ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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1
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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13. Un giratiempo, una cabaña y mil dementores

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Capítulo 13Un giratiempo, una cabaña y mil dementores El gris brillante de sus ojos se comenzaba a apagar, como el fuego de una lámpara de aceite. Las hojas crujían levemente bajo sus pies, gracias al calor que empezaba a hacer. Guardó la varita en su túnica y miró a su alrededor, intentado recordar que hacía ahí. Sabía que estaba a la orilla del bosque prohibido, pero ¿por qué? No recordaba en qué momento había rodeado el sauce boxeador, o que atravesara los invernaderos. Sin encontrar respuestas, avanzó, pero volvió a fruncir las cejas al ver dos personas muy familiares escondidos por detrás de los enormes troncos de árbol, mirando hacia la cabaña. Si eso que estaban haciendo era un trabajo, estarían despedidos y con deudas. —¿Se les perdió algo? —preguntó de pronto Nox. Harry y Hermione se dieron la vuelta de repente y muy sobresaltados —Sé que quieren mucho a Hagrid, pero no me parece muy bien estar espiando a la gente de esa forma... ¿Qué les pasó? Se me hace raro no verlos con Ron... —¡Shh! —calló Hermione —No estamos para hablar ahorita Nox, será mejor que te vayas de vuelta al castillo. —¿Vienes a ver de más cerca? Cómo estabas tan alegre... —comenzó a reprochar, Harry. —¿Y yo por qué tendría que...? —no terminó su pregunta porque alcanzó a escuchar otra voz que no veía de ellos dos, sino desde dentro de la cabaña —¡TÚ! —¡Shh! —alertó, Hermione. —¡Usaste el giratiempo! —señaló Nox con el dedo mientras susurraba—¡Por eso me pediste que te cambiara el día! ¡Ahora Harry también lo sabe! ¡Y apuesto que Ron también! ¡Se supone que nadie...! —¡Nadie debería saberlo! ¡Lo sé, lo sé! —completó Hermione, mirando entre la cabaña y Nox —, pero Dumbledore me pidió que lo hiciera. —¿Dumbledore? —preguntó Nox sin entender —Maldita sea, esto es tan confuso... —¡Hermione, aún no salimos de con Hagrid! —le avisó Harry, Nox lo miró sin entender menos. Hermione pareció recordar —¡Claro! ¡Nox salía a hacer tiempo para nosotros! Creí que realmente querías presenciar su decapitación —el cerebro se le comenzaba a marear —Nox: necesitamos que distraigas al señor ministro. —¡¿Yo?! —saltó Nox —No me estén metiendo en sus asuntos, yo solo pasaba por acá... —¡Ejecutarán a Buckbeak si no sales! —le dijo Harry con desesperación, Nox frunció más su expresión. —¿Y desde cuándo estamos como para darnos órdenes? —le reclamó Nox a Harry —No voy a arriesgar el trabajo de mis padres solo porque ustedes lo dicen. Están muy acostumbrados a romper las reglas. —¿Entonces qué hacías en el bosque prohibido? —le contradijo Harry. Nox no dijo nada, solo frunció más las cejas. —¡Nox, se acercan! —dijo Hermione. —¡Y-yo n-no puedo! —¡Por favor! Apretó las manos, paseaba sus oscuros ojos entre los dos presentes frente a ella y las voces que se acercaban. No pudo evitar la presión, así que con la boca recta salió del bosque y subió en dirección a donde venían Dumbledore, Fudge, el anciano de la comisión y el verdugo, bajando los escalones. —¡Oh, profesor Dumbledore! —saludó Nox con falsa alegría, lo suficientemente alto como para que se lograra escuchar hasta la cabaña de Hagrid. Todos menos el mencionado dieron un salto del susto, una extraña reacción que siempre la gente tenía sobre Nox—. Señor ministro, un honor. Los estaba esperando... —¿Disculpe, señorita...? —Figg, Misery Figg —le extendió la mano —. Escuché que ejecutarán al pájaro ese, y supuse que podría presenciarlo de cerca —fingió emoción, ya que era lo único que se le ocurrió a la primera —. Los crimenes que pueden cometer las criaturas clasificadas como peligrosas, y más en un colegio, es algo que no se ve todos los días, ¿sabe? El ministro la miraba sin entender qué decía, o qué quería y qué hacía ahí. Nox fingía alegría plena, mientras abría