ID de la obra: 802

Fate: Gremory [Remake]

Het
G
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Emparejamientos y personajes:
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planificada Mini, escritos 182 páginas, 57.718 palabras, 18 capítulos
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Capítulo 2

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Capítulo 2 El cielo sobre la isla deshabitada se oscurecía mientras nubes pesadas se arremolinaban, anunciando una tormenta inminente. El sonido de las olas golpeando las rocas cercanas llenaba el aire, pero en el centro de un claro, lejos de las costas, el rugido del viento no era rival para los ecos de golpes rápidos y contundentes. Sengo (Senji Muramasa) se mantenía firme en su posición, su cuerpo relajado pero listo para cualquier ataque. Sus ojos rojos brillaban con intensidad, estudiando a su oponente: una joven de cabello dorado y ojos violetas, Saigou Izayoi. La niña respiraba profundamente, con los puños levantados, mientras una leve sonrisa cruzaba su rostro. "¿Es todo lo que tienes, Izayoi?" preguntó Sengo, sin molestarse en ocultar el desafío en su tono. Izayoi resopló, dando un paso hacia adelante. "¡Apenas estamos comenzando!" Con un movimiento explosivo, la joven cerró la distancia entre ambos. Su primer ataque fue un golpe directo al pecho de Sengo, seguido de un rápido giro para lanzar una patada ascendente. Sin embargo, Sengo anticipó ambos movimientos con facilidad, esquivando el puño y deteniendo la patada con su antebrazo. "Tu velocidad ha mejorado," comentó Sengo, dando un paso lateral para desviar un segundo golpe. "Pero todavía eres demasiado predecible." Izayoi apretó los dientes, retrocediendo momentáneamente para reconfigurar su postura. "¡Eso lo veremos!" La tormenta comenzó a desatarse sobre ellos, y las primeras gotas de lluvia hicieron que el suelo adquiriera un brillo resbaladizo. Sin embargo, ninguno de los dos mostró signos de detenerse. Izayoi cargó nuevamente, utilizando una combinación de golpes rápidos dirigidos al torso y la cabeza de Sengo. Él, manteniendo su característica calma, bloqueaba y desviaba cada ataque con precisión, como si su cuerpo se moviera antes de que su mente lo decidiera. "Concentra tu energía, Izayoi," dijo, desviando un gancho derecho con la palma abierta. "No desperdicies fuerza en ataques inútiles." Izayoi gruñó y giró sobre sí misma, lanzando una patada lateral que Sengo apenas logró esquivar inclinándose hacia atrás. La patada rozó su mejilla, pero eso pareció satisfacer a la niña. "¿Eso fue un golpe? Pensé que eras más rápida," dijo Sengo con una sonrisa burlona. "¡Cállate y pelea en serio!" gritó Izayoi, su frustración evidente. Izayoi cambió de estrategia, retrocediendo lo suficiente como para crear espacio. Cerró los ojos por un momento, concentrando su respiración, y cuando los abrió, había un brillo nuevo en sus ojos violetas. Sengo lo notó y su expresión cambió: estaba alerta. Sin previo aviso, Izayoi se lanzó hacia adelante con una velocidad que antes no había mostrado. Su puño se estrelló contra la palma de Sengo, quien lo detuvo con esfuerzo, pero la fuerza detrás del ataque lo obligó a retroceder por primera vez. "Eso está mejor," murmuró Sengo, ajustando su postura. Izayoi no perdió el ritmo y continuó su ofensiva. Lanzó una serie de golpes bajos y altos, mezclados con barridos y patadas giratorias. Sengo bloqueaba, esquivaba y contrarrestaba, pero cada movimiento era más desafiante que el anterior. "¡Ahora sí te tengo!" gritó Izayoi mientras lanzaba un golpe al abdomen de Sengo, solo para que él desviara su ataque en el último segundo, agarrando su muñeca. "Demasiado