Capítulo 27
Misery Nox da mucho más miedo
Finalmente Misery Nox había encontrado una forma de aprovechar el tiempo, no sabía muy bien si le serviría de algo, pero al menos las vacaciones pasaron muy rápido. Padma le escribió antes de volver al expreso de Hogwarts que había sido seleccionada como prefecta de Ravenclaw, Nox se alegró bastante. Pensó que tal vez ella misma no sería una buena opción, solía perder los estribos y posiblemente se lanzaría contra quién interfiera una regla. Cho estaba muy feliz de haber logrado nueve TIMOS, estaba a punto de lograr otros dos, pero sabía que con esos serían suficientes para demostrar su valor y capacidad. Antes de subir al expreso con su pesado baúl, su padre tuvo una pequeña charla con ella, sobre su temperamento y nuevas actitudes. —Se que estás creciendo, pero por favor, Nox, quiero que te comportes —Nox giró los ojos, con algo de enfado. —Sabes que se me da muy bien eso, papá —respondió, Nox, con bastante sarcasmo. —No demostraste eso hace unos meses —alzó una ceja —. No quiero más cartas tuyas, diciendo que te metiste en problemas, me daría mucha vergüenza volverle ver la cara al profesor Flitwick o a Dumbledore. Parecía ser que su padre no olvidaba que casi dejaba sin cabello a Pansy Parkinson, tenía muchas ganas de volver a verla, tal vez para ver si sí compro una peluca o si ahora usa gorro. —Eso fue diferente, además, a Dumbledore no le importa nada de lo que me pase, ya lo dijo durante el verano, no le conviene que me expulse porque Quién-tú-sabes vendría a matarme y sería muy en parte su culpa —la miró su padre con severidad —. De acuerdo, nada de problemas. —No pienses esas cosas, Nox —le decía mientras la envolvía en un abrazo para besar su coronilla rizada—. Solo debes de comportarte muy bien. ¿Lo prometes? Un silbido anuncio que era hora de irse, así que Nox lo abrazó, sin contestar. —Debo irme, o me dejara el tren, te veré para Navidad. —¡Nox, por favor! —¡Te veré en Navidad! Y se subió tan pronto como pudo. Avanzaba por los compartimientos, buscando un lugar vacío o con una cara familiar. A veces asomaba su cara para ver, pero muchos solo se asustaban, definitivamente no había perdido su toque. Más adelante por fin se encontró con su mejor amiga: Cho. La abrazó con mucha fuerza, extrañaba su energía tan vibrante y deslumbrante. Tomaron asiento mientras no dejaban de platicar. —Mis padres han estado muy al pendiente del trabajo —decía Cho a Nox —, no entiendo qué los mantiene tan ocupados, apenas y los veía en el día. —Mi padre también —concordó, Nox—, siempre estaba por las mañanas, ahora solo aparecía de vez en cuando por la casa. Algo ocultan, pero desafortunadamente no logré descifrar nada. Cho asintió —Padma ahora es prefecta, ¿te contó? —¡Si! Eso quiere decir que tendremos mejor autoridad que la que había antes. —No entiendo por qué tu afán de seguir reglas, son para romperlas y tú solo quieres arreglarlas y reforzarlas. —No es cierto, solo pienso que por algo están escritas. —Eso crees, pero muchas de las veces son hechas para ser injustas y tener un control sobre a quienes se las aplican —su amiga se cruzó de brazos. —No digas tonterías, en Hogwarts no aplican ese tipo de reglas —Nox bufó con gracia. Su amiga solo negó con diversión. Se alegraba bastante que Cho se encontrara tan espléndida como siempre, pero las ligeras ojeras debajo de sus ojos la delataban un poco, pero su sonrisa brillaba de felicidad para su mejor amiga. —Y bien —empezó, Cho, con un tono travieso, Nox ya sabía lo que se avecinaba—. ¿Qué hay de Harry? Nox soltó un quejido mientras rodaba los ojos. —¡Ya te dije todo lo que pude! —Mentira, una carta por semana no es suficiente. Son vecinos, es obvio que se verían al menos una vez a diario —mentiras no estaba diciendo —, por supuesto que hay mucho que decir, Nox. —Y ya te dije lo que ha pasado, nada fuera de lo normal. No sé cuántas veces debo de decir que no me gusta y no me interesa en ningún sentido, apuesto que a él tampoco. Una carcajada salió de Cho, como si le hubiese contado el mejor chiste de la historia. No le creía en lo absoluto. —¡Eso ni una mosca se lo cree! —seguía riendo —. Vamos. Se puso de pie de pronto, Nox se puso nerviosa, tratándose de su mejor amiga, cualquier cosa estúpida era una buena idea para ella, y presentía eso en ese momento. —¿A dónde? —Vamos a saludarlo —abrió la puerta del compartimiento —, o si no vienes, le diré que le mandas tus más cordiales saludos, después preguntará por qué no viniste y le diré que le daba mucha vergüenza verlo a los ojos. Nox se sonrojó al máximo mientras se ponía de pie de un salto como resorte. Tal vez era una pequeña amenaza, pero para Nox era enorme. —Eres imposible —gruñó mientras seguía a su amiga. No sabía cómo sentirse en ese momento. Era una situación muy estúpida, pero ahí estaba, siendo arrastrada por los chantajes de su mejor amiga. El distraer a su amigo volvió a su mente, apostaba que ahora el mundo entero lo veía tan extraño como a Nox en el tren, la curiosidad estaba a la orden del día, posiblemente lo mejor sería distraerlo del mundo. —Está ahí —señaló su amiga a un compartimiento más adelante. —¿No vienes? —le preguntó Nox a Cho. —No, lo saludé antes de encontrar compartimiento, pero le dije que vendrías a saludarlo. Nox abrió la boca con indignación. —Eres una maldita —la miró mientras achicaba los ojos. —Si, como sea, ahora ve —le dió un empujón. Nox se tambaleó ligeramente y de un salto llegó al frente del compartimiento. Comenzó a temblar de las manos y las piernas, acomodó su cabello y abrió ligeramente la puerta corrediza. Estaba acompañado, pero no por Hermione Granger (se alegró bastante) o Ron Weasley, sino por la hermana del pelirrojo, un chico de Gryffindor que llevaba consigo una Mimbulus mimbletonia, la había estudiado en alguna ocasión. Y después