22. Una persona fácil de controlar
12 de septiembre de 2025, 13:18
Capítulo 2
2
Una persona fácil de controlar
Nox estaba comenzando a hartarse de estarse haciendo preguntas cada vez que respiraba, y desde la clase de adivinación, donde Harry de pronto comenzó a apretarse la cicatriz sin intención de detenerse, sabía que habían muy pocas respuestas en ese momento.
Se sentía molesta por cada vez que pensaba algo lindo, llegaba un recuerdo tormentoso a recalcar que no era momento de mantenerse feliz. Ahora se pasaba la mayor del tiempo preocupada, e intentando mantenerse con los ojos abiertos, intentando recordar cada paso que daba, con miedo de que volviera aparecer en el bosque, o de atacar a alguien.
La tierra que solía haber en su cama, había dejado de aparecer, pero eso no evitaba que se sintiera insegura de su entorno.
—¿Estás bien, Nox? —le habló Padma, una mañana bastante linda —. Luces terrible.
—Esto... Sí —respondió mientras mezclaba su comida, intentando tomar un bocado.
—¿Estás segura? Llevas días así.
—Muy segura —siguió batiendo su comida.
Padma era una persona que no era capaz de tragarse las mentiras de alguien. Tenía un carácter algo firme, y no solía captar muy bien las frases sarcásticas, y en esta ocasión buscaría aunque sea una forma de que su mentira se volviera algo real.
—Bien... ¿Cómo vas con Harry? —Nox dejó de mover su comida.
—No entiendo.
—Bueno, en una clase de adivinación vi... algo —comenzaba a tornar un tono de voz en algo pícaro.
Así como a Nox le encantaban los secretos, a Padma también, pero ella los llamaba más como «chismes», pero a ella no le gustaba divulgarlo como hacía Rita Skeeter.
—¿Qué viste? —fingió Nox.
—No lo sé —se encogió de hombros —. Se que esa vez a Harry le dió ese ataque, fue muy horrible y de miedo, pero lo que pasó antes fue... muy diferente.
Nox comenzaba a colorearse, pero seguía fingiendo que no recordaba nada.
—Solo recuerdo que se quedó dormido —dijo Nox—, solo presté atención a la clase.
—Uhm, yo diría que prestaste mucha más atención en otra cosa —insistió Padma.
—No sé a qué te refieres.
—¡Vamos, Nox! Sé cómo veías a Harry ese día, parecía que te lo querías comer con la mirada —soltó por fin Padma.
Nox sintió el calor subir una vez más por su cuello, pero solo se dedicó a negar con la cabeza. Era solo una mala interpretación, nada más.
—No sé de qué me estás hablando, yo solo lo observé un instante, solo eso, como hago con todo el mundo...
—Pero jamás habías visto a alguien de esa forma... ¡Ajá! —soltó, iluminada por lo que llegó a su mente —. ¡Por eso habías llegado tan feliz a la sala común aquél día!
—¿De qué están hablando? —habían llegado Cedric y Cho, tomados de la mano, tomando asiento uno junto al otro, en los lugares disponibles frente a ellas.
—¡A Nox le gusta Harry! —le apuntó con el dedo.
Cho ahogó un grito, mientras que Cedric abría la boca como para dejar entrar una familia de moscas, Nox sentía que le iba a reventar la cabeza de la vergüenza. Claro que no le gustaba, y no vendrían sus amigos a confirmar algo que ni ella tomaba en cuenta.
—¡Claro que no! —saltó de inmediato Nox.
—¡Por fin! —dijo Cedric, estirando los brazos hacia el techo de forma dramática.
—¿Por fin? ¡Solo se están inventando las cosas! —se quejó Nox.
—¡Pero si te quedaste viéndolo como media hora en adivinación! —recordó Padma.
—¡Oh, Nox! ¡Que linda! —se enterneció Cho —. Sabes, me agrada más Harry que Terry.
—¡Bajen la voz aunque sea! —los regañó Nox, sin dejar de estar tan roja como un rábano.
—La pequeña Nox le gusta mi competencia, eso debería contar como traición, ¿no? —se burlaba Cedric.
—¡Que no me gusta!
—¿Recuerdas cuando regresó tarde a la sala común, muy alegre, Cho? —le preguntó Padma a Cho, ella asintió —. Era porque se quedó con Harry hasta tarde, por eso regresó tan feliz. Dinos, Nox: ¿hubo algo más?
Las orejas le comenzaban a arder como antorchas, unas palabras más y comenzaría a arder como un carbón en una parrillada. La campana sonó y Nox tomó su mochila, algo molesta.
—Son un montón de inmaduros.
—Lo somos, pero espero mi invitación para la boda —decía Cedric mientras Nox se marchaba.
—¡Te veo en clase! —alcanzó a escuchar a Padma.
Era de lo más normal que se molestará con niñerías como las que estaban haciendo sus amigos, y más aún si estaban en su contra. Salió del gran comedor echando humo, pero más que nada era de vergüenza. Rogaba por todos los cielos que nadie más escuchase nada de lo que habían dicho como si estuvieran vendiendo cosas en el callejón Diagon.