mucho los ojos con demencia, tal vez si una loca veía una ejecución, no sería mucho alboroto, pero por dentro estaba muy nerviosa, no quería ver aquello. —No me parece de lo más correcto, niña —dijo el ministro—. Esto es muy exclusivo, y no... —Si me permite, señor ministro —habló Dumbledore, con aquella tan pasajera voz que lo distinguía —; me parece más que prudente que ella esté presente. Verá, la señorita Figg ha estado muy interesada en ser alguien como usted algún día —el señor ministro infló el fecho con orgullo, a Nox claramente no le llamaba ni en lo más mínimo la atención aquél hombre, solo quería hacer el máximo de tiempo para que lograran salir Harry, Ron y Hermione de la cabaña—, y que mejor forma de aprender que con la práctica y la experiencia. El hombre se lo pensó, el cielo cada vez más oscuro y el tiempo agotandose, y para dejar las palabrerías, terminó asintiendo. —De acuerdo, pero tienes prohibido hablar. Al menos servirás de testigo —Nox asintió. Se aproximaron hasta quedar frente a la puerta principal, rogando que no estuvieran ahí. Llamaron a la puerta y la enorme figura de Hagrid se hizo presente. —¿Dónde está la bestia? —preguntó la voz fría de Macnair. Todos se adentraron. Nox jamás había estado ahí antes; todo era enorme, digno de un hombre mitad gigante. Alcanzó a deslumbrar la puerta trasera entreabierta: se habían marchado. —Fu… fuera —contestó Hagrid. Macnair se asomó por la ventana, confirmando que estuviera ahí la criatura, instantes después Nox se asomó también y ahí estaba Buckbeak, más a lo lejos vió el cabello alborotado de Harry, y ella hizo una seña discreta con la cabeza y se dió vuelta para tapar lo suficiente la ventana. —Tenemos que leer la sentencia, Hagrid. Lo haré rápido. Y luego tú y Macnair tendréis que firmar. Macnair, tú también debes escuchar. Es el procedimiento —indicó Fudge —. La señorita Figg también tendrá que hacerlo, y cualquier cosa que pase, será bajo su custodia, Dumbledore. —Completamente —afirmó Dumbledore. La pierna de Nox comenzaba a temblar. Estaba comenzando a molestarse por estar tan estresada y nerviosa en un solo día; sobre todo tratándose de situaciones en las cuales no le incumben. —«La Comisión para las Criaturas Peligrosas ha decidido que el hipogrifo Buckbeak, en adelante el condenado, sea ejecutado el día seis de junio a la puesta del sol, sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair…» Se escuchó desde fuera un extraño sonido, muy similar al del hipogrifo, así que para disimularlo, Nox dió unos enormes y torpes pasos y tiró la enorme taza que se encontraba cerca sobre la mesa a la que intentó acercarse. Todo se volvieron a ella con enojo. —Perdón, los nervios —se disculpó Nox, mientras que con la varita reparaba la taza. —«… por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid. —Bueno, acabemos ya —dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid—. Hagrid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro. —No, quiero estar con él… No quiero que esté solo —rechazó Hagrid con la barba llena de lágrimas. Comenzaron a avanzar hacia la salida. Comenzó a analizar qué más podría hacer para que no saliera, pero pareció ser que Dumbledore tenía mejores planes para ella: —Un momento, Macnair, por favor —dijo Dumbledore—. Usted también tiene que firmar. Nox volvió a respirar, pero se le volvió a ir el aire al ver a Harry andar con el hipogrifo, pasando justo enfrente de la salida trasera. Se dió la vuelta, intentando tapar lo más que pudiese la puerta. —¡Esperen! —soltó Nox—. Usted debería firmar, director. Lo haría yo con mucho gusto, pero al ser menor de edad, dudo que sea una firma válida. —La señorita Figg tiene mucha razón —Dumbledore estuvo mucho más que de acuerdo, así que se acercó al pergamino que estaba sobre la mesa. Después de un buen rato firmando su muy largo nombre, por fin terminó. —Bueno, acabemos con esto de una vez... Nox no quería quitarse de la puerta, pero la hicieron a un lado, y la abrieron por completo dando un portazo. Cerró los ojos esperando lo