10. Barro y niebla
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo10
Barro y niebla
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Esos dos nombres eran lo que pensaba Nox, cada día, cada noche; ni siquiera le asombró el collar delgado de color plata que le dio Terry al regresar de vacaciones. Tal vez si un poco al enterarse que a Harry le habían regalado una Saeta de fuego, y sobretodo que luego se la confiscaran. Pero poco a poco empezaba a cambiar su emoción por estrés. Tenía montañas de libros que apenas y se podía ver un mechón de su oscuro y rizado cabello detrás de ellos.
Nox al terminar la última clase del día, se iba a refundir a la biblioteca, y antes de empezar el toque de queda, se dirigía a su sala común a seguir con sus deberes. Ya no tenía tiempo para socializar, ni con Cedric, ni con Cho, ni con nadie. Tristemente tuvo que decirle a Terry que saldrían a dar un paseo en otra ocasión, ya que ahora sí definitivamente no podía retrasarse con una sola de sus materias, porque si lo hacía, se aventaría de la torre de astronomía.
Su compañera, Hermione, estaba en la misma situación, o incluso peor, ya que estaba muy decidida a ayudar a Hagrid con el caso de su hipogrifo, que lamentablemente no encontraba nada para ayudarlo a su favor; solo encontraba información que lo ayudaría en su contra.
Nox por otra parte se sentía muy triste al tener que decirle a Cho que no podría ir a ver su partido, ya que seguía bastante ocupada y estresada con todos sus deberes.
—¡Oh, Nox! ¿En serio no podrás? —le decía Cho, ya con su escoba en la mano, lista para dirigirse al campo de quidditch.
—Te juro que si quiero ir, Cho, de verdad, pero tengo un sin fin de cosas por terminar —decía con los ojos cristalinos, la frustración la estaba dominando—. Te prometo que estoy diciendo la verdad...
Sabía que Cho se había esforzado bastante durante todo ese tiempo. Había estado entrenado y se había hecho una amenaza para los otros equipos, así como Cedric, que también habían entrenado duro.
—Te perdono si —se adelantó Cho. En esos momentos, Nox estaba dispuesta a decirle lo que sea, con tal de que la dejara terminar lo que le hacía falta— me dices una debilidad del buscador del equipo contrario.
Nox levantó la vista de su ensayo de runas antiguas. ¿Una debilidad de Harry? Lo conocía desde hace mucho, pero no sabía una que no fueran los dementores, y no creía que Cho fuera capaz de invocar unos, o reclutar alguno que se encontrara a las afueras del castillo.
—No entiendo.
—Si, Nox. Debe de haber algo que lo haga distraerse, una debilidad algo suave, todos tenemos una, ¿no?
—Eso suena a trampa, y eso es algo injusto —reprochó, Nox.
—¿Injusto? ¡Más injusto que él siendo el buscador, vaya en una Saeta de fuego! —se quejó Cho, mientras extendía los brazos con dramatismo.
Se puso a pensar demasiado. Ella no siquiera cuál era su propia debilidad, y si estuviera arriba en unas escoba, no sé esperaría nada como lo que posiblemente estaba pensando Cho en ese momento.
Fue hasta que un dato vino a su mente: recordaba que a Harry siempre le temblaban las manos cuando hablaba con él, pero eso no sucedía cuando lo hacía con su amigo Ron. También se sonrojaba cuando le daba un toque amistoso, o intentaba ocultar la voz nerviosa cuando quería preguntarle algo. Nox sonrió.
—Las chicas —soltó, como si de un momento eureka se tratase.
—¿Qué? —soltó ahora Cho, sin entender a qué se refería.
—Las chicas, creeme —rió ligeramente —: solo sé tú misma, solo lo tienes que hipnotizar con tu dulzura, eso lo distraerá de la Snitch, ya verás.
Nox a veces se sentía orgullosa de su amiga, ya que aprendió a escuchar un consejo, o al menos así lo pensó cuando ejecutó la idea que le dio Nox, pero se entristeció cuando perdieron el partido.
Cho se sentía devastada, ya que le había fallado a su casa. Nox la intentó animar, diciéndole que había volado muy bien, y que si la había visto, aunque sea los últimos minutos de partido, Cedric también se unió, diciendo que le gustaría que en algún momento deberían practicar juntos, eso terminó de animar a Cho, y mucho más a Cedric, a pesar de no estar triste.
