20. La lengua suelta de Nox
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 20
La lengua suelta de Nox
Nox despertó con el dolor de cabeza más intenso que jamás había sentido en la vida. Tenía el vestido torcido, el maquillaje embarrado y el cabello revuelto. Tenía un aroma horrible, un aliento horroroso y le dolía todo el cuerpo. No recordaba mucho de lo que había pasado la noche anterior. Se levantó muy lentamente, y se metió a la ducha, intentando quitarse el olor de encima, pero único que logró, fue vomitar en la ducha.
Su cabello volvió a ser el mismo de antes, no tenía la intención de meter de nuevo su cabello dentro de una cubeta helada. Tenía los ojos rojos y unas ojeras enormes. El vestido se había rasgado de la falda, y olía tan mal como su aliento.
—Buenos días... —dijo Nox, con una terrible cara de sueño.
Se sentó en la mesa de Hufflepuff junto a su pareja de amigos. Tenía las trenzas mal hechas y torcidas. Se había puesto como diez litros de perfume, intentando ahogar su mal hedor. Tomó un sorbo de jugo de calabaza e hizo gárgaras, tratando de ocultar su aliento. Sus amigos la vieron serios, y Nox no entendió por qué.
—¿Pasó algo?
Se vieron entre sí.
—Pasó de todo —dijo Cedric.
Parecía ser que las respuestas estaban buscando a Nox, ya que le tocaron el hombro, era Hermione Granger con una cara de molestia más grande que jamás había visto antes.
—¿Qué tal, Hermione...?
El saludo quedó en el aire, ya que Hermione la cortó tan rápido como dijo la primera palabra, con un tono tan seco y cortante que podía cortarla a ella también.
—Devuelveme el botón, ya no serás parte de la P.E.D.D.O.
Nox abrió los ojos, reduciendo las ojeras y los ojos rojos que cargaba esa mañana. Sus amigos la vieron con algo de lástima.
—¿Por qué? —preguntó la pelinegra.
—No te interesa. Quiero que me la devuelvas.
Nox comenzó a fruncir las cejas. Estaba comenzando a molestarse también.
—Bien, pero quiero mis monedas de vuelta.
Hermione metió la mano en su bolsillo y de este sacó las monedas que Nox le entregó en su momento. Sin quitar la mirada de los ojos grises y oscuros de Nox, con un golpe brusco y seco, dejó las monedas a un lado de su plato vacío.
Cualquiera no quisiera estar en esa situación. Todos sabían que Misery Nox era alguien que sea cual sea la situación, irradiaba miedo, pero Hermione Granger parecía no afectarle en lo absoluto, y no se sabía que se estaba tragando el miedo, o simplemente esos efectos no hacían nada sobre ella.
—No tengo el botón conmigo —dijo Nox, con un tono tan cortante como el de Hermione.
—Bien, mándamelo.
—Bien, Granger.
—Bien, Figg.
Se dió vuelta, volviendo a alborotar su cabello idéntico al de Nox. Ella solo siguió con la ceja fruncida, sin entender el por qué tan repentino cambio de decisión; se suponía que necesitaba más miembros, no menos. Ya imaginaba su nombre al principio de la lista, tachado con tinta roja.
—¿Qué se supone que le pasa a esa perra loca? —tomó asiento de nuevo. Sus amigos la vieron con los ojos muy abiertos.
—¡Nox! —le regañó Cedric.
—¡Es verdad!
—¡Fue porque la cagaste, Nox! —exclamó por lo bajo con desesperación su amiga Cho.
—¿Qué?
Le contaron todo lo que había pasado anoche, en el baile. Nox se ponía cada vez más colorada, escuchando lo que había hecho y lo que había deshecho. Se llevaba la mano a la boca sin creerlo. ¿Estaban seguros de que hablaban de ella? ¡Sonaba espantoso! Ahora entendía porqué tenía tantas náuseas por la mañana, y ese terrible dolor de cabeza taladrando su cabeza durante el día.