estaba Luna Lovegood, que solo conocía de vista por la sala común. Se encontraba leyendo una revista al revés y a decir verdad, a Nox no le sorprendía. —Hola, Harry. ¿Qué tal todo? —le preguntó Nox, con una enorme sonrisa, como siempre solía cargar, más al ver que llevaba un sapo sobre las piernas, intentando no dejarlo escapar como en algún momento llegó a hacer con el señor Meows. —Esto... Hola, Nox —lo saludó, sorprendido de verla de nuevo —. Te ves más alta. —¿Gracias? —frunció las cejas con gracia, después se dirigió a los demás —. Hola, perdón por interrumpir, solo quería pasar ą- No recordaba la última vez que había sentido tanto asco en la vida. El olor a estiércol seco le inundó el olfato, realmente eso era poco, ya que la habían bañado de pies a cabeza con una sustancia muy asquerosa y pegajosa que no lograba ver bien su color. No sabía hasta donde llegaría su suerte, porque al estar hablando, tenía la boca abierta, un chorro de la sustancia le entró a la boca. No la quería cerrar, porque eso implicaba tragarse lo que sea que haya sido. Había sido la estúpida planta del compañero de Harry, le había hecho cosquillas, activando su mecanismo de defensa. Sabía claramente que esa sustancia era indefensa, pero el olor era horrible y tenerla en la boca le empezó a dar arcadas. —Lo…, lo siento —dijo entrecortadamente Neville Longbottom—. Todavía no lo había probado… No me imaginaba que pudiera ser tan… No siguió escuchando porque se dió la media vuelta, soltando la puerta y cerrándose a sus espaldas. Escupió con asco lo que tenía en la boca. Intentó limpiar su rostro mientras buscaba el baño más cercano. —¡Nox! —escuchó a su mejor amiga que la seguía a sus espaldas —¿Qué rayos pasó? ¡Solo fue un minuto! Y ahora estás cubierta de... Quién sabe que tipo de mierda sea la que traes encima. A Nox le dió una arcada y entró deslizando con desesperación la puerta. Vomitó todo el desayuno de la abuela Figgy en el escusado. Cho no sabía si sostenerle la trenza o no, ya que le daba el mismo asco esa sustancia hedionda. Lo mejor que pudo hacer sobre su mejor amiga fue lanzar un «¡Fregotego!», limpiando completamente a Nox, que seguía con la cara en el retrete. —¿Qué fue lo que pasó? —volvió a preguntar Cho, mientras que Nox se intentaba enjuagar toda la boca. —Neville Longbottom, eso fue lo que pasó —respondió Nox, mirando a su amiga por el reflejo del espejo, con los ojos rojos y lagrimeando gracias al vomito —. Traía una Mimbulus mimbletonia, el idiota le hizo cosquillas. —Vaya, eso explica todo. Linda forma de empezar, ¿no crees? —Nox la fulminó desde el reflejo. Cho se encogió. La vergüenza que sentía Nox era enorme, tanto que no volvió a saludar o acercarse al compartimiento de Harry en todo el resto del camino. Al cabo de una hora después del asqueroso suceso, Padma llegó al compartimiento con Cho y Nox. Ellas le habían guardado un pastel y unas empanadas, sabía que regresaría con hambre. —Debemos de patrullar de vez en cuando por los pasillos —explicaba después de comer la primera empanada —, a veces debemos de estar mirando desde las ventanas los compartimientos, pero creo que realmente lo hacen muy disimuladamente porque no me he dado cuenta yo. —¿Y quienes han sido elegidos como prefectos? —preguntó Nox. —En Hufflepuff fueron Ernie McMillan y Susane Bones. Demasiado bondadosos, diría yo —decia mientras se encogía de hombros —. En Gryffindor están Ron Weasley y Hermione Granger. —¿Hermione Granger? —repitió Nox, con desagrado y envidia. Sus amigas la voltearon a ver —No me sorprende. Es una sabelotodo y la mejor de la clase, era evidente. —Si, bueno. Adivina quienes son los de Slytherin. —No me digas que es esa perra con su rubio teñido —Padma asintió lentamente, Cho abrió la boca sorprendida —. No puede ser, esa imbécil es tan estúpida que perdería al ajedrez contra un troll ebrio. —Apuesto que no tuvieron muchas opciones y decidieron elegir a los dos menos estúpidos de Slytherin —comentó Cho, las tres rieron. —¿Cómo quedó, Pansy? —preguntó, Nox. —Lamento decepcionarte, pero sigue igual de estúpida y con las mismas expresiones de traga-mierda de siempre. —Tendré que esforzarme mejor para la próxima —Padma frunció el entrecejo. —No me des motivos para castigarte, Nox. Deberías hacer las cosas más fáciles, siempre has sido tranquila y sonriente de aquí para allá, aunque debo de admitir que siempre me diste un poco de miedo, es algo que me ha agradado de ti, es mejor que sigas bajo ese margen. Nox frunció los labios de forma pensativa. Tal vez tenía algo de razón, ella siempre había sido tranquila, escondida entre las sombras y manteniéndose al margen, pero ese año algo dentro de ella la estaba orillando a hacer otras cosas, a mostrarse y salir de las sombras que siempre la acompañaban. Eso explicaba la envidia que sentía por Hermione Granger, había llamado la atención de todo el mundo en el baile de Navidad, tan guapa bailando con Viktor Krum, un gran jugador de talla mundial, ahora era prefecta de su casa, Dumbledore dándole el poder de estar de aquí a allá una vez más con una gran insignia de «yo puedo hacer esto, tú no». Ese año se presentarían los TIMOS, apostaba que Hermione Granger haría lo posible por sacar hasta doce si se lo propone, dejando una vez más en evidencia a Nox de que no se había esforzado por ser la mejor como siempre intentaba. Su padre había notado aquellos cambios en ella, apostaba que extrañaba a la antigua Nox, estudiosa y siempre atenta, solo en sus asuntos, será mejor que le lleve unos doce TIMOS como agradecimiento. Más tarde, hicieron la rutina de siempre: cambiarse y esperar a que llegaran a la estación, responder preguntas de Padma, que evidentemente Nox ya había respondido en sus cartas, para después marcharse una vez más a cumplir sus deberes como prefecta, para por fin subir los carruajes