Así también de cierta forma también se alegró Nox, ya que si ambos equipos llegaban a la final, no tendría que ponerse entre la espada y la pared, ya que ambos equipos donde pertenecían cada uno, tendrían que jugar en la final.
Al día siguiente muchos alumnos estaban corriendo la noticia de que Sirius Black logró entrar a la sala común de Gryffindor e intentó atacar a Ron Weasley. En un principio Nox se había preocupado mucho, tanto por Ron como por Harry, pero después de escuchar por décima vez el mismo relato, pudo respirar de nuevo. En una ocasión intentó aguantar la risa cuando Ron volvió a contar la misma historia, pero de una forma un tanto... Diferente...
—...Entonces yo lo ví a los ojos, estaba por atacarme, pero lo esquivé, y le dí una buena patada. El cuchillo rasgó la cortina, pero entonces me alarmé y grité para despertar a todos...
La Ravenclaw no decidió arruinar su historia heroica, ya que estaba más ocupada pensando en como adelantar alguno de sus deberes para ir más tranquila a Hogsmade con Terry. Su única alternativa fue hacer deberes sin descansar, no comió y no durmió por dos días, hasta en una ocasión Hermione tuvo que despertarla en clase de Historia de la magia.
Pero ya más ligeramente libre de deberes, ese día de la excursión, se levantó más temprano de lo normal, ya que quería intentar arreglar mejor su cabello, y lo mejor que hizo fue hacer una diadema, trenzada con su propio cabello.
—Vaya... —soltó Cho con una sonrisa, viendo a su amiga arreglada, usando el suéter que le regaló —. Te ves muy guapa, y más con ese suéter puesto.
—Gracias, quise esforzarme un poco más hoy.
Ya le dolían las mejillas de tanto sonreír en la hora del desayuno. Veía a Terry hablar con sus amigos de la misma casa a lo lejos, y Cedric se percató de ello:
—Espero que se comporte bien hoy —dijo, mirándolo también, pero con una mirada amenazadora.
—Todo estará bien, Cedo —decía Nox mientras terminaba su último bocado—. Lo fue antes, y lo será hoy.
Cómo habían sido en las ocasiones anteriores: visitaron varias tiendas del pueblo. Se abastecieron de nuevo con dulces, y caminaron hasta una banca fuera de un negocio, lejos de donde estaban los demás alumnos de Hogwarts. Tal vez un poco de mayor privacidad les vendría muy bien.
—Parece que está cayendo la brisa, se siente más helado —comentó Terry.
—Si, tal vez un poco...
Nox no evitó temblar un poco, así que Terry se acercó más a ella, poniendo disimuladamente su brazo por detrás de su espalda, haciendo a la rizada sonrojarse.
—Si, pero creo que ya no hace tanto —agregó, se volvió hacia él mientras lo miraba a los ojos, hipnotizada una vez más.
No podía reaccionar, y así como la alegría colapsada su cuerpoz también lo hacían los nervios. Su estómago estaba danzando y su corazón bombear a máxima potencia. Jamás había sentido algo como aquello.
¿Mamá y papá estarían felices o enojados? No sabía, pero ellos no se encontraban ahí, así que daba igual, estaba más preocupada por los ojos de Terry que lo que giraba a su alrededor.
—Eres muy bonita, Nox —confesó, Terry.
Si pudiera saltar y ponerse a bailar, lo haría. Cantaría a los mil vientos sobre la alegría que estaba sintiendo en aquél momento. Jamás alguien le había dicho algo así (a excepción de Cho, el primer día que se conocieron).
Le encantaba como sonaba su nombre desde su voz, pero no sabía que responder, su confesión la había bloqueado.
—Tienes unos ojos bellísimos... —confesó también Nox, sin dejar de mirarlos.
No podía dejar de sonreír, lo había dicho, y se sentía bien, a pesar del efecto secundario que estaba ocasionado en su rostro. Pasaron segundos para darse cuenta que ya tenía su nariz rosando con la de él, ya había cerrado los ojos, con las mejillas rosadas y las manos temblando. Estaba por pasar, cuando de repente...
¡
PUASH
!
