ID de la obra: 790

MISERY NOX

Mezcla
R
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planificada Midi, escritos 218 páginas, 118.672 palabras, 26 capítulos
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24. Mejor amigo

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Capítulo 24 Mejor amigo   Una vez más las voces a su alrededor, ahogadas entre sus sueños. Su pierna no dejaba de doler, y le estaba provocando despertarse. Hacía demasiado ruido. Sentía su cuerpo sintiendo el césped, ligeramente fresco. Un llanto la hizo abrir ligeramente los ojos, como si de una alarma se tratase. Solo fue un poco, casi indistinguible. Todo estaba borroso, intentó enfocar su vista, pero era muy difícil; había gente de aquí para allá, unos lloraban, otros gritaban, y otros intentaban ver qué sucedía. Su pierna parecía jamás mejorar, aún así Nox ya no le importaba, ya la daba por perdida. Solo podía distinguir pocas palabras como «¡Muerto!», «¡Está muerto!», o, «¡Dumbledore!». Por fin logró abrir ligeramente los ojos, estaba tumbada, con el rostro pegado al suelo. Su pierna parecía pudrirse frente a sus ojos, ya ni siquiera podía distinguir entre su piel, la sangre y el pantalón. Más apartado, vió piernas pasar de aquí a allá, pisadas fuertes y descuidadas, unas cuantas pisando el enorme cabello de Nox. Sintió como la intentaban levantar, pero era muy difícil, como si no quisiera jamás despegarse del césped. Entre la multitud, vió una vez más el cuerpo sin vida de Cedric, y más lágrimas comenzaron a bajar de su rostro, pero su rostro inexpresivo y lleno de trauma no la dejaban expresar una tristeza profunda que sentía, como si estuviera también cansada como para gesticular algo. Las manos no insistieron, ya que la atención se fue en el cuerpo de Cedric, que seguían diciendo «¡Uno está muerto!». Vió como entre la multitud se abría pasó alguien más, pudo distinguir que se trataba de Ojoloco Moody, llevando a Harry con él. Podía ver en el rostro del hombre alguna chispa, como si de una victoria se tratara, aquella mirada que había visto cuando le pregunto sobre la maldición imperio. Estaba muy pálido, pero no lo suficiente como lo estaba Nox. —Harry... —intentó decir Nox, pero su voz parecía negarse a salir —. No... Harry... No... La advertencia comenzaba a surgir de su cuerpo, pero estaba tan débil que no simplemente no podía. Cerró los ojos con fuerza, intentando recuperarse como pudiera, si nadie lo ayudaría, ella lo haría, aún así fuera el último aliento que diera. Su mente comenzó a dar sus últimos pensamientos, tratando de idear algo. «Tu cuerpo no es mío... Tu alma no es mía... Pero una de las dos lo será...», resonó en su mente. Abrió los ojos, y lo que más brillaban de estos eran una iris, tan plateada y reflejante, como un animal en la noche. Estiró una mano, sintió una varita mágica que la tomó sin pensarlo. Movió como pudo ambos brazos, arrastrándose como si de una serpiente se tratase. Tenía la pierna dormida, las personas seguían pasando, y como la sombra que era, logró ponerse de pie, tambaleando y con el cerebro dando vueltas en la misma dirección que las estrellas. Comenzó a sentir como del cuello comenzó a surgir un enojo que no sabía de dónde venía, pero le estaba dando las fuerzas para estar de pie y avanzar. Los había perdido de vista. Al subir la pequeña escalinata de piedra, su pierna falló, cayendo de golpe en ellas. Nox gimió de dolor, con más lágrimas bajando de su rostro, pero como pudo, se arrastró de nuevo, dejando rastro de sangre en la piedra. Al llegar al vestíbulo, logró ponerse de pie, temblaba horriblemente, tambaleándose como si estuviera peor que ebria, siguiendo el camino, dejando un horripilante rastro detrás. Se acercaba a uno de los despachos, así que sacó y empuñó su varita, previniendo con sus últimas fuerzas. Reposó su espalda en la pared, aún se escuchaba el alboroto que estaba ocasionando el cuerpo de Cedric desde fuera, haciendo sentir peor a Nox, pero la rabia era mucho más grande de lo que pensaba, cuando estaba intentando escuchar algo que la voz decía desde dentro: —¿Karkarov? —escuchó a Moody, cuando llegó, riendo de forma extraña—. Karkarov ha huido esta noche, al notar que la Marca Tenebrosa le escocía en el brazo. Traicionó a demasiados fieles seguidores del Señor Tenebroso para querer volver a verlos... pero dudo que vaya lejos: el Señor Tenebroso sabe cómo encontrar a sus enemigos. —¿Karkarov se ha ido? ¿Ha escapado? Pero entonces... ¿no fue él el que puso mi nombre en el cáliz? —escuchó a Harry. Nox empuño más la varita. —No —dijo Moody despacio—, no fue él. Fui yo. No sabía cómo era posible sentirse mucho peor de lo que ya estaba. —Alohomora —susurró Nox con la varita, en dirección a la chapa de la puerta que hizo un «¡Click!». La puerta se abrió lentamente, no bajó la varita, a pesar de que su brazo le rogaba por hacerlo. Se encontró con el rostro de Moody, que apuntaba a Harry con su varita, estaba muy pálido, pero a comparación de Nox, es como si estuviera muy sano. Harry abrió bastante los ojos, viendo el aspecto de Nox, era como ver a un muerto en vida, con los ojos de un animal. —Usted... —susurró Nox, con sus últimas fuerzas, llenas de furia—, usted hizo todo esto... —Te tardaste demasiado en darte cuenta Figg, o quiero decir, Misery Nox —Los ojos de Nox comenzaron a brillar más, como unas luciérnagas plateadas en la oscuridad del despacho. Su mano temblaba, pero no quería bajarla por nada del mundo, más si Moody seguía apuntando a Harry —. Pero díganme, entonces, ¿los perdonó?, ¿a los mortífagos que quedaron en libertad, los que se libraron de Azkaban? —¿Qué? —Harry seguía sin entender o aceptar lo que estaba pasando. —He preguntado —repitió Moody en voz baja— si él perdonó a esa escoria que no se preocupó por buscarlo. Esos cobardes traidores que ni siquiera afrontaron Azkaban por él. Esos apestosos desleales e inútiles que tuvieron el suficiente valor para hacer el idiota en los Mundiales de quidditch pero huyeron a la vista de la Marca Tenebrosa que yo hice aparecer en el cielo. —¿Que usted...? ¿Qué está diciendo? —volvió a preguntar Harry. —Ya