Capítulo 5 La verdad en tus manos
9 de octubre de 2025, 7:13
Ella era tan suave y esos ojos me llamaban por completo. No era normal que cayera así, tan completamente, por alguien que acababa de conocer. Todo encaja tan perfectamente y cometí el fallo de mirar sus labios. Pasaría algo si la besaba, serían reales las leyendas y caería completamente en su hechizo de sirena. Tendría que probarlo para descubrirlo. Pero antes de que saque el valor.
–¡Benedict, avisa si traes a alguna de tus amiguitas a casa!
Maldita Eloise, siempre encontraba los momentos más inoportunos para visitarme. Noto como Penelope se pone rígida en mis brazos y tiembla. Me incorporo con ella aun en brazo y le digo bajo– Tranquila, es mi hermana.
Aun así no levanta la cabeza, está paralizada en el lugar.
–Eloise, ¿cuántas veces te tengo dicho que me avises? Podría estar ocupado.
– Si, ya veo con lo que puedes estar ocupado –dice mientras cruza de brazos – Podrías levantarse aunque sea.
Agarro entre mis brazos a Penélope y me levanto con ella. Ella suelta un pequeño grito y se agarra a mi.
–¡Por dios!, que estoy delante… eso en privado.
–Eloise está herida, no puede caminar por…
Antes de que termine la frase me golpea con su puño.
–¿Qué le hiciste bruto? ¿cómo puedes tratar a tus amiguitas tan mal?, no esperaba eso de mi hermano.
–Eloise, los estás entendiendo todo mal
–Él me rescato– dice Penelope sin levantar la cara de mi pecho.
–¿De que ? ¿de él mismo?
–Me enrede en la playa – señala al suelo los restos de la malla metálica que habían quedado olvidados en el salón.
–¿Qué demonios, Benedict?
–Eloise, la encontré así, te lo juro.
Penélope me agarra con fuerza la camisa. Como si ese trozo de tela fuera su ancla al mundo. La colocó con cuidado en el sofá.
–¿Te hiciste daño?
Sacude con la cabeza
–¿Estas segura?
–Hola, tierra llamando a Benedict. No quiero interrumpir pero mamá me mandó a buscarte, hace semanas que no pasas por casa.
–No creo que sea tanto– noto como Penélope agarra mi mano y la aprieta, no me había dado cuenta que la había estado acariciando. Estaba arrodillado en frente de ella.
– Ahora no puedo ir, Eloise.
–Yo no vuelvo sin ti, tienes que ser mi escudo– hace una pausa–. Quiere hacer mi presentación, no quiero ser ganado, para que los supuestos señores me miren y decidan si soy apta para ellos. Me niego.
–Mi madre es igual… me hace peinados horribles y doloroso– susurra Penélope por lo bajo.
Me giro en su dirección y levanto las cejas, veo que no somos tan diferentes.
–Puedes quedarte Eloise– suelto un suspiro– Pero no puedes contar nada de lo que está pasando aquí. No quiero dar ideas equivocadas.
–Tendrás que comprar mi silencio de alguna forma, esta información es muy jugosa. –Sonríe maliciosamente– Mama estaría encantada de formar una nueva pareja en la familia.
¡Eloise!– tomó un momento– Los nuevos libros están en mi escritorio, toma los que quieras.
–¡Si!–salta Eloise y corre en dirección de la tonga de libros que traigo cada mes de la imprenta. Tienen algún fallo o dobles que los descarta de producción, aun así están completos y se pueden leer. Práctico en sus páginas mis ilustraciones, mejorandolos y formando un bosque en sus páginas o criaturas mágicas que pueden salir de sus páginas.
Escucho un movimiento que proviene del sillón, Eloise se ha tirado con todas sus fuerzas con la cara en uno de los libros. Le dio un libro a Penélope antes de sumirse por completo en su lectura. Ella mira el libro en su regazo y mira a Eloise.
–Ni te molestes.. – le digo– estará desaparecida hasta que lo termine o encuentre algún error garrafal.
Abre el libro con delicadeza y pasa los dedos por las páginas. Traza con sus dedos las líneas de mis dibujos.
–¿Lo haces tú?
–Solo junto los papeles, no me dejan dibujar.
– Es hermoso, ¿puedo quedármelo?– toma el libro entre sus brazos como un gran tesoro. Solo son garabatos que he añadido en un intento por mejorar mis trazos.
Me quedo sin palabras, a alguien le gustaban mis dibujos, para ser preciso a mi cuaderno de dibujo que había olvidado en la mesa. No los bocetos e ilustraciones de los libros. Me quedé un momento en mi mundo con la sensación de calidez por algo a lo que antes me daba vida y ahora era una preocupación constante. Aún estaba perdida en mis dibujos cuando volví a la realidad.
– ¿Podrías llevarme aquí?– dice señalando uno de mis paisajes. Nada especial un claro cerca de aquí. Lo dibuje después de un día duro en la fábrica, sin pretender nada y ahora ella quería verlo.
–Claro te llevaré, no está lejos.
Me desarma con la sonrisa más deslumbrante nunca vista.
–Sigo aquí, por si alguien lo había olvidado– dice Eloise después de cerrar el libro que estaba leyendo–Es muy aburrido.
–Eloise, nadie puede olvidar que estas aquí, pero otros tienen mejor conversación que la tuya
–Lo dices porque está alabando tus dibujos ñoños.
–¡Eloise!–grito.
— No me grites, es verdad, tu ego aumenta por ello
–Me gusta de verdad Eloise – responde Penelope.
Me quedo parado, me está defendiendo. Ella, que estaba tan asustada e indefensa en este lugar, me defendía.
–Ves Eloise
–Lo que tu digas, avísame cuando esto termine y vuelvas a ser el de siempre.
–No le hagas caso–Le digo a Penélope con una sonrisa– ¿Quieres ver otros? Hay más.. muchos más.
Asiente con la cabeza– ¿me acompañas?– le tiendo la mano.
Toma mi mano despacio con gran delicadeza y la ayudó a levantarse poco a poco, una vez de pie le digo– ¿estás bien? apóyate en mi todo lo que necesites.
Salimos despacio. Ella apoyada en mí, yo guiándola por el pasillo que aún olía a papel viejo y pintura. Cada paso nos acercaba al rincón donde dormían mis sueños. mi almacén, donde se encuentran los otros cuadros y bocetos sin acabar.