ID de la obra: 833

Liberarme para amarte (Nygmobblepot/Hattercrow)

Slash
NC-21
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
83 páginas, 22.139 palabras, 21 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

No detengas los latidos de tu corazón

Ajustes de texto
Narra Edward No podía creer lo que, sin palabras, Oswald me había confesado. ¿Cómo era posible que me amará? Y otra pregunta mucho más intrigante: ¿Cómo era posible que no me hubiera dado cuenta antes?  Todos los momentos que habíamos pasado juntos pasaban a toda velocidad por mi mente, todo era tan obvio ahora...Estaba muy avergonzado y confundido. Me arrepentía de haberle preguntado, de no haber reaccionado después del beso y de salir corriendo de la mansión. Para entonces, ya me encontraba muy lejos, recorriendo las calles de Gotham con mi coche, en dirección a mi departamento cuando, de pronto, escuche una voz. — Oh, vamos, Ed. Sé que tu capacidad cerebral puede llegar a ser bastante deficiente y decepcionante…¿Pero acaso era necesario demostrarlo de forma tan evidente? Me avergüenzas. Reflejado en el retrovisor delantero se encontraba El Acertijo que, sentado en mitad del asiento trasero, observaba con una amplia sonrisa mi rostro desesperado y cansado. — Lárgate. No te necesito para nada. Ni a ti, ni a tus malditos insultos.  El Acertijo se inclinó hacia adelante, susurrándome al oído. — Vamos Ed, ¿aún crees que puedes ignorarme?  — Cállate — exigí con un tono molesto. — ¡NO! ¡CÁLLATE TÚ Y ESCÚCHAME AHORA! — replicó muy enfadado El Acertijo, acercándose aún más a mi oído- Has huido de la mansión como un maldito cobarde. ¡NOS HAS HECHO QUEDAR COMO UNOS COMPLETOS IDIOTAS! — ¿Y qué querías que hiciera? ¿Quedarme allí plantado como un imbécil? — No. Debías haber ido a por Oswald, y haber sido valiente. — ¿De qué hablas? — ¿Sabes? Lo peor de que yo también sea tú, es que no puedes ocultarme nada de lo que pasa por tu cerebro. Obviamente he visto como miras a Oswald. Ese brillo en los ojos, ese rojo que tiñe tus mejillas…, yo también he sentido ese calor en tu entrepierna… — ¡CÁLLATE, CÁLLATE!  — sacudí con fuerza la cabeza y detuve el coche. Miré con furia el espejo retrovisor y grité — ¡TÚ NO SABES NADA DE MI! ¡ABSOLUTAMENTE NADA! — ¡YO LO SÉ TODO SOBRE TI, EDWARD! ¡NO PUEDES ESCONDERTE, ASÍ QUE ADMITE DE UNA VEZ QUE AMAS A OSWALD! — ¿¡QUÉ!? ¿PERO SE PUEDE SABER DE QUÉ DEMONIOS HABLAS? — ¡SABES PERFECTAMENTE DE LO QUE ESTOY HABLANDO! ¡HE VISTO COMO RECORRES CON LA MIRADA SU CUERPO CADA VEZ QUE LE VES! ¡HE SENTIDO CONTIGO COMO EL CORAZÓN SE NOS ACELERA CUANDO ESTÁ CERCA! ¡NO TE ATREVAS A NEGARLO! Agaché  la cabeza y agarré con fuerza el volante, mientras decía con los dientes apretados: — No sé de qué estás hablando. — Ah...entonces, ¿no sientes nada por él no? — Absolutamente nada… — Entonces…no te importará que lo mate ¿verdad? Miré al espejo alarmado, en busca de expresiones faciales que me hicieran saber que El Acertijo solo estaba bromeando, pero en cambio me encontré con la fría mirada que lo caracterizaba. El Acertijo rápidamente colocó dos dedos en mi cuello y tras mantenerla durante unos segundos en la arteria carótida, notando mis pulsaciones, la apartó con aire triunfal. — Vaya, vaya, Edward. Tienes el corazón palpitando a toda velocidad…¿desde cuándo te importa otra vida que no sea la tuya? Me mantuve en silencio mientras trataba de controlar mis lágrimas. — Vamos Edward…, se valiente por una maldita vez en tu vida. Hazlo por nosotros. — A ti…, ¿a ti también te gusta? — conseguí preguntar mientras volvía mirar el espejo con los ojos inundados por la rabia y la impotencia que provocaban ver mi secreto al descubierto. — Sí — admitió El Acertijo, mientras me retiraba una lágrima que se deslizaba con suavidad por mi mejilla derecha — . Obviamente, si te vas a enamorar, lo prefiero a él antes que a otra extraña mujer que trabaje entre papeles. Al ritmo al que ibas, conseguirías que odiara el olor a papel por completo, incluso de los libros. Reí al percatarme de las grandes similitudes que existían entre la Señorita Kringle e Isabella, y lo diferentes que eran ambas de Oswald.  — ¿Qué crees que debería hacer? — pregunté, secándome con fuerza los ojos. — Ya te lo he dicho… Debes volver con él, Edward. Debes decírselo, sabes que él también te ama. Ve allí, y demuéstrale que lo amas antes de que sea demasiado tarde, maldito imbécil — dijo El Acertijo antes de desaparecer ante mis ojos. Inmediatamente después arranque el motor del coche y giré el volante para poner rumbo de vuelta a la mansión. Aunque…, quizás fuera buena idea pasar primero por una floristería.
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)