17. Cuerpos ajenos y sentimientos ajenos
12 de septiembre de 2025, 13:18
Cápitulo 1
7
Cuerpos ajenos y sentimientos ajenos
El recuerdo de su madre comenzó a amargarse ligeramente, ella era una estupenda escritora, y eso inspiraba a Nox a ser una, pero ella quería escribir historias de terror, tan escalofriantes como las historias que leía en sus libros cada que podía, pero su madre escriba diferente: eran notas de El Profeta. Solían ser simples notas, anuncios, pero lo que mejor se le daba era la sección de deportes, pero cuándo leyó el artículo sobre el torneo de los tres magos, o mejor dicho: una biografía bastante alterada de Harry Potter, sintió que se le saldrían los ojos del coraje que sentía.
A Nox le enfadaba bastante la suplente que habían contratado el diario El Profeta; le parecía pésima, además de que era total una falta de respeto al trabajo de su madre. La nota era horrible y llena de amarillismo.
«Supongo que les debo mi fuerza a mis padres. Sé que estarían orgullosos de mí si pudieran verme en este momento... Sí, algunas noches aún lloro por ellos, no me da vergüenza confesarlo... Sé que no puedo sufrir ningún daño en el Torneo porque ellos me protegen...»
Conocía lo suficiente a su amigo, y era obvio que él no diría algo tan... ¿abierto? Apenas y se pudo abrir en un momento con ella, platicarle sobre que había descubierto que Sirius Black era su padrino, dudaba bastante que revelara que lloraba siempre que recordaba a sus padres que jamás llegó a conocer lo suficiente.
—¿En serio te molesta tanto lo que han escrito? — le preguntó Cedric, mirando sobre el periódico que sostenía Nox.
Se encontraban sentados en las escaleras de marmol del vestibulo, dejando pasar el tiempo libre, en lo que Cho salía para la hora de la comida. Al menos ahí Nox podría salir corriendo y gritar de rabia si se lo proponia.
—¡Claro que sí! —exclamó, aún molesta — Él no es tan estúpido como para decir eso...
—¿Estúpido?
—..., y no solo es eso:
«Finalmente, Harry ha hallado el amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Harry raramente se lo ve sin la compañía de una tal Hermione Granger, una muchacha de sorprendente belleza, hija de muggles y que, como Harry, está entre los mejores estudiantes del colegio.»
Leyó con notable mal humor.
—¿Te molesta que digan que Hermione y Harry tengan algo entre ellos? — le preguntó de nuevo, Cedric, achicando los ojos con curiosidad, Nox negó.
—¡Claro que no! —volvió a exclamar—. Lo que me molesta es que en ninguna parte te han mencionado —pasó las páginas del periódico con desesperación—, ¡como si fueras irrelebante! Pero..., ¡por Merlín! ¡Eres uno de los participantes! Tienes que estar aunque sea con algún apodo o algo parecido...
—Mejor para mi, así llamo menos la atención...
No completó su frase, porque se acercaron unas chicas, chillando entre ellas, Nox solo frunció las cejas.
—¡Oh, Cedric! ¿Podrías firmarnos las mochila? —dijo una chica con la corbata de Hufflepuff.
—¡La mia tambien! Sabes que nosotras te apoyamos, eres el verdadero campeón de Hogwarts —continuó la siguiente, acercando su mochila, llevaba la tunica de Slytherin.
—Bueno, Harry también es uno de los campeones —corrigió Cedric, pero las chicas no le hicieron caso.
—¡Te veremos en la primera prueba!
Terminaron de subir la escalera, aún chillando entre ellas, Nox siguió con su postura.
—¿Decías? —recordó, Nox—. Si Cho se llega a enterar de esto, nos ahorcara a los dos, a ti por firmarles, y a mi por ver.
Ellos dos, Cedric y Cho, aún no formalizaban su relación al 100%, pero si se les veía más empalagosos y unidos que antes. Nox procuraba darles su espacio, o pasar tiempo con ellos por separado, ya que tampoco es que le gustara ser un mal tercio para ellos dos, aunque lo nieguen cada vez que ella se retiraba de la sesión de besos.