—Esos idiotas... —murmuraba por lo bajo, muy molesta, mientras avanzaba al aula de defensa contra las artes oscuras —, como se creen para inventar esas cosas.
Entró al aula, que comenzaban a llegar varios alumnos de ambas casas, así que Nox se dispuso a sacar su libro de la materia.
—Diciendo esas idioteces a viva voz... —seguía murmurando.
—¿Nox? —le llamaron.
—¡¿QUÉ?!
Estaba tan sumergida en su enojo, que al momento de sacar el libro de la mochila, lo azotó con bastante fuerza contra el pupitre, pero jamás se fijó que la mano de Harry estaba justo decidió estrellar el libro. El enojo se le esfumó como una pluma en el viento. Abrió bastante los ojos y quitó el libro después del chillido de dolor que soltó su mejor amigo.
—¡Oh, carajo! ¡Lo siento tanto, Harry! ¡No-no pensé que estuvieras aquí! —decía mientras apartaba el libro con bastante vergüenza —. No eres zurdo, ¿verdad?
—Afortunadamente no... —se sostenía la mano con dolor —. ¿Tan molesta estás? Solo quería saludar.
—Esto, yo, un poco, cosas de los chicos, ya sabes... —intentaba decir, sin quitar la vergüenza de su rostro.
Cómo pequeños flashes, las cosas que había dicho Padma en el comedor llegaron a su mente, y una vergüenza hizo que las piernas le comenzaran a temblar, al igual que las manos.
—¿Qué cosas te dijeron? Es muy difícil hacerte enojar a tal punto de hablar sola —alzó una ceja —. Yo nunca he llegado a ese punto... Quiero pensar. Además, supongo que no es algo muy serio, tus ojos siguen igual que siempre.
—Yo... —el calor empezó a subir por su rostro.
Afortunadamente no pudo responder, ya que el profesor Moody había llegado para comenzar la clase. Sus temblores no se redujeron durante la clase, ya que su mejor amigo decidió tomar asiento justo a su lado. Pudo ver a Padma unos asientos más alejada, viéndola con una cara llena de picardía y diversión, disfrutando el momento. Nox solo rodó los ojos.
«No es nada. No pasa nada. No les des la razón», pensaba Nox, mientras tomaba un pesado suspiro.
Era muy tonto. ¿Cómo llegó a pensar en aquello? Solo hacía caso a lo que decían sus amigos, ella estaba cambiando sentimientos que no tenían nada que ver con los reales. El preocuparse por su mejor amigo no quería decir que le gustara; definitivamente estaban muy equivocados.
Además, solo estaba muy feliz aquella vez que volvió de la sala común porque después de tanto tiempo, sabía que las cosas con Harry iban muy bien, además de que le había confirmado que era su amiga, y ella a él lo mismo. Se preocupó por ella, incluso sugirió ir con Dumbledore. Obviamente ella no haría algo así, ir con Dumbledore era porque se trataba de algo serio y de emergencia.
Recordó lo que había pasado en la clase de adivinación, no lo que había dicho Padma, sino lo que ocurrió después. ¿Será que habría ido a ver a Dumbledore? Se tocaba la cicatriz con dolor, algo que no debería ser normal, y peor aún, recordó lo que dijo la profesora Trelawney, o lo que ella mismo dijo, había visto algo.
A Nox no le gustaba perturbar a la gente con preguntas como solían hacer el trio de problemas, así que jamás las hizo. Tenía la idea de que algo estaban ocultando, y no sabía si preocuparse o no. ¿Qué habrá visto aquél día? Parecía buscar algo, pero jamás preguntó qué. Apostaba que Ron y Hermione sabían todo de pies a cabeza, pero ella no.
El temblor de sus manos y piernas había desaparecido, como si de un botón de apagado hubiese presionado. Ahora otras miles de preguntas tenía en mente. Tenía un vago recuerdo de siempre ver a los tres en la lechucería. ¿Qué tantas cartas enviaban los tres?
Un mapa, recordaba que había mencionado un mapa. Dudaba que se tratara de un mapa lunar, o de los planetas como solían usar en clase de adivinación. También estaban muy interesados con lo que había pasado con Barty Crouch, aquél hombre desaparecido por los terrenos del colegio. ¿Por qué les interesaba tanto aquél hombre?
Ya no prestaba atención en la clase, solo se quedó mirando la pizarra, mientras intentaba responder las preguntas en su cabeza, con la mirada perdida.
Pérdida.
¿Por qué se perdía siempre de un momento a otro? Aquellos días con la cama llena de tierra eran muy confusos, solo recordaba quedarse dormida y despertar de aquella forma, y la última vez que sucedió algo así, fue cuando despertó a las orillas del bosque prohibido, y lo que más mencionaban eran a ese tal Barty Crouch. ¿Qué tenía que ver con ella?
—¡Figg!
Se sobresaltó Nox, el profesor Moody le estaba llamando, ya que parecía ser que le había hecho una pregunta, pero ella estaba muy sumergida en sus cuestionamientos.
—¿Eh? —fue lo primero que soltó, parpadeando muy rápido.
—Le pregunté si sabía cuáles pueden ser los efectos secundarios de la maldición Cruciatus.
