ID de la obra: 802

Fate: Gremory [Remake]

Het
G
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Emparejamientos y personajes:
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planificada Mini, escritos 182 páginas, 57.718 palabras, 18 capítulos
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Capítulo 14

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Capítulo 14 Issei Hyoudou, con su Boosted Gear envuelto en su brazo izquierdo, se enfrentaba a una pelea surrealista. El niño albino lo estaba humillando sin esfuerzo alguno. No importaba cómo atacara, ni siquiera cuando intentaba aprovechar una supuesta guardia baja. Sus golpes jamás encontraban su objetivo. Cada intento terminaba en un fracaso absoluto. Era frustrante. Desesperante. “¡Ugh!” En un último intento, encontró lo que parecía ser una apertura. "¡Esta es mi oportunidad!" Se lanzó con todas sus fuerzas, su puño envuelto en la garra roja listo para impactar… Pero en el instante en que creyó que lo había conseguido… “Tch. Lento.” Un destello. Un impacto brutal en su barbilla. “¡Guh!” El mundo giró salvajemente mientras su cuerpo era lanzado hacia atrás sin que pudiera reaccionar. Su espalda golpeó el suelo con un estruendo seco. Apenas tuvo tiempo de procesarlo. "¿Qué… qué fue eso…?" Parpadeó repetidamente, su visión borrosa, tratando de enfocar lo que acababa de suceder. Ni siquiera vio el ataque. Pero lo sintió. Una patada devastadora lo había alcanzado antes de que su mente pudiera reaccionar. Cuando finalmente pudo ver con claridad, el niño albino seguía allí, observándolo sin emoción alguna. “Te lo dije. Eres lento.” Su tono no tenía burla ni arrogancia. Era simplemente la verdad. Y eso era peor que cualquier humillación. Issei apretó los dientes. Su cuerpo temblaba por el impacto, pero más que eso… era su orgullo lo que dolía. Se puso de pie con esfuerzo, sus piernas tambaleándose levemente. "No… no voy a rendirme…" Apretó los puños, sintiendo la energía fluyendo por su brazo izquierdo. El Boosted Gear brilló tenuemente. El dragón dentro de él había despertado. Ahora, solo tenía que aprender a controlarlo. … Issei respiraba con dificultad. Su cuerpo temblaba, pero sus piernas se mantenían firmes. El dolor era insoportable. Cada músculo le gritaba que se rindiera, que cayera al suelo y se acabara esta pesadilla. Pero él se negó. El niño albino lo observó con calma. Sin rastro de esfuerzo, sin una pizca de cansancio. Entonces, inclinó ligeramente la cabeza y murmuró: "Supongo que debería ponerme un poco más serio." Issei sintió un escalofrío recorrerle la espalda. De repente, el niño desapareció de su vista. "¿Dónde—?" Antes de que pudiera reaccionar, una ráfaga de golpes lo impactó desde todas las direcciones. "¡Boost! ¡Boost!" El sonido metálico de su Boosted Gear resonó en la zona mientras la energía dentro de Issei aumentaba exponencialmente. "¡Vamos! ¡Solo tengo que golpearlo una vez!" Con toda su fuerza, se lanzó hacia adelante con un puño cargado de poder… Pero en el instante en que intentó moverse… Las patadas llegaron. Una. Dos. Tres. Cuatro. Demasiado rápido. Demasiado fuerte. Issei no podía ver nada. Solo sentía los impactos una y otra vez. Cada golpe le robaba el aire. Cada patada lo hundía más en el abismo del dolor. "¿Cómo demonios… se supone que debo pelear contra esto?" Su mente colapsó. Su visión se volvió borrosa. Y en un último instante de conciencia… Cayó de rodillas. Luego, todo se volvió negro. El niño albino suspiró al ver al adolescente desplomarse, inconsciente por la brutal ráfaga de golpes que había recibido. Ni siquiera se molestó en comprobar si seguía consciente. Era evidente que ya no podía