al castillo y esperar en el gran comedor. Los últimos dos pasos fueron muy extraños, tanto que Nox ahogó un grito. Recordaba perfectamente que antes los carruajes se movían solos, pero ahora llevaban lo que parecía ser un esqueleto de caballo, cubierto de una piel muerta. —¿Qué es eso? —preguntó Nox, señalando a uno. —¿Qué es qué? —Cho no veía a qué se refería. —¡Los... Esos, caballos! —la miraba con los ojos muy abiertos —¿Será alguna otra medida de seguridad o algo parecido? —¿Segura qué estás bien, Nox? Yo no veo nada —insistió su amiga. —¡Vamos, Cho! ¡No estoy bromeando! Hay un animal enfrente de ti, no te hagas la ciega. —¿Qué se supone que debo de estar viendo? Nox, sé que estás cansada, pero te juro que no veo nada. Nox comenzaba a desesperarse. ¿Cómo era posible que pudiera verlo y ella no? ¿Realmente quería tomarle el pelo? No quiera tomar como opción la idea de estarse volviendo loca. —Cho, te juro que veo un caballo tirando del carruaje... ¡Padma! —su otra amiga había llegado con ellas, por fin —, dime, que vez aquí, junto al carruaje. —¿A qué te refieres? —Nox soltó un gruñido desesperado. —No puedo creer que nadie más que yo lo esté viendo, no me estoy volviendo loca... Seguía murmurando mientras subía al carruaje, enfadada de que nadie comprendiera lo que intentaba explicar. Sus amigas le siguieron el paso, no sin antes mirarse entre ellas, compartiendo la misma opinión sin decir ninguna palabra. Cuando por fin llegaron, Nox fue la primera en bajar, dándose la vuelta para ver de nuevo a aquellas criaturas que jamás en su vida había visto. La voz de sus amigas llamándola la hicieron apartar la mirada para adentrarse al vestíbulo que las dirigiría al gran comedor, pero su mente quedó con aquellas criaturas atrás. Tomaron asiento las tres juntas, viendo de quién se trataría el nuevo profesor o profesora de Defensa contra las artes oscuras. —¿Quién es ésa? —preguntó de pronto, Padma, señalando hacia la mitad de la mesa. Nox volteó a dónde señalaba, se detuvo primero en la figura del profesor Dumbledore, aquél hombre que fue a darle noticias sobre su desproteccion en vacaciones. Estaba sentado en el centro en su silla de oro de alto respaldo, con una túnica de color oscuro salpicada de estrellas plateadas y un sombrero a juego. Dumbledore tenía la cabeza inclinada hacia la mujer que estaba sentada a su lado, que le decía algo al oído. Nox no era alguien que se fijara en el aspecto de la gente, con suerte recuerda que la gente tiene dos orejas y una boca, pero no siempre es válido para todos. La mujer con la que hablaba Dumbledore tenía el cabello pardusco, corto y rizado. Se había puesto una espantosa diadema que hacía juego con la esponjosa chaqueta de punto del mismo tono que llevaba sobre la túnica. —Tal vez sea el reemplazo para la clase de defensa —adivinó, Cho. —Pues espero que reemplace esa espantosa cosa que tiene en la cabeza —comentó Nox, las tres rieron. —¿Desde cuándo eres tan mal hablada y grosera? —preguntó Cho a Nox. —He tomado clases de verano —se encogió de hombros, sus amigas rieron de nuevo. La profesora McGonagall como ya era costumbre, llegó al frente, donde estaba el taburete donde todos se sentaron para saber la casa donde quedarían. Muchas veces se preguntaba si los profesores que llevaban años en el colegio no se cansaban de la misma rutina, una y otra vez... Quién se encargaba de tomar la decisión era el sombrero seleccionador, que lo habían colocado sobre el taburete, que no tardó en cantar: Cada uno de los cuatro fundadores acogía en su casa a los que quería. Slytherin sólo aceptaba a los magos de sangre limpia y gran astucia, como él, mientras que Ravenclaw sólo enseñaba a los de mente muy despierta. Los más valientes y audaces tenían como maestro al temerario Gryffindor. La buena de Hufflepuff se quedó con el resto y todo su saber les transmitía. De este modo las casas y sus fundadores mantuvieron su firme y sincera amistad. Y Hogwarts funcionó en armonía durante largos años de felicidad, hasta que surgió entre nosotros la discordia, que de nuestros miedos y errores se nutría. Las casas que, como cuatro pilares, habían sostenido nuestra escuela se pelearon entre ellas y, divididas, todas querían dominar. Entonces parecía que el colegio mucho no podría aguantar, pues siempre había duelos y peleas entre amigos. Hasta que por fin una mañana el viejo Slytherin partió, y aunque las peleas cesaron, el colegio muy triste se quedó. Y nunca desde que los cuatro fundadores quedaron reducidos a tres volvieron a estar unidas las casas como pensaban estarlo siempre. Y todos los años el Sombrero Seleccionador se presenta, y todos saben para qué: yo los pongo a cada uno en una casa porque ésa es mi misión, pero este año iré más lejos, escuchen atentamente mi canción: aunque estoy condenado a separarlos creo que con eso cometemos un error. Aunque debo cumplir mi deber y cada año tengo que dividirlos, sigo pensando que así no lograremos eliminar el miedo que tenemos. Yo conozco los peligros, leo las señales, las lecciones que la historia nos enseña, y les digo que nuestro Hogwarts está amenazado por malignas fuerzas externas, y que si unidos no permanecemos por dentro nos desmoronaremos. Ya se los he dicho, ya están prevenidos. Que comience la Selección. Los aplausos confundidos resonaron en todo el gran comedor, las tres amigas también hicieron lo mismo, viéndose entre ellas. La selección dió inicio. Nox y el resto de su mesa aplaudían cada vez que alguien quedaba seleccionado para Ravenclaw, pero ya después del tercer alumno comenzó a aplaudir con menos ganas, ya que el hambre se estaba haciendo presente, y las empanadas del tren no eran suficientes. —A los nuevos —dijo Dumbledore con voz sonora, llamando la atención de todos, con los brazos abiertos y extendidos y una radiante sonrisa en los