Almohadas
12 de septiembre de 2025, 21:21
Número de palabras: 317
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—¡Pelea de almohadas!
John tomó dos cojines que había sobre el sofá y le lanzó uno a la pequeña Rosie. El bebé miró con curiosidad aquel objeto antes de devolver la vista a su padre, que ya se acercaba a toda velocidad hacia ella, armado con su propio cojín.
Al llegar hasta ella, comenzó a golpearla con suavidad y lentitud en su cuerpecito, provocando las risas descontroladas de la niña.
Watson no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando aquellas delicadas y agudas risillas llegaron hasta sus oídos.
Su pequeña hija apenas tenía un año y era un ser más hermoso y dulce de lo que jamás hubiera soñado tener.
Rosie recibía los ataques juguetones con diversión, haciendo sonar sus risas como pequeñas campanillas llenas de felicidad.
El juego continuó durante algunos minutos más, hasta que, sin previo aviso, John recibió un golpe por la espalda con algo mullido y suave, y cayó al suelo.
—¡Yo te salvaré, Rosie!
La voz de Sherlock sonó clara y divertida entre los constantes golpes que propinaba a su marido. John trató de defenderse, moviendo su propio cojín por el aire descontroladamente.
—¡Ha sido a traición! —protestó.
—¡Atacabas a una niña inocente! —se defendió Sherlock—. ¡Es perfectamente justo!
Rosie observaba la escena sin dejar de reír, llenando el ambiente con una sensación cálida y alegre. De pronto, John consiguió calcular la trayectoria del ataque de Sherlock y consiguió detenerlo y arrebatarle su cojín. Antes de que esté pudiera responder o protestar, le tomó por la muñeca y le hizo caer al suelo, junto a él.
—¡Has hecho trampa! —exclamó Sherlock.
—Me rindo —contestó John, dándole un suave beso en los labios.
La pequeña Rosie comenzó a aplaudir con sus manitas regordetas y sonrosadas, tal y como si supiera que la guerra emprendida en el juego había llegado a su fin y ahora tan sólo reinara el amor...
Aunque nunca los hubiera abandonado.