Capítulo 28
El martes olvidado
Para Misery Nox, no le parecía una muy buena idea eso de interpretar los sueños, al menos durante clase. Era un tanto incómodo tener que inventar o modificar sus sueños reales, eso no era parte de su ética en cuestión de adivinación, no era Ronald Weasley o Harry Potter como para hacer ese tipo de cosas, tampoco era Hermione Granger para tan solo rendirse, levantarse e irse. Sabía muy bien que sus últimos sueños eran sobre el cementerio, atada y llorando mientras veía el cuerpo sin vida de su mejor amigo. Era extraño, como si nunca hubiese pasado, ojalá fuera así, pensaba muy seguido, Nox. Recordaba vagamente aquella escena, con la daga plateada y brillante como sus ojos hechos furia, enterrando su piel sin cuidado, para después terminar con pierna sangrando y su piel en aquél pañuelo. —Pues... —pensaba Nox, mientras su amiga pasaba las páginas del libro—, soñé que alguien me apostaba algo, pero era algo tonto —mintió, eso le hacía sentir pésima. —Tal vez vengan nuevos retos en tu vida, ya sabes, experiencias, objetivos, aventuras, esas cosas que te hacen vivir cosas nuevas. A pesar de decir una mentira, quien fuera que hubiera soñado eso le iría muy bien, posiblemente. Al terminar la clase, la profesora les ordenó hacer un diario por todo un mes sobre los sueños que tuvieran, Nox rogaba por todos los cielos que no soñara más con lo mismo, y no solo por tener que escribirlos para la clase, sino para poder descansar tan siquiera una noche en paz. Ambas bajaron por la trampilla, quejándose de la gran cantidad de deberes que tenían apenas siendo el primer día, no querían imaginarse lo horrible que sería presentar los TIMOs. Avanzaban hacia el aula de Defensa contra las artes oscuras. Logró distinguir a Harry junto a Ron, avanzando más adelante, tal vez a Nox se le había bajado el coraje, pero aún así esperaba una buena disculpa por su parte. Entraron al aula, la profesora ya estaba en su sitio, usando la horrenda chaqueta de la noche anterior, junto al lazo de terciopelo que tenía en la cabeza. Nox evitó hacer una mueca cuando tomó su lugar al lado de Padma. Todos estaban en silencio en sus lugares, ya que todos no sabían qué tan estricta sería al dar su clase. —¡Buenas tardes a todos! —saludó a los alumnos cuando por fin éstos se sentaron. Unos cuantos respondieron con un tímido «Buenas tardes»—. ¡Ay, ay, ay! —exclamó—. ¿Así saludan a su profesora? Me gustaría escucharlos decir: «Buenas tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos! —Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase. Nox no lo hizo, solo hizo una mueca y movió los labios. —Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura—. ¿A que no ha sido tan difícil? Guarden las varitas y saquen las plumas, por favor. Unos cuantos alumnos intercambiaron miradas lúgubres; hasta entonces la orden de guardar las varitas nunca había sido el preámbulo de una clase que hubieran considerado interesante. Nox con un mal augurio, guardó la varita en su mochila y sacó el tintero, pergamino y su pluma. Por un instante fue como si apenas lo recordara que era la misma que Harry le había regalado en Navidad hace ya un par de años. Escuchó a la profesora abrir su bolso y sacar su varita, que era diminuta y corta como ella. Nox ahogó una risa cuando la vió, pero escondió la cara en la mochila fingiendo buscar algo. Escuchó que dió unos golpecitos en la pizarra e inmediatamente aparecieron unas palabras. Defensa Contra las Artes Oscuras: regreso a los principios básicos Nox se le iba a arrugar la piel de tanto hacer gestos. —Muy bien, hasta ahora su estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿verdad? —afirmó la profesora Umbridge volviéndose hacia la clase con las manos entrelazadas frente al cuerpo—. Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que estén muy por debajo del nivel que nos gustaría que alcazaran en el año del TIMO. Sin embargo, nos complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copien esto, por favor. Para ese momento, Nox ya había sacado la cara de la mochila. En la pizarra se remplazaron unas palabras por otras, con el encabezado de «Objetivos del curso».1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.
2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva.
3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.