Al llegar la tarde, Nox se acercó a Harry, muerta de la vergüenza, con la intención de disculparse de lo que había pasado, pero este ni siquiera le prestó atención y siguió de largo. La había cagado durísimo. Ron no podía verla sin sonrojarse hasta las orejas, y Hermione solo le volteaba la cara.
La siguiente salida a Hogsmade, Nox había decidido ir sola, ya que por obvias razones sus amigos irían juntos, y tampoco no tenía ganas de escuchar a Padma hablar durante el trayecto. Había elegido una mesa en las tres escobas, pero pidió algo distinto de tomar, ya que la cerveza de mantequilla ahora le provocaba asco y náuseas. Terminó pidiendo un jugo de granada con crema batida, extraño, pero diferente.
Sumergió su mirada en el libro que llevaba consigo: La mitad oscura. Podrían pasar los años y no perdería el gusto por los libros de terror, así que pasaría la tarde leyendo y bebiendo, como un viejo de cincuenta años después de un largo día de trabajo.
Vió a unas tres mesas de distancia a Harry, Ron y Hermione, que parecían despreciar la presencia de Rita Skeeter. Por supuesto que había leído la nota que había publicado sobre el profesor Hagrid. Lo había hecho ver terriblemente mal. Una falta de respeto más a su madre.
—¿Qué, tratando de arruinar la vida de alguien más? — escuchó que preguntó Harry en voz muy alta.
Algunos se volvieron a mirar, incluyéndola a ella. Al ver quién le hablaba, Rita Skeeter abrió mucho los ojos, escudados tras las gafas con incrustaciones.
—¡Harry! —dijo sonriendo—. ¡Qué divino! ¿Por qué no te sientas con nos...?
—No me acercaría a usted ni con una escoba de diez metros —contestó Harry furioso—. ¿Por qué le ha hecho eso a Hagrid?
Rita Skeeter levantó sus perfiladísimas cejas. Nox solo fingió dar vuelta a la página que ya había intentado leer tres veces.
—Nuestros lectores tienen derecho a saber la verdad, Harry. Sólo cumplo con mi...
—¿Y qué más da que sea un semigigante? —gritó Harry—. ¡Él no tiene nada de malo!
Toda la taberna se había sumido en el silencio. Nox solo tomó un sorbo de su bebida, sonriendo por la reacción de la mujer vestida de plátano. Abrió el bolso de piel de cocodrilo, sacó la pluma a vuelapluma y le preguntó:
—¿Me concederías una entrevista para hablarme del Hagrid que tú conoces?, ¿el hombre que hay detrás de los músculos?, ¿sobre vuestra inaudita amistad y las razones que hay para ella? ¿Crees que puede ser para ti algo así como un sustituto del padre?
¿Era una broma? Era evidente que quería sacar más información y adulterarla a su gusto. Nox sintió la sangre hervir, pero Hermione reaccionó antes que ella: se levantó de pronto, agarrando la cerveza de mantequilla como si fuera una granada.
—¡Es usted una mujer horrible! —le dijo con los dientes apretados—. No le importa nada con tal de conseguir su historia, ¿verdad? Cualquiera valdrá, ¿eh? Hasta Ludo Bagman...
—Siéntate, estúpida, y no hables de lo que no entiendes —contestó fríamente Rita Skeeter, arrojándole a Hermione una dura mirada—. Yo sé cosas sobre Ludo Bagman que te pondrían los pelos de punta... y casi les iría bien —añadió, observando el pelo de Hermione.
Nox se puso de pie igual que Hermione y se acercó dando pesados pasos con su bebida en una mano y su libro en la otra.
—¡Vaya remplazo tan barato y de mierda recibió El Profeta! —le dijo Nox a la mujer, muy enojada. Ahora todos voltearon a verla a ella.
—¡Pero si es Misery Nox! ¿Cómo está tu madre? ¿Rose, era su nombre? —sonrió falsamente.
