ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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21. La tierra sobre la cama

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Capítulo 21 La tierra sobre la cama La primavera se acercaba, y para Nox le era algo extraño no ver a sus amigos estresados practicando para los partidos de quidditch, aunque en esta ocasión era diferente: uno se entrenaba para la última prueba en el torneo, y otra para sus exámenes de los TIMOs. Siempre que despertaba, se preguntaba porque lo hacía con los zapatos puestos y llenos de tierra, ensuciando su cama, tal vez era sonámbula y no se estaba dando cuenta de ello. Seguía algo triste por el vociferador que había recibido por parte de su padre; le envío una carta respondiendo que todo lo que mencionaba la revista era falso, y que lo había escrito Rita Skeeter (aunque las palabras que escribieron, si eran suyas), se suponía que sabía cómo era aquella mujer, eso pareció ser suficiente para calmarlo, quería pensar que su abuela tenía algo que ver detrás. Se imaginó lo horrible que se hubiese tornado la situación si se enteraba que le gustaba aquella chica de Beauxbatons, aunque no sabía que pensar al respecto, ya que no le dirigía la palabra, solo la saludaba con una vista por los pasillos. Había cambiado su actitud con ella después del baile, tan solo recordaba que le había mencionado algo que no le agradaba a Amélie, así que por ello decidió separarse de Nox. A la pelinegra no le quedó de otra más que aceptarlo, una vez más. Las cartas de personas que odiaban a Nox seguían llegando, pero con el paso de los días dejaron de hacerlo, como si ya no tuvieran más ideas que mandar; de todos modos, Nox ya no las abría, no quería correr el mismo riesgo que Hermione. La salpicadura en su rostro por fin se había quitado, pero las marcas de sus granos y las ligeras pecas de la nariz no tenían intención de desaparecer también. En una de sus caminatas solitarias, una vez más sintió flotar su cuerpo, y su memoria comenzó a borrarse, como si estuvieran tomando control de ella también, no solo de su cuerpo. Se dirigió al bosque, y una vez más torturó a aquél hombre sin ninguna expresión en su rostro, lanzando hechizos hasta hacerlo perder la cordura. Cada vez más comenzaba a oscurecer, y quién le decía aquellas cosas parecía no querer detenerse por un largo tiempo. Ella no sentía cansancio, y tampoco su subconsciente le importaba poco aquello. A la distancia se escucharon unas voces ajenas que distrajeron a la que controlaba su mente, así que Nox se detuvo. El hombre frente a ella pareció aprovechar la micro oportunidad, así que se puso de pie y salió corriendo de ahí con las pocas fuerzas que tenía. Nox seguía sin hacer nada, solo se quedó de pie, esperando órdenes entre las nubes de su mente. Pasaron minutos, y por fin la voz volvió a dar otra orden: «¡VE POR ÉL!», ordenó. Giró sobre sus talones y salió corriendo de ahí, siguiendo el mismo camino que el hombre tomó. Tropezó varias veces, ya que la oscuridad consumía el bosque, y jamás se le dió la orden de encender una luz, así que corrió a tientas. Al salir, se encontró con uno de los campeones: Viktor Krum, que intentaba sujetar a Barty Crouch por los brazos, ya que hablaba desesperadamente y cruzando recuerdos entre sus palabras. Cuando Viktor giró para ver en dirección hacia el castillo, Nox recibió la orden de atacarlo, y así lo hizo, tan inmediato como llegó la orden a su mente, lo aturdió y cayo desmallado en la oscuridad de las orillas del bosque. El hombre volvió a salir corriendo, pero no le dijeron que lo siguiera, así que permaneció ahí, inmóvil, viendo el desastre que había hecho, instantes después solo sintió como algo chocaba contra ella, dejándola inconsciente al igual que a Viktor Krum, cayendo secamente al suelo. «Aceptalo... Debes de hacerlo... Sus almas... Pronto tu objetivo se hará realidad...», le pedían las voces que tanto la estaban atormentando. —¡Enervate! Abrió los ojos y parpadeó varias