Se escuchó que una piedra lo suficientemente grande cayó de la nada sobre el charco que estaba frente a ellos, salpicando casi por completo a Nox y a Terry. Soltaron un grito ahogado. Nox estaba intentando limpiar su rostro, pero lo único que logró es embarrarse más la cara. La vergüenza que sentía era más grande que la piedra que cayó de la nada.
—Oh... Y-yo, será que me vaya, me entró barro hasta por los oídos —dijo con mucha prisa, mientras se ponía de pies se marchaba dando zancadas sin esperar alguna por parte de Terry, que parecía seguir en shock.
¿De dónde había caído eso? Sea lo que sea, estaba tan enojada que las lágrimas empezaban a limpiar su rostro con finas líneas verticales. Se había arreglado, se había esforzado por verse diferente y bien, pero todo fue arruinado por algo que no tenía idea de qué fue, no podía culpar a la piedra, sino a quién la arrojó, sea quien sea.
Llegó al castillo, subió lentamente por la escalera de mármol, intentando ocultar su rostro que ahora tenía líneas, dándole un aspecto todavía más terrorífico de lo que ya lo consideraban los demás. Al pasar al lado de la estatua de la bruja tuerta, escuchó unas voces cerca, alzó la mirada y vió a Harry y Ron, avanzar igual de lento que ella mientras hablaban:
—Es culpa mía —decía Ron mientras avanzaban. Nox comenzó a caminar lento para escuchar—. Yo te persuadí de que fueras. Lupin tiene razón. Fue una idiotez. No debimos hacerlo.
¿Ir? ¿A qué se refería Ron? ¿Hacer? Sabía que no eran asuntos en los que no debía meterse, pero la curiosidad era mayor, así que comenzó a acercarse un poco más para preguntar de qué hablaban, pero fue ese instante que notó las manos de Harry: estaban embarradas de barro ya seco, el mismo que tenía Nox en toda la cara y ropa.
Sintió la sangre subirle al rostro. Frunció las cejas y caminó a grandes zancadas y dando muy fuertes pasos hasta los dos chicos.
—¡TÚ! —vociferó Nox con bastante rabia. Los dos se voltearon y Nox pudo ver el cambio de la expresión del rostro de Harry al ver como se acercaba ella, con unos ojos tan furiosos y terroríficos que ahora cargaba para él —. ¡TÚ ME HICISTE ESTO!
—¿Qué pasa, Nox? —preguntó Ron, sin entender la reacción tan espontanea de la pelinegra.
—¡Esto fue lo que pasó! —se señaló a sí misma con las manos, de arriba a abajo.
—Con-cómo qué —tartamudeó, Harry—, ¿Cómo te pasó eso? —fingió sorpresa. Nox se enfureció más.
—¡CON ESTO, HARRY! ¡CON ESTO! —le tomó ambas manos, alzándolas al aire, frente a su rostro —. ¡TIENES LAS MALDITAS MANOS LLENAS DE BARRO! ¡Y TODAVÍA FINGES DEMENCIA! ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?!
Nadie jamás había visto a Nox tan furiosa, los ojos se le estaban llenando de lágrimas de la rabia que estaba conteniendo. Nadie más que ella y sus dos mejores amigos sabían lo importantes que eran sus citas con Terry. Estaba a punto de dar un gran paso, y se lo arruinaron por completo. De tan solo recordarlo sentía que iba a estallar.
—¿Cómo llegó eso ahí? —preguntó Harry, con el rostro muy rojo.
—¡OH, CON UN CARAJO! ¡DEJA DE MENTIR! —soltó sus manos con desprecio, nuevas lágrimas empezaban a limpiar el rostro de Nox —¿Por qué lo hiciste? Me importa un galeón como fue que llegaste a Hogsmade. Estuve teniendo una buena tarde... ¡Y la arruinaste por completo! ¡Este suéter me lo regaló Cho...!—se lo quitó con furiosa y se lo aventó en la cara —¡Más te vale que me lo regreses como nuevo! ¡Ahora no tengo tiempo Hermione, estoy a punto de matar a Harry...!
—No —dijo Hermione que apenas había llegado. Tenía en las manos una carta y el labio le temblaba, mucho más que a Nox en ese momento —. Sólo creí que deberían saberlo. Hagrid ha perdido el caso. Van a ejecutar a Buckbeak.
