Tu Marido
7 de noviembre de 2025, 20:20
Número de palabras: 318
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—¡Lo tengo! —gritó de pronto Sherlock—. ¡Lo he resuelto, John!
Los casos por resolver pueden ser un tema completamente desesperante para un detective. Encontrar pistas, darles sentido, interrogar a los sospechosos y formular teorías hasta dar con la clave del misterio es un trabajo lleno de paciencia y habilidad, y al que pocos están dispuestos a entregarse.
Sherlock Holmes es bien conocido por ser uno de esos pocos, y más aún por pertenecer a esa minoría de extrañas personas que ven en la sangre y la muerte un resplandor parecido a la belleza y la curiosidad. Esta visión, aparte de dotarlos de soledad y miradas extrañas, les permite ver en lo macabro un juego de niños.
Y eso, es lo que convierte la victoria en motivo de júbilo.
—¡Fue el padre! —continuó gritando el detective, saltando hasta la cocina para reunirse con su pareja—. ¡Las huellas, John! ¡Las huellas en la casa no coinciden!
El doctor Watson levantó la vista de su periódico matutino y observó de reojo a su pareja.
—No has desayunado —dijo con severidad, apartando el periódico a un lado.
—Estaba ocupado en un caso... —protestó Sherlock, formando un puchero en sus labios.
—Y ahora que has terminado —le interrumpió John, esbozando una sonrisa pícara—, vas a desayunar.
—Suenas como Mycroft.
—Pero no lo soy, soy tu marido —le corrigió John. Luego, se levantó de su asiento, se dirigió hasta la tetera y añadió—. Siéntate, te serviré té.
—¿Puedo hablarte del caso? —pidió Sherlock, con un tono casi suplicante, sentándose en una silla junto a la de John.
—Claro que sí, cariño —le aseguró su pareja, acercándose con una taza humeante—. Pero tienes que desayunar para que esta cabecita tuya —dijo, inclinándose para darle un suave beso en la frente—, siga trabajando con precisión.
Sherlock se sonrojó ante aquel comentario, pero consiguió recomponerse y comenzó a acribillar a John con todos los detalles y procesos mentales que le habían llevado hasta la resolución de su último caso.