19. Mejor sola que mal acompañada
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 19
Mejor sola que mal acompañada
Faltaban semanas para el baile, y Nox se desanimaba ligeramente cuando escuchaba a las chicas de su casa hablar animadamente sobre que vestido usarían, que accesorios combinaban mejor, o con quién irían. Cho muy alegre le contó que iría con Cedric, eso no le sorprendió en lo absoluto, pero sin embargo no evitó sentirse muy felices por ellos dos.
Las hormonas flotaban por los pasillos esos días, y parecía surgir efecto en Nox, pero de una forma muy negativa para ella: comenzaba a notar pequeños salpullidos en su rostro, o mejor conocido como acné. Cho la consoló por casi dos horas en la sala común, ya que jamás le había sucedido aquello. Su mejor amiga le recomendó que intentara lavarse la cara con un jabón que le había regalado su madre, y Misery Nox se echó a llorar más fuerte.
Al día siguiente los granos en su cara habían cambiado gracias al jabón, y su actitud también. Los granos se habían hecho un poco más pequeños y otros se habían secado, pero afortunadamente lograban confundirse ligeramente con sus pecas.
Algo que no terminaba de sorprender a Nox, era su amistad con Padma Patil: ya no le hablaba ella con miedo en su voz, la saludaba más seguido, y siempre se sentaba junto a ella en clases. Conversaban, y entre platicas, le recomendó Padma a Nox usar una crema contra los granos, justo la misma que Cho le había dado, pero eso no evitó que Nox se volviera a echar a llorar.
Una tarde, mientras repasaba para un examen de pociones, sentada en el suelo junto a una armadura y escondida detrás de ella en uno de los pasillos, no pudo evitar prestar atención a lo que decían Harry y Ron al pasar cerca de ella:
—Mira, no vas a tener ningún problema. Eres un campeón. Acabas de burlar al colacuerno húngaro. Me apuesto a que harían cola para bailar contigo —le decía Ron.
Parecía ser que aún no conseguían pareja para el baile, algo bastante extraño para cualquiera que se enterara.
—Claro, mientras no sean como aquella chica de quinto...
—Pero si está muy bien —le dijo Ron cuando paró de reírse.
—Me saca treinta centímetros —contestó Harry, aún desconcertado—. ¿Te imaginas cómo será intentar bailar con ella?
Las risas de Ron desaparecieron por el pasillo, junto a las quejas de Harry.
Nox no pudo evitar ver su reflejo en la armadura perfectamente pulida frente a ella. Se analizó. Su cabello tan negro como una sombra, abundante y sobresaliendo de su cabeza, controlado por las dos pequeñas trenzas sobre su cabeza. Sus ojos grises y oscuros, devolviéndole la mirada. Los pequeños granos que se asomaban en su frente y mejillas, señalando que no era perfecta y estaba pasando por una etapa de crecimiento. Ella era bastante alta, ligeramente más que Harry, tal vez no treinta centímetros, pero si al menos unos diez.
¿Le daría vergüenza bailar con ella solo porque era más alta? No pudo evitar sentirse terrible.
—No puedo creer que no vayas a ir al baile —dijo Padma después de la clase de transformaciones —. ¡Todo el mundo irá!
—Si, pero yo no, ya he dicho que he tenido otras prioridades.
—Ay, Nox, tú y tu buen corazón.
—¡Oye, Nox! —gritaron a sus espaldas. Esta se tensó al saber de quién era aquella voz.
Ambas se detuvieron y se dieron vuelta; era Terry que venía detrás de ellas, sonrojado hasta las orejas, y temía que lo que estaba pensando en ese momento fuera real. Padma comenzó a reír por lo bajo, y Nox le dió un pequeño codazo en el hombro.
—Que tal, Terry.
—¿Te gustaría ir al baile conmigo? —preguntó de repente.
El calor subió por su rostro y las orejas se le calentaron mucho más. Padma la veía con bastante emoción, como si la invitación de un chico la haría cambiar de opinión, avergonzando aún más a Nox.
—Yo, esto... No.
—¿No? —se entristeció.
—Bueno, es que no voy a ir al baile, pasaré la navidad con mi familia —explicó, Nox—. Lo siento, Terry. De no ser así, aceptaría.
—Vaya, bueno. Supongo que será en otra ocasión... —se rindió—. Nos vemos después —aceptó su derrota y siguió su camino hacia las mazmorras.
Padma se quedó esperando ser la segunda opción, pero ni siquiera la volteó a ver, bufando algo molesta.
—¿Cómo pudiste negarte? Es lindo, y ves que hay muchos queriéndote invitar, Nox...
—Es el primero que lo hace, recuerda que sigo dándole miedo a todos, tú eras una de ellas.
—Bueno, pero las cosas pueden cambiar.
—Puede ser, pero por un chico no cambiaré mis planes.
Siguieron caminando en dirección a la clase de pociones. Padma se rindió y dejó de insistir a Nox que fuera al baile, ya que se veía más que decidida a no ir. Era obvio que quería ir, pero como siempre se repetía: estaba comprometida.
Al doblar la esquina, sintió como le golpeaban fuertemente el hombro, tambaleando y cayendo al suelo de repente de rodillas. Padma logró esquivar a la persona que había salido como alma que lleva el diablo del salón de pociones. Soltó un chillido adolorido desde el suelo.
