ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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1
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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16. Los participantes

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Capítulo 16 Los participantes Todos en el gran comedor estaban muy emocionados. El 30 de octubre había llegado. Nox se encontraba sentada junto a Cho y los invitados para participar en el torneo de los tres magos: los alumnos de Beauxbatons. La pelinegra se sentía algo fea al lado de los alumnos franceses, ya que tenían un destello impresionante y dramático que podía encandilar sus oscuros ojos. —Son algo groseros, ¿no crees? —susurró Cho a Nox. Esta asintió —. Ya son dos veces que veo a algunos hacer comentarios feos sobre la decoración, o diciendo que su castillo era más grande. Y mentiras no decía, veía a un chico alto y rubio, mirando el cielo y las paredes con algo de asco en su rostro, como si en lugar de comer en un comedor, estuviera en un establo abandonado. Algo que percató a Nox, fue que vió a una chica pelirroja, comiendo en silencio y con un porte que imitaba a los demás. Su cabello no era como el de los Weasley, sino unos tonos más oscuros, casi castaño. Tenía un rostro ovalado y la nariz pequeña, refinada y algo redonda; parecía ser la más «normal» de su colegio. Nox pudo quedarse viendo su rostro todo el resto de la tarde, pero las instrucciones de Dumbledore la hicieron voltear. —Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz —explicó Dumbledore—. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir. Nox y Cho se vieron entre ellas, prácticamente no había algún tipo de prueba para entrar, era como la lotería. Se giraron hacia la mesa de Hufflepuff y vieron a Cedric, temblando ligeramente, era evidente que estaba nervioso y a la vez emocionado. Ambas estarían muy felices y orgullosas de que quedara seleccionado. Las voces cruzaban por todo el gran comedor, emocionados y curiosos por quienes se meterán al torneo. Al día siguiente muy temprano, Nox, Cho y Cedric se adentraron al vestíbulo, acompañando a Cedric a poner su nombre en el cáliz, con el rostro muy sonrojado. Lo vieron atravesar la delgada línea que había a tres metros de radio del cáliz, avanzó y lanzó su pergamino. Ambas chicas aplaudieron. —Y aquí tenemos al gran campeón de Hogwarts —señaló Nox a su amigo. —Lo hecho, hecho está —dijo Cedric saliendo del círculo. Cho se acercó a él y le dió un abrazo, que aceptó Cedric con mucho gusto. Nox se sintió un mal tercio en ese momento, pero su vista se desvío al ver a aquella chica de cabello ligeramente oscuro, venía con un chico de su misma escuela. La vió entrar al círculo y dejar su nombre al igual que su amigo. Hipnotizada, la vió sin siquiera disimular su mirada quemadora. Cruzaron miradas, y la chica por un instante pareció disimular que no le intimidó Nox, pero ella estaba tan acostumbrada a ello, que lo vió como algo natural. Llevaba su uniforme de Beauxbatons, de un tono azul claro. El cabello lacio le colgaba elegantemente de una diadema al tono de su uniforme. Al estar ahora de pie, ella podría estar unos centímetros más bajita que Misery Nox. No podía negar que era muy bonita, demasiado, tanto que no pudo dejar de verla hasta que salió del vestíbulo para adentrarse en el gran comedor. ¿Será una veela? Para la hora de la cena, había mucho más ruido que antes, gracias a las pequeñas dos multitudes que se habían integrado la noche anterior. Cedric no dejaba de mover la pierna. Este estaba sentado justo al lado de ellas. Con disimulo, unos minutos antes, ambas amigas se colaron a la mesa de Hufflepuff, a darle apoyo a su amigo. Sabían que ya tenía por parte de la casa de Hufflepuff, pero el de sus dos amigas era mucho más poderoso. Cho intentó calmarlo tomándolo de la mano, acariciandola con cuidado y susurrandole palabras al oído, él tenía los ojos cerrados, prestando mucha atención en sus palabras. El banquete dió por terminado cuando los platos volvieron a estar vacíos y limpios, y todos guardaron silencio cuando vieron a Dumbledore de pie. —Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones. Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacia daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos  consultaban los relojes. De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito. Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado. —El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Viktor Krum. —¡Más obvio no pudo ser! —gritó Nox, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor. Se vio a Krum levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua. —¡Bravo, Viktor! —bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos—. ¡Sabía que serías tú! Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino. —La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore—es ¡Fleur Delacour! La chica que parecía una veela se puso de pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw, pasando a un lado del trio, dejando un aroma bastante agradable. El resto de alumnos de Beauxbatons parecían más que decepcionados, llorando y escondiendo la cabeza entre los brazos, a excepción de aquella chica pelirroja, que aplaudía mientras asentía, aceptando no haber sido elegida. Cuando Fleur Delacour había desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts... Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino. —El campeón de Hogwarts —anunció— es ¡Cedric Diggory! Un estruendo sonó en todo el gran comedor. Toda la mesa de Hufflepuff no evitó saltar de la alegría, ¡El campeón era de Hufflepuff! ¡Y era Cedric! Nox no pudo evitar saltar de alegría y abrazando a su amigo por el cuello, mientras le repetía «¡Eres tú, eres tú!». Algo que sorprendió un poco a Nox, es que al tiempo que Cho lo abrazaba al igual que ella, al separarse, le plantó un beso en los labios, tan corto como la reacción de Cedric al saber que había sido seleccionado. Sonrojado, sonriente y alborotado, Cedric se abría camino entre todos, marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia. —¡¿Qué fue eso?! —le preguntó sonriente Nox a su amiga sobre los gritos y aplausos, que se encontraba muy sonrojada y alegre. Esta solo se encogió de hombros sin dejar de aplaudir. —¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos—. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos ustedes, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, les darán a sus respectivos campeones todo el apoyo que podrán. Al animarlos, todos ustedes contribuyen de forma muy significativa a... Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido. El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino. Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta: —Harry Potter. A Nox se le cayó el alma al suelo. —¿Qué? —susurró Nox. Buscó entre la mesa de Gryffindor a su amigo, que tenía la misma expresión que ella. Debía estar mal. Era una broma, una de muy mal gusto. —¡Harry Potter! —llamó Dumbledore—. ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor! Vió como Hermione le susurró algo, dándole a Harry un leve empujón. Harry se puso en pie mientras se tambaleaba un poco. Cuando comenzó a avanzar en el hueco que daban entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff, hizo contacto visual con Nox. Cualquiera que la viese, pensaría que estaba furiosa por lo que estaba pasando, pero para Harry, que la conocía mucho mejor que todos los presentes, sabía que no era así. Harry, con la mirada, parecía suplicar por ayuda, Nox solo asintió ligeramente, casi invisible, diciendo que todo estaría bien. Al pasar por su lado, alzó un poco la mano, rozandola con la de él, pero solo pudo ver cómo seguía avanzando. Harry pasó por la mesa de profesores, para después adentrarse al mismo lugar que los demás campeones. Cuando despareció de ahí, las voces y murmullos azotaron el gran comedor, y entre ellos los de la Hufflepuff, muy enfadados, y tenían razón, por una parte Nox se sentía molesta, se suponía que solo podía haber un campeón de Hogwarts. A su vez sabía que algo andaba mal, muy mal. Ordenaron a todos volver a sus dormitorios, así que ambas amigas se pusieron de pie para dirigirse a su sala común, pero en el trayecto, escuchó la voz de Ron Weasley, pero con un tono bastante de desagrado: —No puedo creer que no me haya dicho, es mi mejor amigo. Nox detuvo su andar, para acercarse a Ron, que tenía una cara llena de desprecio. —¿En serio crees que él puso su nombre en el cáliz? —le preguntó. El pelirrojo pareció intimidarse ligeramente, pero