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「Tsubomi no yo una hana datte an janai」
“Hay flores que parecen capullos”
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[Pueblo Paleta, al día siguiente…] La cocina estaba parcialmente en silencio. Solo el viento moviendo las cortinas, la respiración de la dueña y el movimiento de la espátula contra el sartén. Ella miraba de vez en cuando al pasillo que llevaba a la puerta de entrada, esperando que un pequeño cuerpo de diez años entrara con su mochilita y una sonrisa. Hanako Delia Ketchum estaba preocupada. Satomi aún no había llegado de su pijamada. El día anterior, esa pequeña, con sus ojitos de Mareep a medio morir, le había rogado permiso para poder ir a una pijamada en la casa de una sus amiguitas. Y ella no pudo decir que no, sobre todo porque su pequeña Satomi muy pocas veces le pedía algo. Solo era una pijamada con alguien del pueblo. Incluso logro converse a su esposo de que la dejara ir. Su esposo, siempre había sido protector con su pequeña Satomi. Al contrario de los demás en el pueblo, él siempre había querido tener una niña, cuido con tan amor y cariño a su pequeña. Claro, se distancio un poco cuando Satomi empezó a crecer, pero era lo esperado. Pero siempre hacía lo posible de mantener a su niña alejada de los Pokémon. De esas malditas bestias violadoras de niñas. Agitó su cabeza, y golpeo sus mejillas. No quería pensar en eso. Volvió a mirar al pasillo. Nada. Satomi aun no regresa. Se mordió una uña con cierto miedo. Miro el sartén. La comida ya estaba, solo faltaba servirla y que su familia estuviera en su asiento. Pero su pequeña no estaba en casa. Apago la estufa con cuidado. Empezó a quitarse el delantal que llevaba puesto para no manchar su ropa de casa. —Cariño, voy por Satomi —dijo en voz alta. Escuchó movimiento desde la oficina de su esposo en el segundo piso. Después de que dejara ese sueño de ser entrenador Pokémon, empezó a ayudarle con la administración de su restaurante familiar y de igual forma él tenía un negocio aparte que le pagaba muy bien, aunque nunca le dice que hace exactamente. —¿Aun no regresa Satomi? —pregunto, bajando rápidamente las escaleras. Parecía molesto y preocupado. —No, aun no —negó suavemente. Pudo ver como él estrechaba los ojos. —Iré por ella. Tú sirve la comida mientras tanto. Solo pudo asentir mientras veía a Minoru salir de la casa con paso firme. Solo le tocó suspirar mientras volvía a la cocina para servir los platos. Soltó un suspiro. Por un descuido se le cayó la espátula. Solo le quedo echarla al lavadero y sacar otra del cajón. Se detuvo al ver esa pequeña notita de color azul doblada. La tomó, estaba maltratada ante las veces que fue desdoblada y doblada en el pasado. Volvió a desdoblarla, mirando las letras elegantes gastadas por el tiempo junto a unos cuantos números.「Llámame si me necesitas.
R.G.—」
Nunca lo necesito. Minoru ya le había explicado hace tiempo que ese hombre solo la veía como un juguete. Y ella creyó, porque Minoru no tenía razones para mentirle, y ese hombre de mirada seria y traje caro no tenía una razón para quererle. Volvió a doblar ese papel. Miró el bote de basura. Estaba por tirarlo al fin, de eliminar por fin a ese tipo de su vida por siempre. —No te preocupes, flor. Yo cuidare a Bellossom hasta que te des cuenta. Apretó los labios. Volvió a meter ese papel en el cajón. Respiro profundamente para volver con los platos con una espátula. No paso mucho para que la puerta de enfrente se abriera, pero fue cerrada de un portazo. Se giro para ver a su esposo, que parecía entre molesto y en pánico. —No está —susurro con un deje de pánico —. Satomi no está en esa casa. El vaso que estaba por poner en la mesa se le resbalo de la mano. El vidrio se esparció por las baldosas de la cocina. Su boca se abrió, pero ningún sonido salió de su boca.✿--------------------✿-----------------------✿