—¡Oh, lo siento mucho, Nox! —se disculpaba Harry, con el rostro rojo de vergüenza.
Ayudó a Nox a ponerse de pie, te tenía ahora las rodillas adoloridas. Esta solo rió ligeramente, ya que le parecía una situación mucho más graciosa que desastrosa.
—No pasa nada, solo ten más cuidado cuando decidas hacer carreras por los pasillos con los fantasmas —se burló Nox—. Bueno, tengo examen, así que te veré después...
—¡Espera! —ella se sobresaltó, parecía tener mucha más prisa que ella —¿Podría hablar un momento contigo?
Padma comenzó con su ataque de pequeñas risitas, y por segunda ocasión en el día sintió su rostro enrojecer.
—Claro —sonrió, y lo siguió a un lado donde no podría escucharlos. «Por favor, que no sea lo que estoy pensado...», suplicaba Nox —. ¿Bien?
—Eh... —comenzó a balbucear.
Nox solo se quedó viendo, esperando que lograra formular aunque sea una palabra que entendiera, pero fue aún mucho peor:
—¿Quieresveviralmailecombigo?
—¿Cómo dices? —dijo Nox.
—¿Que... querrías venir al baile conmigo? —le preguntó Harry. Nox abrió bastante los ojos, sorprendida —¡Como amigos!
Sintió que la idea de estrellar su cabeza contra la ventana y saltar de ella parecía demasiado tentadora. ¿Por qué ella? ¿POR QUÉ ELLA?
Sabía que se había corregido, porque más claro sus sentimientos por él eran muy opuestos a los que él sentía, justificando que sería como amigos, pero eso no era suficiente para hacerla cambiar de planes.
—Ah... No. Lo siento, Harry —comenzó con el rostro muy rojo —. Pasaré Navidad con mi padre y abuela Figgy, les prometí estar ahí este año; de ser lo contrario, aceptaría con gusto.
Sabía que estaba reciclando exactamente las mismas palabras que había usado para Terry, pero no sé le ocurría una mejor cosa que decir. La ventana no parecía ser muy gruesa, la atravesaría con mucha facilidad...
—Bueno, no te preocupes —añadió Harry.
—Lo siento muchísimo —repitió Nox—. Además, soy muy alta para ti, ¿no lo crees?
—¿A qué te refieres?
—Eso dijiste. Te escuché decirle a Ron que aquella chica que tuviste que rechazar era porque era muy alta para ti, y no te imaginabas bailando con ella. No sé qué te habrá hecho cambiar de opinión para bailar conmigo sin importar que te vieras bien —Harry cambió de rojo a un tono pálido y enfermizo. Era un dato que definitivamente no pensó que ella llegaría a escuchar, y mucho menos a confrontar con él, así que ella supuso que no seguiría con la conversación, así que solo sonrió como siempre solía hacer y se despidió —. Bueno, tengo que irme, ¡suerte con tu búsqueda!
Tal vez no era tristeza lo sentía, era más como decepción, ya que lo había atrapado desprevenido, y sabía que no se refería a ella directamente, pero se sentía como si lo fuera. Una de las desventajas de ser Misery Nox, era que hablaba y después pensaba, muchas de las veces sin siquiera tener un filtro en sus palabras, y peor aún: no sé percataba si hacía daño a alguien.
Un día muy temprano por la mañana antes de navidad, Nox ya tenía listo su baúl, y estaba siendo acompañada por Cho y Cedric hasta las puertas del castillo, ya que estaban por salir los carruajes en dirección a los trenes. Pero una vocecita desesperada los detuvo:
—¡Señorita Figg, detengase!
Se voltearon y vieron al pequeño profesor Flitwick corriendo lo más rápido que permitían sus piernas cortas. Blandia un sobre y llegó frente a Nox para entregárselo. Ella lo tomó sin entender.
—Es... De... Tu... Padre —intentó decir, ya que le faltaba el aire —. Lo envío... De ur...gencia...
—¿Mi padre? Pero si estaba a punto de ir a verlo...
—¡Precisamente!
Ella abrió la carta, y leyó la desprolija y desesperada letra de su padre:
NoX
TU ABUELA ME RecorDOo alGo: NO VENGAS. DisfrútALO. SOLO PAsA unA veZ CADA QUIÉN SABE CUANDO.
PAPÁ
—¿Y bien? —preguntó Cedric cuando Nox alzó la mirada.
—Quiere que me quede al baile...
—¡Genial! ¡Gracias, profesor!
Cho no dejó que su mejor amiga terminara la frase, ya que la arrastró de vuelta al castillo, chillando de felicidad.
—¡Cho, espera! —por fin se logró soltar —. Ni siquiera tengo que ponerme...
—Te presto algo.
—Ni siquiera tengo pareja...
—Te presto a Cedric.
—¿Que yo qué?
Cedric había llegado a ellas, jadeando, ya que traía de regreso el pesado baúl de Nox.
—No... No voy a ir al baile —setenció Nox.
—¡Oh, vamos, Nox! —soltó Cedric, mientras dejaba el pesado baúl en el suelo —. Tu padre te dijo que te quedaras, y que aprovecharas la oportunidad. Los carruajes se han ido, no tienes alternativa.