confiada," dijo con calma, girando su cuerpo para lanzarla al suelo con un movimiento fluido. Izayoi cayó de espaldas, pero rodó rápidamente para levantarse, limpiando el barro de su rostro con un brazo. "¡Otra vez! No he terminado." Sengo se cruzó de brazos, observándola con interés. "Eso es lo que quiero ver. Determinación." La lluvia caía con fuerza ahora, empapando a ambos combatientes. La tierra bajo sus pies se volvía resbaladiza, pero ninguno se detenía. Izayoi lanzó otro ataque, esta vez apuntando a las piernas de Sengo con un barrido. Cuando él saltó para evitarlo, ella giró sobre sí misma, utilizando el impulso para lanzar una patada al aire que conectó ligeramente con su costado. Sengo aterrizó con gracia, pero su sonrisa indicaba que estaba impresionado. "Eso fue inesperado. Sigues mejorando." Izayoi sonrió, jadeando por el esfuerzo. "Solo dame más tiempo... y te superaré." Sengo se rió entre dientes, adoptando una postura baja. "¿Superarme? Entonces tendrás que esforzarte más. Vamos, muéstrame lo que tienes." Con eso, los dos volvieron a enfrentarse, sus movimientos aumentando en velocidad y ferocidad. Aunque era un entrenamiento, la intensidad del combate era digna de una verdadera pelea, y cada impacto resonaba como un trueno en la isla desierta. » ━━━━━━ « ♔ » ━━━━━━ « El aire en Takamagahara estaba impregnado de un extraño silencio. Los campos sagrados, testigos de la aplastante victoria de Izayoi Saigou sobre los dioses sintoístas, permanecían inmóviles, como si el mismo cielo hubiera quedado atónito por la demostración de fuerza de la joven. La brisa fresca acariciaba los mechones dorados de Izayoi, mientras ella caminaba junto a Senji, sus pasos resonando en la hierba aplastada. "Bueno, supongo que eso fue divertido," comentó Izayoi, girando ligeramente su cabeza hacia su mentor. Una sonrisa astuta jugaba en sus labios. "Aunque esperaba un poco más de emoción. Estos dioses no son tan impresionantes como los rumores dicen." Senji dejó escapar un leve suspiro, aunque la diversión era evidente en su tono. "Tal vez deberías aprender a moderar tus expectativas. No todo el mundo puede igualar tus estándares... ni tus puños." Izayoi rió suavemente, entrelazando sus manos detrás de la cabeza mientras seguía caminando. "Supongo que eso significa que soy increíble. ¿Debería empezar a cobrar tarifas por cada dios derrotado?" "Si haces eso, te quedarás sin oponentes," respondió Senji con una sonrisa, mirando hacia el horizonte. "Aunque debo admitir que fue bastante entretenido verte pelear." La joven giró rápidamente para caminar de espaldas, sus ojos violetas brillando con picardía. "¿Entretenido? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? Vamos, Senji, admítelo: te impresioné." Senji la observó en silencio por un momento, antes de encogerse de hombros. "Tal vez un poco," admitió finalmente, aunque el brillo en sus ojos revelaba más de lo que sus palabras decían. Izayoi rió de nuevo, disfrutando del momento. "Sabía que no podías resistirte. Muy bien, ahora que hemos terminado aquí, ¿qué sigue? Porque si vamos al aeropuerto directamente, me voy a morir de aburrimiento." . . . El camino de regreso los llevó a un pequeño pueblo cerca del límite de Takamagahara, un lugar tranquilo con calles empedradas y casas tradicionales adornadas con faroles rojos y blancos. Los sonidos de risas y conversaciones llenaban el aire, mezclados con el aroma de comida recién preparada que hacía rugir el estómago de Izayoi. "¿Qué tal si hacemos una parada aquí?" sugirió ella, su tono lleno de entusiasmo. "Necesito recargar energías después de tanta acción." "¿Recargar energías?" repitió Senji con una ceja