peor, pero a sus oídos llegó algo diferente. —¿Dónde está? —dijo el anciano de la comisión—. ¿Dónde está la bestia? —¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la vi. ¡Exactamente aquí! —¡Qué extraordinario! —dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado. —¡Oh, no! —Nox fingió tristeza. —¡Buckbeak! —exclamó Hagrid con voz ronca. Nox soltó un agudo grito cuando el verdugo lanzó el hacha contra la valla, para rebotar y caer sobre las calabazas. Hagrid intentaba hablar entre sollozos aliviados: —¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo. Buckbeak, qué listo eres. —¡Lo han soltado! —gruñía el verdugo—. Deberíamos rastrear los terrenos y el bosque. —Macnair, si alguien ha cogido realmente a Buckbeak, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? —le preguntó Dumbledore, que seguía hablando con desenfado—. Rastrea el cielo, si quieres… Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy. Señorita Figg, no creo que sea necesario que guíe de regreso al castillo a los caballeros, así que le pido que regrese de inmediato —no sabía Nox si creerle o no al director, ya que le había guiñado un ojo antes de volverse hacia Hagrid. —Por… por supuesto, profesor —dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo—. Entre, entre… Nox giró sobre sus talones y salió corriendo hacia el castillo. Al llegar muy lejos, volvió su vista, y los hombres que venían juntos todavía no llegaban siquiera a la mitad del camino. No tenía idea de lo que quería decir Dumbledore, no era Hermione como para entender lo que decía, así que entró una vez más al vestíbulo, pero no se dirigió a ningún lado. ¿Por qué tuvieron que usar el giratiempo Harry y Hermione? ¿Y por qué no estaba Ron con ellos? Habían muchas cosas que no entendía. Escuchó pasos desde fuera, así que con la prisa del mundo, se metió a un armario de limpieza que había cerca. Se abrió la puerta y por fin habían llegado, hablando entre ellos, muy molestos. —No lo puedo creer... Escapó, ¡y frente de nuestras narices! —gruñia Macnair. —El señor Malfoy se enojará bastante cuando se entere... —agregó Fudge, desapareciendo sus pasos y los de Macnair por el fondo del pasillo. Nox suspiró y tomó asiento en el cubo dado vuelta, escuchando el exterior, ya que tenía el presentimiento de que tarde o temprano llegaría alguien más. Minutos después la puerta se abrió por segunda vez; escuchó la voz ebria y alegre de Hagrid por el vestíbulo, hasta que desapareció de sus oídos. Otros minutos dejó pasar, estaba por salir de nuevo, pero otros pasos se escucharon por el pasillo, tan rápidos que no tardó ni siquiera diez segundos en salir por la puerta. Nox se quedó en silencio unos instantes más, por si salía alguien más, y efectivamente; se escucharon otros pasos, estos eran desesperados y con una gran capa ondeante de furia y resentimiento; después un fuerte portazo, Nox deseaba que fuera la última que escuchaba. Se quedó gran tiempo aún escondida, pensando en qué hacer. No le apetecía salir y seguir rompiendo reglas, ya se había salvado de una, y frente al mismísimo ministro de magia y el director de Hogwarts, no sabría si se libraría por tercera vez, pero por algo Harry y Hermione estaban afuera... ¿La necesitarían? Abrió la puerta y se asomó: vió el vestíbulo vacío. Vaciló muchas veces, pero finalmente tomó la decisión de salir. La luna llena le iluminó el rostro y caminó con intención de regresar al bosque prohibido y encontrar de nuevo a Harry y Hermione junto a Buckbeak, pero unos aullidos lejanos la detuvieron, erizando los vellos de sus brazos. Sacó su varita y con la curiosidad al tope, la hizo avanzar hacia donde había venido aquél ruido, atravesando los terrenos del colegio una vez más, con la luna iluminando su paso. Cerca del sauce boxeador, vió una escena algo extraña y perturbadora; estaba Snape flotando en el aire, inconciente. Ron en el suelo con una pierna vendada, igual de perdido que Snape. ¿Qué tanto estaba pasando? —¿Ron? ¡Ron! ¡¿qué pasa?! —se inclinó sobre él, dándole palmadas en el rostro, pero