[Al norte de Kanto, Reino de Rota. Castillo de las camelias…] Las paredes de tapizado azul marino de las paredes en la oficina parecían más opacas ese día. Su mano sostenía sin fuerza alguna su pluma fuente con ese tinte café claro. Una tinta especial creada para reflejar sus ojos. Soltó un suspiro dejando la pluma en su base. Se recargo en su silla de cuero, cubriendo sus ojos con su antebrazo con una mueca de fastidio. Pudo sentir la presencia de su Pokémon, juzgándolo en silencio. Alzó su mano que no tapaba sus ojos para acariciar entre las orejas del Pokémon bípedo. Un tono de llamada le llamo la atención, era de su teléfono personal. Soltó un gruñido de fastidio. Solo su hermana y unos cuantos amigos tenían ese número. No estaba de ánimos para contestar, pero luego tampoco quería lidiar con la molestia de quien este llamando. Lo tomo y sin verlo contesto. —Aquí, Riley —murmuró. Escuchó una voz llorosa al otro lado de la llamada, una voz que le era conocida de hace más de 10 años —¡¿Delia?! —se reincorporo en su lugar como un resorte. Lucario, a su lado, puso los ojos en blanco y salió de la oficina con paso calmado —¿Q-qué paso? ¿Por qué estas llorando? —se quedó callado, escuchando atentamente a la mujer en la llamada. Sus ojos azules empezaron apagarse poco a poco ante la seriedad. Se puso de pie, empezando a mover algunas cosas de su escritorio. —Por favor, Delia, cálmate. Necesito especificaciones de tu hija. Nombre, altura, color de piel, tez, ojos. Dime todo lo que puedas, Delia —tomo una hoja blanca, con su pluma empezó a escribir lo que le estaba diciendo —. Bien, Delia. Escúchame. Dile al profesor Oak, y a la policía de ciudad Verde. Yo llevare unos cuantos hombres para la búsqueda, tardare un poco. Tomó su saco que estaba en el perchero. Sin dejar su teléfono empezó a colocárselo y tomar su cinturón con cinco Pokéballs. —No te preocupes, nos daremos prisa. Nos vemos —colgó. Se detuvo, mirando la pantalla de su teléfono. Desde hace más de 10 años había conservado ese número para que ella le llamara, que le dijera que se arrepentía de haberse entregado a ese hombre. Pero no, le llama porque su hija desapareció. Soltó una risa seca. Sin gracia real. El gran príncipe Riley Gen, del reino de Rota y descendiente de Sir Aaron, siendo un arrastrado por el aprecio de una mujer campesina. Miro su escritorio. Donde en un florero estaban unas dalias acompañadas de camelias, ambas de un rojo intenso. Salió de su oficina con cierta rapidez, sin querer mirar más las flores que nacieron de las semillas que una vez esa mujer le regalo y ha estado cultivando desde entonces.✿--------------------✿-----------------------✿
[Ciudad Verde,Gremio de Comercio Pokémon de Kanto (GCPK)] Ash contuvo un poco la respiración mientras entraba. Era un lugar común y corriente, casi hasta se parecía al laboratorio del profesor Oak, solo que más… minimalista y sin papeles en todos lados regados. Estaba por seguir a Yusei y los otros, pero Rally tomó su hombro, arrastrándolo con él hacia un escritorio. Ese estaba en medio, tenía un cartel verde oscuro con letras doradas en kantones y unoves “Informes” decían ambos. La mujer que estaba en el escritorio estaba ocupada con algunos papeles. Detrás de ella estaban unas cuantas carpetas, unas llaves, cajas con etiquetas que le eran difícil de leer desde su lugar, unas llaves, y algunas cosas que se parecían sospechosamente a una Pokédex. —¡Yuju! ¡Rose! —Rally llamo su atención con una sonrisa. La mujer, de cabello rubio cenizo, cortado en bob alzó la vista de su papeleo —¡Tenemos uno nuevo! —Genial —Rose soltó un suspiro, casi hasta parecía aliviada. Se giro para tomar unas cosas del mueble que estaba detrás suya —. Hemos estado cortos de personal desde ese encargo. —¿Encargo? —se atrevió a preguntar, mirando a Rally de reojo. Este agito la mano, restándole importancia. —Sucedió hace mucho, ya no importa. —Mira, lee atentamente esto —Rose le acerco un montón de papeles —. Estas son las normas y cláusulas que tenemos en el Gremio de Comercio de Pokémon de Kanto. Al igual que un 10% de tus