Capítulo 12 Unión
11 de noviembre de 2025, 15:31
El beso funcionó, volvieron más recuerdos, igual que antes. Aun así no podía parar, sus caricias, su calor… Solo quería concentrarme en Benedict, no en las imágenes desordenadas que surcaban mi mente sin sentido y provocando sensaciones desagradables. Nada se igualaba a su contacto, sus besos en mi cuello, sus manos recorriéndome despacio y sin descanso.
De pronto una voz nos interrumpe y ya no puedo contener las imágenes y ni las sensaciones, mi cuerpo tiembla sin sentido, fuera de control. Sin saber lo que ocurre a mi alrededor. Solo sentí como los recuerdos se apoderaban de mi.
Corrientes desmedidas a nuestro alrededor, arrastrándonos sin remedio a las profundidades. Benedict se quedaba sin aire, forcejeando contra ella y yo no tengo la suficiente fuerza para sacarlo. No quedaba otro remedio, no quería perderlo. Solo había una manera.
Sin pensarlo más lo beso…sabiendo que eso nos unirá para siempre. No encontraría marido en las reuniones de madre. Sin presentaciones formales ni ser exhibida. No tendría que pasar por el escrutinio de otros, decidiendo si era apta para formar un vínculo. No estaba mal si lo pensaba así, solo espero que Benedict no me odie.
El beso provocando remolinos a nuestro alrededor, separándonos de la corriente. Pudiendo nadar a la superficie. El beso no se detuvo, Benedict me rodea con fuerza, giramos y burbujas bailan a nuestro alrededor, mostrando todos los colores posibles.
Me separo despacio esperando su cara de enfado…confusión, pero lo único que veo es su sonrisa tonta y sus ojos iluminados en mi dirección.
Tomó su mano despacio y él la acarició, nos llevó nadando a la superficie, a la orilla.
Perdida en sus ojos no noto como la corriente nos sigue, ni el retumbar de tambores que suenan a nuestro alrededor, como un eco lejano. Estamos perdidos el uno en el otro. Algo que los dos anhelamos acaba de pasar, y eso que pensé que él no sentía lo mismo. Solo nos veíamos en una época del año, no sería tan importante para él. En sus ojos veo que estaba completamente equivocada.
Llegamos a la superficie y los dos respiramos entrecortadamente y no es por la falta de aire.
Me abraza con cuidado entre sus brazos para salir a la arena y nos tumbamos. Comienza a reír y no puedo evitar seguirlo.
–Penélope… No estoy soñando, ¿verdad?
–¿Por qué dices eso? – me incorporo un poco sobre mis codos y lo miro.
–Porque solo te puedo besar en sueños –dice, con los ojos brillantes.
Me toma entre sus brazos antes de que pueda responder y me besa despacio, saboreando el momento.
Una sombra cayó sobre nosotros. Una nube oscura que alteraba la marea, las aguas estaban embravecidas y saltaban a las costa con fuerza. La arena bajo nuestros cuerpos comenzó a temblar. Miramos temerosos a nuestro alrededor.
–Tenemos que irnos–grite
Benedit intenta volver a tomarme en sus brazos, pero antes de que esto ocurra, el agua forma un lazo en mi cola impidiendo moverme y arrastrándome al mar.
–¿Qué has hecho, niña insensata?–retumba la voz de mi madre en todo el lugar.
Benedict intenta tirar de mí, sin mucho resultado, solo consigue impedir que el agua continúe arrastrándome. Marcando la arena con nuestro forcejeo. Mi corazón está desbocado, no quiero que le haga daño.
–Benedict, escapa, ponte a salvo.
– Pen, nunca te dejaré.
El agua comienza a retroceder de forma antinatural y emerge Portia de ellas, con la mirada irradiando ira y clavada en nosotros dos.
–Bueno si es ese tu deseo escoria humano, te llevaré con ella y perecerás en las profundidades–Suelta en una voz tétrica.
–-¡Noooo!–gritó con todas mis fuerzas– ¡Corre, escapa!–lo miró con lágrimas en los ojos.
–¡Benedict! ¡Penélope! –suena una voz lejana en la playa, acercándose a donde nos encontramos.
Una figura corría hacia nosotros.
–¡Padre, no te acerques!
–Benedict, ¿Qué ocurre? tienen que salir de la playa, el mar no es seguro –dice Edmund con angustia.
Suena la risa siniestra de fondo.
–Humano listo, lastima que ya sea demasiado tarde para todos.
Antes de que pueda pensar una ola gigante engulle la playa entera y los arrastra a todos al mar.
Parece la misma corriente de antes arrastrándonos al fondo, pero esta vez por separado, impidiendo que pueda salvarlos.
La risa de Portia continua sonando a nuestro alrededor, el agua a cambiado a un color oscuro, casi negro, dificultando la visión.
Me desespero con todas mis fuerzas para liberarme.
–Niña, no lo intentes, no podrás liberarte nunca de mí.
Eso no es posible… La unión de vínculo era más fuerte que cualquier cosa y aún la sentía, guiándome en la dirección de Benedict, aunque no la viera.
–¡Detén esto, mujer!– escuchó la voz entrecortada de mi padre.
–No te metas en esto, ella tiene que acatar las normas.
–¡Por amor de dios, Portia! Es tu hija…. sabes perfectamente que las uniones no se pueden controlar.
–Las uniones están mal. Si no ¿porque me uniría a ti? un ser inferior sin valor, sin fuerza alguna.
–Mi fuerza será luchar por mi hija, a la que nunca pudiste controlar como a sus hermanas. Pueda ser libre.
Se siente un vacío después de eso, el agua parece estar un poco más en calma. Ya no me arrastraba, con tanta fuerza. Puedo nadar…
Con las fuerzas que me quedan busco a Benedict y Edmund en las profundidades, están demasiado quietos. No no no… Salgo con ellos a la superficie y los arrastró en la arena con una fuerza que no conocía.
Zarandeo a Benedict buscando respuesta y este tose sacando agua y algas de su interior, está bien.
Me giro en dirección a Edmund, mi otro padre en tierra, que me ha tratado con un cariño inmenso, escuchando nuestras historias con interés y fomentando nuestras inquietudes. Está demasiado pálido, azulado, frío…
–No…no, no, no –susurró temblando.
Caí sobre su cuerpo, sin controlar las lágrimas. Seguro que mi padre del mar, Archival también había perecido en la lucha contra Portia.
Vuelvo a mi, sin controlar las lágrimas de mis ojos. con los gritos de Benedict.
– Penelope …. Penélope… despierta.
Lo miro y cierro los ojos apoyándome en su pecho, no puedo soportarlo más, mi cuerpo debe recuperar fuerzas, antes de contar toda la verdad.