seguir. En ese momento, una voz monótona rompió el silencio. “El nuevo Sekiryuutei está mejorando.” El niño giró ligeramente la cabeza y vio a la niña de cabello oscuro de pie en la distancia. Sus ojos inexpresivos estaban fijos en el cuerpo de Issei. “Apenas ha pasado un día desde que comenzaste a entrenarlo, y su resistencia ya es notable. Aguantar una hora de tus golpes débiles… no está mal.” El albino no respondió de inmediato. Solo miró a Issei tirado en el suelo, inmóvil, como si estuviera considerando las palabras de la niña. Finalmente, exhaló con indiferencia. “… Sí. Pero todavía no es suficiente.” El niño albino se acercó al cuerpo inmóvil de Issei y se inclinó ligeramente. Sin prisa, extendió su mano derecha sobre él. Una suave energía blanca comenzó a emanar de su palma, envolviendo el cuerpo del inconsciente Sekiryuutei. Las heridas y moretones desaparecieron lentamente, como si jamás hubieran existido. “Estará con nosotros los próximos cinco días.” Dijo el niño albino con indiferencia. “Va a llorar sangre por el entrenamiento antes de regresar con su familia.” La niña de cabello oscuro soltó un ligero suspiro antes de hablar. “Porque tienes que llevarlo al extremo innecesariamente, Shiro.” Su tono era monótono, pero había un matiz de resignación en sus palabras. Shiro no apartó la vista de Issei. “Estamos hablando de un portador de un Dragón Celestial.” Se puso de pie con calma y desvió la mirada hacia el cielo nocturno. “Es necesario para su crecimiento.” Se alejó unos pasos, dejando que Issei descansara sobre el pasto verdoso del claro. “Si él quiere proteger a las personas que aprecia…” Hizo una breve pausa antes de finalizar con frialdad. “… deberá esforzarse lo suficiente para enfrentarse a los enemigos que vendrán en el futuro.” Y con eso, la verdadera prueba del Sekiryuutei apenas comenzaba. ❅──────✧❃✧──────❅• Me encontraba aburrido. Otro día más y el sujeto de entrenamiento llamado Issei Hyoudou seguía siendo lamentable. Bueno… por ahora. Si sigue aferrándose a su determinación de proteger a su familia, tal vez logre algo mínimamente aceptable antes de que termine su entrenamiento en unos días. No espero milagros, pero al menos debería ser capaz de mantenerse con vida. Mis pensamientos se desviaron momentáneamente hacia la Ciudad Kuoh. Si los rumores son ciertos, Kokabiel, de la Facción Grigori, está planeando un ataque con el objetivo de eliminar a Rias Gremory y Sona Sitri. Si comienza una guerra entre facciones. El Sekiryuutei tendrá que estar listo. … El viento soplaba suavemente, meciéndose entre los árboles del claro donde nos encontrábamos. Entonces, una voz monótona y suave rompió el silencio. "Me sorprende el cambio drástico que tuviste, Shiro." Sin necesidad de girarme, supe de inmediato quién era. Lilith estaba de pie a mi lado, observándome con su expresión habitual: serena, distante, inexpresiva. "Fue hace dos años que te encontré y te llevé conmigo. Y qué confundidos estábamos cuando mencioné que tenías diez años." Su comentario me hizo soltar un suspiro. Sabía perfectamente a qué se refería. Mi apariencia era engañosa. Aunque mi cuerpo parecía el de un niño de 10 o 12 años, en realidad tenía catorce. Durante el último año, mi cuerpo había crecido, alcanzando los 155 centímetros. Pero actualmente mantenía una magia activa sobre mí para reducir mi altura a 130 centímetros. Así podía seguir fingiendo ser un niño. Giré mi vista hacia ella. "Y tú no has cambiado en lo absoluto." Lilith parpadeó lentamente. "Cuando me encontraste, dijiste que tenías catorce años. Ahora con dieciséis… sigues igual, con la apariencia de una niña." "En mi caso, es porque soy un dragón." Su voz sonaba