—¿Qué van-a-qué? —soltó Nox, abriendo mucho los ojos, parecía que las lágrimas se le regresarían.
—Me ha enviado esto —les tendió una carta húmeda y con las letras borrosas que eran muy difíciles de distinguir.
Querida Hermione:
Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hogwarts, pero van a fijar la fecha del sacrificio.
A Buckbeak le ha gustado Londres.
Nunca olvidaré toda la ayuda que nos has proporcionado.
Hagrid
—No sabía que seguías ayudando a Hagrid con su hipogrifo —dijo Nox, ya más calmada, pero sin dejar de mirar feo a Harry.
—No pueden hacerlo —dijo Harry, que tenía el suéter sucio de Nox en las manos —. No pueden. Buckbeak no es peligroso.
—El padre de Malfoy consiguió atemorizar a la Comisión para que tomaran esta determinación —dijo Hermione secándose los ojos.
—Ya me imagino como deben de ser —comenzó Nox —; unos viejos imbéciles y lo más seguro es que los asustó.
—Pero podremos recurrir —agregó Hermione—. Siempre se puede. Aunque no veo ninguna esperanza... Nada cambiará.
—Sí, algo cambiará —dijo Ron, decidido—. En esta ocasión no tendrás que hacer tú sola todo el trabajo. Yo te ayudaré.
—¡Ron!
Hermione le echó los brazos al cuello y rompió a llorar. Ron, totalmente aterrado, le dio unas palmadas torpes en la cabeza. Hermione se apartó por fin. Nox se cruzó de brazos y decidió mirar a otro lado.
—Ron, de verdad, siento muchísimo lo de Scabbers —sollozó.
—Bueno, ya era muy vieja —dijo Ron, aliviado de que ella se hubiera soltado—. Y era algo inútil. Quién sabe, a lo mejor ahora mis padres me compran una lechuza.
—Bueno, mientras ustedes siguen con su linda reconciliación, debo irme a lavar; ya que ALGUIEN arruinó mi día —empezó a avanzar por el pasillo que daba a su sala común, mientras seguía echando humo.
—¡Nox, espera! No es lo que...
—¡NO! — se giró sobre sus talones muy bruscamente, casi chocando con Harry. Estaba apuntándole con el dedo índice —. No esperes disculpas de mí. Necesitas MUCHO más que un «lo siento» para que piense en perdonarte.
Y una vez más, salió dando zancadas de ahí.
◦•●◉✿◉●•◦
Se había alegrado bastante Nox al enterarse de cómo Hermione le había proporcionando una buena bofetada a Malfoy en sus clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, y mejor aún que todavía quería darle otra lección con la varita, pero desafortunadamente la habían detenido.
Solo sabía que el platinado se estaba burlando demasiado de lo mal que se sentía Hagrid por el caso de su hipogrifo. Posiblemente cualquiera hubiese reaccionado igual si se tratara de un animal que le hubiese agarrado demasiado cariño, pero el hecho de que la primera en perder los estribos fuera Granger, lo hacía mucho más emocionante de lo que ya era.
Ratos más tarde, Nox se sentó en la clase del profesor Flitwick, pero no veía a Hermione por ningún lado; era su turno de usar el giratiempo, y sin ella, perdería Aritmancia y Estudios Muggles. Miraba por todos lados y no la veía. Le había tocado sentarse con Padma Patil, ya que le avergonzaba dirigirse de nuevo a Terry, gracias al último suceso que habían pasado.
—¿Te molesta si me siento aquí? —preguntó Nox, señalando el lugar vacío junto a la chica.
Ella la miró con algo de terror en su mirada, como si temiera que fuera a hacerle algo terrorífico frente a toda la clase. Terminó asintiendo, pero se alejó ligeramente más de la pelinegra.
—No te voy a morder, lo prometo —rió ligeramente cuando notó su acción.
—Perdón, es que eres un poco...
—Terrorifica, lo sé —sonrió como siempre solía hacer—: es el efecto que suelo causar en la gente.
Esas palabras por parte de Nox parecieron calmar un poco a Padma, que terminó acomodándose un poco mejor en su lugar, y no terminar con una pierna fuera de su asiento.