labios— les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito: ¡bienvenidos otra vez! En toda reunión hay un momento adecuado para los discursos, y como éste no lo es, ¡al ataque! Todos rieron mientras la comida aparecía en el gran comedor. Las tres platicaban de unos últimos detalles que posiblemente habían olvidado de sus vacaciones, pero parecía ser un buen pretexto para Padma para hablar su no-relación con cierto azabache de Gryffindor. —Asi que solo salieron por ahí... —Exacto —respondía Nox a Padma, por décima vez —. Sabes, empiezo a pensar que estás más obsesionada con él, ¿por qué no vas a saludarlo? —Por supuesto que no, es tuyo, a mí no me interesa —contestó con una pizca de ofensa. —¡No es mío! Por Merlín, están tan obsesionadas con ese tema, mucho más que cuando salí un tiempo con Terry. —Pero esto es mucho más interesante —recalcó, Cho— porque con Terry solo hubo ojitos y sonrisas. En cambio, ¡con Harry hasta hubo un beso! Nox se ahogó con el agua que intentaba beber de su copa. Ese tema le tomó bastante tiempo en olvidarlo de su mente y que se lo recordaran de golpe casi la mataba en esa copa de agua. —¡No digas eso tan alto! —la fulminó, Nox. —¡Por favor, solo digo las cosas como son! —¡Dejen ese tema a un lado, por favor! Sabían que se había molestado, sus ojos estaban plateados, así que mejor decidieron seguir comiendo. Un silencio tenso se extendió entre las tres, pero Cho decidió romperlo contando sobre como estuvo practicando al quidditch durante el verano, un dato que las otras dos sabían, pero era mejor conversación que la vida amorosa de Misery Nox. Cuando terminaron de comer, las voces del comedor se hicieron más fuertes, unos hablando con otros, Nox giraba de derecha a izquierda la cabeza conforme cada amiga hablaba. El silencio se hizo. Dumbledore se había puesto de pie. No tardó en dar las clásicas explicaciones y reglas: que el bosque prohibido estaba prohibido, los productos que repudia el señor Filch, el conserje. Lo que emocionó a muchos (desafortunadamente también a Nox) fue escuchar que la profesora Grubbly-Plank estaría a cargo de las clases de cuidado de criaturas mágicas. No es que a Nox le desagradara el profesor Hagrid, pero había momentos en donde lo que mostraba o era muy emocionante, o muy peligroso o muy aburrido. También presentó a la nueva profesora de Defensa contra las artes oscuras, que era aquella mujer con el suéter horrible. Pero no prestó la suficiente atención hasta que el profesor Dumbledore mencionó «quidditch». —Las pruebas para los equipos de quidditch de cada casa tendrán lugar en… Nox tuvo un momento de confusión al no entender por qué el profesor se había detenido de repente, estaba comenzando a hablar de algo que le interesaba a ella y sus amigas. No habia notado que la profesora Umbridge ya se encontraba de pie, mientras se aclaraba la garganta con falsedad. Parecía tener la intención de dar un discurso. Dumbledore sólo vaciló unos segundos; luego se sentó con elegancia y miró con interés a la profesora Umbridge, como si lo que más deseara fuera oírla hablar. Era una escena muy nueva y fácil de recordar, como ver una presa en medio del bosque, esperando a que haga un mal movimiento y agarrarle de ahí. —Gracias, señor director —empezó la profesora Umbridge con una sonrisa tonta, con tan solo tres palabras, escucharla era una tortura como escuchar las uñas rasgar en la pizarra —, por esas amables palabras de bienvenida. ¡Bueno, en primer lugar quiero decir que me alegro de haber vuelto a Hogwarts! —Sonrió, enseñando unos dientes muy puntiagudos—. ¡Y de ver tantas caritas felices que me miran! Las tres se miraron, evidentemente sin sonreír. Muchos otros en el comedor tampoco lo hacían, mucho menos en la mesa de profesores. La señora parecía no querer detenerse, muchos comenzaron a platicar y el silencio que solía ser respetado para Dumbledore se comenzaba a romper. Cho y Padma cuchicheaban entre ellas, a pesar de estar Nox en medio, parecían que querían que estuviera ella en la plática, pero ella prestaba atención a lo que decía la profesora Umbridge. Su discurso parecía más una amenaza que una forma de presentación. —Nox, Nox, Nox... —le llamaba Padma por lo bajo, mientras Cho ahogaba risitas. —¡Shh! —hizo Nox brevemente, volviendo su atención a lo que decía la profesora. —¡Harry te está viendo! —volvió a insistir. Nox instintivamente volteó a la mesa de Gryffindor, y para su suerte, sus amigas tenían razón. Tan rápido como lo hizo, volvió su vista a la profesora, pero ahora con el fantasma de una sonrisa y las orejas del mismo color que su acné. Cuando por fin acabó con su discurso de odio, todos aplaudieron, unos más despistados que otros. Nox soltó un bufido asqueado. —¿Acaso nadie escuchó lo que dijo? —dijo Nox por lo bajo, mientras Dumbledore retomaba sus palabras. —¿Prestaste atención? —preguntó Padma con sorpresa. —Claro, y te aseguro que no se trataba de nada bueno. Esa mujer hablaba escondiendo sus verdaderas intenciones. —¿A qué te refieres? —preguntó esta vez, Cho, con bastante curiosidad. —Recalcó mucho eso de mantener nuestras generaciones de magos, pasar nuestros conocimientos —explicaba, Nox. —¿Pero es normal, no? —No para niños y adolescentes, es como si existiera el enorme riesgo de que nos fuéramos a extinguir los magos y brujas. Es un mensaje bastante extraño, al menos viniendo del ministerio, porque ella recalcó mucho que se moverán cosas nuevas por una viejas, mantener antiguas costumbres. —¿Quieres decir...? —Ella trabaja para el ministerio y comenzará a meter sus narices en Hogwarts, por parte de sus superiores, o mejor conocido como el ministro de magia —supuso, Nox—. Tendrán a Dumbledore bajo la lupa. Se pusieron de pie cuando el estruendo de los demás les dió la señal. Padma comenzó de nuevo su trabajo como Prefecta de Ravenclaw. Se