veces, intentando acostumbrarse a la luz que le estaba apuntando en la cara. Se sentía asustada, ya que no sabía cómo es que había llegado ahí. Estaba tumbada en el suelo húmedo, le dolía la cabeza, como si se hubiese golpeado. —¿Qué pa-...? No pudo terminar su pregunta, ya que la voz de Viktor Krum comenzó a señalarla. —¡Ella me atacó! ¡Escuché a alguien «corrrerr» y era ella! —¿Qué? ¡No sé de qué estás hablando! ¡Ni siquiera sé qué hago aquí! —¡Y también el otro «hombrre»! —¡No sé de qué estás hablando! —repitió. Nox comenzaba a desesperarse. Se sentó mientras las manos le temblaban —. ¡Y-yo no entiendo qué está pasando! Logró distinguir entre la luz cegadora a varias figuras, entre ellas la de Hagrid, por la gran diferencia de tamaño. Parecía furioso, ya que se agitaba como si hubiese corrido un maratón. —Señorita Figg, no sé preocupe, yo me encargo de esto —le dijo el profesor Dumbledore a Nox, con un tono bastante amable. Nox no supo que decir, ya que no era normal o común que el mismísimo director se dirigiera a ella —. ¡Hagrid, ten la bondad de acompañar a Harry y a la señorita Figg al castillo! —le dijo Dumbledore con brusquedad, sin mover la luz de su rostro. Resoplando de furia, Hagrid echó una dura mirada a Karkarov que se encontraba ahí también, entre las enormes manos del furioso Hagrid. —Creo que sería mejor que me quedara aquí, director... —Llevarás a ambos de regreso al colegio, Hagrid —le repitió Dumbledore con firmeza, no como una pregunta—. Llévala hasta la puerta de la sala común de Ravenclaw y después acompaña a Harry a la torre de Gryffindor. Y, Harry, quiero que no salgas de ella. Cualquier cosa que tal vez quisieras hacer... como enviar alguna lechuza... puede esperar a mañana, ¿me has entendido? —Eh... sí —dijo Harry, mirándolo. Se dirigió a Nox y le extendió la mano para ayudarla a ponerse de pie—. Vamos, Nox. La luz se apagó de pronto, ahora sabía por qué se refería Dumbledore a ella de esa forma, así que la volvió encender con un Lumos. —Dejaré aquí a Fang, director —dijo Hagrid, sin dejar de mirar amenazadoramente a Karkarov, que seguía despatarrado al pie del árbol, enredado con pieles y raíces—. Quieto, Fang. Vamos, chicos. Caminaron en silencio, pasando junto al carruaje de Beauxbatons, y luego subieron hacia el castillo. Nox tambaleaba de vez en cuando. Le dolían las rodillas, y al mirarlas cuando movió su túnica, vió que tenia raspones frescos en ellas. ¿La habrán visto? ¿Y si en realidad fue ella quién atacó a Krum? Estaba pálida, y temblaba. —Cómo se atreve —gruñó Hagrid cuando iban a la altura del lago—. Cómo se atreve a acusar a Dumbledore. Como si Dumbledore fuera a hacer algo así, como si él deseara tu entrada en el Torneo. Creo que nunca lo había visto tan preocupado como últimamente. ¡Y tú! —le dijo de pronto, enfadado, a Harry, que lo miraba desconcertado—. ¿Qué hacías paseando con ese maldito Krum? ¡Es de Durmstrang, Harry! ¿Y si te echa un maleficio? ¿Es que Moody no te ha enseñado nada? Imagina que te atrae a su propio... —¡Krum no tiene nada de malo! —replicó Harry mientras entraban en el vestíbulo—. No ha intentado echarme ningún maleficio. Sólo hemos hablado de Hermione. —También tendré unas palabras con ella —declaró Hagrid ceñudo, pisando fuerte en los escalones—. Cuanto menos tengan que ver con esos extranjeros, les irá mejor. No se puede confiar en ninguno de ellos. —Pues tú te llevabas muy bien con Madame Máxime —señaló Harry, disgustado. —¡No me hables de ella! —contestó Hagrid, y su aspecto se volvió amenazador por un momento—. ¡Ya la tengo calada! Trata de engatusarme para que le diga en qué va a consistir la tercera prueba. ¡Ja! ¡No hay que fiarse de ninguno! ¡Y tú, niña perturbante! —señaló a Nox, ahora la que dió un salto fue ella —¡No deberías juntarte con aquellos chicos se Beauxbatons! Quién sabe que tantas cosas te querrán sacar de Cedric Diggory. —¡Ya ni siquiera hablo con ellos! —saltó Nox, con algo de frustración—. Además, ¿pueden dejar de hablar? —dijo en voz alta. Ambos se