Capítulo 14 Trazos en las oscuridad
21 de noviembre de 2025, 12:00
Me despierta un sonido metálico, un pequeño clic, seguido del pasar de hojas cada vez más rápido en la habitación. Me muevo despacio, notando el cuerpo entumecido, como después de nadar una gran distancia en un mar embravecido. Busco con la mirada de donde proviene el ruido, sin recuerdo bien cómo llegué a esta habitación. Veo a Benedict encorvado en el escritorio pasando las hojas de un cuaderno, totalmente concentrado.
Me levanté estirando mi cuerpo, para desentumecer los músculos. Me acerco y paso mis manos por sus hombros.
–Hola, ¿Qué haces?
Benedict casi está a punto de caer con la silla del susto.
–¡Dios, Penélope!–dice con una mano sobre su corazón–No me pegues esos sustos.
No puedo evitar reírme de esa reacción.
–No quería asustarte– le doy un beso en la mejilla.
–No se si creerte–dice con mirada pícara–tendrás que hacer algo más para compensarlo.
–¿Y cuál sería tu precio, caballero? –le sigo el juego.
Paso mis manos por sus hombros y me siento de lado sobre su regazo. Lo miro desde mi nuevo asiento. Él está inmovil con los brazos abiertos colgando y en uno de ellos aún sostiene el cuaderno. Me mira con una mezcla de ternura y rendición.
–No se que voy ha hacer contigo, preciosa–dice mientras me rodea con sus brazos.
Apoyo la cabeza en su hombro.
– Podríamos volver a la cama… y descansar un poco más.
–Me gustaría hacer algo más, que no implica descansar –dice apretando apretando mi sobre él.
Le doy un beso en su mejilla.
–¿Qué tiene ese cuaderno? –cambio de tema.
Tarda un momento en contestar, aun sonrosado.
–Era de mi padre.
Eso provoca una punzada en mi corazón, tengo que contarle…que fue mi madre la responsable de terminar con su vida. No quiero que nuestra burbuja tranquila reviente con la ponzoña de Portia.
–Mira– me dice pasándome el cuaderno.
Es un poco difícil ver con poca luz. Es un cuaderno de dibujos, bueno la vena artística de Benedict ya sabemos de dónde salió. Imágenes de niños, Violet y el pequeño Benedict de mis recuerdos.
–Es muy bonito
–Si…–susurra
En la siguiente imagen aparezco yo como sirena, mi madre y mis hermanas.
–Soy yo y mi familia–digo sobresaltada.
–Eso pensé cuando lo vi.
Pasa las páginas y aparecen mapas de cuevas, zonas tachadas y amuletos de protección escrito por varias partes de la hoja.¿Cómo sabía Edmund todo eso?
–Benedict, esto es asombroso…¿Cómo sabía tu padre todo esto?
–No lo sé–dice sacudiendo la cabeza.
–¿Podríamos preguntar a tu madre? A lo mejor tiene más cuadernos o información.
–Seguro… pero creo que será mejor cuando sea de día.
Antes de responder nos levanta, como uno solo, como si no pesara nada y nos deposita otra vez en la cama.
–¡Benedict!–grito.
–¿Qué?–dice mirándome, con ojos pícaros–dijistes que querías descansar.
–Podía llegar por mi cuenta a la cama–digo aun entre sus brazos, sin intención de moverme.
–Y yo no quería separarme de ti otra vez.
–Benedict…no me separaré de ti–dije pasando mis manos por su rostro –. Estamos unidos.
–Pero tu madre nos podría hacer olvidar…otra vez o algo peor– me abraza con fuerza.
Me separo un poco para mirarlo a la cara.
–Benedict…sabes que cuando una sirena te besa os une para siempre, siempre nos encontraremos…aunque olvidemos– digo mientras me vuelvo a acurrucar otra vez en su pecho.
–¿Te uniste a mi?…pero si soy un simple humano tonto.
–Benedict, no eres eso y lo sabes–lo sacudo un poco desde mi posición.
–¿Cómo funciona exactamente esa unión?–acaricia mi pelo enmarañado despacio.
–Es como una corriente. Fluye en una dirección y siempre sigue su camino. En nuestra especie sentimos como una señal que nos guía a nuestra pareja. Se afianza la unión con un beso. Así que aunque esté más oscuro o en tormenta, sientes dónde se encuentra tu pareja para ayudarla en caso de peligro.
Se hace un silencio cálido después de mis palabras, suspendido entre los dos. Espero la indignación o enfado…ya que nunca le pregunté si quería estar unido a mi. Además ahora se que eso no ocurre con los humanos…
–Así que eso era lo que sentía contigo. Aunque no te conocía no podía evitar protegerte y estar pegado a ti
–¿Tú también lo sentiste?–digo con una sonrisa que no puedo evitar –¿no te molesta estar unido a mi? –preguntó con gran esperanza.
–Penelope, ni en mis sueños puedo merecerte, no seré yo quien te aparte de mi…ni loco– dice antes de abrazarme con fuerza.
Me derrito en su abrazo. No está enfadado. Save la verdad y aun quiere quedarse a mi lado. Porque, aunque portia nos persigue nos encontramos, otra vez contra todo pronóstico
Con ese pensamiento y en el calor de su abrazo caigo otra vez en un sueño profundo.