ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
En progreso
1
Tamaño:
planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

12. La tensión de un examen

Ajustes de texto
Capítulo 12 La tensión de un exámen Se sentía algo estúpida al estar estudiando tanto antes de entrar al examen de adivinación, se supone que es una materia la cual los libros de texto servían como guía, ya lo demás tenían que hacerlo uno mismo, pero no sabía de qué trataría, así que lo mejor era aprender todos los símbolos y sus significados. Ya había tenido su examen de estudios muggles, lo cual debe de admitir que había sido muy sencillo, pero el miedo a fracasar no podía quitarselo de encima. Ocultaba el rostro detrás de Disipar las nieblas del futuro, ya que como siempre, la materia era con los de Gryffindor. Sentada en la escalera de caracol, ignorando a todos mientras repasaba una y otra vez las ya tan desgastadas hojas de su libro, a lo lejos escuchó a Neville Longbottom mencionar que el examen sería individual, y eso se confirmó cuando la voz espectral de la profesora Trelawney llamó al primer alumno desde arriba de la trampilla. «La mente suele distorsionar los fragmentos que recibimos. Nuestras expectativas, miedos y deseos pueden influir inconscientemente en la forma en que percibimos estas vislumbres, añadiendo capas de subjetividad a una información ya de por sí incompleta», repasaba Nox, con la pierna temblando. Alguien había tomado asiento a su lado, en la escalera, pero Nox no hizo caso. Cada vez las escaleras iban quedando más vacías, y los nervios de Nox no ayudaban en lo absoluto, tanto que ya no prestaba atención a lo que estaba leyendo, pero no quería quitar la cara del libro, por más que le dolieran los brazos, no quería ver a nadie, hasta que a alguien se le ocurrió hablarle: —Oye, Nox, ¿sigues estudiando? —le preguntaba Lavander Brown —. Creo que eso no ayudará mucho. —Por algo se fue Granger, hacia lo mismo que tú —agregó Pavarti Patill. —No es eso —tomó un largo suspiro, fingiendo interés mientras pasaba las hojas del libro, poniendolo ahora sobre sus piernas—; solo estoy buscando en qué capitulo fue cuando les pregunté si me interesaba su opinión. No quitó la vista del libro, pero aseguraba que ambas abrieron la boca con indignación. Segundos después se escucharon más pasos que se detuvieron donde estaban las otras dos chicas, pero siguieron opinando. —A mí me ha dicho que tengo todas las características de una verdadera vidente —presumió Parvati, su voz sonaba feliz y radiante —. He visto muchísimas cosas… Bueno, que te vaya bien, Nox. Ese libro no te ayudará mucho... Y las tres bajaron las escaleras, mientras seguía escuchando comentarios indirectos («Si no quería hablar, no era necesario que dijera eso»). —¿Todo bien, Nox? —escuchó que le preguntaron. Esta vez se atrevió a alzar la vista, era Padma, que había sido la que bajó del aula. Nox solo asintió con la cabeza. —Claro. ¿Cómo te fue a ti? —preguntó esta vez, Nox. —Algo confuso, si te soy sincera. Ojalá fuera tan buena como mi hermana, pero siempre las gemelas deben tener alguna diferencia, ¿no crees? —Si, creo que tienes razón —afirmó Nox. —Bueno, entonces te veré después. ¡Suerte! Bajó las escaleras, tomando la misma ruta que su gemela y Lavander Brown. Su actitud le seguía pareciendo algo extraña, y en cierta parte muy sospechosa: el hecho de que le comenzara hablar y prestar atención de esa forma, no la terminaba mucho de convencer. —Gran trabajo, Misery Nox; volviste a asustar a más niñitas —comentó, Nox, en voz alta, para sí misma, pero alguien más escuchó. —Eso pasa cuando eres muy sincera —comentó Ron, intentando aguantar la risa. Sintió como comenzó a temblar de nuevo; si ahí estaba Ron, estaba Harry. —Era eso o también: «¡Guau, qué buena idea, chicas! Mandaré todo mi esfuerzo por el caño solo porque ustedes dicen» —hizo una voz extremadamente aguada y llena de sarcasmo