Comenzó a escribir lo que decía la pizarra, pero sin dejar de pensar en las palabras que quería dar a entender la profesora. Tal vez Ojoloco Moody no era el verdadero, pero al menos Barty Crouch Jr. tomó muy en serio su papel como profesor, pero Lupin (que sí era el auténtico) fue el mejor profesor que Hogwarts jamás había tenido, así que muy atrasados no estaban para nada. Mientras escribía el punto uno, pensaba: ¿cómo por qué tendrían que volver a empezar desde el inicio? Sabía que a veces repasar era necesario, pero hay que ser muy estúpidos como para no saber en qué se basa la magia defensiva, por ejemplo: Harry durante el verano, lanzar un patronus contra los dementores era defenderse contra algo que podía hacerle daño, o peor, sacarle el alma. Punto dos. Era todavía más estúpido que el anterior. ¿Reconocer para emplear legalmente? Estaba más loca que Crouch. Claro, alguien se va a quedar a pensar si era correcto y legal para el ministerio si su hechizo de defensa contra alguien que está a punto de matarlo era correcto, como si Harry hubiese pensado antes de lanzar un expeliarmus contra Voldemort, ¿será que al ministerio le parezca correcto? Todo eso mientras lucha por su vida, pensaba Nox con un enfado creciendo en su cuerpo. Punto tres. Ni siquiera lo escribió. —¿Tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard? —Un sordo murmullo de asentimiento recorrió la clase—. Creo que tendremos que volver a intentarlo —dijo la profesora Umbridge—. Cuando les haga una pregunta, me gustaría que contestarais «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge». Veamos: ¿tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard? —Sí, profesora Umbridge —contestaron los alumnos al unísono. —Estupendo. Quiero que abran el libro por la página cinco y lean el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor. Eso hizo Nox, solo se quedaba viendo a la profesora Umbridge que había tomado asiento por detrás de su escritorio. La profesora pareció sentir aquél ardor que provocaba la oscura mirada de Nox, que volteó a verla, pero ella volvió a su lectura, a una muy aburrida. Sabía que tenía muy claro su objetivo para sacar muchos TIMOs, así que al menos lo intentaría, aunque sea a su manera: comenzó a leer el capítulo, era tontería tras tontería, mientras hacia anotaciones en el pergamino. Ya se había logrado concentrar, pero unos ligeros codazos por parte de Padma le hizo girar, la miró y ella con su mirada señaló a su lugar a su izquierda, era Hermione Granger. Nox frunció las cejas. No era la única en el aula que la miraba, más atención de su parte. —¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida? —le dijo a Hermione como si no la hubiese ignorado por casi cinco minutos. —No, no es sobre el capítulo. —Mire, ahora estamos leyendo —repuso la profesora Umbridge mostrando sus pequeños y puntiagudos dientes—. Si tiene usted alguna duda podemos solucionarla al final de la clase. —Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclaró Hermione. La profesora arqueó las cejas. —¿Cómo se llama, por favor? —Hermione Granger. —Mire, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —dijo la profesora Umbridge con decisión y un deje de dulzura. —Pues yo creo que no —soltó Hermione sin miramientos—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos. Nox odiaba tener que darle la razón a Hermione Granger. —¿La práctica de los hechizos defensivos? —repitió la profesora Umbridge con una risita—. Verá, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad? —¡¿Entonces no vamos a usar la magia?! —exclamó Ron en voz alta. —Por favor, levante la mano si quiere hacer algún comentario durante mi clase, señor... —Weasley —dijo Ron, y levantó una mano. La profesora mostró una enorme sonrisa mientras les daba la espalda. Nox supo que ella conocía al padre de Ron y apostaba que conocería el suyo también, pero no sabía hasta donde podría llegar su paciencia. «Quiero que te comportes», recordaba las palabras de su padre, pero no sabía hasta donde llegaría. —¿Sí, señorita Granger? ¿Quiere preguntar algo más? —Sí —contestó ella—. Es evidente que el único propósito de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras es practicar los hechizos defensivos, ¿no es así? —¿Acaso es usted una experta docente preparada en el Ministerio, señorita Granger? —le preguntó la profesora Umbridge con aquella voz falsamente dulce. —No, pero... —Pues entonces me temo que no está cualificada para decidir cuál es el «único propósito» de la asignatura que imparto. Magos mucho mayores y más inteligentes que usted han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Aprenderán los hechizos defensivos de forma segura y libre de riesgos... —¿De qué va a servirnos eso? —inquirió Harry en voz alta—. Si nos atacan, no va a ser de forma... —¡La mano, señor Potter! —canturreó la profesora Umbridge. Varios empezaron a alzar la mano en búsqueda de una respuesta, y para sorpresa de todos, Nox fue una de ellas. La profesora dió un respingo cuando Nox alzó la mano al aire, con una mirada oscura, amenazando con volverse plateada, pero ni así le hizo caso. —¿Su nombre, por favor? —le preguntó la bruja a Dean. —Dean Thomas. —¿Y bien, señor Thomas? —Bueno, creo que Harry tiene razón. Si nos atacan, no vamos a estar libres de riesgos. —Repito —dijo la profesora Umbridge, que miraba a Dean sonriendo de una forma muy irritante—: ¿espera usted ser atacado durante mis