te lo expliqué, Harry, ya te lo expliqué. Si hay algo que odio en este mundo es a los mortífagos que han quedado en libertad. Le dieron la espalda a mi señor cuando más los necesitaba. Esperaba que los castigara, que los torturara. Dime que les ha hecho algo, Harry... —Yo lo hice —respondió Nox —, pero no por darle gusto a usted. Me metió en esto, y yo intenté salir de ahí. Salimos de ahí. —Dime —se dirigió a Nox— que reconoció que yo, sólo yo le he permanecido leal... y dispuesto a arriesgarlo todo para entregarle lo que él más deseaba: a ustedes dos. —Claro que no —mintió, Nox —. Se llenó de sus aires de grandeza, diciendo que había logrado todo solo, sin ayuda de sus inútiles mortifagos... —Mientes —dijo Moody con recelo —. ¿Quién puso tu nombre en el cáliz de fuego, en representación de un nuevo colegio? Yo. ¿Quién espantó a todo aquel que pudiera hacerte daño o impedirte ganar el Torneo? Yo. ¿Quién animó a Hagrid a que te mostrara los dragones? Yo ¿Quién te ayudó a ver la única forma de derrotar al dragón? ¡Yo! La mano de Nox comenzaba a flaquear, al igual que la fuerza de sus piernas, no sabía cuánto tiempo más soportaría. —No fue fácil, Harry, guiarte por todas esas pruebas sin levantar sospechas. He necesitado toda mi astucia para que no se pudiera descubrir mi mano en tu éxito. Si lo hubieras conseguido todo demasiado fácilmente, Dumbledore habría sospechado. Lo importante era que llegaras al laberinto, a ser posible bien situado. Luego, sabía que podría librarme de los otros campeones y despejarte el camino. Pero también tuve que enfrentarme a tu estupidez. La segunda prueba... ahí fue cuando tuve más miedo de que fracasaras. Estaba muy atento a ti, Potter. Sabía que no habías descifrado el enigma del huevo, así que tenía que darte otra pista... —No fue usted —dijo Harry con voz ronca—: fue Cedric el que me dio la pista. —¿Y quién le dijo a Cedric que lo abriera debajo del agua? Yo. Sabía que te pasaría la información: la gente decente es muy fácil de manipular, Potter. Estaba seguro de que Cedric querría devolverte el favor de haberle dicho lo de los dragones, y así fue. Por eso le di ese libro a su noviesita, Chang, porque estaba seguro que Misery Nox terminaría debajo del agua también, y necesitaba que volviera intacta. —Puso todo a su favor, quería que llegara derechito a su trampa —dijo Nox, con la voz rasposa —, uso a todos quienes estaban a su alrededor —Exacto, excepto a ti. Eres bastante lista como para decirte algo; sospecharías al instante, eras también un obstáculo: estabas ayudando a Cedric Diggory con las pruebas, a entrenar para los dragones, el lago y el laberinto. Si estuvieras en el torneo, sabría que tu no necesitarías ninguna ayuda, fácilmente ganarías, de haber sabido que estabas viva y en este colegio, hubiese puesto tu nombre en el cáliz. Sonaba más como un halago, pero Nox en ese momento no estaba para eso. —Pero no, necesitaba que estuvieras en el laberinto, que fueras al traslador junto a los otros —decía Moody, con una sonrisa perturbadora —, tanto tiempo controlandote con la maldición imperius, fue mucho más fácil hacerlo a una larga distancia, a través del laberinto. Fácilmente pude obligarte a deshacerte de Fleur, Viktor, e incluso tu mejor amigo, que ahora me parece ser: está muerto. Se contuvo, por menos fuerzas que tuviera, se contuvo. —Me controló, para hacer su trabajo sucio, para torturar a aquél hombre, sin que nadie levantara sospechas, más que de mí. Sabía que si me capturaban, estaría más segura en Azkaban. —Si, justo en tu dulce hogar con tu madre —dijo Moody—, pero me arrepentí, te necesitaba el señor tenebroso para su retorno, así que terminé el trabajo por ti. Si lo encontraban y hablaba, mi plan no hubiera terminado bien. Saben, los dos, por ejemplo, tuvimos un padre muy decepcionante... mucho. Los dos hemos sufrido la humillación de llevar el nombre paterno, Harry. ¡Y los dos gozamos del placer... del enorme placer de matar a nuestro padre para asegurar el ascenso imparable de la Orden Tenebrosa! —¡Usted está loco! —exclamó Harry, sin poder contenerse—, ¡está completamente loco! —¿Loco yo? —dijo Moody, alzando la voz de forma incontrolada—. ¡Ya veremos! ¡Veremos quién es el que está loco, ahora que ha retornado el Señor Tenebroso y que yo estaré a su lado! ¡Ha retornado, Harry Potter! ¡Tú no pudiste con él, y yo podré contigo! Y henos aquí, con Lord Voldemort, más vivo que nunca. —No si me mata a mi primero —dijo Nox, con voz fuerte, volvió a tomar fuerzas, segura de lo que quería hacer—. La decepción que le causará si me mata a mí, aunque sea por accidente. Que lo lleven a Azkaban, que su amo se decepcione y enfurezca por matar a su supuesta arma, pero primero lo perseguirá, irá hasta su celda en Azkaban, y lo matará. —Eso nunca pasará —miraba con su ojo real a Nox, mientras que con el ojo azul eléctrico lo tenía fijo en Harry —. Lo mataré a él. Seré su más grande orgullo, te entregaré. Te controlaré, como lo hice durante todo este tiempo... —No si lo hago primero. ¡Impedimenta! El hechizo fue bloqueado de inmediato por Moody, que sonreía con arrogancia, con un toque perturbador, pero no tanto como el de Nox. —¡Avada kedavra! —se escuchó a Moody decir. —¡Protego! —se lanzó Nox. No quería perder más el tiempo, quería hacerlo ahora, ya no podia soportar más el dolor... Solo estiró los dedos... Un poco... «Tu cuerpo es mío...» El cuerpo de Nox cayó al suelo, como si algo la hubiese golpeado en el estómago y la hiciera caer de espaldas, como un muñeco relleno de sal. Parpadeó varias veces, se cambaleó, dentro del cuerpo diferente. —¡Nox! —gritó Harry, después apuntó a Moody, con su propia varita. —Tengo que hacerlo... Harry... —dijo con una voz que no le correspondía. Él volteó a verla. Nox alzó la varita hacia su propio cuerpo, que parecía tener espasmos que ocurrían al mismo tiempo en el cuerpo que se encontraba, que era el de Moody —, tengo que hacerlo. —Nox, no hagas lo que tengas pensado hacer, podemos encontrar una solución... —Harry sabía que Nox se encontraba en el cuerpo de Moody, pero no bajaba la varita —, sea lo que sea, no lo hagas. —Me