Haber leído aquella nota la molestaba bastante, y no sabía que razón le daba más rabia, si quién lo escribió o a quien se lo escribió. Ella no sé molestaba con facilidad, pero cuando lo hacía, solían pasar cosas malas, o salir palabras malas de ella, era como ver una rosa negra, muy linda y espeluznante, que te podía atacar con su veneno y rayos Lazer de sus pétalos. ¿De donde venían eso? Solo de la mente de Nox, demasiados libros le afectaban la memoria, pero eso sí que no le molestaba.
—¡Oye, Harry! —le gritó a sus espaldas, ya que estaba caminando muy deprisa y se le había caído su pluma por el pasillo.
La tomó y dió pequeñas zancadas para alcanzarlo, siempre con aquella brillante sonrisa que llevaba en el rostro, que parecía aterrar a quienes no la conocían.
Pero Harry todavía no se había dado la vuelta y ya había comenzado a gritarle—: Sí, he estado llorando por mi madre muerta hasta quedarme sin lágrimas, y ahora me voy a seguir...
Se detuvo cuando terminó de girarse, encontrándose a una Nox muy desconcertada y con la pluma entre sus dedos.
—Solo quería decirte que se te ha caído esto —se la extendió.
—Oh, perdón, Nox. No sabía que eras tú —se sonrojó bastante —... Yo...
—No te preocupes, entiendo por qué estás así de irritable, yo también leí lo que salió en el profeta —dijo Nox, calmandolo y comenzando a caminar—. Me da mucha rabia que esa mujer sea la suplente de mamá, ¿qué se cree?
—La otra vez me entrevistó, sabía que publicaría algo similar, ella y su estúpida vuelapluma —se cruzó de brazos. Nox sonrió —. No quiero pensar lo que pasará cuando sea la primera prueba, me sacará notas hasta por qué empiezo a caminar con el pie derecho y no el izquierdo.
—Apuesto que lo harás bien, aunque no sepamos de que se trate.
—¿Cedric como se lo está tomando? —preguntó cuando dieron vuelta por el pasillo, en dirección al vestíbulo.
—Parece estar tranquilo, pero apuesto que se está haciendo en los pantalones cada vez que lo recuerda, estoy yo más preocupada que ustedes dos.
—¿A qué te refieres? —preguntó, Harry, deteniendo su paso. Nox hizo lo mismo.
—Me refiero a que me preocupo mucho, más por ti —se comenzó a sonrojar —. Eso de que tú nombre haya salido en el cáliz, no me parece del todo normal. Alguien lo hizo a propósito. Cedric lo puso, y es mayor de edad, tiene experiencia y sabe mucho, y eso me despreocupa un poco menos.
—Gracias por los ánimos —gruñó, Harry.
—No te lo tomes a mal, Harry —rió, ligeramente —, lanzaste un patronus corpóreo antes de las vacaciones, mataste es serpiente gigante que mencionaste, la experiencia la tienes, pero aún así no deberías de estar haciendo esto. No entiendo cómo Dumbledore lo permitió.
—Eran parte de las reglas —comenzó a explicar, Harry—. Querían que se volviera a hacer otra selección, pero las llamas del cáliz se apagaron, y según no volverían a arder hasta el inicio del próximo torneo. Los nombres que salieron serían obligados a cumplir con participar.
—¿Y qué pasa si alguno no quiere participar?
Harry se encogió de hombros.
Parecía ser que no estaba llevando nada bien la situación, y si Nox estuviera en sus zapatos, estaría igual o mucho peor. Posiblemente consideraría la idea de ahogarse en el lago negro con una piedra amarrada a la espalda.
La nota del profeta parecía también sacar de su paciencia a Harry, no solo por los chistes hacia su persona, sino también porque ahora hacían burla a Nox, que ni siquiera su nombre se mencionaba en la nota, pero si en los labios de Pansy Parkinson que pasaba por ahí, con la pandilla de Slytherin rodeándola y siguiendo sus pasos:
—¡Oh, Potter! ¡Vas de mal en peor! ¿Eh? ¡Esa Misery no podrá llenar tus expectativas! —soltó Parkinson cuando pasó por ahí, riendo a carcajadas en camino al gran comedor junto a otros Slytherin.
—¿Vas a comenzar a ladrar, Parkinson? —soltó Nox, bastante molesta. Sus ojos comenzaban a brillar.
—Oh, la pobre Miseria descubrió que es fea de cojones —hizo un puchero, lleno de sarcasmo, para después soltarse a reír.
