo una disculpa por no escribirles antes; las clases han sido pesadas, mucho más las miles de tareas que me han dejado, pero les prometo intentar escribir más seguido.    ¿Cómo han estado? Espero  que muy  bien.    Sinceramente ahora mi mente está saturada de asignaturas, y no tengo muchas ideas para escribir, pero cuando las tenga, se las enviaré. Y díganle a la abuela Figgy que la quiero mucho, y que cuide al señor Meows, está algo viejo, y necesita mucho amor. Besos, Nox. Pasaban los días y notaba bastante ocupados a Cedric y Cho, ya que la temporada de quidditch se acercaba cada vez más, y tenían que poner todo su enfoque en los entrenamientos, y era más la presión de compañeros de séptimo, ya que pronto se marchaban del colegio, y querían despedirse con una copa en las manos. Nox se preguntaba mucho como haría Cedric con todo, era ahora capitán del equipo, estaba durante la temporada de sus TIMOS y era también prefecto, tres cosas muy importantes pasando al mismo tiempo. Un día, después de muchos intentos, logró entrar a la sala común, que se encontraba bastante animada, más Cho cuando se acercó a ella bastante sonrojada. Nox alzó las cejas con gracia. —¿A qué se debe tanto escándalo? —preguntó a su amiga mientras echaba una mirada rápida al tablón de anuncios. —La próxima salida a Hogsmade es en Halloween —soltó con emoción. —¡Genial! Mis padres me han firmado la autorización, pero... Te ves más emocionada de lo usual... —¡Cedric me ha invitado a ir con él! —soltó dando saltitos. —¿En serio? —si fuera ella en su primer año, estaría muriendo de celos y rabia —¿Tú? Cho le dió un golpe en el hombro. —Si, salpicada. ¡Yo! —se sentaron en un sillón de la sala común —. ¡Por Rowena, que emoción! ¿Tú irás con alguien? Nox se encogió de hombros, ya que no tenía idea de la excursión —De verdad es que no sé, tal vez iré sola. Me gustaría pasear por ahí... —Ay, por favor. Qué mejor forma de hacer eso que con alguien que te guste —alzó varias veces las cejas. Nox no entendió la señal—. Invita a Terry —sugirió en un susurro —. He notado que pasan más tiempo juntos, y se miran de forma diferente. Tal vez había notado aquello desde hace ya tiempo, y para ser sincera, era algo que le agradaba. —Tal vez tienes razón —dijo poniéndose de pie —. Mejor ahora que nunca... —¡Espera! —la jaló del brazo, devolviéndola al sillón—. Debes de esperar a que él te invite. Si lo haces tú, solo subirá su ego y creerá que estás desesperada por él, así que es mejor que él lo haga. —¿Hiciste lo mismo con Cedric? —¡Por supuesto que no! —contestó ofendida —. Tenemos mucha confianza entre nosotros, como tú a él y a mí. Además, cuando se lo pregunté, él estaba a punto de hacer lo mismo. —Que bonita coincidencia. —¿Verdad que si? Posiblemente tenía razón, pero a la vez, Nox tenía el mal presentimiento de que no se atrevería a invitarla, ya que pasaban los días y no tenía novedades, pero no quería entristecerse, sino la invitaba, iría sola, así de simple. —¿Irás tú a Hogsmade? —le preguntó Harry, un día que coincidieron en la biblioteca. Nox buscaba un libro que ayudara a buscar sinónimos sobre runas antiguas. —No, mis tíos no firmaron mi autorización, por si no lo recuerdas—respondió sin ánimos. —Oh... Rayos, lo siento. Pero te traeré cosas de allá —intentó animarlo, mientras ponía tres enormes libros sobre la mesa —. La verdad es que no sé que puede haber en el pueblo, pero he escuchado que es fantástico. Tiene su propia tienda de artículos de broma. Honeydukes, que tiene centenares de dulces de todos tipo, ¡las tres escobas! Dicen que venden las mejores bebidas del mundo, entre ellas la cerveza de mantequilla, dicen que solo tomarla te... Pero no creo que sea la gran cosa, claro... Se detuvo a sí misma cuando Harry la comenzó a mirar con algo de enfado, desanimandolo un poco más. —¿Y le has preguntado a la jefa de tu casa que te firme la autorización? ¡Tal vez y así puedas ir! —tomó asiento a su lado. —Ya lo intenté, y solo me mandó por un tubo —respondió sin mejorar su ánimo. —Esto... —intentaba buscar la forma de mejorar la situación —, ya sé. El próximo verano que vaya con la abuela Figgy, amenazaré a tus tíos con firmarte la autorización. Y cuando lo hagan, le pondré unas orejas de burro a Dudley. —Eso suena genial —pareció mejorar su ánimo —. Pero te sugiero que mejor sean unas de cerdo: Hagrid la primera vez que llegó con los Dursley, le puso una cola, tuvieron que llevarlo al hospital a qué