No esperó a que su cerebro dijera algo; azotó el libro contra la mesa y le arrojó toda su bebida al pecho, manchando de rojo su horrible atuendo, y con el vaso ya vacío, se lo lanzó en la cara, salpicando también su propio rostro y parte de su libro. El vaso se estrelló contra el piso, haciéndose añicos al instante. Con todas las intenciones del mundo, quería arrojarse a ella como si de un animal salvaje que se tratara, pero la detuvieron por la cintura, pero no le detuvieron la lengua.
—¡NO SE ATREVA A MENCIONARLA DE SU ASQUEROSA BOCA! ¡MALDITA MUJER! —le gritó con rabia mientras la señalaba con el dedo.
—¡Estúpida! ¡Sabes muy bien que tu madre no lograba que ni tu propio padre leyera lo que ella escribía! —retrocedió, viendo el desorden que tenía encima.
—¡Y usted tiene que recurrir a contar historias que no le incumben! —seguía intentando soltarse mientras pisaba los trozos de vidrio— ¿Quiere que le cuente a todo el mundo lo que es usted, como le gusta hacer con todo el mundo?
—Por favor, muchachita idiota, ¿quieres que le cuente a todos lo que hiciste en el baile de navidad?
Nox no respondió. Sus fosas nasales se abrirán y cerraban de rabia, y sus ojos comenzaban a brillar, estaba por hacerlo, pero le cubrieron los ojos, como si ya supieran lo que estaba por pasar y lo evitaran a toda costa.
—Vamonos —dijo Hermione.
—¡NO! ¡SUELTAME! —se negaba.
Sintió como la sacaron del local. Unas ganas enormes de masticar piedras surgieron desde dentro. Quería llorar de la rabia. Su vista fue recuperada, y lo primero que quería hacer era estrellar los puños contra una enorme roca.
—¡Esa hija de...! —pateó con todas sus fuerzas un bote de basura que se encontraba fuera, haciendo volar todo por la calle.
—Ahora la tomará contigo, Hermione, y también tú, Nox!—dijo Ron con voz baja y preocupada mientras veía como una envoltura de una rana de chocolate salía volando.
—¡A mí me importa un bledo lo que tenga que decir contra mí! —escupió, temblando de furia. Ahora se dirigió a Harry —: ¡¿Por qué me detuviste?! ¡Pude darle su merecido! ¡Pude ahogarla en el lago negro si quisiera!
—¡Pero no te iba a dejar hacer eso! —se justificó, Harry.
—¡Está arruinando la vida de otros! ¿Y me voy a quedar aquí de brazos cruzados? ¡Por Merlín! ¡Mamá debe de estar furiosa de que alguien como ella tenga su puesto!
—No hay que hacer enfadar a Rita Skeeter —añadió Ron nervioso—. Te lo digo en serio, Nox. Les buscará algo para ponerlas en evidencia...
—¡Quiero ver que lo intente! —comenzó a dar grandes zancadas en dirección de regreso al colegio, soltando maldiciones cada tres pasos que daba.
No se detuvo en ningún momento, parecía un carbón encendido, llena de furia, y desafortunadamente Padma Patil tuvo recibió una pequeña dosis del coraje que cargaba Nox en ese momento.
—¡Guau! ¡Tranquila! Solo quería preguntar si habías visto a Parvati —alzó las manos, como si intentara protegerse de Nox, que daba algo de miedo —. ¿Eso es sangre?
—Perdoname, Padma. Esa maldita de Skeeter me saca mucho de mis casillas. Y no lo es, le lancé mi bebida a esa mujer.
—A cualquiera —estuvo de acuerdo —, y definitivamente debí estar en primera fila cuando le lanzaste eso, debió ser increíble, y hablando de asquerosidades: ¿leíste lo que publicó sobre el profesor Hagrid? Es... No quiero sonar mal, pero es impresionante.
—Lo sé, pero lo quiso ver mal... Esa maldita...
Juntas comenzaron a subir las escaleras del vestíbulo, comenzando a encaminarse a la sala común de Ravenclaw, pero en el camino se toparon a Cedric y Cho, que esta última llevaba un libro muy grueso en la mano, con un rostro muy triunfante.