Nox no se atrevió a responderle, ya que no sabía cómo tomarse aquello. Pansy Parkinson estaba por dar la vuelta del corredor, cuando los ojos de Nox terminaron de cambiar. Sentía el enojo quemarle la punta de los dedos, y se sorprendió de no haber dicho nada después de su último comentario.
Los espejos de sus ojos estaban en su dirección, y de pronto en tan solo un parpadeó ya se encontraba dando la vuelta. Parpadeó de nuevo y varias veces sin entender qué pasó, hasta que se dió cuenta que estaba rodeada de los otros Slytherin.
—¿Qué quieren, idiotas? —soltó con desagrado cuando los vió tan cerca, pero la voz que salió de ella no era la suya.
Se llevó las manos a la garganta, sin entender qué había pasado con su voz. Carraspeó, como si eso fuera a ayudar. Sintió que sus manos tampoco eran las suyas; eran mucho más chicas y de dedos cortos. Su cabello estaba a la altura de sus orejas y los zapatos le incomodaban por el pequeño tacón que traían.
—¿Qué te pasa, Pansy? —le preguntó Zabini Blase —¿Te impactó demasiado la presencia de Figg?
¿Pansy?
Pansy.
¡PANSY!
ESTABA EN EL CUERPO DE PANSY PARKINSON.
Comenzó a tocar aquél cuerpo extraño, y se pellizco, y le dolió.
«Esto no debe ser real...», comenzó a sofocarse. Y de repente soltó un grito aterrorizada.
—¡PANSY! ¡PANSY! —le gritaban mientras la tomaban de los brazos —¡CÁLMATE!
Cayó al suelo y parpadeó de nuevo. Estaba con las rodillas al suelo, como si se hubiese tropezado, ya que sus palmas estaban soportando su cuerpo.
—¿Nox, estás bien? ¡Reacciona! —era Harry, intentando levantarla.
Se puso de pie, como si hubiese despertado de una larga siesta. Miró a Harry, que se notaba preocupado por lo que pasó, aunque no sabía qué fue, y lo peor es que ella tampoco sabía.
—Creo que me quedé dormida... —dijo sacudiendo sus rodillas empolvadas.
—¿Dormida? Pero si de repente te pusiste a ver a la nada, como si estuvieras en un trance —decía con preocupación —. Hasta tus ojos cambiaron de color, y luego caíste cuando Parkinson comenzó a gritar por allá.
Abrió demasiado los ojos, se quedó rígida... No había tenido un sueño... Era algo muy extraño...
—Pellizcame —le pidió a Harry.
—¿Qué?
—¡Pellizcame! Quiero saber que no estoy... ¡AUCH! ¡Tampoco tan fuerte!
Le había dolido, pero no tanto como el que se había hecho hace unos instantes. Se le estaba ocurriendo la cosa más loca del mundo, y quería comprobarlo. Jaló a Harry de la mano hasta donde había visto que estaba el grupo de Slytherin. Al llegar, estaban hablando con Pansy Parkinson, que se encontraba muy desorientada, explicando que no sabía de qué estaban hablando, que no recordaba haber gritado.
Las ideas en la cabeza de Nox comenzaban a juntarse como un engranaje, y quería echarlo a andar, pero no sabía cómo. ¿Estaba realmente segura de aquello? ¿O era una simple coincidencia? Tal vez sería una muy grande.
Los Slytherin se adentraron al gran comedor entre murmullos, quién sabe si se quedarían con más ganas de seguir molestando como con los artículos de Rita Skeeter. Tal vez olvidarían el tema muy rápido, o tal vez no.
A Nox le comenzó a sudar la mano, pero no entendía muy bien por qué, no fue hasta que vió salir a aquella chica de Beauxbatons, junto a su hermano, que era tan parecido a ella. No podía fingir no querer mirarla.
Amélie dirigió su vista a la mano de Nox, ella no entendió el por qué de su expresión, hasta que ella misma miró su mano, que seguía entrelazada con la de Harry. Ahora entendía por qué estaba sudando tanto.
La soltó de inmediato, como si fuera de hierro fundido, y volvió su vista a la chica, que se retiraba ondeando su túnica escolar francesa. No podía negar que era muy guapa, de pies a cabeza. Frunció las cejas, ligeramente molesta de que se le haya escapado por un mal entendido.