despidieron de ella y fueron entre la multitud que mezclaba las casas de Ravenclaw y Slytherin. Cuando por fin salieron del apretado gran comedor, no podía evitar sentir las miradas pesadas sobre ella. De nuevo la culpa llegaba a ella, porque sabía que faltaba alguien más en su grupo de amigos. Al llegar y responder correctamente el enigma de la entrada, Nox sentía una extraña incomodidad. A pesar de estar todo el camino platicando con su mejor amiga, no podía evitar sentirse observada. Subieron a sus nuevos dormitorios, que eran tres literas, Nox de inmediato se adueñó de la parte superior. Mas tarde llegó Padma, tomando la parte superior de la cama de Nox, eso la puso alegre, que fue apagada por las miradas de las otras cuatro en el dormitorio. —Hola, Nox —le saludó Lisa Turpin. Nox no recordaba la última vez que haya mantenido una conversación mayor a tres palabras con otras personas de su casa que no fueran Padma, Cho e incluso Terry. La chica tenía un cabello largo y castaño, con enormes ojos azules, le recordaba bastante a la chica de la heladería que ahora le avergonzaba regresar. Le había saludado con cierto temor, ya que era normal que Nox transmitiera aquella sensación, pero parecía ser que su curiosidad le estaba ganando. —Hola, Lisa —saludó de vuelta, Nox. —Yo... Esto... Estuve leyendo El Profeta... Y solo quería saber si... Era verdad eso de... Ya sabes, de que Harry Potter estaba mal de la cabeza y por su culpa Cedric Diggory estaba muerto... Tal cual como sus amigas habían mencionado el nombre en el gran comedor, volvió su vista a la chica, pero en esta ocasión fue una mirada de enojo y desafío. Lisa se encogió de pronto al ser quemada por la mirada oscura de Nox. Padma sabía la gravedad de las palabras de la castaña. —¿Cómo dices? —preguntó esta vez Nox, con un tono retador, sin cambiar su expresión. —N-no quería decir que e-el estuviera... —Mira, no me gustaría meterme en problemas apenas estando una hora en el colegio —decía mientras sus ojos amenazaban en volverse plateados —, pero si te pediría de favor que no me vinieses a preguntar esa clase de estupideces como si tuviéramos tanta confianza. Si quieres respuestas, pregúntale a los inútiles de El Profeta, que les encantaban tanto los párrafos de Rita Skeeter. Padma abrió bastante los ojos, no esperaba que Nox reaccionara de tal manera, usualmente siempre tomaba las cosas con calma, hablaba e intentaba hacer entender, pero esas palabras duras que había soltado le tomaron por sorpresa. —P-perdón... —intentaba disculparse, mientras retrocedío. —No te disculpes después de pensar en hacer preguntas tan estúpidas. Se subió a su cama, sin siquiera decir buenas noches. ◦•●◉✿◉●•◦ A la mañana siguiente, Nox despertó muy cansada, con ganas de quedarse atrapada entre las sábanas, se dió media vuelta y vió a Padma que ya estaba arreglándose. —Vaya, ya has despertado —le saludó ella —. Lisa despertó muy temprano, les contó a las demás lo que le dijiste anoche, se arreglaron muy rápido y salieron. Parecían aterradas. —Genial, aún no he perdido el toque. —Creo que lo debiste intensificar un poco. —Mejor aún —bajó de su cama de un salto. Posiblemente si esa situación hubiese pasado hace dos o tres años atrás, la conclusión sería diferente, sentiría remordimiento y culpa de haber hablado así con su compañera de cuarto, pero en ese instante nada de eso pasó por su cabeza. Se reunieron con Cho en la sala común para ir a desayunar y recibir los nuevos horarios. Padma parecía llevarse muy en serio su papel como prefecta, ya que inspecciona cada acción o paso que hacía algún alumno que se le atravesara, pero tampoco dejaba de lado su pasión por los chismes, en este caso el que generó en la noche Misery Nox. Al igual que ella, Cho se sorprendió por la actitud que había tomado Nox. Ya se estaba acumulando una fila de alumnos de su propia casa, que ahora veían a Nox como si fuera el mismísimo demonio ahí de pie, tanto así que intentaban darse prisa. —Uno ya no puede dar más sincera opinión y ya los tratan como si Quién-tú-sabes —murmuró Nox a sus dos amigas, pero alguien más había escuchado. —¿También te tomaste en serio lo que dijo el sombrero seleccionador? —le preguntó Ron Weasley, que se encontraba cerca. Nox alzó las cejas. —Si, intenté ser amigable con una compañera de dormitorio, pero al parecer mi opinión sobre ella se extendió un poco, ahora les doy bastante miedo. —Siempre has dado miedo —se sinceró, Nox soltó una risa—. Te lo digo en serio; tu nombre y tú rostro asustan, pero tú voz es lo opuesto. —Vaya, eso es confortante, más viniendo de ti. —Cuando gustes, pero no intentes esas tácticas tuyas con los de Slythetin, creo que ya tienen suficiente. —Lo tomaré en cuenta, gracias. Por fin lograron entrar al gran comedor y cada quien fue por su lado. Las tres recibieron su horario, comenzaban sus clases con transformaciones, Cho bufó al ver que ella empezaba con pociones. Ella les advirtió sobre lo terrible que podrían llegar ser los TIMOS, mencionó que no sabía cómo había logrado obtener los que tenía, si la mayoría del tiempo se la pasaba junto a Cedric, practicando para el torneo, pero en ese momento se pausó a sí misma, cayendo el feo peso de la realidad. Decidieron dejar la conversación ahí para que cada quién se dirigiera a su clase. Al llegar al aula, esperaron fuera la señal de la profesora McGonagall, y no tardaron en unirse un grupo de Slytherin del mismo año. Nox sonrió con malicia al ver a Pansy Parkinson con el grupo de idiotas de su casa, no sabía si era prudente dejarla en ridículo una vez más, tal vez sería una buena forma de empezar el curso. No pudo llevar a cabo su plan cuando la profesora les llamó para entrar. Padma y Nox tomaron asiento hasta el frente de la clase, prestando atención sobre lo peligroso que puede ser hacer ciertos encantamientos. Nox