15. Maldiciones y predicciones
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 15
Maldiciones y predicciones
Durante el desayuno, discutían sobre la nueva gran noticia: El Torneo de los tres magos.
Nox tenía la gran admiración y gusto de entrar, llevar más orgullo a su hogar sería una gran forma de enorgullecer a su madre, pero desafortunadamente solo podían entrar mayores de 17 años. Estaba seriamente pensando en engañar a los jueces diciendo que era mayor de edad, pero era algo demasiado sencillo para ser verdad, y si lo era, tendría la mitad del colegio como competencia.
—¿Piensas entrar? —le preguntó Cho a Cedric.
—Claro —respondió con algo de terror en su voz, disimulando en un carraspeo.
—¿Enserio? ¡Eso sería más que genial! —soltó Nox— ¿Se imaginan? Buscador, prefecto, capitán, ¿y también campeón?
—¡Eso sí sería una envidia completa! Saldrás de este colegio como premio anual, te lo aseguro —añadió Cho.
—Eso sería mucho mejor que quince copas de la casa para Hufflepuff. Definitivamente los jueces te elegirán a la primera.
Aquellas palabras alegraron y motivaron demasiado a Cedric, tanto que se llegó a sonrojar. Y era obvio que tenían toda la razón del mundo, él era un candidato perfecto para la primera plana de El Profeta.
Durante las clases, le parecía muy extraño no tener que usar un giratiempo para tener que tomar otra clase, y los días le parecían algo más cortos, pero menos estresantes, tal vez merecía la pena. Hermione Granger seguía siendo la misma sabelotodo de siempre, pero Nox ya estaba harta de tener que competir con ella desde su imaginación. Llegó a la conclusión de que nunca sería tan brillante como ella, con solo recordar el día que se quedó hasta la madrugada por no averiguar el enigma del águila, le bajaba los ánimos.
Había momentos en que se la encontraba, pero mejor volteaba a ver a otro lado; el hecho de que hayan pasado todo el año anterior asistiendo y adelantando proyectos juntas, no las hacía amigas. Tal vez pensar en ello le motivaba a seguir compitiendo por ser la mejor.
Pero tal vez se recuperaban sus ánimos cuando entraba a la clase de adivinación, una la cual, por más libros que leyera Hermione Granger, jamás lograría leer una taza de té con tanta precisión como la de ella.
Al subir la escalera, Nox se acercaba a una mesa vacía hasta enfrente, cerca de las gemelas y la chica Brown, Parvati al notar su presencia, alzó la mano y la saludó con ella, con una alegría casi tan natural como su sonrisa. Su gemela y Lavander parecieron asustarse con su mera presencia, pero un llamado la hizo voltear. Era Harry, invitándola a sentarse con él y Ron.
—Vaya, veo que no han seguido los pasos de Jean, me enorgullecen —miró a Ron—. Bueno, un poco.
Se sentó al lado del pelirrojo, este quedó entre ambos amigos, sintiéndose un poco incómodo, y no tanto por el espacio, sino por la tensión que podría manifestarse en algún momento.
—¿Cómo has estado, Nox? —preguntó Harry.
—Bastante bien, gracias —mintió mientras sonreía brillantemente —. Unas vacaciones demasiado ocupadas, nos mudamos con mi abuela Figgy, y eso de estar moviendo cosas me tuvo cansada y ocupada. ¿Cómo les fue en los mundiales?
—¿En serio? ¿Quieres decir que somos vecinos...?
—Bastante bien, la verdad —interrumpió, Ron. Harry pareció querer matarlo con la mirada, ya que por fin estaba teniendo una conversación con Nox, como había deseado durante todas las vacaciones, pero su amigo pelirrojo no pareció notarlo —. Ver en carne y hueso a Viktor Krum fue... Guau.
Nox sonrió, imaginando los gritos de fanática loca de Ron al ver a supuesto Viktor Krum. Tal vez le hubiese gustado ir con sus dos mejores amigos, pero simplemente no se encontraba bien, y no disfrutaría tanto como quisiese.
—Si, me contaron algo Cedric y Cho, que hizo un movimiento... El amargo de krosty.
—¡Amago de Wroski! —corrigieron ambos chicos al unísono. Nox sonrió con bastante gracia.