detuvieron y se giraron a verla, como si apenas hubiesen recordando que ella venía con ellos —. No me siento muy bien cómo para escucharlos hablar tan alto. Llegaron frente a la puerta de la sala común de Ravenclaw, pero Nox seguía desconcertada y no podía pensar con claridad el acertijo que le estaba presentando el águila en la puerta: —Estás escapando de un laberinto, y tienes 3 puertas delante. La puerta de la izquierda lleva a un ardiente infierno. La puerta del centro a un brutal asesino. Y la puerta de la derecha a un león que no ha comido en 3 meses. ¿Qué puerta escoges? No quiso contestar. Ya había quedado antes afuera por responder mal, y su cerebro no estaba funcionando en ese preciso momento. El cuerpo le dolía, al igual que la cabeza. Las miles de dudas en su mente seguían agitando sus pocos recuerdos. —¿Harry? —llamó Nox. Este se dió vuelta tan rápido que tenía miedo de que se haya lastimado el cuello —¿Crees que puedas ayudarme? —¿Ahora? —No, mañana. ¡Claro que ahora, cuatro ojos! Él rodó los ojos con cierta diversión. Tenía bastante tiempo que no lo llamaba de aquella forma. Escuchó el acertijo y se quedó pensando un tiempo, mientras que se escuchaban los pensamientos que Hagrid decía en voz alta, viendo las escaleras con enojo, como si estas tuvieran la culpa. —Creo que lo tengo —su rostro parecía decir lo contrario. —No lo tienes, ¿cierto? —No. —Genial. Se quedaron unos instantes en silencio, no sabía precisamente si era porque no tenían nada que decir, o tal vez seguían pensando en el enigma que tenían enfrente. Se seguían escuchando los murmullos enojados de Hagrid. Nox agradecía que sus pensamientos no se escucharan tan fuertes como los del semigigante. Harry parecía querer hablar, pero las palabras no parecían salir. Nox tomó la iniciativa. —Creo que yo fuí quién atacó a Krum... —susurró, con la vista perdida en la puerta. Harry se volvió hacia ella. —¿Por qué dices eso? —le preguntó. Nox le echó un vistazo a Hagrid, que seguía murmurando por lo bajo, después se hizo la túnica a un lado, mostrando sus rodillas raspadas y sucias. Seguían doliendole, y hacia pequeñas muecas cuando sintió el roce de la túnica en las heridas. Harry abrió los ojos, preocupado. —¿En qué momento te hiciste esto? —volvió a preguntar, viendo la respuesta de su última pregunta —. Debemos ir a la enfermería... —Viktor dijo que escuchó a alguien correr, y realmente creo que si haya sido yo como dijo él. De verdad no sé —se apresuró a decir, cuando vió a Harry abrir la boca para hablar— cómo es que llegué a ese punto... Me han estado pasado cosas muy extrañas, Harry. No recuerdo irme a dormir con la túnica puesta, despierto con tierra en la cama... No entiendo... —Deberias de decirle a alguien, Nox —sugirió Harry, pero ella negó varias veces con al cabeza —. Deberías de decirle a Dumbledore, el tal vez podría ayudarte, como suele hacer con los demás. —No, no quiero causar problemas. Dumbledore me defendió diciendo que yo no había sido, no lo quiero hacer ver cómo un mentiroso, más enfrente de Hagrid... —lo miró de reojo —. No se lo vayas a decir a nadie, por favor. —Pero, tal vez alguien te ha estado controlando —de pronto en su rostro reflejó una idea—: ¿Crees qué haya alguien más que pueda hacer lo mismo que tú? —No lo sé, no lo había pensando de esa forma. Pero aún así, por favor, no se lo digas a nadie, mucho menos a Cedric, Cho o Padma, sé que no despegarian un ojo de mí si se enteraran. Harry se quedó pensando, dudoso con lo que le pedía la pelinegra, pero simplemente negó con la cabeza. —No, no podría, Nox. Eres muy importante para ellos, como tú para mí lo eres también —comenzó a sonrojarse—. No quiero que te llegue a pasar algo, y que gracias a una promesa no pueda decir algo. —No me pasará nada... —Ya te pasó... —señaló la herida de sus piernas. —Es diferente. —No lo es —insistió —. Anda, Nox. No es bueno que intentes ocultar algo como esto, no sabemos qué cosas están pasando o qué loco se esté atreviendo a atacar a la gente por ahí. —¡Porque