indiferente, como si estuviera explicando algo obvio. "Nuestro crecimiento es tardío. Vivimos cientos de años… incluso milenios." El viento sopló nuevamente, llevando consigo su suave fragancia. Lilith me observó por un momento con su habitual expresión impasible… hasta que, sin previo aviso, se inclinó ligeramente y presionó sus labios contra los míos. Un contacto breve. Silencioso. Antes de que pudiera reaccionar, se separó sin decir nada, sus ojos negros mirándome sin emoción aparente. Yo simplemente parpadeé, sorprendido. "... ¿Y eso?" Lilith ladeó ligeramente la cabeza. "Acción en lugar de palabras." Luego, sin más, volvió su vista hacia la luna. Solté un leve suspiro. "Siempre haces lo que quieres, ¿verdad?" Ella no respondió. No tenía que hacerlo. Sus acciones ya lo habían dicho todo. ❅──────✧❃✧──────❅• Llegando otro día. Issei seguía sumido en sus pensamientos. A pesar del dolor de su cuerpo tras otro día de entrenamiento, su mente no podía dejar de preguntarse quiénes eran los dos niños que lo habían traído a este extraño lugar. Especialmente Shiro, el niño de cabello blanco. "Su nombre significa ‘blanco’… Qué curioso." Era como si alguien lo hubiera nombrado sin pensarlo mucho, simplemente basándose en el color de su cabello. ¿Fue un nombre que eligió él mismo? ¿O se lo dio otra persona? La otra niña, Lilith, se mantenía siempre a la distancia. Observando y analizando. Nunca hablaba demasiado. Su expresión estoica y fría hacía difícil saber lo que pensaba. "Pero…" Issei dejó escapar un leve suspiro. "Más que un entrenamiento, esto ha sido una paliza." Shiro no se contenía. Cada golpe, cada ataque, cada caída… Era implacable. Sin embargo, Issei no podía negar algo. Había cambiado. Se había vuelto más fuerte. Nunca habría imaginado que algún día sería capaz de levantar una roca gigante con sus propias manos. Una fuerza sobrehumana que jamás habría despertado… Si no hubiera estado al borde de la muerte. La imagen de Yuuma-chan apareció en su mente, nítida y cruel. Su sonrisa dulce. Su rostro angelical. Su voz suave mientras le pedía que muriera. Un nudo se formó en su garganta. Cerró los ojos por un momento, intentando ignorar el escalofrío que recorrió su cuerpo. "Casi muero… en sus manos." El recuerdo lo atormentaba. Pero en el fondo, algo dentro de él comenzaba a cambiar. No solo estaba volviéndose más fuerte físicamente. También, su mente y su espíritu estaban evolucionando. Y, aunque aún no lo comprendía del todo… Su verdadero camino acababa de empezar. ❅──────✧❃✧──────❅• Issei jadeaba, su cuerpo adolorido por la brutalidad del entrenamiento. "Esto es ridículo… No puedo seguir así." Shiro lo miraba desde la distancia, relajado, sin una gota de sudor en su rostro. “¿Eso es todo?” La burla en su tono hizo que la sangre de Issei hirviera. "No. No voy a seguir dejándome golpear." Se puso en guardia, pero esta vez con una nueva idea en mente. Shiro se lanzó hacia él a velocidad inhumana. Issei no podía seguir su velocidad con los ojos. "Si no puedo verlo… entonces debo hacer que él vaya donde quiero." En el último segundo, hizo un amague. Fingió moverse hacia la derecha… pero en realidad giró en dirección opuesta. Por primera vez, Shiro tardó un instante en reaccionar. Ese pequeño momento fue todo lo que Issei necesitó. Con toda su fuerza, lanzó un puñetazo con el Boosted Gear hacia el pecho de Shiro. "¡Ahora!" Pero en el último segundo… Shiro desapareció de su vista. Un impacto devastador golpeó su espalda. “¡Gah!” Issei salió disparado por el aire, estrellándose contra el suelo con un dolor insoportable. Shiro se paró a su lado, con una leve sonrisa de diversión. "Interesante. Pensaste antes