cerrar la boca no estaba en sus planes. —Claro, ¿de qué otra forma terminaría su nombre en él? —Él no lo hizo —afirmó, Nox—. Alguien más debió hacerlo. Vamos, Ron, conoces tan bien a Harry como yo, y ambos sabemos que él no haría algo así sin decírtelo al menos a ti... —Y henos aquí ahora. No me digas que estás de su lado. Nox frunció las cejas, intentando procesar lo que le estaba intentando decir. —¿De qué estás hablando? No estoy del lado de nadie. Me preocupa lo que está pasando, no es algo normal. —Si, claro, lo que digas... No quiso seguir la discusión, así que solo se marchó, no sin antes rozar su hombro con algo de desprecio, decepcionado a Nox. ◦•●◉✿◉●•◦ A la mañana siguiente Nox seguía sin sentirse bien. Sentía que la muerte le respiraba en la nuca, burlesca, esperando a que se llevaran a alguien más, que no le bastaba con tomar a su madre y a sus dos hermanas. Hola, papá:    Han anunciado a los campeones del torneo de los tres magos. Estoy muy feliz porque mi mejor amigo Cedric que quedó seleccionado, pero a la vez estoy muy preocupada: por alguna razón, Harry también salió seleccionado. No he tenido ninguna respuesta clara de lo que ha estado pasando, ya que él es menor de edad, y me preocupa bastante que haya sido  uno de los elegidos, el cuarto, para ser más exacta.  Sigo pensando que alguien puso su nombre a propósito, una broma muy mala.    ¿Cómo están tú y la abuela Figgy? Espero que bien, y deseo verlos pronto, los extraño demasiado.    Un consejo me vendría de perlas. Besos, Nox. Caminaba hacia la lechucería, a punto de enviar su carta. No quería arrepentirse si llegase a pasar algo, necesitaba un consejo. ¿Por qué se sentía tan aterrada? Bueno, era más que claro, pero no le gustaba sentir aquello, era agobiante. Al llegar, vio a Harry junto a Hermione Granger, parecía ser que acababan de enviar una lechuza. —Hola —saludó Nox, buscando una lechuza para enviar a su padre. Se sentía como cuando en primer año se enteró que Harry era un mago, al igual que ella. Extraña, sin saber si estar enojada o no. —Hola, Nox —saludaron de vuelta al unísono. —Puedes usar a Hedwig, si quieres —le sugirió Harry—, no la voy a usar. Nox se acercó a Hedwig, hizo unos chasquidos con la lengua y llegó a posarse elegantemente sobre su brazo, alzando ligeramente la pata para que Nox se la atara. —Ve con Brian Figg, y si quieres puedes regresar, él tiene quien me envíe una respuesta. Suerte —le susurró mientras caminaba a uno de los ventanales, y al estar al borde de este, Hedwig salió volando de ahí. —Vaya, no sabía que Hedwig podía hacer eso —comentó Hermione, mirando por donde había salido Hedwig volando. —Si, la entrené el verano pasado —dijo dándose la vuelta para salir, pero Hermione la detuvo. —Estuve pensando en qué cartel hacer para el P.E.D.D.O., e invitar que otras personas a... —Perdón, Jean, pero ahora mismo no tengo ganas de hablar de ello —la interrumpió ya con un pie en el escalón —, tal vez después, ¿si? Hermione suavizó su rostro y asintió con algo de pena e intimidación, dejando a Nox salir de ahí sin presiones. Al comenzar avanzar por los terrenos del colegio, la voz de Harry llamándola la hizo girar. —Hola, Nox —saludó una vez más. —Hola de nuevo, Harry —devolvió con algo de diversión en su voz —. ¿Se te olvidó algo? —Si... No... Es decir... No... O sea, si... —intentaba decir. Nox lo miró esperando una respuesta más clara, pero ella decidió dar el paso—: ¿Tú pusiste tu nombre en el cáliz? —preguntó. —¡Claro que no! —respondió de inmediato —No sé por qué todo el mundo cree que lo hice, y sé que estás enojada porque crees que quise hacerle competencia de nuevo a Cedric, pero yo nunca pensé en eso... —No estoy enojada, Harry, te creo —lo interrumpió, Harry detuvo también sus palabras —. No eres muy listo como para lograr engañar ese cáliz, con todo el afán de ofender. —Me alegro que pienses que no puse mi nombre en el cáliz..., aunque no de la forma que me gustaría —Nox sonrió ligeramente. —A mi también, eres muy impredecible, pero no tanto —suspiró—. Supe que Ron está enojado contigo —asintió—. Cuando saliste del gran comedor, me acerqué a él, estaba de verdad molesto. Solo dale tiempo. —Tiempo... Algo que todos piden, pero ese idiota no sabe lo que dice —soltó molesto, Nox frunció las cejas. —¡No le