usará, así como Moody me utilizó, de todos modos, ya estoy muerta, no tengo oportunidad de seguir viva... Mírame, estoy muriendo... Su cuerpo seguía sacudiéndose, la herida expuesta, tan grotesca a la vista de cualquiera que volteara a ver. De pronto, unas lágrimas plateadas y negras empezaron a bajar de su rostro neutro, parecía empezar a dar sus últimas fuerzas para estar ahí, tenía que hacerlo. —Ve por Dumbledore... Volvió a alzar la varita, abrió la boca... —¡Desmaius! Hubo un rayo cegador de luz roja y, con gran estruendo. Solo sintió el cuerpo chocar contra la pared, o el suelo, no sabía dónde con exactitud, pero una vez más, abandonó el cuerpo. Sentía como daba vueltas a pesar de tener los ojos cerrados. Giraba y giraba, como si la mirada se le comenzara a enredar. Cuando abrió los ojos, sentía el cuerpo mayugado, como si la hubieran tratado como un viejo costal de papas. Tenía el pijama puesto, las manos amoratadas y le dolía la cabeza. Escuchaba unas voces a lo lejos, pero no les prestaba atención. Cómo flashes, comenzaron a llegar los recuerdos: el cementerio, Voldemort, su pierna, Moody, su cuerpo en el suelo, Harry, Cedric... Las lágrimas empezaron a bajar de nuevo, pero en esta ocasión eran silenciosas, como si no quisiera que las voces lejanas se enteraran, además de que su cuerpo parecía no tener suficiente fuerza para llorar. Se removió un poco, intentando sentarse pero le dolió la pierna en el intento. Madame Pomfrey se acercó a ella con prisa. —Querida, no te muevas demasiado —la volvió a acostar en la cama—, fue una herida enorme, me costó arreglarla en totalidad. Nox no se quejó, ni comentó o preguntó. No dijo nada. Instantes después se acercó Albus Dumbledore, el director del colegio, que la miraba con una pizca de preocupación y orgullo. Nox se estaba preparando para las preguntas. —Veo que ha despertado, señorita Figg —anunció con calma—. Su padre ha estado muy preocupado, ahora sabe que está bien y estable, pero queremos que la visite un poco después —habia olvidado por completo que su padre se encontraba en el colegio, y sobre todo la pelea que había tenido Nox por la mañana. Todo pasó tan rápido... —. Quería que me contara su versión de lo que sucedió, por lo que el señor Potter me contó, usted ya estaba en el laberinto desde antes de la prueba, ¿no? —ella se encogió de hombros —. Verá, adormecer el dolor por un rato te haría sentirlo luego con mayor intensidad. Has mostrado más valor del que hubiera creído posible: te ruego que lo muestres una vez más contándonos todo lo que sucedió. Nox miró hacia la nada, pero en su mente pasaban las imágenes a una velocidad impresionante. Por un lado agradecía que empezara a olvidarlas, y por otro temía que pasaran. Pasaron unos segundos, y con una voz rota dijo: —Si es así, quiero que Cho esté aquí —dijo en un susurro, evitando sollozar—. Si voy a tener que recordarlo, que sea con ella aquí, no quiero tener que hacerlo una vez más. Ella merece saber también que fue lo que pasó. Dumbledore hizo caso a su petición, así que se marchó en búsqueda de su mejor amiga. Ella debería estar igual o peor que ella. La imagen de tu pareja y amor de la vida sin vida, y tú mejor amiga a un lado, siguiendo los mismos pasos, debe ser una imagen traumante, pero eso no evita que tenga el derecho a saber cómo ocurrió. Su mejor amiga entró por la puerta de la enfermería, tenía la cara inundada de lágrimas, y al ver a su mejor amiga en ese estado, rompió a llorar mientras corría a abrazarla. —Lo siento tanto, Cho —lloraba en el hueco de su cuello—. Y-yo no pude h-hacer nada, todo fue tan rápido... Es mi culpa... Yo... —No, no, no. No digas nada de eso —decía Cho—. Nada es tu culpa, digas lo que digas, no te culpes, Nox. Ambas intentaron calmarse una a la otra para que Nox comenzará a contar todo. No fue muy sencillo, ya que sabía que había despertado en el laberinto, pero con las palabras que recordaba vagamente del profesor Moody, parecía aclarar un poco sus ideas. Cho agregó que no la había visto en todo el día porque estaba con Cedric, practicando para la prueba. Habló sobre como Cedric se percató que Nox tenía actitudes extrañas, que Harry no sabía distinguir. Mencionó como se sintió al estar en el cementerio, el ver cómo Cedric murió frente a sus ojos en un solo parpadeó. Cho lloró en silencio, mientras Nox seguía contando con la voz entrecortada. —Me quitó parte de la piel —señaló a su pierna —. Aquél tipo, no sé quién era (creo que Harry lo sabe), mencionó algo de una profecía... Pero no sé por qué estaban tan seguros de que era yo... —¿Recuerdas lo que decía la profecía? Nox exploró en su memoria. —«La hija de sangres cruzadas y de una descendiente de Hydra le asegurará el éxito al señor tenebroso. Solo leer las palabras escritas por la muerte asegurará el éxito. De su piel tendrá control, pero las sangres serán más fuertes hasta su final» —dijo, intentando decir las palabras exactas. —Parece ser que fuiste la indicada para esa profecía, verás —comenzó Dumbledore —. Había un mortifago todo esté tiempo en el castillo: Barty Crouch Jr., el fue quien puso el nombre de Harry en el cáliz de fuego —ambas chicas ahogaron un grito de sorpresa —. Tomaba una poción multijugos para hacerse pasar por Ojoloco Moody... —Ya me parecía raro que alguien tan cercano a usted decidiera traicionarlo de esa forma. Pero sigo sin entender qué tiene que ver esa profecía conmigo, por qué soy tan fácil de manipular, y él lo sabía; por eso en la clase de defensa dijo que era la más fácil de controlar —recordó Nox—. Por eso también Voldemort —Cho tembló — dijo lo mismo, que era mucho más sencillo de lo que pensaba, el controlarme. Lo sabían desde siempre... —Exacto, él fue quien te controlaba todo el tiempo... —Lo confesó, antes de intentar matar a Harry... —dijo Nox. —Te estaba entrenando para ser la marioneta de Quién-tú-sabes —agregó Cho, con el terror intensificado en su voz —, por eso siempre despertabas con tierra en la cama, el ataque de Krum, eras tú bajo la maldición imperius. —¿Pero por qué yo? Si cumplo con los requisitos de la profecía, ¿cómo saben que soy yo? —preguntaba Nox, con