—¡Por fin hemos encontrado algo! —anunció Cedric, cuando estuvieron más cerca de las otras dos chicas.
—¿A qué se refieren? —preguntó Padma.
—Bueno, he descubierto el enigma del huevo, tengo que respirar bajo el agua por al menos una hora.
Nox y Padma abrieron mucho los ojos, hasta el coraje que Nox tenía por dentro se desvaneció como la pólvora que no logró encender. No sabía que era más peligroso, si enfrentar a un dragón o sobrevivir bajo el agua por minimo una hora.
—¡Están dementes! —exclamó Nox, después de escuchar la noticia.
—Un poco. La verdad es que me costó demasiado averiguar el enigma...
—¡Pero encontramos la respuesta! —interrumpió Cho, con emoción, alzando el grueso libro —. Unas clases antes de las vacaciones, el profesor Moody se enteró que me gustaba bastante biografías y las historias de ese tipo, así que me dió este libro —sacudió el libro. En la pasta dura adornaba un enorme título: «Y. Graunt y la historia de las predicciones» —. Es una historia bastante interesante, pero en una página mencionaba sobre como tuvo que escapar saltando a un lago, y tuvo que usar un hechizo para nadar por debajo del agua para que no le vieran.
Nox, escuchaba todo con atención, tratando de retener la máxima información en su corta memoria. Se sentía un poco mal por no prestar atención o ayudar a Cedric con su enigma. Sabía que era algo de una sola persona, pero para ser sinceros: todos los campeones recibían ayuda, a pesar de que no era algo totalmente permitido. ¿Será que Harry sabe de eso? Pero su boca preguntó antes de que siquiera lo pensara.
—¿Harry lo sabe? —preguntó Nox, entre los comentarios que hacían sus tres amigos.
Todos se voltearon hacia ella, como si hubiera preguntado si habían desayunado cereales con mayonesa y agua.
—Si, se lo dije la noche del baile —respondió Cedric. Nox se alivió un poco—. Él me ayudó con lo de los dragones, no estaría mal devolverle el favor.
Durante las próximas semanas hasta febrero, los cuatro se dedicaron a practicar un hechizo casco-burbuja, que era el que Cho había leído en aquél libro. Festejaron demasiado cuando el casco dejó de tener agujeros. Cedric les había explicado que había abierto el huevo capturado debajo del agua, y una voz cantó, diciendo el enigma. En ratos libres se dedicaban a averiguar a qué se refería la canción con ese tal tesoro.
—No sabía que te gustaran las historias de autobiografías y esas cosas —le dijo Nox un día que estaban sentadas en el suelo, en uno de los pasillos del castillo.
—Bueno, la verdad es que sí —dijo mientras extendía una bolsa pequeña con malvaviscos a Nox.
—A mí un poco —tomó un malvaviscos —, pero prefiero el terror y el horror. Me parece fascinante desde que tengo memoria. El como pueden sembrarte miedo con solo palabras y descripciones, es increíble.
—Eso es algo digno de ti —ambas rieron —. Sabes, siempre nos imagino de mayores, recordando y escribiendo juntas.
Nox se volvió a su mejor amiga —¿Escribiendo?
—Si, no sería un mal pasatiempo, has escrito pequeños renglones en eso del pedo, y lo haces muy bien...
—P.E.D.D.O. —corrigió —, además, ya no soy parte de eso, Granger me expulsó.
—Por la tremenda cagada que hiciste.
Mientras los dias pasaban, Cedric volvía a ponerse cada vez más nervioso: se pasaba la mayoría del tiempo con Cho, practicando un sin fin de encantamientos acuáticos, y por supuesto, el casco burbuja. Y así como pasaban los días, también Harry se pasaba de largo cuando Nox intentaba dirigirme la palabra. En una ocasión, Hermione lo tomó por los hombros y lo llevo a otra dirección, diciendo «Él no quiere hablar contigo».
