Gangster
12 de septiembre de 2025, 20:47
Sería raro de explicar, pero la verdad es que le gustaba la sensación que tenía cuando se encontraba encerrado en las celdas de la Scotland Yard.
Le gustaba provocar pequeños desastres, atraer a la policía, sentir el metal de las esposas apretando sus muñecas y saber que, al final, todos sus esfuerzos para condenarle serían inútiles.
Ser uno de los hombres más poderosos e influyentes del mundo criminal tenía muchas ventajas y entre ellas se podía contar el tener los mejores abogados del planeta, aquellos que aterrorizaban a los jueces y hacían sudar a los policías al presentarse. Jim apoyó la cabeza contra las baldosas y cerró los ojos, saboreando la imagen que se había formado en su mente.
De pronto, el chirrido de la puerta llegó hasta sus oídos. Gruñó con frustración; le había pedido explícitamente a su abogado que retrasara al menos por dos horas su liberación para que pudiera ser más placentero observar los rostros de los agentes mientras se marchaba..., ¡y apenas había transcurrido media hora!
Abrió los ojos y enderezó la cabeza para lanzar una mirada fulminante, pero lo que vio le dejó sin aliento.
—¿¡Qué haces aquí!?
Frente a él, su pareja, el detective Sherlock Holmes se presentaba con una gran sonrisa en los labios.
—Parece que yo también soy un gangster —respondió el detective, encogiéndose de hombros. Luego, caminando hacia adelante para sentarse en el suelo junto al otro hombre, añadió—. Al parecer "no es excusable hacer explotar un contenedor de basura para realizar un experimento".
Jim sonrió ante el tono de voz usado por su pareja, que trataba de emular la voz de uno de los policías, presumiblemente el que le había detenido.
—Sabes eso de sobra...
—Sí, y gracias a Lestrade también supe que estabas detenido —le interrumpió Sherlock.
Los ojos de Jim brillaron.
—¿Has venido a por mí?
—¿En serio me has hecho esa pregunta? —preguntó el detective, enarcando una ceja con incredulidad.
—¿Para sacarme?
—Creo que te puedes ocupar de eso tú solito —Sherlock miró a su alrededor—. ¿Cuánto tiempo tenemos?
—Le dije a Henry que me diera dos horas aquí dentro, llevo solo media —respondió al momento el criminal.
Sherlock volvió a mirarle.
—¿Te apetece que disfrutemos de la experiencia juntos?
El corazón de Moriarty palpitó con emoción cuando el rostro del detective se acercó, permitiendo a sus labios rozarse.
—Nadie me haría más feliz —dijo, antes de romper el espacio que los separaba.