Nox soltó un bufido.
—Está bien, iré.
Ambos chillaron emocionados, haciendo a Nox soltar una carcajada, así que se dirigieron de regreso a la sala común de Ravenclaw, para dejar las cosas de Nox de vuelta a su lugar.
Al entrar, se encontraron con Padma, que al verla abrió bastante los ojos, algo sorprendida.
—¿Te quedarás? —le preguntó en cuando la vió con sus cosas. Nox se encogió de hombros.
—Su padre le mandó una lechuza de último momento —contó, Cho. Padma comenzó a dar saltitos con alegría.
Se sujetó del brazo de Nox, y Cho hizo lo mismo con el izquierdo, y comenzaron a guiarla hacia la salida, pero la rizada no entendía que estaba pasando.
—Debemos conseguirte una pareja...
Salieron de la sala común con mucha prisa, como si se les estuviera haciendo tarde para algo, tal vez para encontrarle una pareja a Nox. Se reunieron junto a Cedric, que estaba cerca de la entrada. Estuvieron todo el rato paseando, platicando y sentándose a propósito cercas de algún chico que estuviera solo y lindo, para ver si tenían la iniciativa de invitar a Nox, pero solo se acercaban a Cho y Padma.
Llevaban ya bastante tiempo, y nadie se atrevía a invitarla, y eso comenzó a entristecerla.
—Oh, Nox, ya encontraremos a alguien —animó, Cho.
—Si, eres bastante linda, debe de haber alguien... —agregó Padma.
Para esos instantes, Nox ya no escuchaba. ¿Y si nadie la invitaba al final del día? Sería un asmereir de la noche. Tal vez las palabras de Harry no eran tan falsas después de todo; tal vez era bastante alta como para que alguien quisiera bailar con ella.
Y como lo pensó, lo vió más al fondo del pasillo, con Ron y Hermione, como siempre. En ese momento se preguntó si todavía tenía pareja. ¿Debería preguntarle? No sabía por qué se hacía preguntas, si ya se encontraba frente a él, saludándolo.
—¡Hola! —se plantó frente a ellos de repente. Todos dieron un salto.
—¿Hola? —intentó saludar, Hermione.
—Creí que no estarías, deberías estar camino a con tu padre y la abuela Figgy —dijo Harry, sin siquiera saludar, parecía molesto.
—Siempre no fue así. Decidí quedarme —sonrió —¿Y bien? ¿Ya tienen pareja?
—Si —respondió de inmediato, Hermione. Ron rodó los ojos.
—Eso dices, según tú —dijo Ron.
—¿Tú con quién irás? —se dirigió Nox a Ron.
—Con tu amiga de Ravenclaw —señaló con la barbilla a Padma, que sea encontraba a unos metros de ellos, platicando con Cho y Cedric —. Harry irá con su hermana.
Nox sintió como su última esperanza de encontrar pareja se le escurrieron de las manos como agua. Definitivamente iría sola. Pero, le gustaba su propia compañía, no debía de ser tan malo. Solo sonrió, como siempre hacía.
—¡Eso es genial! Padma es una muy buena amiga, y es muy divertida. Te la pasarás estupendo con ella. Supongo que su gemela es igual, Harry.
Pareció ser que le habló a la pared, ya que tenía un rostro de disgusto tan grande que tenía el presentimiento que si le decía otra palabra comenzaría a ladrar y rebuznar.
—Si, increíble —respondió Harry, a secas —¿Con quién irás tú?
Nox no sabía si mentir o evadir la pregunta.
—Esto... Ya veré —no supo que responder, más por la incomodidad que Harry estaba generando—. Bien, entonces los veré mañana. ¡Pónganse guapos!
Se regresó a con sus amigos, para evitar más preguntas por parte del trío de problemas. Se suponía que había llegado con ellos a preguntarles a ellos, no al revés.
Al avanzar el día, Nox entró a la sala común de Ravenclaw, algo triste, ya que nadie quiso hacerse a ella a preguntarle si querían ir al baile con ella, ni siquiera los gorilas de Draco Malfoy.
No quiso pensar en nada más de ello, así que se fue a dormir.
◦•●◉✿◉●•◦
Era Navidad, y Nox seguía buscando en su baúl algo lindo que ponerse. Las horas pasaban y seguía sin tener idea de que ponerse, y estaba comenzando a arrepentirse cada vez más de quedarse en Hogwarts por navidad. Cho le había sugerido que usara un vestido suyo, que era muy bonito, pero lo era en el cuerpo de ella, no en el suyo.
No fue hasta que se atravesó con un paquete que estaba hasta el fondo de su baúl. La envoltura se veía ya algo desgastada, así que puso el paquete sobre su cama, analizando y tratando de recordar.
Jaló el hilo y deshizo el papel, encontrándose con una tela de color azul de prusia. Lo tomó y este se extendió, largo como un mantel de una casa muy costosa, le parecía algo familiar. De esto cayó una nota pequeña, que tomó y logró distinguir la letra de su abuela Figgy.
Mi pequeña Nox:
Este vestido fue el que tu madre usó cuando me dejó por primera vez a tu cargo. Quedé fascinada con lo bien que le quedaba, antes de dejarte y te fueras a refugiarte en tu habitación. Espero que Madame Malkin haya hecho un buen trabajo adaptándolo para ti. Espero que pases una muy bonita Navidad.