no reaccionaba. Gritos se escucharon más a lo lejos, entre ellos reconoció la voz de Hermione, así que se puso de pie y salió corriendo en dirección al lago negro. Supuso que estarían más a salvo ahí inconscientes que en donde se escuchaban los gritos. El corazón le latía frenéticamente, la adrenalina le movía las piernas, y la mente no reaccionaba, solo su cuerpo lo hacía. Al estar más cerca, logró escuchar con más claridad que ahora los gritos que eran de Harry, así que aceleró el paso. —¡No… no! —exclamaba Harry entrecortadamente—. Es inocente. ¡Expecto patronum! Nox comenzó a correr más rápido, sin importarle el dolor en las piernas y el ardor en sus pulmones. Comenzaba a escucharlos. Aquella voz tan escalofriante y ahogada, como intentar respirar en medio de un incendio. —Tu alma será mía... Lo será... Lo será... La memoria de Nox comenzaba a esparcirse como fuego en el pergamino de su mente. Recordaba a los dementores... Hablarle... Recordarle algo... Pero no sabía que era, solo recordaba su presencia... —¡NO! ¡NO! —gritaba Nox mientras estaba más cerca. Cuando por fin llegó, se sintió mucho peor que antes. El cansancio le hacía fallar sus piernas, pero no quiso rendirse. Estaba Hermione tendida en el suelo, desmayada. —Jean... —se acercó. La movió, pero no hubo alguna reacción. Mientras que del otro lado estaba Sirius Black, tan pálido como un muerto. No entendía que hacía él ahí. Los recuerdos de las palabras tristes y furiosas de Harry llegaron a su mente. El causante de muchas cosas... De pronto, abrió los ojos completamente cuando vió un dementor tomar a Harry por el cuello, acercándolo con aquel hueco ruido, tan demoníaco que paralizó completamente a su amigo. —¡NO! ¡DÉJALOS! —gritó Nox, acercándose a paso veloz. El dementor pareció entenderle, y alzó lo que parecía ser su mirada en dirección a Nox. —¡SUELTALO! —ordenó Nox, pero una vez más, la voz se hizo presente. —Tomalo... Déjalo salir, sabemos que lo deseas... ¡NO! ¡NO! ¡HE DICHO QUE LO SUELTES! —ordenó Nox, acercándose a la criatura, apuntando con su varita —¡SUELTALO Y ALÉJATE! —Hazlo... Su alma... Soltó a Harry de repente, y este dejó caer su cuerpo pesadamente, Nox se acercó lo más rápido que pudo, evitando que cayera al piso, mientras se arrodillaba frente a él y lo intentaba levantar sin mucho éxito. —Harry, por favor, necesito que te levantes... Por favor... —le decía mientras lo sacudía—. Harry, no te vayas, por favor. Necesito que te levantes... Debes ayudarme... No reaccionaba, estaba dando sus últimas fuerzas, por mantener los ojos abiertos. Temblaba horriblemente, estaba muerto de miedo y Nox comenzó a llorar sin saber qué hacer. Sus ojos comenzaban a volverse plateados, reflejando a Harry en ellos, como si de espejos se trataran. —Tienes que hacerlo... Naciste para esto... Sus almas DEBEN ser tuyas... Nox negaba con desesperación, quería dejar de escucharlos, quería que se fueran, pero no sabía cómo. —Solo la suya... Sabes que debe serlo... Lo merece... Sabes que lo merece más que nadie... Dirigió su mirada al cuerpo de aquél hombre... Tendido, indefenso y herido, como una víctima en una casería ilegal. Misery Nox no sentía alguna piedad por ese hombre en ese instante. Volvió a ver a su amigo, que poco a poco se desvanecía en sus brazos, por su culpa... Por culpa de Sirius Black. El llanto de Misery Nox había cesado ligeramente, ya que la rabia que tenía acumulada por dentro quería comenzar a salir. —Ve por él —ordenó sin una pizca de miedo o tristeza en su voz. El dementor pareció obedecer su orden, ya que mientras flotaba, hizo una especie de reverencia a Misery Nox, para después comenzar a acercarse al cuerpo inconciente de Sirius Black. Los ojos de la pelinegra brillaban inmensamente, tan extraños y tentadores como el reflejo de un lago en las alturas. Quería hacerlo; quería hacer el trabajo ella misma... Pero no sabía cómo, así que era mejor que lo hicieran los profesionales. El dementor comenzó a acercar su rostro al de Black, bajando su capucha, pero de pronto, una luz tan segadora como