ese loco soy yo! —intentó bajar la voz —. ¡Ataqué a Krum! —No, te obligaron a hacerlo, que fue muy distinto, Nox —tomó un largo suspiro —. Es algo de lo que ahora me preocupo, Nox, eres mi mejor amiga, y no quiero que algo te pase, algo más... Nox sintió como el calor le subió por el cuello hasta las orejas. Tenía años que no le llamaba de esa forma, una chispa dentro de ella se encendió como una vela que llevaba esperando tanto tiempo en ser encendida. —No sabía que era tu mejor amiga —fue lo primero que dijo, aún pasmada. —Bueno..., siempre lo has sido —intentó ocultar su rostro sonrojado, mirando a otra parte. —Eres demasiado bondadoso, Harry —sonrieron—. Tú también eres mi mejor amigo. —¿En serio? —preguntó, muy sorprendido, Nox soltó una risita. —Claro que sí, pero no se lo vayas a decir a Cedric, se pondrá furioso. Él también lo es, pero quiere esa exclusividad. El que rió esta vez fue Harry, haciendo el corazón de Nox saltar. —Claro —prometió, Harry. —¿Por el ojo izquierdo? —¡No voy a prometer algo así! —ambos rieron —. Solo no se lo diré, eso lo harás tú. Nox volvió a reír, contagiando a su amigo azabache, pero las risas se interrumpieron cuando un carraspeo aún enojado de Hagrid se hizo presente. —¡Rápido, tórtolos! —gruñó para después seguir murmurando al suelo. En esa situación, Nox fácilmente hubiese dicho algo a la defensiva, negando tal cosa, pero en ese momento no le surgió algo parecido. Solo sintió sus orejas hervir más. —Tú no soportarías no comer por tres meses, ¿no? —soltó de pronto Nox, mirando la puerta de sus sala común. —Con los Dursley era algo similar, estoy adaptado... ¿Qué tiene que ver con eso? —Nox sonrió. —Eres un Gryffindor, tú sabes la respuesta —indicó. Se dirigió a la puerta, con la respuesta en la punta de la lengua —. Eligiría el león, ya que estaría muerto. La puerta hizo un «¡Click!» y se abrió ligeramente. Harry se quedó un poco confundido, después abrió la boca con aires tontos, entendiendo por fin el acertijo. —Ya sabías la respuesta —dijo Harry, con los ojos verdes brillando. —Desde hace rato, solo quería quedarme un rato más. Nunca había visto aquella sonrisa en el rostro de Harry: llena de felicidad y un toque de picardía en ella, como si un plan malvado estuviera resultando bastante bien, pero no quitaba el sonrojo que se había esparcido en su rostro. En cambio, Nox sentía un leve temblor en las piernas y las manos, pero no estaba segura si eran las heridas o unos nervios que no recordaba haber sentido antes. Eran muy similares a los que una vez llegó a sentir con Terry, o con Amélie, pero en esta ocasión era como si temblaran por alguna exigencia, como si pidieran a gritos algo, pero Nox sabía qué era. —Siempre has sido muy lista, Nox —confesó Harry, sin apartar la mirada. Usualmente la mirada de Nox era de miedo, quemaba a quien sea que se atreviera a mirarla sin conocerla. Sus ojos tan grises y oscuros como una noche de neblina, llena de secretos y curiosidades que pocos se atrevían a explorar, pero Harry era lo que más quería en el mundo, desde hace ya bastantes años, quería explorar que había del otro lado de aquella neblina. En esta ocasión, el resplandor de los ojos verdes de Harry eran los que quemaban los de Nox, como si fuera un reflector sobre ella, buscándola y analizandola, incluso se podría decir que intimidandola. —Bueno, no soy tan lista como Granger —rechazó el comentario. —Pero tú no eres ella —insistió. No podían evitar seguir mirándose a los ojos, como si dos polos opuestos se tratarán —. Eres muy diferente... Eso lo hace mejor —el corazón parecía que le quería explotar cuando vió alzar su mano y acomodar un mechón rebelde de su enorme cabello por detrás de la oreja de Nox, pero en ningún momento apartó su mano de su mejilla, como si quisiera sentir hasta el último poro de su imperfecta piel. Nox no sabía cómo reaccionar, no sabía cómo se sentía, que decir, o como moverse, solo sabía que posiblemente se veía como una idiota con solo las manos a los costados de su cuerpo, colgando