clases? —No, pero... La profesora Umbridge no le dejó acabar: —No es mi intención criticar el modo en que se han hecho hasta ahora las cosas en este colegio —explicó con una sonrisa poco convincente, estirando aún más su ancha boca—, pero en esta clase han estado ustedes dirigidos por algunos magos muy irresponsables, sumamente irresponsables; por no mencionar —soltó una desagradable risita— a algunos híbridos peligrosos en extremo... —Si se refiere al profesor Lupin —saltó Dean, enojado—, era el mejor que jamás... —¡La mano, señor Thomas! Como iba diciendo, los han iniciado en hechizos demasiado complejos e inapropiados para su edad, y letales en potencia. Los han asustado y les han hecho creer que podrían ser víctimas de ataques de las fuerzas oscuras en cualquier momento... —Eso no es cierto —la interrumpió Hermione—. Sólo nos... —¡No ha levantado la mano, señorita Granger! Hermione la levantó y la profesora Umbridge le dio la espalda. —Tengo entendido que mi predecesor no sólo realizó maldiciones ilegales delante de ustedes, sino que incluso las realizó con ustedes. —Bueno, resultó que era un maniaco, ¿no? —terció Dean acaloradamente—. Y aun así, aprendimos muchísimo con él. —¡No ha levantado la mano, señor Thomas! —gorjeó la profesora Umbridge—. Bueno, el Ministerio opina que un conocimiento teórico será más que suficiente para que aprueben el examen; y al fin y al cabo para eso es para lo que vienen ustedes al colegio. ¿Su nombre? —añadió mirando a Padma, que acababa de levantar la mano. —Padma Patil. Pero ¿no hay una parte práctica en el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras? ¿No se supone que tenemos que demostrar que sabemos hacer las contramaldiciones y esas cosas? —Si habéis estudiado bien la teoría, no hay ninguna razón para que no podáis realizar los hechizos en el examen, en una situación controlada —explicó la profesora Umbridge quitándole importancia al asunto. —¿Sin haberlos practicado de antemano? —preguntó Padma con incredulidad—. ¿Significa eso que no vamos a hacer los hechizos hasta el día del examen? —Repito, si han estudiado bien la teoría, no debería de complicarles nada —por fin y con algo de temor en su mirada, le cedió la palabra a Nox —¿Su nombre? —Misery Figg —respondió sin siquiera prestar atención en su expresión—. Entonces, si usted está muy en contra de todo aquél que nos haya dado una buena clase y sean los causantes de nuestras buenas y mejores notas de Defensa contra las artes oscuras después de posiblemente décadas, ¿está dispuesta a romper eso con lecciones tan inútiles como los que dictan los objetivos del curso? —preguntó Nox, mirando las notas que había hecho en su pergamino, usándola como su propia evidencia. —Señorita Figg, no me parece correcto que use esas expresiones contra las lecciones que son lo más correcto y acorde a su edad, que fueron elegidas directamente desde el ministerio de magia... —Lamento golpear su frágil ego, pero como mencionó mi compañera Padma: mis notas para el TIMO son muy importantes para mí, y dudo que unas simples lecciones teóricas muy fuera de la práctica me ayuden aquí y sobre todo en el exterior. —No tendría de qué preocuparse, señorita Figg. Aquí dentro y bajo las indicaciones correctas podrá fácilmente aprobar, si ha estudiado... —¿Y de qué nos va a servir la teoría en la vida real? —intervino de pronto Harry, que había vuelto a levantar el puño. La profesora Umbridge lo miró y dijo: —Esto es el colegio, señor Potter, no la vida real. —¿Acaso no se supone que estamos preparándonos para lo que nos espera fuera del colegio? —Nox asintió con obviedad y de acuerdo. —No hay nada esperando fuera del colegio, señor Potter. —¿Ah, no? —insistió Harry. Nox presentía algo... —¿Quién iba a querer atacar a unos niños como ustedes? preguntó la profesora Umbridge con un exageradísimo tono meloso. —Humm, a ver... —respondió Harry fingiendo reflexionar—. ¿Quizá... lord Voldemort? Padma contuvo la respiración, Lavender Brown soltó un grito y a Nox se le resbaló el pergamino del escritorio. La profesora Umbridge, sin embargo, ni siquiera se inmutó: simplemente miró a Harry con un gesto de rotunda satisfacción en la cara. —Diez puntos menos para Gryffindor, señor Potter —declaró la profesora, Nox abrió la boca y los ojos, sorprendida por lo atrevida que podía ser —. Y ahora, permítanme aclarar algunas cosas —La profesora Umbridge se puso en pie y se inclinó hacia ellos con las manos de dedos regordetes abiertas y apoyadas en la mesa—. Les han contado que cierto mago tenebroso ha resucitado... —¡No estaba muerto —la corrigió un Harry furioso—, pero sí, ha regresado! —Señor-Potter-ya-ha-hecho-perder-diez-puntos-a-su-casa-no-lo-estropee-más —recitó la profesora de un tirón y sin mirar a Harry—. Como iba diciendo, les han informado de que cierto mago tenebroso vuelve a estar suelto. Pues bien, eso es mentira. —¡No es