Un dia antes de la prueba mientras cenaban, el profesor Flitwick llegó con ambas chicas, pidiendo que lo siguieran para algo importante que no podía lograr solo. Se despidieron de Cedric y se alejaron hasta llegar al despacho de la profesora McGonagall, donde se encontraba Hermione y una niña muy rubia y pequeña.
Hermione al ver a Nox se cruzó de brazos y miró a otro lado con la frente arrugada. Nox bufó.
—Supongo que se preguntarán que hacen todos ustedes aquí —comenzó la profesora —. El huevo que recibieron los campeones, si lo abrían bajo el agua les daba una pista (si es que lo resolvieron). Así que ustedes son lo que más valoran, quiero suponer que saben de quién son exactamente. Estarán bajo el agua, no se preocupen, todo será completamente seguro, el enigma no es literal —se apresuró a decir cuando vió a Hermione con la mano alzada—, solo es una medida de tiempo por cuestión del torneo.
Nox miró a las personas presentes, intentando analizar lo que decía la profesora, pero su cerebro en ese momento no estaba muy listo para esas cosas. La profesora les tendió un frasco tan pequeño como su pulgar, con un líquido azul.
—Bien, ahora bebanlo... No sabe mal, señorita Delacour —señaló la profesora.
Nox le quitó el tapón al frasco y se tomó el líquido tan rápido como tuvo. Ni siquiera tuvo oportunidad de pensar en el sabor que tenía, cuando sintió sus piernas flaquear y caer al vacío de un sueño inexistente que instantes después fue roto. Sintió su cabeza salir a la superficie del agua helada del lago negro tan rápido como cuando cayó dormida.
Tosió varias veces, dejando salir el agua de su cuerpo. Parpadeó muchas veces, ya que el cielo brillante la había segado unos instantes.
—¿Tú? —fue lo primero que salió de Nox al ver a Harry, intentando respirar todo el aire que pudiera —¡No! O sea, ¿yo? Quiero decir, ¡creí que sería Cedric! —luego miró a la niña que había visto antes de caer— ¿Qué hace ella aquí?
—Fleur no apareció. No podía dejarla allí —contestó Harry jadeando.
—Harry... —dijo Nox mientras un ligero calor llegaba a su rostro—. ¡No me digas que te tomaste la canción muy literal! Nadie nos habría dejado ahogarnos allí.
—Pero la canción decía...
—¡Era sólo para asegurarse de que te dabas prisa en volver! —replicó Nox—. ¡Eres demasiada buena persona! Espero que te den puntos extras por esto.
Nox vió a la pequeña niña de cabello plateado, intentando lo mejor de sí misma en mantenerse a flote. Nox nadó hacia ella, intentando ayudarla.
—¡Sube! —señaló a su espalda —. No pasará nada, lo prometo.
—Dejame a mí...
—No, Harry. Ya has hecho bastante con traernos de vuelta. Gracias.
Le sonrió como siempre solía hacer, solo que esta vez una muy temblorosa.
Nadaron hasta la orilla, donde ya estaban atendiendo a sus dos mejores amigos. Cuando por fin tocaron la superficie, la hermana de Fleur bajó de su espalda y salió corriendo a su hermana, mientras que Nox hacia lo mismo hacia Cedric y Cho.
—¡Están aquí! —abrazó a cada uno —¡Lo lograste también! Por un momento creí que sería yo tú rehén...
—Ya viste que no —dijo Cedric mientras le salía humo por las orejas —. Y veo que Harry ya no está tan enfadado contigo.
—Debe de estar furioso...
No pudo seguir hablando, ya que Madame Pomfrey la jaló para sentarla junto a los demás.
—Atienda a «Gabguielle» —le dijo Fleur a Madame Pomfrey, y luego se volvió hacia Harry—. Tú la has salvado —le dijo casi sin resuello—. Aunque no «ega» tu «gueén».
—Sí —asintió Harry.