«Cruciatus», buscó en su repertorio mental —. Oh, sí: puede causar problemas mentales, confusiones, perdida de memoria, retrasos mentales, entre muchos daños físicos, tanto internos como externos, y la más extrema de ellas, la muerte, pero es muy difícil que se llegue a tal punto —respondió.
—¿Y de la maldición imperius? —preguntó de nuevo.
—Desorientación, algunas veces perdida de memoria. Algunas veces pueden causar daños físicos por intentar contenerse contra la maldición —respondió como una grabadora. Al parecer no dejaba de ser inteligente, pero no tanto como Hermione Granger, que bajó la mano con algo de pena y enojo.
Aquello pareció encender un foco en su mente. Sintió como algo pesado cayó en su estómago, como un golpe de realidad. Abrió bastante los ojos, el profesor se dió cuenta de ello, solo sonrió por la brillante respuesta, pero a la vez pareció ignorarlo y decidió seguir con la clase.
Tenía la sensación de querer volver a temblar, pero de terror.
La campana sonó, y todos comenzaron a ponerse de pie, entre ellos Nox, que iba en dirección al profesor Moody, a preguntar algo, cosa que no era común en ella.
—¿Profesor? —el mencionado hizo un gruñido, revisando unos pergaminos sobre el escritorio —. Quería hacer una pregunta —otro gruñido—. ¿Es posible que alguien olvide completamente la memoria durante la maldición imperius?
—Usted ya misma lo respondió en clase, y tenía la respuesta correcta —seguía con su ojo real en los pergaminos, pero el de azul eléctrico seguía mirándola a ella.
—Bueno, solo quería confirmar, esto... —se acomodó mejor la mochila en el hombro, con nerviosismo —, ¿también es posible ser controlado a largas distancias?
Alzó la mirada lentamente, como si hubiese preguntado sobre cuál es su postre preferido. Nox comenzó a ponerse más nerviosa y a la vez algo estúpida.
—Puede serlo, mientras más fácil sea la persona capaz de controlar, más larga puede ser su distancia —le respondió mientras su ojo eléctrico giraba en varias direcciones.
Aquella respuesta le congeló las manos, era lo que menos quería responder. Aún recordaba la vez que puso a prueba a todos bajo la maldición imperius, y ella fue la más vulnerable y fácil de controlar.
—¿Por qué esa clase de preguntas, Figg? —le preguntó, con bastante curiosidad.
—Yo..., por nada, solo quería estar más segura —dijo mientras retrocedía —. Muchas gracias, profesor.
Atravesó el aula dando largos pasos, haciendo ruido con los zapatos, ya que no podía controlar el temblor de las piernas que la tenían muy mal. Sentía como la sangre se le helaba. Se sentía muy aterrada, como si fuera a matar a alguien, aunque no estaba muy lejos de la realidad.
Al salir del aula, sentía un nudo en el pecho y la garganta. Se sentía pésima, como si estuviera bajo el lago negro, exigiendo oxígeno. Iba a comenzar a avanzar, pero se encontró con Harry, que estaba esperándola, sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared, como aquella vez que la espero saliendo del exámen de adivinación.
—¿Estás bien, Nox? —le preguntó mientras se ponía de pie, con un tono algo preocupado al ver su aspecto —. Luces muy pálida.
Nox al ser de piel mixta, no era muy fácil verla palidecer de un momento a otro, así que tal vez si era algo realmente malo. Ella tomó aire, saliendo brevemente de aquél lago.
—Me han estado controlando, Harry —soltó de repente, tomó de nuevo aire —. Todos esos momentos en los que he olvidado lo que hago, o que despertaba con tierra en la cama. Me han estado controlando.
Su amigo también pareció palidecer unos tonos al escuchar la repentina noticia. El nudo en la garganta se estaba haciendo cada vez más grande, pero no quería llorar, no le gustaba que la vieran llorar.
—¿Estás segura? —le preguntó, sin creerlo, pero Nox asintió —. Entonces lo que le respondiste al profesor Moody ha sido prácticamente lo que te ha pasado. Entonces aquella noche, en el bosque prohibido, eras tú quién había dicho Krum, que escuchó a alguien más correr, como dijiste tú también.
Nox sintió otro pesar en el pecho, dándose cuenta de otra cosa.
—No puede ser, yo era quien seguía al señor Crouch —los labios se le palidecieron—. ¿Cómo lucía él, cuando lo viste?
—Estaba terrible, deliraba, decía cosas sin sentido —frunció las cejas, recordando —. Traía la túnica manchada y rasgada, como si estuviera perdido en el bosque por semanas.
Comenzó a temblar horriblemente, la respiración parecía comenzar a fallar. Instantáneamente revisó las mangas interiores de su túnica, justo donde estaba la etiqueta blanca de su nombre completo. Las piernas le fallaron y tambaleó peligrosamente al ver su nombre. Harry logró sostenerla por los brazos, ayudándola a sentarse en el suelo.
Los ojos se le marcaron unas oscuras ojeras, los labios se le pusieron blancos y la piel se le congeló.
—¡Nox! ¿Que sucede?