—¡Vale, perdón! El Amago de Wroski —se acomodó en su lugar con fingida ofensa —. Cho me contó sobre ello, y también me contó que los vió en los campamentos, decía que hacía un calor horrible.
Harry pareció sonrojarse e intentar ver a otro lado, pero fue salvado por el inicio de la clase. Cómo era costumbre; la profesora Trelawney salía de las sombras, dando su tan conocida bienvenida, feliz de por fin verlos en el mundo real.
—Buenos días —dijo la tenue voz de la profesora Trelawney justo a la espalda de Harry, que dio un respingo. Después se dirigió a él con aquellos ojos de insecto que tenía —: Estás preocupado, y muy avergonzado, querido mío —le dijo a Harry en tono lúgubre, éste comenzaba a tornarse mucho más escarlata—. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que habita dentro. Y lamento decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo. Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...
Posiblemente para muchos podrían ser palabras al azar, con el simple fin de impresionar, pero Nox sabía que no lo eran. Algo que odiaba de la materia, o al menos de la profesora, es que solo dejaban a uno con la duda, jamás decían a qué se referían, esto no era Scooby-Doo para adivinar acertijos, bastante tenía con la entrada de su sala común.
Harry le devolvió la mirada muy fríamente, era evidente que sabía lo que le esperaba por parte de la profesora. Ella se dirigió a su sillón de enormes orejas para seguir con la clase.
—Queridos míos, ha llegado la hora de mirar las estrellas —dijo—: los movimientos de los planetas y los misteriosos prodigios que revelan tan sólo a aquellos capaces de comprender los pasos de su danza celestial. El destino humano puede descifrarse en los rayos planetarios, que se entrecruzan siempre por la eternidad —su voz sonaba tan soñadora, como la de Nox cuando le contaba a su madre que quería ser domadora de leones.
»Si préstamos la suficiente atención, podríamos ver más allá que las estrellas, planetas, o galaxias. Podríamos encontrarnos con solo saber bajo quién estuvimos cubiertos el día de nuestro nacimiento, por ejemplo, querido mío —se dirigió a Harry, que parecía estar más en las nubes que en el aula —. Saturno fue tu gran influencia, naciste bajo su resplandor.
La profesora hizo una pausa, esperando que contestara, pero no lo hizo, parecía dormido con los ojos abiertos, bastante enternecedor. Nox le dió un codazo a Ron, y después señaló al de anteojos con la barbilla, después el pelirrojo hizo lo mismo a Harry a su lado.
—¡Harry! —susurró Ron.
—¿Qué?
—Estaba diciendo, querido mío, que tú naciste claramente bajo la torva influencia de Saturno —dijo la profesora Trelawney con una leve nota de resentimiento en la voz ante el hecho de que Harry no hubiera estado pendiente de sus palabras.
—Perdón, ¿nací bajo qué? —preguntó Harry. Nox apretó los ojos, sintiendo la frustración de la profesora.
—Saturno, querido mío, ¡el planeta Saturno! —repitió la profesora Trelawney, decididamente irritada porque Harry no parecía impresionado por esta noticia—. Estaba diciendo que Saturno se hallaba seguramente en posición dominante en el momento de tu nacimiento: tu pelo oscuro, tu estatura exigua, las trágicas pérdidas que sufriste tan temprano en la vida... Creo que no me equivoco al pensar, querido mío, que naciste justo a mitad del invierno, ¿no es así?
—No —contestó Harry—. Nací en julio.
No sabía con exactitud qué cabeza estrellar contra la mesa, si la de Ron, Harry, o la suya misma.
—¡Oh, querida! —se dirigió ahora a ella. Se removió en su lugar, lista para lo que sea —. Tu nacimiento fue algo tan... Esperado, planeado a la perfección, y sobretodo, digno de una predicción que no se llevó a cabo —Nox no entendía muy bien a qué se refería, pero fingía saberlo—. Tus ojos oscuros, tu cabello tan enorme como tú corazón, tu estatura alta, digna de nacer bajo Neptuno —Nox comenzaba a sonrojarse también —. Naciste a mitad de otoño, ¿cierto?
—¿Tal vez? —no tenía ni la más mínima idea, ella era adoptada.