la de la luna hizo sombra sobre el cuerpo de Harry. Nox no sabía cómo se sentía, no sabía si era terror, calma o dolor. Sus ojos se apagaron, y la debilitaron totalmente, ahora la que temblaba era ella. Fue como si le hubiesen lanzado un balde de agua fría desde la espalda, paralizandola por completo. Así como sus ojos se apagaron, sus fuerzas también. Una energía inexplicable le robó todo, haciendo callar sus pensamientos, y por la falta de fuerzas, tuvo que soltar a su amigo, que cayó boca abajo. Nox sin saber cómo también cayó pesadamente en el suelo, sin saber qué fue lo que la atacó por la espalda. ¡PAM! Se escuchó como se abrieron unas puertas muy fuertemente. Nox abrió los ojos de repente y se sobresaltó, despertando gracias al escándalo que se había hecho. Fudge, Snape y Dumbledore entraron en la sala con paso enérgico. Sólo Dumbledore parecía tranquilo, incluso contento. Fudge estaba enfadado, pero Snape se hallaba fuera de sí. Nox se sentó sobre su lugar con prisa y el corazón azotandole el pecho. —¡CONFIESA, POTTER! —vociferó—. ¿QUÉ ES LO QUE HAS HECHO? —¡Profesor Snape! —chilló la señora Pomfrey—, ¡contrólese! —Por favor, Snape, sé razonable —dijo Fudge—. Esta puerta estaba cerrada con llave. Acabamos de comprobarlo. —¡LE AYUDARON A ESCAPAR, LO SÉ! —gritó Snape, señalando a Nox, Harry y a Hermione. Tenía la cara contorsionada. Escupía saliva. Nox no entendía que estaba pasando, ¿no había sido un sueño? —¡Tranquilícese, hombre! —gritó Fudge—. ¡Está diciendo tonterías! —¡NO CONOCE A POTTER! —gritó Snape—. ¡LO HIZO ÉL, SÉ QUE LO HIZO ÉL! —Ya vale, Severus —dijo Dumbledore con voz tranquila—. Piensa lo que dices. Esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que abandoné la enfermería, hace diez minutos. Señora Pomfrey, ¿han abandonado estos alumnos sus camas? —¡Por supuesto que no! —dijo ofendida la señora Pomfrey—. ¡He estado con ellos desde que usted salió! —Ahí lo tienes, Severus —dijo Dumbledore con tranquilidad—. A menos que crea que Harry y Hermione son capaces de encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro motivo para seguir molestándolos. Snape se quedó allí, enfadado, apartando la vista de Fudge, que parecía totalmente sorprendido por su comportamiento, y dirigiéndola a Dumbledore, cuyos ojos brillaban tras las gafas. Snape dio media vuelta y salió de la sala de la enfermería como un niño haciendo un terrible berrinche. —Su colega parece perturbado —dijo Fudge, siguiéndolo con la vista—. Yo en su lugar, Dumbledore, tendría cuidado con él. —No es nada serio —dijo Dumbledore con calma—, sólo que acaba de sufrir una gran decepción. —¡No es el único! —repuso Fudge resoplando—. ¡El Profeta va a encontrarlo muy divertido! ¡Ya lo teníamos arrinconado y se nos ha escapado entre los dedos! Sólo faltaría que se enterasen también de la huida del hipogrifo, y seré el hazmerreír. Bueno, tendré que irme y dar cuenta de todo al Ministerio… —¿Y los dementores? —le preguntó Dumbledore—. Espero que se vayan del colegio. —Sí, tendrán que irse —dijo Fudge, pasándose una mano por el cabello—. Nunca creí que intentaran darle el Beso a unos niños inocentes…, estaban totalmente fuera de control. Esta noche volverán a Azkaban. Tal vez deberíamos pensar en poner dragones en las entradas del colegio… —Eso le encantaría a Hagrid —dijo Dumbledore, dirigiendo a Harry y a Hermione una rápida sonrisa. Cuando él y Fudge dejaron la enfermería, la señora Pomfrey corrió hacia la puerta y la volvió a cerrar con llave. Murmurando entre dientes, enfadada, volvió a su despacho. Se oyó un leve gemido al otro lado de la enfermería. Ron se acababa de despertar. Lo vieron sentarse, rascarse la cabeza y mirar a su alrededor. —¿Qué ha pasado? —preguntó—. ¿Harry? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Sirius? ¿Dónde está Lupin? ¿Qué ocurre? Nox realmente esperaba la misma explicación que Ron también quería. —He tenido el sueño más extraño que jamás haya tenido —soltó Nox, después de un rato. —No fue un sueño, Nox —respondió, Hermione —; lo del bosque y todo aquello..., no lo fue. Pareció ser que volteó para todas direcciones, en búsqueda de Madame Pomfrey y se levantó de su cama para quedar más cerca de la de Nox, algo que no le agradó a ella. —Sirius Black es inocente. Nox frunció bastante las cejas, con bastante disgusto, mucho más del que ya tenía. —No digas estupideces, Jean —escupió, Nox. —No son estupideces, es la verdad, ellos lo saben —señaló a Harry y Ron, que se encontraban en otras camas más alejadas. No tardaron en contarle sobre un sauce boxeador con un camino secreto, hombres lobo, animagos, traidores y Quién-tú-sabes. Nox no sabía cómo reaccionar o responder a lo que había escuchado del trío de problemas, que ahora se encontraban junto a la cama de Ron. —No puede ser..., me siento terrible —dijo Nox, después de escuchar todas las explicaciones —. Yo le ordené al dementor que fuera por Sirius... Oh, lo siento tanto, Harry. Parecía ser que este fue el único en no entender en el error de las palabras de Nox, ya que estaba muy distraído admirando su rostro. Hermione frunció ligeramente las cejas, sin entender muy bien la confesión de Nox. Ella estaba por preguntar, pero se escucharon pasos, así que casa quién salió disparado en dirección a su respectiva cama, como si nada hubiera pasado. Al llegar, aún se sentía muy cansada, y las piernas le dolían. Madame Pomfrey vió que la chica seguía despierta, y de inmediato llegó a ella con una charola con barras de chocolate. Nox ya estaba asqueada de tanto chocolate, pero tuvo que comerlo muy a la fuerza, mientras la mujer la veía con una expresión que incomodaba bastante a la chica. —¿Pasó algo? —preguntó Nox, intentando tragar el chocolate. —Oh... Querida... Te lo diría, pero no me corresponde... —dijo la señora Pomfrey. Si de por sí estaba confundida, con aquello lo estaba al doble. La puerta se abrió, entrando por ella el profesor Flitwick y una vez en la noche, el director Dumbledore. No entendía nada. Se posaron frente a su cama, Dumbledore con su expresión tan relajada como siempre, mientras que el pequeño profesor de encantamientos jugueteaba con sus pulgares frente a su pecho. Quería hablar, pero no salía nada de su boca. Nox solo se quedó mirando, esperando a que dijeran algo. —Esto... Señorita Figg —comenzó el profesor, pero Nox divisó que Madame Pomfrey apartó aún más a los chicos de su cama—. Hemos recibido unas noticias sobre su madre. Nox sintió el corazón later frenéticamente, ¡han nacido! Por esas mismas fechas se supone que deberían nacer las gemelas, y eso alegró bastante la noche. En su rostro se formó una enorme sonrisa, haciendo torcer el rostro del profesor. —Ella... Falleció. Su estómago se volteó. ¿Fallecer? Eso era imposible... Era mamá, eso no debería de pasar. —¿Cómo dice? —la sonrisa comenzaba a desaparecer. El profesor Flitwick buscaba apoyo por parte de Dumbledore, incluso de Madame Pomfrey, que se encontraba retirada a lo lejos, intentando dar explicaciones al trío de Hogwarts, pero como parecía ser que estaba completamente solo, decidió seguir: —Falleció esta madrugada, iba a tener a sus hijas... Quiero decir... Tus hermanas... Las cosas se complicaron, y bueno... Ninguna logró sobrevivir. La respiración costaba trabajo funcionar. Sus ojos se aguardaron y su cuerpo comenzó a temblar. Negaba muchas veces con la cabeza, negando que eso estuviera sucediendo. —No, no, no. No es verdad... Ella... Ella me recibiría con Cedrine y Lilianne... Es imposible. Las lágrimas comenzaban a bajar como un diluvio. El dolor comenzaba a expandirse por todo su pecho. No sabía en qué momento había comenzado a sollozar con un dolor tan profundo y horroroso que hacía enchinar la piel de cualquiera, hasta de Dumbledore. Intentaba respirar, contenerse, despertar, pero lo único que lograra era que el estómago se contrajera y le dieran ganas de vomitar. Eso no debería ser posible... No, no debería pasar eso... Era algo imposible... Se trataba de otro sueño, otro horrible sueño... Mamá... Cedrine... Lilianne... Muertas...
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