Temblando, sacó la etiqueta, que estaba manchada de un marrón extraño, justo como el de la sangre al secarse. Harry abrió bastante los ojos, sorprendido y entendiendo la situación. Era una situación tanto impactante como horrible, ya que él sabía que Nox no era capaz de hacer tal atrocidad, tanto con alguien que conoce como con alguien que no, la conocía de años, y sabía cuál eran sus límites.
—N-no, no es lo que debes estar pensando —dijo algo tembloroso.
—Yo lo hice... Yo torturé a ese hombre. Lo llevé hasta el límite —no quería llorar, no le gustaba llorar, se negaba a hacerlo.
—No, tú no lo hiciste, te obligaron a hacerlo. Tú no has hecho nada malo, te utilizaron —intentaba convencerla. Ella negaba con la cabeza.
—Es como si yo lo hubiera hecho. Ese hombre me vió a mí, no debe saber siquiera mi nombre, y lo primero que pensarán sobre mí el ministerio cuando lo encuentren, es que soy una maldita psicópata que lo torturó hasta la locura —comenzó a agitarse.
—Nox, no pasará nada de eso, tú eres inocente...
—Me llevarán a Azkaban, lo harán —no paraba de pensar.
—Escucha, por favor, Nox —los ojos grises y oscuros de Nox se estaban poniendo cristalinos, conectaron con los brillantes ojos verdes de Harry —. No te van a hacer nada, no te encerrarán en Azkaban, no a menos que yo lo permita, ¿si?
La respiración de Nox parecía calmarse ligeramente, pero no podía dejar de temblar. Parecía ser que sus palabras le conformaban un poco, pero no era suficiente, y Harry se percató de ello.
—Debemos saber quién te ha estado haciendo esto y por qué. Tú solo eres una víctima de todo esto —siguió hablando, tomando con bastantes nervios las manos de Nox, como si fuese a rechazarlo—. Debemos saber qué está pasando, por qué Barty Crouch y por qué tú.
Ella asintió, ya más tranquila, el color en su rostro comenzó a volver ligeramente.
—Tal vez... —comenzó Nox —, tal vez es la misma persona que puso tu nombre en el cáliz de fuego. Son demasiadas malas cosas que coincidimos, algo quieren de nosotros, y no solo es una mala broma —Harry asintió.
Nox pareció tranquilizarse, pero la idea de que la capturaran para ir a Azkaban no salía de su cabeza. Se cruzó de piernas, y Harry hizo lo mismo frente a ella, sin soltar sus manos. Sabían ambos que perderían su próxima clase, pero en ese momento ya no les importaba nada.
—Tu cicatriz, te dolió en adivinación, ¿no? —asintió—. ¿Qué fue lo que viste? —preguntó una vez más.
Quería decirlo, pero parecía dudar. Nox quería saberlo, necesitaba saberlo.
—Vi a Voldemort —Nox dió un pequeño salto—. Era una casa, estaba lo que parecía ser él, una enorme serpiente, y Colagusano.
—¿No es aquél hombre culpable de... eso? —preguntó con cuidado, él asintió.
—Hizo algo mal, alguien murió, pero su error se había arreglado, pero aún decidió castigarlo con la maldición cruciatus. Me comenzó a doler la cicatriz y fue cuando desperté.
Nox no sabía cuánto más podría sentirse aterrada en el día. Soñar con el mismísimo Voldemort haciendo de las suyas, sonaba mucho más que una pesadilla.
—Fui con Dumbledore —continuó Harry—, parece pensar que mientras más fuerte se vuelve, más puedo... sentirlo.
—¿Fuerte? —dijo Nox, con miedo en su voz — ¿Quieres decir que existe la posibilidad de que... vuelva? —no quería asentir, pero tuvo que hacerlo. Nox suspiró pesadamente, como si la noticia fuera cualquiera otra, pero el tomar ahí fue entrecortado, mostrando el miedo y lo horrible que era realmente —. Solo ruego que esté suponiendo mal.
La tensión y miedo invadió a ambos, imaginándose la pesadilla viviente que sería el futuro si Voldemort volviera. El miedo que sembró en todos, en cada paso, en cada vida mágica y no mágica, lo que sería capaz de hacer, lo que sería capaz de volver a hacer.
—Lamento hacer que perdieras tu clase —intentó cambiar el tema, Nox —. Aunque no me vendría mal algo de compañía, así sabrías a dónde voy.
Harry se encogió de hombros —Si llegas a caminar sin rumbo de la nada, te avisaré —Nox sonrió.
—Por favor.
Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa traviesa. Nox comenzó a temblar.
—¿Estás listo para la última prueba? —preguntó Nox, viendo el piso.
—Creo que sí, Hermione y Ron me han estado ayudando demasiado, aprendiendo hechizos de defensa y eso —él no miró al suelo, pero si al cabello de Nox —. Yo solo quiero que esto acabe. Es algo que no busqué, y sin embargo tengo que pasar.
—Vaya porquería, ¿no? —rió ligeramente, Nox —. Cedric también ha estado muy nervioso, aunque realmente se la ha pasado demasiado tiempo con Cho, entrenando. A veces le ayudamos Padma y yo, pero creo que prefiere estar con ella.