—¿Podrías explicarme lo que te pasa? —Nox salió de su pequeño transe una vez más.
—Creo que acaba de pasar la cosa más... Loca... O yo soy la loca... ¿Y si lo estoy? Estoy loca, por Merlín.
—¿De qué estás hablando, Nox? Te estás comportando rara desde hace rato.
—Creo que puedo poseer cuerpos.
El silencio los empapó como balde de agua helada. Aquellas palabras juntas salieron de la boca de Nox, y sonaban mucho más extrañas de lo que eran. Harry la miró como si acabará de decir que quería ser doctora de vegetales.
—Se que suena loco...
—De hecho, lo es —comentó su amigo —. Estás loca.
—..., pero no es la primera vez que pasa, y-y creo que pasa cuando estoy enojada. Pasó algo similar cuando tenía como ocho años: hice que un niño se pegará en la cabeza, bueno, en realidad era yo pegándome...
—Nox, ¿estás segura de que no es una maldición imperius? —sugirió Harry. Nox negó con la cabeza.
—No, porque jamás he usado mi varita, la última vez que pasó fue en la final de quidditch, cuando Draco intentó agarrar la cola de tu escoba... O sea, al final fui yo quién lo hice, o sea, ya la tenía en la mano, yo nunca se lo pedí, yo lo hice, quiero decir...
Calló en cuenta de lo que estaba recordado, y no solo ella, sino también la persona que estaba justo frente a ella. La final de quidditch inundó su mente y su rostro.
—Oh, Harry, aquí estás, creí que te habías perdido o algo —llegó Hermione en su salvación —. Hola, Nox. ¿Vienes a almorzar?
—Yo... Si claro, a eso íbamos, ¿no, Harry?
Él asintió.
Nox volvió a respirar ligeramente, no quería tocar aquél tema, le causaba bastante vergüenza, y eso que ella no fue quien lo besó y lo dejó con una duda existencial por dentro. Ya dentro del gran comedor, la banda de Slytherin comenzó de nuevo con sus malos chistes sobre las lágrimas de Harry y el aspecto de Hermione.
—¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones? —gritó uno.
—¿De sorprendente belleza? ¿Ella? —chilló Pansy Parkinson —. ¿Comparada con quién?, ¿con un primate?
—Oye, Parkinson, escuché que te pusiste a gritar como una loca desquiciada —se detuvo Nox, a unos pasos de ella — ¿Tan sedienta estás de aparecer en un artículo de Rita Skeeter? Si quieres podemos repetirlo, para que aparezcas en uno.
—No, Figg, la que está desesperada eres tú; eres muy capaz de revolcarte con el primero que se te aparezca enfrente; así como Granger, que te ganó a Potter, ahora lo haces con Diggory, que bueno, al pobre no lo voltea a ver ni la vuelapluma, y eso que es muy guapo...
Pansy Parkinson dió un salto hacia atrás cuando vió que Nox estaba por abalanzarse sobre ella, pero Harry y Hermione la detuvieron, uno por cada brazo.
Tu alma no es mía, pero tu cuerpo lo será...
Los ojos de Nox volvían a brillar, y ambos Gryffindor hicieron el mayor esfuerzo de que Nox no cayera al suelo, ya que ella ya no se encontraba en su cuerpo, sino en el de la Slytherin que estaba a punto de machacar.
Miró sus manos una vez más, y vió su propio cuerpo frente a ella. Era lo más extraño que alguna vez había visto, después de verse a sí misma caminar por los pasillos después de usar un giratiempo era poco, ya que esta vez era algo «seguro», y libre de reglas.
Sonrió con malicia.
Se subió a la mesa de Slytherin, haciendo un lado el plato con guisados y dió un muy agudo grito, haciendo a todos en el gran comedor voltear hacia ella. Nox no sintió ninguna pena, ya que no era ella misma, sino Parkinson.
—¡ESCUCHEN TODOS! —anunció en voz muy alta con la voz de la Slytherin—. ¡DEBO DE ADMITIR QUE ESTOY ESTÚPIDAMENTE ENAMORADA DE DRACO MALFOY! —«¡¿Qué estás haciendo?!», le preguntaban los de Slytherin, pero Nox los ignoraba —. ¡Y QUE BESÉ A SU ELFO DOMÉSTICO POR ACCIDENTE!; ¡CREÍ QUE ERA ÉL!