mientras movía los hombros con exageración —. Si no les he hecho caso en casi tres años, menos lo haré ahora. Ron rió por lo bajo. —Creo que les caerías mejor si actuaras así. —Claro, pero no soy actriz —pasó una página —, además, no quiero ser grosera, pero no me interesan, estoy bien con quienes estoy. A Nox no le agradaban mucho la gente de su casa, o cualquier otra. Desde que conoció a sus amigos actuales, ya no salió en búsqueda de más, ya que no le era necesario, y no le gustaba la idea de aparentar para tener más. Ron no dijo más, así que Nox tampoco, y sabía que Harry también se encontraba ahí, ya que donde se encontraba uno; estaba el otro. Mientras más subían a hacer el examen, más nerviosa se ponía Nox, y no precisamente por hacer la prueba. «Que sea Harry, que sea Harry, que sea Harry... », rogaba, Nox, muy en sus adentros. Ya que solo quedaban ella, él y Ron. —Ronald Weasley —anunció desde arriba la voz conocida y susurrante. «¡Carajo!». Ron subió por la escalerilla de plata, dejando a Nox y Harry solos, escuchando una mosca zumbar por la ventana soleada. «Un trébol no siempre significa buena suerte en las tazas de té, pero a veces lo puede ser en las de café... Creo que voy a vomitar...» Ya no se podía concentrar. Estaba tan nerviosa y tensa. ¿Por qué se sentía así? Parecía ridículo. ¿Qué estaba pasando? La idea de lanzarse de cabeza en las escaleras abajo era muy tentadora, así tal vez la suspendan un rato y presente el examen después, pero tenía que hacerlo en ese momento, quizá mientras más pronto, mejor... —¿Nerviosa? Estaba pensando hacia que dirección donde apuntar, tal vez del lado derecho sea un buen ángulo como para quedar inconciente en el trayecto y alcanzar a quién haya bajado las escaleras instantes antes. —Tal vez —respondió secamente —. ¿Y tú? —Tal vez —respondió también, mientras el sonido de su túnica indicaba que se encogía de hombros. Nox solo asintió sin importancia. «¡¿Por qué el tiempo tiene que avanzar tan lento?! Ron, ¡solo dí que no ves nada y vete!» —¿Crees que puedas ver algo? —volvió a preguntar, Nox le estaba a punto de dar hipertermia. —No lo sé. Tal vez. Siempre puedo ver algo —se sinceró. —Una vez casi veía algo. —Uhm... ya. Tal vez en esta ocasión pueda ser igual. Pasaron otros cinco minutos, y nadie decía nada. La tensión que había en el ambiente los empezaba a asfixiar. La pelinegra no era capaz de confesar que no le gustaba Harry, tenía miedo de hacerlo sentir mal, pero con la actitud que ya tenía desde la última vez la besó, más claro ni el agua. Diez minutos. ¿Desde cuándo Ron era tan bueno en adivinación? ¿Qué tanto estaba haciendo allá arriba? Era estúpido. Todo era estúpido. Excepto lo que dijo Nox: —Mamá está embarazada —soltó de pronto, Nox. De alguna manera tendría que bajar la tensión del ambiente —. Tendrá gemelas. No te lo había dicho antes, porque... estaba muy ocupada con todo. —¿En serio? —escuchó que avanzó con prisa y se sentó a su lado —¡Eso es increíble! ¿Ya decidieron como se llamarán? Después de tanto tiempo, se atrevió a alzar la mirada, y por primera vez  después de aquél día, sus ojos conectaron con los de él, tan verdes y brillantes como siempre, con un brillo de esperanza que hicieron sentir mal a Nox. —Cedrine y Lilianne —respondió. —Lindo. —Si. «¿QUÉ ESTÁ PASANDO?», se confundía cada vez más, Nox. El sonido de los pies de Ron se escucharon de nuevo por la escalera, sobresaltando a Nox y a Harry. Al estar más cerca de ellos, ambos alzaron la mirada. —¿Qué tal? —le preguntó Harry, levantándose. —Una porquería —dijo Ron, Nox frunció las cejas—. No conseguía ver nada, así que me inventé algunas cosas. Pero no creo que la haya convencido… Por cierto, ¿hablaron de...? —Nos veremos en la sala común —interrumpió Harry tan rápido como pudo, cuando la voz de la profesora Trelawney anunció: —¡Harry Potter! Se puso de pie, en dirección a tomar su examen, pero después de tanto