Fleur se inclinó, besó a Harry dos veces en cada mejilla. Nox sintió como el pecho se le oprimió por unos instantes, y el enojo se hizo presente en su rostro, pero luego se dirigió a ella:
—Tú también la ayudaste.
—Sí, pero solo un poco...
Fleur se abalanzó también sobre ella para besarla también. Sintió las mejillas calentarse demasiado; era más por el recuerdo de que por su culpa no recordaba nada de la primera prueba... ¿Si hubiese hecho lo mismo esta vez, hubiese rescatado a su hermana? ¿O tan siquiera hubiera sobrevivido para sí misma?
—Ugh... Francesas... —se quejó Nox, mientras se limpiaba donde la habían besado.
Las jueces callaron sus preguntas mentales para dar las puntuaciones. Todos gritaban escuchando las calificaciones. Nox aplaudió muy fuerte cuando se enteró que Cedric había sido el primero en llegar, le habían dado cuarenta y siete puntos.
—El señor Harry Potter ha utilizado con mucho éxito las branquialgas —prosiguió Bagman—. Volvió en último lugar, y mucho después de terminado el plazo de una hora. Pero la jefa sirena nos ha comunicado que el señor Potter fue el primero en llegar hasta los rehenes, y que el retraso en su vuelta se debió a su firme decisión de salvarlos a todos, no sólo al suyo.
Nox dirigió a su amigo, que se ponía cada vez más colorado, lo miraba con exasperación y compasión. Volvió a sonreír.
—La mayoría de los miembros del tribunal están de acuerdo en que esto demuestra una gran altura moral y que merece ser recompensado con la máxima puntuación. No obstante, la puntuación del señor Potter son cuarenta y cinco puntos.
Abrió la boca con sorpresa, y así como hizo con Cedric: comenzó a aplaudir muy fuerte mientras daba pequeños saltos alegres.
Después de ese día, Harry ya no se comportaba tan cortante como hacía antes, pero mantenía su distancia.
—¿Podemos hablar? —interrumpió Nox, la plática que tenían los tres amigos, mientras subían la escalinata en dirección al colegio —. Los tres.
Ellos se miraron entre ellos, viendo como el cabello de Nox comenzaba a secarse y a esponjarse terriblemente. Su rostro estaba pálido, resaltando levemente sus pecas y las marcas rojas de su acné en el rostro.
—Yo quiero disculparme, por lo de navidad —empezó—. Sé que ha pasado mucho de eso, pero no puedo evitar pensar en ello cada vez que los veo.
Hermione se cruzó de brazos.
—Bueno, realmente era lo que esperaba de ti... —habló Hermione —. Tarde, pero lo esperaba.
—Si, me comporté como una estúpida esa noche, aunque no recuerde nada... —suspiró—. Perdón por... Eso, Ron —sintió la vergüenza calentarle las orejas.
—Se sintió el sabor a whisky de fuego, lo sospeché —Nox torció la boca —. No estuvo tan mal.
—¡Ron! —regañó Hermione.
—¿Qué? ¿Uno no puede ser sincero? —Hermione lo fulminó y después señaló a Harry con la mirada —Pero no lo vuelvas a hacer.
Nox torció la boca, algo poco parecido a una sonrisa.
—Yo lamento mucho lo que te dije, Harry, esa noche —se sinceró en su dirección —. No debí decirlo de esa forma tan fea. Ya sabes lo que dicen: los niños y los ebrios dicen la verdad, pero definitivamente ese no era el modo. Espero y puedas perdonarme por eso.
Nox quería cerrar los ojos, se estaba hundiendo de la vergüenza, y quería que la tierra se la tragara en ese preciso momento. Ahora estaba esperando lo peor, pero afortunadamente no llegó.
—Está bien, ya pasó —fue lo primero que dijo—. Ya lo superé, no te preocupes.
Eran palabras que ni un troll sería capaz de creerse, pero Nox fingió demencia, como siempre hacía.