Las risas inundaron el gran comedor, y podría jurar que algún profesor que estaba sentado en la mesa de los maestros ahogó una risa detrás de una copa de oro, disfrutando de la ridiculez adolescente. Nox sonrió con malicia, y volteó a ver su cuerpo, que seguía con la mirada inexpresiva y en la nada. Harry la volteó a ver, y esta le guiñó un ojo con complicidad.
—¡ADEMÁS —continuó con el mismo tono de voz —, ¡ME ENCANTA ROBAR PRODUCTOS PARA EL CABELLO DEL DESPACHO DEL PROFESOR SNAPE!
Más risas resonaron por el gran comedor. Nox se sentía muy satisfecha. Pero después le surgió una duda, ¿cómo debía volver a su cuerpo? No sabía cómo, así que decidió improvisar, como con todo lo que hacía, día con día. Solo recordaba que regresó al suyo cuando la ayudaron a «despertar» la última vez.
Bajó de la mesa de un salto, y quedó frente a Harry, que le pareció muy extraño tener que levantar la vista para verlo a la cara.
—Pellizcame de nuevo —le pidió una vez más.
—¿Qué? ¿Otra vez? —Harry no sabía si mirarla con desprecio, curiosidad o sorpresa.
—¡Pellizcame! Necesito regresar... ¡No a mí! ¡A ella! —señaló su propio cuerpo.
Hermione veía la escena sin entender nada de nada. Y así como regresó la última vez, lo hizo en ese momento. Volvió a levantar la vista, y Pansy se notaba mucho más desconcertada que antes.
Nox se enderezó, Harry y Hermione la soltaron cuando ya no sintieron la necesidad de seguirla deteniendo. La misma sonrisa que tenía Pansy instantes antes, ahora la tenía Nox en el rostro, y más al ver que el profesor Snape se ponía de pie en la mesa de profesores.
—Suerte con tu exclusiva —le dijo Nox a Parkinson, que seguía sin entender qué había pasado, ya que todos se reían en su dirección, con uno que otro señalandola.
Misery Nox se fue a sentar a la mesa de Ravenclaw, con Harry y Hermione siguiéndole el paso, buscando explicaciones. Ella estaba igual de desconcertada que ellos, pero podría decir que había confirmado su teoría, en solo cuestión de minutos, pero no estaba segura si era algo bueno o malo, y si era algo que estaba dispuesta a practicar y aceptar, con gusto lo haría, pero no se arrepentía de controlar a Pansy Parkinson, en lo absoluto.
—¿Nox? —le habló Hermione.
—¿Si? —respondió la pelinegra, mirándola con aquél brillo tan característico en ella.
—¿No vas a explicar lo que pasó? —preguntó.
—Bueno, no tengo por qué dar explicaciones de algo que posiblemente ya te diste cuenta tú misma, ¿o no, Harry?
Él no se atrevió a contestar. Hermione le lanzó una mirada, esperando a que contestara aunque sea la hora, pero solo le respondió encogiéndose los hombros.
—Solo te puedo decir, que creo que los tres estamos locos de remate —agregó Nox, mientras sonreía y veía como Parkinson era confrontada por el profesor Snape.
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Parecía muy extraño para Misery Nox estar sola, bueno, no en su totalidad, siempre se encontraba con la compañía de sus dos mejores amigos, pero estos se volvían cada vez más unidos, y empalagosos. Habían quedado en ir a Hogsmade juntos, como pareja, a Nox no le molestó en lo absoluto, al contrario, le encantó la idea de que decidieran estar juntos más tiempo; priorizandose el uno al otro.
Nox durante muchos años, se había acostumbrado a la soledad, el ir y venir de las personas, así que no se molestaría en lo absoluto en ir a Hogsmade sola, le gustaba su propia compañía.
Entró a Honeydukes y se compró una bolsa de palomitas que te hacían levitar unos centímetros, una barra de chocolate rellena de crema, muchas paletas de distintos sabores. Salió de ahí comiendo una paleta helada cubierta de nueces y chocolate. Aún recordaba como perdió un diente de leche, masticando sin cuidado una paleta helada como esa.