levantada. "Pensé que apenas habías calentado." "¡Exactamente! Lo cual significa que todavía tengo espacio para comer todo lo que pueda," declaró Izayoi con orgullo, señalando un restaurante tradicional al final de la calle. Sin esperar respuesta, la joven lo arrastró hacia el establecimiento, un lugar acogedor con mesas bajas y una decoración sencilla pero encantadora. Apenas se sentaron, Izayoi comenzó a ordenar una cantidad absurda de comida: ramen, sushi, tempura, onigiri y hasta un plato especial de la casa. "¿Tienes intención de comer todo eso tú sola?" preguntó Senji, inclinándose hacia atrás mientras la observaba con una mezcla de diversión y resignación. "Por supuesto," respondió Izayoi sin dudarlo. "No querrás que me quede con hambre, ¿verdad?" Senji dejó escapar una risa suave y negó con la cabeza. "Haz lo que quieras. Solo no te quejes si te quedas sin espacio para el postre." Mientras Izayoi devoraba su comida con entusiasmo, Senji se permitió un momento para observarla. Había algo fascinante en su energía inagotable, en cómo podía pasar de ser una fuerza imparable en combate a una joven despreocupada que disfrutaba de las cosas simples de la vida. Era un recordatorio de lo lejos que había llegado, y de lo lejos que todavía podía ir. "¿Qué estás mirando?" preguntó Izayoi, notando su mirada. Su tono era casual, pero había un ligero matiz de curiosidad. "Solo pensando," respondió Senji, tomando un sorbo de té. "Eres un caos, Izayoi, pero un caos necesario." Ella lo miró con los ojos entrecerrados, pero una sonrisa se formó en sus labios. "Eso suena como un cumplido. ¿Estás bien, Senji? Normalmente no eres tan sentimental." "Quizás la atmósfera me está afectando," respondió él con un tono despreocupado, aunque no negó su comentario. Izayoi se encogió de hombros y volvió a concentrarse en su comida, dejando que el momento pasara sin mayor comentario. Para ella, las palabras de Senji eran un recordatorio de que, aunque su relación era a menudo de desafíos y bromas, también había un profundo respeto mutuo que los unía. Después de llenar su estómago con una cantidad impresionante de comida, Izayoi salió del restaurante con una sonrisa satisfecha, estirándose bajo la luz cálida del atardecer. Senji, caminando a su lado, parecía igual de relajado, aunque mucho más moderado en su comportamiento. "Bueno, creo que estoy lista para lo que venga después," declaró Izayoi, mirando hacia el cielo. "Espero que sea algo emocionante. No me gustan los viajes aburridos." "Paciencia, Izayoi," respondió Senji, metiendo las manos en los bolsillos. "A veces, el descanso es tan importante como la acción. Aprende a disfrutarlo." Ella lo miró de reojo, frunciendo el ceño ligeramente. "Eso suena como algo que diría un viejo que no quiere moverse." Senji dejó escapar una risa breve, sacudiendo la cabeza. "Es algo que diría un mentor que sabe cuándo una alumna necesita aprender a dosificar su energía." Izayoi resopló, pero no discutió. A pesar de su confianza y fuerza, había aprendido a reconocer la sabiduría detrás de las palabras de Senji, incluso si a menudo le gustaba cuestionarlas por diversión. El camino hacia el aeropuerto los llevó por un sendero tranquilo a las afueras del pueblo, donde el atardecer pintaba el horizonte con tonos cálidos. Mientras caminaban, la relación entre ambos se manifestaba en el silencio cómodo que compartían. No necesitaban palabras para entender que su conexión iba más allá del entrenamiento; era un vínculo formado por la disciplina y el respeto mutuo entre mentor y alumna. Senji la observó de reojo mientras caminaban, notando la energía vibrante que aún irradiaba a pesar de su agotador día. "Lo hiciste