Abrazos, abuela Figg.
Observó el vestido, tomándolo con delicadeza. No quería llorar, porque arruinaría sus ojos para más tarde, y muchos pensarían que estaba llorando porque llegó sola al baile.
—¡Nox! ¡Creo que tengo una idea! —entró de pronto Padma, con unas tijeras enormes y muy filosas. Nox se sobresaltó, no sabía si era más por su repentina aparición o que blandiera las tijeras como si fuera una varita de regaliz —. Guau... De dónde sacaste eso? —señaló el vestido con las tijeras.
—Me lo había dado mi abuela, justo antes de comenzar el curso, lo había olvidado por completo... Y aleja esas tijeras de él —hizo un gesto, abrazando su vestido.
—¡Oh, sí! —las escondió por detrás de su espalda —. Bueno, ahora llegaba el momento más difícil del día: su cabello.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo? —tocó su alborotado y oscuro cabello.
—Bueno... Es lindo, y oscuro. Pero será mejor que le demos un aspecto distinto hoy —sugirió.
No sonaba a una mala idea, tal vez el usar algo diferente le ayude verse menos sola esa noche, pero minutos ma tarde, se estaba arrepintiendo de hacerle caso a su amiga:
Sumergió la cabeza en un balde de agua helada, muchas veces, mientras se ponía varias pociones que harían menos tupidos sus rizos. Lo hizo al menos unas quince veces, hasta que sentía que el cerebro le dejaría de funcionar.
Cepilló muchas veces, y parecía ser que la poción comenzaba a dar efecto. Su cabello se veía mucho más largo de lo habitual, y mientras se secaba no se rizaba, solo dejaba unas largas cortinas negras y onduladas.
Enchinó sus pestañas con una cuchara que había tomado del gran comedor, aplicó un poco de sombras que le había prestado Padma, y se colocó un labial muy neutro, dándole un tono más rojizo a sus labios. Se miró en el reflejo, y no se reconocía con aquellos simples y pequeños detalles que se había hecho diferente.
Se sintió bonita.
El momento de la verdad había llegado. Llamó a su amiga Padma para que la ayudara con el vestido, pero al verla, quedó pasmada al ver el nuevo aspecto de Nox.
—¡Luces preciosa! —le dijo cuando entró, mientras acomodaba un tubo de su cabeza.
—Vaya... Gracias —se sonrojó ligeramente —, esto... Necesito ayuda con la cremallera.
Ya con el vestido puesto y la cremallera arriba, se miró frente al espejo, lo sentía grande, y se veía grande, ¿ahora qué iba a hacer?
La respuesta llegó de inmediato, ya que el vestido se ajustó solo de pronto. Parecía estar encantado o algo parecido, ya que ahora estaba a la medida de su cuerpo y ya no le arrastraba. Sonrió bastante satisfecha. Acarició la falda, tan ligera y con capas que aún recordaba a su madre llevar.
—¡Por Merlin! Todos se van a arrepentir de no ir contigo al baile —le alagó, mirando su reflejo junto a de Nox, que no podía creer lo que veía —. Bueno, tengo que terminar de arreglarme, ya me falta poco, así que será mejor que te adelantes, te veré después.
Nox salió del dormitorio, con unos zapatos de tacón en color negro, resonando y llamando la atención con cada paso de daba, pero se vió opacado con el de otros tacones de otras chicas que ya estaban listas y estaban saliendo de la sala común. Cho la estaba esperando, sentada en uno de los sillones, jugando con los volantes de una almohada. Alzó la mirada al ver la falda azul que llevaba Nox puesta.
Al observarla de arriba a abajo, abrió la boca y los ojos con sorpresa y alegría, se puso de pie y la tomó por los hombros, dándole vueltas, haciendo lucir su atuendo.
—¡Por Ravenclaw! ¡Luces preciosísima! —le dijo sin disimular su alegría. Podría jurar que veía sus ojos cristalizarse.
—¡Tú también te miras muy guapa! —alagó, Nox. Cho llevaba un precioso vestido color perla, con su cabello recogido en un moño por detrás, casi por la nuca—. Cedric va a babear toda la noche.
Salieron de la sala común, chillando de emoción y alargando cada detalle que tenían entre ellas. Al llegar al vestíbulo vieron a Cedric a lo lejos, platicando con otros chicos. Cho comenzó a «arreglar» su perfecto vestido y cabello, obviamente no era necesario, pero ella se sentía en la necesidad de hacerlo.
Al estar lo suficientemente cerca, este se percató de la presencia de ambas, pero la que se robó la mirada fue Cho, que la miraba como si viera la mismísima perfección hecha persona, tal vez a ojos de unos no lo era, pero para Cedric así era.
—Estás preciosa —fue lo primero que salió de él.
—Y tú luces muy guapo —dijo Cho, con el rostro sonrojado.
—Y yo soy Misery Nox, un gusto, chicos —agregó Nox con diversión.
Cedric se volvió a ella, también elogió como venía vestida, pero no tanto como a Cho, que no podía evitar quitarle los ojos de encima.