Mientras caminaba por el pueblo, también estaba pensando en lo que había pasado ya días antes, ¿cómo era posible aquello?, le parecía fascinante el hecho de poder hacer algo que posiblemente nadie más podría hacer, pero lo que le preocupaba era si sería prudente decirle a sus dos mejores amigos. Sabía que la respuesta era que debía hacerlo; si lo sabía Harry y Hermione, ¿por qué Cedric y Cho no?
Su mente se vió interrumpida cuando vió a una mujer estúpidamente arreglada salir de las tres escobas, sabía que se trataba de Rita Skeeter. Se pasó de largo, ignorando a Nox. Ella frunció las cejas, recordando que aquella mujer estaba faltando el respeto al gran trabajo que hacía su madre, escribiendo tantas notas tan estúpidas en los renglones del El Profeta. No importa cuánto tiempo pasara, seguía guardando rencor.
De seguro se estaba hospedando en el pueblo, ya que pronto sería la primera prueba, y apostaba que querría estar en primera fila para presenciar y «escribir» sobre la valentía del único campeón al que le prestaba atención. Miró como se alejaba la mujer con su amigo fotógrafo, hablando de quién sabe que cosas.
Tal vez no sería mala idea entrar a tomar algo en las tres escobas, el helado le había dado frío, y le congeló el cerebro por unos instantes. Se adentró al lugar que estaba abarrotado de gente, sobre todo por estudiantes de Hogwarts, que simplemente estaban pasando la tarde. Soltó un pequeño chillido cuando sintió un pisotón, pero no logró distinguir de quién se trataba, pero bueno, era algo que se esperaba estando ahí de pie en medio de todos.
Se acercó al mostrador para pedir su respectiva cerveza de mantequilla, pagó, la tomó, y se dió vuelta. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Vió a lo lejos a Cedric y Cho, rodeados de otros compañeros de Hufflepuff y Ravenclaw. Nox sonrió cuando los vió tomados de la mano, mientras platicaban con los demás. Prioridad.
Muy al fondo en un rincón, pudo distinguir una enorme melena (muy similar a la suya) y castaña, sabía que se trataba de Hermione, que estaba sola. Aceptó su derrota en buscar una mesa y se dispuso a acercarse. Tal vez se hubiese sentado con sus amigos, pero no quería interrumpir la plática con su oscura y misteriosa mirada, así que Hermione parecía una mejor opción, aunque no le cayera del todo bien.
—Hola, Jean. ¿Te molesta si te acompaño? Es difícil encontrar un lugar tranquilo aquí.
Por un instante Hermione se había sobresaltado. Llevaba una libreta con una lista muy corta de la P.E.D.D.O., con su nombre después del suyo. Se había olvidado de ese asunto...
—Oh, si, claro —le respondió.
Nox está por tomar asiento en uno de los lugares, pero...
—¡NO!
Nox se sobresaltó de repente, casi derramando su cerveza de mantequilla.
—Es que esa silla está rota, perdón —le dijo muy nerviosa—; me caí hace rato, y prefiero que no lo hagas.
Sin entender y con el corazón aún en la mano, tomó asiento en la otra silla disponible.
—Veo que has estado avanzando con lo del pedo...
—Pe, e, de, de, o —le corrigió sin alzar la mirada.
—Claro eso... —le dió un trago a su cerveza de mantequilla y la dejó sobre la mesa—, y cuando piensas..., ya sabes ¿dejarlo?
—¡Cuando los elfos domésticos disfruten de un sueldo decente y de condiciones laborales dignas! —le contestó—. ¿Sabes?, estoy empezando a pensar que ya es hora de emprender acciones más directas. Me pregunto cómo se puede entrar en las cocinas del colegio.
—Tal vez Cedric lo sepa, siempre menciona que está cerca de su sala común.
—Lo consideraré, y por cierto —levantó la mirada —, ¿cómo ha estado él?
—Bastante bien, la verdad —mintió con seguridad —, de hecho, está por allá —señaló a sus amigos, que ahora se notaban muy apartados de la conversación de los demás —. Muy enamorados como para sentarme con ellos.
—Ya veo —comentó Hermione mientras volvía a Nox —. Es bueno tener un poco de apoyo, sabiendo que en unos días estarás enfrentando quién sabe que cosas.
—Pienso lo mismo —agregó Nox—. ¿Y cómo lo ha tomado Harry? Digo, es el más pequeño de todos, debería estar aterrado... Por cierto, ¿dónde está?