algo de desesperación en su voz— Por algo Moody... Quiero decir, Barty Crouch Jr. me eligió a mí desde un principio. —Exacto, ellos no deberían saberlo, eres adoptada —añadió Cho. No podía seguir hablando, tantas cosas en su mente, mezcladas con recuerdo y pesadillas la estaban abrumando. Estaba cansada de llorar. Dumbledore parecía analizar todo lo que le había dicho Nox, pareció quedar conforme con su respuesta y se despidió, pidiéndole a Cho que se retirara también, ya que ambas necesitaban descansar. Poco después entro su padre, asustado y preocupado, pero pareció volver a respirar cuando vió a Nox, tal vez no sana, pero si a salvo. —¡Nox! —exclamó al verla. En cuando se acercó a su cama, la abrazó fuertemente. Sabía que estaba aterrado de perder también a alguien más, ya no estaba su esposa, y le quedaba su hija —¿Estás bien? He estado tan preocupado por ti... —Estoy bien, papá —respondió con pocas fuerzas —, hablé con Dumbledore, apuesto que él te dirá algo. —Lo tiene que hacer —dijo con la voz rota. Nox no pudo evitar soltar más lágrimas, y sin darse cuenta, un sollozo salió de ella —. Mi vida, lamento tanto lo que pasó..., tus amigos... Todo. Ella solo asentía mientras lloraba, parecía ser que su cuerpo había recargado fuerzas para volver a llorar. Apareció Madame Pomfrey con una poción para dormir, tendiendo la hacia Nox cuando se separó de su padre, se la tomó completa como si de agua se tratase, y no terminó de completar una palabra cuando cayó dormida. No quería soñar, le aterraba hacerlo, sobre todo si se trataba de ese recuerdo en el cementerio, esa pesadilla vivida en carne propia, sin trucos o trampas, a pasos de la muerte, o peor aún: para ser una esclava de Voldemort. Estaba en medio de aquella habitación en el orfanato, frente al espejo, viendo ese reflejo que se parecía cada vez más a ella. —Por fin lo estás aceptando, tan siquiera una parte de ello, pero al menos has dado un paso a ello —decía, con los labios deslumbrantes al igual que sus ojos. —No soy quién tú crees. —No, tú no eres quien tú crees. Una vez más volvió a despertar gracias a unas voces, reconoció de quién eran las voces que estaban a un par de camas alejadas, eran los padres de Cedric, llorando con lo que Harry intentaba contarles. Nox no tenía la valentía para verlos a la cara, así que fingió estar dormida, esperando que se marcharan. Más lágrimas silenciosas bajaban, inundando sus oídos. Se escuchó un portazo, así que con mucha lentitud, Nox se sentó en la cama para después ponerse de pie. La pierna aún le dolía, pero no era nada a comparación de la noche anterior que ahora se sentía como un sueño. Una pesadilla. Deseaba que eso fuese. Estaba vendada desde el tobillo hasta la rodilla. Caminó hasta la cama de Harry, cojeando en el proceso. Aún se sentía muy débil. Este al ver el enorme cabello de Nox acercarse, se sentó en su lugar. —No deberías de levantarte —dijo cuando ella estaba más cerca. —Estaré bien —habló por lo bajo. Se sentó a los pies de la cama de Harry, buscando las palabras correctas para decir, pero dadas las circunstancias, parecía ser que ya no importaba lo que dijera. El miedo de perder a alguien más la aterraba, así que quería decir lo que pasara por su mente. —Gracias por no dejarnos ahí, a mí y a Cedric —agradeció con un hilo de voz. —Me lo pidió... Era lo menos que podía hacer, tú estabas ahí, no me iría de ahí sin ti —correspondió, con el mismo tono. —Hiciste demasiado, yo... —se acercó más, quedando casi a su lado—. Yo no le conté todo a Dumbledore. —¿A qué te refieres? —Me refiero a que no le conté lo que pasó, lo que te hice, lo que pensaba hacer... —Eso da igual, yo lo hice... —Pero no le contaste lo que yo vi, o sentí —suspiró—. Mira, yo en ese momento no estaba bajo la maldición imperius, era algo distinto, yo recordaba sentir satisfacción al torturarte, las palabras que te dije vinieron de mí, de mi mente. —Era como estar viendo a otra persona —agregó Harry, Nox asintió —. Créeme, Nox, esa persona no eras tú... —Lo era, Harry. —Yo sé, pero a lo que me refiero, es que él ahora tendrá control total de ti, si estás lo suficientemente cerca de él —intentó explicar, Harry —. Por eso lo de tu pierna, por lo de mi sangre, ambos somos parte de él, de diferente manera, eso quiere decir que simplemente no serás tú, no eras tú. Nox se quedó en silencio, pensando en lo que estaba diciendo. —Aún así, perdón por eso. —Estoy bien, Nox. Estás bien... —Pero pudiste terminar como Cedric... —su voz se cortó —. No sé qué es lo que estaba haciendo Voldemort conmigo, pero era algo muy diferente, y no tenía ninguna forma de salir de ahí, era parte de mí, y temo que me hará capaz de hacer lo que sea. Más silencio. Definitivamente estaba asustada de lo que posiblemente hubiese pasado si no salía del cementerio, como dijo Harry: sería una marioneta, controlada por Voldemort. —Entonces lo mejor sería que estés lejos de él. Nox asintió. —¿Por qué querías terminar contigo misma? Sabía que estabas a punto de hacerlo, lo sentí —preguntó Harry. —Cuando vi a Voldemort, como se dirigía a mí, era muy distinto a como lo hacía contigo, era como si estuviera muy feliz de verme. Esa tal profecía lo ponía muy alegre, tenerme ahí era como la joya de la corona, pero no entiendo por qué quería terminar contigo, antes de utilizarme —carraspeó—. Sabía que sin mí, no podría lograr lo que sea que quisiera hacer, prefería morir primero, antes que a ti... Tomó aire, y lo contuvo, intentando deshacer el nudo en su garganta. Apretó los ojos, mientras su rostro estaba en dirección al otro lado de la enfermería. —No voy a dejar que alguien te haga daño —soltó Harry, Nox se volvió a él, con cierta sorpresa —, no voy a permitir que te vuelvan a hacer algo, no mientras yo esté aquí. Yo no sé qué sería de mí si hubieses dicho esa maldición, pero te prometo que sea lo que Voldemort esté planeando contigo, jamás lo logrará. —Harry... —Por el ojo izquierdo. A Nox se le removió algo por dentro. Volvió a tragar sus lágrimas. —Por el ojo izquierdo —jaló también el párpado inferior de su ojo izquierdo —. Eso incluye que jamás te haría daño