ventas será retenido para tu seguro médico y de vida, fondo de pensión y fondo de perdidas. Y de igual manera se aplicará un 8% por el uso de nuestras instalaciones y nuestros equipos que te daremos de préstamo. Ash trago saliva, leyendo todas las letras del contrato que le estaban dando. Entrecerró los ojos cuando encontró algunas palabras junto a ciertos números con varios ceros. —Disculpe, esta parte del contracto… —murmuro alzando el contracto. Rose puso una mirada entre incomoda. —Bueno, eso será hablado con alguien más. Es un contrato aparte —Rose sonrió algo incomoda. Luego le paso una pluma de tinta azul —. Se te dará diez Pokéballs de regalo por iniciar, y de igual forma podrás reponer Pokéballs en las instalaciones de cada ciudad o ciertas rutas. El azabache asintió mientras miraba el formulario. Trago saliva mientras se inventaba una nueva firma. Un “Ash” con una “C” grande como si fuera parte de su apellido, aunque era en referencia a su Chespin. Escuchó como Rose dejaba en el escritorio una caja de cartón. —Aquí está tu kit de iniciación. 10 Pokéballs estándares, una pokédex, un pokégear donde se te informara de ventas, y algunas misiones de captura diarias, un mapa, un Pokévial que te ayudara en rutas largas, un diario, y algunas cosas de papelería. —Gra-gracias —murmuró. Tomó la caja antes de ser empujado suavemente detrás del escritorio. —¡Vamos, tenemos que sacarte una foto para tu licencia! —Rally dijo con una sonrisa, empujándolo hasta trastienda. Pikachu se quejó un poco, pero los siguió.✿--------------------✿-----------------------✿
Ya era tarde cuando termino de completar su licencia Pokémon y su historia de cuartada. Ash C., de diez años, nacido el 12 de mayo, padres muertos y originario de una comunidad que se esconde en el Bosque Verde. De igual forma le dieron dos cuentas bancarias, una para sus pagos por las batallas y la otra para sus ventas de Pokémon. Soltó un suspiro. Había sido un largo día, y ahora tenía que ir al centro Pokémon para recargar su Pokévial. Una clase de capsula que le permitía curar a sus Pokémon en su Pokéball, solo tenía que recargarlo en el centro Pokémon. De momento solo tiene acceso a una recarga, con el tiempo podrá tener más. —¿Piensas también retar a los gimnasios? —Yusei pregunto. Él y Rally se habían ofrecido de llevarlo al centro Pokémon al no saber cómo moverse por la ciudad. —No estoy seguro —admitió. Pudo sentir sus mejillas ponerse rojas. No había pensado tanto en un futuro. Solamente quiso escapar. Una pésima idea, ahora se da cuenta. —Bueno. Ve pensándolo —Yusei dijo deteniéndose frente a un edificio rojo con un letrero de Pokéball. Se giro un poco, para hablarle claramente —. Este es el centro Pokémon. Siempre son rojos. Los azules son las tiendas para entrenadores. Las puertas automáticas se abrieron apenas se colocaron frente de ellas. Ash tuvo un leve escalofrió ante el cambio de clima. En un mostrador, estaba una mujer de cabello rosado atado en dos coletas con un traje de enfermera blanco. Estaba hablando con tranquilidad con la oficial Jenny. Rally corrió hacia ellas con una sonrisa, interrumpiendo la conversación. —¡Oficial Jenny! ¡Enfermera Joy! —Oh, hola Rally —la de cabello rosado sonrió —. ¿Necesitas ayuda? —Si —se giró para señalar a Ash sin borrar su sonrisa —. Acaba de empezar como comerciante Pokémon. Así que… —Claro, entiendo —la enfermera Joy sonrió, ahora mirando al nuevo comerciante —. Permite tu Pokévial. —Gracias, y lo siento —Ash murmuró, pasando la capsula con las mejillas rojas por la vergüenza. Satomi no estaba acostumbrada a llamar la atención de esa forma. Tomó un respiro profundo. Ash debería a aprender a tener los ojos de las personas encima. —Sera mejor que me vaya —Jenny suspiro un poco, luego hizo una cara de sufrimiento —. Oh ese maldito de Ushio empiece con su maldita cháchara. ¡Adiós, Yusei! La enfermera Joy le regalo una sonrisa dulce, viendo como su compañera se iba con pasos algo apresurados, pero aun así alcanzo