mentira! —la contradijo Harry—. ¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Luché contra él! ¡Nox es testigo! —¡Castigado, señor Potter! —exclamó entonces la profesora Umbridge, triunfante—. Mañana por la tarde. A las cinco. En mi despacho. Repito, eso es mentira. El Ministerio de Magia garantiza que no están ustedes bajo la amenaza de ningún mago tenebroso... Nox en ese momento quería dejar de escuchar lo que sea que estuviera diciendo, era como escuchar la pizarra ser rasgada con las uñas. Sus ojos eran plateados y la voz en su cabeza comenzaba a sonar cada vez más fuerte. «Su alma... Su cuerpo... Deben ser tuyos... Uno de ellos...» —... Si alguno todavía está preocupado, puede ir a verme fuera de las horas de clase. Si alguien está asustándolos con mentiras sobre magos tenebrosos resucitados, me gustaría que me lo contara. Estoy aquí para ayudar. Soy su amiga. Y ahora, ¿serán tan amables de continuar con la lectura? Página cinco, «Conceptos elementales para principiantes». Y tras pronunciar esas palabras la profesora Umbridge se sentó. Harry, en cambio, se levantó. Todos, sobre todo Nox, que seguía intentando contenerse de no hacer caso a su voz interior, pero aquella acción hizo removerle algo dentro de ella. —¡No, Harry!—le advirtió Hermione con un susurro mientras le tiraba de la manga; pero su amigo dio un tirón del brazo para soltarse. Nox le lanzó una mirada furiosa a la chica, diciendo «¡No te metas! ¡Y mucho menos lo toques!». —Entonces, según usted, Cedric Diggory se cayó muerto porque sí, ¿verdad? —dijo Harry con voz temblorosa. Aquello le heló las manos. No recordaba algún momento en donde hablara o mencionara Harry sobre Cedric, al menos sobre el momento en el cementerio. La voz en su cabeza era más fuerte que antes y las palabras de Umbridge no ayudaban para nada. —La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente —afirmó con tono cortante. «¡Tienes que hacerlo, Misery Nox! ¡Para esto estás aquí! ¡Tómala!», escuchaba como le exigían, ella apretó los ojos mientras se negaba, no era el momento... —Fue un asesinato —le discutió Harry—. Lo mató Voldemort, y usted lo sabe. «¡SU ALMA, MISERY NOX! DEBES TOMARLA, SABES QUE LO MERECE. SI NO LO HACES TÚ, TE OBLIGARÁ HACERLO», seguía con los ojos apretados, los puños apretando su falda y la punta de sus zapatos intentando enterrarse en el suelo. «No, no, no, yo no voy a hacer lo que me pides, esa seré yo. No la mires... no la mires... no vale la pena», contradecía Nox en su mente. De pronto escuchó como una silla fue apartada de una patada. Pero no abrió los ojos, no quería hacerlo, quería que aquella furia que sentía saliera de ella. No quería estar en el cuerpo de aquella mujer asquerosa. Escuchó unas zancadas, pero no abrió los ojos. Respira... 3..., 2..., 1..., respira. Escuchó un portazo y la furia en ella se fue desvaneciendo. Sentía como la sangre que parecía borbotear por dentro de ella, fue disminuyendo después de aquel portazo. No entendía que era lo que le estaba pasando, tantas emociones explosivas dentro de ella eran raras, hasta podría decir que ajenas a ella.◦•●◉✿◉●•◦
Ahora todo el mundo tenía en boca sobre que Harry Potter había alzado la voz a la profesora nueva: Umbridge, pero para hacerlo peor, mencionaban el asesinato de Cedric como si fuera la noticia de una famosa a punto de casarse. Nox ahora parte del tiempo tenía los ojos grises, intentando apagar las voces de su cabeza, generando dolor de cabeza. Estaban pasando cosas extrañas dentro de ella que antes no eran comunes y quería aprender a callarlas. Esa noche, Padma se acercó a ella, un tanto triste, Nox estaba en una mesa apartada de la sala común, con sus boxes y deberes a solas. Cuando sintió la presencia de su amiga, volvió su vista hacia ella, y no parecía contenta. —¿Qué pasó? —preguntó Nox al verla. Padma tenía una expresión triste. —Es Cho —decía en voz baja —, está muy triste, escuchó sobre lo que pasó con Harry y la profesora Umbridge, sobre lo de... Ya sabes qué. Nox se había puesto de pie, con intención de ir a ver a su amiga, pero Padma la detuvo, colocándole la mano en el hombro. —Tranquila —le dió un suave empujón que devolvió a Nox a la silla —, ya intenté confortarla, se quedó dormida. Será mejor que duerma bien, que se olvide tan siquiera un rato de todo esto. Nox asintió, aliviada ligeramente. Ella también se sentía terrible, pero apostaba que Cho lo estaba pasando quince veces peor. —Te pasó algo en esa clase —comenzó, Padma—, cerraste los ojos, incluso podría decir que te pusiste algo pálida. ¿Pasó algo, Nox? Se relamió los labios con nerviosismo. Sabía que Padma no estaba al tanto de lo que podía llegar a hacer Nox, así que posiblemente entiende menos lo que pasaba en su cabeza en ese momento, peor aún, ella tampoco sabía. —Solo no quería llorar —no sabía si mentía o decía la verdad—, no me gusta hacerlo, al menos no en público. —Se