bien hoy, Izayoi," dijo finalmente, rompiendo el silencio. La joven se giró hacia él, sorprendida por el elogio. Aunque a menudo bromeaba con sus habilidades, los comentarios sinceros de Senji siempre tenían un peso especial. "¿Eso fue un cumplido? Debería anotarlo, no sucede todos los días." "Disfrútalo mientras dure," replicó él con una leve sonrisa. "No planeo hacerlo un hábito." Ambos rieron suavemente, el sonido mezclándose con el susurro del viento y el canto lejano de los grillos. Mientras continuaban su camino, Izayoi no pudo evitar sentir una chispa de anticipación por lo que vendría después. Con Senji como guía, sabía que los desafíos solo se volverían más grandes, pero también sabía que estaba lista para enfrentarlos. El sol terminó de hundirse en el horizonte, dejando el cielo cubierto de estrellas mientras los dos avanzaban hacia su próximo destino, dejando atrás Takamagahara como un campo conquistado y una lección más en su viaje. » ━━━━━━ « ♔ » ━━━━━━ « El territorio Gremory, conocido por sus paisajes vastos y majestuosos, resplandecía bajo un cielo carmesí, con las torres del castillo familiar proyectando largas sombras sobre los jardines perfectamente cuidados. En un salón abierto con vista al horizonte, cuatro jóvenes demonios estaban reunidos, relajados en un espacio que contrastaba con sus imponentes ambiciones. Rias Gremory, la más joven del grupo, descansaba cómodamente en un sillón, su largo cabello rojo cayendo en suaves ondas sobre sus hombros. Con una copa de té en la mano, observaba a los otros con una sonrisa serena, dejando que la conversación fluya. A su lado, Alexander Gremory, su hermano mayor, estaba sentado con los brazos cruzados, su cabello carmesí y sus ojos violetas reflejando una intensidad tranquila. A pesar de su postura relajada, la energía a su alrededor era palpable, como si estuviera listo para levantarse y liderar en cualquier momento. Frente a ellos, Esdeath Leviathan se inclinaba hacia atrás en su silla, con su cabello celeste brillando bajo la luz tenue de las lámparas mágicas. La hija de Serafall sostenía un vaso de cristal con hielo, girándolo lentamente mientras una sonrisa ligera pero peligrosa jugaba en sus labios. A su lado, Sairaorg Bael, el heredero del clan Bael y primo de Rias y Alexander, estaba sentado con una postura erguida, sus músculos tensos incluso en reposo, y una expresión serena pero intensa que hacía eco de su reputación como un guerrero feroz. La conversación, hasta ese momento, había sido ligera, un intercambio de anécdotas y bromas familiares. "Así que, Rias," comenzó Sairaorg, su voz profunda rompiendo el murmullo del ambiente. "¿Cuánto tiempo planeas quedarte al margen antes de empezar a tomarte las cosas en serio?" Rias levantó una ceja, claramente intrigada. "¿Al margen? Por si no lo recuerdas, Sairaorg, no todos nacemos con una obsesión por entrenar hasta que nuestros cuerpos se colapsen." "Quizás deberías intentarlo," replicó él con una sonrisa retadora. "Te sorprendería lo que puedes lograr cuando te esfuerzas más allá de tus límites." Esdeath rió suavemente, levantando su vaso. "Vamos, Sairaorg, no seas tan duro con ella. No todos tienen tu talento para convertir cada conversación en un desafío físico." "Esdeath tiene razón," intervino Alexander, inclinándose hacia adelante. "Además, el verdadero campo de batalla para nosotros no será solo el físico. Si queremos llegar al Top 10 de los Rating Games, necesitaremos más que fuerza bruta." El aire en la habitación cambió ligeramente con esa declaración. Los Rating Games no eran un tema trivial, y cada uno de ellos sabía que alcanzar el Top 10 no era solo un símbolo de prestigio, sino