muy estúpidamente. No sé le ocurría algún comentario sarcástico, y parecía ser que a Harry tampoco. No quería que el momento se acabará, pero tampoco que durara eternamente. Quería que se pausara el tiempo, correr dentro de la sala común, preguntarle a Cho y Padma qué debería hacer, regresar y continuar. No sabía en qué momento había avanzando tanto, quedando a tan solo uno centímetros de separación, no entendía lo que pasaba. Todo el asunto que había pasado tan solo minutos antes ya era cosa del pasado, ya no sentía miedo, todo estaba cambiando por confusión y mucho calor. —¡Es hora de irnos, Harry! —gruñó una vez más Hagrid, ahora un poco menos molesto, pero sin dejar de patear un escalón. Él regresó a su posición inicial tan rápido como un relámpago, Nox solo se sobresaltó y dió un paso atrás, bastante bochornosa. Sentía como si hubiese despertado de pronto de un sueño, uno muy bueno. Soltó una risa bastante nerviosa, intentaba buscar alguna cosa en su repertorio de chistes sarcásticos que guardaba en su mente, pero no lograba salir ninguno. —Bien... Esto... Será mejor que se vayan, es noche —decía Nox, mientras avanzaba lentamente a la puerta ya abierta de su sala común. —Si, será mejor que nos vayamos —estuvo de acuerdo, Harry, pero ambos sabían que no querían aquello —. Recuerda lo que dijo Dumbledore. —Pero te lo dijo a ti —recordó, Nox. —Si, pero me gustaría que también lo tomarás tú en cuenta —sonrió contagiando a Nox. —De acuerdo, lo haré —no sabía qué más decir. Quería decir algo más, pero su cerebro no colaboraba en ese momento, como siempre solía hacer —. Te veo después. —Te veo después. Nox alzó la mano, sacudiendola lentamente, un gesto de despedida bastante común en ella. —Vamos, Harry, o Dumbledore se enterará que te dejé más tiempo fuera de lo debido... —decía Hagrid mientras le daba una enorme palmada en el hombros mientras bajaban, pero Harry parecía no prestar atención en ello, ya que no podía dejar de ver a Nox. Ella tampoco podía dejar de verlo. Se adentró a la sala común, que no se encontraba tan abarrotada como suele ser después de las cuatro de la tarde. No podía dejar de sonreír, su mente no podía evitar recordar esos pequeños gestos que habían compartido instantes antes, y su rostro le delataba bastante, ya que Padma que estaba saliendo de uno de los dormitorios, se encontró con una Nox bastante sonrojada. —¿Pasó algo? —le preguntó si amiga, intentando averiguar lo que su rostro expresaba. —Yo... No, estoy bien, solo me caí —señaló sus rodillas que aún temblaban, pero no de dolor —. Solo iré a darme una ducha, no fue nada grave. —Pues... ¿Vale? —intentó decir Padma, al ver cómo Nox se dirigía a los baños, aún con aquella expresión en su rostro. Durante su ducha, Nox no pudo evitar recordar una vez más lo que había pasado, haciendola sonreír idiotamente intentó limpiar sus heridas, que desafortunadamente le hicieron recordar lo que había pasado justo antes de eso, borrando su felicidad poco a poco. Despertar a la orilla del bosque, con Krum acusándola de atacarla a ella, a ojos de el mismo Dumbledore y otros más. Quizá tenía razón, tal vez si fue ella quién lo atacó, el dolor de sus rodillas raspadas la estaba delatando, pero no lo hizo a propósito, por supuesto que no, pero ahora tenía las manos manchadas de culpa.   ◦•●◉✿◉●•◦   Al día siguiente deseaba despertar con el mismo humor con el que entró la noche anterior a la sala común, pero parecía ser muy poco probable. Se sentía terrible por la supuesta culpa que sentía de haber atacado a Viktor Krum a la orilla del bosque, o peor aún, ¿cómo fue que llegó ella al bosque? En clase de Historia de la magia ni siquiera se enfocó en prestar atención en el profesor Binns (como nadie hacía), era como quedarse dormida con los ojos abiertos, eso la sobresaltó de repente, como si el miedo a ser controlada sucediera de nuevo. Afortunadamente no llamó la atención del profesor, ya que seguía explicando como si estuviese hablando con sus propios pensamientos. —¿Estás bien? —le