Los días avanzaban y Nox sentía que podía volver a respirar con más facilidad. Ayudaba a Cho a estudiar para sus TIMOS, ya que la tenían muy estresada durante esos días, ella le prometió que la ayudaría con los suyos el próximo año, así que Nox se alivió un poco más. Mientras avanzaban hacia la biblioteca se toparon con Padma, que se dirigía a Nox con una notable cara de preocupación.
—¿Qué has hecho, Nox? —le dijo.
—¿A qué te refieres?
En respuesta le tendió una revista. En ese momento su cerebro empezó a trabajar, y comenzó a pasar las hojas, hasta que se encontró con la que buscaba.
«La pena secreta de Harry Potter»:
Tal vez sea diferente. Pero, aun así, es un muchacho que padece todos los sufrimientos típicos de la adolescencia, nos revela nuestra gran escritora anónima. Privado de amor desde la trágica pérdida de sus padres, a sus catorce años Harry Potter creía haber encontrado consuelo en Hogwarts en su novia, Hermione Granger, una muchacha hija de muggles. Poco sospechaba que no tardaría en sufrir otro golpe emocional en una vida cuajada de pérdidas.
La señorita Granger, una muchacha nada agraciada pero sí muy ambiciosa, parece sentir debilidad por los magos famosos, debilidad que ni siquiera Harry ha podido satisfacer por sí solo. Desde la llegada a Hogwarts de Viktor Krum, el buscador búlgaro y héroe de los últimos Mundiales de quidditch, la señorita Granger ha jugado con los afectos de ambos muchachos.
Krum, que está abiertamente enamorado de la taimada señorita Granger, la ha invitado ya a visitarlo en Bulgaria durante las vacaciones de verano, no sin antes declarar que jamás había sentido lo mismo por ninguna otra chica.
Sin embargo, podrían no ser los dudosos encantos naturales de la señorita Granger los que han conquistado el interés de estos pobres chicos.
«Es fea con ganas —nos declara Pansy Parkinson, una bonita y vivaracha alumna de cuarto curso—, pero es perfectamente capaz de preparar un filtro amoroso, porque es una sabelotodo. Supongo que así lo consigue. Y también esa Figg, ¿han visto los granos de su cara? Sé que no se lleva bien con Granger, se les ve compitiendo constantemente, tanto por unas calificaciones como por Harry Potter».
Y así como se mencionó anteriormente, también se ha visto a Potter que ha intentado conseguir un poco de consuelo en una «amiga» suya del mismo colegio, de nombre Misery Figg.
Se les vió discutir durante varias ocasiones, donde la señora Figg negaba de forma despectiva todo sentimiento que el señor Potter le declaraba:
«No sé cuántas veces tengo que dejarlo claro, si no te bastó con escucharlo a escondidas —declaró la señorita Figg—, te lo digo en tu cara: NO-ME-GUSTAS. ¿Qué querías? ¿Que viniera contigo, tragandome la mentira de que veníamos como amigos? ¡Por favor! Eso ni un troll se lo cree».
Una clara decepción y un buen ejemplo de una persona sin empatía. Muchos testigos confirman que Misery Figg se encontraba en estado de ebriedad en ese momento, teniendo en cuenta que en el colegio está estrictamente prohibido las sustancias ilícitas.
Y como es natural, los filtros amorosos también están prohibidos en Hogwarts, y no cabe duda de que Albus Dumbledore estará interesado en investigar estas sospechas. Mientras tanto, las admiradoras de Harry Potter tendremos que conformarnos con esperar que la próxima vez le entregue su corazón a una candidata más digna de él.
La extraña sensación de querer vomitar surgió de la boca del estómago. Le comenzaron a temblar las manos, pero no sabía si de furia o preocupación. Su padre leía esa revista por la sección de recetas, y era obvio que se detendría a leer para ver qué pasaba con Harry, y si leía el nombre de Nox, recibiría una remienda. Tal vez sería más fácil darle una explicación a su padre si viniese el nombre de Rita Skeeter en el artículo, cosa que no venía incluída.