que es algo duro —tomó asiento a su lado—, no fui alguien cercana a Cedric, fue amigo mío al menos un corto periodo de tiempo, pero sé el tipo de persona que era... —parecía tener miedo de seguir hablando, pero al no tener un alto por parte de Nox, prosiguió:—Se que no es la única persona que pierdes, y de verdad lamento que tengas que pasar por lo mismo una vez más. Nox solo asintió. Sentía una bola atorada en la garganta. —Gracias, Padma —intentó sonreír cuando su voz salió rota y ahogada—. Es bueno tener a alguien que nos apoye. No quiero decir que sea deber tuyo tener que ayudarnos, a Cho y a mí, pero es bueno tener a alguien más, ¿sabes? Ahora quién asintió fue Padma. —Lo sé. Y sé que a pesar de que tengas la lengua tan suelta como la de una rana, no quiere decir que vas por la vida diciendo lo que sientes, pero quienes te conocemos lo suficiente, sabemos qué tienes —se puso de pie y le hizo una seña con la cabeza —. Anda, vamos a dormir, es tarde y tenemos que descansar. —Pero me quedan deberes por hacer... —Lo sé, pero apuesto que ya tienes listo hasta los de la próxima semana, anda... Nox quería hacerse del rogar un poco más, pero sabía que Padma tenía razón, debía de descansar un poco más, al menos aprovechar esas horas de sueño que la aproximación de los TIMOs no le dejarán. Ya en la habitación, todas estaban dormidas. Nox como siempre, ignoró a las demás, poco le importaba su existencia, ahora sobretodo lo que dijeran sobre ella. Sabía que estaba cambiando, al igual que su temperamento, eso no sabía si era de preocuparse o no. Esa noche, Nox soñó con su madre, la forma que sentía como acariciaba su rostro, era tan real, sus palabras y su voz eran idénticas como recordaba. Las mismas palabras y gestos se repetían, una y otra vez, pero unas voces parecían interrumpir su sueño, esos susurros que la perturbaron la última vez... —Él vendrá por ti... Tu cuerpo y tu mente serán de él... Una vez más... —escuchaba muy en la lejanía. Parpadeó, estaba de nuevo frente a la ventana en el cuarto del orfanato. Conocía ese lugar de memoria, así que notó las diferencias que habían ahora: el tapiz de las paredes se estaba despegando, tenía zonas dejando solo a la vista la pared real. Una vez más, el espejo apareció en el lugar donde estaba la ventana, miró su reflejo, tenía los labios y los ojos encendidos, el cabello seguía manteniendo las trenzas, pero sus rasgos parecían cada vez más idénticos a los propios, un poco más y podría decir que era su propio reflejo real. —Vendrá por ti, ¿sabes? —habló su reflejo. —Se que lo de la supuesta profecía, es un error, yo no soy a quien buscan —respondió Nox. —Eso es lo que te han dicho, solo para mantenerte tranquila, pero yo sé que es más falso que un galeón de leprechaun. Tú sabes eso. —Es imposible que sea real, ellos no saben de mí, ni siquiera yo... —Por favor, Misery Nox... —una risa fría y calculadora salió del reflejo —, no te engañes a ti misma. Pero descuida, pronto lo sabrás... Por el momento, es mejor que aceptes de una vez lo que eres, para esto estás echa, porque si no, te obligarán a serlo... Abrió los ojos. Tenía bastante sueño, como si no hubiese dormido en tres días. Se levantó, se vistió y salió de la sala común muy soñolienta, tanto que ni siquiera se tomó la molestia de trenzar su cabello. Se encontró con Cho en la sala común, que arreglaba la corbata de Padma. —Buenos días —saludó Nox, aún tallandose los ojos llenos de lagañas. —Buenos días —correspondieron el saludo. —Vamos a desayunar, que muero de hambre —decía Nox mientras se dirigía a la salida. —Vamos, porque de ahí tenemos que ir a Adivinación, con eso será suficiente para perder mucho tiempo. Nox frunció las cejas, confundida, mientras avanzaban hacia el gran comedor. —¿Adivinación? ¿No era encantamientos? —dudó, Nox. —No... Eso fue ayer —le respondió Padma —. Creo que dormiste mucho, ¿eh? Nox no respondió. No recordaba nada de una clase de encantamientos de ayer por la mañana. Se sentaron en su mesa y decidió dar una repasada a su diario de sueños para escribir el que tuvo esa noche, uno falso, claro, pero el de la noche anterior estaba vacío, eso la desconcertó. —Si, eso creo... —decía mientras removía su desayuno. Sabía Nox que solía olvidar muchas cosas, tenía la memoria de un pez, pero dudaba que olvidaría una clase, eso era imposible. Aún recordaba que la noche anterior Padma le mencionó lo mal que sentía Cho por lo que el mundo estaba contando, así que la miró disimuladamente, no tenía ojeras o los ojos hinchados y las mejillas rojas, seguía igual de reluciente que siempre. De camino a la clase de adivinación, Nox seguía silenciosa y pensativa como desde que se enteró que no recordaba nada del supuesto día anterior. —Padma, ¿segura que no nos toca encantamientos? —insistió Nox, mientras subían por la trampilla. —Estás más perdida que sir Cadogan, claro que no —respondió