preguntó Padma, que se encontraba sentada a su lado. Se había percatado de su sobresalto, y no era la única en el aula que lo notó. —Si, solo me quedé dormida —soltó una risita nerviosa. Volvió a enfocar su vista en el profesor, intentando concentrarse una vez más, pero solo se cuestionaba el por qué no recordaba ni una pizca de lo que había hecho antes de despertar ahí. Las dudas la tenían aterrorizada. Cuando era la hora del receso, Nox se encaminaba al gran comedor, tal vez no tenía mucha hambre, pero de su mente no salía aquél tema sobre el ataque, intentaba con todas sus fuerzas recordar algo... —¡Nox, espera! —le llamó la voz de Harry. Sintió un pequeño tambaleo en sus piernas y manos, justo como en la noche anterior. Seguía sin saber qué hacer, ahora se arrepentía de no hablar de aquello con Cho y Padma. Se dió media vuelta, pero no venía solo, ya que lo acompañaban como de costumbre Ron y Hermione. Una vez más, a Nox no le agradaba Hermione. —Hola, ¿qué pasa? —saludó, como si la caricia en su mejilla jamás hubiese pasado. —¿Estás bien? —le preguntó. —Claro —fingió una de sus muy comunes sonrisas. —¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche? —preguntó esta vez Hermione. La sonrisa de Nox se borró tan de golpe como la pregunta. —No —le respondió tan seco como una galleta en un desierto —. Cómo lo dije anoche, no recuerdo nada de nada, supongo que ya le preguntaron a Dumbledore o alguien más sobre ello. —Al profesor Moody, de hecho —agregó Ron. Nox lo volteó a ver, sobresaltandolo un poco. —¿Otra vez jugando a los detectives? —¡Solo queremos saber qué pasó con Barty Crouch! —soltó Harry, haciendo a Nox tensarse —. Creemos que él fue quién los atacó a ustedes dos, a Krum y a ti, pero a la vez pensamos que no lo hizo, estaba muy débil como para hacerlo, parecía delirar o algo parecido. Moody nos dijo que utilizó el mapa, y no vió nada... —¿Mapa? —preguntó Nox —. Mira, ya se los dije mil veces, y no quiero volver a decirlo: no recuerdo nada. No sé qué hacía ahí, como terminé ahí, ni como pasaron las cosas, tal vez estuve en un mal momento. —Pero si estabas ahí Nox, es bastante sorprendente como no puedes recordar nada, no siquiera un ruido, o algo. —Tú bien sabes a qué me refiero, Harry —comenzó a quemarlo con la mirada —. Además, no entiendo porqué les interesa asuntos que no los incumben —ahora miró a los tres. —¡Tal vez desapareció! —saltó Ron, como si de una gran idea se tratara. —¡Nadie puede desaparecer de los terrenos del colegio! —le reprocharon la idea a Ron, Nox y Hermione al unísono. —¡Vale! Tal vez no... —Dejen todo este caso al ministerio o a Dumbledore, no tiene nada que ver con ustedes, o conmigo... —¡Claro! Tu padre trabaja en el ministerio, ¿podrías enviarle una lechuza preguntando por Crouch? —volvió a hablar Ron—. Tal vez sepa algo, ¿en qué departamento trabajaba? Solo sé que suele trabajar con papá... —Mira, Ron —se dirigió a él —: no pienso meter a mi padre en asuntos que no le incumben, tanto a él como a ustedes, así que dejen esto olvidado, ni siquiera Dumbledore se a tomado la molestia de preguntarme tantas cosas como lo hacen ustedes. Los tres se miraron entre sí, pero sabía que no importaba qué tantas cosas les dijera, dejar un caso abierto en el olvido no era una de las opciones. Pasaban los días, y al menos las preguntas habían parado. Cedric se encontraba practicando y aprendiendo todo libro sobre encantamientos en la biblioteca, era como si quisiera grabarse de memoria cada párrafo de cada libro antes de graduarse. Cho era su mejor compañía, ya que pasaban la mayor parte del tiempo juntos practicando sin parar. Nox caminaba en dirección a otra clase de adivinación. Había momentos en el que dudaba si realmente era difícil o mentir sobre las cosas que veía sería mucho más fácil. Solía esforzarse demasiado, podría decirse que un poco más que las asignaturas que tenía por reglamento; quizás era porque era la única materia en donde era mejor que Hermione Granger. Cuando se sentó en su lugar