intencionalmente. —Pero me aplastaste la mano con un libro. —No fue intencional. —Y casi me pegas con una estatuilla. —Casi. Una risa salió de Nox. Harry sonrió. —Algo de lo que recuerdo, fue que Voldemort mencionó algo... —Mencionó muchas cosas. —Si, pero una de ellas era que si te dolía que la persona que has amado desde que la conoces te haga eso —su sonrisa se borró ligeramente, ahora le parecía muy extraño ver a Harry tornarse rojo después de verlo tanto tiempo pálido, era como recordar que estaba vivo y podía seguir otro día más respirando, sintiendo... —. Se refería a mí, supongo. ¿Es verdad? Abrió y cerró la boca varias veces, sin saber qué responder. Nox estaba rogando que al menos esos momentos cursis y nerviosos le ayudarán a olvidarse aunque sea por un instante la pesadilla que habían pasado juntos, y esperaba que a ella también, por eso ahora decía lo que se le venía a la mente, incómodo o no. —Eres una muy buena persona, Harry; siempre estás a la disposición mía, aunque eres muy despistado, pero, ¿te gustaría saber lo que pienso? — no sabía por qué estaba diciendo aquello, pero ya no le importaba. La puerta se abrió, y entró Madame Pomfrey, con la varita en la mano, haciendo flotar una charola con algunos frascos de diferentes colores, parecía estar en búsqueda de ambos chicos. —Te lo diré cuando esté lista — le dijo Nox, cuando vio a la mujer entrar—. Las cosas pueden cambiar mucho — le guiñó un ojo. —¡Señorita Figg! No debería de estar haciendo esfuerzos y levantarse de la cama es una de ellas. —Yo no me levanté, desperté aquí —mintió con burla. Su chiste no tardó mucho, ya que Madame Pomfrey la obligó a regresar a su respectiva cama. Revisó sus heridas, que tenían mejor aspecto, pero definitivamente dejarían cicatriz. Mantener su mente ocupada el resto de los días en el colegio, era muy difícil. Su padre debía volver, pero no evitó pedirle a Dumbledore que no despegara un ojo de ella. Nox no podía evitar dejar de soñar con la noche en el cementerio. Cada que volvía a su memoria, escondía su cara en el cabello para que no la vieran soltar lágrimas. Padma intentaba consolar cada vez que podía a Nox y Cho, pero también era algo muy complicado para una sola persona, y más si tenía que soltar sus propias lágrimas de vez en cuando. Nox fingía siempre estar bien, intentando sonreír, pero sus ojos que se mantenían grises se cristalizaban cada vez que lo repetía.  Cada que avanzaba por los pasillos, sentía las miradas encima de ella. Los susurros llegaban a sus oídos como las lágrimas que soltaba en silencio cuando intentaba dormir. Le aterraba cerrar los ojos y volver a vivir ese día, así que evitaba lo más que pudiese hacerlo. Su aspecto y la forma de caminar que había adoptado (gracias a que aún se curaba por completo su pierna) era suficiente para ser señalada. La noche antes de partir de vuelta a Londres, Nox arregló su baúl y bajó al gran comedor junto a sus dos amigas. Contuvo lo mejor que pudo al ver la fúnebre decoración que ahora había en él: había colgaduras negras en la pared detrás de la mesa de los profesores. No dijo ninguna palabra, se tragó sus palabras y tomó asiento en la mesa de Ravenclaw. —El fin de otro curso —dijo Dumbledore, mirándolos a todos —. Son muchas las cosas que quisiera deciros esta noche, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada —señaló con un gesto hacia los de Hufflepuff, que estaba muy apagada y silenciosa—, disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedir, por favor, a todos, que se pongan de pie, alcen sus copas para brindar por Cedric Diggory. Así lo hicieron. Nox, con la mano temblorosa levantó la suya, sin soltar la mano de Cho a su derecha y repitieron, con voz potente, grave y sorda: —Por Cedric Diggory. Sintió la primera lágrima bajar por su rostro, pero ya no le importó limpiarla, vendrían más a empapar su rostro, así que solo bajó la vista a la mesa. —Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff —prosiguió Dumbledore—. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte ha afligido a todos, lo conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió. Nox levantó la cabeza, en dirección al director que se encontraba hablando. —Cedric Diggory fue asesinado por lord Voldemort. Un murmullo de terror recorrió el Gran Comedor, y entre ellos escuchó como a Cho se le escapó un sollozo, así que Nox le apretó más la mano mientras que Padma la hacia recargarse en su hombro, en símbolo de apoyo. Los alumnos miraban a Dumbledore horrorizados, sin atreverse a creerle. Él estaba tranquilo, viéndolos farfullar en voz baja. En ese momento ya no prestó atención. Cerraba los ojos, conteniendo los sollozos que ahora se le escapaban levemente. Quería permanecer firme y fuerte, más que nada para su mejor amiga, que al igual que ella, se encontraba completamente destrozada. No podía, simplemente no podía. Las palabras sonaban ahogadas. La escena se repetía, una y otra vez. Lo había torturado. La estaban buscando. La querían a ella. Por su culpa estaba muerto. Por su culpa lo habían matado. No debió dejarlo ir con ella. Nox sentía que se estaba ahogando. No podía respirar, era como si sus propias lágrimas se estuvieran colando en sus pulmones, así que se puso de pie de repente, llamando la atención de bastantes presentes, pero su necesidad de respirar era más urgente que la atención de todos. Salió corriendo del gran comedor, atravesó el vestíbulo y salió a los terrenos del castillo. No sabía cómo logró llegar ahí con la vista empañada en lágrimas, pero ya no importaba, quería respirar porque la culpa la estaba ahogando. Se soltó. Cayó de rodillas al suelo, pegando la frente a la tierra y pasto, desahogando lo que tanto tiempo había guardado y fingiendo detrás de una sonrisa. Lloró lo más que pudo, como si el funeral de su propia madre hubiese sido. Estaba viviendo una vez más el dolor de una pérdida, pero esta vez parecía ser más intensa, ya que era ahora su culpa. Odiaba ese sentimiento, lo detestaba más que a nada. Tenía la sensación de que en algún momento se volvería loca de dolor. Tal vez el dolor que en su momento tuvo en la pierna era