una vez más —, si no me crees, revisa tu horario. Al tomar su lugar junto a ella fue lo primero que hizo, pero se percató que el día que ella mencionaba para encantamientos era el martes, mientras que adivinación era el miércoles. ¿Hoy? La clase transcurrió con normalidad y en un momento la profesora se puso a revisar los sueños que habían escrito por lo que iba del diario. Cuando fue el turno de Nox, no evitó soltar algún comentario. —¿Estás segura que no soñaste nada ese día? —insistía la profesora, mientras revisaba las anotaciones de Nox, ella asintió. —Si, bueno, es normal que de vez en cuando no sueñes con algo, ¿no? —respondió Nox. La profesora la analizó a través de sus gruesas gafas que agradaban sus ojos. —Noto un aura en ti... Algo extraño, como si fuera ajena. Emociones muy fuertes vienen para ti, mi niña, es mejor que estés lista para cuando lleguen —y se marchó mientras hacía ruido con sus pulseras de cuentas. Padma la miró extrañada, Nox igual, solo se encogió de hombros. Para la mañana del jueves, Nox despertó con la sensación de preocupación, tanto que estuvo preguntando cada momento que pudiera que día era y que clase tocaba. Gracias a que olvidó un día de la semana, se había retrasado algo, así que se quedó un buen rato despierta por la noche haciendo los deberes que faltaban, la redacción de Snape, las preguntas de McGonagall y la investigación de la nueva profesora de Cuidado de criaturas mágicas (que se supone que debió conocerla el martes olvidado). El viernes por la mañana comenzó como siempre, Nox preguntando que día era, pero su amiga Cho parecía más atenta que nunca y Nox no entendía por qué. —¿Lo olvidaste? —le preguntó su mejor amiga en el desayuno, con un tono molesto. —¿Olvidar qué? —le devolvió el gesto. —¡Dijiste que irías a las pruebas para el nuevo capitán conmigo! Nox escupió el jugo de calabaza de vuelta a su copa. ¿En qué momento Nox se atrevería a decir tal cosa? Era como si le pidieran que diera la vuelta por todo el colegio en un solo pie a cambio de una rana de chocolate. —¡¿Cómo dices?! —exclamó muy escandalizada. —A mí también me sorprendió bastante, ¡pero fue eso lo que me dijiste! —¿Cuando fue? —Este martes, ¿no recuerdas? Nox maldijo una vez más en sus adentros, justo ese día hizo cosas que posiblemente no recuerda, pero lo peor es que no sabe qué clase de cosas hizo. La preocupación y el miedo comenzaron a surgir en ella, recordando los lapsos de tiempo en que olvidaba las cosas y terminaba en su cama llena de tierra, ¿estaba sucediendo de nuevo? —Perdón, Cho, no sé qué dije esa vez —literalmente—, pero ni siquiera recuerdo la última vez que me subí a una escoba. No sé por qué te dije que sí esa vez... —¡Oh, anda, Nox! ¡Inténtalo! —le zarandeó un poco el hombro —. ¿Te imaginas? Las dos únicas chicas en el equipo de Ravenclaw. Mejor aún, las dos mejores amigas, una de buscadora y otra de guardián, de los puestos más importantes. —Cho, con suerte puedo atrapar las grageas que me lanzas. —¡Oh, vamos! Inténtalo, no pierdes nada con intentarlo. —Mi dignidad. —Esa la perdiste aquella vez que vomitaste frente a Harry en el baile de navidad. Nox se quedó callada. —De acuerdo. A las tres treinta en punto, Nox ya se encontraba en el campo junto a Cho. Tuvo que pedir prestada una escoba para poder volar. La del colegio se inclinaba ligeramente hacia la izquierda y vibraba cada vez que frenabas muy de pronto. Cho la felicitó por presentarse, ya que realmente no esperaba que fuese a ir, Nox solo sonrió. —¡Oh, pero si es Misery Figg! —escuchó desde las gradas la voz de Pansy Parkinson y su pandilla de Slytherin —¡No vayan a confundir tus granos con una bludger! Nox apretó los ojos, tratando de ignorar su comentario, sobre todo la voz que ahora solía presentarse mucho en su mente. —Ugh, esa Parkinson —escuchó a Michael Corner, uno de los integrantes del equipo de Ravenclaw que estaba cerca de ella —. No entiendo por qué aceptaste su apuesta. —¿Apuesta? —abrió mucho los ojos. —Claro, el martes aceptaste darle cinco galones si no quedabas en el equipo, Cho me lo contó. ¿Acaso lo olvidaste? Sintió como el estómago comenzó a dar vueltas, ahora no solo tenía que lidiar con hacer una prueba que no quería, ahora tenía que quedar en el equipo si no quería regalarle parte de su dinero a la cara de perro de Parkinson. —¡NO PUEDE SER! ¡PADMA, LO CONSIGUIÓ! —llegó por la tarde Cho, gritando por la sala común en búsqueda de su amiga. Nox entró a la sala común, algo pálida, sin poder creer lo que había logrado. Tenía la mano izquierda vendada y la vista perdida, sin creer lo que estaba aún procesando desde hace casi dos horas atrás que acabaron las pruebas. —¡Nox consiguió entrar al equipo! —chilló cuando por fin tenía a Padma de frente. Está miró a Nox con una cara de sorpresa, y apostaba que cualquier otro que estuviera escuchando tendría la misma expresión. —¿Puedes