ID de la obra: 803

Anomalía

Het
G
En progreso
1
Fandom:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 108 páginas, 36.076 palabras, 12 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 6

Ajustes de texto
Capítulo 6 Japón, 1545. Pasando el tiempo necesario para llegar el inicio de un nuevo año. Senji Muramasa cómo había prometido, regresaría al castillo de Oda Nobunaga como el siervo que era de la niña del Clan, Oda. “Nos veremos pronto, Senji.” Uesugi Masatora se había despedido de él, junto con los vasallos y sirvientes que se encariñaron del niño pelirrojo de ojos de luna, apodo dado por Masatora el día que se conocieron por primera vez. Ahora, después de aquel largo viaje, Senji caminaba por los caminos conocidos de Owari, disfrutando del aire fresco y la vista del río cercano, donde habían construido la fragua del Clan Muramasa. El lugar tenía un aire de tranquilidad, pero había algo... sospechoso. Un crujido sutil en el suelo llamó su atención. Antes de que pudiera reaccionar, una soga se tensó alrededor de sus tobillos y, en un parpadeo, Senji fue jalado al aire, perdiendo el equilibrio y cayendo de cabeza al río. La corriente, aunque fuerte, no lo arrastró, pues la soga estaba bien amarrada a un árbol cercano. El agua fría lo envolvió por completo, y Senji, con una expresión de pura incredulidad, emergió escupiendo agua y sacudiéndose el cabello empapado. Un par de risas femeninas resonaron desde la orilla. "¡Cayó en la trampa!" exclamó Hana, aplaudiendo con energía. "¡Sabía que funcionaría!" añadió Himari, con una sonrisa satisfecha. Senji parpadeó, procesando lo que acababa de ocurrir. Luego soltó un largo suspiro y miró a sus primas con una mezcla de resignación y fastidio. "Voy a matarlas." Hana y Himari rieron más fuerte. "¡Es tu castigo por desaparecer tanto tiempo, Senji-nii!" declaró Himari, cruzándose de brazos. "¡Y por no escribirnos ni una sola carta!" añadió Hana, con las manos en la cintura. Senji trató de zafarse de la soga, pero estaba bien atada. Miró hacia arriba, evaluando la situación. Si se balanceaba lo suficiente, podría trepar por la cuerda y liberarse, pero antes de intentarlo, prefirió tomarse un momento para dejar que la rabia se disipara. "Bien jugado," admitió al final, con un tono de resignación. “Pero las haré pagar por esto.” Hana y Himari se miraron, y sin perder el tiempo, se alejaron corriendo con risas traviesas. Senji los siguió con la mirada y sonrió para sí mismo. Senji sacudió la cabeza, aún colgado boca abajo sobre el río. No podía creer que sus primas le hubieran tendido una trampa de ese nivel. Respiró hondo, cerrando los ojos un instante antes de abrirlos con determinación. Con un movimiento ágil, balanceó su cuerpo para impulsarse hacia arriba, usando la soga como soporte. Su fuerza y entrenamiento le permitieron trepar con rapidez, y en cuestión de segundos logró agarrarse de la rama del árbol al que estaba atada la cuerda. Con un tirón firme, deshizo el nudo y aterrizó en el suelo, empapado y goteando agua. “Bien…” murmuró, con una media sonrisa que ocultaba un ligero temblor de enfado. “Ahora sí… es hora de la venganza.” Las huellas frescas de Hana y Himari en la tierra mojada le indicaron la dirección en la que habían corrido. Sin perder más tiempo, comenzó a seguirlas a paso firme, su mente ya planeando cómo devolverles la jugada. Pocos minutos después, las encontró escondidas detrás de unos arbustos, observándolo con diversión. “¿Eso es todo, Senji-nii?” se burló Himari, con los brazos cruzados. “Sí, esperábamos más enojo de tu parte,” añadió Hana con una sonrisa traviesa. Senji inclinó ligeramente la cabeza, dejando que el agua de su cabello cayera en pequeñas gotas al suelo. Luego, con un movimiento veloz, tomó una piedra pequeña del suelo y la lanzó al arbusto donde se escondían. El golpe no fue fuerte, pero sí lo suficiente para asustarlas y hacerlas salir corriendo. “¡Oye!” protestó Hana. “¡Eso no es justo!” se quejó Himari. “¿No querían un castigo?” preguntó Senji, con una sonrisa oscura mientras avanzaba hacia ellas. Las gemelas intercambiaron una mirada y, sin pensarlo dos veces, emprendieron la huida. Pero Senji era más rápido. En un instante, las alcanzó y, con un rápido movimiento, atrapó a Hana por la muñeca mientras usaba su otra mano para atrapar a Himari del obi. “¡Nos atrapó!” exclamó Hana entre risas, intentando zafarse. “¡Déjanos ir, Senji-nii!” dijo Himari, pataleando sin éxito. Senji soltó una risa ligera y luego, sin previo