a saludar al chico que estaba en el teléfono del recibidor. Pikachu se subió a su hombro, su nariz moviéndose de forma rítmica. La enfermera Joy se rio un poco cuando le entrego el Pokévial. —Parece que alguien noto que hay hembras —Joy bromeo. Acarició la cabeza de Pikachu con calma, antes de mirar a Ash —. ¿Piensas entrar a la liga? Aquí te puedes registrar. —Yo… —dudo un poco. Luego en un susurro admitió —La verdad es que aún no me decido. —No te preocupes, hay muchos caminos que elegir. Así es el mundo Pokémon —Yusei al fin se acercó con una sonrisa calmada —. ¿Aun tienes habitaciones disponibles? —Si, ¿las de siempre? —Por favor. —¡Ah! —Ash dio un pequeño brinco —Y-yo también quiero reservar una habitación, por favor. La enfermera Joy asintió con su sonrisa, luego suspiro. —Tomen asiento, chicos. Chansey dejo las tarjetas electrónicas en otro lado. —¡Ok! —Rally sonrió antes de jalar a Ash hacia los sofás que había en el lugar. Yusei los siguió con paso lento, como si quisiera guardar energía. Ash soltó un suspiro mientras se sentaba con calma en el sofá verde. Pikachu siguió mirando hacia el interior del lugar, como si esperaba que una Pikachu hembra saliera de allí. Negó con una sonrisa divertida. Antes de alzar la vista notando un cuadro con cuatro piedras talladas como mosaicos de diferentes colores. Rojo, azul, verde y amarillo. Los primeros tres eran aves, y el ultimo era un gran perro. Sintió una leve presión en su pecho. Una melodía en su cabeza sonó. —¡Oh! —Rally lo saco del leve transe —¡Esos son los Pokémon legendarios de Kanto! —¿Pokémon legendarios? —frunció un poco el ceño, se quedó mirando el cuadro —¿No se supone que solo son tres aves? —Si —Yusei asintió —. Pero antiguamente se creía que Arcanine era un Pokémon legendario ya que era difícil conseguir que evolucionara. Al igual que en la antigua Sinnoh era un señorial. Por eso aun hoy en día se tiene como categoría Leyenda. —Ya veo… —susurró mirando aun el cuadro. Tenía un brillo mágico. Casi místico. Abrió la boca cuando escucho la voz de la oficial Jenny desde los altavoces de la ciudad, algo sobre ladrones Pokémon. Sintió a Yusei tirarse sobre ellos justo cuando los tragaluces fueron atravesados por algo. No pudo evitar gritar. Su grito se asemejo a un grito de niña. Humo denso y pesado los cubrió. Yusei las cubrió aún más, impidiendo que el humo llegara aún más en sus pulmones. Sintió lágrimas en los ojos. Sus manos temblaban, aferrándose a la camisa del mayor. Entonces dos voces empezaron a oírse, casi hasta parecía que estaban recitando un poema. —Para proteger al mundo de la devastación —pudo reconocer que esa voz era de mujer. Sintió como Yusei estaba llevando una de sus manos a su cinturón, donde estaban sus Pokéballs sujetas. Pikachu, enterrado en su pecho, soltó un pequeño gruñido. —Para unir los pueblos dentro de nuestra nación —esa fue una voz masculina. Trago saliva, sintiendo como Yusei se ponía de cuclillas poco a poco, pero aun cubriéndolas con su cuerpo. —Para denunciar los males de la verdad y el amor. —Para extender nuestro reino a las estrellas. Yusei por fin se acomodó, sosteniendo una Pokéball de diseño rosado. Miro frente suya. Donde figuras envueltas por el humo se dejaban ver con un uniforme blanco con una gran R roja en el pecho y guantes largos negros. —Musashi —la mujer, de cabello magenta peinado de manera extravagante, sonrió con arrogancia. Y con… una micro falda. —Y yo soy Kojiro —el hombre, de cabello azul claro, sostenía una rosa entre sus dedos enguatados. Dio un pequeño jadeo. Una… rosa… Un sabor amargo se instaló en su boca. —¡El equipo Rocket viajando a la velocidad de la luz! —¡Meowth, así es! Un Meowth… parlante. —¿Ese Meowth hablo? —Yusei parpadeo, igual de sorprendido que los demás. Pudo escuchar a la enfermera romper algo de vidrio antes de que una alarma sonara junto a una luz roja parpadeante. Ash miro sobre el hombro como Yusei arrojo la Pokeball que había tenido en la mano, dejando libre a… ¿una