menor al que estaba experimentando en ese momento. Por su culpa los padres de Cedric estaban viviendo la mayor pesadilla de sus vidas, quizás por eso no se acercaron a ella, a hablar o preguntar respecto a su hijo, posiblemente lo sabían. Sus ojos parecían focos fundidos, intentando mantenerse encendidos, como si algo quisiera salir de ella. «Tienes que dejarlo salir, Misery Nox », le decía su reflejo, una y otra vez... La culpa la estaba torturando. No merecía esas miradas de lástima, las lágrimas de sus amigas, o la promesa de Harry, no quería nada de ello. Desvío ser ella, no Cedric. Recordaba su última conversación con él, donde le mencionaba que ella encontraría a alguien que le amara tanto como él amaba a Cho, pero ya no se sentía con el derecho de tener a alguien que le ame tanto, podría terminar muerto. Sentía como si su cuerpo comenzara a quedarse seco, tantas lágrimas y lamentos la estaban debilitando. Pero no quería levantarse de ahí, no lo merecía. ¿Por qué era tan débil? De ser lo contrario, posiblemente nada de eso hubiese pasado.   ◦•●◉✿◉●•◦   De camino de regreso a King 's Cross, Nox iba muy callada y tranquila. No podía evitar estremecerse o saltar cuando escuchaba algo de metal o algo filoso. Se sentía con un miedo constante, un riesgo que quería evitar a toda costa. Antes de marcharse, estando en el vestíbulo, había visto a Amélie, que solo se despidió con un gesto, sacudiendo la mano al aire, Nox hizo lo mismo. Tal vez aquello le hubiese emocionado bastante mucho tiempo atrás, cuando su reputación no estaba en los suelos como en ese momento. Había conseguido un compartimiento junto a Padma Patil. No tenía idea de dónde se encontraba Cho, ya que tenía la idea de que se sentarán juntas de regreso, tal vez encontró otro compartimiento junto a sus amigas de la misma casa. —¿Todo bien, Nox? —preguntó Padma, viéndola algo desconcertada. Ella solo se dedicó a asentir, para después ponerse de pie. —Iré por algo, ¿quieres algo del carrito? —preguntó. Su amiga negó con la cabeza, así que salió del compartimiento. Caminó por el pasillo, buscando el carrito de la señora que vendía las golosinas, tal vez le apetecía una buena botella de jugo de calabaza muy helado. Pensar en volver a casa con su padre y la abuela Figgy le confortaba ligeramente, pero su mente no borraba lo que estaba dejando atrás en el castillo. Atravesó de un andén a otro, y vió a los gemelos Weasley, caminando hacia la misma dirección que ella. —Qué pasa, Figg —dijo uno de ellos. —Estoy buscando a la señora del carrito... Su antojo fue interrumpido por la estridosa voz de Draco Malfoy: —¡Has elegido el bando perdedor, Potter! ¡Te lo advertí! Te dije que debías escoger tus compañías con más cuidado, ¿recuerdas? Cuando nos encontramos en el tren, el día de nuestro ingreso en Hogwarts. ¡Te dije que no anduvieras con semejante chusma! —escucharon los tres. Nox comenzaba a ponerse roja. «Tu alma no es mía, pero tú cuerpo lo será...». «Hoy no, yo decidiré si tú cuerpo es mío, pero hoy no», pensó Nox, intentando controlarse. No quería estar en el cuerpo de Draco Malfoy, no una vez más. —¡Ya es demasiado tarde, Potter! ¡Ahora que ha retornado el Señor Tenebroso, los sangre sucia y los amigos de los muggles serán los primeros en caer! Bueno, los primeros no, los segundos: el primero ha sido Digg... No se espero a que terminara la frase, sino iría mucho peor; sacó la varita en forma de aguja gigante e hizo un movimiento, ni siquiera sabe cuál fue el hechizo que lanzó, pero pareció funcionar, y no fue la única: Fred y George también habían lanzado alguna maldición. Se acercó ligeramente al compartimiento, viendo la obra de arte que habían creado todos; Malfoy, Crabbe y Goyle estaban inconscientes en el hueco de la puerta. Harry, Ron y Hermione se habían puesto de pie después de lanzarles distintos maleficios. —Quisimos venir a ver qué buscaban estos tres —dijo uno de los gemelos, pisando a Goyle para entrar en el compartimiento. Había sacado la varita, igual que su hermano que tuvo buen cuidado de pisar a Malfoy al entrar tras Fred. —Un efecto interesante —dijo el otro mirando a Crabbe—. ¿Quién le lanzó la maldición furnunculus? —Yo —admitió Harry. —Curioso —comentó—. Yo le lancé el embrujo piernas de gelatina. Se ve que no hay que mezclarlos: se le ha llenado la cara de tentáculos. Vamos a sacarlos de aquí, no pegan con la decoración. Todos comenzaron a sacarlos hasta el pasillo a patadas, a Nox se le escapó una risita. Todos voltearon a verla, pero sin respingar en el proceso. —Háganlo ustedes; yo ya hice suficiente, solo quiero algo de tomar. Comenzó a avanzar por el pasillo, pasando por encima del trío inútil de Slytherin sin siquiera tener cuidado a la hora de pisarlos con el talón. Estaba por pasar al otro vagón, cuando la voz de Harry la detuvo y necesitó darse la vuelta para quedar frente a él. —Esto... Hola —le saludó, bastante nervioso. Nox sonrió. —Hola —le devolvió el saludo. —¿Cómo sigue tu pierna? —preguntó. Por un instante pareció arrepentirse, ya que sabía que aquello le traería memorias de un trauma horrible que él había vivido también, pero fue lo contrario: Nox sonrió tan espléndida, algo muy representativo en ella. —Ya mejor, creo que ya no camino tan mal, pero me quedará una cicatriz, pero no mejor que la tuya —le respondió, Nox, señalando con la mirada grisasea a la cicatriz en la frente de Harry, este se sonrojó —. ¿Cómo estás tú? —Debo de decir que bien, Hermione —la sonrisa de Nox se apagó ligeramente al escuchar su nombre— descubrió el secreto de Rita Skeeter. —Ah, ¿si?, ¿cuál era? —preguntó Nox, ya tenía una idea, pero no estaba segura. —Es una animago no registrada. Se convertía en escarabajo, por eso escuchaba todo tan fácilmente, sea donde sea. La madre de Nox no estaba muy lejos de la realidad, y eso explicaba bastantes cosas, el cómo sabía todo de todos y sabía sobre convenciones privadas. —Genial, supongo que la tendrá muy amanezada. —Definitivamente —estuvo de acuerdo, Harry—, la tiene en un frasco encantado, no escapará a menos que tengan un buen trato. —Vaya, otro punto extra para Jean —dijo Nox, con un