Seguía buscando a Hermione con la mirada, pero parecía ser que no habría más pistas de ella en lo que daba de la clase, sabía que no había usado el giratiempo, de ser así estaría ahí mismo en ese momento.
Al terminar la clase, se acercó a Ron (y Harry, pero lo ignoró).
—¿Has visto a Hermione? No la he visto por ningún lado —seguía mirando para todos lados. Ron negó con la cabeza. Harry estaba a punto de abrir la boca, pero Nox fue más rápida —. Bien, adiós —y se marchó de ahí
Tuvo que ir al aula de las dos clases que había faltado, a tomar notas y deberes que se había perdido gracias a Hermione. Cuando por fin terminó, fue corriendo al gran comedor a comer algo rápido, ya que al ponerse al tanto, había perdido tiempo de su almuerzo.
—¿Sigues molesta, eh? —comentó Cedric, mientras tomaba un bocado de pastel de carne y Nox tomaba asiento.
—Más que nunca —respondió Nox.
—Bueno, la verdad es que si fue algo... Feo —comentó Cho—. Pero, ¿Por qué no has vuelto a hablar con Terry? Iban las cosas muy bien.
—Me da mucha vergüenza, más cuando estamos en clase —decía después de tragar un trozo—. Ahora me siento junto a Padma, no me desagrada, pero creo que le sigo dando algo de miedo. Casi se cae de su asiento cuando estornudé y mi cabello soltó chispas.
—Yo creo que pasó algo más —agregó Cho—. Lo del barro no debió ser la única cosa que te dió vergüenza. Algo más estaban asiendo para que te pusieras así de furiosa, ¿no crees, Cedric?
Nox evitó ver a su amiga, llenándose la boca con carne. Cedric por desgracia notó que su rostro empezó a sonrojarse, este abrióa boca, sorprendido por lo que él mismo iba a decir.
—¿Se iban a besar? —adivinó Cedric en un susurro.
Nox tragó mal y se empezó a ahogar, haciendo que Cho le diera fuertes palmadas en la espalda. Tomó la copa más cercana y bebió agua, sin dejar de toser y con la cara aún colorada.
—¡Lo ibas a besar! —repitió Cho, con el mismo tono de voz que el Hufflepuff — ¡Era cierto! ¡Por eso estabas tan molesta! ¡Te arruinaron tu primer beso! Eso es tan dulce...
—¡No es cierto! —negó Nox, sin dejar de toser.
—¡Claro que sí! Casi te ahogas en tus propias mentiras (literalmente) —señaló Cedric—. También yo estaría muy enfadado si interrumpieran un beso con la persona que me gusta.
La vergüenza seguía en su rostro, y mucho más cuando en su intento de seguir encontrando a Hermione, se cruzó con la mirada de Terry. Nox abrió los ojos sorprendida, y se volvió a esconder detrás de la jarra de jugo de calabaza.
—¡Carajo! ¡Me vió! —susurró.
—¡Ese lenguaje! —le regañó, Cedric.
Fue entonces cuando comenzó a tomar todas sus cosas y a colgarlas al hombro con rapidez —Será mejor que me vaya, tengo que ir a clases...
Sus amigos se despidieron de ella con la mano, y Nox se apresuró a salir de ahí con el cabello cubriéndole el rostro, ya que no se quería topar de nuevo con Terry, la vergüenza le quemaba los oídos.
Cuando entró al aula de adivinación, habían esferas en cada mesa, y en una de ellas, encontró a Hermione con una cara de sueño que ni ella podía cargar, lo hacía de puro milagro. Se acercó con cautela, estaba algo molesta.
—¡Jean! —dijo cuando se sentó a su lado— ¡¿Dónde estabas?! Te estuve buscando por todos lados, faltaste a la clase de encantamientos y me perdí Aritmancia, al igual que tú. Tuve que ir con cada uno a preguntar por los deberes y temas que se vieron en la clase.
—¡Perdón! Me he quedado dormida terminando el ensayo de estudios muggles, yo...
No terminó la frase porque habían llegado Harry y Ron a la mesa. Nox puso pico de cera, ya que entre ambas sabían que tenían estrictamente prohibido contarles algo, incluso también a Cedric y Cho.