La profesora McGonagall no tardó llamar a todos los campeones y sus parejas, así que Cedric y Cho se despidieron de ella, para abrirse paso a los demás. Nox caminó un poco y se encontró finalmente con Padma, que iba de pareja con Ron, que lucía bastante irritado.
—¡Hola de nuevo, Padma! —le saludó Nox. Esta se volteó y quedó anonadada con lo que veía.
—¡Hola, Nox! ¡Luces preciosísima! ¡Cada vez que te vuelvo a ver, me deslumbras! —le dió un abrazo, con la extraña sensación de no sentir las cosquillas del cabello de Nox.
—¡Tú también te miras muy guapa! —sonrió demasiado, Nox —¿Te parece si entramos?
Los tres entraron a buscar una mesa, mientras que ambas chicas saludaban a quienes se encontraban. Ron seguía buscando a alguien sobre las cabezas de los demás, sin quitar su cara de fastidio, irritando un poco a Nox.
—¿Qué te sucede a ti? —le preguntó Nox— Me estás mareando con tu cabeza, de aquí a acá.
—Se supone que no estarías aquí —reprochó, Ron.
—Cambio de planes, ya se los dije ayer.
—Bueno, no eres la única que habrá venido sin pareja, además Hermione.
—Pues piensas mal, porque ahí va ella —señaló a los campeones que iban entrando con su pareja, en este caso: Hermione con Viktor Krum.
Se veía muy guapa, con un vestido azul y el cabello liso y brillante, sujetado en un muy elegante moño, que sonría muy feliz y nerviosa a la vez. Ron observaba pasar a Hermione con los ojos casi cerrados. Después pasaron Cedric y Cho, qué saludaron con la misma energía que casi empalagan a Nox, pero ella se los devolvió de igual manera.
Después pasó Harry junto a Parvati, la gemela de Padma. Cuando pasó por su mesa, parecía estar más en un concurso que no quería estar... Oh, era lo que estaba pasando.
Al ver a Nox, sentada ahí y no en casa con su familia, no se sabía cómo interpretar la reacción que tuvo al verla, pero algo alegre no era. Parecía estar hipnotizado, pero a su vez mantenía su postura de resignación. Ella no se percató de eso, como siempre solía ser.
La cena comenzó, y Ron no parecía querer cambiar su humor, así que Nox intentó distraer a su amiga Padma, hablando de lo bien que lucía el gran comedor, que parecía ser un lugar totalmente distinto.
Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.
Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Cogieron sus instrumentos, los farolillos de todas las otras mesas se habían apagado y los campeones y sus parejas estaban de pie.
«Esto va a ser muy interesante», pensó Nox.
Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste así que los campeones comenzaron a acercarse a la pista, notó como Parvati jaló a Harry hasta la parte más iluminada del salón; se notaba bastante que estaba evitando cuidadosamente mirar a nadie.
Cedric y Cho se movían al compás, como si dos piezas en una caja de música se trataran, perfectos el uno con el otro. Nox sonrió con nostalgia. Padma seguía intentando convencer a Ron de que fueran a bailar también, pero este se negaba rotundamente, enfadando también a Nox.
—No seas aguafiestas Ron, deberías de estar agradecido que alguien tuvo la lástima de acompañarte.
—¿Lástima? —reprochó, Ron.
—Asi como escuchaste —levantó un poco la voz sobre la canción que comenzaba a tocar la banda —. Todavía que eres tan exigente en ir con una chica muy guapa (y que ahora la tienes); prefieres estar aquí amargando no solo su noche, sino también la tuya.
El pelirrojo pareció hacerse oídos sordos al escuchar aquello, cruzándose de brazos sin apartar la mirada furiosa de la pista de baile. Los chicos tenían un enorme ego...
—¿Qué hay? —le preguntó Harry a Ron, sentándose y abriendo una botella de cerveza de mantequilla. Parvati se sentó junto a él, en la misma posición que su hermana.
Nox frunció ligeramente el ceño. Ni siquiera se atrevía a voltear la a ver, o tan siquiera saludarla, ya que su atención era fingidamente a su mejor amigo pelirrojo.
Al cabo de unos minutos se le acercó un chico de Beauxbatons a Parvati para preguntarle si quería bailar con él.
—No te importa, ¿verdad, Harry? —le preguntó Parvati.
—¿Qué? —dijo Harry.
—Olvídalo —le espetó Parvati, y se marchó con el chico de Beauxbatons.
Nox bufó y rodó los ojos cuando vió que Padma de nuevo intentó animar a Ron a qué la invitara a bailar, pero la salvación llegó en forma de Cedric y Cho, cuando se acercaron a ellas dos.
—¿Qué hacen aquí sentadas? —preguntó Cho, con el cabello un poco desordenado.
—Estoy esperando si ALGUIEN quiere ir a bailar...
—Sabes que, Padma —interrumpió Nox, poniéndose se pie —. No tenemos que esperar a que alguien nos invite, mejor solas que MAL ACOMPAÑADAS —hizo énfasis en las últimas dos palabras mientras miraba a Ron.
—Tienes razón —confirmó, Padma—. Es agobiante que ni siquiera otros quieran divertirse una vez en la vida.
Padma siguió a Nox, mientras se unían a Cedric y Cho, que bailaban terriblemente mal al nuevo ritmo de la música, pero nadie hacía caso, ya que todos los presentes hacían algo similar, solo saltaban y se movían como gusanos con sal. Cantaban aunque no supieran la canción, se movían entre ellos, bailando y pisando.