tono más apagado —. Bueno, será mejor que me vaya, me la saludas... —Espera —la detuvo cuando estaba a punto de darse la vuelta, como si la oportunidad de la vida se le estuviera escapando —, esto, yo, quería preguntarte algo. —Claro, dime. La sonrisa de Nox había vuelto a iluminar su rostro, sus ojos brillaban extrañamente en aquella neblina gris, gracias a la luz que entraba de la ventana del pasillo. Su cabello tal vez no tenía el mejor aspecto del mundo, pero no evitaba ser tan rizado y oscuro como la sombra de un león. Su rostro todavía era decorado por unas ligeras pecas sobre la nariz, pero la adolescencia estaba siendo una molestia constante, dejando marcas de acné sobre las mejillas. Aún tenía las heridas sobre el rostro, pero la belleza y ternura de Nox seguía ahí, madurando y creciendo. Harry pareció quedar hipnotizado o algo parecido, ya que su pregunta nunca llegaba, Nox esperaba, pero no decía nada. —¿Bueno? —esfumó ligeramente sus pensamientos. —Yo... Solo quería preguntarte si querías ir por un helado. Una risita salió de Nox. —Aquí no venden helado, Harry —le recordó con gracia. —Me refiero, a ya sabes, en Privet Drive pasa la furgoneta de los helados, o podemos ir a un local por helado, a platicar de helados, y eso, ya sabes, helados. Nox sonreía demasiado, llena de ternura, y como siempre su mente hablaba antes de procesar las palabras. —¿Me estás invitando a una cita? —soltó de pronto. Harry se puso más colorado. —No, no, no, solo como amigos, ya sabes, tomar un helado, verano, helados... —Está bien, acepto ir contigo, ¿pero a qué era? ¿Fish and chips? —se burló Nox. —Helado —rió, sin dejar de sonrojarse. —Helado, exacto, casi lo olvido —se burló de nuevo —. Estoy bien si es uno de vainilla. —¿Vainilla? Creí que serías de gustos más exóticos —comentó, Harry. —Bueno, la exótica y rara soy yo, pero tengo gustos sencillos. —Yo no creo que seas exótica o rara, simplemente eres muy bonita. Nox sintió como la sangre se le fue al piso y salió escurriendo entre los rieles del tren. El calor comenzaba a subir por su cuello, las manos y las piernas parecían comenzar a temblar. Ese sentimiento de nuevo comenzaba a invadir su cuerpo, y no estaba ninguno de sus amigos ahí para culpar. «¡Por fin!», recordó a Cedric, alzando las manos al cielo de una forma muy dramática cuando Padma mencionó que supuestamente a Nox le gustaba Harry, pero ni ellos estaban ahí para decirle o hacerle sentir algo diferente, solo venía de sí misma, de sus palabras. —¿Cómo dices? —fue lo poco que pudo articular Nox. —Bueno, siempre me has parecido muy bonita —confesó. Nox intentó reprimir una sonrisa tan grande como la presión que sentía en el pecho, como si su corazón quisiera salir de ahí. Empezó a mover los pies nerviosamente, viendo las zapatillas de ambos, con bastante vergüenza. —Vaya... ¿Gracias? Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa arrogante que intimidaba estúpidamente a Nox, pero no se quería dejar llevar por ello, pero Nox a veces olvidaba que era débil. —De nada, cuando gustes, ya sabes —Nox soltó una carcajada —. Entonces, ya no sales con Terry, ¿cierto? Ni con ese chico de Beauxbatons. Nox volvió a reír. Le causaba bastante gracia lo despistado y en ocasiones lo idiota que podía a llegar ser Harry. —Nunca salí con Terry, y eso fue más de un año, y nunca tuve algo que ver con ese chico André o como se llame. —Genial —soltó, pero parecía ser algo más para sí mismo que para Nox. Se quedaron viendo el paisaje pasar por la ventana del tren en movimiento. Nadie decía nada, sobre todo Nox, ni siquiera su mente estaba pensando en soltar un comentario incoherente. —Bueno... Será mejor que me vaya... —¿Te puedo preguntar otra cosa? —Claro, todas las preguntas que quieras —¿Qué fue eso? —Lo que dijiste en la enfermería, y sobre una respuesta, ¿ya la tienes? Se atrevió a mirarlo a los ojos, que brillaban, como si las esperanzas de toda su alma se vieran reflejadas en ellos, ese brillo que había visto desde el primer año que desconocía tanto. Podía interpretar su pregunta como algo desesperado, pero debía enseñarle de nuevo lo que es la paciencia que ha tenido por tanto tiempo. —No, te dije que te lo diría cuando estuviera lista. —¿Y cuándo será eso? —No lo sé —se acercó un poco —. Mamá decía que la paciencia no es la capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras esperas. —Eso tiene mucho sentido —comentó Harry, sin dejar de hipnotizar a Nox —. Y si ser paciente significa esperar tu respuesta, entonces estoy dispuesto a ser la persona más paciente del mundo. De acuerdo, eso derritió completamente a Nox. Sino fuera por Ron... —¡Eh, Harry! ¡Qué te estamos esperando para una partida de naipes explosivos! No se dió cuenta en que tenía su nariz rozando con la de él. Cómo si el piso quemará, Nox se separó al instante, mirando a la ventana con el rostro ardiendo, mientras que Harry se giró a Ron con bastante molestia, causándole gracia a la rizada. —¡Estoy platicando! —le reprochó con las cejas arqueadas, como si hubiese arruinado su tiro perfecto en los bolos. —Está bien, yo me tengo que ir, Padma debe de estarme esperando... —avanzó de vuelta, sin dejar de mirar a Harry, pero por poco se tropieza con los cuerpos aún desmayados de Malfoy, Crabbe y Goyle —. Ahg, ¿aún siguen estos idiotas aquí? —pasó encima de ellos sin la misma precaución con la que había usado antes, pero antes de marcharse al otro vagón, se dió vuelta, muy sonrojada hacia Harry —. Te veré después, cuatro ojos. Una vez más, se volvieron a sonrojar y Nox cruzó al otro vagón. Intentaba no sonreír como idiota, quería quitarse esa expresión del rostro, antes de llegar con Padma, pero no podía, por más que intentara, no podía... —¡Nox! Hasta que te veo —salió Cho del compartimiento donde estaba ella —. Tardaste bastante. ¿Todo bien? Misery Nox se apretó los labios, evitando torcer sus labios en una sonrisa, así que solo asintió con la cabeza, frenéticamente. Cho comenzó a sospechar, mientras achicaba los ojos. —Vamos dentro, debes de contarnos todo. Ya sentadas las tres dentro del compartimiento, Nox intentaba no mostrar alguna expresión