—Si lo he notado bastante, lo apoya mucho.
Nox sentía aquellas palabras como una indirecta, pero no entendía cuál, no sabía si era algo que ya había escuchado antes, pero no quería pensar mucho en ese momento. Sobre pensar la ha llevado a imaginar otras cosas.
—¿Me estás intentando decir algo? —soltó Nox. Otra vez su boca soltando cosas antes de pensarlas primero.
—No necesariamente —respondió burlesco. Nox achicó los ojos —. Solo me gustaría saber qué te tenía tan enojada hace rato, tanto como para romperme la mano.
Nox soltó una risita. Estaba demente si creía que le contaría exactamente lo que la tenía tan molesta, primero tenían que volar las vacas antes que decírselo.
—No puedo decírtelo.
—¿Por qué no?
—Porque no es asunto tuyo.
Ahora el que rió fue Harry. Nox comenzó a colorearse ligeramente.
—¿Desde cuándo eres tan grosera? —preguntó entre risas.
—Desde que te empezaste a meter en asuntos que no son tuyos —respondió mientras alzaba una ceja —, o sea, hace unos segundos.
—¿Ahora te pondrás en mi contra? —volvió a sonreír de esa manera.
—Bueno, eres el contrincante de mi mejor amigo, es normal que lo haga.
—¡Se supone que yo soy tu mejor amigo! —se quejó, fingiendo estar ofendido.
—¡Pero él no lo sabe! ¡Exclusividad, Harry! —rió Nox, alzando una mano, sin soltar la de Harry.
Ambos rieron, como si no hubiesen hablado de un posible regreso de uno de los magos mas tenebrosos de todos los tiempos. Como si Nox no hubiese descubierto que la utilizaron como una marioneta para torturar a un hombre que ahora estaba desaparecido. Como si ambos no estuvieran descubriendo una pesadilla que era muy probable de cumplirse; volverse realidad.
Como si un relámpago se tratase, Nox se dió cuenta que aún no se había soltado de las manos de Harry, todo ese tiempo, como si hubiesen sido las propias, tan natural y fluido. A pesar de darse cuenta apenas, no las soltó. No quería temblar, quería que fuera solo un momento, un momento bueno que opacara aunque sea un poco la realidad, el feo recuerdo de la realidad.
—¿Recuerdas cuándo creí que eras un ladrón que había entrado a la casa de la abuela Figgy? —Harry volvió a reír, mientras asentía con la cabeza, mirando los dedos de la mano de Nox —. Papá se rió como loco después de que pasaron por mí, mamá nos regañó por reírnos de ello, porque pudo terminar mal.
—Bueno, parece que el golpe que no me diste ese día, me lo diste hoy —comentó, Harry —, pero te juro que no pensaba robarte tu pluma. ¿Para que querría algo de vuelta que yo mismo te regalé?
—Envidia —Nox se encogió de hombros con bastante gracia.
—Muchos ahora deberían estar sintiendo envidia —comentó de nuevo —. Sobretodo Terry, al menos me está devolviendo el favor.
De acuerdo, aquello había sido demasiado directo. Parecía que cada vez le daba más igual decir una pequeña indirecta sobre lo que sentía por ella, pero Nox seguía sin corresponder. Tal vez se sonrojaba y se ponía nerviosa por el tipo de atención que le daba, tal vez una que nadie le había dado antes.
La campana sonó y Nox se soltó, como si su tiempo pagado hubiese terminado. Se puso de pie tan rápido como cayó al suelo, como si de algo urgente se hubiese acordado. Sentía las orejas calientes.
—Bueno, será mejor que me vaya... Esto, tengo clase de pociones, y será mejor que no la puerta —decía con mucha velocidad, ignorando el último comentario dicho por el Gryffindor.
—Bien, te acompaño —se puso de pie.
—¡No! —lo detuvo de pronto, él la miró muy extrañado —. Quiero decir, no gracias, deberías ir a tu siguiente clase, se puede hacer tarde.
No pudo decirle más, ya que unos alumnos de sexto año ya estaban llegando para su clase de defensa contra las artes oscuras. Nox salió de ahí como alma que lleva el diablo, con la cara tornarse muy roja.
◦•●◉✿◉●•◦
Faltaba ya un día para la última prueba del torneo de los tres magos, Cedric estaba mucho más que nervioso, podría decirse que se estaba cagando encima, a ojos de Nox.
Ese día, le pareció muy extraño ver a Cedric sentado solo, en uno de los jardines del colegio, usualmente siempre se encontraba rodeado, ya sea de gente de su misma casa, admiradoras, o sus amigas, en este caso, Cho, Padma y la misma Nox. Parecía muy nervioso, era obvio; mañana era la última prueba, y el peso de la gloria eterna que podría llevar a su familia y a la casa de Hufflepuff era demasiado.
Nox se acercó a él, tomando asiento a su lado, sin decir nada, solo hacía sentir su presencia que a muchos hacia respingar.
—¿Y Cho? —preguntó Nox, después de unos segundos.
—Está en clase —Nox asintió.
—Es raro verte solo, por eso vine —dijo dándole un codazo —. Te irá muy bien, Cedo. Es la última prueba, te has esforzado demasiado, y te irá igual de genial que en las otras dos, solo espero que no haya más secuestros de por medio.