—Oh, querida, tus múltiples rechazos te han tenido tan confundida, pero él te esperá el tiempo que sea necesario, hoy te darás cuenta... —Nox abrió bastante los ojos, esperaba que no se esté refiriendo a lo que pensaba. En un inicio las chicas de la mesa de enfrente la miraban con envidia, y ahora lo hacían con sorpresa, pero cargada de chismes.
La profesora prosiguió explicando sobre lo que verían ese día, Nox bajó la mirada, y mucho más al ver a las chicas cuchichear entre ellas. Más tarde les entregó un mapa circular con el que intentaron averiguar la posición de cada uno de los planetas en el momento de su nacimiento. Era un trabajo pesado, que requería mucha consulta de tablas horarias y cálculo de ángulos.
—A mí me salen dos Neptunos —dijo Harry después de un rato, observando con el entrecejo fruncido su trozo de pergamino—. No puede estar bien, ¿verdad?
Nox le hechó un vistazo, atravesando el espantoso trabajo que estaba llevando a cabo Ron. Nox negó varias veces, como si fuese lo más obvio del mundo.
—Por supuesto que no, esos son Saturno y Neptuno —corrigió Nox, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
—Aaaaaah —dijo Ron, imitando el tenue tono de la profesora Trelawney—, cuando aparecen en el cielo dos Neptunos y se confunden uno de ellos con un Marte, es un indicio infalible de que va a nacer un enano con gafas, Harry...
Seamus y Dean, que trabajaban cerca de ellos, se rieron con fuerza, Nox no pudo evitar hacerlo también, aunque no lo bastante para amortiguar los emocionados chillidos de Lavender Brown.
—¡Profesora, mire! ¡He encontrado un planeta desconocido!, ¿qué es, profesora?
—Es Urano, querida mía —le dijo la profesora Trelawney mirando el mapa.
—¿Puedo echarle yo también un vistazo a tu Urano¹, Lavender? —preguntó Ron con sorna. Nox le dió un fuerte pisotón.
Desgraciadamente no lo había hecho antes, ya que la profesora Trelawney lo oyó, y seguramente fue ése el motivo de que les pusiera tanto trabajo al final de la clase.
—Un análisis detallado de la manera en que les afectarán los movimientos planetarios durante el próximo mes, con referencias a su mapa personal —dijo en un tono duro que recordaba más al de la profesora McGonagall que al suyo propio—. ¡Quiero que me lo entreguen el próximo lunes, y no admito excusas!
Nox quería arrancarle el cabello a Ron con una podadora, apenas era la primera clase y habían dejado deberes para la semana completa.
—¡Rata vieja! —se quejó Ron con amargura mientras descendían la escalera con todos los demás de regreso al Gran Comedor, para la cena—. Eso nos llevará todo el fin de semana, ya veras.
—¿Muchos deberes? —les preguntó muy alegre Hermione, al alcanzarlos. Nox frunció el entrecejo.
—Si, gracias al señor Weasley que no sabe guardarse sus comentarios para sí mismo —lo fulminó.
—¡Tú también te reiste! —se quejó Ron.
—¡Cuando dijiste lo de enano cuatro ojos!
—¡La profesora Vector no nos ha puesto nada! —siguió presumiendo Hermione.
—Bien, ¡bravo por la profesora Vector! —dijo Ron, de mal humor.
Llegaron al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar. Nox se unió a sus dos amigos que habían llegado a la cena también. Cedric y Cho hablan muy animadamente:
—¡Estos TIMOS me sacarán canas! —dijo Cho con algo de preocupación —. Apenas estamos empezando y ya tengo deberes para el fin de semana.
—Yo creo que te verías muy linda con canas —comentó Cedric. Si mejor amiga empezaba a cambiar de color, hasta que Nox decidió interrumpir.
—Yo también tengo deberes, gracias al señorito Weasley y sus comentarios indebidos...
No siguió con su comentario, ya que se escuchó una voz estridente a sus espaldas
—¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! —anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de El Profeta y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo—. ¡Escucha esto!
—Hablando del rey de Roma...
Malfoy había leído una nota del periódico, donde se mencionan problemas que ha llevado el ministerio de magia, y entre ellas una muy embarazosas que involucraban al padre de Ron. El Slytherin no dejaba de reír mientras leía.
—Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? —dijo exultante, ya que habían escrito «Arnold», en lugar de «Arthur».
Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y siguió leyendo en voz alta. Lo peor, es que seguía sin mencionar cosas amables sobre su padre, volviendo el rostro del pelirrojo igual al de su cabello. Mencionó el problema que tuvo con el coche volador, y ahora una pelea con policías.
—¡Y viene una foto, Weasley! —añadió Malfoy, dándole la vuelta al periódico y levantándolo—. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia.
—Métetelo por donde te quepa, Malfoy —dijo Harry—. Vamos, Ron...
—Esta mierda se va a poner buena —comentó Nox, más para sí misma que para sus amigos, viendo con diversión.
No era que le cayera mal Ron, o que le agradara Malfoy, pero no podía evitar buscar distracciones donde sea, y que mejor lugar donde no le importa.
—¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? —dijo Malfoy con aire despectivo—. Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?
—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry. Tanto él como Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?
El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado. Nox soltó una muy fuerte y loca carcajada.
—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza —le contestó Harry, dándose la vuelta.
¡BUM!
Parecía ser que el profesor Moody apareció por arte de magia, apuntando a Malfoy para transformarlo en un hurón blanco y hacerlo rebotar en frente de todos. Nox no pudo evitar soltar otra carcajada, y ni siquiera la presencia de la profesora McGonagall le quitó el buen humor del momento. La profesora regañó al profesor Moody, pero pareció no importarle mucho, ya que su ojo giraba de aquí a allá, buscando al hurón blanco.
Seguía retorciéndose de la risa cuando la profesora McGonagall volvió a la normalidad a Malfoy, pero no pudo cambiar de su rostro el tono rosado de humillación que tenía, él no tenía previsto que el humillado sería él y no Ron.
Nox seguía riendo mientras intentaba tomar un trago de jugo de calabaza, recordando cada que podía el momento vivido.
—¡Es el profesor más genial que hemos tenido! —comentó Cedric, uniéndose a las chicas en la mesa de Ravenclaw —. Lupin definitivamente también lo fue, pero este... Es diferente.
—A mi me sigue causando un poco de terror con eso ojo girando cada que alguien respira —agregó Cho.
—¿Ya les dió clases a ustedes? —preguntó Nox, después de calmar su ataque de risa.
—A mí ya —respondió Cedric. Nox preguntó por qué decía que era diferente —. Él es un ex-auror, conoce demasiadas cosas. Tanta experiencia lo han vuelto así, y él no duda enseñarnos a base de su historia.
—El mejor maestro es la experiencia —comentó Nox, sus amigos asintieron—. Yo tengo su clase hasta el jueves, con...
—Gryffindor —dijeron los dos al unísono.
—Siempre ha sido así —se quejó ligeramente Nox.
—No debe ser tan malo, ¿No? —dijo Cho, mientras se llevaba un bocado de de riñón asado.
—Pues no, pero ahí está Terry, ni siquiera puedo verlo, o él a mí —siguió Nox —. Pero que estén los de Gryffindor, lo hace un poco más difícil.
—¿Y qué tiene que ver con Gryffindor? —preguntó su amigo, alzando la ceja. Nox frunció la suya.
—Esto... Nada, ni siquiera sé por qué lo dije —sacudió la cabeza.
Siguió con su cena, volviendo su mirada a la mesa de Gryffindor, al otro lado del gran comedor. Estaban los hermanos de Ron, hablando muy animadamente junto a él y Harry.
Harry... ¿Le creció el cabello?
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Parecía ser que las experiencias fuertes no eran suficientes para Misery Nox. La primera clase de Defensa contra las artes oscuras había sido impresionante, torturar arañas y ponerte en su lugar no era de lo más agradable. La impresión que había dado el profesor Moody había dejado a todos sorprendidos y emocionados, como si lo prohibido fuera un paso más a lo cool. Ahora entendía porqué la euforia que cargaban sus dos amigos.
Saliendo de la clase y después de avanzar unos metros, Hermione Granger se aproximó a ella con demasiada prisa y confianza, algo que desagradó a Nox.
—¡Hola, Nox! —la saludó con una pequeña caja en su mano.
—Hola, Jean —correspondió el saludo con falsa alegría —. ¿Qué llevas ahí?