Justo cuando comenzaba a sentirse más calmada y en paz, surgen ese tipo de cosas. Por fin había hecho las paces con Harry, y ahora el recuerdo de aquella noche surgiría de nuevo en él, a pesar de admitir que ya lo había «superado».
Un día de esos durante el desayuno, las lechuzas llegaron, pero un montón más llegaron con Nox. No entendía por qué. Abrió una de las cartas que estaba escrita con recortes de varias cosas, ya sea palabra por palabra o letra por letra:
ÉL sE mEreCe a aLguiEn quE lO quIeRa dE veRdaD.
Nox razgó la carta por la mitad, pero fue un gran error, ya que explotó en su cara, salpicando solo a ella con una sustancia roja como sangre, por el olor a perro muerto, identificó que era sangre de escarabajo azul, que era muy difícil de quitar.
No se había dado cuenta que había un vociferador, y por no abrirlo con tiempo, explotó ahí mismo, pero era la voz de su padre:
—¿EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO, MISERY NOX FIGG-CATTERMOLE? —se escuchaba la voz de su padre en todo el gran comedor. Todos se voltearon a ver —¡TE DÍ PERMISO DE QUEDARTE Y CON ESTO ME RESPONDES! ¡DANDO EL MAL EJEMPLO POR AHÍ! ¡ASÍ NO FUE COMO TE EDUCAMOS! ¡QUE NI SE OCURRA HACER ALGÚN OTRO ESCENARIO DE ESTOS!
La carta siguió gritando con la voz de su padre por unos momentos más, para después prenderse fuego. El silencio reinó por solo unos segundos, para después las risas estallaran por el comedor, que provenían más de la mesa de Slytherin, que la señalaban, intentando controlar el dolor de estómago provocado por las carcajadas. Nox sintió el nudo en su garganta apretarle, y las comisuras de sus labios alargarse hacia abajo.
Se levantó con el rostro salpicado de sangre de escarabajo azul y salió corriendo de ahí, con el rostro comenzando a inundarse de lágrimas (que no borraban la sangre). Salió hacia el vestíbulo y salió del castillo, sin saber a dónde dirigirse, pero toda la tristeza que sentía se esfumó de pronto. Si pudiera regresar las lágrimas, lo haría.
Su mente se puso en blanco, y la sensación de estar flotando cómodamente llegó a su cuerpo. Se sentía tan bien...
«Ve al bosque prohibido...», le ordenó la voz. Nox obedeció sin chistar.
No sabía cuánto tiempo había caminado, pero no le importaba en lo absoluto, ya que ni siquiera sus piernas se cansaban o dolían a la hora de pisar mal alguna piedra que escondía el suelo. Caminó entre los árboles, y el miedo de perderse jamás apareció, solo seguía siguiendo órdenes como una marioneta. Llegó a un punto dónde su memoria no estaba guardando lo que veía, solo seguía la ruta que la voz en su cabeza le ordenaba cada que pasaba un tronco de árbol.
«Detente... El hombre que se encuentra enfrente de ti... debes torturarlo, no te detengas... ».
Nox sacó su varita de la túnica y apuntó hacia el hombre que se encontraba frente a ella. No le importó su aspecto, ni mucho menos de quién se trataba. Sus ojos habían vuelto a cambiar, y la inexpresión de su rostro asustaría a cualquiera, incluyendo al hombre que se encontraba enfrente, tumbado en el suelo, estirando la mano, en búsqueda de piedad.
No necesitó formular palabras y hechizos para hacer que el hombre se retorciera de dolor. El rostro de Nox no gesticulaba, no fruncia, y cualquiera que la viera creería que no parpadeaba. Hacía cortes físicos con la varita, salpicando de sangre humana su uniforma y parte del rostro. Pero a nadie le importaría; acababa de salir del gran comedor salpicada de sangre de escarabajo azul.
Los gritos del hombre cortaban a los oídos sordos de Misery, pero no eran lo suficientemente fuertes como para llegar a la copa del árbol más alto.
No tenía ninguna intención de detenerse, su mente estaba flotando en aquella majestuosa comodidad, y no quería irse de ahí.