una afirmación de supremacía en el Inframundo. "Los Rating Games," murmuró Esdeath, su sonrisa desapareciendo mientras sus ojos celestes adquirían un brillo helado. "El lugar donde los nombres se forjan... y también se destruyen." Sairaorg asintió, cruzando los brazos sobre su pecho. "Es exactamente por eso que estoy entrenando como lo hago. No planeo ser otro noble mimado que dependa de su apellido. Si voy a conquistar ese escenario, será con mi fuerza, no con mi linaje." "Lo mismo aplica para mí," dijo Alexander, su tono firme. "Aunque soy un Gremory, no me interesa esconderme detrás de nuestro nombre. Quiero que el Inframundo me respete por lo que soy, no por de dónde vengo." Rias los observó a ambos, su sonrisa ligera dando paso a una expresión más seria. "¿Y si fallamos? ¿Si no logramos llegar tan lejos como creemos que podemos?" "Entonces nos levantamos y lo intentamos de nuevo," respondió Alexander sin dudar. "El fracaso solo es el fin si decides que lo sea." Esdeath giró su vaso de cristal, observando cómo el hielo tintineaba suavemente. "El fracaso no es una opción para nosotros. Los cuatro estamos destinados a cosas grandes. Lo sabemos, y el Inframundo lo sabrá también." Rias suspiró y se recostó, dejando que las palabras de sus compañeros se asentaran en el aire. "Supongo que eso significa que no puedo seguir descansando, ¿verdad? No querría quedarme atrás cuando ustedes se estén pavoneando en la cima." "Finalmente, algo de espíritu competitivo," bromeó Sairaorg, inclinándose hacia adelante con una sonrisa. "Quizás haya esperanza para ti después de todo, prima." La conversación continuó, deslizándose entre bromas y estrategias, pero una cosa quedó clara: los cuatro compartían un objetivo común, uno que los empujaba más allá de sus límites. Aunque cada uno tenía su propio enfoque y estilo, la ambición de alcanzar el Top 10 de los Rating Games los unía de una manera que pocos podrían entender. Mientras la noche avanzaba, las luces del castillo Gremory se reflejaban en el cielo carmesí, y el sonido de risas y palabras resonaba en el salón. Aunque el camino que tenían delante era arduo y lleno de incertidumbre, los cuatro jóvenes sabían que estaban destinados a dejar una marca en el Inframundo, no como herederos de sus familias, sino como monstruos que redefinirían lo que significaba ser un demonio. Historia Paralela: ¿Pareja? Era un día típico en la Preparatoria de Kioto. Senji Muramasa, conocido por su estricta disciplina como maestro de Educación Física de la Clase 2 "A", se encontraba en la cancha de deportes, dando indicaciones a sus estudiantes. Con su expresión seria y su ropa deportiva habitual, Senji imponía respeto (y un poco de temor) entre los alumnos. Todo transcurría con normalidad, hasta que la rutina fue interrumpida por una nueva "rival" inesperada. Hace apenas unos días, Serafall Leviathan, o mejor conocida como Serafall Shitori en el mundo humano, había ingresado al instituto como la nueva maestra de Educación Física de la Clase 2 "B". Con su largo cabello negro recogido en un elegante moño bajo, vestida con ropa deportiva que complementaba su carisma natural, Serafall se ganó rápidamente el cariño de los estudiantes. Desde su llegada, no había pasado un día sin que ella encontrara alguna excusa para acercarse a Senji, llamándolo con un apodo que él no soportaba. "¡Senji-chan~!", canturreó Serafall desde el otro lado del pasillo, haciendo que Senji se tensara al instante. El pasillo se llenó de susurros y risitas de los estudiantes. Era difícil ignorar cómo Serafall había capturado la atención de todos. Ella se le acercó con una sonrisa juguetona y mirándolo con esos ojos brillantes que