bolsa de basura? Ekans y Koffing se abalanzaron hacía Yusei, antes de que la bolsa de basura se interpusiera recibiendo de frente los dos ataques. Casi fue empujado por otros entrenadores que bajaron por las escaleras. Todos empujando hacia la parte trasera del centro Pokémon con desesperación. Perdió de vista a Yusei y a Rally entre el mar de entrenadores. Solo pudo seguir a la multitud, sosteniendo entre sus brazos a Pikachu. Terminaron en un almacén con varias Pokéballs. Quedo en el fondo de todos los tipos, solo había unos cuantos de la edad de Yusei, la mayoría era de su edad. Se tensó cuando escucho la voz molesta de Shigeru. Bajo la solapa de la gorra que Alain le había dado, esperando que no la reconociera. Se alejo de donde provenía esa voz. Un fuerte golpe en la puerta hizo que todos se quedaran en silencio. Luego la luz se fue. La enfermera Joy estaba moviendo algunas cosas en un computador, antes de escuchar un repetido “Pika pika, pika, pika” y la luz volvió. Pikachu se movió en sus brazos, moviendo su nariz. —Por suerte tenemos nuestra reserva de energía Pika. Se movió un poco para ver lo que estaba pasando en otra habitación. Por lo menos unos quince Pikachus estaban en una transportadora circular, corriendo mientras dejaban salir algo de energía hacia el interior de algo parecido a un embudo. Escuchó a la enfermera Joy moverse, y luego las Pokéballs eran tomadas por unas manos robóticas para ser dejadas en una transportadora que las llevo a un teletransportador de Pokéballs. Otro golpe. Ahora en la puerta. Todos gritaron cuando una estrella marina cruzó la puerta y se clavó cerca de la cabeza de alguien. Otro entrenador tomó al Staryu, intentando sacarlo de la pared. Ekans fue el siguiente en entrar. Soltó a Pikachu que ataco a la serpiente con un ataque rápido que logro sacarlo del almacén. Siguió a su Pokémon, tanto para darle ordenes de como pelear, como para que Shigeru no se dé cuenta de su identidad. En el pasillo, Ekans abría la boca tan grande como para tragarse al tipo eléctrico. Pikachu usaba ataque rápido para esquivar. Parece que el entrenamiento que tuvieron en la ruta 1 sirvió de algo. Aunque puede que también sean instintos de supervivencia. —¡Pikachu, onda trueno! El roedor se detuvo, dejando que el tipo veneno se acercara lo suficiente para las ondas eléctricas lo alcanzara, dejándolo paralizado. —¡Ataque rápido! El cuerpo de Pikachu brillo un poco antes de correr y darle un fuerte golpe a la serpiente en un costado. Golpeo una de las paredes del pasillo. Dejo libre a Chespin, quien le miro confundido. —Toma a Ekans con látigo cepa. Tenemos que regresárselo a sus entrenadores —dijo con calma antes de empezar a correr en dirección a donde habían pasado antes.✿--------------------✿-----------------------✿
Yusei soltó un gruñido. Su Staryu había ido detrás del Ekans luego de que este le mordiera el hombro. Trubbish estaba al frente, mirando fijamente al Koffing enemigo, en espera de que haga algún movimiento en contra. Musashi y Koijiro estaban frente a frente, con una sonrisa burlona digna del Meowth parlante a sus pies. Ese gato valdría mucho… Cerro los ojos. Debería concentrarse. —¡Ches pin! Todos miraron hacia el grito. Chespin tenía al Ekans entre sus lianas, dándole vueltas sobre su cabeza antes de arrojárselo al Equipo Rocket. Cayó en la cara de Musashi. —¡¿Cómo te…?! —¡Pikachu, impactrueno! —la voz suave de Ash resonó con fuerza. El roedor amarillo saltó al aire antes de soltar una descarga eléctrica. Parpadeo. Koffing estaba soltando gas tanto por sus ataques anteriores como por instintos de supervivencia. Abrió los ojos. Corrió hacía Ash, tumbándolo al suelo con su cuerpo. Saco a su cuarto Pokémon, un Kirlia, que uso protección apenas salió. La explosión llegó rápido. Pedazos de escombros cayeron en el domo de protección. Abrazó con fuerza a Ash. Cuando salgan de esa, tendría una larga charla con Ash sobre los instintos de supervivencia de ciertos Pokémon y que ataques no usar.