creerlo? —fue lo primero que salió de Nox, sujetando su mano vendada. —¿Nox? ¿Tú? —seguía Padma con la misma expresión —. No es por ofenderte... ¿Pero tú? —Yo tampoco me la creí... —Nox se dirigió a Cho—. ¡Por eso no me recordaste lo de la apuesta! —¡Si te lo decía te ibas a poner mucho más nerviosa! —¡Oh, que confortante! Esa noche, Nox soñó parte de la prueba. Estaba en el aire, sobre la escoba prestada, escuchaba constantemente las burlas del equipo de Slytherin, coreando sobre su acné y lo alborotado que era su cabello, como una nube negra en el cielo. Sentía el aire golpearle los oídos, no recordaba la última vez que estuviese tan alto en la escoba. Estaba tan distraída viendo lo lejos que estaba del suelo, que una quaffle le dió de lleno en la nariz, tambaleando de su escoba. Se llevó la mano al rostro, esperaba ver sangre, pero era un líquido brillante, tan ligero como la misma sangre. Nox frunció las cejas, mientras que una voz llenaba su mente. No de nuevo... —¿Estás lista? Porque si no lo estás, te harán hacerlo. Sintió como le jalaron de una pierna, pero no sintió la caída libre, sino su cuerpo caer de golpe al suelo. El olor a césped le inundó el olfato, inmediatamente sabía de qué lugar se trataba. Intentó levantar la vista y ahí estaba ese recuerdo de nuevo, era el falso Moody llevándose a Harry. Volteó a un lado, pero Cedric no estaba. Cómo en esa ocasión, Nox comenzó a arrastrarse en el suelo como una serpiente, impulsando su cuerpo enterrando los dedos en la tierra, pero algo la hizo detenerse. El falso Moody se dió la vuelta, tenía el rostro de lord Voldemort que la miró a los ojos, rojos y llenos de odio y narcisismo. Nox volvió a sentir un terror tan horrible como el que sintió en esa ocasión. —Una vez que él esté muerto, te obligaré a cumplir tu parte de la profecía —siseó —. Un día solo es una prueba de mi poder. Yo me encargaré, no te preocupes. Se dió vuelta y comenzaron a avanzar. Nox intentaba con todas sus fuerzas alcanzarlos. De nuevo, un tirón en su pierna la arrastró, Nox soltó un fuerte grito desesperado por alcanzarlo, se detenía con las uñas enterradas. —¡NO! ¡NO! ¡DÉJALO! —gritaba con todas sus fuerzas. Sus dedos no pudieron más, otro tirón mucho más fuerte la arrastraron a la oscuridad mientras ella gritaba «¡HARRY!». Despertó de golpe. Sentía como si el corazón quisiera salirse de su pecho. Tragó seco y desde la ventana vió que apenas quería amanecer. Respiró hondo, intentando tranquilizarse para bajar sus pulsos. Por inercia revisó su cicatriz, alzando su pijama para verla bien. Era enorme, una larga línea imperfecta que iba desde el tobillo hasta casi la rodilla, le ardía ligeramente, como si realmente le hubiese dado el tirón en esa misma pierna. Se levantó y se vistió. No quería volver a la cama, quería tan siquiera olvidar un poco aquél sueño, tal vez distraerse le vendría bien. Tomó asiento en uno de los sillones de la sala común, mientras intentaba leer uno de sus libros favoritos. Unos quince minutos después se apareció Cho, con un paquete en las manos, tenía la cara con una ligera preocupación. —Hola, Nox —la saludó cuando la vió —. Olvidé que es el cumpleaños de mi madre, llevaré esto a la lechucería. —Oh, yo lo llevo por ti —se puso de pie de inmediato, como si aquél paquete fuera un boleto hacia la tranquilidad. —¿Segura? Sabes que la lechucería está lejos... —Segura, porque pensaba mandarle una carta a papá —se le ocurrió de pronto. Tomó un rollo de pergamino que lo más probable es que alguien olvidó por la noche, abrió el tintero ajeno y escribió rápido —. Ocuparé una escoba, tal vez me quiera mandar una, tan siquiera que sea barata y que no se vaya de lado, ¿no crees? —Tienes razón —le tendió el paquete —, esas basuras que tienen por escobas son muy malas. Tal vez más tarde te ayude a medirte y arreglar tu túnica, ya sabes, estás en el equipo y ocupas tu uniforme. —Cierto —sonrió, como solía hacer, Cho parecía más emocionada que ella —. Bueno, podrías apartar algo para mí del desayuno, ¿si? —Cuenta con ello. Salió de ahí y su sonrisa se esfumó, su mente estaba muy encasillada en el sueño. Esa vez fue diferente, ya que siempre era la misma escena, el mismo todo, un recuerdo que se repetía como una película, muchas veces. Mientras avanzaba, el sol había salido completamente. Pasaba por los ventanales, viendo el cielo azul, un clima perfecto para el quidditch, pero pensar en ello ahora le recordaba su sueño y la realidad de que ahora estaba en un equipo que no estaba segura si disfrutaría. Al abrir la puerta de la lechucería se encontró con Harry, que dió un respingo al verla, eso alegraba a Nox, que su presencia no perdiera el toque tenebroso. No sabía cómo sentirse al verlo, ya que lo último que recordaba respecto a él era su propia voz gritando su nombre, o posiblemente el enfado que ya no sentía por él desde el lunes pasado, hace casi una