tiempo, Nox se atrevió a hablar: —Buena suerte, Harry. Si de por sí estaba sonrojado, ahora tenía la cara como el cabello de Ron. Ron siguió su camino escaleras abajo, y Harry subió la escalera, entrando por la trampilla, ahora Nox se quedó sola. Ya ni siquiera podía repasar, así que usó la pasta del libro como un abanico de mano, ya que el calor se empezaba a hacer presente en el castillo. Pasaban los minutos y no sucedía nada, era como si estuviera atrapada en el tiempo, esperando a que volviese a reanudarse. Cansada, volvió a guardar el libro y empezó a jugar con sus manos. —¡Nox! ¡Nox! —escuchó que la llamaba Harry desde arriba, con un tono desesperado. Ella se levantó con toda prisa, sin siquiera tomar su mochila y subió. En ese momento olvidó toda vergüenza y nervios que sentía. El ambiente caliente y sofocante le golpeó el rostro. El habitual olor mareante la hizo toser, al estar arriba, vió a Harry con un notable rostro preocupado. —¿Qué pasa? —preguntó mirando a su alrededor. —Es la profesora, no sé que le pasó, empezó a actuar raro... —intentaba explicar. Avanzaron entre las sillas y las mesas hasta el lugar en que la profesora Trelawney, sentada ante una bola grande de cristal —. Yo ya estaba por marcharme, y ella por llamarte, pero... Se acercaron a ella, estaba rígida aún en su sillón, con la mirada perdida y la boca abierta. Parecía que le iba a dar un ataque, pero la chica procuró no perder la calma. —¿Profesora? ¿Está usted bien? —preguntó Nox, viéndola con preocupación. —Sucederá esta noche —dijo con voz potente y áspera. —¿Cómo dice? —preguntó Harry. Pero la profesora Trelawney no parecía oírlos. Sus pupilas comenzaron a moverse. Y entonces la profesora Trelawney volvió a hablar con la misma voz áspera, muy diferente a la suya: —El Señor Tenebroso está solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo. »La gran noticia se le hará conocer. La hija del nombre perdido viva está, y la profecía se deberá continuar. Un nuevo don se le ha asignado, un arma poderosa. El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, y con la hija perdida de su lado, más grande y más terrible que nunca. Hoy… antes de la medianoche… el vasallo… irá… a reunirse… con su amo… Su cabeza cayó hacia delante, sobre el pecho. La profesora Trelawney emitió un gruñido. Luego, repentinamente, volvió a levantar la cabeza. Nox sabía de qué se trataba; era una predicción. Ambos se quedaron viendo a la profesora, sin saber qué decir, después que alzara la cabeza, como si nada hubiese pasado. —¿Pasa algo? Era tú turno, ¿no, Nox? —dijo la profesora, como si no hubiese dicho lo más temido por todo los magos. —Usted… acaba de decir que… el Señor Tenebroso volverá a alzarse, que su vasallo va a regresar con él… —intentaba articular, Harry. La profesora Trelawney se sobresaltó. —¿El Señor Tenebroso? ¿El que no debe nombrarse? Querido muchacho, no se puede bromear con ese tema… Alzarse de nuevo, Dios mío… —¡Pero usted acaba de decirlo! Usted ha dicho que el Señor Tenebroso… —Creo que tú también te has quedado dormido —repuso la profesora Trelawney —. Desde luego, nunca predeciría algo así. Ahora, no quiero ser grosera, pero tengo que tomar la prueba de tu compañera, y el examen no se hace en equipos. Harry no se opuso, mucho menos Nox, así que no tardó mucho en volver a bajar, con una gran cara llena de preguntas que tal vez también Nox llevaba. Se sentó frente a la profesora, sin olvidar lo que había pasado momentos atrás. —Bien, Nox. Ahora necesito que mires la bola de cristal —indicó con aquella voz fantástica —. Tomate tu tiempo, y en cuando veas algo, me dices. Eso se dispuso a hacer, inhalado y exhalando, concentrándose, hasta que comenzaron a aparecer cosas... —Veo... Parece una piedra... ¡Ah! Es una lápida —enfocó más su mirada —. En realidad... Creo que son varias, tal vez un cementerio. —¿Hay alguien ahí? —preguntó la profesora, mientras tomaba notas con