—Realmente espero eso —dijo soltando un suspiro —. Los nervios son buenos, ¿sabes? Te hacen recordar que era humano y que estás viviendo un momento, quiero disfrutar de lo que venga, contar las experiencias, gane o no lo haga. Tendré la fortuna de contarlo.
No pudo evitar sonreír, más razón no pudo tener.
—Gracias por ayudarme a entrenar y todo eso —le agradeció Cedric a Nox —, hicieron las cosas más fáciles, y me sentí más confiado, no sé qué hubiese sido de mí sin ustedes.
—Bueno, somos amigos, y eso es lo que hacen, apoyarse y ayudarse —le dió una sonrisa tan característica en ella —. Te irá muy bien.
—Eso espero —le dió un amistoso codazo —. ¿Cómo va Harry?
Nox rodó los ojos —No me vayas a salir con tus cosas como las que hace Padma.
—¡Tranquila, solo estoy preguntando por él! —alzó las manos en modo de protesta.
—Perdón, siempre que me preguntan por él, es para molestarme o algo parecido —se disculpó la pelinegra.
Y tenía razón, tantos comentarios de sus amigos la estaban poniendo muy a la defensiva cuando le preguntaban por él o algo respecto a él. Tal vez la delataba un poco, o puede que no, dependiendo de quién preguntaba.
—Lo sé, perdón si lo que dije aquella vez en el comedor te molesto, pero eso no quiere decir que sea mentira —Nox lo comenzó a fulminar con la mirada, Cedric se encogió levemente —, pero... Esto, no quiere decir que lo diga en serio —Nox bufó —. En realidad, hablé con él, hace un par de horas.
—¿Entonces por qué me preguntan por él?
—Tranquila, salpicadita —la detuvo —. Solo fue algo momentáneo, platicamos un poco, y entre eso, mencionó algo de ti.
Nox abrió bastante los ojos.
—¿Qué contó? —le preguntó de inmediato.
—No te lo voy a decir —se cruzó de brazos —. Es un secreto.
—A mí me encantan los secretos —abrió más los ojos, pero esta vez con un toque de curiosidad.
—Lo sé, pero este es uno entre Harry y yo —Nox rodó los ojos —. Perdón estrellita negra, pero son cosas que tú no debes saber.
—Claro, como si me importara —fingió indignación.
—Si, claro que no te importa. Pero aún así le dije que te podía decir si quería.
—¿O sea que él me puede decir, pero tú no?
—Exacto.
—Interesante... —tal vez la curiosidad de Nox era más grande que el hecho de querer un secreto. Intentó olvidar aquello, por algo no querían decirlo, esperaba que no fuera algo malo, pero tampoco queria que fuera algo de lo que estaba pensando —. Y, ¿cómo vas con Cho?
Cedric sonrió en automático —Estamos muy bien, ella es asombrosa —Nox también sonrió.
—Siempre lo ha sido, desde que la conozco —agregó, Nox.
—Tiene una presencia fuerte —continuó, Cedric—, es preciosa, siempre se preocupa por mi. Cada que tiene la oportunidad, me apoya, y me besa muy bien.
—Oh, ya vas a empezar —dijo Nox con un sarcástico tono de asco. Ambos rieron.
—Tenía que decirlo, es indispensable —un instante después, se quedó viendo a la nada, pensativo, como si un recuerdo muy bonito estuviera pasando por su mente —. De verdad, yo creo que lo nuestro es algo serio; me gustaría que durara mucho, hasta que los días de la existencia se acabarán.
Nox lo miró impresionada. Sintió sus propios ojos brillar. Jamás se llegó a imaginar que escucharía esas palabras salir de su mejor amigo.
Realmente deseaba que su mejor amiga pensara lo mismo de él, pero lo que dijo Cedric la tranquilizó un poco más:
—Realmente deseo que sea, pero de no serlo, no me molestaría, cada quien tiene derecho a ser feliz con quién se le venga en gana, y yo seguiré siendo feliz si ella lo es —sonrió, mientras las mejillas estaban tan sonrojadas como las de una muñeca de porcelana —. Es una chica maravillosa. Se merece todo el mundo si quiere, y si está conmigo, intentaré conseguirlo.
Más orgullosa no se podría sentir, Nox —Eso es muy lindo, Cedric. Yo espero amar tanto como amas a Cho, y ser amada como ella a ti.
—Claro que lo harás, y alguien lo hará. Ya verás, solo es cuestión de esperar, y mucha paciencia.
◦•●◉✿◉●•◦
La mañana de la última prueba por fin había llegado. Estaba tan nerviosa que quería vomitar, pero realmente no sabía bien por qué su cuerpo estaba reaccionando tan exageradamente. Padma me preguntó varias veces en el desayuno si se encontraba bien, pero no quiso contestar, además de que las lechuzas habían llegado al gran comedor, entre ellas llegó el periódico de El Profeta por parte de Padma, que se puso a leerlo mientras que Nox intentaba comer algo de su huevo estrellado (que ahora se había convertido en uno revuelto).
