ID de la obra: 820

Drabbles Mystrade

Slash
R
Finalizada
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
35 páginas, 9.467 palabras, 30 capítulos
Descripción:
Notas:
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Cena

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Greg y Mycroft se encontraban sentados a la mesa, dispuestos para tomar la cena después de un duro día en sus respectivos trabajos. Giulia, su criada, se encargaba de repartir los pedazos de la Frittata (un plato tradicional de su tierra natal, Italia) que había elaborado para aquella noche. —Señor Lestrade —dijo, colocando el plato lleno de comida frente al inspector. Greg observó complacido la deliciosa pieza de tortilla, rellena de diferentes verduras, que resplandecía sobre su plato. Alzó la vista y esperó pacientemente a que se le sirviera la cena a su pareja. —Así esta bien —dijo Mycroft, deteniendo a la criada. Lestrade alzó una ceja al observar la minúscula porción que yacía sobre el plato. ¡Era ridícula! Giulia dejó la espátula sobre la bandeja, hizo una leve inclinación de la cabeza y se giró para marcharse, dejándoles completamente solos. Mycroft tomó con poco entusiasmo el tenedor y se dispuso a comer. —¿Enserio solo vas a comer eso? Holmes miró a su pareja al tiempo que alzaba una ceja, visiblemente confuso. —¿¡Acaso te quieres morir de hambre!? —exclamó Lestrade. —Greg..., tengo que adelgazar... —¡No a costa de morir de hambre! —insistió su pareja. Con un movimiento rápido, el inspector partió un pedazo de su propia comida y trató de colocarla en el plato contrario, pero fue detenido por Mycroft. —Mi amor, no. Esa comida es tuya, come tú —insistió Holmes. Tras un pequeño forcejeo, Lestrade dejó caer la comida sobre el plato, pero no pensaba detenerse ahí. —Se lo que ha pasado —refunfuñó, tomando la espátula de metal para tomar un nuevo pedazo (algo más pequeño) de la Frittata—. Maldito Sherlock... —Greg... —suspiró Mycroft, algo avergonzado al verse tan expuesto. —Mycroft —le interrumpió su pareja, colocándole el trozo que había cortado sobre el plato—, no voy a permitir que dejes de comer porque tu hermano haga comentarios sobre tu cuerpo, no tiene razón y solo busca hacerte daño. Holmes bajó la mirada hacia su plato, que ahora albergaba una porción más adecuada a lo normal. —Mycroft, cariño —le llamó suavemente Lestrade, acariciándole la mejilla con delicadeza—. Estás espectacular, siempre lo has estado. No dejes que Sherlock te haga creer lo contrario...—pidió y, con un guiño del ojo, agregó—, tú eres el listo. Holmes sonrió con ternura al tiempo que tomaba la mano depositada sobre su mejilla. Giró un poco la cabeza y besó justo la palma de la misma. —Gracias, Greg, te amo. Lestrade sonrió, convencido de que sus palabras habían conseguido colocarle junto al hombre que amaba en la batalla que éste libraba en su interior. Y estaba dispuesto a darla vida por él. —Yo también te amo, Mycroft.
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