algo de emoción. —Si, son varias personas, pero no logro identificar quienes son... Espere, creo que algo está cambiando... Es... Creo que es el bosque prohibido... A Nox le gustaría estar mintiendo, pero no era así. No entendía por qué veía esas cosas, pero la curiosidad la atraía, le decía que lo hiciera. Intentaba describir lo más que pudiese ver en la bola de cristal, hasta que por fin la niebla se quedo siendo eso: niebla. La profesora Trelawney la felicitó, dijo que había hecho un buen trabajo, y con más entrenamiento, llegaría a ser una gran vidente, y a decir verdad, no estaba segura de querer eso. Ya más tranquila, bajó por la trampilla, pero una vez más el estómago dió un salto junto a su pie cuando se dejó caer en el ultimo peldaño. Vió a Harry sentado en la escalera de caracol. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿Quince minutos? ¿Media hora? Lo que haya sido: la esperó. Sus pasos lo despistaron de sus pensamientos, haciendolo levantarse como si de la gran santidad se tratase. Nox intentó actuar normal. —Creí que estarías en tu sala común —dijo Nox. —Olvidaste tu mochila —respondió señalandola, estaba recargada en la escalera donde él estaba sentado. —Bueno, pudiste dejarla ahí, nadie la iba a robar; la gente ahorita está muy feliz festejando su libertad afuera. —Por experiencia propia, diría que no es una buena idea —Nox sonrió con bastante gracia.. —Esto no es Londres. —Pero hay mucha gente de Londres — Nox no dejó de sonreír, así que solo bajó unos escalones. Al estar a un escalón por bajar hasta donde Harry, este tomó su mochila con una velocidad digna de un buscador, listo para tenderla a su dueña. Al hacerlo, sintió como su mano rozó con la suya, pero no quiso tomarle la importancia que podría ilusionar a su amigo. —Gracias —dijo Nox, y empezó a bajar los escalones —. Fue extraño, ¿no?, lo que dijo la profesora Trelawney. —Si, yo de verdad creí que simplemente quería hacer un final dramático, o algo parecido, pero su reacción fue muy auténtica. —Es porque lo fue, Harry —recalcó—. Fue una predicción, pero... Es muy raro, y terrorífico (he de admitir), y tengo la sospecha de que algo de lo que ví tiene que ver, pero, no lo sé... —¿Viste algo? —preguntó Harry. —Claro, siempre lo hago, con esfuerzo, pero sí —Harry se le quedó viendo, como si confesara que las varitas de regaliz con mostaza—. Vi el bosque prohibido, y me pareció ser como un cementerio, y no me mires así, me haces sentir loca. —No veo la diferencia. —El vasallo... Es extraño —ignoró su comentario. Comenzó su dirección hacia cualquier otra parte que su cerebro no estaba procesando. —Hablaba de un vasallo... Se reunirá con él esta noche... —decía mientras avanzaba con lentitud, murmurando más para sí misma, muy concentrada. —Sirius Black, ¿no? —agregó Harry, con un tono algo descuidado al mencionar ese nombre, un detalle que Nox logró notar. —Posiblemente, está suelto por ahí. Si sigue tan leal a Quién-tú-sabes, lo podría intentar... Parece que sabes algo que yo no, Harry. Lo conocía lo suficiente como para interpretar aquél rostro que trataba de mantenerse neutral, cuando en realidad intentaba sacar una rabia que Nox no podía entender. Se detuvo su andar lentamente, hasta quedar frente a él. No le importaba lo nerviosa que se ponía, o la reacción que tenía él por ella, solo le importaba su amigo. —¿Tienes algo que decir? —preguntó, Nox. Pareció pensarlo bastante, algo que entristeció a Nox; ya había estado perdiendo su confianza. —De acuerdo, no hace falta que lo digas, no pasa nada —comprendió, Nox—. Bueno, será mejor que me reúna con los chicos... Comenzó su camino hacia el gran comedor, sin suiqiera siquiera pensar si Herry le seguía o no, dejándolo a él con sus propios pensamientos y secretos que posiblemente sentiría más seguros si los mantenía con sí mismo. —Si tengo algo que decir —Nox detuvo su andar. Se dió media vuelta y se puso de nuevo