aviso, las levantó del suelo y las llevó directo al río. “¡Senji, espera, espera!” gritó Hana, comprendiendo su destino. “¡No lo hagas, por favor!” suplicó Himari, entre risas nerviosas. “No tendieron una trampa en el río, ¿verdad? Bueno, ahora probarán su propia medicina.” Y sin más, las lanzó al agua. El chapoteo resonó, seguido por las risas de los tres, mientras las gemelas emergían con expresiones de sorpresa y diversión. “¡Eres un demonio, Senji-nii!” dijo Hana, sacudiéndose el agua del rostro. “Pero admitimos que lo merecíamos,” agregó Himari, riendo. Senji cruzó los brazos con satisfacción. “Ahora estamos a mano.” Las gemelas se miraron y sonrieron. “Tal vez,” dijo Hana. “Pero ya estamos pensando en la siguiente trampa,” añadió Himari con un guiño. Senji suspiró. Actuar cómo el mayor de estas dos no sería fácil… pero tampoco lo cambiaría por nada. Senji observó a sus primas mientras escurrían el agua de sus ropas, todavía riéndose de la situación. Luego, con un tono más relajado, preguntó: "¿Ha ido todo bien mientras yo no estaba?" Hana y Himari se miraron antes de responder con orgullo. "¡Sí! Hemos seguido entrenando y mejoramos mucho en la forja y la artesanía." dijo Hana, inflando el pecho con satisfacción. "Así es. Ahora podemos trabajar el acero con más precisión, y nuestros diseños han mejorado." añadió Himari, con una sonrisa confiada. Senji cruzó los brazos, asintiendo con aprobación. "Eso me alegra. Estoy orgulloso de ustedes." Las gemelas sonrieron con orgullo al escuchar sus palabras. Sin embargo, Senji dejó escapar un leve suspiro y miró sus propias manos. "Pero eso me recuerda algo… Pasé todo este tiempo entrenando con Masatora-dono y descuidé mi tiempo en seguir mejorando en la forja y artesanía. Si quiero estar a su altura, debería comenzar a ir a la fragua a seguir mejorando." Hana y Himari intercambiaron una mirada cómplice antes de sonreír. "Entonces es hora de que empieces a trabajar con nosotras, Senji-nii." "Sí, no vamos a dejar que te quedes atrás." Senji dejó escapar una risa ligera y asintió. "Bien. Supongo que es hora de ensuciarnos las manos con algo más que espadas y peleas." ❅──────✧❃✧──────❅• Habitación de Oda Nobunaga La joven niña de diez años, Oda Nobunaga, se encontraba en su habitación, sentada en posición formal sobre el tatami. Con el ceño fruncido y la mirada fija en los pergaminos enrollados frente a ella, repasaba la información recopilada por sus ninjas sobre los territorios enemigos. Cada detalle era crucial, cada informe podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota. Sin embargo, por más que analizara los documentos, aún no encontraba una debilidad que pudiera explotar. Sus enemigos eran formidables, y sus fronteras estaban bien resguardadas. Los espías bajo su mando habían logrado infiltrarse en algunas regiones, pero los resultados no eran alentadores. "Demasiado hermético… incluso nuestros mejores ninjas apenas logran acercarse," murmuró para sí misma, golpeando suavemente el pergamino con sus dedos. Sabía que la paciencia era clave en la guerra, pero su impaciencia crecía con cada día que pasaba sin un avance significativo. Si quería expandir su dominio y asegurar su control sobre Owari, necesitaba algo más que solo información vaga. Apoyó la cabeza en su mano y suspiró. "Tal vez Senji tenga alguna idea..." pensó en voz alta. Mientras revisaba los informes, un pensamiento repentino cruzó la mente de Nobunaga, haciéndola detenerse de inmediato. Senji… Se enderezó en su asiento, con la mirada seria. Él había prometido regresar con el inicio del nuevo año, y hoy era el día. Sin embargo, el castillo seguía en completo silencio. No había rumores entre los sirvientes ni el más mínimo alboroto por su regreso. Eso era extraño. Senji no era alguien que pasara desapercibido. Su sola presencia solía generar reacciones, ya fuera admiración, respeto o incluso temor. Si hubiera regresado como debía, los vasallos habrían hablado de ello, y sin duda alguien ya le habría informado a ella. Pero hasta ahora, nada. Su ceño se frunció aún más. "¿Acaso se retrasó sin avisar? No, él no haría eso…" La inquietud comenzó a crecer en su pecho. Sin perder más tiempo, se levantó de su asiento y salió de la habitación con paso firme. No iba a esperar a que alguien viniera a explicarle lo que ocurría. Si Senji no había regresado al castillo, entonces ella misma lo encontraría. Mientras caminaba por el castillo, Nobunaga captó apenas un murmullo en la distancia. No era un rumor directo