Su amiga que se encontraba frente a ella ahogó un grito, espantando a Nox, que alzó la mirada de inmediato.
—¿Qué pasó? —preguntó con preocupación.
Padma le extendió el periódico, con la página abierta donde había leído lo que la sorprendió, y Nox frunció las cejas.
HARRY POTTER, «TRASTORNADO Y PELIGROSO»
El muchacho que derrotó a El-que-no-debe-ser-nombrado es inestable y probablemente peligroso, escribe Rita Skeeter, nuestra corresponsal especial.
Nox rodó los ojos con bastante enfado. Estaba muy asqueada y harta de las notas tan estúpidas que escribía esa mujer, y el odio había incrementado siete mil veces más, gracias al comentario que había hecho en las tres escobas.
Aún molesta, decidió seguir leyendo:
El pasado lunes, en medio de una clase de Adivinación, nuestra corresponsal de El Profeta presenció que Potter salía de la clase como un huracán, gritando que la cicatriz le dolía tanto que no podía seguir estudiando
Frunció las cejas. ¿Cómo carajos sabían de ello? Estaban en la torre de adivinación, no había nadie más. A no ser que algún chismoso en la clase se dedicara a escribirles una exclusiva sobre la noticia a cambio de unos buenos galones.
«Potter habla la lengua pársel —nos revela Draco Malfoy, un alumno de cuarto curso de Hogwarts—. Hace dos años hubo un montón de ataques contra alumnos, y casi todo el mundo pensaba que Potter era el culpable después de haberlo visto perder los estribos en el club de duelo y arrojarle una serpiente a otro compañero. Pero lo taparon todo. También ha hecho amistad con hombres lobo y con gigantes. En nuestra opinión, sería capaz de cualquier cosa por conseguir un poco de poder.»
«Ese imbécil teñido idiota», pensó con enojo.
Definitivamente aquello había sido un límite, al menos para Nox. No quería voltear a los lados; sabía que vería la mesa de Slytherin y no dudaría en ponerse de pie y soltar un buen puñetazo al primero que la viera a los ojos.
...Albus Dumbledore debería tal vez considerar si es adecuado que un muchacho como éste compita en el Torneo de los tres magos. Hay quien teme que Potter pueda recurrir a las artes oscuras en su afán por ganar el Torneo, cuya tercera prueba tendrá lugar esta noche.
Nox negó con la cabeza, enfadada por las estupideces que escribía Rita Skeeter... Y toda la editorial de El Profeta, en general.
—Vaya estupidez... —volvió a su desayuno, después de doblar el periódico sin cuidado, con sus ojos tornarse plateados. Estaba conteniendo el enojo —, hoy es la última prueba, lo menos que necesita es este tipo de ánimos.
Padma asintió con aprobación, mientras volvían a su desayuno.
—¿Dónde están Cedric y Cho? —preguntó Padma.
—No lo sé, por ahí, practicando hechizos...
—¿Qué clase de hechizos?
—No quieres saber.
Ahora quién torció el rostro fue Padma. Minutos después se acercó Hermione Granger, con una cara de duda e iluminación, como si hubiese encontrado la aguja en la paja. Le tocó el hombro y Nox se volteó.
—Hola, Nox. Quería preguntarte algo.
—Hola, Jean.
Volteó para todos lados, como si de algo confidencial estuviera a punto de confesarle, Nox hizo lo mismo sin entender. Ella se cubrió la boca, para y le habló muy bajo.
—¿Sabes cómo Rita Skeeter puede escuchar... Todo? —le preguntó, ahogando su voz tras la palma de su mano.
—Creo saberlo. Mamá una vez me contó algo al respecto, pero no estoy muy segura...
Ella Hermione asintió y no siguió escuchando — Perfecto...
No dijo más, y salió de ahí, dejando a Nox con la duda, y a Padma frente a ella mucho más. Las ideas en su cabeza no siguieron, ya que escucharon las carcajadas en la mesa de Slytherin. Se volteó y vió a los alumnos haciendo caras de loco y sacando la lengua como serpientes.
—¡Ey! ¡Figg! —escuchó a Draco Malfoy —. ¿Ya leíste la nota nueva del El Profeta? Me molestó un poco que no te mencionaran. Quería que dijeran que también estás a favor y ayudas a Potter con sus maniobras de atención.
—¡El que está falto de atención es otro! —le respondió Nox. Se volvió de nuevo a su desayuno ya frío.
—Ignoralo, ya sabes cómo es... —decía Padma, pero la voz ahora de Pansy Parkinson se hizo presente.
—¡Figg! ¡Figg! ¿En serio ayudas a Potter? ¡Locos tal para cuál! —Nox apretó los ojos —. ¡Espero que se pierda en ese laberinto, para que vayas a buscarlo y te pierdas también! ¡Espero que por la eternidad!
No pudo aguantar más, se puso de pie de un salto. Padma también, pero en un intento de detenerla, pero no podía por la mesa que las dividía. Nox se acercó a grandes zancadas hasta quedar frente al grupo de Slytherin, que rompían a carcajadas.
—¿Se creen muy graciosos, montón de idiotas?
La miraron como si esperaran a que hiciera un tipo de truco de payaso en un circo.