que la delatara, pero era imposible, la conocían lo suficiente. —¿Y bien? —preguntó primero, Padma. Tenía una sonrisa traviesa y llena de curiosidad en la cara. —¿Bien qué? —preguntó de vuelta, Nox. —¿Qué te tiene tan feliz? —preguntó esta vez, Cho. —Nada me tiene feliz. —Claro que sí. Estaba acorralada, pero no sabía si mentir, o dejar que las preguntas bombardeadas por sus amigas hicieran el trabajo. Lo más probable es que pasará lo segundo. —Digiste que ibas por algo a con la señora del carrito —señaló, Padma. —Exacto. —¿Y dónde está lo que compraste? Nox anteriormente había recuperado ligeramente su color natural, pero volvía a tornarse en un manchado rábano rojo. —Nox —comenzó Cho :—Somos tus amigas, puedes confiar en nosotras. Sabemos que tarde o temprano nos enteraremos, pero quisiéramos hacerlo desde tu propia voz —Padma asintió. Mas razón no podía tener. Tal vez tenía la costumbre de cerrarse demasiado, incluso con sus amigos, y a ver atravesado un trauma la ponía más a la defensiva. Las palabras de Cho posiblemente no solo se tratara de convencerla de que le contara que era lo que la tenía tan feliz, sino también que hablara de sentimientos diferentes a la felicidad. A Cho la conocía desde el primer año, a Padma desde el tercero, ya las conocía lo suficiente, tal vez era momento de que comenzara hablar, y parecía ser que hablar sobre Harry sería el comienzo. Nox volvía a sonreír, mientras les intentaba decir con el rostro rojo de vergüenza todo lo que pasó, desde que llegó al compartimiento, hasta el rozar de sus narices, dando a entender que casi se besaban sin ella darse cuenta. Ambas chicas chillaban y saltaban de emoción y felicidad «¡Lo sabía, lo sabía!», exclamaba Padma mientras festejaba, reclamando que tenía razón sobre que a Nox le gustaba Harry. —¡No me gusta! —dijo Nox, ya que ambas se calmaron —. Solo es... Algo diferente... —Pues será mejor que comiences a averiguar qué es eso diferente que según dices tú —sugirió Cho. Nox se sintió nerviosa por la sugerencia. Al llegar a la estación, cada una tomó sus cosas. Misery Nox se sintió un tanto extraña, como si regresar a su hogar fuera algo ageno a ella. —¡Adiós, Nox! —sacudió su mano Cho al aire, despediendose mientras sus padres llevaban si baúl, Nox hizo lo mismo. Padma comenzaba a avanzar hacia sus padres que le esperaban, pero lo hacía mientras le decía a Nox :—Recuerda lo que dijo Cho. ¡Nos veremos después! Nox solo sacudió la mano mientras rodaba los ojos con gracia. —¿Qué tienes que recordar? —preguntó Harry, que había bajado con sus amigos del tren. —Oh, nada, ya sabes, cosas de chicas —fingió restarle importancia. —Entonces, ¿sigue en pie lo del helado? —Nox sonrió estúpidamente, una vez más. —Por su puesto, cuatro ojos —le dió un codazo en la costilla —, y más te vale que sea grande. No tuvieron tiempo para reaccionar, ya que logró divisar al tío de Harry, que seguía igual de enorme, con un bigote muy parecido al cepillo que usaba Nox para limpiar sus zapatos. El Tío Vernon esperaba a Harry al otro lado de la barrera. Vió también a una mujer regordeta y pelirroja, deducio que se trataba de la madre de Ron. Al ver a Harry, ella le dio un abrazo muy fuerte. Más detrás de ellos, logró ver a su padre, que buscaba entre la multitud de gente algo en el suelo, como si se le hubiese caído algo. Nox sonrió con bastante nostalgia.  —Hasta luego, Harry —escuchó que se despidió Ron, dándole una palmada en la espalda. —¡Adiós, Harry! —le dijo Hermione, después le dio un beso en la mejilla. A Nox se le removieron las tripas. —Bueno, entonces te veo después, Nox —se despidió Harry, que comenzaba a avanzar hacia su tío. Nox solo asintió, pero algo le decía que eso no debía ser así. Algo debía de hacer, las tripas seguían resolviéndose de celos, como si Hermione no tuviera el derecho de despedirse de esa forma. —¡Harry! Este se dió la vuelta tan rápido como escuchó la primera vocal de su nombre. Nox se acercó, dudosa de lo que iba a hacer, pero no le veía nada de malo, así que se abrazó de su cuello, inhalado el aroma natural de su piel. —Gracias —le dijo al oído, después se separó. Vió que si rostro estaba encendido. No recordaba la última vez que hayan tenido un contacto físico tan cercano como ese. Nox, tomó su baúl para avanzar con su padre, mientras sacudía la mano, despidiéndose. Al llegar al lado de su padre, la miraba con una ceja alzada. —¿Qué fue eso? —preguntó sin bajar la ceja. —Hola, Misery Nox, veo que has crecido bastante. Hola, papá. Gracias por venir por mí —decía con sarcasmo mientras avanzaban hacia el coche —. Solo me despedía de mi mejor amigo. —Demasiado contacto físico —reprochó mientras cerraba el baúl —. No menos de cinco centímetros entre ustedes. —Por favor, papá. Es mi mejor amigo... —Si. Que bueno que tú abuela ya no cuida a ambos, quién sabe que cosas pasarían después... —seguía quejándose mientras ponía en marcha el coche. El camino comenzó. Su padre comenzó a darle un sermón sobre lo malos que podrían ser los chicos, pero Nox no prestaba atención, solo miraba por la ventana. Posiblemente en ese momento todo estaba bien. Había sentido tanta felicidad, celos y nervios en cuestión de horas, pero antes de ellas, había sentido tanto dolor, tristeza y rabia que lloró hasta vomitar. Su mejor amigo había sido asesinado. Voldemort había vuelto, y parecía ser que el ministerio había negado aquello, eso le preocupaba. Era curioso ver a las personas caminar de aquí a allá, despreocupadas, sin saber que un hombre con sed de poder había retornado, y quién sabe qué cosas estaba planeando en ese preciso momento en que estaba pensando aquello. La buscaría. Era su arma para lograr su más grande objetivo, pero deseaba que jamás la encontrara. «No voy a dejar que alguien te haga daño», recordó las palabras de Harry. «Pero te prometo que sea lo que Voldemort esté planeando contigo, jamás lo logrará». Por más sinceras que fueran sus promesas, eran imposibles de cumplir, pero algo que si podía cumplir, es que si llegaba el momento, haría lo imposible para que Voldemort no la utilizara.
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