Después de un rato, sudorosa y cansada se acercó a una mesa, donde se encontraban los gemelos Weasley y sus respectivas parejas, descansando junto a un montón de botellas de cerveza de mantequilla.
—¿Qué hay, Figg? —le saludó uno de ellos.
—Ya sabes, aquí de último momento —destapó una de las botellas y le dió un largo trago.
—¿Quieres darle un mejor sabor a la noche? —preguntó el otro, Nox alzó una ceja.
—¿A qué te refieres?
En eso, uno de ellos sacó de la túnica un cantimplora plateada y muy diminuta, a Nox le dió una idea de lo que se podria tratar.
—¿Alcohol? —preguntó, Nox.
—No es cualquier alcohol.
—Es Whisky de fuego —completó el otro gemelo.
Nox se quedó pensando un segundo. No sabía si tendría que tomarse tan literal las palabras de su padre al decirle que aprovechara la noche, pero su cuerpo reaccionó antes que su cerebro; ya tenía el brazo extendido, rellenando lo que restaba de la botella con whisky de fuego.
—¿Qué harán cuando se termine? —preguntó una vez Nox.
—No lo hará, está hechizada la botella con galones dentro.
Nox sonrió con picardia. Hizo un brindis y le dió un trago, tratando de no hacer un gesto, y volvió con sus amigos al baile.
No recordaba cuántas veces había vuelto con los gemelos a que le rellenaran la botella, y en una de las ocasiones era una pisca de cerveza de mantequilla con whisky de fuego, pero llegó un punto en donde se la quitaron y se la cambiaron por una de cerveza de mantequilla sin adulterar.
Nox bufó, —¡Que aguafiestas! —y siguió bailando y riendo estúpidamente con sus mejores amigos.
Distinguió a lo lejos a Amélie, que lucía muy guapa vestida de morado. Estaba bailando con un chico de Hufflepuff, bastante alto y con pecas rojizas en su rostro. Así como Nox solía verla, lo hacía él. Se acercó para saludarla.
—¿Qué tal, Amélie? —saludó, como si el chico de Hufflepuff no existiera —¿Todo bien?
—¡Claro! —miró a espaldas de Nox, como si buscara a algo —¿Y tu pareja?
—Vine yo sola, demasiada gente cobarde para invitarme.
Al instante se acercó su hermano, André. Ya le parecía bastante raro no verlos juntos, pero ya se habían tardado. Pareció ser que escuchó a tiempo lo último que dijo Nox.
—Creí que llegarías con tu novio, aunque por lo visto, ya no lo son.
Nox frunció en entrecejo. ¿Novio? No entendía de qué hablaba.
—¿Cómo dices? —preguntó, sin entender.
—Claro, era. Aquél chico que te arrastró aquella vez, y ahora parece que nos quiere matar con la mirada —señaló con su barbilla a espaldas de Nox.
Se dió media vuelta, mareandose un poco en el proceso. Era Harry, que había desviado la mirada a cualquier otro lado, sin dejar de quitar su cara de molestia. Nox se volvió.
—Él no es... Él nunca fue mi novio, no sé de dónde sacan eso...
—Siempre te mira, y cuando están juntos, parece ser otra cosa —afirmó, Amélie —. Lindo.
Nox negó varias veces con la cabeza, pero no tenía sentido seguir con la conversación,, ya que no era cómodo hacerlo en medio de la pista mientras todos bailaban, además de que Amélie se había vuelto con aquél chico de Hufflepuff, y André se regresó a quién sabe dónde. A Nox se le encogió el estómago.
Los pies la estaban matando, así que se quitó los zapatos, tambaleando ligeramente, y no sabía si era por el dolor o el desnivel del piso.
Se acercó a la mesa donde había cenado, donde estaban todavía Harry, Ron y ahora Hermione, pero no necesariamente platicando.
—...Tienes una curiosa manera de demostrarlo —decia Ron de forma despectiva.
—¡Se supone que la finalidad del Torneo es conocer magos extranjeros y hacer amistad con ellos! —repuso Hermione con voz chillona.
—¡No, no lo es! —gritó Ron—. ¡La finalidad es ganar!
—Ron —dijo Harry en voz baja—, a mí no me parece mal que Hermione haya venido con Krum...
—¿Por qué no te vas a buscar a Vicky? —dijo—. Seguro que se pregunta dónde estás.
—¡No lo llames Vicky! —Hermione se puso en pie de un salto y salió como un huracán hacia la zona de baile, pasando casi rozando con Nox, que se tambaleó una vez más.
—¿Qué le dijiste a Hermione? —preguntó Nox, arrastrando las palabras como Malfoy.
—¿La llamaste Hermione? —dijo Ron.
—¿Pues así se llama, no? —respondió.
Después empezó a reír como si se hubiese acordado del chiste más gracioso del mundo. Su rostro se iluminó de repente de manera milagrosa, ya que la tenía tan roja que las marcas de los granos en sus mejillas parecían no existir. La idea le llegó a la mente, como si fuera la respuesta a todas las preguntas que alguna vez se había hecho en la vida.