La profesora comenzó con su clase, mientras Hermione no bajaba la voz a sus comentarios, y Ron se mordía el puño para evitar soltar una carcajada.
—Mirar la bola de cristal es un arte muy sutil —explicó en tono soñador—. No espero que ninguno vea nada en la bola la primera vez que mire en sus infinitas profundidades. Comenzaremos practicando la relajación de la conciencia y de los ojos externos —Ron, una vez más, empezó a reírse de forma incontrolada, Nox rodó los ojos por su actitud —con el fin de liberar el ojo interior y la superconciencia. Tal vez, si tienen suerte, algunos llegarán a ver algo antes de que acabe la clase.
Vaciaba su mente lo mejor que podía, quería callar los pensamientos y concentrarse. La adivinación no era su asignatura favorita, pero tampoco la odiaba. A decir verdad; era muy buena en ella, pero no a tal punto de tener predicciones o visiones a cada cinco minutos como la profesora Trelawney.
No quitó la mirada de la bola de cristal. Se sentía absorbida, hipnotizada por ella, como si quisiera contarle algo, un secreto que estaba ansiosa por saber. No se había dado cuenta que se había acercado mucho a ella, hasta quedar con la barbilla pegada a la mesa, observando la niebla, remolineando secretos.
«Pero solo existe una Misery Nox...», escuchó un susurro.
Poco a poco lograba como algo empezaba a formarse, unos ojos... Claros y brillantes como los de un espejo... Podía reflejarse en ellos, pero estos tenían pequeñas motas oscuras, viajando en círculos por su iris. No parpadeaba, con miedo de perderla de vista. Estaba por ver algo más, pero...
—¡Por Dios santo! —exclamó Hermione. Nox se sobresaltó horriblemente, casi soltaba un grito y tiraba la bola de cristal—. ¿Otra vez ese ridículo Grim?
La profesora Trelawney levantó sus grandes ojos hasta la cara de Hermione. Le dió una leve mirada a Nox, que seguía recuperándose del susto. La profesora Trelawney se incorporó y la contempló con ira.
—Siento decirte que desde el momento en que llegaste a esta clase ha resultado evidente que careces de lo que requiere el noble arte de la adivinación, a comparación de tu prima, que desde el día que tomó la primera taza de té, sabía que estaba en el lugar correcto —ambas chicas fruncieron las cejas. ¿Prima? —. En realidad —continúo la profesora Trelawney—, no recuerdo haber tenido nunca un alumno cuya mente fuera tan incorregiblemente vulgar.
Hubo un momento de silencio. Nox abrió bastante los ojos, sorprendida por lo que había dicho.
—Bien —dijo de repente Hermione, levantándose y metiendo en la mochila su ejemplar de Disipar las nieblas del futuro—. Bien —repitió, echándose la mochila al hombro y casi derribando a Nox de la silla—, abandono. ¡Me voy!
Y ante el asombro de toda la clase, Hermione se dirigió con paso firme hacia la trampilla, la abrió de un golpe y se perdió escaleras abajo. Nox tenía el impulso de ir detrás de ella, pero no porque le importara, o convencerla de regresar, sino porque tenía una clase en ese momento también, y ella llevaba el giratiempo.
—¡Aaaaah! —exclamó de repente Lavender, sobresaltando a todo el mundo, Nox se enojó una vez más—. ¡Aaaah, profesora Trelawney, acabo de acordarme! Usted la ha visto salir, ¿no es así, profesora? «En torno a Semana Santa, uno de vosotros nos dejará para siempre.» Lo dijo usted hace milenios, profesora.
La profesora Trelawney le dirigió una amable sonrisa.
—Sí, querida. Ya sabía que nos dejaría la señorita Granger. Una siempre tiene la esperanza, sin embargo, de haber confundido los signos... El ojo interior puede ser una cruz, ¿saben?
Entre un bufido, Nox volvió su vista una vez más a la bola de cristal, pero en esta solo había de nuevo niebla, sin nada interesante que mostrar, y gracias a tantos sustos, ya no tuvo la iniciativa de seguir buscando algo más allá. Al terminar, Nox bajó por la trampilla, con intención de encontrar una vez más a Hermione Granger.
—Me las vas a pagar, Jean. Ya son tres clases que pierdo por tu culpa.