hacia ella, pero su agudo oído captó fragmentos dispersos de las conversaciones en la calle. "Últimamente la fragua de las niñas Muramasa está más ruidosa de lo normal…" "Sí, hoy parece más animada que de costumbre. ¿Estarán trabajando en algo importante?" Nobunaga se detuvo un momento, reflexionando. "La fragua de Hana y Himari…" Si había un lugar en el que Senji podría estar, era allí. Si realmente había regresado y no se había presentado en el castillo, tenía sentido que estuviera con sus primas, antes que nada. Sin más demora, decidió dirigirse a la fragua, ubicada cerca del río. El camino no era largo, pero a medida que avanzaba, los sonidos del martillo golpeando el metal se hicieron cada vez más fuertes. El estruendo rítmico, acompañado de algunas voces y el crepitar del fuego, confirmaba lo que había escuchado en la calle. Al llegar, observó la pequeña casa construida junto a la fragua, un refugio para las gemelas Muramasa cuando no estaban trabajando. Nobunaga no se molestó en anunciarse. Con su presencia firme, ingresó al interior de la fragua sin vacilar. El calor del horno la envolvió de inmediato, junto con el sonido incesante del martillo impactando sobre el metal candente. Su mirada recorrió el lugar hasta que, entre las chispas y el resplandor del fuego, distinguió una figura familiar sosteniendo un martillo con destreza. Senji Muramasa estaba allí, con la camisa arremangada y el rostro ligeramente cubierto de hollín, concentrado en la pieza de metal al rojo vivo que moldeaba con cada golpe. ❅──────✧❃✧──────❅• El martillo descendió con fuerza, impactando el metal al rojo vivo con un estruendo que resonó en toda la fragua. Durante casi una hora, Senji, junto a Hana y Himari, había estado practicando y mejorando sus habilidades en la forja, concentrándose en perfeccionar cada golpe, cada moldeado, cada detalle. Justo antes de levantar nuevamente el martillo para continuar, una silueta en el umbral de la fragua llamó su atención de reojo. Su cuerpo reaccionó al instante, deteniéndose en seco. Bajó lentamente el martillo y lo dejó con cuidado junto al yunque. Respirando hondo, se giró hacia la figura y, sin dudarlo, inclinó la cabeza con respeto. "Estoy de regreso," dijo con solemnidad. "Lamento no haberme presentado antes ante usted, joven maestra Oda Nobunaga-sama." Hana e Himari, dándose cuenta de la presencia de Nobunaga, también dejaron su trabajo y se enderezaron con una expresión de respeto. Nobunaga los observó por un momento, y en lugar de molestarse, dejó escapar un pequeño suspiro. "Te perdono," dijo, con una mezcla de autoridad y calma. "Al menos veo que no estabas perdiendo el tiempo… te estabas divirtiendo y mejorando tus habilidades con Hana y Himari." Senji alzó la mirada hacia ella, notando cómo su expresión se suavizaba. Entonces, con una sonrisa tierna y genuina, Nobunaga continuó: "Estoy feliz de que hayas regresado, Senji." Las palabras, simples pero sinceras, hicieron que Senji sintiera un calor reconfortante en el pecho. Senji mantuvo la mirada fija en Nobunaga por un momento, sorprendido por la ternura en su sonrisa. No era común verla así, y aunque su tono seguía siendo firme, había un matiz de calidez en sus palabras que no pasó desapercibido para él. "Gracias, Nobunaga-sama," respondió con una leve reverencia, sintiendo que, pese a todo, su regreso había sido bien recibido. Hana e Himari se miraron con una sonrisa satisfecha, sintiendo que el ambiente era cálido y relajado.Principio del formulario Himari, con una pequeña risa, se cruzó de brazos. "Pero ya que estás aquí, Senji-nii, ¿vas a terminar lo que empezaste o necesitas más descanso?" Hana se unió con una sonrisa traviesa. "Sí, no vayas a pensar que puedes escapar de la fragua ahora." Senji dejó escapar una leve risa, tomando nuevamente el martillo y observando la pieza de metal en el yunque. Nobunaga lo observó en silencio, viendo cómo sus manos volvían con naturalidad a su trabajo. "Supongo que no hay necesidad de interrumpir más," dijo finalmente Nobunaga, cruzándose de brazos. "Pero cuando termines aquí, ven a verme. Hay cosas que discutir." Senji asintió con determinación. "Lo haré, Nobunaga-sama." Ella lo miró una última vez antes de girarse para salir de la fragua. Mientras su silueta desaparecía, el sonido del martillo resonó una vez más, marcando el ritmo del trabajo de los Muramasa. Con el fuego iluminando sus rostros y el metal tomando forma bajo sus esfuerzos.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)