prestaba toda la atención del mundo, sabía que los TIMOS serían tan difíciles como encontrar una paja en las agujas. Cuando la clase terminó, salieron en camino a algún lugar para descansar, pero el llamado de Pansy Parkinson se estaba tardando en hacerse presente en el día. —¡Pero si es Misery Figg! —sonó burlona—. Me alegra verte aquí. Leí por ahí que te estabas volviendo mal de la cabeza, ¿o era Potter? Suelo confundir a ambos, son igual de exagerados y sedientos de atención. Nox estaba sonriendo —Se nota tanto cuánto estás obsesionada por mí, si quieres atención solo dime, porque veo que no pudiste resistir ni siquiera un segundo sin hablarme —Padma la estaba jalando para irse de ahí y evitar problemas, «ignorala, Nox, vamonos»—. Y cuando menciones a mis amigos, para mí es una invitación para cerrarte la boca de un puñetazo, ¿quieres que lo hagamos de nuevo? —Quiero ver cómo lo intentas, maldita loca estúpida. Y deberías de estar agradecida de que tengas mi atención, porque por algo fuiste al baile sola, porque ni una araña te volteó a ver. No le dió tiempo para contestar, porque siguió el camino que su amiga estaba guiando. Había logrado controlarse, no sentía la sangre hervir o algo diferente respecto a poseer cuerpos, y eso se demostraba en la sonrisa maliciosa que asustaba a los de primer año en adelante. —No deberías de hacerle caso, solo le gusta provocarte, se supone que ya lo sabes —decía Padma, mientras caminaban en dirección al patio. —No me provoca, yo soy la que la provoca a ella —no quitaba esa sonrisa de maldita —, quiero ver quién se cansa primero. —Nox... Su amiga intentaba hacerla caer en razón, pero Nox tenía la intención de simplemente pasar la página y no dejar ganar a Parkinson, al menos no ese día, tal vez las amenazas sean de su agrado después de todo. Al doblar la esquina, se encontró con Harry que venía platicando con Ron, aparentemente de algo que los fastidiaba. —¡Hola, Harry, Ron! —saludó Nox, muy sonriente, usando como pretexto para no seguir escuchando los regaños de Padma. —Hola —saludaron al unísono, no sin antes dar un pequeño salto de susto. —Vienen de Historia de la magia, ¿cierto? —¿Cómo supiste? —preguntó muy inmediato, Harry, mientras comenzaba a sonrojarse. —Tienes la marca de tus lentes en la cien —señaló, Nox. Ron frunció las cejas, sin ver alguna marca. —¿A qué marca te refieres? Yo no veo nada —decía Ron mientras intentaba ver a dónde se refería Nox. —No importa. —¿Cómo te va como prefecto? —habló por primera vez Padma, en dirección a Ron. —Bien, no me lo tomo muy en serio, solo andar vigilando niños de aquí para allá —se encogió Ron de hombros. Sabía que había una vaga incomodidad en el aire, ya que tanto Ron como Padma, no olvidaban el baile de navidad del año pasado. —No me sorprende, la verdad. Hay veces que me gusta tomarla a la ligera, pero no soy tan irresponsable como para despistarme tan fácilmente —efectivamente, seguía molesta. —Es agradable verte sin necesidad de que una Mimbulus mimbletonia presente —hablaba Nox con Harry, mientras que Padma y Ron parecían discutir indirectamente. —Si, ¿verdad? —soltó una risita, como si aquello fuera algo más de risa que de vergüenza, Nox hizo lo mismo —. Ni siquiera sabía que esa cosa tenía nombre. Fue algo asqueroso. —Ni me lo digas, me entró en toda la boca, por eso no volví para despedirme. Me pareció extraño no verte junto a tus amigos, sino con aquellos chicos, pero ya veo por qué —miró la insignia de prefecto que Ron llevaba en el pecho. —Oh, si, a veces uno debe de tomar las últimas medidas que se le ofrecen. A Neville lo conozco desde que llegué acá, a esa chica Lovegood jamás la había visto en la vida, y a Ginny, pues es hermana de Ron —parecía que intentaba justificarse más que explicar y presentar. —Bueno, no te quedes sin opciones y a la próxima te puedes sentar conmigo —sonrió. Harry pareció sonrojarse mucho más, pero la sonrisa se borró tan rápido como llegó, ya que veía que se acercaba Hermione Granger. Nox no podía evitar ver la insignia reluciente sobre su pecho, sin evitar sentir envidia sobre ella, apostaba que ella tenía todos los apuntes de la clase más aburrida de todo el colegio, y apostaba que terminarían en manos de Harry, porque seamos sinceros, por algo tenía la marca en su cien. —Bien, será mejor que nos vayamos, te veo después, Harry. Se despidió Nox tan rápido como vió a Hermione Granger llegar a la escena, ni siquiera dejo a Padma decir sus últimas palabras, arrastrándola fuera de ahí, como si de una fuga de gas se tratase. Algo bueno que pasó, fue que Padma había olvidado el tema de Pansy Parkinson, así que no le siguió dando sermones, pero ahora estaba enojada con Ron, porque no era lo suficientemente valiente como para disculparse con ella por lo que hizo en el baile de navidad, y ahora Nox se dedicaba a escucharla quejarse sobre eso, cuando ella quiera desquitarse sobre la presencia de Hermione Granger. Durante la clase de Historia de la magia, Nox intentaba no quedarse dormida, intentando tomar muchos apuntes, si era posible, escribir cada palabra que el profesor Binns decía, quería estar muy preparada para los TIMOS, quería sacar doce si se lo proponía, quería impresionar a su padre de que tal vez podría ser peleonera, pero de buenas calificaciones. Al salir, estaban de camino al gran comedor mientras Padma regañaba a uno que otro que veía batir su varita en el pasillo, ya que como regla, eso estaba prohibido. Parecían resultar bastante bien, pero no sabía si era por su insignia de prefecta o que estuviera Nox a su lado, como sea que funcione, funcionaba. Se sentaron junto a Cho, que parecía estarlas esperando, estaba escribiendo en unas hojas gruesas como pergamino, con la diferencia que estás eran lisas y rectangulares, justo como las hojas que un muggle usaría. —Hola, Cho, ¿qué haces? —saludó