digas así! —¿Tiempo? —¡Idiota! —¡No me digas así! —¡No! —Nox intentaba ocultar la sonrisa que evidentemente Harry ya había visto —, me refiero que no lo llames así, es tu mejor amigo... —Ya, pero eso no evita que lo sea. Nox borró su sonrisa y lo comenzó a quemar con la mirada, él se encogió levemente. —Bueno, no... —Solo dale tiempo, tiene que pensar bastantes cosas. —Es algo que siempre pienso —confesó el de gafas—. La gente tiene que pensar muchas cosas para darse cuenta de otras, lo mejor es ser ser pacientes, ¿no crees, Nox? Parecía sonar más como una indirecta que una pregunta, o al menos así lo veía Nox. No se sentía incomoda, pero tampoco con la prudencia de responder. Sabía lo que él sentía por ella, pero desafortunadamente no era algo mutuo, y para hacerlo peor, no sabía cómo lidiar con ello. Por unos momentos la regresaron a la final de quidditch, donde se atrevió a besarla, gracias a la adrenalina que había en el juego, uno tan sucio y lleno de faltas que jamás había visto antes. Nox suspiró con algo de pena. ¿Será prudente decirlo? Había pasado bastante tiempo, pero tal vez romper un corazón ahora sería menos doloroso que hacerlo en años. Quería decirlo. Necesitaba decirlo. Pero no podía. No se atrevía. —Definitivamente, aunque por lo visto, tú no eres bueno en eso, tal vez en la paciencia. No podía. —Por cierto, tengo unas preguntas... Respecto al curso anterior... —¿Qué cosas? —Cuando llegué al lago, ¿sabías desde un principio que sería yo quién estaría en la ejecución de Buckbeak? —preguntó, mientras se rascaba la nuca. Después de que se había ido mucho antes de comenzar las vacaciones de verano (además de que se mantuvo muy incomunicada), ya no procesó preguntas respecto a lo que había pasado aquél jueves por la noche. Parecía ser que la profecía de la profesora Trelawney se había cumplido, ¿pero en qué aspectos? Harry pareció concentrarse en qué responder, tal vez demasiada información sería mejor resumir en un par de oraciones. Le contó que la rata de Ron era un animago y el verdadero traidor de sus padres, a quien creían muerto. Nox se llevó la mano a la boca de la impresión, pero no interrumpió. El profesor Lupin se marchó justo al día siguiente, después de que el profesor Snape le dijera a todo el colegio que era un hombre lobo, el mismo que había escuchado Nox aullar esa misma noche. Ahora entendía por qué ya no se encontraba dicho ex-profesor en el colegio, y a decir verdad, no se había percatado o sorprendido por ello, haciéndola sentir ligeramente mal. Algo de lo que Nox no recordaba con precisión, era ahora una pregunta por parte de Harry: —Esa noche en el lago, primero me estabas intentando ayudar —explicaba, escarbando en sus recuerdos—, pero no podía hacer nada, estaba muerto de miedo. Estábamos rodeados de cientos de dementores; pero a ti no te hacían nada... No te afectaban, al contrario; les respondías, les entendías, creo que hasta les ordenaste ir por Sirius... Intentaba recordar, aquél sonido ahogado, siendo parte de ella brevemente, se hizo presente en su mente aquella memoria, pero no entendía muy bien qué era. ¿Habrán sido los dementores? Quería saber por qué no le afectaban tanto como a Harry, o mínimo como al resto de personas. —No lo sé... No recuerdo muy bien lo de esa noche —dijo Nox—. Es muy extraño, era como estar con algo a lo que no tienes miedo, como si lo conocieras de toda la vida. —Nos ví, a nosotros cuatro. Me rogabas que me pusiera de pie, y cuando vi que estaban por tomar a Sirius, fue que lancé el patronus. Era un ciervo, y ahuyentó a todos los dementores, y fue cuando te desmayaste tú también. Se quedó escuchando, escarbando en su memoria, y solo recordaba ese susurro ahogado, idéntico a lo último que recordaba. Estaba por repetirlo, pero algo dentro de ella le dijo que no lo hiciera. Era como una manzana prohibida, con la enorme tentación de probarla. —Tal vez simplemente no me afectan los dementores —explicó Nox—. Posiblemente no tenía malos recuerdos... Bueno... Hasta ahora... Se silenció. La memoria de su madre inundó su mente, haciendo un nudo en su garganta, recordado dolorosamente que ya no estaba en este mundo. —Jamás la volveré a escuchar... —susurró. —Lamento mucho lo que pasó. Ella negó varias veces con la cabeza. —No te preocupes; tú lo tienes peor, la