ID de la obra: 812

Drabbles Johnlock

Slash
R
En progreso
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 38 páginas, 9.570 palabras, 25 capítulos
Descripción:
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Barbarroja

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Número de palabras: 372 ------------------------------------------------------------------------------------------ —¿Sherlock? ¿Estás en casa? John se asomó por la puerta del apartamento de Baker Street, buscando con la mirada a su pareja. —¡En la cocina! —le avisó la voz grave de Sherlock—. ¡Estoy algo ocupado ahora mismo...! ¿Es importante? —Tengo algo para ti —dijo en tono alegre el médico, entrando en la cocina. El detective levantó su vista del microscopio. Al ver la hermosa sonrisa que adornaba la cara del otro reprimió el instinto que le invitaba a deducir de qué se trataba aquel regalo que le traía. Parecía ser algo que John tenía especial interés en darle y no quería arruinarlo. —¿De qué se trata? —preguntó con curiosidad, sin levantarse de su asiento. Sin previo aviso, John desapareció por donde había llegado y el agudo oído de Sherlock captó sus pasos dirigidos hacia la puerta. Se sintió tentado a seguirlo, creyendo que eso era lo que quería, pero su pareja reapareció rápidamente. En sus manos, una pequeña bola de pelo brillante y rojizo se removía ansiosamente, olisqueando el aire con curiosidad. —Es un setter irlandés —explicó orgullosamente John, acercándose hacia el asombrado detective, que se había quedado con la boca abierta ante la presentación del cachorro. Lo dejó sobre la mesa y éste comenzó a andar de forma torpe hacia Sherlock, sin dejar de menear la cola nerviosa y juguetonamente—. Me he tomado la libertad de registrarlo en la protectora como "Barbarroja" —continuó hablando el médico, observando con alegría al cachorro, que había comenzado a lamer las temblorosas manos del detective. —J-John... —titubeó Sherlock, alzando la vista para mostrarle unos ojos rebosantes de lágrimas—. E-esto..., e-esto es... El médico entró en pánico al ver como el otro dejaba caer las lágrimas sobre sus mejillas, sin la más mínima intención de reprimirlas o secarlas, lo cual era extraño y alarmante considerando como era Sherlock. —Quizás ha sido mala idea... —No —le detuvo Sherlock, desviando su mirada hacia el cachorro que seguía moviéndose en sus brazos—. G-gracias John..., has hecho que Barbarroja sea... real... A John se le encogió el corazón al recordar que aquel era el único regalo que había querido siempre el detective y que sus padres nunca pudieron concederle. Se acercó y le dio un fuerte abrazo mientras su pareja se deshacía en comentarios de agradecimiento y lágrimas de alegría.
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