semana. —¡Hola! —la saludó de forma automática. Nox sonrió. —Hola, no pensé verte por aquí tan temprano —saludó Nox, buscando dos lechuzas. —Opino lo mismo. —no dijo nada más, y no por ser grosero, sino porque no tenía más ideas para decir. —Cho olvidó enviar un paquete para su madre, así que vine yo por ella —hizo un muy fino silbido, y una lechuza se posó en su brazo mientras estiraba una pata. —Ya —Nox lo miró con las cejas arqueadas. —Creí que debía ser yo la que estaba enojada, sobre todo por no recibir una disculpa —comentó Nox, atando el paquete a la lechuza. —Pero lo hice el martes, ¿lo olvidaste? Nox apretó los ojos mientras soltaba un suspiro. ¿Qué más pasó el martes que no se haya dado cuenta? No le quedó de otra más que fingir demencia. —Cierto, lo olvidé. Perdón —se sinceró mientras dejaba salir volando la lechuza en uno de los ventanales. —Está bien —le respondió, mirando por los ventanales. Nox llamó a otra lechuza para hacer lo mismo, pero esta vez con la nota que le enviaría a su padre —Que bonito día, ¿no? —La verdad es que sí —asintió Nox. —Ron me contó que te eligieron como guardián de Ravenclaw —Nox comenzó a sonrojarse —. No sabía que te interesara entrar al equipo. Tal vez eso explica lo de tu mano. —Esto... No tanto por eso, hice una apuesta estúpida con Parkinson. Cinco galeones son cinco galeones. Lo de la mano fue intentando detener una bludger; tontamente creí que era una quaffle y pues... —evitó mirarlo a los ojos —. Supe que Ron también fue elegido. ¿Es bueno? —Sí. Creo que sí. Pero no le vi hacer la prueba porque estaba castigado. —Vaya... Tengo un vago recuerdo sobre ello —era más que obvio que lo recordaba bastante bien: las voces, la mirada asesina que le lanzó a Hermione Granger y la sensación que sintió Nox al ver a su amigo en esa posición —. Es una perra. Creo que fuiste muy valiente al decirle sus cosas a la cara, sobretodo al defender a Cedric que no está aquí. Por primera vez en días se atrevió a verlo. Se alegró de que al menos había trenzado su cabello ese día, o que las cremas que estaba utilizando al menos había surgido efecto ese día en su rostro. La puerta se volvió a abrir, mostrando al conserje Filch bastante molesto, con el escaso pelo alborotado y las mejillas hundidas manchadas de morado, llegó con su gata pegada a sus talones maullando y alborotando a la lechuza que Nox aún tenía en el brazo. —¡Ja! —exclamó Filch, y dio un torpe paso hacia Harry. Las flácidas mejillas le temblaban de ira—. ¡Me han dado el soplo de que piensas hacer un pedido descomunal de bombas fétidas! Nox miró como Harry se cruzó de brazos y observó al conserje. Una ligera sonrisa apareció en ella, pero la mantuvo escondida. —¿Quién le ha dicho que iba a hacer ese pedido? —replicó su amigo. —Tengo mis fuentes —respondió Filch, muy satisfecho de sí mismo—. Dame ahora mismo eso que pensabas enviar. —¿Desde cuándo un gato es una fuente de confianza? Porque créame, no lo es —saltó Nox con tono agresivo, el hombre dió un salto —. Él no tiene nada porque he visto como enviaba una carta. Filch se volvió hacia ella. —¿Tú has visto cómo...? —Sí, lo he visto —confirmó ella rotundamente. Se hizo un silencio temporal, el hombre creía que podría intimidar fulminado con la mirada a Nox, pero lo que en realidad estaba pasando era que Nox estaba asustando al hombre con su mirada oscura y neblinosa, Harry sabía muy bien a lo que Filch no quería enfrentarse. El conserje sin poder contener la pesada mirada de Nox, se dió media vuelta mientras arrastraba los pies hacia la puerta. Cuando tenía la mano en el pomo, giró la cabeza para observar de nuevo a Harry. —Como note el más leve tufillo a bomba fétida... —dijo, y bajó la escalera pisando fuerte. La Señora Norris contempló con ganas a las lechuzas y después lo siguió. —¿No estarás pidiendo bombas fétidas, verdad? —sonrió completamente, Nox, mientras ambos se miraban. —No —respondió él, sonrojado —, y tampoco sé por qué sospechó de mí sobre eso. —Tal vez se lo digan sus «fuentes confiables» —soltó Nox una risita mientras ataba la nota a la pata del ave y la dejaba salir por la ventana. —Gracias —soltó de pronto Harry, más sonrojado que antes. —No hay de qué, cuatro ojos —le dió un codazo amistoso. Bajaron de la lechucería en un silencio cómodo, provocando que a Nox le quisieran temblar las manos y las piernas, le daban ganas de darse una bofetada por las extrañas sensaciones que su cuerpo estaba experimentando. No es que fuera malo o que no le gustara, pero no le agradaba la idea de que pasarán justo cuando estaba con Harry. —¿Quieres acompañarnos a desayunar? —le preguntó Harry, que ahora se dirigían al gran comedor. —¿Estará Jean ahí? —preguntó esta vez Nox, sin voltearlo a ver. —Es lo más probable. —Tal vez en otra ocasión, pero gracias. —¿Por qué no te cae bien? Es buena persona, sé que a veces puede ser muy mandona y estricta, pero podrían l