escuchas suplicar por tu vida. No siguió hablando, pero no porque no quería, sino porque no podía, más que nada porque su mirada se desvío a la persona que iba pasando a espaldas de Harry: era es chica de Beauxbatons, paseando mientras meneaba su cabello en una larga coleta. Iba platicando con aquél chico, que parecían ser como uña y carne, ya que siempre que miraba a uno, estaba el otro. Los siguió con la mirada, hipnotizada. Harry se percató de eso, así que se giró ligeramente, para ver lo mismo que ella. Frunció las cejas al ver de qué se trataba. —¿Sabes cómo se llaman? —preguntó de repente, sin apartar la mirada. —No —le respondió, Harry, con algo de brusquedad en sus palabras. —De acuerdo, iré a averiguarlo —sin esperar una respuesta, apresuró su lado hacia la pareja que seguía caminando, sin siquiera despedirse de su amigo, que se quedó viendo la escena con una cara de enojo más poderosa que las que le hacía a Ron en esos días. Nox caminaba a grandes zancadas, olvidando la vergüenza y la prudencia, posiblemente Cho la regañaría por ser tan imprudente, pero no estaba ahí, así que no tenía quien le sugeriera otra cosa. Se interpuso en el camino de ambos, como si intentara venderles algo, pero Nox parecía pensar con los pies y no con el cerebro a la hora de hablar: —¡Hola! ¿Cómo les va? La pelirroja se sobresaltó, al igual que el chico que venía con ella, mirando con cierto temor los ojos tan grises y oscuros de Nox. —Bien, gracias —habló el chico, intentando seguir su camino. —¿Cómo les parece Hogwarts? —insistió. Los dos se miraron entre sí, como si estuvieran presenciando la escena de una loca pidiendo dinero en la calle. —Bastante enorme, es como un laberinto —respondió esta vez la chica. Nox quedó maravillada al escuchar por primera vez su voz. —Tu inglés es perfecto —alagó Nox, a la chica—. Mis amigos me hacen hablar más despacio, porque cuando lo hago rápido, apenas y me entienden. —Ya veo —afirmó el chico. —Soy Misery Figg, pero me pueden decir Nox, bastante mejor, ¿no creen? —Soy Amélie Dumont —se presentó la chica —. Este es mi hermano André. —Muy lindo nombre —comentó Nox, más para la chica que para el chico. —El tuyo es algo... Terrorífico —su hermana le dió un codazo—. ¿Qué? ¡Es verdad! —Disculpa, suele ser muy imprudente y cruelmente sincero, pero ya se le pasará, ¿a qué sí, André? —regañó la chica a su hermano, pero él solo se encogió de hombros. Nox seguía hipnotizada, pero realmente no le preocupaba su cara de boba frente a ambos hermanos. Se había por fin hablarle, de un momento a otro. —Vi que pusieron sus nombres en el cáliz. ¿Qué les pareció que Fleur haya quedado seleccionada? Ambos se volvieron a ver, como un reflejo. —Es algo presumida, se la pasa quejándose del castillo, a veces no dice gracias, por eso muchos estaban llorando de que hay sido ella —reprochó André. Su hermana asintió. Realmente Nox no puso atención, estaba más concentrada en el rostro de la chica que en las palabras del hermano. Quería seguir hablando, pero llegó Harry, con unos pasos pesados, como si estuviera enojado. —¡Nox! Tenemos que irnos... Debemos de... Esto... —buscaba un pretexto. —¿Irnos? Pero si estoy... —Recuerda que quedamos de vernos con Hermione en el gran comedor. Nox frunció las cejas. A ella ni siquiera le agradaba Hermione Granger. No entendía el por qué de sus pretextos. —Es urgente —insistió el azabache. Nox se volvió hacia los hermanos, muy apenada por la situación, y ahora le daba vergüenza ver a la chica, que se encontraba viendo de forma sospechosa a Harry. —Oh, eres tú, el cuarto participante —dijo Amélie, mirando sin confianza a Harry. —¿Ves? Vamos, Nox —insistió Harry, jalando la de un brazo. —¡Nos vemos después! —se despidió, Nox, después de haber avanzado unos metros —. ¿Qué fue eso? Estaba platicando... —Tal vez no lo notaste, pero me miraban raro, como si hubiese matado al gato de uno de ellos, no confían en mí. Nox frunció mucho más las cejas. —Pero... Ellos fueron amables... —A veces eres tan buena persona, que no te das cuenta de como son realmente las personas, Nox. El rostro de la rizada se transformó, en algo como una mueca triste, sintiéndose ingenua y algo tonta. Tal vez Harry tenía razón, pero al menos ya sabía el nombre de Amélie Dumont.
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