—Esto... Él fue por ahí —evitó la oscura mirada de Nox—. Él también necesita mucho apoyo, sin Ron, es más irritante y difícil de entender, deben de ser los nervios.
—Apuesto a qué sí, yo estaría igual o peor —tomó otro trago—. Supongo que tú lo estás apoyando, ¿no?
—Por supuesto, pero, creo que él necesita MÁS apoyo.
—Claro, el de Ron.
—No me refiero a ese tipo de apoyo.
La mesa tembló de repente.
—La mesa se mueve mucho, creo que es esta pata... —dijo Hermione mientras daba una patada a la mesa, que volvió a temblar y chillar—. Lo que quiero decir Nox, es que creo que Harry necesita más..., motivación.
—Si, Jean, ya entendí ese punto, y estoy apoyándolo tanto como a Cedric —contestó Nox, mirando extrañada a Hermione, presintiendo a dónde quiera ir.
—Mira, a lo que me refiero es que quiere el mismo apoyo que recibe Cedric de Cho.
Nox sintió la cara arder.
—Jean, tengo suficiente con los acertijos que me da la entrada de la sala común de Ravenclaw, así que si puedes ser un poco más clara...
—No le has dejado de gustar —Nox detuvo sus palabras, mirándola bastante sonrojada —, siempre quiere aunque sea mencionarte en una oración. Realmente no sé si es correcto que te lo diga yo, pero soy su amiga, y creo que es debido que al menos lo ayude en esos asuntos. Ya sabes cómo son los chicos; demasiado brutos.
—Eso lo tengo más que claro, pero yo no... —buscaba las mejores palabras para decir aquello, algo que no se atrevía a decir a Harry —, a mí no me gusta. Lo quiero mucho, lo conozco desde que tenía, no sé, ¿diez años? Pero lo he pensado bastante, y yo estoy interesada en alguien más —en su mente se distinguió aquella chica de Beauxbatons.
—Pero tú ya no estás con Terry desde la final de quidditch —agregó la Gryffindor.
—Precisamente por lo que pasó ese día —agregó de inmediato —, pero de todos modos no es a él a quien me refiero.
Hermione pareció decepcionarse, parecía tener la esperanza de que Nox respondiera lo contrario.
—Lo quiero mucho, pero yo no lo veo de esa forma —buscó las palabras para que no sonara tan cruel —, lo que pasó aquél día solo fue un beso, nada más, no se ha vuelto a tocar el tema, y creí que quedaría en ello nada más.
—Yo también creí lo mismo —confesó—, pero ya ves que no es así.
La vergüenza comenzaba a inundar su rostro una vez más, al menos ya no lo tenía guardado para sí misma. Era un poco más sencillo hablar del tema con Hermione.
—¡Mira, es Hagrid! —dijo Hermione.
Distinguió al enorme hombre aproximarse junto al profesor Moody, una combinación demasiado extraña e inesperada.
—¿Va todo bien, Hermione, Nox? —le preguntó Hagrid en voz alta.
—Hola —respondió Hermione, sonriendo.
—Todo bien, profesor, ya sabe, tarde de chicas —respondió Nox, sonriendo también.
Hagrid miró a ambas chicas, más como intentando analizarlas al mismo tiempo. Moody se acercó a la mesa cojeando y se inclinó al llegar leyendo el cuaderno de la P.E.D.D.O., que estaba entre Hermione y la silla vacía.
—Bonita capa, Potter —susurró muy claramente el profesor Moody.
Nox sintió la sangre caerle a los pies. Hermione la miró de inmediato, con una expresión de alerta, como si hubiesen revelado su mayor secreto frente a ella, y la situación no era muy diferente. El rostro parecía que le iba a estallar de vergüenza; había dicho absolutamente TODO frente a Harry, que se encontraba aparentemente escondido. Era como si se lo hubiese hecho a sus espaldas y no en su cara.
—Nox... —comenzó Hermione, pero la Ravenclaw ya se había puesto de pie de un salto.
—Yo olvidé algo que tenía que hacer... Con permiso —se abrió paso de camino a la salida.
La adrenalina se le había acumulado a las manos, haciéndolas temblar como una gelatina fuera del refrigerador. Una vez más tendría que evitarlo hasta que lo olvidará, o que la vergüenza abandonara su cuerpo.