Nox, sentándose a su lado. —Hola Nox, hola Padma. Estaba escribiendo unas ideas —siguió con su escritura. —¿Ah, sí? —alzó las cejas Padma, con bastante curiosidad —. ¿Y qué escribes? —Sueños que he tenido, son bastante extraños, así que intentaré darle provecho escribiendolos —alzó brevemente la mirada para tomar un trago de su copa —. Les mostraré un avance en cuando esté listo, sobre todo a ti, Nox, sé que tu opinión sincera me será de mucha ayuda. —Eso estaría muy bien —sonrió Nox. Sabía ella que su mejor amiga había contestado que le gustaba escribir, y sobretodo hacerlo de mayor a su lado, pero Nox no estaba segura si sería bueno en ello, de alguna forma u otra lo demostraría o practicaría. Mientras seguía platicando, a lo lejos, en la mesa de Gryffindor logró distinguir a Harry ponerse de pie, pero le desconcertó ver qué se echó la mochila al hombro de una forma muy brusca, eso significaba que estaba molesto, lo siguió con la mirada hasta salir del gran comedor. En donde estaba sentado, se quedaron Ron y Hermione, que parecían querer seguir discutiendo de algo que llevaban arrastrando desde hace ya bastante tiempo, o eso deducía Nox. Ella también se puso de pie, colocó en una servilleta dos empanadas de carne, las envolvió y se las guardó en el bolsillo de la túnica. —Te veo después, Cho, olvidé hacer algo —decía Nox mientras se colgaba la mochila —. Te veo en adivinación, Padma. Sus amigas sacudieron la mano y siguieron hablando entre ellas. Avanzó lo más rápido que pudo entre las mesas de Ravenclaw y Slytherin, ignorando los comentarios de las serpientes. Nox no le gustaba mucho clasificar personas, pero el grupo de Parkinson y Malfoy no ayudaban para nada. Salió del gran comedor y subía de dos en dos la escalinata de mármol, justo como suele hacer en casa. Era bastante más fácil ahora que era más alta, una vez lo intento hacer en su primer año, y se quedó atorada entre los escalones, Cedric tuvo que ayudarla a bajar un pie sin caerse. Entonces llegó al rellano donde estaba colgado el retrato del caballero sir Cadogan, quien estaba blandiendo su espada muy torpemente, para volverla a guardar en su vaina en cuando vió a Nox. —¡Oh, pero si es una damisela! ¿O vienes a retarme en una pelea? —decía sir Cadogan mientras se quitaba lo que parecía ser su casco, Nox volteó a verlo sin intención de retarlo a una pelea. —Busco a un chico, de mi estatura, gafas, azabache, ¿Lo ha visto? —describió Nox. —¡Vaya, si lo he visto! ¡Ese perro sarnoso! ¡Huyo de mí en esa dirección! —señaló con la espada en dirección al aula de adivinación —. Yo le recomendaría que no lo siguiera, ¡es de un gran peligro ir detrás de alguien como ese sujeto! —No se preocupe, ya me encargaré de él —comenzó a avanzar en dirección al aula de adivinación. El caballero intentó seguirlo trasladándose al cuadro de al lado, su ocupante, un corpulento y fiero hombre lobo, lo rechazó y lo último que escuchó de él fue un «¡Se arrepentirá!». Cuando por fin llegó a lo alto de la torre norte, no encontró ahí, sentado debajo de la trampilla que llevaba al aula de la profesora Trelawney Parecía ser que Harry quería huir de algo, posiblemente de las peleas de sus dos amigos. Estaba con la espalda pegada a la pared y la cabeza mirando al techo, tenía los ojos cerrados, no como si estuviera dormido, sino como si estuviera intentando descansar después de un muy largo día, pero lo peor de todo es que aún faltaban más de dos horas de clases. Nox hizo ruido con sus pasos al acercarse, él se giró hacia ella y en cuando la miró se enderezó en su lugar. —¿De quién estás huyendo? —fue la forma en que saludó Nox. —No huyo de nadie —respondió Harry, mirándola desde abajo. —Eso no es lo que dijo sir Cadogan —se sentó a su lado mientras removía su túnica. Sacó la servilleta y descubrió las empanadas para tenderle una —. Conociéndote, sé que no vas a volver al gran comedor, toma una. —Me conoces bien —tomó una con cierta diversión en su expresión —. Solo no quería estar cerca de Ron y Hermione por un rato, hay veces que me cansan sus peleas constantes. —Tranquilo, aquí conmigo no tendrás peleas, a menos que busques una... ¿Ahora no te apetece una, verdad? Harry negó con la cabeza —Claro que no, al menos no contigo, tú eres más pacífica que esos dos. —Bueno, eso de pacífica no es del todo cierto. —Cierto —Nox lo miró con la ceja fruncida, diciendo «¿Cómo te atreves?»—. Quiero decir, antes de las vacaciones te peleaste con Pansy Parkinson, fue algo agradable de ver, si te soy sincero, la madre de Ron se asustó y pensó que eras una persona de alto peligro, su hermano creyó que era algo genial. —Bueno, no sé qué tan bueno sea eso... —Además, estabas dispuesta a atacar a tu padre con tal de defenderme —Nox comenzó a sentir las orejas calientes. —Bueeeno... —Y añádele la vez que me quisiste golpear con aquella estatuilla en forma de foca... —¡Superalo! —saltó a la defensiva, él sonrió —. Ya me quedó muy claro que confirmas que no soy la persona más tranquila, pero al menos sabes que me meto con gente ajena a mí. —Por lo visto, así es. A todo esto, ¿qué hiciste sin mí en las vacaciones? Nox se quedó viendo a la pared mientras masticaba, pensando en alguna otra cosa que no fuera leer o pelear con su padre. —Aprendí un nuevo idioma, me ayudó bastante, estar encerrada sin poder salir no ayudaba. —¿En serio? Creí que habías olvidado eso de estudiar bastante durante las vacaciones —se sorprendió. —Yo pensé lo mismo, pero tenía un diccionario y un libro en italiano, no sé de qué me pueda servir decir que «la mente è potente, ma il cuore è una bomba», pero al menos puedo entender si me insultan —se encogió de hombros, como si fuera lo más simple del mundo —. ¿Y tú? Estuviste bastante escondido y no me querías decir nada. —Es que no puedo decir nada sobre eso —Nox lo volteó a ver con las cejas