—¡Estás celoso! —lo señaló con el dedo —. La verdad no sé si estás celoso de no ser Hermione, o Viktor.
—¿De qué estás hablando, Nox? —se atrevió preguntar Harry, que la veía con algo de preocupación.
Ella se llevó el dedo índice a los labios, haciéndolo callar. Se acercó al pelirrojo, y con las puntas de los dedos de ambas manos tocó su cabeza. Cerró los ojos y los apretó. Pasó unos segundos así, pero nadie decía o hacía nada.
—De acuerdo, no puedo... —suspiró, rendida.
—¿Qué intentabas hacer?
—Por Merlín, Ron, haces demasiadas preguntas —seguía arrastrando las palabras—. Poseer tu cuerpo... Pero creo que no podré... ¡Ah!, ¡una canción lenta! Ven conmigo.
Le tendió sus zapatos a Harry sin siquiera preguntarle antes, tomó a Ron de la muñeca y lo jaló hasta los demás que estaban bailando. Muchos regresaban a sus lugares a descansar, dejando más espacio. El chico parecía seguir con su mal humor, a pesar de no resistirse mucho a las insistencias de Nox. Se detuvieron, justo en un punto donde Hermione y Viktor podrían verlos bailar.
Tomó sus manos y las puso sobre su cintura, mientras ella posaba las suyas detrás de su cuello.
—Asegurate de que ella mire —susurró Nox, mientras guiaba al chico con los pequeños pasos de la canción.
Se sentía bastante mareada, y con cada paso que daba, sentía que los ojos daban vueltas de manera inexplicable. En ese momento Nox no sabía lo que estaba haciendo, estaba culpando al whisky de fuego de sus extrañas acciones y actitudes.
Sus ojos comenzaron a brillar, y Ron podría ver su reflejo sobre ellos. Sus labios estaban cambiando de color, en un brillante rojo carmín. Misery miró a Hermione que platicaba con Viktor a lo lejos, pero parecía que no evitaba dar miradas cortas hacia ellos dos. Sonrió con maldad.
—¿Qué quieres decir con que ella mire? —preguntó por quinta vez en la noche.
—Esto.
Era muy extraña la necesidad de ponerse ligeramente de puntitas, pero tampoco era para tanto. Le había plantando un beso en la boca frente a todo aquél que les prestara atención. Sus amigos que aún se habían quedado bailando, también se quedaron impresionados.
Intentó abrirse paso, pero no podía. Sus ojos reflejaban una cosa que no podía entenderse, pero las palabras comenzaban a surgir de su mente, seductoras que comenzaban a hipnotizar la mente de Ron.
Tu alma será mía...
Tu cuerpo no es, pero tu alma será...
—¡De acuerdo, Nox! ¡Es hora de irnos!
Las palabras no se terminaron de completar. Cedric había llegado a separar a Nox de los labios de Ron, que parecía que se lo quería comer después de estar encerrada en una celda. Al separarse, un hilo plateado regresó a la boca entreabierta de Ron, que miraba todo muy aturdido y sin entender qué había sido aquello. Nox buscó con la mirada a Hermione, que ya se dirigía a grandes zancadas a las mesas, haciendo a Misery sonreír aún más.
—Creo que tienes sueño, es hora de que vayas a dormir... —dijo Cho, tomando a su mejor amiga por un brazo.
—Pero no tengo sueño... —seguía arrastrando las palabras.
—Llevala, Cho —indicó Cedric, cuando vió los ojos y los labios de Nox comenzaban apagarse.
—¡Llámame! —le gritó a Ron cuando la sacaron arrastrando de ahí hasta el vestíbulo —¡Quiero seguir bailando!
—¿Qué demonios estás haciendo, Nox? —regañó Cedric, al notar el olor que llevaba impregnado —. Jamás creí que harías algo... Así...
—¿Qué? Solo quería ayudarlo —se justificó Nox, soltando el agarre de sus amigos —. Queríamos darle celos a Jean...
—¡No, tú querías darle celos! —señaló, Cho.
—Son asuntos de ellos, no tuyos, Nox. Hermione se veía furiosa. Ya es la segunda vez que «ayudas» a alguien, y esta vez besaste a Ron como si quisieras sacarle el alma —regañaba el Hufflepuff.
—Bueno, esto no es asunto de ustedes tampoco. Yo solo intentaba ayudar... ¡Ey, Harry! ¡Vamos a bailar un rato! Estos aguafiestas no quieren que me quede el resto de la hora.
Parecía que había salido a dar una vuelta, ya que todavía tenía nieve en el cabello. Nox se había acercado a él como si estuviera en una condición de lo más normal del mundo. Él la miraba como si ella misma le hubiese arruinado la noche, aunque no estaba muy lejos de ello. Aún tenía los zapatos de Nox en la mano, y se los tendió con desdén.
—Oh-no, cariño, no los necesito, no quiero hacerte sentir mal —dijo Nox entre risitas. Seguía sin dejar de tener el rostro rojo, gracias al whisky de fuego. Harry frunció más las cejas —. ¿Qué te pasa? Anda, vamos...
—¿Por qué si no querías venir conmigo, simplemente no lo dijiste? —le preguntó el de anteojos.
—Porque no iba a venir, ya te lo dije.