frente a él. —Bueno, es más algo que quiero contarte... Es un secreto, ¿Vale? —Nox sonrió enormemente, asintiendo frenéticamente —. Por el ojo izquierdo. —Por el ojo izquierdo —jaló el párpado inferior izquierdo, al igual que su amigo frente a él, sellando la promesa —. ¿Te parece si vamos a platicarlo a otro lado? En medio del pasillo no me parece un lugar muy... Adecuado. Parecía ser el mejor día para Harry, ya que estaba pasando mucho más tiempo del que se imaginaria con Nox, de una forma que no podía imaginarse. Al llegar a la parte trasera del castillo, en el patio de aula de encantamientos, tomaron asiento y Nox abrió los oídos completamente. —¿Y bien? —preguntó, Nox. Abrió y cerró la boca un par de veces, buscando las palabras, pero Nox intentó ser paciente. —Bueno... En una de las excursiones a Hogsmade, estaba con Hermione y Ron en las tres escobas... —¡Si fuiste tú el del barro! —interrumpió de repente, Nox. —¡Ese no es el tema! —se sonrojó y Nox bufó—. La cosa es que, estando ahí, llegó Flitwick, McGonagall, Hagrid y el Ministro. —¿Cornelius Fudge? Sabía quién era, no solo era el jefe de sus padres, sino que se trataba del ministro de magia, al menos de toda Gran Bretaña. —Si —prosiguió—, estaba en Hogsmade por el ataque de Sirius Black en Halloween. Comenzaron platicando sobre el tema mientras bebían, le platicaban a Madame Rosmerta sobre... Sobre mis padres. A Nox se le encogió en estómago, sabía que se aproximaba algo muy fuertes y profundo para él. Un tema tan delicado como lo que le pasó a sus padres no era algo que se podía tomar a la ligera. La rizada hizo un gesto para que continuara, y eso hizo: —Mencionaron que Black era como un hermano para mí padre, y viceversa, que eran tan unidos que fue padrino de boda, y... —tomó un largo suspiro —, también mío, Sirius Black es mi padrino. Abrió tanto los ojos que sentía que se le saldrían del rostro. Abrió la boca ligeramente sin siquiera evitarlo. Era algo que jamás se habría imaginado; aquél hombre que su rostro no evitaba tapizar cada párrafo, cada pared de Hogsmade, o que tenía a dementores asechando cada rincón de los colegios del castillo, sería el padrino de su amigo sentando a su lado. —Voldemort —Nox tembló ligeramente al escuchar ese nombre— estaba siguiendo a mis padres, así que Dumbledore les sugirió que usaran el encantamiento Fidelio. —Espera —interrumpió de nuevo, Nox—, tengo entendido que es un encantamiento donde se elige a alguien como guardián secreto a alguien, ¿no? Podría decirte donde estoy oculta y jamás me encontrarían. —Exacto, y Black era el guardián secreto de mis padres. Se estaba oliendo lo peor, y no podía evitar sentir un escalofrío en la nuca. —Entonces... ¿él...? —Si, los traicionó. Le contó todo a Voldemort. Gracias a él es que están muertos. Nox tragó seco, sin creer lo que estaba escuchando. Era una situación horrible, no solo saber cómo fueron asesinados, sino que además de ello, fueron traicionados por alguien que creían parte de su familia; alguien que le confiaban su vida y la de su hijo. —Asesinó a esos muggles como un loco desquiciado, y también a otro al que llamaba amigo. Seguía sin saber qué decir. Jamás hubiese imaginado que llegarían a tener ese tipo de conversación. Sentía una extraña sensación, como rabia y tristeza. —Los dementores no le afectan —siguió sin esperar una respuesta de Nox —, es por eso que logró escapar. Ahora viene por mi, y estaré preparado. Una señal de alerta llegó a Nox, como una especia de toque en una tela llena de estática. —¿Qué quieres decir? —su silencio fue su respuesta —Se que estás enfadado, y yo también lo estoy ahora, pero ni se te ocurra hacer lo que sea que tengas pensado, Harry. —¡Mató a mi padres! ¡No voy a quedarme aquí de brazos cruzados! —exclamó con enojo. —¡Ya me ha quedado muy claro! Lo que quiero decir, es que ellos dieron la vida por ti, no puedes estar por ahí buscando a Black cuando él mató