fruncidas —. Perdón, Nox, pero es un secreto que prometí guardar, espero que llegue el momento para poder contarte todo. —Sabes que me gustan los secretos. —Pero este uno... Diferente. —Bien, entiendo, hay veces que uno debe guardarse cosas —intentó sonar poco interesada. —No te molestes conmigo, no puedo decir nada de ello, lo he prometido, no entiendo por qué no quieres entender—frunció las cejas, parecía comenzar a molestarse. —No estoy molesta, solo soy comprensiva, yo también puedo tener secretos que no necesariamente deba decirte —intentaba mantenerse pacífica, pero el tono que estaba empleando Harry era muy descuidado, ofendiendo ligeramente a Nox, pero ella intentaba hacer eso a un lado —, no por eso tienes que desquitarte conmigo. —No me estoy desquitando contigo, solo estoy aclarando que no te puedo decir nada al respecto, pero a ti siempre te ha gustado insistir, creyendo que te contaré todo solo por ser tú —comenzaba a alzar la voz. —No te estoy exigiendo que me lo digas, tampoco me aprovecharía de ti por ser mi amigo para sacarte información que posiblemente ni me interese, pero ya me quedó claro tu punto —se puso de pie y justo en ese momento cayó la trampilla. Jamás se percataron que la campana ya había sonado. Subió por la trampilla, entrando al aula vió a la profesora Trelawney que estaba ocupada repartiendo unos viejos libros, encuadernados en cuero, por las mesitas de finas patas que llenaban desordenadamente la habitación; pero la luz que proyectaban las lámparas cubiertas con pañuelos, y la del fuego de la chimenea, que ardía con lentitud y desprendía un desagradable olor, era tan tenue que pareció que la profesora Trelawney no se había dado cuenta de que Nox se sentaba en la penumbra. Se sentía molesta, la alegría que sentía tan solo minutos antes había desaparecido. Sentada, cruzada de brazos y con el ceño fruncido. No tardó en llenarse el asiento de su izquierda con la presencia de Harry, que seguía igual de molesto que ella. Cinco minutos después llegó Ron, que llegó directamente a sentarse con ellos. —Hermione y yo ya hemos dejado de pelearnos —aseguró al sentarse junto a su amigo. —Me alegro —gruñó Harry. —Pero Hermione dice que le gustaría que dejaras de descargar tu mal humor sobre nosotros —añadió Ron. —Yo no… —Sólo te repito lo que ella me ha dicho —aclaró Ron sin dejar que Harry acabara—. Pero creo que tiene razón. Nosotros no tenemos la culpa de cómo te traten Seamus o Snape. —Vaya, parece ser que me equivoqué —soltó Nox—. El problema eras tú realmente, aunque no estaría mal que dejarán de discutir —Ron le frunció la ceja—, no te preocupes, también se desquitó conmigo. —Yo nunca he dicho que… —Buenos días —saludó la profesora Trelawney con su sutil y etérea voz interrumpió a Harry—. Y bienvenidos de nuevo a Adivinación. Como es lógico, durante las vacaciones he ido siguiendo con atención sus peripecias, y me alegro mucho de ver que hayan regresado todos sanos y salvos a Hogwarts, como yo, evidentemente, ya sabía que sucedería. »Encima de las mesas encontrarán sus ejemplares de El oráculo de los sueños, de Inigo Imago. La interpretación de los sueños es un medio importantísimo de adivinar el futuro, y es muy probable que ese tema aparezca en su examen de TIMO —decía con su voz espectral —. No es que crea que los aprobados o los suspensos en los exámenes tengan ni la más remota relevancia cuando se trata del sagrado arte de la adivinación, porque si tenéis el Ojo que Ve, los títulos y los certificados importan muy poco. Nox inclinó la cabeza, sin saber si estaba entendiendo de manera correcta lo que la profesora estaba diciendo en ese momento. ¿Quería decir que en su materia no importaba si uno reprobaba o no? ¿Solo importaba el ojo interior, abierto o cerrado? —Con todo, el director quiere que hagan el examen, así que abran el libro por la introducción, por favor, y lean lo que Imago dice sobre el tema de la interpretación de los sueños. Luego siéntense en parejas y utilicen el libro para interpretar los sueños más recientes de su compañero. Pueden empezar. Nox estaba tomando su mochila y su ejemplar para tomar lugar al lado de su amiga Padma en una mesa vacía, que ella se encontraba sentada con su gemela y su amiga Lavander. —Ron, ¿por qué no te juntas con Padma? —sugirió Harry. Nox frunció las cejas, pero Ron mucho más. —¿Yo? Sabes que no le caigo bien —lo miró extraño —, mucho menos desde esta mañana, no me termina de llamar un patán. —Yo me juntaré con ella, tal vez puedas interpretar tus sueños para ser más amable y saber dar disculpas, pezzo di merda —escupió Nox, tomando sus cosas y yéndose a sentar a una mesa vacía mientras le hacía una seña a Padma para sentarse juntas. Dejó caer la mochila en el suelo muy bruscamente cuando volvió a sentarse. Abrió el libro tan imprudente que casi le arranca una página, su amiga no tardó en sentarse a su lado con una cara de curiosidad (chisme). —¿Ahora qué pasó? —preguntó mientras abría el libro. —Harry, eso pasó —soltó con enojo, intentando leer la página del libro —. Se comportó como un idiota cuando solo le quise hacer una pregunta... Dejó de hablar de repente, porque la mirada de Harry en lugar de estar en su lectura estaba sobre Nox. Ella frunció más las cejas y cubrió su rostro con el libro para poder hablarle bien a su amiga. —Solo le hice una pregunta y se lo tomó muy personal. No le insistí, pero él creyó que sí. —Chicos. Su mejor amigo es Ron Weasley, que no te sorprenda —decía Padma, también cubriendo su rostro. Posiblemente tenía razón. No entendía como los chicos podían llegar a ser tan estúpidos e idiotas cuando menos se lo esperaba, tan siquiera le gustaría que anunciaran sus actitudes tontas e inmaduras para poder al menos invocar un protego. Pero lo peor, es que no sabía Nox por qué se sentía tan enojada, él también. Era extraño.