—¡Justo de esto te iba a hablar! Estoy fundando la Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros —decía mientras abría y sacudía la caja. Habían al menos cincuenta insignias de diferentes colores con las mismas letras: «P.E.D.D.O.».
—Ese es un nombre largo —comentó Nox, tomando una insignia al azar.
—Un poco, se iba a llamar «Detengamos el Vergonzante Abuso de Nuestras Compañeras las Criaturas Mágicas y Exijamos el Cambio de su Situación Legal», pero no cabía.
—Eres una genio con los nombres —dejó la insignia de nuevo en la caja —. ¿Y de qué trata? Aunque con el puro nombre me puedo dar una idea.
—Asi es, he estado documentándome en la biblioteca. La esclavitud de los elfos se remonta a varios siglos atrás. No comprendo cómo nadie ha hecho nada hasta ahora... —le dijo con orgullo y algo de coraje a la vez.
—¿Si sabías que a los elfos les gusta vivir de esa forma, no? —le preguntó mientras se cruzaba de brazos—. Es imposible hacer cambiar de parecer a uno.
—Pero ellos no tienen los mismos derechos que nosotros, Nox —reprochó sacudiendo ligeramente la caja—. Ellos no tienen seguro médico, una pensión o esas cosas que nosotros si.
Nox se quedó pensando levemente, tal vez tenía razón, ellos nacían y morían para servir, pero no tenía una idea clara de que estos gozaran de esas cosas. No todo era a base de magia.
—Nuestro objetivo es lograr para los elfos domésticos un salario digno y unas condiciones laborales justas. Los objetivos a largo plazo incluyen el cambio de la legislación sobre el uso de la varita mágica y conseguir que haya un representante elfo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.
—Guau, si te estás llevando todo esto en serio —alzó las cejas.
—¡Por supuesto que sí! —Hermione parecía frustrarse por la tan apagada reacción de Nox, casi como con aburrimiento —. No es justo para ellos vivir tan esclavizadamente.
Nox se dió cuenta que Hermione había notado su ligero desinterés, así que decidió actuar, aunque no le importara mucho lo que le pasara a los elfos.
—Bien, y ¿qué necesito para entrar? —preguntó mientras se llevaba las manos a las correas de la mochila.
El rostro de Hermione se iluminó al escuchar aquello, colocó su mochila en el suelo, la abrió y de esta sacó un pergamino, con el nombre y abreviatura de la fundación en la parte superior. En este solo estaba el nombre completo de la misma Hermione, ni siquiera el de sus amigos: Harry y Ron.
—Solo es poner tu nombre y dar una cooperación de dos sikles —decía Hermione, mientras sacaba su pluma y tintero — que darán derecho a una insignia, y podemos destinar los beneficios a elaborar panfletos para nuestra campaña.
Le tendió el pergamino, apoyado sobre la cajita de insignias. Nox escribió su nombre completo, algo que no le gustaba mucho, ya que se le cansaba la mano.
—«Misery Nox Figg-Cattermole» —leyó Hermione—. Un poco largo.
—No tanto como el primer nombre que pensaste —contradijo Nox.
Hermione volvió a abrir la caja cuando Nox le entregó los dos sikles que tenía en la tunica. Le tendió la caja abierta ahora a ella, esperando que eligiera una insignia. Tomó una en color azul, ya que era la que más lograba distinguir, para después engancharla en su propia mochila. La Gryffindor sonrió aún más que antes.
—¡Genial! Te mantendré informada de cualquier cosa, y te asignaré un puesto especial por ser la segunda en unirse —le dijo con un brillo en los ojos.
Vió como un cabello idéntico al suyo pero en castaño se marchó de ahí en búsqueda de alguna otra víctima, justo como las arañas del profesor Moody.
Los días pasaban, y las ganas de querer lanzar a los Harry y Ron por la torre de astronomía se hacían cada vez más tentadoras. Cuando llegó el día para entregar el gran y enorme trabajo que les habia dejado la profesora Trelawney (que de hecho, fue muy sencillo para Nox), no podía creer lo gran imbéciles que podían llegar a ser. Habían escrito un sin fin de estupideces (con todo el peso de la palabra) que solo se creería una mosca en estado de ebriedad.