se la quitaran. Nox ahogó una carcajada. No quería que la bibliotecaria escuchara. —Hubiese sido la mejor vista del mundo. —O la peor —se detuvo un segundo, pensando en algo —. Oye, Nox, desde hace tiempo quería preguntarte... Algo —se puso ligeramente sonrojado, pero Nox no se percató de ello. —¿Si? —prestó su total atención en él, que comenzó a temblar. —Yo... Oh, creo que te buscan —su semblante cambió totalmente cuando se hizo presente Terry Boot por detrás de Nox. Nox se giró sobre su silla, y sonrió aún más —¡Hola, Terry! —Hola, Nox. Quería preguntarte algo, pero supongo que después... —No, está bien, anda. Harry es de confianza —hizo un movimiento con la mano. —Me gustaría que fuera en privado. Nox se volvió hacia Harry, pero este había cambiado su expresión severamente, entre enfado, asco, desesperación y el intento de ocultarlo. Nox sonrió sin percatarse, y fue con Terry hasta otro pasillo, ocultos entre los libros. —Bueno, aquí estamos —comenzó, Nox. —¿Quisieras ir a Hogsmade conmigo? —preguntó tan pronto como su mente pudo. Nox se sonrojó bastante, y una sonrisa enorme apareció en su rostro. —¡Por supuesto! Me encantaría bastante. —Genial, entonces te veo en el vestíbulo en el día de la excursión —dijo Terry, bastante sonrojado. Ella asintió, y entonces se marchó de la biblioteca, pero podría jurar que dió un puño al aire. A Misery Nox le gustaban las cosas así: fáciles, rápidas y al grano. Nox volvió a su lugar con Harry, bastante feliz y sonrojada. —¿Recuerdas que dije que iría a Hogsmade? —preguntó Nox, sentada de nuevo en su silla. —¿Si? —respondió su amigo, con un tono no tan agradable. —Pues ahora no iré sola —no podía dejar de sonreír. Harry rodó los ojos. —Si, bueno... —empezó a guardar sus cosas, Nox se sentía desconcertada —, tengo que irme. —Pero ibas a preguntarme algo —dijo mientras veía sin entender. —No, olvídalo, algo tonto. Además, me están esperando —insistió. —Oh, bien. ¿Y quién te espera? —Quien sea que vea. Salió de ahí echando chispas, dejando a Nox sin entender una pizca de lo que acababa de pasar. Creyó que se alegraría de que Terry la invitara a Hogsmade. Tal vez se acordó de algo muy importante. Pero volvió a alegrarse cuando recordó que Terry la había invitado, pero tenía la sospecha que lo hacía mientras Cho apuntaba entre los estantes de la biblioteca con su varita mientras ella no miraba, se agradecía de todas formas. Cuando llegó el día, Nox se levantó y se arregló bastante nerviosa, pero intentó actuar natural, como siempre solía hacer. A pesar de que los deberes la llamaban y le pedían que se quedara, ya tenía el compromiso de ir con Terry, así que tendrá que pasar la noche en vela, intentando terminar todo. Llegó hasta el vestíbulo, donde se encontraba Terry, ligeramente más arreglado que Nox, con el cabello bastante oscuro y los ojos azules, sonriendo y moviendo las manos de manera nerviosa. Mientras que por otro lado donde Filch, el conserje, de pie en el lado interior de la puerta, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso. —¿Nombre? —le preguntó cortante, Filch. —Misery Nox Figg —buscó su nombre con el dedo, y al dar con él, hizo un gesto con la cabeza, autorizando su salida. Caminaron juntos, uno al lado del otro, hasta llegar a la calle principal. Terry sugirió ir a Honeydukes, así que Nox aceptó gustosa. El escaparate era un espectáculo de colores y dulces tentadores: ranas de chocolate que parecían a punto de saltar, grajeas Bertie Bott de todos los sabores imaginables, y enormes calderos de caramelo pegajoso. Entre risas, eligieron algunas golosinas para compartir, como una caja de varitas de regaliz y unas cuantas grageas de sabores extraños, solo por la aventura. Más tarde, se dirigieron a Las Tres Escobas. Y al entrar el bullicio cálido del interior los recibió. A pesar de ser otoño, el frío invernal empezaba a hacerse presente cuando más se ocultaba el sol. El tintineo de las jarras y las conversaciones animadas llenaban el aire. Encontraron un rincón acogedor junto a una ventana que daba a la calle. Pidieron dos cervezas de mantequilla espumosas, la dulce y reconfortante bebida que parece capturar la esencia de Hogsmeade. Mientras bebían sus cervezas de mantequilla, la conversación fluía con facilidad. Hablan de sus clases, de los últimos chismes del castillo. Había risas, miradas cómplices y quizás, un ligero roce de manos sobre la mesa de madera. Nox sintió una conexión especial con Terry, una chispa de entendimiento y afecto que hace que tu corazón se sienta cálido por dentro, incluso más que por la cerveza de mantequilla.   ◦•●◉✿◉●•◦   —¡Cho! ¡Cho! ¡Cho! —llegó corriendo muy alegre a la mesa de Hufflepuff, donde estaba sentada junto a Cedric, intercambiando dulces que compraron en Honeydukes —. Gracias, gracias, gracias... —¿Tan bien te fue? —preguntó Cedric, viendo de forma divertida a Nox, que tomaba asiento frente a ellos. —¡De maravilla! Hogsmade es hermoso, tiene una oficina de correos, una tienda de dulces, ¡las tres escobas! Me invitó a tomar una cerveza de mantequilla, fue tan... Guau. El brillo en los ojos grises y oscuros de Nox estaba muy presente, y cualquiera que lo viera, sabía que ella se encontraba muy feliz, más que nunca. Sentía su estómago danzando de felicidad, y deseaba que aquello se repitiera de nuevo, una, y una, y otra vez. Sus amigos solo sonrieron y chocaron los cinco entre ellos, para después disponerse a tomar su cena, que gracias al humor de Nox, sabía quince veces mejor. De vez en cuando, Nox miraba a Terry a lo lejos de la mesa de Ravenclaw, o de vez en cuando compartían miradas coquetas, haciendo sonrojar y sonreír bobamente a Nox, sus amigos no tardaban en comentar algo al respecto, igual de felices por su amiga y su nueva pronta relación. Al terminar la cena, se despidieron de Cedric, y ambas chicas se encaminaron a la torre de Ravenclaw, mientras hablaban una y otra vez lo mismo, pero ahora Cho daba detalles sobre lo que había pasado con Cedric en Hogsmade. Decía que era muy caballeroso y divertido, una combinación perfecta que toda chica debería tener siempre, y más de acuerdo no podría estar. Pero la conversación se vió interrumpida cuando el jefe de la casa, el profesor Flitwick, anunció a todos los alumnos que se dirigieran al gran comedor de nuevo. Confundidos, una vez más llegaron al gran comedor, donde ya estaba la casa de Gryffindor esperando, para después llegaran los de Hufflepuff y finalmente los de Slytherin. Llegó a sus oídos que Sirius Black se encontraba en el castillo, haciendo los murmullos más fuertes, unos ahogaban un grito al escuchar que les pasaban el chisme, otros se quedaban creando teorías sobre cómo había entrado al castillo. —Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo —explicó el profesor Dumbledore, mientras McGonagall y Flitwick cerraban todas las puertas del Gran Comedor—. Me temo que, por su propia seguridad, tendrán que pasar aquí la noche. Quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos delegados. Comuniquenme cualquier novedad —añadió, dirigiéndose a Percy, infló el pecho orgulloso—. Avisarme por medio de algún fantasma. —El profesor Dumbledore se detuvo antes de salir del Gran Comedor y añadió—: Bueno, necesitarán... Con un movimiento de la varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor. Con otro movimiento, el suelo quedó cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos. —Felices sueños —dijo el profesor Dumbledore, cerrando la puerta. Cedric se acercó a las chicas, explicando que tendría que hacer guardia también, porque era un prefecto, además de pasarles la voz sobre que Sirius Black había intentado entrar a la torre de Gryffindor, y al no poder, razgó con furia el cuadro de la señora gorda, que cuidaba la entrada de la sala. Nox y Cho ahogaron un grito, eso era más peligroso. —¡Todos a los sacos! —gritó Percy&. ¡Ahora mismo, se acabó la charla! ¡Apagaré las luces dentro de diez minutos! Nox y Cho tomaron un saco de dormir y fueron a acostarse a un rincón, y al estar ya acostadas una al lado de la otra, no tardaron en buscar teorías al igual que el resto de alumnos. Estaba buscando a alguien, eso era obvio; por algo se había dirigido directamente a la sala común de Gryffindor, de ser lo contrario, hubiese ido a la torre de Ravenclaw, o a las cocinas en el sótano de Hufflepuff, ya que ambas entradas no tienen la necesidad de una contraseña. Volvieron a callar a todos, y las velas que flotaban en el gran comedor se apagaron, dejando el precioso cielo estrellado. Nox volvió a sonreír, recordado su cita de ese día, mientras el sueño le cerraba los ojos.   ◦•●◉✿◉●•◦   Cedric estaba más cagado que vivo en esos días, entrenaba, estudiaba para sus exámenes TIMO, dirigía el equipo de su casa, y cumplía sus deberes como prefecto. El partido había cambiado, Slytherin no podía jugar porque seguían con el pretexto de que su buscador seguía «lecionado», así que Hufflepuff jugaría en su lugar. El clima empeoraba cada vez más, y se esperaba un milagro que cambiara el cielo nublado. —Cedric, todo estará bien —intentaba calmar a su amigo, un día antes del partido —. El clima no está taaan mal... —una rama golpeó fuertemente la ventana de la biblioteca, sobresaltando a Cedric. —Lo harás muy bien, créeme —le dijo suavemente Cho, tomándole la mano sobre la mesa, sonrojando evidentemente a Cedric. Nox se aguantó las ganas de gritar de felicidad. —Además —empezó Nox—, Gryffindor está cagadisimo de miedo. He visto como Wood cada que puede, le dice cualquier cosa a Harry, por eso hace rato llegó casi diez minutos tarde a clase. Que una brisita no sea obstáculo para ti, Cedo. —Has estado mejorando demasiado —agregó Cho, sin soltarle la mano—. El equipo ha mejorado bastante gracias a tus entrenamientos, incluso debo de admitir que me aterra jugar contra tu equipo. Justo al día siguiente, pareció ser que la madre naturaleza tomó como un reto el comentario de Nox, ya que el clima y la tormenta amaneció peor que nunca, haciendo a Cedric apenas tocar un bocado de su plato del desayuno. Intentaba mantenerse al margen y darle confianza al equipo, pero sus dos amigas sabían que no era así; que por dentro deseaba que el viento se llevase el campo de Quidditch (desafortunadamente no pasó). Ya más tarde, muy bien abrigadas y con paraguas en manos, salieron camino al campo. Poco después se les unió Terry, haciendo sonreír tontamente a Nox. Al llegar, apenas podían distinguir los colores de las túnicas de ambos equipos, algo mucho más difícil para Nox. El clima les calaba hasta los huesos, y el cielo estaba tan oscuro como si hubiese llegado la noche en plena mañana. Sonó el silbato y las manchas de los jugadores empezaron a mover la escoba de aquí a allá, ni siquiera el comentarista sabía lo que narraba. Un trueno retumbó el campo, seguido de un silbato y todos volvieron a bajar de las escobas, instantes después, volvieron a subir, reanudando el juego. —¡Ahí va Cedric! —gritó Cho sobre el viento, señalando al joven que atravesaba el campo con velocidad, seguido después de Harry —¡Parece que vió la Snitch! El cielo se deslumbraba de pronto por los relámpagos. El agua ya los había empapado a todos, haciendo inservibles los paraguas. Y de pronto, Nox sintió algo extraño... Algo familiar, frío, y extrañamente agradable. Nadie se percató de ello, ni siquiera ella misma, pero sus ojos se habían vuelto de un color raramente plateado. Eran tan brillantes e idénticos como los del reflejo que llegó a tener en aquél sueño. Volvió su vista hacia abajo del campo de quidditch, donde al menos cien dementores, encapuchados, señalaban hacia arriba. Nox miró en esa dirección; era Harry cayendo de la escoba. Nox ahogó un grito. Había sucedido tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar de alguna otra forma. Dumbledore entró al campo, agitando la varita, y entonces Harry empezó a caer más despacio, mientras que el director hacia otro movimiento y de su varita salía algo extrañamente plateado. Nox se asustó con horror al ver aquello, cayendo sobre su butaca al retroceder de miedo de esta masa plateada. Los dementores desaparecieron al igual que el color de sus ojos. Cedric bajó de su escoba con la Snitch de la mano, sin entender qué había pasado. Nox bajó corriendo de las gradas, después de recuperarse de su susto. La lluvia volvió muy resbaloso el suelo del campo, haciendo patinar a cualquiera que estuviera ahí. Al entrar, vió como con prisa las enfermeras del colegio levitaban a Harry y lo ponían en una camilla para llevarlo dentro, con dirección a la enfermería. Le echó un vistazo: tenía los ojos cerrados y aún las gafas puestas. —¿Estará bien? —gritó Nox sobre el ruido de la lluvia, acercándose a la camilla, pero nadie la escuchó, y vió como se lo llevaban. Se dió vuelta y vió como Cho se encontraba con Cedric, mientras que el último, discutía con Madame Hooch. Nox casi se caía al avanzar, enterrando las manos en el barro. Al estar más cerca escuchó algo de lo que decían: —¡... podemos repetir el partido! ¡Yo no sabía que estaba cayendo! —gritaba Cedric, sacudiendo la Snitch en su mano con desesperación. Madame Hootch seguía negando con la cabeza, diciendo que todo había sido totalmente legal. Cedric pateó el suelo con enojo, ya que viniendo de él; no era para nada justo.
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