parecían esconder siempre una travesura. "Senji-chan, ¿no te gustaría ser mi Reina?", le preguntó con voz suave, inclinándose hacia él, lo suficiente para que su perfume dulce lo envolviera. Senji apretó los dientes, claramente molesto. "Ya te dije que no", respondió con firmeza, cruzando los brazos. Su voz resonó por todo el pasillo, y los estudiantes estallaron en una serie de murmullos y exclamaciones. "¡¿Qué?! ¿Rechazó a Serafall-sensei?" "¡No puede ser! ¡Parecen hechos el uno para el otro!" "¡Vamos, Senji-sensei, dale una oportunidad!" Senji frunció el ceño mientras se alejaba rápidamente, tratando de ignorar los gritos de los estudiantes que romantizaban una relación que, para él, no existía en absoluto. Sin embargo, a los ojos de los estudiantes, solo veían una comedia romántica a punto de florecer. Más tarde, en la cancha de deportes, ambas clases se encontraban reunidas para una sesión conjunta. Los estudiantes estaban emocionados, especialmente porque sabían que sus maestros favoritos estarían presentes. Senji, intentando mantenerse enfocado, daba instrucciones a su grupo cuando escuchó la voz alegre de Serafall acercándose. "¡Senji-chan~!", lo llamó, ignorando por completo su expresión de fastidio. "Estaba pensando... ¿qué tal si jugamos un partido de básquetbol? Tú contra mí. Así podríamos ver cuál clase es la mejor, la 2 'A' o la 2 'B'." Senji se giró hacia ella, atrapando la pelota que Serafall le había lanzado. Dudó por un momento, sin querer ser arrastrado a sus juegos. "No estoy aquí para jugar, Serafall-sensei." "¡Oh, vamos, Senji-chan~! Los estudiantes quieren ver a sus maestros en acción, ¿verdad?", dijo ella con un guiño, mientras los estudiantes comenzaban a corear sus nombres. "¡Senji-sensei! ¡Serafall-sensei! ¡Partido, partido!" Con un suspiro resignado, Senji finalmente aceptó, incapaz de resistir la presión de los estudiantes. "Está bien. Pero solo un partido", dijo, mirando a Serafall con una mirada desafiante. El partido comenzó con una tensión palpable. Senji y Serafall se enfrentaron como si fueran dos rivales eternos. Desde el primer saque, quedó claro que ambos eran extraordinarios en términos de habilidad y destreza física. Serafall mostraba una agilidad asombrosa, moviéndose con elegancia y rapidez, mientras que Senji, con su fuerza y precisión, bloqueaba cada intento de anotación. Los estudiantes observaban boquiabiertos mientras los maestros se desplazaban por la cancha como si fuera una coreografía perfecta. A medida que pasaba el tiempo, ninguno de los dos había logrado anotar un solo punto. El marcador seguía en cero a cero, lo que hacía que el partido fuera aún más emocionante para los espectadores. "¡Increíble! ¡No puedo creer que estén empatados!" "¡Es como si estuvieran hechos el uno para el otro!" "¡Vamos, Senji-sensei, no te rindas!" Finalmente, sonó el silbato, indicando el fin del juego. El resultado fue un empate perfecto, cero a cero. Serafall, jadeando ligeramente, pero con una sonrisa triunfante, se acercó a Senji. "Debo decirlo, Senji-chan. Eres mejor de lo que esperaba." Senji simplemente la miró, intentando no mostrar su frustración. "Tú tampoco estás tan mal… para ser nueva en esto." Los estudiantes estallaron en aplausos y vítores, interpretando la escena como un momento romántico. "¡Kyaa! ¡Están coqueteando!" "¡Senji-sensei y Serafall-sensei son la pareja ideal!" "Nos veremos en la próxima clase, Senji-chan~," bromeó Serafall, dándole una palmadita en el hombro antes de alejarse con una risita, dejando a Senji con el ceño fruncido y rodeado de estudiantes que no dejaban de murmurar sobre su "romance".
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