habitual, tenía el sentimiento de haber escalado una montaña que se encontraba encerrada en un domo, donde lo circulaba el aire, solo vapores y fuego sofocante. No tardaron en llegar Harry y Ron para sentarse con ella, ya que parecía ser que les agradaba bastante reírse de sus esfuerzos que terminan teniendo la misma calificación que los de ella. Los saludó con la mano, como si hablar le gastara la poca agua que había en su cuerpo. —Queridos míos —dijo la profesora Trelawney, sentándose en su butaca de orejas delante de la clase y mirándolos a todos con sus ojos aumentados por las gafas—, casi hemos terminado nuestro estudio de la adivinación por los astros. Hoy, sin embargo, tenemos una excelente oportunidad para examinar los efectos de Marte, ya que en estos momentos se halla en una posición muy interesante. Tengan la bondad de mirar hacia aquí: voy a bajar un poco la luz... Con el movimiento de su varita, logró apagar la lámparas del aula, y lo único que quedó iluminando vagamente el lugar fue la chimenea. La profesora Trelawney se agachó y cogió de debajo del sillón una miniatura del sistema solar contenida dentro de una campana de cristal. Era un objeto muy bello: suspendidas en el aire, todas las lunas emitían un tenue destello al girar alrededor de los nueve planetas y del brillante sol. Nox miró el objeto con bastante curiosidad, hipnotizada por la belleza de los planetas girando en su órbita, lentamente, tal vez era en tiempo real. —Si pueden observar, aquí se puede apreciar el ángulo que forma Marte y Neptuno —señalaba la profesora, Nox asentía —. Cómo ya deberían saber, muchos de los ángulos y coincidencias entre los planetas, podrían afectarnos a nosotros, ya sea en la vida diaria como cosechar, limpiar o incluso hacer pociones... La profesora seguía explicando y señalando con el dedo varias partes del sistema solar, pero un pequeño suspiro interrumpió la concentración de Nox. Harry estaba sentado a su lado derecho, con la barbilla reposada en su mano. Se había quedado dormido. Nox rodó los ojos con diversión; parecía ser que el crispar del fuego, el aroma de los inciensos y calor del aula, cualquiera se podria arrullar con ese ambiente, y una de las víctimas era su mejor amigo azabache. Tenía los anteojos torcidos y la cabeza ligeramente inclinada, como si su mano estuviera a punto de perder el equilibrio. El cabello le había crecido bastante durante el año, el de Nox también, pero no tanto como el suyo, ¿por qué a los hombres les crecerá el cabello mucho más rápido? Una pregunta más a la lista. Quería volver su atención a la clase, pero la persona dormida a su lado parecía ser más interesante. Ron estaba cabeceando, pero fingiendo atención cada vez que despertaba, pero no era tan relevante como Harry, así que Nox siguió observando otra persona que no fuera la profesora Trelawney. ¿Por qué estaba haciendo eso? No entendía muy bien lo que pasaba por su mente, aquellos sentimientos que tenía por otras personas, se estaban transformando en unos mucho fuertes para una sola. No recordaba sentirse así de extraña, el sonrojarse tanto, o el simple hecho de que le tiemblen las piernas y las manos cuando están a solas. Seguía observando, y no tenía la intención de dejar de hacerlo hasta que alguien le interrumpiera, y rogaba por Rowena que eso jamás pasara. Se percató que tenía un lunar muy cerca de la comisura del labio, era tan diminuto que solo se podía distinguir con una lupa y un reflector en la cara. ¿Será que le importará que ella tenga unos lunares de más en el rostro? Sobre el puente de la nariz, para ser más exactor. Tenía una muy pequeña cicatriz en la mejilla, como si un gato muy pequeño se lo hubiera hecho, y tal vez si era eso, ya que tantas veces en la casa de la abuela Figg rodeados de gatos, podría ser imposible no llevarse una cicatriz de recuerdo. No podía distinguir su cicatriz en forma de rayo que llevaba en la frente prácticamente desde toda la vida, lo tapaba el flequillo de su oscuro cabello. Aún recordaba la primera vez