a todos esos muggles en un pestañeo, no quiero que termines igual o mucho peor. Pareció hacerse a oídos sordos, ya que volteó a otra dirección. Poco conocía Nox sobre lo imprudente que podría llegar a ser Harry, y era algo que realmente le preocupaba. —Si no fuera por él, ellos seguirían vivos... —siguió protestando. —Harry, por favor —insistió, Nox. Él volvió a ella —. Sea lo que sea que estés pensando, no lo hagas. —Nox, por él es que jamás conocí a mi familia, por él es que terminé con los Dursley. —Yo entiendo... —No, no lo entiendes —le cortó con un tono duro—, tú no sabes lo que es vivir con ellos. Tú tuviste la gran fortuna de que te adoptaran, y no sabes por cuántos años deseé lo mismo; que me dejaran en un orfanato, o que viniera un familiar de algún lado a llevarme con él, pero no, me tocó estar con ellos, los únicos que quedaban. A Nox se le comenzaron a cristalizar los ojos, sin saber qué contestar, ya que todo lo que decía era más que la pura verdad. Ella no sabía lo que era estar en un lugar donde no te querían, desear estar en cualquier otro lugar menos con una familia que no te daban una pizca de amor y empatía. —Harry, yo... —Tú fuiste lo único bueno que me llegó a pasar. El día que coincidimos en casa de la abuela Figgy, después de ese día estaba planeando escapar —una lágrima comenzaba a amenazar con salir—, pero te conocí, y una pequeña pizca de esperanza hiciste que surgiera. No podía hablar, no quería hacerlo. Se sentía terrible, como si todo lo que estaba contando fuera su culpa, se sentía como si todo lo bueno que ella estaba recibiendo, fuera en vano, que ella era dueña de todo el dolor y trauma que Harry ha cargado a lo largo de toda su vida. —No, por favor... No digas eso —logró decir, con una voz algo rota —. Yo no puedo ser nada de eso, menos una esperanza. Tú solo te diste cuenta. Fuiste mucho más paciente de lo que creíste ser. —Eres una buena persona, Nox —ignoró lo que ella dijo —, eso era lo que necesitaba, una buena persona. No sabía cómo era posible sentirse tan horrible, mucho más al escuchar esas palabras. No poder hacer una diferencia le dolía, su simple existencia era una carga que estaba sintiendo. Sentía como su felicidad no le pertenecía a ella. Negó repetidamente. Se negaba a aceptar. Por algo la gente le temía; tenían sus razones para alejarse de ella. No era una buena persona, y su nombre lo decía, era una Miseria que solo atraía oscuridad. —No... No, perdón, pero no puedo hacer, esto —se puso de pie, antes de que alguna lágrima se le escapara, ya que ella ya lo había hecho, antes de volver a repetir —: Perdóname, Harry, pero no puedo hacer esto. Yo no soy... —intentó hablar—. Yo no soy esa chispa que buscas, yo no soy esa esperanza. No quería romperlo, más de lo que ya estaba. Las palabras no querían seguir saliendo, así que con esas últimas se despidió, saliendo de ahí, con un mal sentimiento que no quería que afectara a su amigo, más de lo que ya estaba. A la hora de la cena, a Nox se le veía muy pensativa, como si todavía estuviera repasando cosas en su mente para un examen, el cual no existía. El ambiente en el comedor era agradable, ya que por fin todos habían concluido con sus deberes, eso no aseguraba una buena calificación, pero de eso se tendrán que preocupar después. «Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo», se repetía Nox. No podía evitar pensar en la predicción y las confecciones que escuchó por la tarde. «¿Debería hacer algo? ¿Contarle a alguien?» —Come algo, Nox. Se terminaron los exámenes, no deberías preocuparte más —le interrumpieron los pensamientos, Cedric. —Oh, sí, ya mañana lo vemos —dijo Nox, sin siquiera prestar atención. Sus dos mejores amigos se vieron entre sí, sin entender. —¿Sigues pensando en él? —preguntó su mejor amiga. —¿Harry? —preguntó esta vez Nox. —¡En Terry! —saltó Cedric, haciendo a Nox parpadear muchas veces. —¡Oh! Si claro, Terry, él... —siguió