—¿Te ahogaras en el lago negro solo porque Mercurio está sobre esos días? —criticó Nox, mirando la tarea de Harry y Ron, minutos antes de comenzar la clase.
Ambos se miraron entre sí y encogieron los hombros, Nox apretó los ojos con desesperación. Si no les gustaba la clase, ¿cómo por qué no querían salirse al igual que Hermione Granger? Estarían gustosos de tener una hora más que desperdiciar en el día.
—¿Y tú si lo hiciste como era? —preguntó Ron, mirando el trabajo de su compañera.
—¡Claro que sí! —protestó Nox —. Fue bastante sencillo, no tuve que recurrir a inventar cosas COMO OTROS —hizo énfasis en las últimas dos palabras.
—¿Y alguna de ellas se cumplió? —preguntó esta vez, Harry.
—Pues fíjate que sí. En una de ellas vi que me uniría a alguien que jamás creería que lo haría. Ahora soy parte de ese tal pedo que Jean está armando.
—¡Ooooh! —soltó Ron, con aquél tono espectral de la profesora Trelawney — ¡Y eso es debido a Saturno y su anillo que les unió!
Nox frunció el entrecejo, molesta por tomar sus trabajos como un juego. Se había esforzado lo suficiente como para que se lo tomara de esa forma.
—¡Pues fíjate que sí! —volvió a reprochar—. Y por si no lo sabías, vi que ambos harían un gran ridículo. Y no pregunten cuando, pero se acordarán de mi cuando les pase.
Nox tenía todas las ganas del mundo de reírse en la cara de los dos chicos, cuando la profesora se dió cuenta que algunas de sus notas coincidían demasiado, y además de que su destino era demasiado tragico.
Al salir de clase, Nox se reunió con sus dos mejores amigos, que se entraban muy sospechosos, uno del otro. La rizada se les quedó viendo muy extrañada, intentando averiguar que se traían entre manos.
—¿Me perdí de algo? —les preguntó.
—No —respondieron al unísono. Nox los miró con una ceja alzada.
Conforme los días pasaban, el humor de Nox comenzaba a incrementar. Era obvio que no podía evitar pensar en su madre de vez en cuando, pero intentaba mantenerse cuerda prestando atención en las clases y esforzándose por mejorar. Hermione Granger ahora la dirigía la palabra como si fuese su amiga, y le había pedido de favor que creara un buen título para los volantes que pensaba hacer para repartir, y para sorpresa de muchos: Nox aceptó.
A Misery Nox no le gustaba para nada la atención, pero pareció ser que en esa clase fue una gran petición para hacer lo contrario: el profesor Moody usaría la maldición imperius sobre los alumnos, era su turno de ser la araña.
Hermione Granger no tardó en protestar, haciendo al profesor responder que tenía el total consentimiento del director, y si no le gustaba la idea, que fácilmente se retirara (no lo hizo).
Uno tras otro pasa al frente a hacer cosas distintas mientras el profesor les apuntaba con la varita. Unos cantaban, otros hacían ruidos de animales...
—Misery Figg, tu turno.
A Nox se le fue el estómago al suelo cuando la llamó al frente. Se estaba preparando mentalmente para ello, pero parecía ser que no era para nada suficiente; en cuando levantó la varita hacia ella, todo desapareció. Sus ojos cambiaron a ese desconocido gris y con efecto de espejo que solía atormentar su reflejo. Sentía tanta comodidad ahi de pie, que no le importó que todo Gryffindor y Ravenclaw se enteraran de lo que estaba haciendo.
Escuchaba la voz del profesor Moody en algún rincón de su mente, dándole órdenes:
—Has pasos de ballet...
Nox estiró los brazos con una elegancia, a pesar de haber asistido a tantas clases y cursos, jamás en su vida había aprendido de algún sitio aquello. Juntó los pies y se puso de puntitas, desafiando la gravedad de sus duros y gruesos zapatos escolares. Comenzó a flexionar y alzar la pierna derecha, haciendo un perfecto passé que ni en quinientos años practicando lograría.
—Ahora sitúa una oración de un libro al revés...
—Poder tal tienen no palabras las pero; huesos los romper pueden piedras las y palos los.