—¡No, que va! —contestaba Malfoy—. Solo queremos darte un poco de protagonismo.
—¡Un poco del que no tiene Diggory! A ver si se le pega un poco de ti, como el que le robas a Potter. Cómo te sentiste tan fea de que Diggory no te eligiera a ti, estás buscando por otro lado...
No siguió con su frase, no podía dejarla terminar, se está a metiendo con ella y con sus amigos. Tenía los ojos tan relucientes, que cualquiera se vería reflejados en ellos, pero no pasó nada de lo que pensó, no se metió en el cuerpo de Pansy, o de Draco, o de algún otro.
Lo intentó, pero no funcionó, ya que se lanzó contra la chica. Fue impresionante lo alta que era Nox, y ver cómo se abalanzó como una bala, era mucho más impresionante. Pansy estaba sentada del otro lado de la mesa, así que Nox prácticamente le aplicó una lanza, atravesando la mesa, tirando todo a su paso.
Ambas cayeron al suelo, Nox cayó encima de ella, pero la adrenalina hizo que no sintiera dolor alguno, así que como cayó, se acomodó sobre ella y comenzó a jalonear su cabello con todas sus fuerzas, con toda la intención de arrancarlo de su cráneo.
Parkinson alzaba las manos para también jalar el de Nox, que lo logró, pero no tanto. No tardó en sentir como querían separarla de ella.
«¡Pelea! ¡Pelea!», escuchaba los gritos de los demás en el gran comedor.
Intentaron una vez más separarla, pero solo lograban que sus dedos se enredaran en los cabellos lacios de Pansy Parkinson. El cabello de Nox comenzaba a producir estática, así que cada que Parkinson le daba un tirón, tronaba y echaba chispas.
—¡ERES UNA HIJA... DE... PUTA! —le decía Nox con cada zarandeo, con la voz cargada de una rabia que no sabía de dónde había sacado en su vida.
—¡SUELTAME, MALDITA PERRA LOCA! —chillaba Parkinson.
No supo en qué momento sintió que Pansy Parkinson le había comenzado a arañar la cara, pero le apartó la mano, soltó una de las suyas, la alzó para tomar vuelo y le plantó una bofetada que sonó tan fuerte como para que su padre se enterara a tiempo real.
Volvió a alzar la mano de nuevo para darle otra, pero su cuerpo se paralizó de pronto, al igual que el de Parkinson. Intentó con todas sus fuerzas seguir, pero no podía moverse en lo absoluto.
—¡ALTO! ¡POR MERLÍN! ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ? —bociferó la profesora McGonagall, que se había acercado. Tenía la varita mágica en lo alto, apuntando a ambas. Hizo un movimiento y ambas se separaron, flotaron unos instantes para quedar sentadas en la mesa más próxima, todo de una forma muy brusca —¡No puedo creer que se estén comportando como unos animales! ¡Peleas muggles! ¡Y más viniendo de dos señoritas! ¡Qué vergüenza!
El encantamiento paralizador estaba pasando su efecto, así que Nox pudo sonreír descaradamente, con los ojos aún plateados y los labios literalmente rojos. Tenía rasguños en el rostro que estaban rojos y otros sangraban, tenía el cabello mucho más alborotado de lo usual, y las dos trenzas en la parte superior de su cabeza estaba torcidas, una de ellas estaba casi completamente deshecha. Nox quiso moverse para poder como había quedado Pansy Parkinson, pero el encantamiento aún no abandonaba del todo su cuerpo.
—¡Quiero que vayan de inmediato con su respectivo jefe de su casa! ¡Espero un severo castigo para ambas! —regañaba furiosa la profesora McGonagall —. ¡Que vergüenza el ejemplo que dan de Hogwarts con invitados aquí presentes!
Logró alzar ligeramente la vista, vió como estaban rodeadas de alumnos de los tres colegios y todas las casas, unos cuchicheaban entre ellos, unos reían, y otros solo asomaban su cabeza sobre los demás para poder ver, y entre ellos identificó a Amélie, que parecía aterrada.
—¡AHORA! —vociferó la profesora, haciendo otro movimiento con su varita, liberando a ambas chicas.
La profesora Trelawney se había acercado a la escena, para llevarse a Nox con el profesor Flitwick, así que comenzaron a avanzar hacia la salida del gran comedor, pero Nox no dudó en aprovechar la oportunidad de tener la lengua suelta. Así que se giró ligeramente para poder ver a Parkinson, que tenía el cabello tan revuelto como el suyo, con una enorme marca roja en la mejilla.
Cómo siempre, Nox diciendo cosas antes de pensarlas:
—¿Vas a lloriquear, imbécil? —soltó con burla en voz alta, al ver cómo soltaba lágrimas la Slytherin.
—¡Haré que despidan a tu padre, idiota! —le respondió entre lágrimas.
—¡Cincuenta puntos menos Ravenclaw! —anunció McGonagall, sin dejar de estar furiosa —¡Y también para Slytherin!
A Nox no le importó, no dejaba de quitar esa sonrisa que a muchos estaba haciendo temblar y asustar, como si el miedo que causaba Nox se incrementara un ochenta por ciento.