viendo a una pared vacía, pero no tanto como su mente en esos momentos. —La hemos vuelto a perder. Todos seguían tomando su cena, Nox de vez en cuando tomaba bocados, sin dejar de pensar. «Medianoche... Hoy...», repetía. No sabía si realmente confiar en la intuición que tenía, sobre que Sirius Black ayudaría a quién-todos-saben a retornar, o algo así. Siquiera se sabía si estaba vivo, era como una leyenda urbana que pocos se atrevían a contar. Sentía coraje solo pensar en el nombre de aquel prófugo, ya gracias a él es que su amigo se sentía tan abandonado y podrido en la casa de los Dursley. Quería hacer algo, cambiar algo... Ayudarlo en algo... A la mente le volvió la imagen del bosque prohibido en la bola de cristal, así que se puso de pie de repente, sacando de la conversación a sus dos amigos. —Ya vuelvo —dijo saliendo de ahí, necesitaba pensar más. Le dió un vistazo rápido a la mesa de Gryffindor, dónde vió al trío de problemas con piernas hablando entre ellos, nada fuera de lo normal. La curiosidad la estaba llamando, pero a ella no le gustaba, eso no era parte de su ser, sería casi fuera de lo natural que lo hiciera, pero sus pies estaban avanzado sin su permiso. Estaba silencioso y vacío, tal vez era su oportunidad. Sentía el aire en el estómago, ¿qué estaba haciendo? Al estar en el vestíbulo, seguía temblando ligeramente, y una puerta que estaba por ahí se cerró de golpe. Nox dió un salto y volteó rápidamente, como si de un ladrón se tratase. —No debería estar haciendo esto —susurró para sí misma. Pero así como hacia con el resto de personas en el mundo, se ignoró y salió de ahí a paso veloz. Sin darse cuenta, ya se encontraba bajando la escalera en dirección al bosque prohibido. El sol quemaba con sus rayos las puntas de los árboles. El viento golpeaba agradable y ondeaba las pequeñas trenzas de su rizado cabello. Sacó su varita, en búsqueda de algo que no sabía que era. Seguía con los nervios de punta, y preguntándote de nuevo qué hacía ahí y por qué. Comenzó a adentrarse en el espesor del bosque, desconfiada y con la varita alzada, ya que se podría topar con lo que sea, con quién sea. —Su alma... Es tuya... Eres una de los nuestros... —comenzó a escuchar, como un susurro ahogado en humo —. Eres parte... Sus almas son tuyas... Naciste para esto... Se giró en todas direcciones, buscando de dónde venía aquella voz tan tenebrosa. La mano le temblaba, y los últimos rayos de sol ya no entraban en el espesor del bosque, pero no se iba de ahí, las piernas le obligaban a quedarse ahí. —¡Lumos! —conjuró, y de la punta de su varita salió una brillante y fría luz que alcanzaba a iluminar su paso, el cual continúo aún temblando. —Tu decides si es tuya... O la conservas... —seguían susurrando—... Debes de aprender... Su alma es tuya... Y siempre lo será... Sintió como se le fue el aire de los pulmones. Frente a ella se encontraban al menos más de cincuenta dementores que empezaban a salir de detrás de los árboles. Nox se quedó inmobil, con la boca entreabierta y los ojos cristalinos. Sabía claramente lo que eran y lo que se atrevían a hacer. Su mente se volvió en blanco, nada salía de su boca, ni siquiera de su mente, solo se quedó ahí, pasmada, observando. Según sus libros de texto, los dementores con su mera presencia te hacían sentir triste, miserable; podías recordar momentos horribles y oscuros, y cuando te tenían: te sacaban el alma. En ese momento Nox no sentía nada de eso, era como una simple mentira para asustarla, pero en ese momento solo  sentía miedo, por lo que sabía de ellos. Eran altos y encapuchados, con viscosos dedos bajo la capa, con un ruido frío y ahogado, como la voz que le llamaba; esa voz venían de los dementores. —Somos iguales, Misery... Nox. La luz de su varita se apagó, quedando en la oscuridad, en lo desconocido, entrando en la boca del lobo... O del dementor.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)