En la mente de Nox todo estaba de maravilla, un sensación demasiado buena para ser real, pero en ningún momento dudó de ello, dejándose controlar por la voz del profesor Moody. Seguía dándole órdenes: vueltas, dar pasitos en puntitas o seguir citando frases u oraciones al revés.
En un segundo su mente volvió a llenarse con sus propios pensamientos y se percató que estaba a punto de dar un salto, pero Nox no se detuvo a tiempo, así que salió tropezando con sus propios pies para ir a dar a la pizarra del aula. Estaba algo adolorida, también muy avergonzada por lo que todos vieron.
—No quiero ser grosero, pero has sido la más fácil de controlar de todos —le comentó el profesor Moody, tal vez para Nox, pero sonaba más para toda la clase.
Ahora todos sabían que Nox no era tan buena para todo, como muchos en algún momento llegaron a suponer de ella. Nox regresó junto a los demás con la cara oculta en su cabello, llena de vergüenza.
No recordaba la última vez de sentirse tan preocupada por su amigo, Harry. Cuando fue el turno de él, fue bastante extraño, ya que parecía resistir la maldición. En un momento parecía saltar sobre una mesa, pero parecía dudarlo, y cuando estaba a punto de hacerlo, cambió de opinión e intentó regresar su cuerpo al suelo, haciendo que se golpeara en la cara y volcara la mesa. Nox soltó un chillido de preocupación, y estaba a punto de ayudarle, pero el profesor la detuvo de inmediato.
—¡Miren esto, todos ustedes... Potter se ha resistido! Se ha resistido, ¡y el condenado casi lo logra! Lo volveremos a intentar, Potter, y todos los demás presten atención. Mírenlo a los ojos, ahí es donde pueden verlo. ¡Muy bien, Potter, de verdad que muy bien! ¡No les resultará fácil controlarte!
Aquello último había sonado muy extraño a oídos de Misery Nox, ¿qué estaba intentando decir con ello? Odiaba que muchas preguntas tenía ya en su mente como para agregar unas más, deseaba que fueran respondidas como preguntadas.
Al finalizar la clase, Harry apenas y podía dar un paso a la salida, gracias a su dolor de rodillas, Nox se acercó a él con amabilidad, y sintió la mirada de Terry, la cuál ignoró olímpicamente como no haría en el año anterior.
—Ven, te ayudo —le dijo Nox, mientras ponía el brazo de su amigo rodeando su cuello, sin siquiera esperar una respuesta.
No recordaba la última vez que habían estado así de cerca, y no era incómodo, al menos para ella. Sentía su cuerpo temblar, y quería pensar que era por el dolor. Él agradeció con el rostro muy sonrojado y caminaron a la salida.
—Por la manera en que habla —murmuró Harry cuando salía cojeando del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, apoyándose en Nox —, se diría que estamos a punto de ser atacados de un momento a otro.
—Así mismo lo pensé —dijo Nox. A pesar de solo haber sido controlada por Moody solo una vez, habían quedado unos "efectos" en ella, y aseguraba que se le quitaría tal vez a la hora de la comida —. Paranoias sus de una de trata se que pensar quiero.
—¿Qué? —preguntó Harry entre una risa, sin entender lo que había querido decir su amiga.
Nox gruñó con desesperación y volvió a repetir (ahora concentrándose en decirlo de la forma correcta) —:Quiero pensar que se trata de una de sus paranoias.
—Sí, es verdad —dijo Harry, aún riendo.
No se volvieron a ver hasta la clase de adivinación, donde Nox se había puesto más que furiosa al ver enterarse que la profesora Trelawney finalmente les dijo a Harry y Ron que les había puesto sobresaliente en los trabajos. Nox había fruncido las cejas y abierto la boca, muy ofendida e indignada. Según la profesora, leyó los pasajes enteros de sus predicciones, elogiandolos por la indiferencia con la que aceptaban los horrores que les esperaba el futuro inmediato.
—No-lo-puedo-creer —soltaba Nox, cruzándose de brazos, muy enojada.
A Harry y Ron les costó contener la risa durante la clase, sobretodo al ver la reacción de Nox al ver que le pusieron la misma nota que a ellos. La cara se les entristeció cuando la profesora Trelawney les mandó repetir el trabajo para el mes siguiente. Ahora Nox era la que aguantó la risa.