de atacar." Issei intentó moverse, pero su cuerpo no respondía. "Mierda… pensé que lo tenía." Lilith, que había estado observando en silencio, finalmente habló. “Si hubieras tenido un poco más de velocidad… habrías conseguido tu primer golpe.” Sus palabras eran neutrales, pero dentro de ellas había un atisbo de reconocimiento. Por primera vez, Issei había intentado una estrategia real. Y aunque falló… había aprendido algo importante. "No se trata solo de golpear más fuerte." "Se trata de hacer que el enemigo no vea venir el golpe." Con ese pensamiento, una nueva determinación nació en su interior. Este entrenamiento no era solo para hacerlo más fuerte. Era para hacerlo más inteligente. La noche había caído sobre el claro donde habían estado entrenando. Una fogata crepitaba suavemente en el centro del lugar, proyectando sombras danzantes en la hierba. Issei se encontraba sentado con las piernas cruzadas, sintiendo la calidez del fuego mientras sostenía un cuenco de arroz y un trozo de carne en su mano. A su lado, Shiro y Lilith comían en silencio, pero con una diferencia notable: Mientras Issei tenía un plato bien servido, ellos apenas comían carne cocida sobre el fuego, sin acompañamiento. "No tocan el arroz… ni el jugo de naranja. ¿Siempre comen así?" El pensamiento le pareció extraño, pero no dijo nada. O al menos, no hasta que su curiosidad se volvió insoportable. “…Oigan.” Shiro levantó la vista, mirándolo con su habitual expresión neutral. Lilith ni siquiera reaccionó, simplemente siguió comiendo con calma. “¿Por qué comen tan poco?” preguntó Issei, rompiendo el silencio. Shiro se encogió de hombros. “No necesitamos más que esto.” Issei frunció el ceño. "¿Qué clase de respuesta es esa? Un buen arroz caliente siempre es bienvenido." Lilith le dirigió una breve mirada, pero no dijo nada. Shiro simplemente continuó comiendo. El silencio volvió a caer entre ellos. Issei tomó aire y se armó de valor. “…En realidad, hay algo más que quiero preguntar.” Shiro detuvo momentáneamente su movimiento, como si supiera lo que vendría. Lilith también pareció más atenta. “¿Quiénes son ustedes?” preguntó finalmente Issei. "Llevo días aquí y no sé absolutamente nada de ellos." Shiro se quedó en silencio por un momento, como si estuviera considerando si responder o no. Luego, simplemente se encogió de hombros. "Yo apenas tuve conciencia hace dos años." Issei se congeló. “… ¿Qué?” Shiro continuó con tranquilidad. “Lilith me encontró cuando desperté en este mundo. No sabía quién era, ni de dónde venía. No tenía recuerdos.” Llevó un trozo de carne a su boca, como si estuviera hablando de algo irrelevante. “Así que me dio un nombre. Shiro.” Issei se sintió extraño al escuchar eso. "Entonces… su nombre de verdad fue dado por alguien simplemente basándose en el color de su cabello." Era exactamente lo que había pensado cuando lo conoció. Pero ahora que lo escuchaba en voz alta… le pareció algo increíblemente triste. Sin pasado. Sin identidad. Sin recuerdos. Solo un nombre dado por otra persona. Issei apretó los dientes, sintiendo una leve incomodidad en su pecho. Por primera vez, vio a Shiro como algo más que un niño monstruosamente fuerte. Por primera vez, se dio cuenta de que había algo más profundo en él… algo que tal vez ni siquiera Shiro entendía. Lilith observó a Issei con una expresión vacía, pero con una leve intensidad en sus ojos negros. Ella sabía lo que estaba pensando. Pero no dijo nada. Simplemente continuó comiendo en silencio. El fuego crepitó suavemente, llenando el aire con un calor pasajero. Pero en la mente de Issei, una sensación de inquietud persistía.
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