que la vió, le parecía interesante y muy bonito que haya terminado de aquella forma. Le había dicho Harry (en su momento) que fue a causa de un accidente con sus padres, pero tanto él como Nox se tragaron la mentira. Jamas pensarían que sería una historia completamente distinta, en un mundo distinto, pero que estaban destinados a compartir. ¿Y si realmente era el destino el que los puso en el mismo lugar que compartir? Posiblemente ahora Nox se estaba dando más preguntas y pocas respuestas, pero no dudaba que empezaba a sentir cosas, mucho más cosas de las que deberían de sentirse en una amistad común. Sabía perfectamente que Harry gustaba de ella, o quizás ya no, según él ya lo había superado, pero Nox no estaba segura de sentir lo mismo por él, pero no quería mal interpretar gestos que demuestran en una noche. Tal vez solo era la mente de Nox jugándole algo. Cómo siempre, su cuerpo reaccionó antes que su mente, estaba por acomodarle el cabello justamente como él lo hizo con ella la última vez, pero este hizo una mueca y calló del otro lado de la mesa. Nox por un segundo creyó que había hecho el ridículo cayendo de sueño, pero fue diferente: comenzó a gritar de dolor, mientras se llevaba las manos a la cara; a la cicatriz. No abría los ojos, y se torcía como si el dolor más agudo de la vida se tratase. Nos se tumbó de rodilla a su lado, mientas intentaba quitarle las manos de la frente, y de vez en cuando dándole palmadas en la cara para que despertase. —¡Harry! ¡Harry! —intentaba despertarlo. De pronto abrió los ojos, llenos de lágrimas gracias al dolor. Examinó su alrededor, como si esperaba ver alguna otra cosa a su alrededor, y pareció ser que se tranquilizó un poco al encontrarse con el rostro de Nox. —¿Te encuentras bien? —le preguntó Ron, que se encontraba al lado de Nox. —¡Por supuesto que no se encuentra bien! —dijo la profesora Trelawney, muy agitada. ¿En qué momento llegó tan rápido? —. ¿Qué ha ocurrido, Potter? ¿Una premonición?, ¿una aparición? ¿Qué has visto? —Nada —dijo Harry, era obvio que estaba mintiendo. Nox, que aún sujetaba sus manos, lo ayudó a sentarse, aún tembloroso. No podía dejar de mirar a su alrededor, como si buscará algo con temor. —¡Te apretabas la cicatriz! —dijo la profesora Trelawney—. ¡Te revolcabas por el suelo! ¡Vamos, Potter, tengo experiencia en estas cosas! Harry levantó la vista hacia ella. —Creo que tengo que ir a la enfermería. Me duele terriblemente la cabeza. —¡Sin duda te han estimulado las extraordinarias vibraciones de clarividencia de esta sala! —exclamó la profesora Trelawney—. Si te vas ahora, tal vez pierdas la oportunidad de ver más allá de lo que nunca has... —Creo que lo que necesita es descansar, profesora —interrumpió Nox. —Lo único que quiero ver es un analgésico —le siguió Harry. Nox le ayudó a ponerse en pie. Todos se echaron un poco para atrás. Parecían asustados. —Hasta luego —le dijo Harry a Nox y a Ron en voz baja, mientras se soltaba de las manos aún preocupadas y temblorosas de Nox, y, recogiendo la mochila, fue hacia la trampilla sin hacer caso de la profesora Trelawney, que tenía en la cara una expresión de intensa frustración, como si le acabaran de negar un capricho. —¿Vieron eso? —preguntó de pronto la profesora —. ¡Estaba a punto de ver algo! Muchos suelen negarse y dejarse llevar por las premoniciones... —La profesora no se equivoca del todo —dijo Nox a Ron, que se habían vuelto a sentar en sus lugares. —¿En serio crees lo que dice? Sabemos que fue más que eso, se  tocaba la cicatriz. —Exacto —asintió Nox —. El no tuvo una predicción, fue más bien... Una visión. —¿Cómo sabes que fue eso? —Vamos, Ron, deben de leer más los libros. Estaba asustado, miraba a todos lados, como si buscara algo. Vió algo en otra parte, estaba ahí, lo estaba viviendo, no estaba solo dormido... Ron pareció tornarse un tono más pálido, ya que parecía ser que lo que decía no estaba más lejos de la realidad que lo que solía decir Trelawney.
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