—¡Oh, ya veo! Querías venir sola para ver quién era el primero que caía, ¿no? —dijo bastante rabia—. No te bastó con ese chico de Beauxbatons.
—¿Qué? Nada de eso —parecía ser que por primera vez en la noche Nox comenzaba a pensar un poquito —. Fue algo de última hora, y no tengo ni la más mínima idea de qué hablas. Si vas a seguir con ese humor tuyo, yo me volveré al baile...
—Si es así, ¿por qué dicen que estabas a punto de sacarle el alma a alguien?
Misery soltó una carcajada fría, ahora entendía su actitud.
—¿Estás celoso? Porque si tanto lo estás, podría besarte si lo deseas, pero solo lo haría por lastima, al igual que hice con Ron —soltó con frialdad, sin borrar la arrogante sonrisa.
La expresión de Harry se enfureció más, pero de una forma diferente, como si de una traición y un corazón hecho añicos se tratara.
—¿Besaste a Ron? —ella no respondió. Harry intentó ignorar aquello, pero esas palabras y la imagen no dejaba de aparecer en su cabeza —. Además, yo jamás me refería a eso, y tampoco lo estoy —comenzaba a molestarse cada vez más, pero al ser Misery Nox, se contenía bastante —. Solo no me parece bien que estés juntandote con el primero que se atraviesa.
—¡Claro! Y como no eres tú, es obvio que te molesta. A eso se le llaman celos.
—¡Deja de poner ese pretexto tan estúpido! ¡Me importas!
—¿Importarte? ¡Soy tu amiga, no tu hermana!
—¡Y eso hacen los amigos también! ¡No seas testaruda, Nox!
—Pues perdón por no complacer tus caprichos buscando donde no quieres.
—No entiendo como es que te has vuelto tan irritable, apenas y se puede conversar contigo...
—¿Con esas tenemos? Vamos, por favor, si quieres conversar, hagámoslo, de mi viva voz va a salir, te lo diré, y ya me escuchaste antes decirle a Jean: ¡no-me-gustas!—escuchó como a sus espaldas Cho ahogó un grito, tapándose la boca. Cedric negaba con la cabeza, con decepción y vergüenza en su rostro.
»No sé cuántas veces tengo que dejarlo claro, si no te bastó con escucharlo a escondidas, te lo digo en tu cara: NO-ME-GUSTAS. ¿Qué querías? ¿Que viniera contigo, tragandome la mentira de que veníamos como amigos? ¡Por favor! Eso ni un troll se lo cree.
—Nox, basta —se acercó Cho, tomándola del brazo, intentando alejarla —. No tienes que ser así de dura.
—¡No, tengo mucho más que decir! —soltó su agarré — ¡Al menos no soy una maldita cobrarte como tú para decirte lo que pienso sobre ti! ¿Quieres que te diga lo que pienso? —no esperó una respuesta —: desde que me besaste en ese partido de quidditch, no hemos vuelto a ser los mismos. Extraño nuestra amistad, como era antes, no como es ahora. (¡No, Cedric!). Ya siquiera hablamos.
»No puedo evitar sentirme tan incomoda. Aunque lo intento, porque sé que no volverá a ser como antes, porque ahora me miras con otros ojos, con los cuales yo no hago. ¡Y no soy irritante! ¡Tú eres el que parece estar falto de mi atención!
No se había percatado que habían comenzado a bajar lágrimas por sus mejillas. No le gustaba llorar, así que las secó tan rápido como bajaron. Él parecía no querer decir nada. Sus ojos brillaban a la luz de las velas, tristes y rotos como un espejo en una habitación que acababa de ser robada, pero Nox no quería interpretarlos.
Sentía tanta ira dentro de su cuerpo, queriendo surgir. Quería escupir todo lo que había guardado en sus pensamientos, sin importarle que hacía daño a alguien o no.
—No sabes lo que estás diciendo —intentaba articular, Harry—. Eso está muy por fuera del tema...
—¡Por Merlín! ¡Ni siquiera me has dicho cómo me veo hoy! —siguió escupiendo —¡Ni siquiera tuviste la maldita valentía de invitarme a bailar!
Sentía el estómago hacerse nudo, y después como si miles de serpientes comenzaran a bailar y subir por su garganta. La boca de su estómago comenzó a contraerse. Tragó seco, sintiendo un sabor extraño. La expresión de Harry frente a ella cambió una vez más, como si de alerta se tratara.
—Creo que me siento mal... —dijo Nox, poniendo su mano en el estómago.
—¿Sentirte mal? —comentó Cedric, acercándose —. Creo que eres la menos indicada para decir... ¡Oh, cielos!
Nox había sentido de nuevo aquella serpiente subir por su garganta, y no pudo aguantarlo. Corrió lo más rápido que pudo a una de las armaduras que se encontraba cerca, y vomitó detrás de esta. Todos hicieron cara de asco.
—De acuerdo, es hora de irnos, Nox. Lamento que te dijera eso... Y que vieras esto, Harry —decía Cho, mientras tomaba del brazo a Nox, que había sacado toda la cena y lo que había tomado del estómago.
Él solo negó con la cabeza, como si se tratara de cualquier cosa. Cho arrastró a Nox hasta la sala común de Ravenclaw, dejando a Cedric y Harry solos en el vestíbulo.